Algunos piensan que los milagros son algo grande y clamoroso para informar al mundo.

Sin embargo, una buena parte de los cristianos que aún creen en lo sobrenatural, puede contar episodios milagrosos en sus vidas.

Como por ejemplo una llamada telefónica en el momento preciso.

La solución a un problema inmediatamente después de orar.

La lluvia que paró para permitir que vaya caminando a misa.

El olor a rosas en algún rezo del rosario.

Cada uno puede nombrar los suyos.

Dios esta en todas partes

Dios está en todas partes y en todo momento.
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Estos pequeños milagros físicos no dan para que los investigue una comisión, porque son personales y privados.
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Son un aviso de que algo sucede ahí afuera, que alguien está operando y mostrándonos su presencia.

Pero si no hubieras tenido una mirada de fe no los habrías visto.

Te hubieran pasado por alto o habrías pensado que lo que sucedió se debió a la casualidad.

¿Que milagros has visto en tu vida?, Anímate y cuéntanos.

   

NUESTRA COOPERACIÓN PARA QUE OCURRAN LOS MILAGROS

Uno de los instintos básicos que tenemos es buscar signos que validen lo que creemos.

En este caso, signos de que Dios existe, nos ama, actúa en el mundo y en nuestras vidas.

Estos signos son los milagros.

Y lo curioso es que a pesar de la disminución de la fe la gente tiene el deseo de lo milagroso aún, creen que hay algo que puede producir milagros

La fe es el ingrediente esencial; primero para que se puedan percibir los milagros y segundo para que efectivamente se realicen.

Debe haber fe para poder creer que un determinado hecho no es consecuencia de algo natural.

Esta fe se instrumenta a partir del santo temor del Señor.

Qué es la conciencia de las cosas maravillosas que Dios está haciendo en nuestras vidas en cada momento.

Es el sentido de asombro y admiración por cada cosa de la naturaleza, y la disposición a ver a Dios detrás de las cosas que ocurren.

Y también debe haber fe para la generación de un milagro.

Debe haberla de por parte de quién obra el milagro por pedido de Dios, y por parte de quién recibe el milagro, por lo menos de uno de los dos, para producir un milagro de sanación por ejemplo.

La Biblia está llena de milagros, lo mismo que nuestra vida, pero debemos tener fe para ver esos Milagros y para que se realicen esos milagros.

A veces pensamos que los seres humanos no tienen ningún efecto sobre la ocurrencia de los milagros.

Sin embargo hay pasajes de la Biblia que nos dicen claramente que es la propia fe de las personas que pueden producir un milagro, o por lo menos hacerlo funcionar.

Por ejemplo en el capítulo 14 de Mateo está el relato en que los discípulos están en una barca, y Jesús se les acerca caminando sobre el agua,

Entonces Pedro sale a su encuentro y puede caminar por el agua por un momento.

Pero cuando vio el viento tuvo miedo de hundirse, y efectivamente se estaba hundiendo cuando Jesús le tomó la mano, y le reprochó la poca fe que había tenido.

Le pregunta ¿por qué dudaste?

Esto muestra que el milagro qué Pedro hubiera caminado sostenidamente sobre el agua dependía de su propia fe.

Jesús le había dado el poder de hacerlo, pero no pudo hacerlo porque dudó, la fe le flaqueó.

Esto se complementa con otros pasajes de la Biblia que apuntan a lo mismo.

Marcos 13:58 dice que Jesús no hizo muchos milagros en Nazaret debido a la falta de fe de sus habitantes.

Y Marcos 65 aclara que no pudo hacer ningún milagro excepto poner las manos sobre unos pocos enfermos y sanarlos.

Este “no pudo”, elimina la posibilidad de que Jesucristo no haya querido hacerlo.

Más bien indica que la falta de fe de la gente le impidió materializar los milagros.

La Virgen de Fátima también le dijo a Sor Lucía que el milagro del Sol podría haber sido más grandioso si la gente que estaba presente hubiera tenido más fe.

