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Hay nuevas evidencias de abusos sexuales por parte de algunos sacerdotes.

Los casos que se están ventilando en EE.UU., Chile, Australia, Irlanda y otros son elocuentes.

Muchos católicos están indignados por la trama de encubrimiento de los depredadores sexuales que se está ventilando.

Sienten como que un cono de sombra se está posando sobre la santidad de la Iglesia.
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Que es más dolorosa porque los católicos ponen a sus sacerdotes en un pedestal, debido a la cultura clericalista en la Iglesia.

Pero debemos pensar que el mundo en que vivimos está roto.

Que la caída nos ha herido profundamente y esas heridas y pecados tienden a crecer en la comunidad.

Que el maligno prefiere atacar a los líderes de la Iglesia.

Y que la santidad de los miembros de la Iglesia, laicos y sacerdotes, se ha ido ensombreciendo con los escándalos, las herejías y el desvanecimiento de la fe (apostasía) que observamos en la actualidad.

¿Qué podemos hacer? Buscar la santidad a nivel personal.

Si se produce un renacer de la búsqueda de santidad en la mayoría de los miembros de la Iglesia, entonces se irá encendiendo la santidad en la institución eclesial.

El cardenal Prosper Grech hizo un diagnóstico preciso de las razones por las que el oscurecimiento de la santidad sucedía a nivel institucional, momentos antes que comenzara la votación que eligió al Papa Francisco en el Cónclave.

Y dio sugerencias concretas.

 

EL ALEGATO DEL CARDENAL GRECH CONTRA EL OSCURECIMIENTO DE LA SANTIDAD EN LA IGLESIA

El cardenal maltés Prosper Grech, de 87 años en ese momento, era demasiado viejo para votar en el Cónclave que eligió a Papa Francisco.
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Pero los 115 cardenales menores de 80 le pidieron
al entrar en la Capilla Sixtina con ellos el 12 de marzo, que ofreciera una meditación antes de comenzar a votar.
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El texto del discurso del Cardenal no fue lanzado en el momento
sino meses después por L’Osservatore Romano.

La última exhortación formal a los 115 cardenales que eligieron a Papa Francisco en marzo incluyó recordatorios de la importancia de presentar la fe católica en su totalidad.
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La necesidad de reconocer los errores de los miembros de la iglesia y la necesidad de unidad dentro de la comunidad católica.

conclave en capilla sixtina

El cardenal Grech, sacerdote Agustino y experto en los padres de la iglesia primitiva, había dicho a los cardenales electores que él no estaba allí para delinear las características necesarias de un nuevo Papa.

Sino a usar la escritura para reflexionar sobre “lo que Cristo quiere de su iglesia.”

Primero, dijo, la iglesia está llamada a proclamar el Reino de Dios y la buena noticia de salvación a través de Cristo.

“La iglesia hace la esta presentación el evangelio sin atajos, sin diluir la palabra”, dijo.

El cardenal advirtió que también muchos católicos piensan erróneamente que el bautismo y la participación en los sacramentos no son necesarios porque el Concilio Vaticano II reconoció la posibilidad de “salvación incluso para aquellos fuera de la iglesia”.

También muchos católicos, dijo, no saben las enseñanzas de la iglesia“no sólo ignorancia y falta de atención sobre la doctrina católica” sino también una ignorancia de los fundamentos del cristianismo mismo.

Una de las mayores amenazas que cardenal Grech vio era una amenaza para la unidad de la comunidad católica.

“Entre los extremistas ultra-traditionalistas y extremistas ultra-progresistas, entre sacerdotes, rebelándose contra la obediencia y aquellos que no reconocen los signos de los tiempos, siempre habrá el riesgo de pequeños cismas que no sólo dañan a la iglesia, sino que van en contra de la voluntad de Dios.”

Muchos católicos, dijo, parecen pensar que los progresos en la iglesia se basan en el grado de libertad en el área de la sexualidad”.

