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02 Febrero ADVOCACIONES Y APARICIONES Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA

Lo que No Sabias de la Virgen de Lourdes Explicado en Imagenes

Una catequesis sobre la Virgen de Lourdes.

Esta es la historia de las apariciones de la Virgen de Lourdes en Comics, en un formato de dibujo de historietas ideal para enseñar a niño (y no tan niños) sobre los sucesos de las apariciones de 1858 en la Gruta de Massabielle, Francia.

Para ver la historieta mas grande click en la imagen.

Historia de la Virgen de Lourdes 1

Historia de la Virgen de Lourdes 2


foto patrick Herencia redondaDiseñado por Patrick Herencia
De Perú, Diseñador, Ilustrador Gráfico, Creador de Comics

 

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00 Todas las Advocaciones 02 Febrero ADVOCACIONES Y APARICIONES FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María

Virgen de la Candelaria de Tlacotalpan, Mexico ( 2 de febrero)

La devoción por la «Virgen de la Candelaria» en Tlacotalpan fue traida por los primeros frailes de la Orden de San Juan de Dios de España.

Los festejos de la patrona de los tlacotalpeños datan desde finales del siglo XIX. La «Virgen de La Candelaria» era paseada por el río, con la finalidad de que los pescadores (quienes la adoptaron como su patrona) tuvieran abundante pesca durante el año; costumbre ancestral que se conserva hasta la fecha.

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Tlacotalpan es la cabecera del municipio del mismo nombre y pertenece al estado de Veracruz. Está ubicado en la margen izquierda del río Papaloapan. Dista unos 100 kilómetros del puerto de Veracruz.

Tlacotalpan es una bella ciudad que cuenta con una interesante y larga historia, ligada estrechamente al desarrollo de la región sur de Veracruz.

Hacia los inicios del siglo XVI, la zona donde se ubica dicha población, fue denominada como Sotavento, término que era muy común utilizar en aquel entonces, para aludir al sentido direccional y climático del lugar, con respecto a la costa.

Su existencia prehispánica se encuentra relacionada con un cacicazgo indígena. Los nativos del lugar le dieron el nombre que hasta hoy conserva y cuyo significado en náhuatl es «en mitad de la tierra» aludiendo al vasto terreno dividido por el agua del «Río de las Mariposas» o «Papaloapan».

 

LA DEVOCIÓN

La devoción por la «Virgen de la Candelaria» es, en Tlacotalpan, muy antigua y, según las versiones más autorizadas, fue traída por la orden de los juaninos a principios del siglo XVII.

Esta imagen, que llegara con los primeros frailes de la Orden de San Juan de Dios de España, es venerada y festejada el día 2 de febrero.

La imagen es introducida con la intención de convertir a los antiguos habitantes de la región al cristianismo, sustituyendo a la deidad prehispánica de la fertilidad que, coincidentemente, era venerada en las mismas fechas y a la que le rendían tributo para obtener beneficios de la tierra, como eran: buenas cosechas, abundancia de peces y buena temporada en general.

Los habitantes estaban acostumbrados a las tormentas que azotaban la entonces isla de Tlacotalpan, por los fuertes vientos septentrionales, llamados «nortes» por los veracruzanos. Del 31 de enero hasta el 2 de febrero, la población se transforma, se adueñan del lugar la risa y la diversión, los sones y las coplas, el fandango, el zapateado.

 

LA CANDELARIA

Animado por la perspectiva y, para cumplir con el apartado sexto de las Leyes de Indias, el cual mandaba edificar iglesias en las cabeceras de las poblaciones indígenas a costa de ellos y de los encomenderos, a fin de instruirlos en la religión católica, concedió a los indígenas el uso gratuito de los terrenos de Tlacotalpan a condición de que se levantara una capilla donde se venerara a «Nuestra Señora de la Candelaria» la que, provisionalmente, quedaría dependiente del curato de Alvarado en tanto no se estableciera una parroquia en el lugar.

Es, desde esta época, que la ciudad quedaría unida a la celebración de la «Virgen de la Candelaria».

En virtud de tal acontecimiento, se instalaron en Tlacotalpan, grupos indígenas procedentes de Amatlán y de otros pueblos, con lo cual se llegó a formar un asentamiento importante, además de que con ello se lograba, para Tlacotalpan, el título de «Pueblo». Este acontecimiento señalaba, también, el inicio de las primeras edificaciones procedentes de la época virreinal y realizada básicamente de madera.

 

LA FIESTA

Los festejos de «la Candelaria» datan del siglo XIX. En el bello puerto de Tlacotalpan se celebra cada año, en el mes de febrero, a esta advocación.

La fiesta de «la Candelaria» es el resultado de un proceso de aculturación. La festividad en sí, es una celebración a la luz. Por un lado, el pueblo Totonaca dominado por los Aztecas, celebrando las fiestas a Tonatiuh (Sol = luz); por otro lado, la celebración de la Iglesia Católica de la «Presentación del Niño Jesús» (la Luz del Mundo, la Luz Salvadora) en el templo de Dios. Sustituida por la segunda y/o semifusionadas, dieron origen a la fiesta de «la Candelaria» o candela (candela = luz).

La fiestas de «la Candelaria» se llevan a cabo durante el mes de febrero (del 1 al 5). Además de las raíces religiosas de donde viene su origen, también se celebra la feria tradicional donde se designa a una joven del municipio como la representante de la feria, la reina de la Candelaria; del mismo modo, simultáneamente, se celebra la exposición agrícola-ganadera, donde se muestra la riqueza de la producción agropecuaria del municipio.

 

LA FESTIVIDAD – Mezcla de lo profano y lo religioso

Los festejos de la patrona de los tlacotalpeños datan desde finales del siglo XIX. La «Virgen de La Candelaria» era paseada por el río, con la finalidad de que los pescadores (quienes la adoptaron como su patrona) tuvieran abundante pesca durante el año; costumbre ancestral que se conserva hasta la fecha.

La feria comienza el día 31 de enero, con una fastuosa cabalgata, en donde participan más de 600 personas, a cuyo frente se encuentra una capitana, una teniente y la coronela. A ellas se unen bonitas chicas de la localidad y apuestos mozos, niños y adultos, todos ataviados con regios trajes jarochos. En estas fiestas, salen a relucir las hermosas joyas de la familia: collares y pendientes de brillantes, esmeraldas, abanicos y peinetas de carey.

El recorrido comprende las calles principales de la ciudad; anteriormente, los acompañaba una banda de música, con instrumentos de viento; actualmente es la banda de la Escuela Naval «Antón Lizardo» quien escolta la comitiva.

El 1ro de febrero es el día dedicado a los toros, iniciado con el embalse: los toros atraviesan el río, acompañados por miles de personas que viajan en canoas, piraguas y cayucos. Ya en tierra los sueltan, realizando una especie de pamplonada («San Fermín» – España).

Los festejos del día 2 se inician con “las mañanitas” a la patrona del lugar; aquí se reúne gente de la localidad, con pueblos aledaños.

Desde las primeras horas de la tarde repican las campanas para que, en punto de las 3 de la tarde, se inicie el paseo de la Virgen en un chalán por el «Río de las Mariposas» (o «Papaloapan»). A esta procesión la preside el señor arzobispo del puerto de Veracruz, además de asociaciones y cofradías, entre otras, quienes le van entonando hermosos temas.

Hay que destacar el ambiente festivo de la gente de Sotavento el cual queda de manifiesto en el encuentro de jaraneros, que se inicia el día 31, teniendo como marco la «Plazuela de doña Martha» (un parque estilo morisco), además de las mojigangas y el fandango, en el que participan todas las personas que lo desean, durante el gran ambiente que se dá durante toda la noche.

En Tlacotalpan la gente se viste de rojo, se sube en lanchas y «toma por los cuernos al toro» para cruzarlo a nado mientras, en la otra orilla del río, los hombres se montan a caballo y aguardan impacientes su llegada.

En las celebraciones patronales del «Día de la Candelaria», la religión preside a la fiesta porque, en Tlacotalpan, primero está la diversión y el trago y después, lo espiritual y el recogimiento.

«Que ahí viene el toro», «que me suelten al torito que aquí lo espero» y «Ajá» dicen las playeras fajadas en ajustados pantalones de mezclilla. También hay blusas ombligueras, pero rojas; amplios escotes, pero rojos; camisas vaqueras pero rojas; y mujeres de carnosos labios, pero rojos…

De Jalapa, Alvarado, Cosamaloapan, Córdoba y el Puerto; de Puebla la Perla del Golfo, Tierra Blanca y hasta chilangos, todos los visitantes se encuentran en Tlacotalpan un espacio perfecto para tomar un «torito» y reír entre amigos a carcajadas. Desde el mediodía en esta ciudad los hombres ya tienen las manos llenas: en la izquierda, la caguama y, en la derecha, una mujer…

Aquí, la música tropical en una bocina; más allá, los grupos norteños en la puerta de un restaurante, y los niños subidos en las improvisadas cercas que protegen del toro a los locales y los valientes que ya lo esperan.

Y las bellas que con un «usted nomás, no se me suelte, mi reina» se sienten protegidas, y los latidos de emoción de toda la concurrencia porque ya no tarda el toro. El animal, casi ahogado, llegando a la orilla.

Son seis los toros a los que el agua les ha quitado lo bravo en la pamplonada tlacotalpeña… El animal se ha vuelto manso, mientras el hombre se convierte en bestia… Si el toro no corre con una cuerda atada al cuello, lo jalan; si no se de vueltas a mirarte, basta con vaciarse una cerveza…

En Tlacotalpan importa poco si el toro quiere andar suelto por el adoquín; para sus seguidores es más divertido verlo caer, una y otra vez, en la Plaza Zaragoza y corear su carrera entre mares de gritos y gente.

Con tres horas de carrera, el valiente lo es más… no importa que le quiten al toro si el «torito» le dura para no acabar la fiesta. ¡Qué más da, si de regreso al toro se llevan!… En Tlacotalpan las manos se vuelven a llenar porque el cuerpo aguanta mucho y, montado a caballo, más. Después de todo, la noche es larga y aún falta un disparo para terminar…

Las tiendas y puestos ambulantes se disputan el espacio en la calle principal; se improvisan tablados en la Plaza Hidalgo, en la Plaza de Doña Martha, en la de San Miguel y Nicolás Bravo.

En la festividad religiosa, los juegos pirotécnicos también son fundamentales, sobre todo el 2 de febrero, cuando se encamina la Virgen hacia el muelle. Durante el paseo, Ella habrá de bendecir el puerto y amainar la bravura del Papaloapan para que, en el futuro, no cause inundaciones.

Esta fiesta ha cobrado tal celebridad que, año con año, asiste una multitud cada vez mayor. Las hileras de carros se estacionan a muchos kilómetros de la ciudad y los hoteles son insuficientes, por lo que la gente prácticamente no duerme durante varios días.

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Nuestra Señora de la Candelaria de la Popa, Cuba ( 2 de febrero)

La Virgen de la Popa de Trinidad, en Cuba, es un imagen milagrosa protectora de los marinos. Son cientos los ex votos y leyendas que relatan las paredes de su ermita.

Se historia que la Virgen apareció en el “Cerro de la Popa” sobre dos piedras de imán, surgiendo de las profundidades de una caverna que pasa por donde, actualmente, se encuentra el Altar Mayor de la Ermita.

Antiguamente era frecuente ver penitentes subir de rodillas en empinado camino a la ermita de la Popa, pero esta advocación ha perdido su relumbre de antaño…La «Isla Verde», situada a 145 Km. (90 millas) al sur de la península de Florida, con sus 105.007 kilómetros cuadrados, se trata de la mayor de las islas del Caribe. Junto con la Isla de la Juventud y otros muchos islotes y cayos, constituye la República de Cuba. La isla es conocida en todo el mundo por su clima, sus playas, su música, su ron, su tabaco, su café, etc.

La población es una mezcla de los descendientes de los antiguos españoles y de los esclavos traídos de África, junto con algunos hindúes y chinos llegados a finales del siglo XIX y principios de siglo XX. En su conjunto, se trata de una población multicolor.

 

TRINIDAD DE CUBA

El Municipio de Trinidad es uno de los treinta y dos municipios en la provincia de Las Villas. Situado este municipio al sur de la provincia, limita por el este, con el de Sancti Spíritus; al norte, con el de Fomento; y al oeste, con el de Cienfuegos; y al sur, sus costas son bañadas por el Mar Caribe. Su territorio cubre una superficie de 1,467 kilómetros cuadrados.

Ubicada en la central provincia de Sancti Spiritus, la antaño conocida como “Villa de la Santísima Trinidad” tuvo su origen hacia el 1514, para colocarse entre las siete primeras villas fundadas por los españoles en el archipiélago cubano.

También llamada la “Ciudad Museo” de Cuba, tiene el privilegio de ser una de las localidades coloniales del país y califica además entre los conjuntos arquitectónicos más completos y conservados del continente americano.,

Declarada “Patrimonio de la Humanidad” por la UNESCO en 1988 y ruta obligada hacia la conquista de nuevos territorios, se asentó junto a las márgenes del río Guaurabo, donde los españoles encontraron una población aborigen utilizada como mano de obra, tierras fértiles y excelentes puertos para la preparación de expediciones.

Verdadero tesoro de las más diversas riquezas, la villa extendió sus límites en el siglo XVI apoyada en la incipiente industria azucarera, para crecer como un núcleo urbano entre rejas de singulares formas, llamativas edificaciones y calles empedradas.

Cuenta la historia que el sitio escogido por el Adelantado Diego Velásquez para la fundación está donde se localiza actualmente el Parque Martí, con la primera misa a la sombra de un jigüe y a cargo del padre Fray Bartolomé de las Casas.

Casonas coloniales, amplias, cómodas y ventiladas, palacios donde el lujo y el derroche hicieron de las suyas para integrarse al arte colonial cubano, convierten a Trinidad en una indiscutible joya urbanística y arquitectónica de antaño. El signo decorativo característico de las viviendas de la ciudad tiene su base en la ornamentación neoclásica, reflejada en murales, molduras, marcos de madera y en las caprichosas formas que los forjadores del hierro lograron imprimirle, para que se convirtiera en uno de los mayores encantos de la ciudad.

 

LA POPA

Pueblo donde se encuentra la “Ermita de Nuestra Señora de la Candelaria de la Popa”. Fue localidad de un antiguo hospital militar español. Se encuentra al norte de Trinidad.

Todos pueden contemplar, desde la cuesta de “La Popa», un panorama magnífico de la ciudad que se extiende, hacia un lado, por las cordilleras que corona el Potrerillo, y, por otro, termina en la cinta de purísimo azul del mar antillano. Pero, pocos se detienen a conocer, a escudriñar en los anales de las interesantes tradiciones trinitarias los acontecimientos sobrenaturales que forman de “la Popa» algo como una “Gruta de Lourdes” o “Santuario de la Caridad del Cobre”, la virgencita amada del pueblo cubano.

Muy vieja es la construcción primitiva de la Ermita; puede decirse que se remonta al primer cuarto del siglo XVIII. El dato más antiguo que puede citarse es una disposición testamentaria de Don Joseph Carvaxal, del 28 de enero de 1740, ante el Escribano Don Tomás de Herrera, Archivo Notarial del Dr. Francisco Fernández Quevedo. En enero de 1740, ya estaba abierta al culto la iglesia de “Nuestra Señora de la Popa”, nombrada “Ermita de la Caridad”, como puede comprobarse por documentos oficiales relativos a la, fundación del Hospital de Caridad, que se llamó de San Juan de Dios

 

ALGUNOS MILAGROS DE LA VIRGEN

Nativos de la ciudad y forasteros visitan, ansiosos de alguna nueva emoción, la “Ermita de la Popa”. Admiran las cosas antiguas, con más o menos interés, según la cultura que se posee; tal vez, pasen de largo por ante un cuadrito que encierra una historia, brillante página del pasado que, de manera tan emotiva, se va desentrañando.

En el ángulo superior aparece la imagen de la Virgen entre nubes tempestuosas; y en el cuadrito, no obra de arte, pero si de devoción admirable, se destaca un barquichuelo o falucho que parece irse a pique, mientras luchan con las frágiles velas, azorados, en actitud de angustia, tres pobres tripulantes.

