Cómo utilizan el poder de Dios profanando su cuerpo.

El robo de hostias consagradas crece en un mundo que cree cada vez menos en la existencia de Dios.

¿Pero será que verdaderamente cree menos en Dios?

O en realidad el decir que Dios no existe ¿no será un argumento circunstancial para poder rebelarse de las normas que Él pide a los seres humanos?

Si investigamos para qué se roban las hostias consagradas tendremos una pista de esto.

Aquí hablaremos sobre el robo de las hostias consagradas, quienes lo hacen, para qué las roban y cómo Dios contesta con milagros eucarísticos, que el maligno no puede replicar.

Mientras la mayoría de los occidentales consideran que la hostia consagrada que los católicos creen que sostiene el cuerpo y la sangre de Cristo, es pura superstición, crece el robo de las hostias para profanarlas.

Es más, los ladrones muchas veces entran a los templos, violan el sagrario, se llevan el copón con la reserva de hostias consagradas y no se llevan otras cosas de valor como cálices, ostensorios, cuadros, micrófonos, consolas, etc.

Pero sí se llevan las llaves del sagrario y otros objetos que indiquen que el ladrón sacó la hostia de allí. 

Y esto es porque hay un mercado negro para ellas.

El exorcista padre Aldo Buonaiuto dice que el precio de cada hostia puede ir desde los 80 a los 500 o 1.000 euros en Europa. 

El precio depende del tamaño de la hostia, de la importancia de la iglesia de la que proviene y del sacerdote que la haya consagrado.

Conseguir una hostia consagrada por el Papa no tiene precio y, si procede de la Basílica de San Pedro, aunque haya sido consagrada por cualquier cardenal, tiene el mayor precio máximo. 

Y también valen más, cuanto más conocida sea la iglesia, más famoso sea el sacerdote que la consagra o más fama de santidad tenga.

La mayoría de los robos quedan en la esfera doméstica, los párrocos no los publicitan, pero en general se preocupan en recuperarlas movilizando a su feligresía.

Y en general luego se hará un acto de desagravio con una misa de reparación.

Y cuanto más se haya hecho público el robo, más importante será la misa y quien presidirá la eucaristía.

Y no son pocos los casos registrados en la historia de milagros eucarísticos certificados con hostias robadas.

Una forma que tiene el Señor para demostrar lo qué se ha agraviado, que se le ha agraviado a Él.

Por ejemplo en un caso de 1345 en Wawel, Polonia las hostias robadas fueron encontradas en un pantano intactas e irradiando luz.

En 1370 en Bruselas, Bélgica, apuñalaron una hostia consagrada robada y ésta sangró.

En 1772 en Patierno, Italia, fueron encontradas intactas bajo estiércol un mes después del robo, con una paloma volando sobre donde estaban e irradiando luz también.

Y podemos seguir mencionando casos.

También en muchos casos las hostias recuperadas permanecen incorruptas, sin desintegrarse, por décadas.

Como es el caso de 1969 en San Mauro La Bruca, Italia, en que las encuentra un niño, al día siguiente del robo en un callejón y se conservan milagrosamente a lo largo de los años

Los casos más notorios son los robos del copón entero con las hostias, sustrayéndolo directamente del sagrario.

Pero lo más común y lo que resulta más fácil, es ir a comulgar en la mano y guardar la hostia en el bolsillo en vez de comerla.

Esta es una razón más para pedir que se comulgue en la boca.

Y hay que aclarar que quien roba hostias está excomulgado automáticamente.

Las hostias robadas se profanan de diversa forma.

Una forma es a través de misas negras.

Que son liturgias satánicas que copian la liturgia católica pero la invierten.

El rito imita, más o menos, el de la misa católica, con las oraciones recitadas en latín, y otras lenguas.

Naturalmente, en lugar de invocar el nombre de Dios se invoca el de satanás.

Se invocan nombres de diversos demonios.

Se recita el Padre nuestro en sentido contrario y negativo, se dice padre nuestro que estás en el infierno.

Y también se lanzan invectivas contra Jesucristo.

Y la hostia consagrada es utilizada de varias maneras: en prácticas sexuales, pisoteándola repetidamente con odio, escupiéndola, maldiciéndola.

Pero también las hostias se usan para rituales mágicos particulares.

En unos de estos casos por ejemplo se produjo un milagro eucarístico.

En 1273, en Offida, Italia, una mujer, siguiendo indicación de una hechicera, robó una hostia consagrada en una comunión, la llevó a su casa y la puso al fuego con la intención de pulverizarla y ponerla en el plato del marido para hacerle una brujería para volver a conquistarlo. 

