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Grupos radicales del judaísmo se movilizan contra la celebración.
El cenáculo es el primer piso de una edificación en Jerusalen donde Jesús tuvo la última cena con los apóstoles. En la panta baja de ese edificio hay una pequeña sinagoga donde la tradición dice que está la tumba del rey David. Esa es la fuente del conflicto con los judíos tradicionalistas.

Sala del Cenaculo 2

La ceremonia religiosa con la cual el papa Francisco concluirá su peregrinaje a Tierra Santa, la misa en la sala del Cenáculo de Jerusalén, está en el centro de tensiones políticas de una intensidad insospechada.

Elementos radicales en el judaísmo ortodoxo expresaron preocupación y también organizaron una manifestación de protesta ante el temor -desmentido por las autoridades- de que durante la visita del Pontífice, del 24 al 26 de este mes, Israel pueda ceder la gestión, aun en forma parcial, de aquel lugar de culto.

DE QUIEN ES EL CENÁCULO

El Cenáculo también el lugar donde se reunían los apóstoles después de la Resurrección de Cristo y donde se encontraban durante el Pentecostés. Se trata por tanto de un lugar importantísimo en la historia de la Iglesia.

Algunos estudiosos especulan que la Familia de San Marcos evangelista fue la priopietaria del Cenáculo y también del huerto de Getsemaní. Y quizás el Cenáculo fue la residencia habitual de San Pedro, de ahí que Marcos fuera uno de los primeros bautizados por él.

En 1333 Roberto d’Anjou, rey de Nápoles, y su mujer la reina Sancha, negociaron con el sultán de Egipto, a través del fraile Ruggero Garini, la compra del Cenáculo y los derechos para celebrar ceremonias religiosas en el Santo Sepulcro.

El Gobierno de Israel, que asumió el control del Cenáculo en 1948, permitió a los católicos las visitas pero no el culto en la “sala alta del piso superior”, mencionada en los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles.

De hecho, durante su viaje a Tierra Santa, Juan Pablo II acudió casi secretamente a celebrar misa en la Sala del Cenáculo, utilizando un ara portátil y un mínimo de ornamentos litúrgicos que un ayudante transportó en una maleta.

Desde la parte islámica, se destaca que durante siglos en el mismo edificio estuvo activa una Mezquita. La familia Dajani Daoudi, se agrega, ha sido su custodia desde 1534 al 1948, fecha de la fundación de Israel. Ese edificio es «Wagf», es decir propiedad de los islámicos, según la familia Dajani Daoudi. En consecuencia, argumenta la prensa islámica, Israel no está en posición de discutir su estatus con el Vaticano.

LA TUMBA DE DAVID ESTÁ ABAJO

La razón de la hostilidad de los judíos ortodoxos deriva del hecho de que en el piso inferior del edificio se encuentra una sinagoga, de aspecto humilde y con pocos bancos de madera, desde la cual se accede a una sala vacía donde según la tradición medieval se encontraría la tumba del rey David: el monarca que hace 3.000 años atrás se midió con Goliat para dar vida a un reino de importancia regional.

Según el diario Haaretz, la «Tumba del rey David» se convirtió en los últimos años un polo de atracción para grupos radicales del judaísmo: entre ellos, colegas rabínicos ultraortodoxos, sectas mesiánicas, y ultras del Tag Mehir, el movimiento de los colonos, alejados de Cisjordania por el ejército por motivos de seguridad. En tanto, en el Monte Sión aparecieron los primeros graffitis anti-cristianos.

En este contexto tuvieron gran resonancia en algunas sinagogas de Jerusalén las voces según las cuales sería inminente un gesto de apertura de Israel hacia la Iglesia: por ejemplo, el desarrollo en el Cenáculo de decenas de ceremonias al año en lugar de las dos que por norma se realizan anualmente.

La semana pasada judíos ortodoxos organizaron una manifestación de protesta para impedir que, según sus palabras, «sobre la tumba del rey David sea creado de hecho una iglesia».

LA POSIBLE CESIÓN DEL CENÁCULO A LOS CRISTIANOS

También se ha corrido la voz que el Gobierno de Israel daría el usufructo del Cenáculo a los cristianos.

Incluso que una de las propuestas que está estudiando la Santa Sede es la de intercambiar el Cenáculo de Jerusalén por la iglesia de Santa María la Blanca de Toledo, construida como sinagoga.

Ante este rumor, las desmentidas oficiales fueron inmediatas. Interrogado en el Parlamento, el canciller Avigdor Lieberman, aseguró que Israel no tiene intención de cambiar el estatus del Cenáculo.

«La Iglesia no reivindica la propiedad siquiera de un azulejo en el Cenáculo», dijo la profesora Isca Harani, una experta israelí en la materia.

En este peregrinaje pidió solo la autorización para la misa del Papa Francisco. Haaretz, a su vez, recogió el parecer de un rabino progresista, Uri Reghev, según el cual un acuerdo sobre el Cenáculo («que no tiene ningún significado para el judaísmo»), beneficiaría a Israel: consentiría superar los contrastes del pasado y mirar finalmente hacia el futuro.

Fuentes: Valores Religiosos, Infovaticana, Signos de estos Tiempos

 

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