Al pie del cuadro, en caracteres de letra estilo español de la época, se lee «El dia 28 de diciembre de 1766, abiendo salido del Vallamo el patrón Lorenzo Vazarra, con una carga de tabaco de su Majestad, para el Vatabanó, enfrente del Río Hondo le abrieron los Ratones al Varco dos abujeros, y, biendo que seiban apique, acudimos al helugio de la Virgen de la popa i permitió qe. se taparan de polsi los abujeros y salinos sin perder arvarmamento».

Así, textualmente, cumplieron con la “Virgen de la Popa”, la milagrosa Virgen del mar, los marineros salvados. Esto sucedió en 1766, época en que la “Ermita de Nuestra Señora de la Popa” se llamaba “de la Caridad”, y a ella acudían a cumplir ofrendas, a orar ante la imagen bendita, los marinos que arribaban a esos puertos. Entre la gente de mar, la fama de la “Virgen de la Popa” corría de boca en boca. La imagen, en aquella época, era muy parecida a la de la “Caridad del Cobre”; de pequeño tamaño.

Hubo hechos prodigiosos acaecidos en «la Popa» entre ellos, la incorruptibilidad del agua de los floreros de “San Blas” y sus virtudes curativas.

Una versión tradicional relata que, un piloto malagueño, nombrado Juan de España, en mares lejanos, naufragó yendo en una embarcación nombrada “La Popa” y que, teniendo, a bordo, una imagen de la “Virgen de la Candelaria”, a ella se encomendó, y, salvado milagrosamente, acudió con ofrendas ante la “Virgen de La Popa» rendirle el homenaje de su gratitud.

Las primitivas noticias tradicionales aseguran que la Virgen apareció, allí, en el “Cerro de la Popa” sobre dos piedras de imán, surgiendo de las profundidades de una caverna que pasa por donde, actualmente, se encuentra el Altar Mayor de la Ermita. Vecinos piadosos erigieron, en la forma rústica primitiva, dicha ermita, con noticias, ya, de la aparición ocurrida en la bahía de Nipe.

Desde el mar costeño se divisaba la ermita y a ella dirigían sus ojos los marinos o viajeros en trances de naufragios, muchos de ellos ocurridos en estas costas (como lo refieren los primitivos historiadores de Indias) pues los barquichuelos eran frágiles y los pilotos improvisados la mayoría de las veces y, el paso de nuestras costas en ciertos lugares, muy tormentoso. No es difícil comprender el culto que la gente de mar profesó a la “Virgen de la Popa” y las ofrendas que se le rendían.

Seguramente, el eco de los toques de las campanitas llegara hasta los marineros en peligro, y fuera como una voz salvadora de aliento y esperanza; y, al retornar de los mares borrascosos, subirían la cuesta y doblarían la rodilla, ante la “Virgen del Mar”.

Así, entre infinidad de casos, sucedió por el año 1785, a cuatro jóvenes trinitarios de los que más visitaban los puertos de Nueva Granada, traficando con objetos de arte y piedras preciosas. En esa época era puerto habilitado el del Guaurabo y se hacían los viajes, muy arriesgados y largos, en los frágiles barcos llamados de Frasquito.

Esos jóvenes, hijos de la tradición, que iban en aire de aventuras, alejándose de las costas de Cuba e internándose en el Golfo de Darién, eran parientes. Se llamaban Marcos Nicado de Figueroa, Felipe Ramírez Naranjo y Salvador Pacheco de León que, en época en que a menudo eran arrasadas las embarcaciones por las furias de las tormentas, se vieron en una noche borrascosa, y con la visión dantesca del naufragio, al regresar, llenos de entusiasmo y cargados de valiosas mercaderías y, notando que sus esfuerzos eran inútiles, que el poder irresistible del mar airado los vencía y que todas sus ansias de gloria y riqueza iban a tener por tumba las olas embravecidas, no lejos de la costa, en la desembocadura del Río Hondo, en el litoral, al Este de Trinidad. Ya sobre los restos de la embarcación, clamaron por la “Virgen de la Popa”, volvieron el pensamiento y los ojos hacia la milagrosa imagen venerada en el pueblo donde habían dejado las comodidades del hogar y los seres más queridos, e hicieron votos, promesas firmes en aquellos horribles instantes, de visitarla ante todo, cuando un zarpazo del mar los arrojó sobre los arrecifes del río. ¡La Virgen los había salvado, (gritaron ellos) y cumplieron su promesa contraída de no visitar a su propia familia, sin cumplir los votos hechos.

Y ante el espectáculo de los asombrados vecinos de la Villa, los jóvenes Nicado de Figueroa, Ramírez y Naranjo y León, raídos los trajes, con aspecto de náufragos salvados, hicieron su aparición por las empedradas calles, cruzaron por delante de sus propias casas situadas en las de Gloria y Desengaño sin dirigirles una mirada, sin articular palabra y, así, subieron la cuesta de “la Popa” y se prosternaron ante la “Santísima Virgen” a quien debían la vida.

También se cuenta que, establecido ya el primitivo “Hospital de Caridad”, cierta noche, un soldado que estaba de centinela en la garita de la puerta, tuvo la mala idea de abandonar el servicio, incitado por la atracción maléfica de una mujer de la calle, lo que, en aquellos tiempos, era juzgado con pena capital; y, al cruzar frente a la ermita, retrocedió, estupefacto, ante una nube blanca entre la que fulguraba la imagen de la Virgen milagrosa. Retrocedió el soldado, haciéndose cruces, ocupando su puesto en momentos en que llegaba el retén de las milicias encargadas de la vigilancia. Y este hecho fue repetido por boca de los vecinos y se acrecentó la importancia y efectos milagrosos por la sucesión de hechos extraordinarios relacionados con el lugar.

Se cuenta, además, que, en la época ya citada de la tormenta de 1812 que dejó, casi en ruinas la ermita, mientras se procedía a la reedificación, fueron las imágenes trasladadas en depósito a otros lugares; pero, ante el asombro de los presentes, al llegar los primeros trabajadores a la ermita, allí estaba la “Virgen de la Popa”, aparecida, de nuevo entre la admiración y el fervor de los fieles creyentes que acudían, presurosos, al enterarse del milagroso hecho.

 

LA ERMITA-SANTUARIO

Después fue construida la ermita que se puso bajo la advocación de “Nuestra señora de la Candelaria”, construyéndose de veinte varas de largo, por diez de ancho y cinco de alto, levantada, a sus expensas por el presbítero Don Jacinto de Villalobos, en el primer cuarto del siglo XVIII, con sacristía y una torrecilla o espadaña donde fueron colocadas las tres campanas. Coadyuvaron a esta obra el Alguacil Mayor, Capitán Don Carlos Polo, y el presbítero Don Julián Castellanos que fue su primer capellán. En 1768 aparece que el Ayuntamiento pagó siete pesos por consumo de cera en las fiestas de “la Candelaria”.

Empezaron a tener resonancia las “Ferias de la Popa” y a ser más visitado el lugar, y tan famoso era el sitio que el Barón de Humboldt escribió que, «al extremo boreal, se halla la iglesia “NUESTRA SEÑORA DE LA POPA”, sitio célebre de romería».

La ermita quedó, casi en ruinas, a consecuencia de la tormenta de 1812; pero, prontamente, su entonces Capellán, José M. Silverio, con la ayuda del pueblo, la reedificó y mejoró notablemente, colocando allí el “Santísimo Sacramento” por intercesión del Gobernador de esta ciudad, a la sazón Don Nicolás Pablos Vélez Padrón, nieto del ilustre patricio del mismo nombre y apellido que adquirió el venerado “Señor de la Veracruz” como principal contribuyente, y la obra de reconstrucción fue dirigida por Don Juan Cadalso Piedra.

Para subir a la ermita se construyó la calzada, que aún existe, en tiempos del Gobernador Brigadier Don Juan Herrera Dávila, (20 de abril de 1847 a marzo 17 de 1851), por suscripción popular que él inició.

 

LAS FESTIVIDADES

En aquella época alcanzó su mayor esplendor «La Popa» con las “Ferias” que se celebraban el día de “Nuestra Señora de la Candelaria” (2 de febrero, festividad de la “Purificación de Nuestra Señora”, y el 3 del mismo mes, festividad de “San Blas”). Acudía a la ermita y a sus alrededores, una gran muchedumbre y había una extraordinaria romería, fuegos artificiales, puestos para ventas de golosinas y agua de Loja. Se repartía a los fieles velas benditas el “Día de la Candelaria” y en el de “San Blas”, cordones para la garganta, de cuyos males preserva la devoción del Santo que aparece cubierto de innumerables milagros.

Todo el barrio, llamado de Jibabuco, andaba de fiesta; se adornaban las casas con palmas y ramajes, se decoraba la calzada con faroles y, por las noches, se quemaban barriles llenos de paja a manera de luminarias, permaneciendo mucha gente en vela.

En la calle de San Patricio había buena tienda de pulpería; en la calle del Desengaño, frente al “Hospital de Caridad”, se hallaban de venta en la tienda «La Balandra» (nombre marino) tarros de ginebra superior, a tres reales sevillanos. («Correo de Trinidad», año de 1845).

Hay más leyendas, otros datos y tradiciones que se repiten de generación en generación sobre “la Popa”, en sus distintos aspectos, pues, sabido es que, además del panorama espléndido y de la santidad del sitio, aquellos alrededores están adornados de grutas preciosísimas que tienen sus distintas historias.

Así corrieron los años, amenguándose la tradición a medida que han venido nuevas generaciones. Las “Ferias de la Popa” vinieron a menos, y, actualmente, sólo se celebran modestas fiestas religiosas a “Nuestra Señora de la Candelaria” y a “San Blas”, cuidándose con verdadero celo y piadosa constancia de la Ermita, de las imágenes y objetos antiguos que aún se conservan.

Ahora no recibe tantas ofrendas, como antaño, la “Virgen de la Popa”. De vez en vez, sube algún penitente de rodillas la empinada cuesta y va mayor público los primeros días de febrero para no olvidar la tradición; pero, ya, en el silencio de la noche, no alumbran las fogatas la “Loma de la Popa”.

 

TESTIMONIO DE LA BENDICIÓN DEL SANTUARIO

Tomado del Semanario «La Mariposa», del día 26 de noviembre de 1899:

«En la Popa, el sábado por la mañana, según dijimos a nuestras lindas lectoras, fue bendecido el santuario de «La Popa» por el Presbítero Santiago Garrote Amigo, Cura Vicario de esta Ciudad, celebrando después una misa rezada. A las doce, las alegres campanas de aquel poético santuario anunciaban al pueblo que, por la tarde, se celebraría un acto religioso. Efectivamente, a las cinco salieron de la iglesia Santísima Trinidad en procesión las imágenes de aquella ermita en el orden siguiente (…) Primero: Cruz parroquial; seguidamente, las imágenes de San Cayetano, Jesús de Nazareth, Santa Rosa de Lima, San Blas y “Nuestra Señora de la Candelaria”, seguidas de los sacerdotes señores Garrote, Quintana Vega y Powers, cerrando la marcha la orquesta que daba al aire hermosas tocatas apropiadas al acto (…) Terminada la procesión, la lomita de la Popa ofrecía un aspecto encantador, pues allí lucían sus galas nuestras bellas que convirtieron aquel lugar en un jardín deliciosísimo(…) El domingo, por la mañana, se celebró una misa solemne, la cual también quedó sumamente concurrida, siendo el pequeño templo insuficiente para contener a los fieles (…) Nosotros, para quienes el santuario de la Popa es así como una hermosísima reliquia, enviamos a la Srta. Josefa Urquiola y González, iniciadora de aquellas fiestas religiosas nuestro aplauso por su decidido empeño en que la ermita de la Popa recobre el esplendor que siempre tuvo.”

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Nuestra Señora de la Candelaria, en Venezuela ( 2 de febrero)

Venezuela tiene gran devoción por la Virgen de la Candelaria, en varias zonas de su territorio se celebra la fiesta con características autóctonas, que muchas veces sintetizan viejos ritos precristianos de alabanza a la fertilidad de la tierra, con los propiamente cristianos.
Estos festejos tienen danza, disfraces y luminarias.

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VENEZUELA es un país multicultural, con una pacífica, laboriosa y alegre población que es fruto de raíces indígenas, europeas y africanas.

En la fiesta de “LA CANDELARIA”, Venezuela muestra, como es muy común en la mayoría de sus celebraciones populares, elementos de rituales indígenas y de los descendientes de esclavos africanos que han sido sincretizados con las fiestas Católicas Españolas.

Se caracteriza por estar llena de conjuntos de danzas, disfraces, máscaras y bandas de músicos que conducen a expresiones de desbordante sensibilidad festiva.

Asimismo, la fiesta de “la Candelaria” muestra reminiscencias del paganismo Europeo que fueron transformados con los años en fiestas cristianas.

Los católicos celebran ese día la “Fiesta de la Purificación de la Virgen María” (ya que los judíos creían que la mujer debía pasar por un proceso de purificación luego de dar a luz) y se conmemora la presentación del Niño Jesús al Templo de Jerusalén.

 

LAS FESTIVIDADES EN DIFERENTES REGIONES DEL PAÍS

El mes de febrero, en Venezuela, es sinónimo de festividad en honor a la “Virgen de La Candelaria”. Esta celebración se realiza en varias regiones del país durante 18 días, con la presentación de más de 200 danzas. Hombres, mujeres, ancianos, jóvenes y niños no cesan de bailar para la Virgen, agradeciéndole los beneficios y milagros concedidos.

En todo el territorio del país, esta fiesta es una de las tradiciones más arraigadas e importantes, sobre todo en la región andina.

Su historia se remonta a la época de la Colonia, por el año 1628, fecha en que Fernando de Saavedra Valdés se dispuso a reunir indígenas y encomenderos para adoctrinarlos por medio de los religiosos franciscanos.

Pero, fue en 1630 cuando se radica en la zona el Presbítero Bartolomé Carrero de Escalante, quien construyó una ermita, es decir, un pequeño santuario, en medio del poblado, donde divulgó el culto a la “Virgen de la Candelaria”, que pasó con el tiempo a ser centro de devoción cristiana de toda la comarca.

La población toma por asalto las calles, para sorpresa de los turistas; personas que llevan en sus manos velas encendidas. Cuatro de esas personas, llevan en un pañuelo o en una cesta preparada, la imagen del Niño Jesús, ya que son los padrinos; van acompañados de un conjunto de violines, se canta y se reza el Santo Rosario. La alegría se completa con la quema de juegos artificiales: morteros, cohetes o voladores.

A las ocho de la mañana, tanto lugareños como visitantes se reúnen en la iglesia para participar en una ceremonia conocida como la “Bendición del Fuego de la Candelaria” a la cual asisten llevando velas y velones encendidos para que sean bendecidos por el cura de la iglesia. Luego de la procesión en las calles, la imagen de la Virgen es llevada hasta las puertas del templo. Allí los “Vasallos” entonan coplas antes de dar comienzo al baile.

Su colorido y esplendor es parte del comienzo del cielo en verano con el fresco clima que deja la lluvia (recordemos que en Venezuela se llama “verano” al periodo de sequía que se extiende desde noviembre hasta mayo).

Se festeja la fertilidad de la tierra, costumbre antigua de los indígenas, pero con la incorporación sincrética de la devoción a la “Virgen de la Candelaria” en ese día. Hay una procesión que lucha con los carros, los hombres se visten con colores estridentes, además de plumas, banderas, sombreros escandalosos con pelos rojos. Es lo más sorprendente de todo el asunto y llevan un palo y una maraca en las manos.

Arrancan con una misa para la “Bendición del Fuego de la Candelaria” con velones prendidos. Durante la Procesión se cumplen promesas, cantan sus coplas a la Virgen y se baila al acompañamiento de un violín, tiple, cuatro y tambora. Los Vasallos continúan en la casa del capitán donde se toman su vainita, chicha o licor, bailando como en trabajos del campo.

