La Basílica de San Pablo Extramuros, imponente y monumental.
Se destaca más aún por el amplio espacio que la separa de los edificios circundantes.
Surgió en la primera mitad del siglo IV por voluntad del emperador Constantino.
En el lugar que la tradición indica como la tumba del Apóstol Pablo.
Es una de las cinco iglesias consideradas como las más antiguas de Roma.
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La Iglesia Católica considera que son la Basílica de san Juan de Letrán, Basílica de San Lorenzo Extramuros, Basílica de Santa María la Mayor y la Basílica de San Pedro.
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Es la segunda Basílica más grande de Roma, después de San Pedro.
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Se sitúa fuera de las murallas de Roma, a 11 kilómetros de San Pedro y cerca de «Las tres fontana», donde San Pablo fue martirizado.
Con el fin de las persecuciones contra el cristianismo y la promulgación de los edictos de tolerancia, a comienzos del siglo del IV, el emperador Constantino mandó realizar excavaciones en los lugares de la cella memoriae donde los cristianos veneraban la memoria del Apóstol San Pablo, decapitado entre el año 65 y el 67, bajo Nerón.
Sobre esta tumba, situada en la Vía Ostiense, a unos dos kilómetros de la muralla aureliana que rodeaba Roma, mandó levantar una Basílica, que el Papa Silvestre consagró en el 324.
La Basílica fue reformada y ampliada entre el 384 y el 395, bajo los emperadores Teodosio, Valentino II y Arcadio
Según un vasto proyecto de cinco naves que se abre a un cuadripórtico, y a lo largo de los siglos los Papas seguirán embelleciéndola y añadiendo partes, como la imponente cinta de fortificación levantada contra las invasiones a finales del siglo IX, el campanario y la maravillosa puerta bizantina del siglo XI, y también los mosaicos de la fachada de Pietro Cavallini, el hermoso claustro de los Vassalletto, el famoso baldaquín gótico de Arnolfo di Cambio y el candelabro pascual de Nicola d’Angelo y Pietro Vassalletto, del siglo XIII.
Es el periodo de la edad de oro de la Basílica más grande de Roma, hasta la consagración de la nueva Basílica de San Pedro en 1626.
En la noche del 15 de julio de 1823 un incendio destruyó este testimonio único de épocas paleocristianas y bizantinas, del Renacimiento y del Barroco.
La Basílica fue reconstruida de modo idéntico, usando los elementos que se habían salvado del incendio.
En 1849 el Papa Gregorio XVI consagraba el altar de la Confesión y el transepto.
Se sigue reformando y embelleciendo. En 1928 se añadió el pórtico de las 146 columnas.
Hoy es la tumba del Apóstol lo que ha salido a la luz, mientras que una serie de obras importantes se benefician, como en el pasado, de la generosidad de los cristianos de todas las partes del mundo.
Además de la Basílica papal, el conjunto comprende una abadía benedictina muy antigua, restaurada por Odón de Cluny en el 936, activa bajo la dirección de su abad.
Los monjes benedictinos de la antiquísima abadía, edificada junto a la tumba del Apóstol por el papa Gregorio II (715-731), favorecen el ministerio de la Reconciliación (o de la Penitencia) y la promoción de acontecimientos ecuménicos.
Aquí todos los años el 25 de enero, fiesta de la conversión de San Pablo, se clausura solemnemente la semana de oración por la unidad de los cristianos.
El Papa ha privilegiado dos puntos para su Basílica: el ministerio de la Reconciliación (o de la Penitencia) y la promoción de acontecimientos ecuménicos.
El 28 de junio de 2007 el Santo Padre Benedicto XVI fue a la Basílica para proclamar “el Año Paulino” en el bimilenario del nacimiento de san Pablo.
EL LUGAR Y LA CONSTRUCCIÓN
El lugar en el que se encuentra la basílica de san Pablo Extramuros, a dos millas de la Via Ostiensis, estaba ocupada por un vasto cementerio sub divos (sobre la tierra).
El que fue usado constantemente desde el siglo I a. C. hasta el siglo III d. C., y esporádicamente reutilizado con posterioridad, sobre todo en los mausoleos, hasta finales de la Antigüedad tardía.
