La reciente “intervención” a los Franciscanos de la Inmaculada.
Un hecho extraño sucedió con una de las congregaciones más fecundas, los Franciscanos de la Inmaculada. La Congregación para los religiosos, con la aprobación de Papa Francisco, decidió el pasado 11 de julio una investigación sobre la Congregación de Frailes, denunciada internamente por dar demasiado énfasis a la liturgia “tridentina”.
El decreto ha dispuesto que los religiosos de la Congregación están obligados a celebrar la liturgia según el rito ordinario y el uso de la forma extraordinaria deberá ser explícitamente autorizado. Esto contradice las disposiciones provistas por Benedicto XVI, que para la celebración de la Misa en rito antiguo “sine populo” no se exige ningún pedido previo de autorización.
Esta medida ha puesto en guardia los tradicionalistas. Veremois como se sustancia en el futuro.
La investigación, se lee en el decreto del “ministerio” vaticano para las órdenes religiosas, quiere
«tutelar y promover la unidad interna de los Institutos religiosos y la comunión fraterna, la adecuada formación a la vida religiosa y consagrada, la organización de las actividades apostólicas» y «la correcta gestión de los bienes temporales».
La decisión llegó tras la visita apostólica que comenzó en julio de hace un año y que condujo monseñor Vito Angelo Todisco. El que guiará temporalmente la orden, con el encargo de «delegado apostólico» será el fraile capuchino Fidenzio Volpi.
El decreto informa que Papa Francisco dispuso que los frailes de la orden deberán, a partir de ahora, «celebrar la liturgia según el rito ordinario», es decir la misa post-conciliar en las lenguas locales, mientras que la celebración de la misa en latín, con el rito tridentino –liberalizada por Benedicto XVI con el Motu Proprio “Summorum Pontificum” – «tendrá que ser autorizada explícitamente por las autoridades competentes, para cada religioso y o comunidades que hagan peticiones».
Después del Motu Proprio de 2007 dePapa Ratzinger, los Franciscanos de la Inmaculada habían decidido adoptar la «forma extraordinaria» del rito romano, es decir la misa tridentina, como su rito principal,; para sus monjas, el uso de este rito era exclusivo.
Pero, actuando de esta manera, se expusieron a la “instrumentalización” por parte de algunos grupos tradicionalistas, explicó el portavoz de la orden, padre Alfonso Maria Bruno. Pero después, incluso intentaron proponerse como intermediarios en las negociaciones, que habrían fracasado, entre el Vaticano y los lefebvrianos de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X.
Según el padre Bruno, en un sondeo conducido durante la visita apostólica, la mayor parte de los miembros de la orden dijeron estar de acuerdo con la celebración exclusiva de la misa antigua, «sobre todo en la pastoral de las parroquias en Italia y en las misiones».
En algunos casos, de hecho, el viejo rito «no fue bien acogido». A pesar del valor de la misa tridentina, indicó el portavoz de Franciscano de la Inmaculada, «si la gente no entiende, el mensaje no pasa».
«Los frailes acogen con obediencia respetuosa y espíritu sopranatural las providenciales disposiciones de la Sede Apostólica y, como hijos de la Iglesia, ofrecen su absoluta colaboración», concluyó el padre Bruno.
Eta medida ha sido es motivo de asombro, porque los Franciscanos de la Inmaculada es una de las más florecientes comunidades religiosas nacida en las últimas décadas en el interior de la Iglesia Católica, con ramas masculinas y femeninas, con numerosas y jóvenes vocaciones, difundida en varios continentes y con una misión también en Argentina.
Se reivindican como fieles a la Tradición, en pleno respeto del magisterio de la Iglesia. Tan cierto es esto que en sus comunidades celebran Misas tanto en rito antiguo como en rito moderno, como por otra parte hacen en todo el mundo centenares de otras comunidades religiosas – para dar un solo ejemplo: los benedictinos de Nursia – aplicando el espíritu y la letra del Motu Proprio «Summorum pontificum», de Benedicto XVI.
Pero precisamente esto ha sido criticado por un núcleo de disidentes internos, quienes han apelado a las autoridades vaticanas lamentando la excesiva propensión de su Congregación a celebrar la Misa en rito antiguo, con el efecto de crear exclusiones y contraposiciones dentro de la comunidad, minar la unidad interna y, peor todavía, de debilitar el más general «sentire cum Ecclesia».
Fuentes: Vatican Insider, Sandro Magister, Signos de estos Tiempos