 

ANZOÁTEGUI

En Caracas también las celebraciones se realizan en la “Parroquia de la Candelaria”, así como en el Estado de Anzoátegui y en el Estado de Lara, otras dos de las regiones donde las celebraciones de la “Virgen de la Candelaria” son más arraigadas.

El sentimiento religioso de Cantaura (Anzoátegui) es característico, a tal punto que, a partir del 20 de agosto de 1990, la “Virgen de la Candelaria” es Patrona del Estado Anzoátegui y su imagen venerada por propios y extraños.

Hasta la actualidad la versión más aceptada del por qué “Nuestra Señora de la Candelaria” está en Cantaura, tiene su comienzo en una tradicional leyenda Kariña. La misma afirma que un día, el sol se puso rojo y resecó la hierba, los ríos se paralizaron y la lluvia, como maldición, se alejo de Chamariapa lo cual motivo a los Kariñas a hacer plegarias para que cesara la dura sequía. De pronto, sorpresivamente entre la hierba, hizo su aparición una luz con la imagen de una virgen que dijo llamarse Candelaria. Al poco tiempo, llegó la lluvia y con ella el verdor de los campos, el caudal de los ríos y el ganado que hoy con el gas natural y petróleo son las principales riquezas económicas de esta tierra también conocida como “El Faro Norte de la Mesa de Guanipa.”

En consideración a tal leyenda, tanto el fundador de Chamariapa como los misioneros franciscanos que le sucedieron, se encargaron de inculcar entre Hispanos y Kariñas, la fe por la peculiar imagen de su “Virgen de la Candelaria”, que se distingue de otras, por ser blanca y no morena como comúnmente es representada.

 

VARGAS

En la “Parroquia La Candelaria” de Caracas, así como en el Estado de Vargas (norte), se realizan concursos de danzas, convocando a grupos de bailes autóctonos, y luego se efectúa una procesión en los alrededores de la parroquia.

 

MÉRIDA

En la región andina venezolana, especialmente en el estado Mérida, el día de la “Virgen de la Candelaria” es celebrado por la “Cofradía de los Vasallos de La Candelaria”, quienes representan una danza de indudable sentido propiciador de la fertilidad y fecundidad de la tierra.

Por lo general, en estas celebraciones, se aprovecha para promover la unidad comunitaria y familiar, y honrar a María como la intercesora de Dios en el mundo. Es la celebración de los inmigrantes españoles más identificados en Venezuela.

Puede definirse como una ‘fiesta en la casa’ no estrictamente religiosa; se hace todo lo relativo al ambiente festivo, a la alegría. Se reparten en las iglesias unas velas amarillas que se llaman ‘velas del alma’, las cuales, según una antigua tradición llamada ‘la fiesta de las candelas’, representan las luces que alumbran el camino de la gente al nacer y al morir. Hay quienes las guardan en sus altares domésticos para usarlas en tormentas o crisis familiares, que serán puestas en manos de la Virgen.

 

VALENCIA – VALLE DE SAN DIEGO

Los habitantes de la zona La Candelaria del municipio Valencia y los del Valle de San Diego de Alcalá, celebran el 2 de febrero con una gran fiesta llena de alegría a la regente espiritual de estas dos poblaciones que mantienen viva una tradición que comenzó hace más de 160 años.

En la iglesia de “La Candelaria” del municipio Valencia hay dos imágenes de la Virgen. La más antigua está en una capilla dentro de la iglesia, fabricada en Caracas, en 1873, al estilo colonial, con armadura, por lo que rostro y manos son las únicas partes tridimensionales. Tiene una enorme corona y un vestido blanco y azul, con una hermosa capa. La gran mayoría de los devotos encienden allí sus peticiones y es más admirada que la nueva imagen que ocupa la pared del púlpito central fabricada en 1908 en París, tallada en madera, con estilo neocolonial, elaborada producto de la venta de las joyas donadas por los feligreses.

“La Candelaria” tiene la tez morena, aunque en muchas iglesias no toman en cuenta esta característica porque muchos piensan que la primera figura que apareció estaba quemada.

El ceremonial de la celebración de la “Virgen de La Candelaria”, tanto en Valencia como San Diego, comienza con la bendición de los cirios en la plaza, afuera del templo. Una vez que el manto de las palabras protege al numeroso grupo de personas, tratando de estar lo más cercanas al pastor para recibir las chispas del agua santa, entran al templo cantando y celebrando a la “Virgen de La Candelaria”

La zona, iglesia y Virgen tienen el nombre de “La Candelaria”, en el municipio Valencia, por el grupo de canarios que llegaron a Venezuela trayendo sus costumbres, ideales y añoranzas de su suelo. Fue así como contribuyeron a la construcción del templo católico y todavía hoy en día apoyan iniciativas y las festividades anuales que se realizan.

 

LA DEVOCION – EL PRIMER TEMPLO

El 27 de Noviembre el presbítero Gabriel de Mendoza fundó la “Iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria” en 1618, por orden del Rey Felipe II de España y por Real Cédula, fechada en Madrid, le es ordenado al gobernador y al Capitán General y al Obispo de Venezuela reunir a todos los indígenas dispersos para comenzar a hermanarlos en pueblos, y así los misioneros o religiosos católicos comenzaron a inculcarles la doctrina religiosa.

En el año 1895 el escritor costumbrista Rafael Bolívar, narrando las festividades de la “Virgen de la Candelaria”, dijo entre otras líneas: “No hay Cristo que se oponga a la querida Virgen de la Candelaria en su día”.

De esta apreciación han transcurrido más de 100 años, muchas costumbres han cambiado, algunas hasta han desaparecido. Pero la celebración a la “Virgen de Candelaria”, día a día, se ha fortalecido en un trabajo conjunto entre la parroquia y el equipo de Candelaria, quienes han logrado una participación sin precedentes a la comunidad. Participación que incluye la celebración de la Novena a la “Virgen de la Candelaria”, la Misa de Aurora, la tradicional Misa Solemne, la procesión conjuntamente con las autoridades municipales a través de la Dirección de Educación y la Dirección de Deportes y el majestuoso desfile cívico, sin obviar los actos populares, con la tradicional elección de la reina, las actividades deportivas, los toros coleados y las exposiciones de pinturas, entre otras.

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Nuestra Señora de los Remedios de Huajicori, México ( 2 de febrero)

María de Huajicori, o la Virgen Candelaria es la protectora de la zona del Nayar, en el estado de Nayarit, contándose sobre ella numerosos auxilios por crecida de los ríos de la región.

Se cuenta que fue hallada y misteriosamente desaparecida varias veces y su templo fue comenzado a construir más de una vez, hasta que reapareció sobre un árbol y a su lado se le construyó la actual Iglesia…

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El nombre de Huajicori proviene del término cora “Huaxi-imi”, compuesta de “Xicori” sinónimo de “Payol” (Biznaga llamada Peyote) y “Hua», que indica la denominación de “Mucho Peyote” o “Donde hay mucho peyote”.

Huajicori se encuentra a 60 metros sobre el nivel del mar. El municipio de Huajicori se localiza en la región serrana. Limita, al norte y al este, con el estado de Durango; al sur, con el municipio de Acaponeta y, al oeste, con el estado de Sinaloa. Tiene una superficie de 2,267.5 kilómetros cuadrados.

Tiene 182 localidades de las cuales, las cinco más importantes son: Huajicori, San Andrés Milpillas, Quiviquinta, Mineral de Cucharas y San Francisco del Caimán. El 21% de la población se concentra en la cabecera municipal. Las cuatro partes restantes se encuentran dispersas en las demás localidades, de las cuales 143 tienen de 1 a 49 habitantes.

Una pintoresca población de agradable fisonomía que aún se niega a perder su encanto colonial. El lugar adquiere mayor realce con el colorido de las fiestas de la Virgen de la Candelaria.

 

LA IMAGEN

La imagen de «Ntra. Sra. de los Remedios» es antigua y pequeña, no pasa de los 50 centímetros de altura y, al igual que las demás imágenes marianas de la época, está elaborada con pasta de Michoacán.

La visten con gran esplendor. A los costados de su manto están colocadas dos tiras de rosas que la hacen similar a la imagen de «Ntra. Sra. de Talpa»; en su brazo izquierdo sostiene al Niño Jesús y, en la derecha, trae consigo una candela. Bajo sus pies está colocada una media luna y, sobre su cabeza, una corona y aureola de plata.

Está sentada sobre una peana circular que la hace ver un poco más alta.

Su propio título es el de «Nuestra Señora de la Purificación» o «la Candelaria», de ahí que tenga en su brazo derecho la candela y que la festejen el día 2 de febrero de cada año, pero se le ha conocido con fama con el nombre de «Los Remedios de Huajicori».

Es preciso mencionar también acerca de la Prelatura del Nayar, cuando el Papa Juan XXIII el 30 de abril de 1962, erigió la «Prelatura de Jesús María del Nayar». Ésta queda exclusivamente dependiente de la Santa Sede y, entre las parroquias que la componen, se encuentra «San Sebastián de Huajicori».

La Prelatura está a cargo de los Padres Franciscanos. Tiene un área de 20,000 Kilómetros cuadrados y una población de más de 30,000 indígenas.

El 15 de agosto de 1962 el Delegado apostólico en México, D. Luigi Raimondi consagró en la iglesia de «San Francisco» en Guadalajara, al primer Obispo Emérito de la Prelatura, P. Fr. Manuel Romero o.f.m. quien actualmente todavía dirige está prelatura juntamente con el Obispo Fr. Antonio Pérez Sánchez o.f.m quien, antes de partir a la Prelatura, estaba a cargo de la «Parroquia de Nuestra Señora de Santa Anita», en Jalisco.

Es por esto que, al gozar de una gran fama, la «Virgen de los Remedios de Huajicori» en esta Prelatura y en gran parte del estado de Nayarit, es Ella la Protectora del Nayar.

 

ORIGEN DE LA IMAGEN

El origen de la venerada imagen se remonta al siglo XVII. Fue Fr. Francisco de Fuentes o.f.m el donante de la «Virgen de Huajicori» entre los años de 1623 a 1629 y después fue colocada en el templo principal de la población de San Sebastián de Huajicori.

La «Virgen de Huajicori» ha sido siempre la protección de toda esta región nayarita, sobre todo del poblado de Acaponeta donde, en varias ocasiones, se han visto afectados sus habitantes por inundaciones de un río que corre cerca del pueblo y que se ha desbordado. Pero la misericordia de Dios se ve manifestada a través de María de Huajicori.

 

LA FESTIVIDAD

Su festividad, anual y tradicional, es el 2 de febrero, festividad de la Candelaria. Se la celebra con gran solemnidad y esplendor, es muy venerada, especialmente en el norte de Nayarit y el Sur de Sinaloa. Acuden a su Santuario más de 10 mil personas solamente en las festividades.

Huajicori es sede de las más antiguas fiestas religiosas en el estado el día 2 de febrero. Peregrinos de toda la entidad se da cita en este pintoresco lugar para celebrar fervorosamente el «Día de la Candelaria», el 19 de marzo «Día de San José» y el 12 de octubre «Día de San Andrés». La «Virgen de la Candelaria» es venerada en una fiesta anual del 25 de enero al 2 de febrero.

La celebración inicia con el alba, con «mañanitas» y peregrinaciones al Templo de «Nuestra Señora de los Remedios». Hay danzas alusivas a la conquista española, acompañadas con chirimías; también hay bandas de música, juegos mecánicos, fuegos artificiales, palenque, exposición y venta de artesanías huicholas, verbena y baile popular.

 

MITOS Y LEYENDAS

En el interior del templo de «Nuestra Señora de los Remedios» se encuentra la imagen de “La virgen de la Candelaria”. La virgen está elaborada con pasta de maíz (técnica indígena tarasca).

Cuenta la leyenda que apareció flotando en las aguas del río Acaponeta un bule (similar a una calabaza hueca) la cual fue recogida por unos indígenas y llevada al templo de Huajicori por el fraile de Fuentes. Se dice que en la entrada está la piedra denominada “Teposilama” que, en el fervor popular, explica cómo la figura de una mujer que se arrepintió de haber visitado a la «Virgen de la Candelaria» se quedó petrificada sin poder regresar a su lugar de origen.

Otra versión de la leyenda de «La Candelaria» es la siguiente: Según los relatos de su origen (cosa que data de hace cientos de años), esta Virgen se apareció en el río de Cihuacora donde se le empezó a construir su parroquia y, cuando ya se estaban terminando los cimientos de dicha parroquia, la Virgen desapareció. Al poco tiempo, la encontraron más arriba, en un llano muy grande donde otra vez se le empezó a construir su capilla y también, como la vez pasada, al estar terminando los cimientos, volvió a desaparecer quedándole el nombre al lugar de los cimientos, los cuales todavía existen.

Tiempo después, se apareció en lo que hoy es Huajicori; pero no en el lugar donde está hoy la iglesia, sino que la encontraron cerca del río en medio de unos veranos de unos señores de apellido Juárez, los cuales dieron aviso del hallazgo y, como de antemano ellos ya tenían conocimiento de estas apariciones, se dio aviso a las autoridades tradicionales de San Francisco de Lajas, Durango; vinieron por ella para llevarla a donde se apareció por vez primera pero, a los pocos días de haberla llevado, volvió a desaparecer.

Tiempo después, en Huajicori (estaba poblado sólo por cinco familias), en lo que hoy es el centro del pueblo, que era una zona de monte con árboles muy grandes, encontraron a la Virgen arriba de uno de esos árboles. A dicho árbol lo conocían con el nombre de guaje y volvieron a dar aviso pero, esta vez ya no se la llevaron, sino que se le empezó a construir su iglesia a un lado del árbol, dejándola ahí hasta que concluyó dicha obra. El árbol permaneció hasta el año de 1971, fecha en la que se cayó debido al paso del tiempo.

Es por eso que, a dicho pueblo, le dieron el nombre de Huajecora, pero le han ido cambiando el nombre hasta llegar al que actualmente ocupa, «Huajicori». Es así que, cada aniversario (2 de febrero), se celebra la fiesta más bonita de esa región a la que acuden desde todo el municipio y toda la sierra. Allí se presentan peregrinaciones, danzas, exposiciones.

A la festividad acuden feligreses de distintos lugares con la fe que le tienen a esta advocación de la Virgen. Las fiestas duran tres días hasta el día dos de febrero.

 

TEMPLO DE NUESTRA SEÑORA DE LOS REMEDIOS

Considerado como uno de los templos más bellos e interesantes del estado, fue construido por los frailes franciscanos en el siglo XVII. Posee una hermosa fachada de estilo barroco en dos cuerpos, donde se destacan las finas decoraciones sobre la cantera de los frisos y el remate mixtilíneo, con la escultura de la santa patrona del templo.

El templo está construido en piedra roja y sus portales están labrados en cantera rosada. La portada principal está formada por dos cuerpos con torre de dos niveles. Como una decoración extraña a la construcción, se encuentra una gran escultura adosada (apoyo para el muro) en la esquina izquierda de la fachada que, por su deterioro, es imposible identificar al personaje que representa.

El primer cuerpo de la portada es la entrada al recinto, que tiene arco de medio círculo y arriba se ven dos angelitos bellamente esculpidos sosteniendo la corona o escudo papal. En la parte media del friso con triglifos y metopas sobre la clave del arco, está labrada un tanto deforme un águila bicéfala de Carlos V, lo que nos da una idea de la antigüedad del templo.

El arco de acceso esta adornado con relieves fitomorfos vegetales, el que está flanqueado por columnas de altos pedestales y de rasgos platerescos, como la señala el adorno central.

El segundo cuerpo es definitivamente barroco, con sus columnas salomónicas flanqueando, por un lado, a las hornacinas (hueco en forma de arco que se deja en el grueso de una pared), donde se alojan esculturas y, por el otro lado, tienen pares de pilastrillas que enmarcan la ventana coral luciendo un doble arquitocón pintaje (colgante), detalle clásicamente mudéjar. El remate afecta la forma triangular mixtilínea con un nicho en el centro con venera (concha) que alberga la escultura de la Virgen María.