En cuanto al celibato obligatorio para los sacerdotes en la Iglesia Latina, dijo que es cierto que algunas disciplinas iglesia pueden cambiar,

“Pero no todo cambio significa progreso. Uno debe discernir si tales cambios trabajan para aumentar la santidad de la iglesia u para ocultarla.”

Una cosa que definitivamente oscurece la santidad de la iglesia, dijo, es la conducta pecaminosa de sus miembros, particularmente los sacerdotes.

El cardenal Grech dijo que es cierto que en muchas partes del mundo la iglesia enfrenta la persecución literal, pero también sufre ataques por los medios de comunicación.

La persecución es parte de la vida de la iglesia.

Sin embargo, dijo, los medios de comunicación también han publicitado casos terriblemente verdaderos de abuso sexual clerical. En esos casos,

“La iglesia debe ser humilde ante Dios y los hombres y tratar de arrancar el mal a cualquier costo”.

Sólo con una acción firme contra los sacerdotes abusivos y en nombre de las víctimas, dijo, puede la iglesia recuperar su credibilidad.

“Hoy en día muchas personas no son capaces de llegar a creer en Cristo, porque su cara está oculta o escondida detrás de una institución que carece de transparencia”.

La iglesia ha sufrido a causa de los pecados de sus miembros en el pasado y logró capear el temporal e instituir reformas.

Eso, dijo, es porque el Espíritu Santo continúa guiando a la iglesia, aunque en realidad muchas personas no parecen creerlo.

El espíritu, el cardenal dijo,

“Supera los escándalos, la política interna, el arribismo y problemas sociales, que juntos oscurecen el rostro de Cristo que debe brillar incluso a través de las densas nubes.”

Excelente alegato, muy actual, pero tenemos la obligación de aterrizar lo que dijo el Cardenal Grech a nivel personal.

 

¿QUÉ ES LA SANTIDAD?

Para buscar la santidad debemos comprender lo que ésta significa.

La persona que busca la santidad es íntegra y completa, no es codiciosa ni narcisista.

Y por lo tanto no necesita usar a las otras personas para sus necesidades emocionales.

Es una persona segura de sí misma sin ser arrogante, y se acepta a sí misma a pesar que es consciente de sus defectos.

Es humilde y conoce su valor, por eso tiene un fuerte sentido común.

Es una persona ordinaria que no llama la atención sobre ella misma.

Y está genuinamente preocupada por los demás y no por sí misma.

La persona que se esfuerza en la búsqueda de santidad no ama a los demás por el placer que ellos le brindan, sino que está genuinamente interesada por los demás.

Los demás no son objetos de deseo, sino objetos de un amor puro, que no está teñido de necesidades instintivas.

Ha aprendido amar a las cosas de acuerdo a su verdadero valor, no de acuerdo al valor que le dan los hombres.

La persona que camina hacia la santidad es modesta y lleva una vida de oración, pero no ostentosa.

Es humilde y no hace un show de sus conocimientos y de su piedad.

Se trata de una persona alegre, que ve razones para el placer en las cosas simples de la vida y se alegra por la belleza la verdad y la bondad.

Pero no es una persona ingenua.

La persona en el camino de la santidad considera que las devociones, las doctrinas y los dogmas no son un fin en sí mismo sino una manera de escalar en su santidad.

¿Y cómo debemos actuar a nivel personal? ¿Cómo lo podemos aterrizar?

 

PRIMERO, HACERNOS EL PROPÓSITO DE NUESTRO AVANCE EN SANTIDAD

No hay mejor forma que empezar por lo primero, comenzar cada día tratando de lograr la santidad.

No podemos llegar al cielo si no apostamos a la santidad. Sólo lo puro puede estar en presencia de Dios.

Además no estamos solos, y no podemos cambiar una institución o a otras personas directamente, pero podemos ser una fuerza poderosa de cambio si estamos mostrando a Cristo en nuestra vida diaria.

La santidad es contagiosa, porque que abre la puerta a la Divinidad.

