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Franciscana medieval que recibió visiones del Sagrado Corazón.

 

El 9 de octubre, el  Papa Francisco, procedió a la canonización equivalente de la beata Ángela de Foligno (1248-1309), por la que había habido numerosas peticiones presentadas por obispos y superiores franciscanos.

 

angela de foligno

 

Para tal canonización, según la doctrina de Benedicto XIV, se requieren tres elementos: la posesión antigua del culto, la constante y común testificación de historiadores dignos de fe acerca de las virtudes o del martirio y la ininterrumpida fama de prodigios. Si se cumplen estas condiciones —es doctrina del Papa Lambertini— el Sumo Pontífice, por su autoridad, puede proceder a la canonización equivalente, es decir, extender a la Iglesia universal la oración del Oficio divino y la celebración de la misa, “sin alguna sentencia formal definitiva, sin haber considerado algún proceso jurídico, sin haber realizado las acostumbradas ceremonias”.

Puede leerse su Libro de la Vida en español bajándolo aquí.

Nacida en Foligno (Italia) alrededor de 1248 y fallecida en el mismo lugar en 1309, Ángela de Foligno es una de las místicas más famosas de la Iglesia en la Edad Media, junto a Santa Catalina de Siena y Santa Catalina de Génova.

Vivió su infancia y juventud como una mujer orgullosa, vanidosa, poco piadosa y dedicada a la vida mundana. Se casó muy joven y tuvo varios hijos. Poseía riquezas, castillos, lujos, joyas y fincas, pero nada de esto la hacía feliz.

A la edad de 35 años, murieron sucesivamente su madre, su esposo y sus hijos. En medio de esta inmensa pena, Angela recurre a Dios, va a la iglesia y escucha la prédica de un sacerdote franciscano y se da cuenta de su error.

Pidió confesarse y luego decidió hacerse terciaria franciscana. Se dirigió en peregrinación a Asís, y en una visión San Francisco le pide vender todo lo que tiene, darlo a los pobres, y dedicarse a meditar en la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

Santa Angela vendió todas sus posesiones menos un castillo que estimaba muchísimo. Poco después, en una visión oye decir a Cristo crucificado preguntarle: “¿Por amor a tu Redentor no serás capaz de sacrificar también tu palacio preferido?”.

Esta vez decidió vender absolutamente todos sus bienes, reparte el dinero entre los más necesitados, y se dedica a una vida de contemplación.

SUS ENSEÑANZAS

Ella enseña que todos los cristianos deben intentar subir la cuesta de la montaña espiritual; todos están llamados a ejercitarse en la vida ascética, mediante la posesión de las virtudes cristianas y la práctica de la perfección.

Hay entrar en la ascética y la mística siendo las dos mitades, inicial y terminal respectivamente, de una misma vida espiritual.

“Y que nadie se excuse con que no tiene ni puede hallar la divina gracia, pues Dios, que es liberalísimo, con mano igualmente pródiga la da a todos cuantos la buscan y desean”.

Escribió sobre el laborioso proceso de su conversión, desde que comenzó a sentir la gravedad de sus pecados y el miedo de condenarse hasta el momento en que al oír hablar de Dios se sentía presa de tal estremecimiento de amor, que aun cuando alguien suspendiera sobre su cabeza una espada, no podía evitar los movimientos.

Además de la Autobiografía tomada por fray Arnaldo, se le atribuyen a la beata unas exhortaciones, algunas epístolas y un testamento espiritual.

ESPIRITUALIDAD DE LA CRUZ

La espiritualidad de Angela ofrece modalidades nuevas, dentro de lo franciscano; pues mientras el cristocentrismo de la escuela franciscana, en general, se orienta hacia la Encarnación, para la beata Ángela todo gira en torno a la cruz. La pasión y muerte de Cristo es la demostración más grande de amor que el Hijo de Dios ha podido dar a los hombres. Cristo desde la cruz es el Libro de la Vida, como lo llama ella, en el cual debe leer todo aquel que quiera encontrar a Dios.

Sobre la cruz escribe

“En esta contemplación de la cruz ardía en tal fuego de amor y de compasión que, estando junto a la cruz, tomé el propósito de despojarme de todas las cosas, y me consagré enteramente a Cristo.”

La estricta pobreza de espíritu era la señal en que ella descubre los verdaderos discípulos de Cristo. Muchos se profesan de palabra seguidores de Cristo; pero en realidad y de hecho abominan de Cristo y de su pobreza.

EL CORAZÓN DE JESÚS

Junto a la cruz, la beata Ángela aprendió a ser la gran confidente del Sagrado Corazón de Jesús, siglos antes que santa Margarita María recibiera los divinos mensajes.

“Un día en que yo contemplaba un crucifijo, fui de repente penetrada de un amor tan ardiente hacia el Sagrado Corazón de Jesús, que lo sentía en todos mis miembros. Produjo en mí ese sentimiento delicioso el ver que el Salvador abrazaba mi alma con sus dos brazos desclavados de la cruz. Parecióme también en la dulzura indecible de aquel abrazo divino que mi alma entraba en el Corazón de Jesús.”

Otras veces se le aparecía el Sagrado Corazón para invitarla a que acercase los labios a su costado y bebiese de la sangre que de él manaba. Abrasada en este amor, experimentaba deseos de padecer martirio por Cristo.

LA EUCARISTÍA

Ella comprendió que el amor que Cristo crucificado se perpetúa en la Santa Misa. Era pues devotísima a la Eucaristía. Tuvo muchas visiones en el momento de la consagración, o durante la adoración de la sagrada Hostia.

Siete consideraciones dedica a la ponderación de los beneficios que en este sacramento se encierran. El cristiano debe acercarse con frecuencia a este sacramento, seguro de que, si medita en el grande amor que en él se contiene, sentirá inmediatamente transformada su alma en ese mismo divino amor. Exhorta a que nos hagamos, como preparación, las siguientes consideraciones: ¿A quién se acerca? ¿Quién es el que se acerca? ¿En qué condiciones y por qué motivos se acerca?

Recibió los estigmas del Señor y permaneció 12 años alimentándose sólo con la eucaristía

Muere en las últimas horas del 4 de enero de 1309, rodeada de sus hijos espirituales. Su cuerpo fue sepultado en la iglesia del convento franciscano de Foligno y pronto desde allí se manifestaron muchos milagros. El papa Clemente XI aprobó el culto el 30 de abril de 1707.

Fuentes: ACI Prensa, Corazones.org, L’Osservatore Romano, Signos de estos Tiempos 

 

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