El templo es de una sola nave rectangular. Está cubierta con bóvedas soportadas por arcos moldurados y con la clave labrada: las columnas medias muestran que sostienen los arcos. El altar principal es de estilo neoclásico, con frontón triangular que sostienen pares de columnas jónicas con guirnaldas esculpidas (como es común verlo en las iglesias de Jalisco y Nayarit). La torre del campanario es de dos cuerpos y capulín. El primer cuerpo, es de base cuadrada y columnas salomónicas; el segundo cuerpo, es ochavado y las columnas que flanquean sus vanos son de fuste liso.

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Virgen del Socavón de Oruro, Bolivia ( 2 de febrero)

Mama Candelaria, Canducha, Candila, Mesticita hermosa, Morena cachamoza, Mamita del Socavón… muchos títulos se le da a la Virgen de la Candelaria que ha sido venerada en Oruro desde que apareció pintada en un fresco del Socavón; se convirtió en patrona de los mineros y no quiso marcharse tampoco cuando fue restaurada y trasladada al altar. Desde su allí agradece con amor la devoción que sus hijos expresan con baile y folklore.

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Desde el año 1789 se tiene evidencia de la existencia de un cuadro, de mérito artístico, representando a la Virgen pintada sobre un muro que circundaba un solar abandonado en los extramuros de la ciudad de Oruro, contiguo a las colinas denominadas Pie de Gallo y Tetilla, que en la época eran asientos mineros de gran riqueza. También queda desde entonces el recuerdo de un milagro.

Este episodio dio origen a la famosa advocación de la Virgen del Socavón.

 

LA VERSIÓN DE LA APARICIÓN DE LA VIRGEN

La versión relativa a la aparición de la Virgen del Socavón – matizada de romanticismo y drama – la encontramos en la Novena compuesta en honor de la Protectora, por el cura Emeterio Villarroel y publicada a fines del siglo XIX. El personaje central es Anselmo Berlamino, apodado el “Nina-Nina” y pretendiente de Lorenza Choquiamo, una beldad india, hija de un comerciante de mediana fortuna llamado Sebastian Choquiamo.

De Anselmo Berlamino, dice aquella pieza eclesiástica, “en los anales de aquellos tiempos se puede compulsar el terror pánico que llego a inspirar en estas comarcas el famoso bandido “Nina-Nina”, especie de monstruo que perpetraba robos con la mayor audacia y la mas astuta sangre fría. Este asesino no pudo ser tomado por la policía y ni los premios que la autoridad ofrecía por su cabeza, ni las diversas partidas que se organizaron contra él, ni las celadas que se le tendían; tuvieron un resultado favorable”

El sábado de Carnaval de 1789, “Nina-Nina” planificó huir con su prometida Lorenza (que atendía el almacén de su padre en las inmediaciones del Conchupata) ante las negativas de su padre podara acceder al noviazgo, enterado como estaba de su mal de vivir.

“Nina-Nina”, devoto como era de la Virgen de la Candelaria, previamente acudió a un solar de la parte más alta de la ciudad, como era habitual en él, para encender dos cirios a la imagen, entonces ignorada por el común de las gentes.

Alrededor de las 7 y media de la noche, encaminó sus pasos hacia el almacén de los Choquiamo. Cuando ejecutaban el plan de la huida, fueron sorprendidos por el padre que retornaba al hogar.  

Desfalleciente el “Nina-Nina” fue conducido por una joven hermosa al hospital de la Villa, encargando se le prodigaran las mejores atenciones y que llamaran al señor cura. Luego desapareció súbitamente como por encanto después de dar su bendición al agonizante y hablarle al oído cortas palabras.

En esta narración entra lo histórico, cuando el autor de la Novena, sostiene que el párroco de Oruro Carlos Borromeo Mantilla en ese año de 1789, “recibió confesión del paciente, quien en esos supremos momentos de agonía y teniendo aún clavada en la garganta su propia daga, expuso que él era devoto de una Virgen de la Candelaria que existía en un solar abandonado de la ciudad, y a cuya imagen dedicaba todos los sábados una vela; que él era Anselmo Berlamino alias el “Nina-Nina” y estando próximo a expirar sin confesión en manos de Sebastian Choquiamo, había sido auxiliado por la misma Virgen a quien veneraba.”

Esta versión sobre el origen de la Virgen del Socavón, marca entonces el inicio de un culto frenético que conocemos en nuestros días y que como en ninguna parte del orbe, encuentra su identidad en las magnas celebraciones del carnaval de la actual capital del Folklore Boliviano, por su raigambre legítimamente andina y por una simbiosis mítico-pagana.

Los mineros de la zona, adoptaron los siguientes acuerdos: la mina de Pie de Gallo se llamaría en adelante “Socavón de la Virgen”, debiendo honrársela anualmente durante tres días a partir del sábado de Carnaval. Difundir este acuerdo unánime en toda la jurisdicción y componer canciones y villancicos en loor de la imagen, y esto que es importante, “que para honrar debidamente a su excelsa Patrona, todos los mineros se disfrazarían precisamente de diablos”.

Esto ultimo, devino de que los mineros siempre tuvieron sentimientos arraigados y ancestrales, de que el “tío” – que es el equivalente del diablo – interviene en el éxito o en el fracaso de sus labores en el subsuelo; por lo que modelan con barro o la greda más fina, una representación de Satanás en bulot, colocándola en las grietas preferidas de los parajes mineros, para rendirle pleitesía con vetas de sebo encendidas, masticaciones de coca y sendas libaciones de licor; amen de invocaciones cánticos y challas periódicas con sacrificios de llamas jóvenes, conocidos con los nombres de “convidos a la Pachamama”, ”mesas” y “wilanchas”.

 

EL CARNAVAL DE ORURO

“Aquí, en Oruro, se danza para la Virgen”. Después de 11 años de ser custodio de la Candelaria, el Padre Jairo de Jesús asume y respeta las tradiciones religiosas criollas. “Este no es un Carnaval como los de Río o Viena; es un Carnaval religioso que comenzó con el homenaje de los mineros a la Virgen en los únicos días que tenían libres, que eran los feriados de Carnaval. Este año será especial, pues, el 2 de febrero, día de la fiesta de la Mamá Candelaria, coincidirá con el Carnaval y eso ha pasado apenas tres veces: en 1799, en 1856, ahora el 2008 y no volverá a ocurrir hasta el 2160. Por eso vamos a sacar la casa por la ventana. Estamos refaccionando la iglesia y el 1 de febrero va a haber una gran peregrinación de cirios que va a convertir a Oruro en un mar de candelas. Luego, una serenata a la Virgen se va a fusionar con las bandas y al día siguiente, a bailar porque el Carnaval de Oruro es un tesoro multicultural único”.

El Carnaval de Oruro se origina en las ancestrales invocaciones andinas a la Pachamama (Madre Tierra), al Tío Supay (diablo) de los parajes mineros, y a la Virgen de la Candelaria.

Su honda espiritualidad y magnetismo, se ha gestado en cinco grandes periodos: el primero se extiende desde sus arcanos prehispánicos y coloniales hasta la aparición de la imagen de la Virgen de la Candelaria, en 1789 y su develación posterior en una cueva del cerro «Pie de Gallo».

En el segundo periodo, de casi un siglo (1789-1900) los mineros reunidos al conjuro del descubrimiento de la Virgen, resuelven reverenciarla durante tres días al año, desde el sábado de Carnaval, usando disfraces a semejanza del diablo al ritmo de una cautivante música, que nadie sabe quién compuso. Tampoco se conoce el pincel que pintó el fresco de la Virgen.

Data desde entonces la Entrada de Cargamentos y Ceras, con ornamentos regionales, presentes de plata para la Patrona, viandas, y bebidas.

En el tercer periodo (1900-1940) irrumpen las primeras comparsas devotas, como «tropas» de diablos, morenos y tobas que se concentraban en la plazuela de «La Ranchería» escanciando chicha y alcohol, para después enfilar por las calles La Paz y Cochabamba hasta la antigua capilla del Socavón.

Los diablos pertenecían al gremio de matarifes. Los morenos eran vendedores de coca. Los veleros conformaban el grupo de los incas. Los llamados «carreritos» se agrupaban en la comparsa de los tobas. Se acompañaban con quenas, pinkillos, tambores, bombos. Hábiles santeros y mascareros dieron inicio a la estirpe de los artesanos. En ese tiempo, no participaban niños ni mujeres.

De 1940 a 1980, derribando perjuicios, empleados del comercio, la banca, maestros y hasta un militar, se unieron al Carnaval. Los llamados pijes o ck’arcas, marcaron con sus innovaciones los futuros rumbos de la original Entrada.

En 1963 se funda el Comité de Defensa de los Conjuntos Folklóricos, mientras que en los teatros se escenifica el original «relato» de La Diablada, con base en una versión —La lucha entre el Bien y el Mal— del escritor Rafael Ulises Peláez.

En 1965 la orureñidad se declara de hecho «Capital Folklórica de Bolivia», las bandas de música aumentan su creatividad, y se impulsa el viaje de grupos de diablos al interior y al exterior.

En 1970, el gobierno declaró a Oruro Capital del Folklore boliviano, mientras se acrecienta la corriente turística. Surgen otros conjuntos, como los Caporales, con la incursión resuelta de la juventud y la mujer en un Carnaval que se masifica.

De la década de los 80 hasta nuestros días se vive un quinto periodo, de esplendor, con la espectacular presentación de la mujer y el despliegue de trajes y derroche de belleza juvenil.

Por primera vez se registra la Música y Danza de La Diablada y se elaboró el estudio técnico para gestionar ante la UNESCO la declaratoria del carnaval orureño como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad.

En 1995 el Estado reconoce a la Entrada como Patrimonio Cultural, Tradicional, Artístico y Folclórico, contrarrestando su «transplante» a otras regiones.

 

SINCRETISMO: LA PACHAMAMA, EL TÍO Y LA VIRGEN

El baile de los diablos fue el primero realizado en honor de la Virgen del Socavón. Años después, en 1904, la entrada carnavalera se institucionalizó a la cabeza de la Diablada. El autor Ascanio Nava afirma que el 25 de noviembre se formó el primer conjunto de danza: La Tradicional Auténtica Diablada de Oruro. Los mañazos, comercializadores de carne, eran los integrantes de la misma.

Es el Diablo quien, bajo el nombre de Tío, ayuda a sus sobrinos los mineros. Al identificarse la mina con la imagen de la Virgen del Socavón se produce un extraño sincretismo, surgiendo la mencionada danza de la Diablada, mezcla de ángeles y demonios que coexisten en una continua lucha donde se hacen sutiles y difusas las líneas que diferencian el bien y el mal.

 

LA MITOLOGÍA ANDINA: URUS, WARIS Y ÑUSTA

La leyenda misma de donde arranca el carnaval de Oruro sobre todo en su esencia filosófica, nos retrata la configuración de tres ídolos aún vigentes en la realidad costumbrista del pueblo y cuya secuencia se presenta cuando «Wari»,el Dios del mal, dominador de los Andes decidió castigar a los Urus, habitantes de esta región Cordillerana porque se habían arrepentido de sus pecados, que él les entregó como norma de vida y trataban de volver por los caminos del bien..»

«Wari» semi Dios de la mitología andina, en su afán de castigar a los Urus por tornar sus vidas hacia el bien, entonces desencadenó su furia ante el pueblo de los Urus, una gigantesca serpiente que se asomaba por el Sud de la población para exterminar a sus arrepentidos moradores; además de enviar por el Norte a un Sapo gigantesco, por el Este, una verdadera plaga de hormigas hambrientas y un monstruoso Lagarto, con el fin de exterminar a los pobladores de la región. En ese instante atendiendo el clamor de los Urus, hizo su aparición una bella Ñusta, quien en lucha denodada derrotó al temible Wari.

Dice la leyenda: derrotado que fue Wari, sucumbió buscando morada en lo más profundo de la tierra; en tanto el Sapo, la Serpiente y el Lagarto fueron convertidos en piedra y las Hormigas en arena.

La Bella Ñusta, que según los Historiadores era la Virgen del Socavón, quedo plasmada en una hermosa imagen que pervive hasta el presente para proteger a los mineros que podían ser víctimas de la maldad y astucia de Wari, que hoy vencido y humillado cuida las riquezas naturales en las entrañas de la tierra.

En principio, la presencia de Wari en los socavones mineros despertó temor y desconfianza, pero no tardaron los mineros en identificarlo, por sus actos y conducta, en actitud sumisa y de zozobra lo incorporaron en su círculo llamándole «tío». De esta manera el minero aseguró la complacencia de la divinidad, tocándole sus fibras intimas de orgullo ancestral, logrando por lo mismo beneficio, recompensa en la entrega permanente de riquezas del subsuelo de las que es absoluto dueño y señor.

Recordemos que en los pueblos del territorio boliviano, los españoles han sido los segundos opresores después de los Incas. Los dioses Urus sobrevivieron a los embates de Aymaras, Quechuas y Españoles, que se ven reflejados en el carnaval de Oruro.

 

LA IMAGEN DEL SANTUARIO DEL SOCAVÓN

Es un templo religioso de especial devoción por los habitantes de Oruro, donde se venera a la Virgen de la Candelaria, patrona de los mineros, que localmente recibe el nombre de Virgen del Socavón.

Se trata de una extraordinaria imagen no mestiza, pintada sobre unos adobes, que formaban parte probablemente de un muro interior entre fines del siglo XV y principios del siglo XVI. En su honor se realiza la fastuosa Entrada Folklórica del Carnaval.

“Durante siglos, el fresco de la Virgen fue adornado con vestidos, pelucas, joyas y hasta manos postizas. Se estaba deteriorando mucho de tanto sacar y meter clavos”. El padre Jairo enseña las fotografías que atestiguan el proceso que salvó a la imagen sagrada de la destrucción y lo cuenta con su ameno acento de colombiano nacido en el calor de Medellín.

“A la imagen, que estaba pintada sobre un muro de adobe, los fieles le colgaban aretes, coronas y pesados vestidos que descascaraban la pintura. Por eso, en 1990, llamamos a Italia y la Unesco mandó una comisión de restauradores. Después de un estudio, los expertos la sometieron a un complicado proceso por el que le aplicaron barnices especiales y parches de gasa hasta que taparon toda la Virgen y así la trasladaron, adobe por adobe, de la pared en la que estaba a una base de madera que fue colocada en el nuevo altar. Los restauradores dijeron que su estado de conservación era un milagro, porque con las vibraciones de los dinamitazos y de las bandas debía haberse deshecho. Pero la Virgencita sabe cuidarse y quiere quedarse aquí para toda la eternidad”.

El Santuario es atendido actualmente por los religiosos de la orden de Siervos de María.

El templo-santuario fue construido en 1891 y sufrió innumerables modificaciones y arreglos. Sus puertas tienen la siguiente inscripción:
«Tu que gimes en una vida de crimen,
Sin embargo, puedes salvarte,
Ven y prostérnate a los pies de la Virgen,
A llorar tus pecados…»

En 1987 se inicio el proceso de ampliación y remodelación del Templo del Socavón, el cual fue inaugurado en 1991.

Al año siguiente 1992, se descubrió la imagen restaurada por expertos de la Virgen Morena del Socavón patrona de los mineros y venerada por millares de folkloristas en el Carnaval de Oruro. En el subsuelo del santuario se encuentran el Museo Costumbrista y Mineralógico, como muestra de la simbiosis pagano-religiosa.

 

PRUEBAS DE FE

“A ella, le debo la vida. Yo he vivido sus milagros”. Los ojos de la orureña Elizabeth Vallejos se humedecen cuando, a los pies del altar, cuenta su historia: “Cuando mi madre murió, yo no tenía recursos económicos para enterrarla. Entonces agarré el Rosario y comencé a rezarle a la Virgen; y apareció una señorita, que me ofreció un ataúd. Me pagas cuando puedas, me dijo y aunque no la he vuelto a ver siempre la tengo en mis oraciones, ha sido un ángel enviado por la Virgen”.