En ese momento, la hostia se convirtió en carne que derramaba sangre, y aterrorizada por lo que estaba sucediendo, envolvió la hostia bañada en sangre en un lino y la enterró bajo el estiércol del establo.

Pero cada vez que entraba la mula, se arrodillaba mirando hacia donde estaba enterrado el Santísimo Sacramento. 

Y 7 años después, la mujer confesó con pavor lo que había hecho.

Y hay un caso que fue divulgado recientemente por el exorcista padre Stephen Rossetti.

Un diácono permanente, que trabajaba como policía también, entró en el templo 40 minutos antes de comenzar la misa de la 5 de la tarde, para prepararla.

Y al entrar a la iglesia se encontró con una joven que inexplicablemente estaba en el pasillo. 

Estaba pobremente vestida y se le acercó sonriendo.

El diácono observó un tatuaje satánico en la base de su cuello, una cruz invertida. 

Y cuando llegó al lado pronunció algunas blasfemias contra Dios y Jesús.

Miró al altar para ver si el tabernáculo había sido perturbado o si había habido algún sacrilegio en el altar, pero no había ocurrido nada grave.

La joven llevaba un vaso en la mano con un lirio adentro y el diácono le preguntó «¿Qué tienes en el vaso?». 

Ella sostenía un vasito infantil lleno de líquido transparente y un lirio blanco que provenía del arreglo de altar.

Y le contestó «Es solo un poco de agua bendita» y dijo una blasfemia.

«¿Para qué quieres eso?» preguntó el diácono.

Y le contestó, «Lo necesito para los exorcismos. Soy una bruja. Adoro a satanás». 

El diácono metió la mano en la pila de agua bendita y se bendijo.

Y ella lo insultó y le dijo que no la mojara con agua bendita. 

Del resto de la conversación surgió que buscaba acceso al Santísimo Sacramento y se conformó con el agua bendita.

El diácono le pidió el vaso en su carácter de policía, y le dijo que se fuera y no regresara. 

Y ella conmocionada obedeció de inmediato.

Pero escribió en el cuaderno de intenciones de Oración de los Fieles a la entrada de la iglesia, una invitación a orar a satanás y «disfruta de la vida».

Y garabateó blasfemias, un llamado a la quema de la biblia, «salve satanás» y «satanás te ama, un poco».

Luego el diácono diría que la mujer no era una loca, estaba alegre y sonriente.

Pero se notaba que tenía una misión. 

Y su presencia le hizo sentir la ausencia total de amor y bondad. Tenía un aura de malevolencia.

Y confesó que fue la primera vez que sintió que alguien se deleitaba absolutamente con eso. 

Después le informó al párroco de lo sucedido.

Y éste le habló de un sacerdote amigo suyo cuya secretaria parroquial resultó ser una sacerdotisa satánica, que había tomado el trabajo únicamente para tener acceso al Santísimo Sacramento.

En resumen, en la medida que la gente dice dejar de creer en Dios, también crece el satanismo y la brujería, que no es incredulidad en la existencia de Dios sino una rebelión contra Él.

Y esa rebelión implica blasfemar sobre las muestras de poder de Dios a través de las misas satánicas, donde se usan hostias consagradas para profanarlas, sabiendo que allí está presente Jesucristo.

Y lo hacen para predicar que satanás es más poderoso.

Y por otro lado otros usan el poder de las hostias consagradas para hacer hechizos y brujerías.

En un intento de predicar que las fuerzas del mal, pueden usar a su antojo, a la mayor fuerza del universo que es Dios.

Para ambas cosas necesitan conseguir hostias consagradas, lo que se hace robando el copón del sagrario o comulgando en la mano y guardándose la hostia.

Y esto ha generado un mercado negro de hostias, cuyo valor depende de quien la consagró y donde.

Pero Dios ha demostrado su descontento con esto y ha producido milagros eucarísticos para mostrar a quien se ha profanado.

Mientras la Iglesia excomulga automáticamente a quienes roban hostias y suele realizar misas de reparación ante los robos.

Aunque cada vez es menos partidaria de que los fieles comulguen en la boca, para evitar el peligro de que se roben hostias.

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre lo que está expresando el robo de hostias consagradas, una rebelión contra Dios para ponerlo en segundo lugar luego de las fuerzas del mal.

Mientras que Dios les demuestra quién es Él, con los milagros eucarísticos.

Lo que en algún momento los llena de pavor, cuando se dan cuenta de la perversidad del maligno, que les empieza a pedir cuentas. 

Y me gustaría preguntarte si has visto algún caso de alguna persona en misa tratando de robar una hostia.

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