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Muchos dicen que San Pablo es el fundador del modelo de cristianismo que desarrolló el catolicismo.

Y tienen buenos argumentos.

Sus viajes son el verdadero taller en el que este artesano desarrolla su obra.

San Pablo pintado por Rembrandt

Por eso es tan importante conocer la epopeya de los viajes de San Pablo y apreciar el aprendizaje que fue adquiriendo.

Cómo el Espíritu Santo lo fue capacitando y dirigiendo en su misión.

Estos probablemente sean los episodios terrenos más trascendentes del cristianismo luego del primer pentecostés.

“No es la necesidad la que me hace hablar, porque he aprendido a hacer frente a cualquier situación.

Yo sé vivir tanto en las privaciones como en la abundancia; estoy hecho absolutamente a todo, a la saciedad como al hambre, a tener sobra como a no tener nada.” (Filipenses 4, 11-12)

Así se despide San Pablo de los Filipenses antes de terminar su viaje terrenal en Roma.

Pero, ¿por qué?

¿Qué experiencias vivió Pablo para exclamar estas palabras?

Es más, ¿cómo estas experiencias lo hicieron merecedor del miedo del propio emperador y de su posterior martirio?

¿Cómo sus experiencias fueron dando forma al cristianismo?

 

APÓSTOL DE LOS GENTILES ELEGIDO POR EL ESPÍRITU SANTO

San Pablo apóstol de los gentiles es un título hermoso, pero no llega a reflejar plenamente lo que en realidad esto significa.

San Pablo nació y fue criado como israelita, pero en lo que se conocía como la diáspora, es decir, en una comunidad judía fuera de tierra santa.

Alumno también del maestro judío Gamaliel, el más famoso de su época.

Saulo siempre sobresalió por su profunda entrega a la ley y pronto se convirtió en un perseguidor de cristianos.

El libro de Hechos de los Apóstoles lo presenta como uno de los que estuvo presente en el martirio de San Esteban, primer mártir de la Iglesia.

Esta escena y la aparición que tuvo de Nuestro Señor Jesús cuando se dirigía a Damasco, marcaron más tarde el ministerio de San Pablo de manera trascendente.

El camino a Damasco no lo llevó sólo a Damasco sino al encuentro con Cristo.

Y gracias a este encuentro, los gentiles (nosotros) hemos conocido el anuncio del Evangelio de Cristo.

Pablo y Bernabé aparece en los Evangelios que son elegidos por el mismo Espíritu para llevar a cabo el anuncio entre los gentiles.

La comunidad antioquena es testigo de esta comunicación divina.

Pero en realidad San Pablo fue quien llevó la carga grande de la operación.

 

SAN PABLO ABRE EL MENSAJE DE CRISTO AL MUNDO

Por escrito o por peregrinación de misionero, San Pablo entra en comunicación con todo el que era en su tiempo considerado el mundo.

Desde Atenas hasta Corinto, pasando por Antioquía y Éfeso, San Pablo pasó un tiempo en la mayoría de las ciudades que formaron el mundo conocido durante su tiempo.

Como está escrito en los Hechos 22:21, Pablo fue el misionero seleccionado por Dios para difundir el Evangelio a lo largo de lo que en ese momento se consideraba el «mundo entero».

Pablo de esta manera inaugura, o participa en la inauguración, del nuevo pueblo de Dios, o sea nosotros, los judíos y no judíos, sin distinción.

En su peregrinaje, San Pablo va abriendo camino, puertas y corazones para la causa del Evangelio.

Debemos tanto a san Pablo y sus viajes, que casi podríamos afirmar que de no ser por él no estaríamos compartiendo estas palabras casi dos mil años después.

Fue tan pródigo en sus pasos, que al día de hoy es muy difícil concretar en un mapa todos los recorridos que San Pablo tuvo en su vida apostólica.

Existen pistas históricas y bíblicas de su peregrinaje, pero parecería que la bitácora de su viaje quedó oculta sólo para que nos pudiéramos imaginar el alcance de su obra con mayor admiración.

Se entregó tanto y tan de lleno a la evangelización que sus contemporáneos empezaron a llamarle “El otro Cristo”.

Este era un título que el mismo Pablo no rehusaba, pero del cual tampoco sacaba provecho.

Llegó a escribir:

Ya no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mi(Galatas 2: 20), para confirmar que había tratado de configurarse plenamente en Cristo Jesús, de tal manera que Cristo fuera quien actuara en él.

 

¿CUÁNTOS VIAJES?

Pasaría la mitad de su vida, unos 30 años, navegando la cuenca del Mar Mediterráneo o peregrinando a pie, para visitar las principales ciudades del vasto Imperio Romano.

Inclusive a la misma Roma, donde posteriormente sufriría martirio.

Desde Atenas a Corinto, pasando por Antioquía y Éfeso, Pablo recorrió evangelizando las ciudades que encontraba a su paso y con esto se ganaba adeptos para Cristo y la atención del imperio romano.

Los expertos no logran determinar una lista exacta de lugares que visitó San Pablo durante su vida.