De modo que los milagros requieren la cooperación de las personas para que ocurran.

Y esto puede ser de dos maneras.

Una es que Jesús inicia el milagro y luego la gente necesita corresponder para que se materialice.

Y otra es que la persona le pide a Jesús, con fe, que haga el milagro y Jesús le corresponde.

Pero también suceden milagros sin una cooperación aparente de las personas, como por ejemplo la ocurrencia del diluvio

Pero aun ahí podemos ver la necesidad de cooperación de la gente, porque el diluvio se produjo por la falta de cooperación de los seres humanos al plan de Dios.

De modo que los milagros podemos considerarlos como algo que involucra a Dios y a los seres humanos necesariamente, para verlos y para que ocurran.

Veamos algunas historias comunes actuales.ramos de flores

   

UNA HISTORIA COMÚN

Un domingo por la mañana el diácono de una iglesia estaba preparando afanosamente la iglesia para la liturgia.

Un amigo le saludó y se refirió a las flores en los floreros en cada lado del altar, y le preguntó:

«¿Puedes decirme la diferencia entre los dos ramos de flores?»

Las flores a las que se refería eran ramos económicos idénticos traídos por un feligrés de edad avanzada hace unos días.

El diácono había cortado personalmente los tallos, los puso en el agua, y puso en sus ubicaciones actuales, y no pensó más en ellos.

Después de cuatro semanas, un ramo, como era de esperar, se secó.
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Pero su gemelo se mantuvo casi tan fresco como cuando se había puesto por primera.

«¿Por qué pasó eso?» se preguntó maravillado.

Y recordó que había puesto una vieja agua bendita en uno de los dos floreros con las flores frescas, pero no alcanzó para el otro florero.

Ningún ramo había sido tocado por otra causa.

Ambos ramos habían absorbido la mayor parte del agua.

La única diferencia aparente fue el agua bendita.

Esto sucedió en el 2013.
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Las flores habían sido traídas el 23 de diciembre de 2012.
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El domingo 20 de enero 2013 las «flores del agua bendita» todavía estaban frescas.
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Y el 3 de febrero se tomó la foto que acompaña este artículo.
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Finalmente se marchitaron después de unas sorprendentes ocho semanas.

Los fieles de la parroquia estaban muy asombrados.

   

Y A VECES SUCEDEN OTRAS COSAS COMO ESTAS

El Dr. John Farrer mantenía el reloj de la iglesia en Clapham, Yorkshire desde hacía 30 años.
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Subía las escaleras en espiral de la Iglesia de San Jaime todas las semanas, daba cuerda al reloj y lo limpiaba.
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Y cuando murió el reloj se detuvo a las 8,15 am, en el mismo momento en que eso pasó.

iglesia de san jaime en Clapham

Su hijo, el también Dr. John Farrer, miró el reloj cuando su padre murió.
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Y más tarde se dio cuenta de que el reloj de la iglesia también se detuvo en el mismo momento.
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El Dr. Farrer murió en su casa a los 92 años de edad rodeado de su familia el día de Año Nuevo.

El Dr. Farrer hijo dijo:

El reloj se detuvo literalmente a la hora de la muerte de papá. 

Como médico de familia estoy acostumbrado a mirar el reloj, porque a veces puede ser crítico para el certificado de defunción”.

Es un hábito lo que hice. Ya que sabíamos que iba a morir.

Estaba teniendo un tratamiento paliativo, y cuando me di cuenta de que había dejado de respirar y miré la hora en mi reloj, era como las 8.15am.”

“Sólo más tarde fue cuando hablé con dos personas diferentes en el pueblo nos dimos cuenta que el reloj se había detenido al mismo tiempo”. 

La muerte del Dr. Farrer se produjo apenas unas semanas después del 60º aniversario de su llegada a la villa para hacerse cargo de los 10.000 acres de la finca familiar de Ingleborough, que había heredado.

Aunque la iglesia San Jaime no es parte de la finca, fue reconstruida hace unos 150 años, utilizando dinero de la familia Farrer.

