El amor de Dios, es infinito.
Nadie puede superar semejante amor.
Un amor inmenso de Dios, que ha dado a su Hijo, por la salvación de muchos.
Y también ha dejado un don para nosotros, nos ha dado a Nuestra Madre, María, que es la que nos comunica el amor de la fuente inagotable de su Hijo.
Ese amor ha sido la guía con la que Dios actuó en la historia humana y su intervención desembocó en la Familia.
Veamos primero los símbolos y las devociones directas de ese amor y luego veámosle funcionando en la historia humana.
EL COSTADO DE CRISTO: SÍMBOLO DE AMOR
El arte ha representado muchas veces, obras sobre el amor.
¿Pero qué cosa es amor? Se dice tanto, pero poco se entiende.
En el diccionario hay muchos significados de este término.
Dice: sentimiento intenso del ser humano que partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
El análisis de este significado ubica al hombre como alguien que busca algo.
¿Qué es ese algo que el hombre busca?
«Nos has hecho, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti». San Agustín
Esto dice el doctor de la Iglesia.
Ese sentimiento que buscan en las personas, no se satisface hasta encontrarlo en la forma adecuada.
Pero ha dicho “partiendo de su propia insuficiencia” esto dice que nuestro amor no es perfecto o al menos, no nos basta.
Por eso San Agustín afirma la expresión anterior.
El matrimonio, es la unión de dos personas que se aman en un amor “imperfecto” o al menos insuficiente.
Por eso piden a Dios que los bendiga, que los ayude.
Para que el sacramento ya no sea de dos, sino integre al Todopoderoso y con su protección los perfeccione en ese camino.
El ejemplo de ello está en Tobías 8, 5-10.
Entiende que no es por sus pasiones, sino para darle gloria a Dios.
Si el ser humano es imperfecto en su amor. ¡Cristo es la respuesta de amor perfecto!
Varios ejemplos en los Evangelios quieren destacar ese amor inmenso.
Como el costado de Cristo, es la declaración viva de su amor perfecto.
Por ello el Evangelio de San Juan enmarca de una manera muy interesante la abertura del costado.
Ven que está muerto le abren y sale sangre y agua. Se vacía, por completo.
En el capítulo 3, 16 ha de decir que:
“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.”
Dos frases salen de este versículo.
La primera reafirma el hecho de que se da todo con la abertura del costado; porque Dios lo envió para mostrar ese amor al mundo.
La segunda lleva a un tema sobre la fe.
Y a entender la conexión de venir al mundo porque Dios lo envía a morir por amor.
Pero son los Evangelios que resuelven esta problemática.
Recapitulando esto antes de proseguir.
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Jesús muere en la cruz, porque Dios lo entrego al mundo, pues tanto es su amor.
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Así de inmenso es ese sentimiento del Omnipotente que lo matan y lo vacían, literalmente, abriéndole el Corazón.
Por eso dice que no hay amor más grande, que el dar la vida.
¿En una obra de arte, como se representa dar la vida?
De muchas maneras, en este caso puede ser la cruz.
Pero pareciera que la simbología podría dar más.
Entonces el artista ha combinado.
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La cruz (símbolo de la entrega por el género humano).
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La corona de espinas (recordando quién es Él, pues es rey).
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Y la abertura del costado del que brota sangre y agua.
AMOR PERFECTO: EL CORAZÓN DE JESÚS
En la Santa Misa, el crucifijo representa ese amor perfecto, mientras que el Corazón inflamado de amor pasa a ser la Eucaristía.
Antes de la consagración el crucifijo es la parte más importante, porque busca preparar al creyente al misterio que se va a dar.
El Corazón Sagrado de Jesús, resume el amor perfecto de Dios.
Pero en la Eucaristía se vive el misterio del amor perfecto.
Por eso el crucifijo como obra de arte, que conduce al encuentro con Cristo tiene ciertas características.
Jesús está muerto, sobre una cruz: clavado, llagado, coronado de espinas y con su costado abierto.
En la Misa Santa, que es el mismo sacrificio del Calvario, se debe observar este elemento.
Que aparece puesto encima del altar, como mismo Gólgota.
Este es lo más importante porque allí se va a producir el milagro de la transubstanciación.