Dios atrae a otras personas por medio una vida santa de quienes los buscan y tratan de vivir en él.

Pero tenemos que trabajar en coordinación con la gracia de Dios para crecer en santidad.  Sin su gracia no lo lograremos.

Debemos ser personas de oración, paz, esperanza, caridad, paciencia, humildad.

Y nuestras propias debilidades tienen que convertirse en nuestra fuerza por el poder de Cristo.

Estos cambios comienzan en lo pequeño.

Con la guía del Espíritu Santo, aprendemos cómo vivir las virtudes. Fomentamos los buenos hábitos. Crecemos en disciplina.

Pero tenemos que estar dispuestos a hacer un trabajo duro para crecer en santidad, y poder ayudar a los demás.

Si no nos miramos a nosotros mismos y sólo miramos a las otras personas, entonces no vamos a progresar espiritualmente.

En definitiva sólo tenemos control sobre nuestras propias decisiones. Es hora de mirarnos a nosotros mismos.

No seremos capaces de guiar a nuestros seres queridos o las personas que nos rodean, si estamos cegados y esclavos de nuestros propios pecados.

Porque parte de nuestro propio camino a la santidad es ser los soldaditos de Dios que convencen a otros para que vivan en santidad.

escritorio con reloj

 

LAS 7 RECOMENDACIONES DEL CARDENAL NEWMAN

En una ocasión le preguntaron al gran escritor Inglés, erudito y santo, beato cardenal John Henry Newman (1801-1890) sobre cómo se podría llegar a ser santo.
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Este hombre santo, pero muy práctico dio una breve pero clara receta para la santidad.

En sus homilías y prédicas, después de haber reafirmado la fe en estos términos generales, Newman empezaba a animar a sus oyentes a ver la santidad en términos menos abstractos.

“Ahora apliquemos esta gran verdad a nosotros mismos», exhortaba a sus oyentes, «para recordar que somos los hijos de Dios, que somos los soldados de Cristo. 

El reino está dentro de nosotros, entre nosotros, y nos rodea. 

Tenemos la tendencia a hablar de él como una cuestión de historia; hablamos de él como a distancia; pero en realidad somos una parte de él, o deberíamos serlo.

Y como queremos ser una parte viva de él, que es nuestra única esperanza de salvación, tenemos que aprender lo que son sus características con el fin de imitarlas”.

Aquí la tenemos en siete pasos que manejaba el cardenal Newman para lograr la santidad que permite acceder al cielo.

 

En primer lugar, «Vete a la cama a tiempo».  

Esto puede tomar a muchos por sorpresa, pero pensándolo bien no debería. ¿Por qué?

Si no conseguimos suficiente descanso para nuestro cuerpo, este se cansa; vamos a estar arrastrandonos en el día.

Lo más probable es que vayamos a estar impacientes y terminando por ser parcos y molestando a la gente, especialmente a aquellos con quienes vivimos.

Nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, y debe ser tratado adecuadamente a través de un descanso adecuado.

cardenal Newman

Cardenal Newman

 

En segundo lugar, al despertar debemos ofrecer nuestros primeros pensamientos a Dios, y consagrar el día a su servicio. 

Hoy podríamos llamar a esto el ofrecimiento de la mañana. En esta oración ofrecemos todo a Jesús, a través del Inmaculado Corazón de María.

Que todas nuestras palabras, obras, e incluso intenciones para hacer sean para el honor y la gloria de Dios y para la salvación de las almas.

 

En tercer lugar, comer para la honra y gloria de Dios 

San Pablo lo dice de esta manera: «Ya sea que coman o beban hagan todo por el honor y la gloria de Dios.» 

Cuando comemos nunca deberíamos ser movidos por la pasión y la gula, sino siempre ser dirigidos por la fe y la razón.

oracion frente a imagen de la virgen maria

 

En cuarto lugar, con respecto a los pensamientos inmorales e impuros – con los que todos luchamos con ellos de una forma u otra -, deberían ser rechazados inmediatamente

Muchos se preguntan si es malo el solo tener pensamientos pecaminosos.

