Medalla de honor de Obama y misa en la Basílica de Washington.
La misa del 4 de septiembre que se celebró en honor del héroe de guerra Capellán Militar padre Vincent Capodanno tiene un doble significado para los católicos. Primero agradecer la Medalla de Honor que el 11 de abril pasado le entregó el mismo Presidente Obama, poco simpatizante de la fe, a un capellán católico. Y segundo, recordar al ejército de EE.UU. el servicio de los cristianos en sus filas, en momentos que la institución despliega una persecución de la fe en consonancia con la promoción de la homosexualidad.
El 4 de septiembre, la Arquidiócesis para los Servicios Militares, en la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción en Washington DC, honró a un sacerdote católico que ha ganado la medalla de honor.
El héroe de la guerra de Vietnam Capellán Naval y padre de los Misioneros de Maryknoll, Vincent Capodanno, murió como consecuencia de no menos de 27 impactos de bala en la ladera sangrienta de Que Son Valley de Vietnam, donde los Marines de EE.UU. lucharon por sus vidas, inmovilizados bajo una emboscada de norvietnamitas en un combate a «bayoneta».
Y es un hecho muy importante porque aún dentro de la persecución de la fe cristiana que se produce en las fuerzas armadas estadounidenses, el 11 de abril de 2013, EE.UU. fue testigo de un acontecimiento extraordinario en el Salón Este de la Casa Blanca. El presidente Barack Obama entregó la Medalla de Honor, condecoración militar más alta de la nación, al sobrino de un cura católico fallecido, el capellán del Ejército de EE.UU., Padre Emil Kapaun, por el servicio heroico de su tío y la muerte en la guerra de Corea.
Al igual que el padre Kapaun, el padre Capodanno vivió y murió como un mártir sirviendo a aquellos que sirven en el combate de primera línea. El padre Kapaun murió en un campo de prisioneros mientras que el padre Capodanno murió en el fragor de la batalla. Ambos son ahora candidatos a la santidad.
El obispo Tri, en el territorio de cuya diócesis murió el padre Vincent y donde por tanto se abrió en 2002 el proceso de beatificación, se ha comprometido a decir misa por él cada 14 de junio.Y hablará del padre Capodanno al Papa Francisco cuando le rinda en 2014 la correspondiente visita ad limina.
SU HEROICIDAD
Tras ordenarse sacerdote en 1957, había estado destinado como misionero en Taiwán y Hong Kong. Cuando se incrementó la presencia norteamericana en el sudeste asiático solicitó el ingreso en los Marines como capellán. Fue enviado a Vietnam en 1966.
El 4 de septiembre de 1967 su unidad (formaba parte de la 1ª División de Marines) se encontraba en Quang Tin, en el valle de Que Son, cerca de Da Nang, cuando fue rodeada por fuerzas norvietnamitas superiores. El padre Capodanno tuvo que emplearse a fondo para atender a los heridos y ofrecer los últimos auxilios espirituales a los soldados que caían uno tras otro.
El buen sacerdote
«abandonó el puesto de mando, relativamente seguro, y corrió por un área descubierta y bajo el fuego enemigo. Sin consideración al intenso fuego enemigo, se movió por el campo de batalla administrando la extremauncion a los muertos y prestando ayuda médica a los heridos», cuenta el informe, que sirvió para concederle en 1969 la Medalla de Honor del Congreso (máxima condecoración militar estadounidense).
Fue entonces cuando fue reclamado por un último marine desde una zona batida sin piedad por los charlies. Acudió en su ayuda
«en la línea directa de fuego de una ametralladora enemiga situada aproximadamente a 15 metros para asistir al miembro del Cuerpo mortalmente herido. A pocos centímetros de su objetivo, cayó bajo una ráfaga».
El expediente cita su «conducta heroica» e «inspirador ejemplo» al «dar su vida gallardamente» como razones de la distinción.
Sólo unos días antes le había escrito a sus superiores para renunciar a un permiso de treinta días que le esperaba a principios de diciembre:
«Quiero estar con mis hombres para Navidad y Año Nuevo».
SUS COMPAÑEROS LE RINDEN HOMENAJE
En su libro The Grunt Father, el padre Daniel Mode pinta una vívida escena del ataque, citando relatos sobre el padre Capodanno de los sobrevivientes, viéndolo moverse sin temor en todo el campo de batalla, consolando y dando unción los que estaban en agonía y transportando a los sufrientes a lugares seguros.
El Cpl. Keith Rounseville dice que el padre Capodanno
«saltó sobre mi agujero, exponiéndose a las ametralladoras del enemigo para tratar de prestar ayuda a un infante de marina herido. El Capellán Capodanno parecía y actuaba fresco y tranquilo, como si no hubiera un enemigo a la vista. Al llegar al Marine herido, el Capellán Capodanno se acostó junto a él y le dio ayuda y estímulo verbal, diciéndole que la ayuda médica estaba en camino».
Según el Cpl. David Brooks,
«El ejemplo de la acción del capellán dio valor a todo el mundo que lo observaba y provocó la acción de otros. Bastantes más personas habrían muerto si no fuera por él«.
Brooks recuerda que el Padre Capodanno sufrió su primera herida en el hombro derecho por la metralla de mortero mientras se apresuraba a ayudar a un líder de un escuadrón. Sosteniendo su brazo derecho, el sacerdote llegó al lado del líder del pelotón, donde los dos se unieron en oración al Señor. Brooks dice que el capellán se quedó al lado del hombre durante unos cinco minutos hasta que murió.
Muchos de los infantes de marina que lucharon junto al Padre Capodanno ese día en 1967 – un día tan caliente que recuerdan que los campos de arroz eran como de cemento al horno – asistieron a la Misa conmemorativa en la Basílica en Washington, DC
Fuentes: National Catholic Register, Signos de estos Tiempos