La esposa de uno de los danzarines de La Paz estaba desahuciada por un cáncer. Tenía sólo tres meses de vida, pero la señora dijo que si se iba a morir sería en el Carnaval, bailando para la Virgen. En el Carnaval del 2003 ha hecho el recorrido y con lágrimas le ha rogado por su salud a la Virgencita. Han pasado cinco años y ella está sana y sigue bailando.

Otro caso es del ex ministro Tito Hoz de Vila; él tenía un problema grave en la cadera pero ha hecho su promesa, ha bailado tres años y ahora lo ven como está. La Virgen les ha retribuido curándolos”.

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Tobas Central Oruro – Sábado de Peregrinación 2008

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Nuestra Señora de la Candelaria de Copiapó, Atacama, Chile ( 2 de febrero)

El arriero Mariano Caro Inca (también conocido como José del Carmen Caro) regresaba de la cordillera cuando la más terrible tormenta le hizo perder la orientación. Vio a lo lejos una luz y la siguió con la esperanza de encontrar refugio. El fulgor lo guió hasta unos peñascales donde encontró no sólo la protección que le salvó la vida, sino también la imagen de la Virgen Candelaria con el niño en sus brazos que emitía incesantemente una fuerte luz brillante. La leyenda encendió la devoción en la Región de Atacama y nunca se la ha dejado de festejar desde 1780…

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Limitando, al norte con la región de Antofagasta y al sur con la de Coquimbo, la región de Atacama es considerada una región transicional, debido a que en ella las unidades de relieve básicas del norte del país comienzan a cambiar. Las tres provincias que la componen: son Chañaral, Huasco y Copiapó.

Copiapó es el nombre de la capital de la provincia de Copiapó y de la III Región de Atacama, con tradición minera desde sus orígenes, es conocido por ser un oasis donde florece el desierto, además de poseer en su valle la primera exportación de uvas del país.

Junto a Caldera y Tierra Amarilla forma la provincia de Copiapó. Está ubicada a una altura media de 391 metros sobre el nivel del mar. La llamaron «tierra olvidada» por sus años de postergación. Hoy en día, es la segunda ciudad con mayor crecimiento económico en la última década en el país.

El origen del término «Copiapó» no es exacto. Viene del quechua “kópa-yápu”, ‘sementera de turquesas’. Su nombre es derivación de “copay”, voz quechua: color azul claro, y “yapu”, tierra arada (Copa-yapu).

Según la traducción del P. Alonso Ovalle, proviene de “copa”, ‘color verde azul como el óxido de cobre’, y “yapu”, por el participio ‘arado’ del verbo ‘yapuy’, arar.

En aymará, “copa” también significa verde; hay quienes lo hacen venir de una unión de vocablos aymará y quechua, pero la más común definición de Copayapu es “copa de oro”.

 

HISTORIA DEL LUGAR

Fue fundada oficialmente el 8 de diciembre de 1744 por el gobernador José Manso de Velasco, bajo la designación de “San Francisco de la Selva de Copiapó” aunque su origen se remonta antes de la llegada de los españoles cuando formaba parte del imperio inca. En ese entonces, los indígenas llamaban a esta localidad “Copayapu” que, como dijimos, algunos traducen como «Copa de oro», otros como «valle verde» y también como «Sementera de turquesas».

Cuando el español Diego de Almagro descubrió Chile, en 1536, lo hizo ingresando por la Cordillera de los Andes a través de la quebrada de Paipote, en medio del Valle de Copiapó el cual nombró Valle de la Posesión. En estas tierras se realizó la primera misa católica en Chile.

 

LA HISTORIA DE LA APARICIÓN

La historia comienza en 1780, cuando Mariano Caro Inca, vecino del pueblo de San Fernando regresaba de la cordillera y una tormenta lo obligó a refugiarse en unos peñascales.

Estaba a la orilla del salar de Maricunga y allí encontró una piedra de unos 14 centímetros de alto con la imagen de la Virgen con el Niño Jesús en brazos grabada. Caro Inca, lleno de respetuoso fervor, tomó la imagen en sus manos, llamó a sus compañeros para participarles del hallazgo y luego de colocarla cuidadosamente en la alforja de su mulo, siguieron el camino.

El 2 de febrero de 1780, día consagrado a la fiesta de la “Presentación del Niño Dios al Templo” y de la “Purificación de la Virgen”, día en que la Iglesia bendice las candelas en honor de Cristo, Luz del Mundo, llegó Caro a la hijuela que tenía en San Fernando. Mientras él arreglaba el altar para venerar la imagen con el nombre de “Nuestra Señora de la Candelaria”, los arrieros divulgaron la noticia del encuentro.

Todos los años, al acercarse esta fecha, las familias vecinas del pueblo se reunían para rezar la novena a la Virgen. A la muerte de Mariano Caro, su esposa Josefa Guzmán continuó aquella tradición y levantó un pequeño oratorio en cumplimiento del testamento de su marido.

 

LA PRIMERA CAPILLA Y SU EVOLUCIÓN EDILICIA

El cura de la villa de Copiapó, Domingo Carmona, hizo edificar en los primeros años de 1800, la primera capilla, en la cuál se conservaron los restos de Mariano Caro Inca.

Estos restos se exhumaron y trasladaron en febrero de 1881, fiesta de “la Candelaria”, al Santuario nuevo, cerca de la imagen. El motivo de este traslado fue la situación ruinosa de la primera capilla.

En el año 1910 se dio comienzo a la construcción de un nuevo edificio en los terrenos adyacentes a los de la primera capilla que habían sido comprados a la familia Caro por don Bruno Sergio Pizarro, parlamentario de la zona, y que los donó para que allí se levantara el santuario de “la Candelaria”. La primera piedra fue colocada por el cura de Copiapó, padre Pedro Thelis, que dio comienzo a los trabajos.

El terremoto del 10 de noviembre de 1922 echó por tierra la primera capilla, lo que obligó a terminar la nueva, esta tarea estuvo a cargo del padre Crisónogo Sierra, quien con sus propias manos trabajaba en las obras, con material que conseguía “por ahí”.

En el año 1944, el padre Polidoro Van Vliervergh construyó la nave lateral derecha del santuario.

A principios de 1968, siendo rector del santuario el padre José Canovas, comenzaron los trabajos para construir la nave lateral izquierda, que se terminó en la fiesta de 1970; era rector por entonces el padre Juan Sanchís.

En el lugar ahora existen dos iglesias:

* La Iglesia Antigua, de una construcción de barro y en la que solo se mantienen pequeñas reliquias de la época, es ahora un pequeño lugar que sirve más como una imagen viva de la religiosidad de esos años.

* La nueva iglesia, cuenta con sectores especiales de velatorio y es hoy el principal centro de adoración de la Virgen. En él se guarda la pequeña imagen que fue encontrada en 1780, además de numerosas imágenes religiosas.

 

LA DEVOCIÓN – SU FESTIVIDAD

La “Virgen de la Candelaria” también tiene un significado especial para los mineros de la zona, quienes ven en ella luz y guía en sus inseguros pasos.

La fiesta congrega alrededor de 40 mil peregrinos, pertenecientes a la diócesis de Copiapó.

La “Virgen de la Candelaria”, ha contado desde siglos con el incondicional sentimiento de agradecimiento y fe de parte de los pobladores de la región y de otras ciudades del país.

La fiesta en sí es el primer fin de semana de febrero. Antes sólo se celebraba el 2 de febrero, el día de la Virgen, efectuándose la novena, pero con el aumento de los fieles, se trasladó al domingo siguiente.

Adjunto a la novena se realizan también la bendición de los niños, el encuentro de la Virgen con los enfermos y los mineros, la procesión de las candelas y otros.

Esta fiesta se destaca por la fe manifestada en los bailes religiosos que asisten a la celebración, siendo ya tradición los «Chinos», los cuáles, a través de más de 200 años, han llevado a la Virgen en procesión.

La festividad está enraizada en la gente de Atacama que la vive y hace propia, integrándola al folklore de la zona, lo que tiene una importancia de primer orden, porque acrecienta el acervo cultural y lo más destacable es que permite la unidad de los miles de fieles que llegan año a año a manifestar su devoción a la “Virgen de la Candelaria”.

 

LOS “CHINOS”

Desde que Mariano Caro Inca descubrió la imagen de la “Virgen de la Candelaria”, los mineros de Copiapó demostraban devoción cada año. Las minas quedaban paralizadas por el hecho de que los trabajadores bajaban a la ciudad y se reunían en el Santuario a rendir homenaje a su patrona.

El minero se presentaba ante la imagen, con sus atuendos de trabajo, de ahí que los “Chinos de la Candelaria”, ostentan una prenda que les es muy característica, el culero o culera, trozo de cuero que usaba el minero antiguo amarrado a la cintura y que le servía para sentarse sobre él mientras agujereaba el mineral. Un pequeño gorro o morrión en su cabeza. Pañoleta o sacos sobre los hombros, que asemeja una capa, con un camisón grueso que usaban suelto sobre el pantalón.

El grueso pantalón que usaban amarrado unos 20 cm. bajo la rodilla, llevando en la cintura una especie de faja. Las ojotas de cuero de lobo marino, material del cual también eran fabricados los capachos usados para extraer mineral desde el interior de las faenas mineras.

Con el tiempo, todas estas vestimentas fueron reemplazadas por el actual «traje de chino», tapizado de espejuelos y delicados bordados.

Como buenos poetas, los chinos improvisan versos a la Virgen, a los que agregan melodías letánicas y dolientes, que son lamentos, saludos, despedidas o gracias a los favores concedidos.

Los «Chinos» son los servidores más cercanos de la Virgen, y se expresan a través del sonido de flautas y tambores, que representan el golpe del «combo» en la «cuña».

Existen varias suposiciones sobre el nombre de «Chino». La más aceptada es la acepción antigua de «Chino», “servidor”, así la Virgen así sería la «China» o «Chinita», “la servidora”.

 

ORACIÓN

Virgen de la Candelaria,
Madre de los mineros y del pueblo de Atacama,
a Tí venimos con la confianza y sencillez de hijos.
A Tí llegamos con nuestras angustias y esperanzas,
con nuestras penas y alegrías,
con las fatigas del trabajo y el peso de nuestros pecados;
con todo lo que somos y tenemos.

Virgen de la Candelaria,
Tú eres la primera portadora de la Luz, que es Cristo;
Tú eres nuestra Madre;
Tú nos reúnes junto a Cristo Salvador;
Tú eres nuestra esperanza, consuelo y gozo;
Tú nos acompañas en la ciudad, el desierto, los valles, las minas y el mar;
Tú eres nuestra estrella en el camino hacia el Padre;
Tú, nuestra huella para encontrar a Jesús.

Virgen de la Candelaria, Virgen Madre de Dios,
escucha nuestros ruegos, bendice nuestros hogares,
alcánzanos trabajo y salud;
enseñanos a escuchar la palabra de tu Hijo
y a vivirla cada día,
para que dóciles al Espíritu Santo,
sepamos construir una Nación de hermanos
y una Iglesia servidora
en nuestra tierra de Atacama.

 

LA CANDELARIA EN OTROS PUEBLOS DE CHILE

En muchas regiones de Chile, la Virgen sale de la Iglesia a recorrer extensas áreas de los poblados.

En la provincia de Talca la saludan en la gruta de la Villa Prat. Allí se levantan ramadas donde las personas pasan la noche, bailan y consumen alimentos preparados en las cocinerías.

En Cobquecura, cerca del mar ñublense, la recuerdan en la Iglesia de la Piedra, que acoge a más de un centenar de fieles. Después de la misa la alegría se desparrama en las correduras de rodeo, domaduras y fiestas huasas.

En San Pedro y Lota, se realiza la Novena y el pago de mandas con los pies desnudos. La procesión es fluvial a lo largo del río Biobío, hasta donde llega gran cantidad de mineros a invocar su bendición.

En Lota baja se celebra la «chaya» de la fiesta de la Candelaria, donde «ésta se une al festejo del carnaval. Ni los trenes, ni los pasajeros, ni la policía se libran de ser baldeados de agua carnavaleña, que al final es también la purificación impuesta por la Candelaria».

En Valdivia, el río Caucau sirve de camino para la procesión, donde las promeseras lucen su traje rojo con cinto celeste, como el hábito de la virgen.

En Rahue, Osorno, los penitentes continúan la tradición iniciada en 1869. También asisten los mapuches con sus ropas tradicionales y juegan partidos de chueca, entre cantos y bailes populares.

San Pablo y Ranco de Osorno; Alerce y Carelmapu de Llanquihue y Chiloé tampoco fallan.

En Santiago es el día en que todos asisten a las liturgias para bendecir las velas que usarán en las procesiones y en las demás novenas durante el año. Es una de las costumbres que más ilumina la forma de ser y de creer de los chilenos.

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Virgen de la Candelaria de Puno, Perú ( 2 de febrero)

Desde el día 2 de febrero de 1583, en que asentó sus reales en el pueblo la Virgen de la Candelaria, comenzó la conversión definitiva del Collao y la fama de sus milagros hizo que su influencia se extendiera a las comarcas más distantes.

Varias son las leyendas que hacen surgir milagrosamente a la imagen de la Virgen de las aguas del legendario lago Titicaca…

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Las cruentas luchas por la posesión de la riquísima mina de Laicacota, a mediados del siglo XVII, movieron al célebre Conde de Lemos, Don Pedro Antonio Fernández de Castro, a dirigirse en persona al altiplano para pacificar aquella vasta región.

En su empeño, el piadoso Virrey –muerto en olor de santidad– acudió al famoso santuario de Copacabana para agradecer a la Virgen por el éxito de su empresa, luego de fundar a orillas del soberbio Titicaca, el lago navegable más alto del mundo, la ciudad de San Carlos Borromeo de Puno, el 4 de noviembre de 1668. Allí, en la parroquia de San Juan Bautista, se venera desde antaño a una linda, dulce y sonrosada imagen de la Santísima Virgen de la Candelaria.

La Festividad de la Virgen de la Candelaria -que se desarrolla en la ciudad de Puno la primera quincena del mes de febrero- es la más grande e importante de Perú y una de las tres más significativas de Sudamérica (junto con el Carnaval de Rio de Janeiro en el Brasil y el Carnaval de Oruro de Bolivia), por la cantidad de símbolos y manifestaciones artístico culturales propios de las culturas quechua, aymara y mestiza del altiplano andino y por el volumen impresionante de personas que participan directa e indirectamente en su realización, lo que motivó que el gran José María Arguedas calificara a Puno como «la otra Capital del Perú» y fuera designada como «Capital del Folklore Peruano» el 7 de noviembre de 1985. Festividad que rinde homenaje a la milagrosa Virgen de la Candelaria, patrona de la ciudad, y a la Pachamama o Madre Tierra, ambas benefactoras de la población puneña.

 

LA APARICIÓN

No se conoce exactamente la fecha desde la que se rindió culto a la Virgen de la Candelaria de Puno. Su entronización como Patrona de este lugar se enlaza a un hecho considerado milagroso, que constituye una tradición puneña transmitida oralmente.

Varias son las leyendas que hacen surgir milagrosamente a la imagen de la Virgen de las aguas del legendario lago Titicaca, queriendo seguramente darle así a la Virgen un origen similar a la de los míticos Incas fundadores Manco Cápac y Mama Occlo.

Una de estas leyendas hace aparecer a la imagen de la Virgen de la Candelaria en el antiguo acodadero de las balsas después de una noche de tormenta en que los relámpagos habían destejido el cielo del lago» en el transcurso del siglo XVII.

Otras leyendas relacionan a la imagen de la Virgen con la vida de los mineros. Hay que recordar que en sus orígenes Puno era principalmente un asentamiento minero con las minas de Laicacota y la fundición de plata de los hermanos Salcedo en San Luis de Alba, ubicadas en las faldas Oeste del Cerro Cancharani, también recordar que, en época de la Colonia, del Cerro Azoguini se extraía en gran cantidad el precioso mercurio quien dio su nombre al cerro (el antiguo nombre del mercurio era «azogue»).