LA CRUZ ES EL CENTRO, QUE LE SIGUE EN SACRALIDAD
Durante un tiempo en la Misa, antes de que sea convertido el pan en la Carne y el vino en Sangre del Señor y antes de colocar lo que contendrá a Nuestro Señor en el pan y vino.
Porque en ese momento la patena y cáliz pasan a ser el centro de atención y resguardarán al mismo Señor.
Donde en el Pan y Vino se posan.
Por ello el altar, llevando un mantel blanco, símbolo de pureza, las velas y el crucifijo: son el centro de atención en la segunda parte de la Misa.
Hay muchas maneras de representar en el arte a Cristo, pero no todas se adecuan a lo que se desea expresar.
La celebración de la Misa es el memorial de la Pasión del Señor.
No puede ser un Cristo en la cruz, agonizante, porque su pasión no ha sido consumada.
Es un crucifijo donde él ha expirado y donde ha brotado sangre y agua desde el costado.
ABERTURA DEL COSTADO: EUCARISTÍA
El Corazón de Jesús, su costado, símbolo de su amor perfecto ha dado tres dones.
Pues su amor es infinito, por eso dice:
“y les dijo: «Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer” San Lucas 22, 15.
El Papa Pío XII, en su encíclica Haurietis Aqua, describe que el sacerdocio y la Eucaristía son dones del Corazón de Jesús.
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Es que el sacerdote no puede dejar de ser la unión entre la presencia de Jesús en medio del hombre y la Eucaristía.
Jesús, que es Dios, les dijo «hagan en memoria mía».
Ese es el mandato de que ellos presidan, sólo ellos pueden hacer presente en el pan y vino a Jesús.
Si el pan fuese una representación, ¿qué objeto tiene que lo haga una persona en especial?
Sólo el sacerdote, el obispo ha sido ungido con la imposición de manos desde la época de los apóstoles.
San Pablo ha de decir que si no se examinan, y comen el Pan Eucarístico, comen su propia condenación.
¿Qué pan hace eso? Hay panes que hacen daño, que condenan…
A esto se suma la expresión de Jesús que dice:
“Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío.” San Lucas 22, 19
Nota la frase: ESTE ES MI… Si es claro que Jesús está en el Pan consagrado, y está todo.
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¡Qué amor más grande! Se hace humilde, sencillo, para que al comerlo se pueda unir de una manera tan profunda, para ser uno con quién lo come.
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Es Dios. Es Pan. Es amor dado al hombre.
LA INMACULADA VIRGEN MARÍA, NUESTRO DON
En la cruz, allí está Jesús, antes de morir, ya sin ropa, sin nada. Despojado de todo.
Y ahí está la Madre. Al pie de la cruz.
Ha estado presente al principio y al final.
El Evangelio de San Juan, es muy especial al dedicarle en su mensaje como la Madre, llamada Mujer.
Es la que “empuja” a Jesús a revelarse con el primer milagro: el de las bodas de Caná.
Está presente ahora en la muerte, como si quisiera decir: se los he dado y ahora lo recibo.
Para que después, constituida como Madre de la Iglesia, se lo de a los demás.
Cesáreo Gabaráin en una canción compuesta para la Virgen, explica de una manera interesante como la Madre se convierte en puente para Dios, para Él venir al mundo, y ser un puente para el hombre, para llevarlo a Él.
El amor de Jesús, que es inmenso y perfecto ha consistido en dar una Madre.
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Porque si fue Madre de la cabeza también lo ha de ser de su cuerpo, de sus miembros.
En la cruz hemos descrito el símbolo del amor perfecto que se da por todo el mundo.
Pero así como Cristo se da todo en la cruz, y María se ha dado todo por Él; así Dios la hace madre de todos.
Para que en ese mismo amor Ella sea el transporte del Padre.
Las letanías a la Inmaculada la describen como:
“Fuente Inmaculada del Amor Divino”
Es que María es precisamente eso: fuente.
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Ella es la que rocía alrededor lo que Ella ha recibido.
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“Porque el poderoso ha hecho obras grandes en mí”.
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Esa alegría que recibe la desea llevar a los que han sido confiados a su cuidado.
