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Desde el inicio hemos tratado de hacernos una idea de lo que será nuestra morada definitiva.

Tenemos dos fuentes, lo que dice la doctrina y la Biblia, que francamente es escueto.

Y en segundo lugar los que han tenido visiones del cielo o el paraíso.

Una fuente la dan quienes tuvieron experiencias cercanas a la muerte, que son una gran cantidad.

Y otra fuente son las visiones sobrenaturales, como las que tuvo Don Bosco, que las expresó en sueños.

Los testimonios de aquellos que murieron y tuvieron una experiencia en lo que ellos llaman ‘cielo’ agrega datos impresionantes de cómo es ese lugar.

Siempre y cuando supongamos que esa gente llegó efectivamente al paraíso.

Y lo que agrega el sueño de Don Bosco sobre el Paraíso es su dimensión escatológica, o sea la forma de llegar al cielo a partir de la vida diaria y sus dificultades.

En el primer caso, los testimonios nos muestran que en medio de este lugar increíble uno se sana con el enorme amor de Dios, que pone todo a nuestra disposición.

Y en el segundo, el sueño de Don Bosco, se agrega la dimensión del esfuerzo humano necesario para llegar allí.

Aquí tratamos al Cielo y al Paraíso como términos sinónimos.

Hay quienes dicen que ya conocemos el Paraíso, porque es el conjunto de todos nuestros anhelos más profundos.

ciudad del cielo fondo

  

¿TODO ESTO LO TENDREMOS GRABADO EN NUESTRO CORAZÓN?

En el perfume, tratamos de llevar el olor de santidad que impregna el paraíso, al mundo, que no tiene tal fragancia.

En la música, nuestros más grandes compositores arrebatan sólo un poco de ella.

Hay un paisaje celestial, que aquí se trata de imitar con la cortadora de césped y podadora de setos.

Ahí están los grandes edificios con columnas en el cielo, que sin saberlo, imitamos en los edificios del gobierno y viejas iglesias (pálidas semejanzas con hollín).

Tratamos de comparar el Cielo en la tierra (en realidad no nos damos cuenta de lo que estamos haciendo).
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En el paraíso, hay estructuras enteras compuestas de lo que parece insondables piedras preciosas.
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Sin embargo aquí en la tierra, tenemos que pagar enormes cantidades por pequeñas piedras pulidas.

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Hay despliegues de Aguas Vivas que se imitan en la tierra con fuentes.  

Paraiso

  

REVIVIR EN EL CIELO

Las imágenes, los sonidos y los aromas de la eternidad se transmitieron notablemente en un libro titulado Un lugar llamado Cielo, por un hombre llamado Richard Sigmund.

Fue declarado “muerto” el 17 de octubre de 1974 después de un accidente de coche devastador.

Desde entonces, ha escrito otro libro aún más detallado, Mi Tiempo en el Cielo.

Sigmund, un predicador cristiano muy conocido, sobrevivió pero no revivió en la tierra hasta que se le dio un recorrido por la vida futura (durante ocho horas de inconsciencia, al parecer).

Es una de las descripciones más detalladas del “otro lado” que se ha visto nunca.

Casi como si lo transportaran allí.

Había un camino de oro de seis pies de ancho y grueso.
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Había un jardín hasta donde Sigmund podía ver.

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Había hojas de hierba que si se arrancaban y caían reanudaban su crecimiento (no hay muerte en el cielo).
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Había flores de todos los tamaños imaginables y colores.
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Rosas de cuatro metros de diámetro parecía como si pesaran cincuenta libras.
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Nubes y nubes de flores que parecían cantar.

No es de extrañar que Tomás de Aquino dejara reflexiones teológicas después de haber experimentado cosas similares.

manos en el cielo dios y hombre fondo

  

LOS RESPLANDORES

Un cielo que tenía claros cristales de color azul y aún rosetas. 

¿Árboles de cuatro millas de ancho y 2.000 pies de altura – algunos con hojas en forma de enormes diamantes?

¿Sólo la imaginación?

Todo es asombrosamente similar a lo que cientos de personas han reportado durante episodios clínicos – que son más mucho cohesivos que alucinaciones o sueños.

Un árbol que me llamó la atención era de cristal muy claro, escribió Sigmund.

”Me dijeron que era un árbol de Diadema.
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Cada hoja era una forma de lágrima como un candelabro de cristal.
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Y había un continuo sonido de campanas procedentes de las hojas a medida que rozaban unas con otras por la suave brisa, un hermoso sonido de cristal.
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Se les podía tocar y el sonido podía resplandecer.
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Cada hoja, cada rama, el árbol entero despedía un resplandor enorme con todos los colores que se encontraban en la nube de gloria.
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Brillaba con luz y sonido. El árbol estaba en llamas de gloria.
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La llama comenzaba en la raíz y hacía todo el camino a través de las ramas hacia las hojas como araña”.

Es como las nubes de “gloria” en el Antiguo Testamento.

Tal vez el cielo descendía más fácilmente en ese entonces porque estábamos más cerca de la Creación.