En esas leyendas también la imagen de la Virgen aparece milagrosamente en Puno, tal es el caso de lo que cuenta Dionisio Quispe donde «la Virgen con el rostro de una Señora elegante serenísima y con un niño en los brazos» apareció en el siglo XVII a un nativo de la zona quien por orden de su amo cuidaba un pequeño caserío ubicado a las riberas de un riachuelo en las faldas del Cerrito Huajasapata. En esos tiempos los españoles sancionaban drásticamente a los nativos que no cumplían con sus trabajos en las minas, así que el hombre se encontraba entre el dilema de obedecer o no a su amo cuidando el terreno.

La Virgen le pidió permiso de poder lavar las ropas de su hijo en el río a cambio de cuidarle el predio hasta su regreso. Cuando regresó con su amo, quien no creía en esta historia, encontraron «el busto de la Virgen, toda vestida de blanco, con un niño en los brazos y sus ropitas aún mojadas».

 

LA CONSOLIDACIÓN DE LA ADVOCACIÓN

La gran devoción del pueblo puneño por su reina y patrona sólo vendrá a consolidarse años después, durante la rebelión de Tupac Amaru, por los 1780.

El milagro más importante y que justificó el reconocimiento de los puneños a la Virgen se sitúa en los primeros meses de 1781, cuando las huestes de los lugartenientes del caudillo aimara Tupac Catari al lado del rebelde azangarino Vilca Apaza continuador de la lucha de Tupac Amaru, Pedro Vargas y Andrés Ingaricona, pusiéron sitio a la ciudad de Puno (que se llamaba Villa de Nuestra Señora de la Concepción y san Carlos de Puno) para reducir este bastión del Virreynato y concertar luego, su ataque sobre La Paz.

Los sitiadores, en número superior a los 12 mil hombres ocuparon los cerros que rodean Puno y sus contingentes de vanguardia, luego de algunas escaramuzas se desplazaron hacia Huajsapata, Yuraj-orqo y Orcapata en los extramuros de esa villa.

La ciudad de Puno, al mando del Corregidor don Joaquin de Orellana resistió a los dos primeros asaltos de los miles de indios rebeldes tupacamaristas del 10 de Marzo y 10 de Abril. Entre el 7 y el 12 de mayo las tropas rebeldes de Túpac Amaru lograron, en un tercer intento, avanzar hasta las primeras casas de la pequeña ciudad pero se retiraron por las orillas del Lago para preparar su último y definitivo ataque.

Los habitantes de Puno estaban completamente agotados y a punto de rendirse, en un ultimo recurso desesperado, los mestizos e indígenas puneños decidieron al anochecer sacar en procesión a la imagen de la Virgen de la Candelaria cuya imagen se veneraba en el Templo de San Juan luego de implorarle su protección.

Lo hicieron, como siempre acompañando la imagen de grupos de sicuris y corneteros seguidos por todo el pueblo de Puno con velas encendidas. Al observar desde los cerros vecinos esta ruidosa agitación, los rebeldes percibieron en ésa la manifestación de un importante ejercito listo a combatir por mucho tiempo más. Al día siguiente los agotados puneños tuvieron la suerte de constatar que durante la noche los rebeldes se habían definitivamente retirado.

Según el relato tradicional, se dice que los sitiadores habían escuchado sonidos de fanfarrias y de un gran número de cabalgaduras que, en la oscura noche, les hicieron presumir que se acercaba un numeroso ejército en auxilio de los sitiados. En realidad el único refuerzo que llegó a Puno, fueron los restos del Ejército del General Español José del Valle (casi desecho, pues la mayor parte de los soldados estaban descalzos y mal vestidos).

Los habitantes de la ciudad lacustre consideraron el hecho como un verdadero milagro de la Virgen y desde entonces los puneños empezaron a venerar cada vez más a la humilde imagen de la Virgen de la Candelaria que poco a poco se convirtió en la verdadera patrona de Puno, minimizando así el culto impuesto por los Españoles hacia Nuestra Señora de la Concepción.

 

EL SANTUARIO

En el Collao, andaluces, asturianos y viscaínos, frailes jesuitas y dominicos construyeron muchos templos y santuarios; en Puno se levantó el templo de Nuestra Señora de la Concepción, en el lugar que hoy ocupa la Plaza de Armas y para los indígenas se habría construido la iglesia de San Juan Bautista, donde ahora se venera a la Patrona de Puno.

Este templo habría tenido varias refacciones; la última que se recuerda se concluyó en 1901. Fue el 10 de febrero de aquel año que se procedió a bendecir dicho templo por el entonces Obispo de la Diócesis, Monseñor Ismael Puirredon, habiendo apadrinado dicho acto el Exemo. Presidente de la República de entonces, Sr. Eduardo López de Romaña y Sra. Julia Castresa de Romaña, representado por el Cml. Manuel Eleuterio Ponce, Prefecto del Departamento y su señora esposa doña Florinda Méndez de Ponce. La fecha marca exactamente el día de la Octava de Festividad de la Virgen dela Candelaria”.

 

LAS FIESTAS

Se inicia la Fiesta de la «Mamacha Candelaria» aproximadamente el 24 de enero y culmina el 18 de febrero como preludio del Carnaval. En ese lapso se congregan en el lugar, y entregadas en absoluta devoción a la Virgen, unas setenta bandas musicales, algunas compuestas hasta por 300 personas, entre músicos y bailarines. Los integrantes de estas bandas no bailan ni tocan todo el jubileo, sino que se relevan constantemente ayudando a que la música, la veneración y la celebración continúen sin que nada ni nadie pueda detenerla.

Las novenas se realizan ocho días entes de la Fiesta en honor a la Virgen de la Candelaria, se inician cada 24 de enero y culminan el 31 del mismo mes, éstas se llevan a cabo en el Santuario de la Virgen. Los feligreses acuden al templo para agradecer a la Virgen por las bondades recibidas.

El primero de febrero de cada año, a partir de las dos de la madrugada, los puneños despiertan por el estallido de las bombardas y camaretazos que se oyen desde las inmediaciones del cerro Azoguini porque son los alferados del día jubilar, quienes saludan desde muy temprano a la Virgencita de la Candelaria.

Desde lo alto del cerro, las melodías de las bandas de músicos acompañan a los invitados, a quienes agasajan con ponches calientes y licores. Posteriormente, al salir el sol inician la caminata hacia el Santuario de nuestra patrona, para celebrar la Misa de Albas a las seis de la mañana, terminada la eucaristía, los alferados invitan a los presentes a su domicilio para saborear una riquísimo plato de fricasé.

En horas de la tarde, acompañados de autoridades e invitados se trasladan nuevamente al templo de la Virgen portando cirios. Los alferados necesariamente deben ser esposos, donde el varón lleva el “guión” y la mujer lleva al niño en sus brazos, los cirios más grandes y adornados son para las autoridades y los pequeños para los acompañantes.

Los alferados de los conjuntos ribereños o comunidades, también en horas de la tarde realizan un pasacalle por las principales calles de la ciudad, cargando en llamas y burros la leña que posteriormente será quemada en el Atrio del Santuario de la Virgen.

En la víspera de la fiesta, también se realiza una misa en el Santuario de la Virgen, luego de esa celebración, en el atrio del templo se queman fuegos artificiales, las bandas de músicos invitan a la celebración, allí se sirven ponches a los invitados y amigos, toda esta labor está a cargo de los alferados de la fiesta.

El día central de la Fiesta, el 2 de febrero, se inicia con una misa comunitaria a las diez de la mañana. Se ofrece la Misa de Fiesta a cargo del Monseñor o Párroco del Santuario, allí los devotos rinden homenaje a la Virgen Morena.

Posteriormente se realiza la procesión por las principales arterias de la ciudad, terminada ésta se efectúa el cambio de alferados. Los feligreses acompañan a la imagen de la Virgen de la Candelaria en su recorrido, portando velas, y acompañados de una banda de músicos.

Es precisamente ese día que concursan en el Estadio Enrique Torres Belón, apreciándose un espectáculo sin comparación alguna, ya que se aprecia gran variedad de danzas propias y auténticas.

La octava de la Festividad de la Virgen de la Candelaria se inicia a los siete días después del día central. Se realiza igualmente una misa de Albas, entrada de cirios y misa de vísperas, posteriormente se queman castillos, fuegos artificiales, y las bandas de los diferentes conjuntos, así como las diferentes agrupaciones de sicuris, participan de esta actividad.

Paralelamente a este acto los conjuntos participantes del Concurso de Trajes de Luces hacen su participación en el Estadio “Enrique Torres Belón”, donde se desborda el colorido de los trajes y las espectaculares máscaras, todos los conjuntos muestran coreografías alusivas a la Virgen de la Candelaria, algunos de ellos forman figuras de candelabros, floreros, estrellas o siglas alusivas a Puno. Allí también se aprecia la grandiosidad de las bandas.

El día anterior a la Veneración el pueblo se asegura lugares para presenciar la Gran Parada que se realiza en honor a la Virgen de la Candelaria. Autoridades eclesiásticas, civiles, militares y políticas se congregan en el Atrio del Santuario, al mismo tiempo, el pueblo se vuelca a las calles para apreciar el paso de los conjuntos que danzan al compás de las bandas, las diabladas, reyes morenos, reyes caporales, morenadas, caporales, wacawacas, sicuris, doctorcitos, kullahuadas, llameradas, tinkus, entre otros, engalanan la Veneración.

El recorrido de los conjuntos se inicia en la esquina de la Avenida El Sol con el Jr. Lampa, avanzando poco a poco hacia el Atrio del Santuario, al llegar al Santuario, saludan a la Imagen Morena y reciben su bendición, que también está presente en ese momento, donde los bailarines piden sus deseos y agradecen por los ya recibidos, luego continúan su recorrido pasando por la Plaza de Armas hasta llegar al Jr. Branden (Laicacota) donde finaliza el largo recorrido.

Al día siguiente de la veneración comienza el Cacharpari que consiste en realizar una misa de despedida en el Santuario de la Virgen de la Candelaria, para posteriormente concurrir al local institucional y luego beber, bailar y adquirir compromisos para el próximo año.

Como son numerosos los conjuntos, el Cacharpari se prolonga por 8 a 10 días, y a veces coincide con el domingo de carnaval, continuando la fiesta por 20 días más. El Cacharpari quiere decir que el conjunto no volverá a reunirse sino en el año siguiente en que reanudará sus afanes para volver a danzar con su mejor homenaje a la Virgen.

Toda la festividad de la Candelaria gira en tomo al templo de San Juan. Ahí converge desde tiempos lejanos, la masa indígena.

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Virgen de la Candelaria de Cayma, Perú ( 2 de febrero)

Lo indios que la conducían a Cuzco no pudieron seguir porque la imagen pesaba demasiado y oyeron una voz que les decía, ”caiman”, que en quechua quiere decir “acá”- “acá me quedo”.

Así nació el nombre de Cayma y allí le levantaron una ermita…

Existen incontables imágenes en que se venera a María en este misterio de la purificación o Candelaria, cuya fiesta la Iglesia celebra el 2 de Febrero. Una de las más antiguas del Perú se halla en la parroquia de San Miguel Arcángel de Cayma, en Arequipa.

Cayma se encuentra en lugar privilegiado rodeado de los volcanes Misti y Chachani, bañado por el Río Chili y con una verde campiña que le da ese señorío y gracia. Se localiza a 3 km al noroeste de la Plaza de Armas, a 2 463 metros de altura, con una superficie de 246 km2 y con una ubicación elevada que le permite tener una visión panorámica de toda la ciudad de Arequipa.

 

LA HISTORIA DE LA ADVOCACIÓN

El nombre Cayma proviene del vocablo Aymara: “Kaymanta” que significa “hacia aquí” o “acá acá”. Pero según la leyenda se cree que el vocablo Cayma surgió en el virreynato, cuando la Virgen de la Candelaria era traslada al Cusco junto al Señor de los Temblores y a Nuestra Señora La Linda.

Su existencia remonta a los orígenes de la Ciudad Blanca y su historia se confunde con la leyenda. Lo cierto es, según constante tradición, que fue un obsequio a aquella región del Emperador Carlos V y que un día lo indios la conducían a Cusco.

Durante la travesía, los indios decidieron descansar durante la noche en el lugar donde actualmente es el cementerio de Cayma, pero al amanecer no pudieron retomar su camino porque la imagen de la Virgen pesaba demasiado, entonces escucharon una voz que decía: ”caiman”, ”caiman”, que en quechua quiere decir “acá, acá”- “acá me quedo”, y así nació el nombre de Cayma y la devoción a la Virgen de la Candelaria que se festeja el 2 de febrero de todos los años. Allí le levantaron una ermita.

 

LA IMAGEN Y MILAGROS

La Virgen de Cayma es una talla de tamaño regular, de rostro delicado y dulce. Sostiene al Niño Jesús, con su respectiva candela y canasto, infaltables en las imágenes de esta advocación mariana, muy difundida bajo diversos nombres.

En numerosas ocasiones Ella ha sido el consuelo y el amparo de Arequipa, afligida por las epidemias y los terremotos, comenzando por la violenta erupción del Huaynaputina en el 1600.

Cuatro años después, a raíz de una terrible epidemia de cólera –conocida vulgarmente por “el vómito negro”– que devastaba a la población “hasta el punto de no caber los muertos en las iglesias y ser enterrados en masa en grandes zanjas”, se acordó traer en su socorro a la imagen de la Candelaria de Cayma y fue tan sólo pasearla por la ciudad que la mortandad cesó. Por lo que se hizo costumbre, en agradecimiento por haber ahuyentado tan implacable pestilencia, bajarla todos los años en esa fecha, 28 de agosto, fiesta de San Agustín. Devoción ésta que perduró hasta fines del siglo XIX.

También, gobernando en el siglo XVIII la Diócesis de Arequipa Mons. Abad e Illana, fue repentinamente afligido por una severa parálisis. Conducido en silla de manos al Santuario, habiendo invocado a la Santísima Virgen de la Candelaria, alcanzó la milagrosa curación de su dolencia.

La constancia de su devoción y el fervor nunca desmentido de los arequipeños ha quedado inmortalizado en los numerosos cuadros que relatan los favores de esta Virgen de la Candelaria y que se conservan al interior del templo.

En uno de ellos –pues faltaría espacio para transcribir tantos hechos que se le atribuyen– aparece estampada esta elocuente inscripción: “No es posible reducir a número los muchos y portentosos milagros que ha obrado y obra cada día esta divina Señora de Cayma. Cojos, mancos, calenturientos, los que padecen flujos de sangre, apretones de garganta y otras enfermedades interiores, especialmente bultos; las mujeres en sus partos; muchos casados deseosos de tener sucesión, la han conseguido por intercesión de María”.

En 1947 se celebró en Arequipa un trascendental Congreso Mariano, que fue el marco preparatorio para la solemne coronación canónica de la Virgen de Cayma. Trasladada con la mayor pompa a la Plaza de Armas de la Ciudad Blanca, el día 11 de mayo tuvo lugar la ceremonia en la que el Emmo. Cardenal Juan Gualberto Guevara, Arzobispo de Lima y Primado del Perú, ciñó sobre su frente una espléndida corona.

 

LA IGLESIA SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Con el crecimiento de la ciudad, el pueblo de Cayma, hoy convertido en distrito, se encuentra plenamente insertado en el casco urbano de Arequipa.

Desde el centro de la ciudad, se puede llegar a él cruzando el río Chili por el puente Grau, siguiendo por la Av. Ejército hasta la intersección con la Av. Cayma y subiendo por su empinada cuesta, hasta atravesar uno de los cinco hermosos arcos de cantería que dan acceso a su pintoresca Plaza.

En uno de sus lados, se encuentra el Santuario de Cayma con sus añejos sauces al pie y su bello artesonado labrado en sillar.

Aún hoy son frecuentes las peregrinaciones al lugar y la tierna mirada de la Virgen está siempre dispuesta a acoger con la mayor ternura al caminante, escuchar sus congojas y atenderle cariñosamente.

La estructura del templo ha pasado por sucesivas recreaciones, fruto de los avatares del tiempo. Al presbítero Juan Domingo de Zamácola y Jáuregui, cuyos restos descansan en su interior, le debemos una edificación mayor y más espléndida, que llevó pacientemente hasta su culminación en 1802.

