La preparación para la bajada del Altar del Cielo a la Tierra.

El cielo no hace nada improvisadamente, sino que cada evento importante lo planifica en detalle y prepara el terreno abundantemente.

Los pueblos judío y romano supieron por profecías y signos en el cielo sobre la inminente venida del mesías,

Y el cielo luego abrió un período de paz para que naciera Jesús en ese momento.

Y en esa misma línea de milagros que se abrió ahí y que vamos a contar, está la legalización del cristianismo por el Edicto de Milán.

Y sucesivos prodigios alrededor de dos imágenes en Roma, una de la Santísima Virgen, y otra del Niño Jesús.

Aquí hablaremos sobre cómo el cielo preparó el terreno para el nacimiento de Jesús, como siguió operando para legalizar el cristianismo que vino a traer Jesús y luego cómo dos imágenes romanas ayudaron al pueblo en las vicisitudes.

Los historiadores católicos enseñan que la paz del emperador Cesar Augusto, que gobernó desde el 27 antes de cristo al 14 después de cristo, fue una de las principales condiciones que permitieron el nacimiento de Jesús y la expansión del cristianismo.

Cesar Augusto encontró una situación de extremo desorden y desmoralización en todas las esferas de la vida después de la muerte de su predecesor, Julio César.

La revolución y la guerra abundaban, la moral y la vida familiar de Roma se estaban deteriorando, la religión idólatra del estado estaba en declive y las religiones orientales se estaban extendiendo para llenar el vacío.

Estaba madura la época para el verdadero Salvador.

A lo largo del siglo I aC hubo una gran difusión de las ideas mesiánicas entre el pueblo judío, que sabía por los Profetas y señales en los cielos que el nacimiento de su Rey era inminente

Pero también lo hubo entre el pueblo romano.

Por ejemplo, en el año 40 aC, Virgilio escribió su inquietante Cuarta Égloga, en la que presentó una visión de una “edad de oro” que pronto vendría, con el nacimiento de un Niño nacido de una Virgen.

Y cuando Cesar Augusto fue perturbado por los rumores de que el Senado estaba a punto de honrarlo como un dios, el Cielo envió un milagro precursor.

El emperador consultó a la Sibila Tiburtina, que era una ninfa profética de la mitología romana, y después de tres días de ayuno, ella le dio una profecía. 

La leyenda cuenta que la Sibila Tiburtina le anunció al emperador Octavio Augusto, que «del cielo vendrá un rey con semblanzas humanas que reinará por siglos y juzgará al mundo”.

Y mientras hablaba la Sibila, el Emperador tuvo una visión de una Virgen de pie sobre un altar, en una luz deslumbrante y sosteniendo al niño en sus brazos.

Y las nubes se abrieron de golpe sobre el Altar del Cielo y dentro de una luz sobrenatural apareció la Santísima Virgen María sosteniendo al Niño Jesús.

Y desde el Cielo una voz anunció, «¡Este es el altar del Cielo, del Hijo de Dios!».

Y también algunos relatos dijeron que la voz agregó, «¡Quién derrocará un día a todos los dioses de Roma!»

Por lo que el emperador se arrodilló para adorarlo.

Y acto seguido ordenó erigir un altar imperial en ese mismo sitio, al que llamó el Ara Coeli, o sea el Altar del Cielo, un altar dedicado al futuro Niño-Dios profetizado, que nacería durante el reinado de Cesar Augusto.

El templo de la diosa Juno donde el Emperador vio la visión fue donde transcurrió esta historia.

Y luego sobre ese sitio se construiría una iglesia católica dedicada a la Madre de Dios, llamada Santa Maria in Ara Coeli. 

De modo que allí, en lo que parece ser la colina más alta de Roma, se encuentra el símbolo del triunfo del cristianismo sobre el paganismo.

Y en el año 312, entra en escena otro emperador romano llamado Constantino el Grande, que estaba preparándose para la batalla del Puente Milvio, contra su contendiente Majencio, por el trono del Imperio Romano.

Él miró hacia el cielo y tuvo una visión de la Cruz de Cristo y el mensaje: «¡Con esta señal vencerás!»   

Entonces hizo colocar la cruz en los escudos y estandartes de sus guerreros y Dios le hizo ganar la batalla. 

Un año después, en el 313, emitió el Edicto de Milán, que decretaba que la religión cristiana se podía practicar legalmente en todo el Imperio Romano.

Y luego que todos los templos paganos debían ser entregados al Papa para convertirlos en iglesias católicas romanas.

Así el Altar del Cielo, en el templo de Juno, se convertiría en una basílica que pasó a llamarse «Santa María en el Altar del Cielo».

Se dice que esta iglesia, que luego fue elevada a Basílica, fue construida bajo la supervisión de la madre de Constantino, Elena. 

Hoy al lado de la Plaza del Campidoglio, se encuentra esta Basílica de Santa María in Aracoeli, situada en la cumbre más alta del Monte Capitolino.

