El sacerdocio nuclear de la ortodoxia rusa.

Febrero de 2022 ha visto cómo una nación que se llama cristiana como Rusia, ha invadido a otra nación, donde el 85% profesa el cristianismo, una de las más cristianas del mundo, Ucrania.

Y ha amenazado al mundo con usar su arsenal nuclear generando pánico en el mundo.

¿Qué está pasando aquí?

Muchos cristianos están consternados porque reconocen que Rusia hoy, profesa valores morales mucho más genuinamente cristianos que occidente, o sea que la OTAN a la que se quería adherir Ucrania.

Pero no dejan de notar que una invasión a un país mucho más pequeño es un atropello a la legislación internacional.

Y la amenaza del uso de armas nucleares pone al mundo al borde de un holocausto.

Aquí hablaremos sobre cómo y por qué Rusia ha llegado a la posición de exportar sus valores por la fuerza bélica.

Y cómo juega esta situación bélica en el plan de Dios para el final de los tiempos.

Para comprender la invasión de Rusia a Ucrania y la amenaza nuclear que ha esgrimido, se debe entender la historia de los rusos.

Cuando en 1991 se desintegró la Unión Soviética los rusos vieron esto como un tremendo drama.

¿Cómo podrían reconstituir la moral nacional y su misión en el mundo?

La revolución bolchevique de 1917 había reemplazado al cristianismo, con el comunismo como su matriz ideológica.

Y había justificado su imperialismo a través del Pacto de Varsovia, exportando la revolución comunista a varios países.

Del mismo modo que la defensa del cristianismo había justificado el imperialismo de los zares anteriormente.

La religión siempre fue un eje importante para la identidad nacional y la pretensión de imperio de los rusos, a pesar que se vio ensombrecida en la época soviética.

Esta vinculación por ejemplo la podemos ver ahora cuando el presidente Putin hizo volar el ícono de la Virgen de Kazán sobre el Mar Negro en vísperas de los sucesos de Ucrania cuando la anexión de Crimea.

Que es una imitación de lo que los rusos han hecho a través de los siglos llevando la Virgen Negra a los campos de batalla para bendecir a los ejércitos rusos en lucha contra los suecos, los polacos, los turcos, los persas, los invasores franceses y alemanes. 

Incluso el ateo Stalin había enviado el icono a Stalingrado en 1943, para asegurar la victoria sobre los invasores alemanes del tercer Reich.

Pero lo cierto es que el comunismo se había esfumado al principio de los ’90.

¿Y cuál fue el sedimento institucional que dejó?

En ese momento las únicas dos instituciones que quedaron menos heridas fueron la Iglesia Ortodoxa Rusa y las fuerzas militares, especialmente las nucleares, que eran las fuerzas de élite, mejor financiadas y consideradas. 

Pero la única de las dos que podía dar la base ideológica, para la reconstrucción del sentido de la misión en el mundo que tenía Rusia, era la Iglesia ortodoxa rusa.

Y entonces se dieron dos procesos paralelos, uno, la integración de la iglesia en el complejo nuclear-militar.

El patriarca metropolita Kirill, expresó que tanto el ejército como la Iglesia Ortodoxa habían sido excluidas de la vida política y tenían un compromiso de autosacrificio. 

Y por lo tanto la iglesia demostraría ser el aliado más fuerte de los militares a la hora de justificar su misión a los ojos de la sociedad rusa.

Y así se insertó hábilmente en el ejército, una base importante del estado ruso, brindando unidad y apoyo en el momento de su mayor debilidad, en 1991. 

Y el otro proceso, fue la alianza paralela de los ortodoxos con el sistema político para diseñar una idea nacional, prestarle legitimidad y reconstruir el poder de la nación, que se había derrumbado cuando la Unión Soviética cayó.

Es así como la Iglesia Ortodoxa Rusia ofreció un propósito nacional renovado, motivando a los militares y a la nación en general. 

Le dio el marco de referencia a la política exterior rusa presentándose como el principal protector de la cristiandad en la región, acosada por enemigos apóstatas.

Viéndose como el último bastión de la fuerza civilizatoria, la Tercera Roma.

Hacia el oeste estableció que el enemigo es el bloque occidental que ha abandonado el cristianismo, presentado la amenaza de la corrupción moral que lleva a la decadencia social y política.

Hacia el sur, Rusia está cercada por una serie de naciones de mayoría musulmana.

Y hacia el este, se enfrenta a dos potencias hostiles, China y Japón, que nunca adoptaron el cristianismo.

De todos estos enemigos el que determinaron como principal y más agresivo fue occidente, que lo han definido como el anticristo.

Literalmente considerado una fuerza satánica, que destruye la familia, pervierte a la juventud, no respeta la vida humana desde la concepción, ni el sexo con el que nacieron sus hijos, etc.