Pero previamente, después del terremoto del 13 de mayo de 1784 fue reconstruida, agradándose dos naves laterales, con paredes dobles y cuatro arcos. Cada nave tiene tres retablitos. En medio tenemos el altar mayor y sobre el sagrario se encuentra colocada la imagen de la Virgen de la Candelaria.

El violento terremoto de 1868 lo dejó prácticamente en ruinas, salvándose milagrosamente la imagen. Restaurado convenientemente, en la actualidad lo podemos apreciar como joya arquitectónica llena de inigualable encanto.

Actualmente tiene dos torres en forma de pirámide, es de buena y sólida construcción de sillar labrado, cubierta de bóvedas con cúpula o media naranja con adornos de pirámide. La puerta principal mira a la cuidad y al sol naciente.

Su fachada es de estilo corintio, con cuatro columnas, dos en cada lado, delante de pilastras con sus correspondientes bases, alquitranes y capiteles y cornisas sobre las cuales se encuentra un nicho en forma de concha, que al mismo tiempo sirve de ventana para dar luz al coro, en la cual se encuentra sobre una piedra la Virgen de la Candaleria.

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Nuestra Señora de la Candelaria de San Pedro de la Paz, Chile ( 2 de febrero)

La imagen de la “Bienaventurada Virgen María”, que bajo la advocación de “Nuestra Señora de la Candelaria”, se venera en el Santuario ubicado en San Pedro de la Paz, Concepción, es tal vez la más antigua que actualmente existe en Chile.

Los mineros la asociaron, por la candela que llevaba en su mano, a la luz que los acompañaba en los piques y que llevaban sobre el casco de trabajo…

Gran Concepción es un área metropolitana que comprende las 7 de las 12 comunas de la Provincia de Concepción, en la VIII Región del Biobío (Chile). Se encuentra ubicada en la ribera del río Biobío, en su desembocadura y cercanías, donde en total viven casi 700 mil habitantes, convirtiéndola en la tercera conurbación más poblada del país, después del Gran Valparaíso. Posee los puertos de Lirquén (comuna de Penco), Talcahuano, San Vicente (Chile) (comuna de Talcahuano), cuenta con el Aeropuerto Carriel Sur y cuatro vías de acceso desde la carretera panamericana. El centro neurálgico de esta conurbación es Concepción.

Esta ciudad fue fundada por Pedro de Valdivia el 5 de octubre de 1550 en el actual emplazamiento de Penco, frente a la Bahía de Concepción.

Dos años después, el asentamiento fue reconocido como ciudad a través de un Decreto Real que le otorgaba un Escudo de Armas, que es el que existe en la actualidad.

Durante la mayor parte de los siglos XVII y XVIII, Concepción fue el asiento de la Real Audiencia, la más importante institución de gobierno colonial española. Tras el terremoto y maremoto del 25 de mayo de 1751, que destruyó la ciudad, se decidió su re-emplazamiento en el denominado Valle de la Mocha, ubicación que mantiene actualmente. En la Plaza de Armas de esta ciudad, se firmó la declaración solemne de independencia nacional el 1 de enero de 1818. Desde ese momento, la Plaza de Concepción pasó a llamarse Plaza Independencia, la única Plaza de Armas que se denomina de esa forma en todo el país. Su crecimiento ha sido especialmente rápido a partir de la segunda mitad del siglo XX, llegando a fusionarse con otras urbes creando el Gran Concepción.

El río BÍO BÍO, en lengua mapuche significa Huio Huio o ‘rumor de agua’. Ha sido un río histórico por excelencia. Durante la Colonia fue la frontera y el gran teatro de la Guerra de Arauco y en la lucha de la Independencia Nacional, donde fue testigo de varias batallas entre patriotas y realistas. Su función más importante es abastecer de agua potable a más de un millón de personas.

  

COMUNA SAN PEDRO DE LA PAZ

La comuna de San Pedro de la Paz se ubica cruzando el río Bío Bío, al suroeste de la ciudad de Concepción. Sus límites son, por el norte, el río Bío Bío; por el sur, Coronel; por el este, río Bío Bío y por el oeste, el Océano Pacífico.

Creada como comuna el día 29 de Diciembre de 1995, posee una superficie de 112,5 km2 y una población superior a 80 mil habitantes.

La comuna debe su nombre al Fuerte construido en 1603 por orden del Gobernador y Capitán General del Reino de Chile, don Alonso de Ribera, durante la Guerra de la Araucanía. Hoy no quedan vestigios de este fuerte.

El único vestigio del Fuerte de San Pedro de la Paz que ha sobrevivido al paso de los siglos, es una imagen de la Virgen María, tallada en madera, que se venera en el “Santuario de Nuestra Señora de la Candelaria”, erigido en su honor. Fue instalada en la fortificación militar por el Gobernador Alonso de Rivera en 1603. Esta reliquia histórica, cuatro veces centenaria, ha sorteado guerras, terremotos, el paso del tiempo y continúa iluminando a sus devotos.

Cada 2 de febrero se celebra la “Fiesta de la Candelaria”, que congrega a fieles de la región y del país. Durante la festividad se efectúa una tradicional procesión por las arenas del río Bío Bío. El 22 de enero de 1996, el Arzobispado de Concepción la declaró Patrona Principal de San Pedro de la Paz.

 

LA IMAGEN

La imagen de la “Bienaventurada Virgen María”, que bajo la advocación de “Nuestra Señora de la Candelaria”, se venera en el Santuario ubicado en San Pedro de la Paz, Concepción, es tal vez la más antigua que actualmente existe en Chile.

Traída desde España por el Gobernador Alonso de Sotomayor, alrededor del año 1583, fue venerada primeramente en los Fuertes de Angol, Nacimiento y Santa Juana. Al ser abandonados estos Fuertes por los ataques de los araucanos, la imagen fue traslada a Penco.

El Gobernador Alonso de Ribera, reconstruyó el Fuerte de San Pedro en la orilla sur del río Bío Bío, e hizo trasladar esta histórica imagen a dicho Fuerte. Desde entonces ha permanecido en el lugar, en él se firmó un tratado de paz entre españoles y araucanos, de ahí, el nombre de San Pedro de la Paz.

En el año 1983 la imagen de la “Virgen de la Candelaria”, fue sometida a un proceso de restauración a cargo del sacerdote Ángel Vicente Cerró, de la Congregación Padres de Schöenstatt, experto en policromía y restauración.

Al retirar yeso y papel de la imagen, producto de una restauración anterior (que probablemente se realizara en 1881, por los pedazos de periódicos de la época que se encontraron) el padre Ángel Vicente Cegó descubrió casi intacta una bella imagen de madera de artesanía gótica que trabajaban los escultores góticos en los siglos XV y XVI.

Con señorial estampa, “Nuestra Señora de la Candelaria” luce ahora en todo su esplendor, colocada en la única ventana del actual Santuario, pudiendo observarse tanto de día como de noche, apreciando su enigmática sonrisa, que a través de los siglos, no ha perdido su dulzura.

En el interior del templo se puede apreciar como telón de fondo del Altar al mural usado en la Misa que celebró S.S. Juan Pablo II, en su visita a Concepción. Este mural fue tejido por las bordadoras de Copiulemu en arpillera y lana. En la entrada del templo se encuentra el “Cristo de Pellín» labrado por toda la comunidad. Resultó un Cristo con rasgos mapuches.

LA DEVOCIÓN

El Santuario de San Pedro de la Paz, por siglos ha sido centro de la expresión religiosa de la zona del Bío Bío. En los tiempos de gloria de las minas de carbón de Lota y Coronel, había trenes que llegaban hasta la Estación de ferrocarriles de San Pedro para traer a cientos de peregrinos que venían cada 2 de febrero a venerar a Nuestra Madre.

Los mineros la asociaban, por la candela que llevaba en su mano, a la luz que los acompañaba en los piques y que llevaban sobre el casco de trabajo. En esos tiempos el río era navegable y se paseaba, junto con caravanas de botes con fieles, por el curso de agua. Cuando esto se hizo complicado, se sacaba la pequeña imagen en procesión por la Laguna Chica de San Pedro.

En la actualidad la Procesión se hace en parte por las arenas del río Bío Bío y luego por las calles de la Comuna, aledañas al Santuario.

El culto a la Candelaria empezó a decaer cuando se empezó a construir en los sectores donde los fieles hacían sus “paseos” y también por el decaimiento de la zona del carbón. Fue a partir del año 1980 cuando se empieza nuevamente a promover esta devoción mariana que poco a poco, al principio, y con mucha fuerza después, ha ido creciendo en número de fieles y en infraestructura.

Durante todo el año acoge a cientos de peregrinos que vienen a encontrarse con su Madre, muchos son acogidos en las Catequesis y en los Grupos organizados de la Parroquia, o vienen a celebrar sus Sacramentos. Este espíritu de cobijamiento, tan característico de los Santuarios Marianos, se deja ver claramente aquí.

Cuando se aproxima la celebración de la Fiesta Patronal (la “Virgen de la Candelaria” fue declarada por el Arzobispo Antonio Moreno, Patrona de la Comuna) se incrementa la oración en la Novena, se prepara la Cantata a la Virgen, y se realiza la Liturgia de la Luz a orillas del río.

Durante la fiesta y la procesión, son los »Caballeros de la Virgen» los encargados de la infraestructura y de transportar la imagen de la Virgen

EL TEMPLO

No sólo de atractivos naturales goza la comuna de San Pedro, porque una gran iglesia situada en el sector de San Pedro Viejo se conserva como una muestra patrimonial de la localidad que, además de poseer un gran templo, cuenta con bellos jardines decorados con hermosas figuras religiosas, bellos corredores y áreas verdes.

En la entrada al Santuario de La Virgen de la Candelaria, lo que más llama la atención, es una gran figura de Jesús en la cruz tallada en madera, donde los fieles realizan sus peticiones y prenden velas, mientras en los jardines del lugar una estatua de San Pedro traída directamente desde Roma, protege el recinto.

Es una moderna iglesia con terraza y hermosa vista de las luces de la ciudad de Concepción, reflejadas en el río Bío Bío al atardecer.

En enero de 1939 un terremoto destruyó el Santuario, fue reconstruido, pero en el año 1960 otro lo destruye nuevamente. La Facultad de Teología y la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso en una ayuda solidaria, construyen un nuevo templo en madera, programado para una duración de 10 años, sin embargo se mantuvo en pie 25 años, hasta que se construyó el actual Santuario el año 1987.

El 25 de marzo de 1982, por decreto, el Santuario pasó a ser también Parroquia y fue nombrado así su primer párroco y rector, por ordenanza del Arzobispo de Concepción, de ese entonces, Monseñor Manuel Sánchez.

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Virgen de la Candelaria de Adeje, España ( 2 de febrero)

La imagen se conserva en la Ermita de Santa Úrsula en el municipio canario de Adeje. Hay quién dicen que pudiera ser la imagen original de la Virgen aparecida a los guanches. Y otros que fue la primera copia.

Adeje es un municipio canario, perteneciente a la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Está situado en el suroeste de la isla de Tenerife. Es la cuarta ciudad de Tenerife en cuanto a población.

 Los historiadores no tienen dudas. La imagen de la Candelaria que encontraron los guanches en la costa de Güímar, y que adoraron como su señora no era una virgen negra. Por la época, unos 100 años antes de la Conquista, se trataría de una virgen gótica: blanca y de pelo rubio, como la virgen del Pino. El tiempo, el aceite de nuez con el que limpiaban la figura y el humo de las velas con el que los dominicos rodearon la imagen hizo que la talla fuera oscureciéndose hasta parecer negra.

En el pueblo de Adeje creen firmemente que la imagen que ellos guardan con grandes dosis de cautela en la iglesia de Santa Úrsula mártir es la auténtica virgen de Candelaria. Dicen que el marqués de Adeje y Conde de la Gomera pidió que le dejaran la talla para hacer una copia y poder llevársela con él. En lugar de devolver la original, entregó la copia, y la virgen de Candelaria se trasladó a lomos de un burro hasta la Casa Fuerte de Adeje y después pasó a una pequeña capilla de su iglesia. Si esto llega a ser cierto, la imagen que se llevó el mar, en el temporal de 1826, hubiera sido una copia y no la auténtica.

Sin embargo, según el vicedecano de la Facultad de Geografía e Historia de La Laguna, que cita al historiador Jesús Hernández Pérez, en aquellos años, siglos XVII y XVIII se harían muchas copias de la virgen. Es verdad que una de ellas, tal vez una de las primeras, sea la que está en la iglesia de Adeje. Eso también lo afirma uno de los párrocos de la ermita, Agustín Sanabria, «esta es la primera copia que se hizo de la que se llevó el mar». De ahí su importancia: se conserva como en realidad era la virgen que vieron los guanches, y no como la imagen que años después ve el escultor Fernando Estévez. Es una Candelaria oscurecida, morena, y así es como reproduce la talla que la gente tanto adora en la basílica de Candelaria.

Pero hay otros que piensan que quizás no sea sólo una copia sino la verdadera imagen original.

 

UNAS RARAS INSCRIPCIONES

Otro de los misterios que rodea a la talla de La Candelaria de Adeje son las letras que bordean el manto de la imagen y que, todavía, no han podido ser descifradas. Las letras aparecían en la talla desaparecida en Candelaria y «evidentemente, el autor de la copia de Adeje también las reprodujo».

Se trata de letras del alfabeto colocadas sin aparente orden pero que «podrían corresponder a las iniciales de cada palabra de una oración o letanía, no se ha podido averiguar», aseguró el profesor de la Universidad de La Laguna, Gerardo Fuentes.

No obstante, este dato ha acrecentado los rumores y servido de argumento para determinados sectores que insisten en que este tipo de tallas ocultaban mensajes secretos de los caballeros templarios. «Estas letras, sin embargo, son habituales en tallas góticas. El Cristo de La Laguna también las tiene en el paño de pureza. No se han podido descifrar pero se continúa investigando», concluyó el experto.

Las extrañas letras de la talla original de la Virgen eran:
En la pretina del cuello:
ETIEPESEPMERI
En la manga izquierda:
LPVRINENIPEPNEIFANT
En la parte inferior de la túnica:
EAFM IPNINI FMEAREI
En el cinturón:
NARMPRLMOTARE
En el manto, en el brazo derecho:
OLM INRANFR TAEBNPEM REVEN NVINAPIMLIFINIPI NIPIAN
En la orla de la mano izquierda:
EVPMIRNA ENVPMTI EPNMPIR VRVIVINRN APVI MERI PIVNIAN NTRHN
En la parte trasera, en la cola:
NBIMEI ANNEIPERFMIVIFVE

 

LA TALLA ORIGINAL DE LA CANDELARIA Y LA NUEVA

Sobre 1390, la actual Candelaria era un paraje solitario y desértico que frecuentaban los pastores guanches del menceyato de Güimar. Una tarde, dos naturales que conducían su ganado, vieron como algunas cabras se negaban a pasar al llegar a la boca del barranco, se adelantó uno de ellos pensando que había gente que les quería robar y encontró, sobre una peña, la Santa Imagen.

Con esta leyenda, comienza el fervor y adoración de los isleños a la Virgen de Candelaria. Fervor que todos los quince de agosto se transforma en una monumental romería, que se conforma desde todos los puntos de la isla de Tenerife hasta llegar a la Basílica de Candelaria, donde espera a los romeros, la Patrona de Canarias.

Pero lo que muchos de estos romeros no saben es que la talla de la Virgen de Candelaria que preside el altar de la Basílica de Candelaria, no es la original, aquella que encontraran los Guanches en la playa de Chimisay (antiguo nombre de la playa del Socorro), a finales del siglo XIV o principios del XV, sino una escultura realizada por el artista Fernando Estévez de Salas, discípulo de Lujan Pérez en 1827, por encargo de los frailes dominicos que cuidaban el santuario en esa época.

Y es que, un año antes, en 1826, concretamente la noche del 7 de Noviembre, un temporal de viento y lluvias que asolaban la isla hizo correr las aguas del barranco que, desbordado a su encuentro con el Santuario, derribó los muros de la capilla que albergaba la Imagen, y la precipitó, junto a los escombros, al mar. Muchos fueron los intentos por recuperar la reliquia: se vigilaron las costas, se enviaron barcos a recorrer el litoral, se registraron las playas, pero todo fue en vano. Había desaparecido, trágicamente, la original Virgen de Candelaria.