Lo cierto es que durante los tres viajes descritos en Hechos 13-14, Hechos 15-17 y Hechos 18-20, visitó muchas ciudades históricas que se consideran la columna vertebral de la civilización occidental.

Sin embargo existe una especie de consenso sobre cuántos grandes viajes realizó en su labor evangelizadora.

Los expertos no dudan en estimar que al menos cuatro fueron los viajes que emprendió.

Dada su importancia, estudiaremos separadamente cada uno de los viajes misioneros:

  • El primer viaje misionero
  • El segundo viaje
  • El tercer viaje
  • El cuarto y último viaje apostólico: Roma.

 

EL PRIMER VIAJE MISIONERO

Lo que se considera el «primer viaje» de Pablo comenzó en el año 45 y terminó en el 49 dC.

El libro de Hechos de los Apóstoles, en sus capítulos 13 y 14, nos Presenta a San Pablo partiendo desde Antioquía hacia Seleucia.

Para partir luego hasta Chipre haciendo muchas visitas en ciudades de Asia Menor.

Regresa nuevamente hasta Antioquía sobre sus pasos, evangelizando nuevamente sobre las ciudades que él mismo había visitado.

Y abonando y reforzando la conversión de cada vez más numerosos adeptos cristianos.

Nos encontramos en este episodio con el modelo estándar de predicación paulina.

Primero se anuncia el Kerigma a los judíos, los primeros en el orden de prelación del anuncio.

Porque San Pablo, además de recto, era muy metódico.

Incluso en la forma de escribir sus cartas podemos descubrir a un hombre que pensaba muy bien cada elemento que presentaba en su prédica.

Y siempre estaba en busca de la mejor manera de llevarlo a los oídos de los hermanos.

En segundo lugar, debemos mencionar el boicot que hizo la comunidad judía durante este viaje de San Pablo.

Viendo florecer la obra del Señor en el santo, ellos intentan aplacarla, pero sin mayor éxito.

Prueba de ellos es que se ve forzado a salir de Chipre, debido a que la conspiración de los judíos había causado que algunos gentiles quisieran tomar la vida de Pablo (matarlo).

Aquí aparece la figura de Juan Marcos, otro discípulo que le acompañó en la peregrinación, que una vez llegados a Perge, se separa de Pablo y Bernabé con dirección a Jerusalén.

Hubo muchos milagros, tumultos y persecuciones.

Un tullido que escuchaba el anuncio de Pablo es curado, gracias en parte a su fe y en parte al Espíritu.

Esto causó gran impresión en los paganos, quienes llegaron a pensar que Pablo y Bernabé eran una especie de divinidades.

Y para para aclarar tal embrollo los apóstoles intentaron evangelizar a los paganos.

Pero fueron impedidos por judíos llegados desde Antioquía para provocar confusión, lo que finaliza con el escape de los evangelizadores.

Estos acontecimientos empezarían a moldear el carácter de San Pablo, pues entenderá de entrada que la tarea que le ha presentado el Señor no es para nada sencilla.

Algunas cosas vividas en estas primeras circunstancias misioneras las recordó San Pablo cuando escribió lo siguiente hacia el final de su vida:

“Proclama la Palabra de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con paciencia incansable y con afán de enseñar”. (2 Timoteo 4: 2).

Para concluir con este consejo: “vigila atentamente, soporta todas las pruebas” (2 Timoteo 4: 5).

 

EL SEGUNDO VIAJE MISIONERO

El segundo viaje de Pablo comenzó en el año 49 y terminó en 52 dC.

Una vez más vemos a Pablo enfrentando dificultades, pero esta vez dentro de su mismo staff de colaboradores (si le podemos llamar así).

El equipo misionero enfrenta división respecto al tema de la compañía en este viaje de Juan Marcos, el mismo que les había acompañado en el viaje anterior.

Terminan por coincidir en que deben partir en pares para evangelizar por zonas distintas.

Vemos a Bernabé partiendo con Juan Marcos, quien a la postre según la tradición, escribiría el evangelio que lleva el nombre de Marcos.

Y también vemos como San Pablo parte con Silas, un gran apoyo en su labor misionera.

Vemos a los apóstoles fortaleciendo la fe de las comunidades que ya habían sido evangelizadas: Antioquía, Cilicia, Listra, Liconia, Frigia, Galacia (comunidad a la que san Pablo le dirige la epístola de los gálatas), Misia, Macedonia, Acaya, Samaria, Jerusalén para concluir nuevamente en Antioquía.

En Listra tiene lugar un hecho que marcaría mucho a Pablo.

El santo conoce a Timoteo, quien al parecer captura toda la atención del misionero por su piedad y su entrega.

Es tanta la atención de san Pablo que lo lleva consigo en su misión y lo vuelve uno de sus discípulos, sino el más preciado.

Antes de morir San Pablo le dirige dos epístolas, dándole un último adiós y entregándoles unas últimas instrucciones.