Era una amplia necrópolis y comprendía diversa tipología de tumbas, desde los columbarios de familia a las pequeñas capillas funerarias a menudo decoradas con frescos y estuco.
Casi la totalidad de esta área sepulcral está ahora sepultada (en gran parte bajo el nivel del vecino río Tíber), y se estima que se extiende bajo toda el área de la basílica y de la zona que la rodea.
Una mínima, pero significativa parte de ella puede verse a lo largo de la Via Ostiense, justo afuera del transepto norte de la basílica.
Más tarde, sobre ese lugar, objeto de continua peregrinación desde el siglo I, el emperador romano Constantino (306 – 337) creó una pequeña basílica, a dos kilómetros de la muralla Aureliana que circundaba Roma, saliendo por la puerta de san Pablo, de lo que resulta su nombre: fuori le mura (fuera de los muros, extramuros).
Este edificio ha de incluirse en la serie de basílicas construidas por el emperador dentro pero sobre todo fuera de la ciudad, y fue la segunda fundación constantiniana en el tiempo, después de la catedral dedicada al Santo Salvador (la actual Basílica de san Juan de Letrán).
Fue consagrado en noviembre de 324 por el papa Silvestre I.
Bajo el reinado conjunto de los emperadores Teodosio I (379 – 395), Graciano (367 – 383) y Valentiniano II (375 – 392) fue erigida la basílica cuya estructura permanecerá en pie hasta el desastroso incendio de 1823.
Esta basílica tenía al Este la Via Ostiense (la carretera hacia Ostia) por lo que hubo que extenderla hacia el Oeste, hacia el río Tíber, cambiando diametralmente la orientación.
La entrada se colocó hacia el río Tíber, en lugar de hacia la via Ostiense, y esta es la orientación actual, utilizando la actual basílica parte de las estructuras murales que sobrevivieron al incendio.
En 384, Valentiniano II decidió el inicio de los trabajos, como da prueba una carta dirigida por el emperador al prefecto de la ciudad de Roma, Salustio, que se encargaba del estudio de los trabajos.
Este edificio se llama “Teodosiano”, aunque fue terminado bajo Honorio.
La estructura de la Basílica actual es bizantina, tiene 131,66 m. de largo, 65 m. de ancho y una altura de 30 m.
Con sus cinco naves (una gran nave central de 29,70 m., y cuatro naves laterales), sus 80 columnas monolíticas de granito y su cuadripórtico (largo 70 m.), es la basílica romana más grande de la época, hasta la reedificación de San Pedro.
EL EXTERIOR DE LA BASÍLICA
El grandioso atrio de cuatro pórticos, con sus 70 metros de lago y sus 150 columnas, fue proyectado por Poletti y terminado por Calderini. En el centro destaca una estatua colosal de san Pablo, obra de Giuseppe Obici (1807-1878).
La fachada está decorada con mosaicos realizados entre 1854 y 1874 (cartones de Agricola y Consoni) que representan: en el registro inferior, Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel; en el registro del medio, el Cordero místico rodeado por cuatro ríos que simbolizan los cuatro Evangelios, y por doce corderos que representan los doce Apóstoles.
En el registro superior, Cristo entre Pedro y Pablo.
Las tres puertas. En el centro, la monumental Puerta de bronce verde de Antonio Maraini que fue colocada en 1931, y, a la derecha, la nueva Puerta Santa, de bronce dorado, obra del escultor Enrico Manfrini, fue colocada con ocasión del Jubileo del año 2000.
Y La puerta bizantina que adorna la parte interior de la Puerta Santa.
EL INTERIOR DE LA BASÍLICA
La sensación de espacios inmensos y grandiosidad del interior de una de las más grandes basílicas existentes en el mundo, proviene de la disposición simétrica de las 80 columnas de mármol blanco y del reflejo del suelo.
La iglesia actual, como la antigua, tiene cinco naves y un suelo que, respecto al primitivo, fue realzado cerca de 90 centímetros.
El pavimento se colocó primero en el crucero, utilizando también los hermosos mármoles de lápidas de la antigua Basílica, y después en las naves, alternando baldosas de mármol verde y granito rojo.