Cuanto más cerca Sigmund iba hacia el Trono de Dios, la descripción era más increíble sobre los árboles.

brazo con pajaros dibujados

  

¿HAY COMIDA EN EL CIELO?

No como en la tierra.

En la eternidad, el sustento de ese tipo, por supuesto, no es necesario.

Pero Dios sigue ofreciendo delicias.

Él y otros dicen que hay delicias que en gran medida también tenemos en la tierra, pero como meros negativos de fotografías del cielo, como simples sabores diminutos.

¡Cuán literal fue Jesús cuando dijo que Él era comida de verdad! (Y qué pocos entienden la etérea importancia del maná que llamamos Eucaristía).

“Me acerqué a lo que yo pensaba que era un nogal, escribe Sigmund, quien es oriundo de Des Moines, Iowa.

”Me dijeron que tomara y comiera”.

“La fruta era en forma de pera y de color cobre.
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Cuando la cogí, otras frutas crecieron en su lugar al instante.
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Cuando el fruto tocó de mis labios, se evaporó y se fundió en las cosas más deliciosas que he probado nunca.
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Era como miel, zumo de melocotón y zumo de pera.
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Era dulce, pero no azucarada.
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Mi cara se llenó del jugo de la fruta.
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Pero nada de ninguna manera puede corromperse en el Cielo.
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Fue una experiencia maravillosa que todavía puedo saborear hoy”.

cielo

  

NI OÍDO OYÓ, NI OJO VIO

Los aromas del Cielo se fortalecen. 

El agua no te ahoga.

Millones juegan en ella y hacen castillos de arena en el fondo de un “lago”.

La gente cose prendas de vestir – pero sin agujas en las manos.

El aire se llena con los sonidos de gigantescos de carillón. 

El sonido cura.

Hay moradas. Hay mansiones. Es la Ciudad de Dios. 

Había innumerables ángeles de todo tipo.

El Cordero es la luz, y Él viene a través de todo.

Al igual que con muchas de estas experiencias, en las palabras de la Escritura encontramos una fuerte confirmación.

Había auditorios que parecen que podían albergar a diez millones.

Había edificios que parecía que estaban hechos totalmente de marfil entrelazado con oro y plata, que eran “sólidos” pero transparentes, palpables pero no físicamente.

Había alegría hilarante. Había colores desconocidos, miles de ellos.

No había corriente eléctrica pero había luces en todas partes.

“No puedo expresar con palabras lo bonito que era ver a todas estas personas diferentes con los adornos fabulosos”, escribe Sigmund.
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Era a causa de la unción; en ninguna parte vi joyas colgando de la gente. No era necesario.
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El resplandor de la sola presencia de Dios hace que una persona sea hermosa.

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El mobiliario era extraordinario, más allá de cualquier descripción.
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Vi lo que parecía ser una silla, similar a un sillón reclinable.
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No llegué a sentarse en ella, pero vi sentado a alguien.
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Mientras lo hacía, la silla se moldeaba alrededor, lo que le proporcionaba una comodidad tremenda.
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Había gradas y asientos, asientos hermosas que eran tallados a mano e increíblemente cómodos para sentarse.
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Cualquier cosa para sentarse en el Cielo es confortable para siempre”.

Pero además de los paisajes, en el Cielo suceden cosas y hay un esfuerzo que realizar para llegar a allí.

Veamos la visión de Don Bosco.

  

EL SUEÑO DE DON BOSCO SOBRE EL PARAÍSO

Don Bosco tuvo una serie de visiones sobrenaturales que las expresó en base a sueños.

Uno de ellos es respecto al paraíso.

La noche del 7 de abril de 1861 Don Bosco contó a sus jovenes un sueño que había tenido durante 3 noches seguidas los días anteriores.

En el sueño les preguntó a sus alumnos a dónde querían ir de paseo y acordaron ir al paraíso.

Y hacia allí fueron.

Luego de atravesar una llanura, llegaron a una colina hermosa llena de árboles frutales y flores muy bellas, donde se respiraba un ambiente de paz y alegría.

Creían que habían llegado al paraíso ¡que rápido y que fácil!

Pero a lo lejos divisaron una montaña muy alta y se dieron cuenta que allí estaba el paraíso.

Desde lejos se veía a gran cantidad de gente tratando de subir a la montaña con mucha dificultad, pero con mucho entusiasmo.

Desde arriba se los alentaba, e incluso algunos bajaban para ayudar a los que estaban subiendo.

Y los que llegaban a la cima eran recibidos con gran algarabía.

Don Bosco y sus alumnos se fueron acercando a la montaña y se encontraron en primer lugar con un lago de sangre muy grande delante de ella.

Había una cantidad grande de cuerpos descuartizados alrededor, como si hubiera habido una batalla.

Y en medio de ese espectáculo había un cartel que decía POR MEDIO DE LA SANGRE.

Don Bosco preguntó qué significaba eso y una voz le dijo que el lago significaba la sangre que habían derramado los mártires de la religión.