“Algo extraño estaba seguro que estaba pasando”dijo el Dr. Farrer.

Mi padre estaba consagrado todo el tiempo al reloj”.

Él lo había mantenido durante 30 años, pero con el tiempo se convirtió en algo demasiado pesado para él y de mala gana tuvo que entregar la responsabilidad”.

El reloj es el foco de la villa, porque el pueblo es lo suficientemente pequeño como para oír el carillón del reloj, como un verdadero cuidador del tiempo. 

Era muy cercano al corazón de mi padre”.

El reloj fue reiniciado tras el funeral del Dr. Farrer, donde se le recuerda por su dedicación para el pueblo, así como por su carrera médica.

Nacido en Sydney, Australia, en 1921, su familia se mudó a Melbourne y fue educado en Geelong Grammar, una de las escuelas públicas más antiguas de Australia.

Más tarde fue a la escuela de medicina y se formó como médico.

Mientras estaba en el Hospital Alfred en Melbourne, conoció a Joan, una enfermera de quirófano y se casaron en 1947.

A principios de los años 50, llegó un telegrama diciendo que su tío Roland Farrer había muerto en Inglaterra y el médico se enfrentó a la elección de hacerse cargo de la finca de Yorkshire que había estado en la familia desde 1700.

Él y su familia se instalaron en noviembre de 1953, donde trabajó hasta su jubilación.

El médico se enfermó en noviembre de 2013 y después de un período en el hospital, regresó a su casa de 60 años, cuando se hizo evidente que no iba a recuperarse.

imagen intacta de ns aparecida

Imagen intacta de NS Aparecida en un incendio que quemó una casa en Brasil

   

Y OTRAS VECES PASAN ESTAS COSAS EN LAS NAVIDADES

John y Barbaranne Marion tenían un programa en una radio católica en el área de Filadelfia (WTMR-AM).

En una ocasión Barbaranne y John no tenían suficiente dinero para comprar regalos de Navidad para sus hijos.

Ellos dependían de donaciones para el programa de radio, y estaban apretados ese año como lo estuvieron muchos años.

Estábamos esperando en el Señor, dijo Barbarane.

“John dijo que nunca iba a volver al mundo secular.

Pero teníamos cuatro hijos y ni un centavo para los regalos.

Mi corazón estaba roto.

Mi hijo estaba muy entusiasmado con Santa Claus.

Me recuerdo rezando el rosario y diciendo a la Mater,

‘No me importa acerca de nosotros, pero sí me importa acerca de nuestros hijos y me pregunto si podrías por favor proveer una Navidad para nuestros hijos’”

Ese mismo día John fue al buzón y encontró una carta de una oyente dirigida únicamente a Barbaranne.

Alguien la había metido en el buzón esa mañana.

En la carta una mujer rica explicó que había estado rezando a la Virgen la noche anterior y

“ella me dijo que enviara esto a usted para utilizar solamente para las ‘alegrías de Navidad”.

Con la carta venía un cheque por U$S 1500.

“Siempre caminamos en la fe”, dice Barbarane.

“Mi marido nunca tuvo ningún trabajo durante ese tiempo.

Terminamos con cinco hijos y Dios siempre proporciona”.

En otra ocasión, un domingo, Barbaranne no tenía vino para un almuerzo especial de aniversario.

Teníamos un pavo y teníamos la mejor vajilla y los cubiertos en la mesa, y realmente queríamos una botella de vino ahí”.

Sus sobrinas llegaron y les dijeron que confiaran en Dios.

Era domingo y en aquel entonces las tiendas estaban cerradas y además, en realidad no podían pagar mucho.

Su hijo pequeño (ahora el conocido productor Drew Mariani) estaba jugando con un amigo.

Y encontró una botella debajo de un árbol en un campo cerca de la casa del amigo. Se la llevó a Barbaranne.
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Y no era sólo vino, sino champán.

“La botella no se había abierto dice Barbaranne.

“Tuve la oportunidad de compartir la fe con aquellas sobrinas”.

