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Desorientación diabólica, desmoronamiento de la fe, la moral ¿qué hacer?

El espíritu del anticristo aletea sobre el mundo como si lo dominara y ha creado una desorientación diabólica como nunca se ha dado en la historia.

Sin embargo, Dios tiene los hilos de la historia y nada sucede sin que Él lo permita.

Y entonces esto que está pasando, Él lo ha permitido por alguna razón.

Y por lo tanto debe tener un motivo poderoso que está llevando a cabo, que en realidad sólo podemos intuir.

Lo que está pasando, si lo analizamos con mentalidad despierta, es ni más ni menos seguramente lo que contenía el tercer secreto de Fátima que debió haberse revelado en 1960 para precavernos y no se hizo.

Aquí hablaremos sobre el contenido del tercer secreto de Fátima que se está desplegando ante nuestros ojos, por qué Dios lo está dejando pasar, qué busca lograr, cómo nos está planteando que podemos salir de esto y cómo hacer para mantenernos firmes en la fe. 

Estamos viviendo en un período de desorientación diabólica, que será peor hasta que llegue la intervención decisiva de Dios.

Pero Dios no nos ha abandonado ni nos abandonará.

Tenemos la certeza de esto, porque está ocurriendo ante nuestros ojos lo que ha sido largamente profetizado en las escritura y por mensajes a místicos, dados por Dios mismo.

No era falso, ahora tenemos la prueba.

Ya no necesitamos especular sobre el contenido del Tercer Secreto de Fátima, que supuestamente contenía una profecía sobre el futuro que vino a traer la Virgen, y que quería que el pueblo supiera en la década de 1960, pero sucesivos Papas no lo hicieron público. 

Simplemente tenemos que abrir los ojos y observar lo que está sucediendo en la Iglesia y el mundo.

Y allí está la clave para comprender lo que no se publicó, hoy está pasando en la realidad. 

Sabemos que el tercer secreto debería decir que un ola de desorientación diabólica sería lanzada sobre el mundo, porque ya está aquí, y si el tercer secreto que nos cuentan no dice eso, no es el verdadero.

El verdadero tercer secreto nos hablaría que los hombres abandonarían a Dios y sus mandamientos. 

Diría que gran número de las almas consagradas y de fieles se dejarían seducir por los perniciosos errores esparcidos por él demonio.

Que cegaría las mentes y endurecería los corazones de los muchos.

Que muchos pastores de la Iglesia fallarían gravemente en sus deberes, lo cual vemos en la crisis de los abusos, en la apostasía, y en lo que enseñan y lo que no enseñan.

Que satanás se movería a sus anchas en el vértice de la Iglesia. 

Y por la multiplicación de mensajes y su contenido, sabemos que este sería el tiempo de la batalla decisiva entre la Santísima Virgen y el demonio, que está descrita en el Génesis y en Apocalipsis. 

Para aquellos con una fe débil y desinformados, este puede ser el momento más angustioso y desconcertante de su historia, viendo cómo la moral se desploma.

Pero aquellos con la fe suficiente, saben por qué sucede esto y cómo debieran responder.

Dios nos está dando enorme cantidad de indicaciones de que la civilización se está desmoronando, precisamente porque lo ha abandonado a Él y a las verdades católicas que nos enseñó.

Esto nos da una gran confianza de que estamos en el camino correcto, porque lo que había sido profetizado por múltiples fuentes y creído, está sucediendo.

Y que estaremos bien si seguimos confiando en las profecías que nos piden cooperar con la gracia de Dios, y mantenernos firmes en la fe católica verdadera que viene de los apóstoles.

Pero además parece más claro que nunca que Dios quiere que nos demos cuenta de que ésta es una batalla que solo se puede ganar a través del proceso de regresar a Él. 

Cada vez más nos permite ver que no tenemos otras opciones y que se nos está acabando el tiempo. 

Ahora es el momento.

Pero también, la profundidad de este desmoronamiento y nuestra pequeñez para afrontarlo, nos dice lo que ya sabíamos, que esta es una batalla que va a ganar sólo Dios y no nosotros.

En la que la Santísima Virgen tiene un papel decisivo y terminará pisándole la cabeza al maligno.

En esta situación extraordinaria, ningún católico puede tener certeza absoluta sobre cómo va a venir ese triunfo, lo que nos debería inspirar a la humildad y a una mayor confianza en Dios.

Dios sabe que vivimos en un período de terrible incertidumbre y, como siempre, quiere que hagamos todo lo posible para mantenernos firmes en la fe para salvarnos.