Poco antes de sufrir Jesús, ha instituido el sacerdocio y la Eucaristía.
Pero todavía le faltaba algo: la Madre.
En el Calvario, entre los más grandes dolores, Jesús padeciendo, María sufriendo la muerte del único Hijo, se produce otro suceso: Ella se convierte en Madre del discípulo amado.
El discípulo amado, es la representación del apóstol San Juan, pero prefigura a cada uno de nosotros.
Que al seguir a Jesús, hemos de mantener la fidelidad hasta llegar a la cruz.
Así como San Juan ha de recibir a María en su casa y tomarla como la Madre, así el discípulo debe ser fiel a Cristo y en esa fidelidad obedecer el mandato: “He ahí a tu Madre”.
Pues Jesús es el amor, y su Madre la persona que más le ha amado.
Por eso María es nuestro don, porque Ella nos puede enseñar amar a Jesús más.
A seguirle. A acercarnos. Ella es el puente. La intermediaria.
Ella acerca a Dios, pero no es la mediadora entre Dios y el hombre.
Sino como dice San Luis María Griñón de Monfort: “María es el camino más seguro, más fácil y más corto para llegar a Jesús”
LA FUENTE DEL AMOR: JESUCRISTO
Para terminar de entender estos conceptos: imaginen.
Un jardín inmenso y en medio una fuente. La piscina donde es contenida el agua.
En medio de esta una base que con bellos adornos sube hasta un cáliz.
Allí con toda potencia es disparado un chorro de agua, que graciosamente cae hacia los lados.
La letanía Fuente Inmaculada, nos quiere llevar a eso.
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María ha sido el conector, el don del Corazón de Jesús, pero lo que sale de esa fuente es agua.
Esa alegoría no puede ser otra que la Eucaristía que es el amor de Cristo y Cristo mismo vivo.
Si por la fe, María dio el sí, para ser la madre de Jesús, por su fidelidad ha sido Madre de la Iglesia.
El Sagrado Corazón de Jesús, abierto por la lanza en el Gólgota, y crucificado en la cruz, es el signo de amor infinito de Dios.
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Por eso el Papa Pío XII ha titulado a la Encíclica HAURIETIS AQUAS, como diciendo sacareis agua del pozo o de la fuente.
Perfilar en la abertura del costado ese chorro de agua, es recordar el amor.
Es ver a Santa Margarita María Alacoque y a Santa Faustina que cada una en la propia visión, enmarcan las gracias que de ahí brotan.
El gran Papa Pío XII ha de insistir en que la cruz, la Eucaristía y María son los dones.
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Es Jesús quién se da. Es Él que se entrega. Es la fuente, que da tales regalos.
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Regalos propios del amor a los hombres.
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Pero San Juan Eudes también recuerda que ese amor también es el amor que Él le tiene al Padre Eterno.
Por ello la verdadera devoción al costado de Cristo, a su Corazón consiste en amar a Dios.
Porque es Él quién amo primero. Pues porque nos conocía en su mente creadora, nos amó, y por ello nos creó.
El amor de los hombres debe ser a ese Corazón que no ha escatimado nada, siendo fiel al Padre, se entregó en la cruz, se vació por todos.
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Se quedó en la Eucaristía, milagro de amor.
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Y dejó a su Madre como guía fácil hacia Él: único camino, verdad y vida.
Fuentes:
- http://lema.rae.es/drae/srv/search?id=GRoXI6MrvDXX2O3CuErw
- https://rsanzcarrera.wordpress.com/2008/01/31/%C2%ABnos-hiciste-senor-para-ti-y-nuestro-corazon-esta-inquieto-hasta-que-descanse-en-ti%C2%BB/
- http://www.liberius.net/livres/El_Corazon_de_Jesus_000000359.pdf
- http://www.bibliacatolica.com.br/es/la-biblia-de-jerusalen/lucas/22/
- http://w2.vatican.va/content/pius-xii/es/encyclicals/documents/hf_p-xii_enc_15051956_haurietis-aquas.html
- https://cvcomment.org/2014/11/18/in-full-the-lord-sacks-speech-that-brought-the-vatican-conference-to-its-feet/
Enrique Alfaro, de Guatemala, Profesor de Arte y Teología
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