Y por eso los geopolíticos rusos llaman a Putin el katejon, un líder ortodoxo que protege a Rusia del reino del anticristo. 

Y además la historia ha llevado a los rusos a cierto victimismo, al sentirse permanentemente bajo el asalto de las fuerzas del mal: Polonia, Napoleón, Hitler, Estados Unidos, Occidente, las tribus islámicas en la frontera sur. 

Los rusos sienten que buscan destruir el núcleo civilizatorio de Rusia basado en la fe ortodoxa.

Y es por esto que el patriarca Kirill advirtió sobre el Armagedón venidero, diciendo: «Uno debe estar ciego para no ver el acercamiento de los terribles momentos de la historia de los que habló el Apocalipsis». 

Así nació el mito que defendía la predestinación divina del proyecto nuclear soviético en el sitio religioso de Sarov.

La iglesia volvió a consagrar el complejo militar nuclear construido por los soviéticos como propio.

Se construyeron lugares de culto en todas las bases nucleares de Rusia.

Y es constante la consagración del armamento del ejército ruso por parte de sacerdotes ortodoxos.

Los íconos ortodoxos adornan las plataformas de las armas nucleares y los comandantes han incorporado cada vez más ideas religiosas en su pensamiento estratégico.

Y hay permanentes llamados a proveer de íconos religiosos para cada instalación militar.

Este desarrollo religioso fue más que un instrumento para inocular a los militares contra la influencia occidental y la guerra psicológica, y para aumentar la moral y la cohesión.

Fue un instrumento que le dio un sentido de misión e introdujo los valores conservadores que hoy se aprecian en Rusia.

De modo que el sistema parece estar utilizando a la iglesia para aggiornar en las instituciones una ideología política mesiánica, que nunca dejó de tener, pero que ahora está barnizada por el cristianismo ortodoxo.

Este cristianismo mesiánico es manejado básicamente por las élites rusas, algunos lo harán meramente por estrategia y otros lo creerán realmente.

Pero ha entrado sólo lentamente entre el pueblo ruso, que padeció décadas de adoctrinamiento ateo. 

Por ejemplo Rusia sigue teniendo el doble de abortos proporcionalmente que EE.UU., aunque el presidente Putin se ha declarado en su contra.

Ahora el punto aquí es si este cristianismo mesiánico, que no tiene empacho en amenazar a sus enemigos con armas nucleares, que podrían exponer al mundo a una formidable devastación, es realmente el mensaje que predicó Jesús.

La doctrina de la Iglesia Católica acepta el uso bélico como forma de defensa, con su teoría de la guerra justa.

Una guerra justa por ejemplo fueron las Cruzadas, que fue un esfuerzo de la cristiandad para recuperar los lugares de Tierra Santa que habían sido tomados por la fuerza por los musulmanes.

Y aunque en toda guerra hay abusos, los abusos accesorios a una guerra, no pueden ensombrecer el criterio de justicia armada contra los usurpadores, cuando no hay otra opción.

Pero no se puede imponer la fe por la espada como llegan a aceptar los musulmanes.

La evangelización cristiana se basa en el convencimiento, en predicar la palabra, y no en instaurar por la fuerza el cristianismo desde el poder político aliado con una iglesia cristiana.

Porque los cristianos predican la palabra y luego es Dios el que actúa para convertir.

Los católicos no consideramos que sean los propios hombres los que se convierten, sino que la fe es un don que viene de lo alto, proporcionado por Dios.

Es Dios el que nos elige y nos llama, y luego nosotros podemos aceptar ese llamado o no.

Esta estrategia belicista de Rusia asumida en Ucrania y convalidada por la ortodoxia rusa en los hechos, porque la apuntaló, pero no expresada en las palabras públicas dichas para afuera de Rusia, porque la alejaría mucho de la moral bíblica, es algo que Dios ha permitido con el propósito de purificar el mundo.

Es la materialización de las profecías de Fátima, donde Nuestra Señora reveló que Rusia es la nación reguladora del castigo al mundo.

Así como misteriosamente Dios eligió al pueblo judío para revelarse como el único Dios y dejarmos sus mandamientos, así también ha elegido al pueblo para el castigo.

De modo que tenemos que orar por la conversión total de Rusia y pedir al Papa que la consagre al Inmaculado Corazón de María, para aminorar el castigo por los pecados de la humanidad.     

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre las bases del cristianismo mesiánico en las acciones bélicas de Rusia y su función en el plan de Dios.

Y me gustaría preguntarte si crees que es razonable extender los valores cristianos por la fuerza o no, o sea convertir por la fuerza como en algunas épocas han hecho algunos regímenes cristianos.

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