Drew Mariani

Su más extraordinario testimonio fue un cuento de la Navidad de 1973, cuando John, Barbaranne, y un amigo habían reunido regalos para las familias locales que no tenían nada.

Era una víspera de Navidad cubierta de nieve, con frío intenso.

Envolvieron los regalos de Navidad donados antes de salir a llevarlos a las familias, que ni siquiera sabían que iban a ir.

Una de ellos era una mujer de negra. No había electricidad, y un niño estaba durmiendo en el suelo.

Cuando John y Barbaranne golpearon, la mujer no lo podía creer.

“Mi hijo no iba a tener nada”, dijo llorando de felicidad.

Uno a uno John, Barbaranne y su amigo fueron de casa en casa encantados con la alegría en los rostros de los que abrían la puerta.

Los niños iban a tener juguetes de pronto.

Pero fueron especialmente golpeados por la sensación espiritual en una casa.

Al abrir la puerta, sus ojos se encontraron con los ojos de una mujer pobre, pero totalmente alegre que tenía té hirviendo.

Ella dijo que los había estado esperando.

Le preguntaron cómo podía haber estado esperando cuando nadie había llamado antes.

Y la mujer explicó que ella había orado por los regalos para dar a sus hijos y tenía absoluta confianza en que Dios vendría con ellos.

“Estaba esperando a que alguien llamara a mi puerta”, ella dijo con confianza.

Sin embargo esta no fue la cosa más maravillosa que sucedió esa Navidad a los Marion.

La fe y alegría llenaban el aire en la víspera de la Navidad mientras la pareja hacía el camino de vuelta a casa a través del frío.

Y ahora tenían que prepararse para el mañana de Navidad de sus propios hijos.

Habían puesto sus regalos en un armario frontal del pasillo, pero cuando fueron a buscarlos descubrieron con horror que los regalos habían desaparecido. ¡Los de sus propios hijos!

¿Los habían entregado erróneamente aquella noche?

Registraron toda la casa en vano. Miraron decenas de veces el mismo armario, y nada.

Horror de horrores, porque ahora todo estaba demasiado cubierto de nieve y era demasiado tarde para conseguir reemplazos. Las tiendas estaban cerradas.

Sus niños iban a estar sin juguetes ese día de Navidad.

“Estaba dolorida” dice Barbaranne.

«De repente supe cómo se sentían todas esas madres. Yo no tenía nada. Y mis niños estaban muy emocionados acerca de la Navidad. Empecé a llorar.”

Tenía todos los regalos para mis hijos, envueltos y listos en ese armario pero ahora no estaban”.

Nos sentamos y oramos, dijimos: Señor, ¿dónde vamos a conseguir los regalos?”.

¡Uno puede imaginar la angustia!

Pero los Marion hicieron lo que siempre hacían en un aprieto: oraron con fe y específicamente pidieron un ‘milagro de Navidad’.

Oraron y se prepararon para la cama.

Barbaranne sabía que para iba a ser una noche larga, sin dormir. John era un hombre fuerte y continuó orando.

Y fue entonces cuando sucedió.

Algo hizo a Barbaranne volver al armario y cuando lo hizo, ellos estaban allí no bien abrió el armario.

Los regalos estaban cuidadosamente envueltos como antes y apilados.

“¡Habían desaparecido y ahora reaparecieron!”, dice, todavía impresionada por la ocurrencia.

Resultó ser una de las mejores Navidades  que los Marion jamás hubieran tenido.

Mientras tanto, la forma en que se efectuó la devolución de los regalos de Navidad sigue siendo un misterio.

   

¿FUISTE TESTIGO DE UN PEQUEÑO MILAGRO?

Probablemente si, pero también seguramente cada uno de los lectores de este artículo ha visto en su vida algunos milagros de este tipo.
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Que no dan para que se investiguen por una comisión de expertos.
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Pero que hacen ver a las personas con una mirada de fe, que Dios está ahí, actuando.

Un sinnúmero de personas a través de los siglos han tenido experiencias inexplicables. 