Una vez un sacerdote le preguntó a un hombre si se entretenía con malos pensamientos. El hombre respondió rápidamente: «No, ellos me entretienen».

Tan pronto como seamos conscientes de pensamientos impúdicos o indecentes debemos rechazarlos y expulsarlos de nuestra mente lo más rápidamente posible a través de una breve y ferviente oración y un fuerte acto de la voluntad.

 

En quinto lugar, hacer una visita eucarística ferviente 

Recuerda que vivió en la Inglaterra protestante del siglo XIX en el que no había una gran cantidad de iglesias católicas y no demasiadas misas diarias.

Por esa razón una visita ferviente al Señor Eucarístico serviría para mantener el amor del corazón inflamado por el Señor Jesús.

orando con un rosario

 

En sexto lugar, rezar el Rosario 

El Cardenal Newman anima a que se ore esta maravillosa oración diariamente.

Los santos, los Papas y Nuestra Señora misma todos han recomendado vivamente el rezo diario del Santísimo Rosario.

En 1917 la Virgen de Fátima apareció en seis ocasiones a los tres niños pastores: Lucía, Francisco y Jacinta. Cada vez que los visitó, Nuestra Señora exhortó a rezar el Rosario diariamente.

San Juan Pablo II en su carta «La Santísima Virgen María y el Rosario» alienta asimismo orar el Rosario y por dos intenciones específicas: Para la paz mundial y para la salvación de la familia.

El Padre Patrick Peyton citaba que «La familia que reza unida, permanece unida».

 

En séptimo lugar, hacer todo con un amor extraordinario

El Beato Cardenal John Henry Newman ponía en la parte superior de la torta de la santidad estas palabras: «Trata de hacer los deberes comunes de la vida diaria con un amor extraordinario.»

Si esto se hace con fe y sobre una base diaria tenemos un programa corto y la receta para la santidad.

Ésta es la esencia de la espiritualidad de Santa Teresa de Lisieux.

Dios no presta tanta atención a la grandeza de la acción exterior, sino más bien a la pureza de intención por la que la acción se lleva a cabo.

Santa Teresa también afirmó este concepto espiritual con estas palabras: «Recoger un alfiler por amor puede convertir un alma.»

Recuerda que Jesús puso más atención y elogió la humildad de la viuda entregando dos pequeñas monedas de cobre (con muy poco valor económico) que las enormes sumas de dinero entregadas por el vanidoso y orgulloso y egoísta.

¿Y cómo aterrizarlo en cada día?

cruz haciendo un puente

 

¿CÓMO COMENZAR TU DÍA EN SANTIDAD PARA APUNTAR A LA VIDA ETERNA?

Aquí hay otras sugerencias prácticas para actuar actuar al comienzo del día:

 

LA GRATITUD Y LA OFRENDA DE LA MAÑANA

San Pablo nos dijo que nosotros debemos ser transformados por la renovación de nuestras mentes (Romanos 12:2).

¿Cuáles son tus primeros pensamientos en la mañana?

Si tus primeros pensamientos son negativos, si estas temiendo lo que acontecerá durante el día y no esperando las bendiciones de Dios, entonces ese es un mal comienzo del día.

Sin embargo, si tú vuelcas tus primeros pensamientos al Señor en gratitud por un Nuevo día, tú has elegido comenzar el día con un corazón elevado y un espíritu alegre.

Has elegido comenzar el día en la presencia de Dios, y ese es un comienzo santo.

Cada mañana, tan pronto como te levantes, ofrece una oración en acción de gracias a Dios por el nuevo día y por todas las bendiciones que te dará.

Ofrece a Dios tu día con una oración tradicional o una oración con tus propias palabras.

Puedes considerar ponerte de rodillas y rezar con las palabras de San Pablo: hoy “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).