Conserva enormes tesoros, como las reliquias de Santa Elena y el techo de madera que está decorado con pinturas que ilustran la batalla de Lepanto.

Pero sobre todo, conserva dos imágenes milagrosas y muy queridas por el pueblo romano, que hacen parte de la estrategia del Cielo para establecer el Reino de Dios.

Allí está el milagroso ícono de Santa María de Araceli, copatrona de Roma, que la tradición dice que la pintó el evangelista Lucas.

Este ícono ya era considerado milagroso y se sacaba en rogativas por las calles de Roma en el momento de catástrofes naturales y pestes, cuando en el año 590 el Papa San Gregorio Magno ordenó que la sagrada imagen fuera llevada por las calles de Roma para detener una epidemia terrible. 

Y cuando la procesión se acercaba al río Tíber, cerca de la Tumba de Adriano, tuvo lugar la aparición de San Miguel Arcángel envainando su espada ensangrentada, señalando el fin de la plaga.

Y a partir de ahí la tumba de Adriano, pasó a llamarse Castillo de Sant Ángelo.

Durante esta aparición, se escuchó cantar el Regina Coeli por un coro de ángeles sobre la imagen de la Virgen, el que se canta en honor de María en el tiempo pascual.

Su texto está inscrito en letras doradas sobre el altar mayor de la Basílica.

Y a partir de ahí a ese ícono mariano se le llamó «Reina del Cielo». 

Pero además hay una segunda imagen milagrosa, la del Bambino de Aracoeli.

Es una estatua de tamaño natural del Niño Jesús, tallada en madera de olivos de Getsemaní, por un fraile franciscano en Jerusalén, a finales del 1400. 

Según la tradición el fraile franciscano no pudo encontrar los colores adecuados para la estatua del Niño Jesús, por lo que se durmió. 

Y cuando despertó los ángeles habían pintado la estatua. 

Y verdaderamente parece una obra angelical, porque la piel rojiza del Infante brilla y resplandece, con una translucidez que está más allá del logro de la habilidad humana.

Esta estatua del Niño Jesús obró muchos milagros en Tierra Santa antes de llegar a Roma. 

Y pronto se consolidó la costumbre de que los peregrinos y devotos obsequiaran joyas al Niño Jesús, que han adornado el vestido de la estatua de madera de pies a cabeza.

Pero de vez en cuando, las joyas se han vendido para financiar los esfuerzos de socorro, después de inundaciones o desastres naturales en Roma. 

Y es una larga tradición en Roma que las personas que se enferman llamen al Santo Bambino y, hasta hace poco, la imagen era transportada junto a su cama en un carruaje dorado donado por el pueblo de Roma. 

Pero este evento ha tenido los efectos desacralizadores del Concilio Vaticano II y ahora debe viajar en un automóvil simple.

El 2 de febrero de 1797 desapareció la estatua del Santo Niño. 

Y de hecho, una mujer que quería tener la imagen milagrosa en su casa la reemplazó por una copia perfecta, por lo que no se dieron cuenta. 

Pero una medianoche, las campanas del Aracoeli comenzaron a sonar y los franciscanos encontraron al verdadero Santo Niño en las puertas de su convento.

Sin embargo volvió a ser robado en 1994 pero esta vez nunca apareció, por lo que fue sustituido por un nuevo ejemplar del Santo Niño, que sigue ofreciendo gracias, milagros y curaciones, porque ellos son producidos por Dios que actúa a través de la devoción y no por la imagen misma. 

Durante la temporada navideña, el Bambino se presenta para que todos lo vean, en el pesebre en la basílica de Santa María in Aracoeli. 

A la medianoche el Santo Bambino es llevado desde su Capilla privada a un trono ante el altar mayor.

Cuando se canta el Gloria se quita el velo y la estatua es procesionada a su Capilla especial del Pesebre en la nave izquierda.

Y desde Navidad hasta Reyes, el Santo Bambino puede ser visitado públicamente en su Capilla del Pesebre.

Este es el momento en que los niños vienen a rendir homenaje al Niño Jesús y para ello se les habilita un púlpito de madera frente al pesebre, para que puedan recitar poemas, oraciones o peticiones ante su pequeño Rey.

Bueno hasta aquí lo que queríamos contar sobre la cantidad de milagros que sucedieron antes del nacimiento de Jesús mostrándole al Emperador la profecía del nacimiento de Jesús, que le llevó a construirle un altar, seguido por el milagro que ayudó a otro emperador a ganar una batalla y le llevó a legalizar el cristianismo.

Y luego vendrán los milagros producidos por las dos famosas imágenes de Santa María de Aracoeli y el Bambino de Aracoeli, que han hecho prodigios curando enfermedades y haciendo cesar desastres naturales.

Y me gustaría preguntarte si habías oído hablar de los Íconos de Santa María de Aracoeli y del Bambino de Aracoeli o no.

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