Y los miembros descuartizados como brazos, pies, manos, cabezas, eran de aquellos que habían querido combatir contra la Iglesia y habían quedado destruidos en el campo de batalla.

Porque Jesús prometió que los poderes del infierno no tendrán éxito contra la Iglesia.

Siguieron adelante y vieron un lago de aguas cristalinas y un cartel que decía POR MEDIO DEL AGUA.

La voz le explicó a Don Bosco que para entrar en el cielo hay que estar purificado por el agua del bautismo y por el sacramento de la penitencia.

Y los restos humanos que estaban alrededor del lago eran de aquellos que no habían querido purificarse.

Más adelante encontraron un lago de fuego que también tenía alrededor restos de cuerpos humanos.

Y había un cartel que decía POR MEDIO DEL FUEGO.

La voz le dijo a Don Bosco que para ir al paraíso es imprescindible vivir el fuego del amor a Dios y al prójimo.

Y que los cuerpos descuartizados alrededor eran de aquellos que se dedicaron a atacar a Dios y al prójimo en vez de amarlos.

Luego llegaron a un circo lleno de fieras, como leones, serpientes, lobos, osos, tigres, y cada uno en actitud agresiva.

La voz le dijo que esos significaban los peligros que suponían la actividad del demonio, del mundo y de la carne, que hacen que la gente peque.

Siguiendo el viaje hacia la cima de la montaña se encontraron con una plaza llena de gente alegre y que desembocaba en un túnel muy estrecho.

De modo que quién quisiera entrar en el túnel tenía que quitarse todo lo superfluo, porque el túnel era muy angosto.

Entonces en el costado vieron a una multitud de gente atada a animales.

Y la voz le dijo que quienes estaban atados a bueyes eran los perezosos. Los que estaban atados a asnos eran los tercos.

Los que estaban atados a caballos no empleaban su pensamiento para la salvación eterna sino para su vida material en la Tierra.

Aquellos amarrados a cerdos eran quienes se revolcaban en las pasiones sensuales y se alejaban de Dios.

Los amarrados a gatos eran ladrones. Los atados a perros daban mal ejemplo. Y los que estaban atados a conejos eran cobardes.

Siguiendo el avance hacia el túnel pasaron por un jardín lleno de hermosas flores y frutos, pero que despedían un olor desagradable y fétido.

Y al comer los frutos tenían un sabor muy feo.

La voz le dijo a Don Bosco que esas flores y frutos eran los goces materiales que ofrecía el mundo, eran bellos pero desagradables al final.

Siguieron avanzando, pero previo a la puerta angosta vieron una muchedumbre curiosamente haciendo lo contrario, bajando por un camino ancho.

Estaban muy alegres en medio de bailes y aplausos.

Dentro de esa multitud venían unas personas muy elegantes que los empujaban y le salían cuernos por debajo de los sombreros.

La voz le dijo a Don Bosco que esa era la gente que estaba viajando tranquilamente al infierno sin darse cuenta.

Entonces recordó el pasaje de Mateo 7 donde dice que es angosto el sendero que lleva a la vida eterna y ancha la vía que conduce a la perdición.

Ya habían llegado a la puerta angosta.

Y lo primero que se encontraron fue un puente muy estrecho, sin barandas, debajo del cual había un terrible abismo que terminaba en aguas turbulentas.

Los jóvenes se asustaron pero al fin uno se atrevió pasar y los demás atravesaron con mucho cuidado hacia el otro extremo.

Lo que le hizo recordar la frase de Jesús que hay que ser sencillos como palomas y prudentes como serpientes.

Así desembocaron en un camino lleno de espinas y piedras, que les hacía muy dificultoso transitarlo.

Además la pendiente era cada vez más escarpada.

Pero cuando miraron para arriba vieron a unas cuantas personas que los animaban a seguir subiendo.

¡Al fin llegaron!

Cuando terminaron de subir Don Bosco vio con tristeza que de los 800 que habían partido con él sólo cuatro habían logrado llegar.

Y la voz le dijo que los demás se habían quedado en las distintas partes del camino, y algunos quizás seguían luchando para llegar.

Don Bosco echó una mirada hacia atrás y vio que algunos estaban distraídos recogiendo caracoles, flores, frutos, animales

Y a pesar de su grito para que retomaran el camino sólo muy pocos respondieron positivamente.

Entonces bajó para alentar a cada uno y se encontró con muchos estaban desanimados  y otros preferían tener una vida sin hacer esfuerzos.

Don Bosco entonces preguntó qué pasaría con ellos.

Y la voz le respondió que algunos debían quedarse en el purgatorio purificandose de los pecados.

Para algunos el purgatorio sería largo y para otros sería corto.

Y le agregó que una forma de hacer que el purgatorio sea lo más corto posible es ganar indulgencias, o sea el perdón de una parte de la pena que se debe pagar por el pecado.

Este sueño de Don Bosco nos muestra como es el camino qué conduce al cielo.

Mientras que previamente hemos visto en este artículo como es el cielo para los que llegan ahí.


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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