Cánceres terminales han desaparecido, sin dejar a los médicos espacio para una explicación médica. 

Peregrinos en Lourdes han tenido curaciones documentadas.

Ateos y agnósticos indiferentes que han doblado sus rodillas, con despertares religiosos espontáneos repentinos.

Son todas cosas que no se pueden explicar científicamente por las leyes naturales.

Tal vez haya un término medio entre la fe ciega y el escepticismo acérrimo ante sucesos científicamente inexplicables.

Reconocemos el poder y el beneficio de la ciencia, a la vez que aceptamos la realidad de «misterio» cuando Dios elige anular momentáneamente el orden natural de manera que no se pueda explicar racionalmente.

En tales casos, simplemente aceptamos el don divino con gratitud y seguimos adelante, como hizo la parroquia con las flores del agua bendita o los familiares del Dr. Farrer.

Tal vez la ciencia de manera similar, pueda reconocer con humildad que hay fenómenos que nunca va a ser probados o explicados.
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Pero por lo menos algunos de los cuales son reales, hasta posiblemente incluso muestren evidencia de una violación misteriosa en el orden natural.

No nos estamos refiriendo a un Dios que hace milagros físicos a cada rato, sino parafraseando a Shakespeare, que hay más cosas en el cielo y en la tierra de las que sueña la filosofía del secularismo.

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Milagro Eucaristico en Kerala, que apareció una hostia consagrada con la imagen de Jesús

   

LOS MILAGROS SON SUSPENSIONES DE LAS LEYES NATURALES PROVOCADOS POR DIOS

Piensa esto: todos los milagros son iguales.
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Los milagros son efectos sensibles extraordinarios realizadas por Dios que superan el poder y el orden de la naturaleza creada.

Los milagros son sucesos que pueden ser provocados solamente por la actividad causal directa de Dios y no por fuerzas naturales operativas en los objetos creados.

Como tal, un milagro no prueba que una ley de la naturaleza es falsa, sino que simplemente indica que una causa más allá de los poderes causales naturales de una cosa esta operando, y tal poder causal es divino.

Por ejemplo, las fuerzas naturales en un cuerpo humano no pueden producir el efecto de reponer al cuerpo de nuevo la salud después de que ha muerto.

Pero Dios puede producir tal efecto, dando directamente vida a un cadáver.

Cuando lo hace, como lo hizo en el caso de Jesús, no se refuta la ley de la naturaleza que establece que los cuerpos muertos permanecen muertos.

Sigue siendo cierto que los cadáveres no tienen ningún poder inherente para volver a la vida y lo que sucedió de vuelta a la vida ha sido un milagro extraordinario.

Consideremos, por ejemplo, el milagro que implica lo sucedido a Sadrac, Mesac y Abed-nego en Daniel 3.

El fuego en el que fueron lanzados no los quemó.

¿Esto refuta la ley de la naturaleza que establece que el fuego quema? No.

Dios simplemente ha querido que el poder inherente de fuego se manifieste en esta situación particular de ese modo.

El fuego aún conserva su tendencia natural o disposición para quemar, y por lo tanto la ley de la naturaleza que incluye el quemar sigue siendo válida.

Dios no sólo tiene el poder de suspender la disposición inherente de un objeto, sino también el poder de dar a un objeto una nueva propiedad que no tiene por naturaleza.
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El milagro de caminar sobre el agua de Jesús es un ejemplo de esto (Mateo 14: 22-23).

El agua no tiene poder dentro de su naturaleza para permitir que un ser humano camine sobre ella.

Pero Jesús, siendo Dios, puede dar al agua tal propiedad en una circunstancia particular.

Esto no contradice la ley de la naturaleza que establece que te hundirás si intentas caminar sobre el agua, porque al agua todavía le falta en su naturaleza una propiedad para soportar un ser humano.

Así que los milagros no violan el orden natural creado por Dios, y ya que no violan las leyes de la naturaleza no son contrarios a la naturaleza, sino que actúan por encima o más allá de la naturaleza.

Fuentes:

 

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