 

UN COMIENZO TRANQUILO, LENTO ES MEJOR

La gente constantemente corre. Se precipitan fuera de la cama porque se han quedado dormidos muchas veces.

Se apuran a ducharse y vestirse. Se apuran al desayunar.

Y entonces salen corriendo para correr aún más cuando manejan.

El apuro es un mal comienzo para el día.

No creo que el Señor quiera que nosotros corramos – a pesar que a veces es inevitable.

Recuerda los frutos del Espíritu Santo: ¡el estrés y la prisa no están incluidos en la lista! Más bien, paz y dulzura.

Es mucho mejor comenzar el día tranquilamente, meditando, conscientes de la presencia de Dios y la paz que Él desea darte en el comienzo de este nuevo día.

Así que no te apresures a comenzar el día.

Trata de estar profundamente consciente de la presencia de Dios tan pronto como te despiertes. Ve despacio. Respira.

 

LEVÁNTATE TEMPRANO Y ORA

Los Evangelios nos dicen que Jesús se levantaba temprano en la mañana a rezar.

Hay algo sagrado en la mañana, una quietud sagrada.

Para comenzar el día calmadamente puede ser que necesites levantarte un poco más temprano.

Para algunas personas es honestamente difícil. Pero comienza.

Muchos han experimentado que sus mejores días y más productivos son aquellos en los que se han levantado temprano.

Comienza tu día con una taza de café y oración.

Disfruta pasar tiempo en silencio y leer lecturas espirituales. Ama estar atento a la quietud de la mañana.

Lo mejor es cuando te levantas lo suficientemente temprano para orar, y tienes algún tiempo para enfocarte en tus tareas del día, incluso veras que tienes tiempo para escribir.

santo domingo orando el greco

 

TU PRIMER PENITENCIA

Puede ser que no sea fácil levantarse temprano, pero tampoco es fácil vivir en santidad.

Uno de los grandes santos, San José María Escrivá, lo llamaba el minuto heroico.

Él decía: “Es la hora, en punto, de levantarte. Sin vacilación: un pensamiento sobrenatural y… ¡arriba!”

¡Cuánta verdad!

Cuando la alarma se apaga, es nuestro tiempo de ser heroicos y decir a nuestro cuerpo: yo sé que quieres dormir, pero es tiempo de levantarse y servir al Señor.

Vivir en santidad significa que nosotros necesitamos tener bajo control las demandas innecesarias de nuestro cuerpo (uno de los frutos del Espíritu Santo es el auto-control).

Si nosotros queremos ser santos, necesitamos aprender a sacrificarnos; y uno de los mejores sacrificios que podemos hacer es levantarnos de la cama temprano y tan pronto como la alarma se apague – o aún antes.

 

ALGUNAS COSAS QUE PUEDES HACER UNA VEZ QUE ESTÉS LEVANTADO

Pasar tiempo en calmada oración con las Escrituras. Lee un poco de los Evangelios y simplemente pasa algún tiempo reflexionando sobre lo leído.

Toma 10-15 minutos para leer un libro espiritual y pasa algunos momentos en oración sobre lo leído.

Pasa algún tiempo dando gracias al Señor. Solo cierra tus ojos y agradécele: agradece a él por el día, por las bendiciones que te dará, por tu familia, lo que sea que venga a tu mente.

La gratitud es un poderoso camino para iniciar tu día. “Dad gracias al Señor porque Él es bueno” (Salmo 118).

Ten una conversación con el Señor sobre el día. Háblale sobre tus citas y haz la lista. Háblale sobre lo que estás deseando y tus temores.

Pídele que te ayude a ser consciente de Su presencia a lo largo del día.

Un comienzo del día tranquilo, pleno de oración no significa que tu día será perfecto o que estarás profundamente consciente de la presencia de Dios todo el día.

Sin embargo, es ciertamente una gran manera de comenzar, y te sentirás más en paz y fortalecido a medida que comienzas el día.

Fuentes:

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