Esto da a la iglesia una sensación de gran luminosidad.
La parte más antigua de la Basílica, si bien retocada y restaurada, es la del ábside y el arco triunfal. A los pies de éste, sobre basamentos de mármol, han sido colocadas las estatuas de San Pedro y San Pablo.
En la parte central del rico techo se pueden ver los escudos de los Papas.
Debajo, entre las ventanas, flanqueados por falsas columnas con capiteles corintios, se alternan 36 frescos que representan diversos episodios de la vida de San Pablo, encargados por Pío IX en el año 1857.
Bajo las ventanas de la nave central y en las naves laterales, realizados en mosaico, están los retratos de los Papas desde San Pedro hasta nuestros días.
Es tradición que cuando muere el Papa, se actualicen agregando la imagen del nuevo elegido.
La serie de retratos fue iniciada por el papa León Magno (440-461).
De aquellas antiguas pinturas al fresco se salvaron sólo 41, que en la actualidad se conservan en el museo de la Basílica.
El mosaico original de la Basílica fue realizado en el siglo XIII por expertos venecianos llamados a Roma por el papa Honorio III.
El mosaico actual es una copia fiel de la antigua imagen con algunos fragmentos salvados del incendio del año 1836.
En el centro del ábside está Cristo sentado en un trono que se yergue en un prado lleno de flores y animales, entre los Santos Pedro y su hermano Andrés a la izquierda, mientras a la derecha se encuentran Pablo y su antiguo biógrafo, el evangelista Lucas, autor de los «Hechos de los apóstoles».
No obstante las restauraciones y la sustitución de cuatro columnas con las actuales, el Baldaquino es el original de Arnolfo di Cambio.
La obra realizada en el año 1285, por encargo del abad Bartolomé, es el testimonio eficaz de un nuevo lenguaje escultórico.
Los bajorrelieves representan a Adán y Eva, la ofrenda de Caín y Abel, y al abad Bartolomé que ofrece el tabernáculo a San Pablo: en los nichos laterales se distinguen las figuras de Pedro y Pablo, de Timoteo, discípulo de Pablo y San Benito, el fundador de la orden que lleva su nombre.
Los monjes benedictinos, hoy como antiguamente, presiden las celebraciones de la Basílica y habitan en el monasterio que está junto a la misma.
LA TUMBA DE SAN PABLO
Pablo llegó a Roma en el 61, para ser juzgado.
Fue decapitado entre el 65 y el 67, y su cuerpo enterrado a dos millas del lugar del martirio, en el área sepulcral que la cristiana Lucina poseía en la Vía Ostiense que formaba parte de un antiguo cementerio.
Fue posible enterrar al apóstol Pablo en una necrópolis romana, aun siendo cristiano, en cuanto ciudadano romano.
Su tumba fue enseguida objeto de veneración, y sobre ella se edificó una cella memoriae o tropaeum, donde, durante estos siglos de persecución, iban a rezar los fieles y los peregrinos, sacando fuerzas para continuar la evangelización del gran misionero.
A 1,37 metros debajo del actual Altar papal, una lápida de mármol (2,12 m. x 1,27 m.) lleva la inscripción PAULO APOSTOLO MART….
Esta formada por varias piezas. La que lleva el nombre PAULO posee tres agujeros, uno redondo y dos cuadrados.
Sobre un sarcófago macizo de 2,55 m. de largo por 1,25 m. de ancho y 0,97 m. de altura fueron edificados los sucesivos “altares de la Confesión”.
Durante las últimas obras se abrió un hueco debajo del Altar papal para que los fieles puedan ver la tumba del Apóstol.
Fuentes:
- http://www.basilicasanpaolo.org/
- https://es.wikipedia.org/wiki/Bas%C3%ADlica_de_San_Pablo_Extramuros
- http://www.vatican.va/various/basiliche/san_paolo/index_sp.html
- http://www.corazones.org/lugares/italia/roma/pablo_extramuros/pablo_extramuros.htm
- http://es.catholic.net/op/articulos/3986/cat/97/historia-y-restauraciones-de-la-basilica-san-pablo-extramuros.html
- http://www.artehistoria.com/v2/monumentos/993.htm
Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María
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