El libro de los hechos de los apóstoles, insiste en la unidad de la Iglesia cuando habla al respecto de este viaje.

Que a pesar de estar dispersa geográficamente actúa con un solo Espíritu, en el amor de Cristo.

Al respecto, San Pablo escribiría a la comunidad de Galacia:

“Les ruego, hermanos, que se hagan semejantes a mí, como yo me hice semejante a ustedes. En realidad, no me han ofendido en nada.

Ya saben que fue en ocasión de una enfermedad cuando les prediqué por primera vez la Buena Noticia.        

A pesar de que mi aspecto físico era una prueba para ustedes, no me desdeñaron ni me despreciaron; todo lo contrario, me recibieron como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús”. (Gálatas 4: 12-14)

 

EL TERCER VIAJE MISIONERO

El tercer viaje de Pablo tuvo lugar entre los años 52 y 57 de la era cristiana.

El libro de Hechos de los Apóstoles muestra en el capítulo 18 un comentario sobre este viaje.

Pablo, Timoteo y otros emprenden una peregrinación que los llevaría desde Antioquía a evangelizar las comunidades que ya habían establecido en sus viajes anteriores.

Lucas nos cuenta un episodio sobre un tal Apolo.

Éste pudiera ser un predicador ambulante de los muchos existentes en los primeros tiempos de cristianismo.

Un matrimonio de curtidores amigos de Pablo toma bajo su protección al predicador itinerante, ayudándole a completar su corta formación doctrinal.

Una vez instruido Apolo se dirige a Acaya donde servirá de gran ayuda en la defensa y mantenimiento del anuncio salvífico.

Más tarde Pablo, entendiendo que podría haber más discípulos como Apolo, escribe a los filipenses:

“Es verdad que algunos predican a Cristo llevados por la envidia y el espíritu de discordia, pero otros lo hacen con buena intención.

Estos obran por amor, sabiendo que yo tengo la misión de defender el Evangelio.

Aquellos, en cambio, anuncian a Cristo por espíritu de discordia, por motivos que no son puros, creyendo que así aumentan el peso de mis cadenas.

Pero ¡qué importa! Después de todo, de una u otra manera, con sinceridad o sin ella, Cristo es anunciado, y de esto me alegro y me alegraré siempre.

Porque sé que esto servirá para mi salvación, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda que me da el Espíritu de Jesucristo.

Así lo espero ansiosamente, y no seré defraudado.

Al contrario, estoy completamente seguro de que ahora, como siempre, sea que viva, sea que muera, Cristo será glorificado en mi cuerpo.” (Filipenses 1: 15-20)

 

EL CUARTO VIAJE MISIONERO

Este viaje Pablo lo realiza entre los años 63 y 67 de nuestra era.

Algunos conocen a esta etapa como la “Pasion Pauli”, producto de una larga y dura travesía hasta su encuentro con el Señor.

Que finaliza en su martirio a manos de Nerón, quien lo apresó y torturó antes de entregar al Santo a su viaje a la patria celestial.

Sugiere la tradición que San Lucas habría acompañado a San Pablo en estos últimos años.

Y este habría puesto por escrito muchos de los pasajes de Hechos de los Apóstoles sobre sus viajes.

También saldrían algunas epístolas finales desde esta compañía, como la segunda carta a Timoteo, el cual personalmente considero un testamento paulino.

Durante este viaje Pablo tiene la oportunidad de ver a algunos hermanos en Sidón, siendo atendido por ellos.

Desembarcan en Mira y luego en Creta de camino a Roma, avanzando a través de Fenicia, Siracusa y finalmente llegan a Roma.

En la capital romana es recibido con alegría por la comunidad cristiana que ahí vivía, aunque muy probablemente este recibimiento no se haya manifestado públicamente.

Esto debido a que ser cristiano era causa de muerte en la capital del imperio romano.

La situación del arresto del Apóstol entraña una cierta ambigüedad.

De un lado se afirma que éste se encontraba vigilado en una casa particular por un custodio.

Y por otro se afirma más adelante que Pablo gozaba de cierta autonomía para realizar sus tareas pastorales.

Sin embargo, es claro que San Pablo viviría una agonía intensa los dos últimos años de su vida.

Escribiendo a Timoteo en su ya citada carta testamento, dice:

“Yo ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima:

He peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe.        

Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hay aguardado con amor su Manifestación.” (2 Timoteo 4: 6-8)

Pablo concluye la peregrinación de su vida en la colina vaticana.

Decapitado, ha dejado este mundo para seguir siendo otro Cristo en el Cielo.

 

BONUS

Es difícil no quedar inspirado por la vida que San Pablo entregó plenamente al ministerio.

Seguimos hablando de su predicación hasta nuestros días, siendo la nuestra muchas veces solo una extensión de la que tuvo el Santo.

Al respecto, a modo de bonus, te dejo esta pequeña prédica del cantautor católico Martín Valverde. ¡Que les sea de provecho!

Fuentes:


Edwin Vargas, de Nicaragua, Ingeniero de Sistemas, Predicador Católico

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