La actual Imagen fue realizada por el escultor Estévez teniendo en cuenta algunos retratos de la desaparecida, pero no se trata de una copia de esta, ya que su autor, en contra de lo deseado, imprimió a su obra un sello personal y estilo neoclásico, representando a la Virgen con notables variaciones sobre el original perdido de estilo gótico. Con el paso del tiempo la obra se apolilló y tuvo que ser restaurada por el escultor orotavense Ezequiel de León que, en 1972, construyó un nuevo cuerpo completo de brazos fijos, tallado en madera de cedro, al que le adaptó la cabeza y manos del escultor Fernando Estévez, procediendo a continuación a policromar la túnica de la Virgen con las típicas inscripciones que tenia la Imagen desaparecida.

Debido a las reformas la Imagen ha perdido altura y por los vestidos con que actualmente se presenta es imposible apreciar estos cambios, por lo que, muchos son los que desconocen esta labor de conservación. De otro lado la Comunidad Dominica, ha sido cauta en divulgar estas reformas por respeto a la diversidad de opiniones que se podrían suscitar con tales conocimientos.

 

LA DESPARICIÓN DE LA TALLA ORIGINAL DE LA CANDELARIA Y LA APARICIÓN DE LA DE ADEJE

La Imagen que actualmente se venera en la Basílica de la Candelaria no responde a la perdida en el aluvión de 1826. Sin embargo, una talla considerada facsímile de la original puede contemplarse actualmente en la Iglesia de Santa Ursula de Adeje.

Esta talla, presenta una aureola de misterio sobre su origen, que a más de uno ha hecho dudar si se trata de la verdadera Virgen de Candelaria que encontraron los pastores en las playas de Chimisay y que, por algún motivo oculto, fue a parar, primero a los Marqueses de Adeje y luego a la ermita de Santa Ursula que tan celosamente la guarda en la actualidad. Para algunos la idea no es del todo descabellada, para otros, resulta un grave error histórico.

Veamos cuales son los hechos que alimentan estas dudas.

Según el historiador D. José Rodríguez Moure la noche del 7 de noviembre de 1826, presentóse sobre Tenerife una de esos temporales de viento y lluvias torrenciales que en períodos más o menos largos suelen visitarla y que, por desgracia, siempre dejan hondas huellas de su marcha destructora.

Continúa el historiador haciendo mención a un hecho insólito: la capilla o Iglesia provisional que aún subsiste, comunicaba con las obras del nuevo Templo por una puerta a los pies de la Capilla, que en la noche de este día, por un descuido quedó abierta. Describe a continuación la reacción de los frailes dominicos, encargados del cuidado del Santuario, ante la violencia del temporal: la comunidad de esta casa, estaba reducida a cuatro ancianos religiosos sacerdotes y dos legos no menos viejos que ellos, los que solo, dentro del Convento, viéronse sorprendidos por el terrible huracán, que habiendo revuelto las tejas de la cubierta, encontráronse precidados a dejar sus celdas y a refugiarse en la Cueva que sirvió de morada a los Marqueses de Adeje para pasar las fiestas, y que por la nueva fábrica quedaba dentro del traspatio del Convento. En este refugio que la inclemencia de la lluvia les obligó a tomar, aunque calculaban que la casa y Capilla estaría toda mojada, no se preocuparon del Sacramento y de la Santa Imagen, pues creíanlo libre de todo riesgo por la altura de las hornacinas o nichos donde los tenían reservados en la pared del fondo de la Capilla.

Y acaba el relato de esta manera: y precipitándose con furia devastadora las aguas reembalsadas, al tenderse en la embocadura llevándose doce casas de las que adornaban la plaza: pero como un gran brazo de la corriente entrara por la obra del Templo a la Capilla, (pues según se ha dicho, la puerta de comunicación había quedado abierta por descuido) pronto subió el nivel de aquella a más de dos metros de altura, cuya masa, obrando sobre la pared de fondo donde estaba colocada la Santa Imagen, la derribó, llevándose la estimada reliquia al cercano mar…

Hemos de reconocer que estos hechos, así contados y admitidos como ciertos por los historiadores, de haberse producido en la actualidad, hubieran originado que los frailes, los legos, y hasta el mismísimo Marqués de Adeje hubieran tenido que soportar como primeros sospechosos, el minucioso interrogatorio policial consecuencia de tan irregular relato.

Téngase en cuenta que, en Canarias, como indica Rodríguez Moure, no es frecuente este tipo de temporales, ni se presenta de un momento para otro. Incluso, se relata que otros textos, que desde la una de la tarde de aquel día, se apreciaron grandes gotas de lluvia y se avistaban unas inusuales nubes muy negras sobre el Teide. Por lo tanto ¿Cómo pudieron ser los frailes tan poco previsores?. Desde que empezaran las lluvias hasta que las aguas del barranco tomaran el caudal necesario para llevarse hasta doce casas de la plaza, debieron de pasar varias horas. Entonces ¿Por qué los frailes , encargados del cuidado y la seguridad de la Virgen, no se llevaron con ellos hasta su refugio la Santa Imagen, que era de madera ligera y sólo medía un metro?. Y ¿Cómo olvidaron cerrar la puerta de la Capilla que guardaba en su interior la tan preciada Imagen?.

Sería más lógico pensar que, por la violencia de la tormenta y con el fin de protegerla, llevaran la Santa Imagen hasta la cueva del Marqués de Adeje y que la puerta de la Capilla quedara abierta por que no se encontraba la Imagen en ella. Y que al día siguiente, ocultaran este hecho a los vecinos del pueblo y aprovecharan las circunstancias acaecidas para entregar la Imagen al Marqués que solo tendría que recogerla en la Cueva de su propiedad.

Pero, ¿Qué motivos podrían tener los frailes para actuar así?. Veamos cual era la situación política de aquellos años: La invasión de Napoleón y el destronamiento de Fernando VII, que dio origen a la guerra de la Independencia, también repercutió en Canarias, y aunque la guerra no se dejó sentir en las Islas de una manera directa, se vivieron las incertidumbres propias que conlleva una contienda de esta importancia.

A estos acontecimientos siguieron los de la proclamación de la Constitución de 1812, la restauración de Fernando VII, y la creación del Obispado de Tenerife. Más tarde el restablecimiento de la Constitución de Cádiz en 1820, y con él el verdadero alcance de las nuevas ideas y la mísera suerte que aguardaba a las órdenes religiosas.

Los Dominicos de Candelaria hubieron de entregar los inventarios sobre las riquezas de la Virgen que les fueron precisados y sufrir numerosas vejaciones. No obstante, prosiguieron con las obras del nuevo Templo, por haber sido destruido el mismo en un incendio de 1784 del que sólo se salvó la Imagen y algunas pertenencias del Santuario. A partir de 1823, acabada la restauración de Fernando VII, les fueron devueltas al clero sus posesiones y se permitió abrir nuevamente los conventos clausurados, entre ellos el de Candelaria. Esta sucesión de hechos había marcado, a buen seguro, el ánimo de los frailes.

Posteriormente, en 1835, se volvió a dar órdenes desde Madrid de la extinción de los conventos y con ello la expulsión de los religiosos de Candelaria, incautándose el Estado de todos los bienes del Convento, incluidos el edificio y las alhajas. Los pocos libros que poseían fueron a parar a los más variados propietarios y muchos de ellos destruidos. Las puertas, ventanas y vidrieras del restaurado Templo de Candelaria, fueron arrancadas y llevadas a casas particulares de Gúimar. La Diputación Provincial se apropió del magnifico dorsel de terciopelo de seda y oro que se utilizaba en el trono de la Virgen, y del soberbio crucifijo de marfil que tenia el altar del Santuario, que acaba siendo usado para recibir el juramento de los diputados.

Los luctuosos acontecimientos durante los años previos a 1826 y la presunción de los que se avecinaban pudieron ser suficiente motivo para que el Marqués, hombre poderoso y cercado a la política de aquella época, decidiera junto con los frailes, llevar a la Virgen hasta un lugar seguro, su casa de Adeje, la Casa Fuerte, donde estaría protegida hasta que vinieran tiempos mejores.

Esta hipótesis queda también sustentada en otro hecho insólito. El siguiente año, antes de encargarse la actual imagen, y presentándose las fiestas en honor a la Virgen, recoge en sus textos Rodríguez Moure: Apremiando el tiempo de la próxima fiesta y recordando los religiosos que en la Parroquia de Adeje había un facsímil de iguales proporciones que la perdida imagen, mandado a esculpir por los piadosos Marqueses de Adeje, pidieron al Prelado se les facilitara mientras apareciera la perdida o el Santuario se proveyera de otra. Corrió el tiempo y la festividad presentóse, teniendo los religiosos que traer un retrato al óleo que de la desaparecida Imagen tenían en el oratorio privado de la finca de la Granja.

O sea, que los piadosos Marqueses, les negaron el favor de prestar la Imagen. Y aquí surge otra interesante cuestión. ¿Por qué se negaron los Marqueses a cederla si era una copia?. Una explicación razonable sería que se trataba del original, y en consecuencia no podía ser exhibido por temor a ser reconocido por los fieles. Y algo mucho más importante, ¿Por qué no aparece ninguna mención de la Imagen de Adeje hasta esta fecha, cuando se reconoce en la actualidad, que se trata del facsímil más antiguo de la Virgen de Candelaria?. Por otro lado, resulta incoherente que, el Marqués, Protector y Patrono de la Virgen de Candelaria, entorpeciese con su postura las fiestas de su protegida.

A continuación veamos la descripción que sobre la talla original hicieran Fr. Alonso de Espinosa primero, y posteriormente Fr. Juan Abreu Galindo. Nos dicen ambos autores que, la imagen es de más o menos 5 palmos de altura (aproximadamente 1 metro), contando con la peana en que apoyaba los pies. Su posición era de pie, con la cabeza recta y mirando al frente, teniendo en el brazo derecho al Niño Dios, desnudo, las piernecitas dobladas y los brazos también. Aprisionaba por las alas un dorado pajarito de moñita o peineta, y por último, la Imagen del Niño tenía la cabeza ladeada a la derecha y miraba a algo que estaba a los pies de la Madre. El brazo izquierdo de la Virgen, en posición inverosímil, sostenía al Niño, y en la mano izquierda, que se presentaba en posición cerrada y muy natural, tenía un trozo de vela como un jeme de color verde, que daba a entender podía aumentarse con otro, a voluntad, y por último apoyaba las plantas de los pies sobre una tabla redonda o peana, como de cuatro centímetros de alto, pintada de color encarnado, descubriéndose la parte externa del pie izquierdo que salía un poco del diámetro de la peana. La indumentaria constituíala una túnica dorada, imitando el color amarillo, desde el cuello hasta los pies, haciendo el talle un cinturón cerrado, azul, como de dos centímetros de altura. El manto, también azul obscuro, salpicado de flores de color de oro, caíale desde los hombros por uno y otro lado del cuerpo, sujetándolo sobre el pecho una traba cuerda encarnada. La parte del pie que se dejaba ver por los bajos de la túnica, presentaba calzado un chaplín cerrado, de color encarnado. La cabeza de la Santa Imagen adornábala hermosa cabellera partida a la mitad, cayendo sobre los hombros en seis ramales tendidos por la espalda. El rostro muy proporcionado a la estatura, era ligeramente ovalado, adornado por rasgados ojos, boca pequeña y bien plegada y con unas hermosas rosas en las mejillas. La Imagen esta adornada en el cuello del vestido, cinturón en los extremos de las mangas y al pie de la túnica con unas letras, que aún en la actualidad, no ha podido entenderse su significado.

La coincidencia entre esta descripción que hacen ambos autores de la talla original encontrada por los guanches y la que se encuentra en la iglesia de Santa Ursula de Adeje son casi generales. No obstante, algunos historiadores y expertos en arte, encuentran diferencias entre los colores del manto de ambas, así como, en los dibujos del mismo, en el número de ramales del pelo, pero sobre todo, hacen hincapié en la diferencia de estilo. La de Adeje se fecha hacia mitad del siglo XVII, la catalogan de estilo renacentista, y a la original anterior al siglo XVI y de estilo gótico. A pesar de todo, sobre las diferencias de color que plantean, debe tenerse en consideración, la gran cantidad de errores que cometieron los cronistas en las descripciones realizadas, por ejemplo, las relativas a las letras de la túnica, de las que existen al menos, cinco versiones diferentes, ocasionadas unas veces por erratas de imprenta y otras por errores de trascripción de los escritos originales. Además, no deben descartarse las posibles restauraciones, con los consiguientes cambios de color de las pinturas que deben haberse realizado sobre la talla de Adeje. Es conocido, por ejemplo, que un Párroco de Santa Ursula, llegó a pintar completamente el altar mayor, tapando todas las inscripciones originales. Otra cuestión importante pende sobre el origen de la Virgen de Adeje.

Existen multitud de Imágenes de la Virgen de Candelaria, tanto en el Archipiélago como en Sudamérica, pero se conocen en la mayoría de ellas, los datos del autor, fecha de realización y hasta el nombre del devoto que la encargó. En el caso de la Virgen de Adeje, no solo no se conoce al autor, sino que no se precisa la fecha de su realización con exactitud, si bien es cierto, que los archivos de Canarias han sufrido continuos expolios que complican bastante toda investigación. La importancia de la reseña consiste en que muchas de las referidas imágenes son facsímiles de la de Adeje, como la de Ntra. Sra. de Candelaria de Caracas.

La duda sobre si la talla de Adeje se trata de la original ha circulado por la isla en todas las épocas.

Rodríguez Moure recoge en sus escritos unas coplas que circularon en 1827 a raíz de la desaparición de la Virgen en el mar y que hablan por si solas del sentir y mal pesar de los habitantes de la Isla. Dice así: La Virgen de Candelaria, se la llevo el temporal. Ya los frailitos perdieron la cañita de pescar.

Esta revista solicitó al obispado de Tenerife que emitiera su opinión sobre este tema. Solo conseguimos la más absoluta reserva de nuestro interlocutor telefónico y una ligera alusión a que nos dirigiéramos a la Parroquia de Adeje.

Hace algunos años, se llevó a cabo sobre una astilla de la talla de Adeje la prueba del Carbono 14 que arrojó unos resultados que permanecen celosamente en poder del Ayuntamiento de la Villa y de los que solo se sabe que no lograron precisar su antigüedad con exactitud. Paralelamente, se le practicaron algunas radiografías que permitieron observar en el interior de la Imagen, a la altura del corazón, un objeto opaco que bien pudiera ser de metal o una piedra preciosa.

A pesar de la negativa de algunos historiadores a reconocer la posibilidad de que la Virgen adejera sea la original desaparecida en 1826, en una aseveración todos coinciden: La talla de Adeje es el mayor y mejor facsímil de la Virgen de Candelaria, realizado a la vista del original.

Esto, por si mismo, supone el reconocimiento del gran valor artístico de la talla y sobretodo, que es la que más se acerca en su aspecto a la antigua Virgen de Candelaria.

En la Villa de Adeje, muchos son los que creen que su Virgen es la misma que el 7 de Noviembre de 1826 desapareciera del Santuario, pero pocos lo manifiestan abiertamente.

En la Iglesia de Santa Ursula, la Virgen permanece muda tras los viejos barrotes que la protegen, tan solo visitada por los fieles de la Villa y algún que otro turista. Mientras, la Basílica de Candelaria recibe a diario miles de fieles que pretenden ver a su Patrona. Si la Patrona original, que veneraron los guanches, los conquistadores, y posteriormente, durante más de 400 años los tinerfeños, fuera la que permanece en un apartado rincón de la Iglesia de Adeje, se habrá cometido con Ella un ultraje imperdonable. Esperemos que no se equivoquen los expertos y estemos libres de pecado.

Fuentes: Revista EL SOL ATLANTICO de agosto de 2000, por Daniel Feo y otras.

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