Dios nos ama y está permitiendo esta crisis por una razón.

Para que las almas se den cuenta de sus pecados y se vuelvan a Él con mayor fidelidad y devoción.

En estos tiempos también debemos esperar desacuerdos, incluso entre aquellos que buscan sinceramente ser lo más fieles posible a la fe católica. 

Satanás y los que se infiltraron en la Iglesia para servirlo, tratan de explotar estos desacuerdos para dividir a aquellos que quieren vivir vidas católicas devotas.

Y por eso deberíamos atarnos fuertemente a las verdades que nos entregó Jesucristo.

La desorientación está dentro de la Iglesia, Dios nos la está mostrando a través de las declaraciones de figuras importantes en los medios de comunicación.

Algunos quieren desarmar la Iglesia que Jesucristo creó y están introduciendo la cizaña desde los medios de comunicación y desde los púlpitos.

Trabajan para crear una religión ecuménica, introducen la ideología de género, proclaman que nadie va al infierno porque el infierno no existe o está vacío y que hagan lo que hagan todos se salvarán.

Sepamos leer la Biblia. Nuestro Señor dijo en Mateo 7:16, «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis».

Debemos estar firmemente convencidos en las verdades de fe.

Que todo lo que sucede en el mundo es porque Dios lo dejó pasar, Él tiene el control de todo.

Y que los problemas que suceden en el mundo hoy tienen un propósito útil para que el mundo vuelva a Dios. 

No podemos dudarlo sin acusar a Dios de una falta de juicio respecto a lo que nos conviene.

Debemos tener la certeza de que Dios nos está cuidando y eso debe ser suficiente para calmar nuestra ansiedad.

Confiamos en un médico cuando le vamos a consultar por alguna enfermedad. 

Entonces, ¿con más razón no deberíamos confiar en la sabiduría de Dios?

Deberíamos confiar que si Él permite lo que vemos pasar en el mundo, en nuestra familia y en nuestro entorno, es por nuestra felicidad y seguridad aquí, y en la vida eterna.

Y si tenemos dudas deberíamos reflexionar un momento en todo lo que Él ha hecho por nosotros, pensando en las gracias que nos ha dado, en los peligros de los que nos ha salvado y de los naufragios que nos rescató.

Deberíamos ser muy desagradecidos si desconfiamos de Él después de haber dado la prueba de amor, de haber sufrido una muerte en la cruz para salvarnos.

El espíritu del anticristo está dominando el mundo.

Su objetivo será destruir sustancialmente la fe de aquellos a quienes no puede persuadir de herejía o apostasía explícita. 

El demonio quiere que sobrestimemos su poder. 

Él quiere que vivamos en un miedo incesante de sus secuaces.

Por eso los medios bombardean permanentemente con campañas que inoculan temor.

Quiere que vivamos acobardados en nuestras habitaciones, temerosos, fallando en hablar de nuestra fe y hacer obras de misericordia, por el deseo de proteger nuestros cuerpos mortales, ante peligros que en realidad nos se nos presentan como gigantescos.

El diablo es un adversario peligroso, pero no es tan peligroso como nuestras pasiones y nuestros miedos.

Él quiere que desconfiemos de las enseñanzas de Jesús y caigamos en el relativismo.

Nos hará dudar de la verdad. Pero hay una sóla verdad de la que derivan todas las demás.

Dios existe, es bueno, todopoderoso, y omnisciente.

Dios nos creó y se preocupa por nosotros, y realiza milagros para que confiemos en Él, pero nunca nos obliga a hacerlo.

Las enseñanzas morales de la Iglesia son tan infalibles, inmutables y universalmente vinculantes como lo son las enseñanzas de la Iglesia sobre los elementos de la fe. 

La fe es un paquete único. Rechazar una verdad de la fe, moral o teológica, es rechazar la fe, simple y llanamente.

La duda es lo opuesto a la virtud sobrenatural de la fe, así como el odio es lo opuesto al amor y la desesperación es lo opuesto a la esperanza. 

La duda nunca es algo bueno. No le creas a nadie que abogue por tener dudas como si fuera una especie de sello de fe genuina. 

Si dudas es porque has sido tentado y ahí tu puedes elegir si seguir dudando o creer.

La bondad viene de Dios y cualquier cosa que contradiga el bien es el mal.

Y el mal nunca es necesario, no debemos cooperar con él.

Dios te ama infinita e incondicionalmente, y siempre lo hará, pase lo que pase.

En esta vida, siempre puedes arrepentirte de tus pecados, y Dios siempre estará listo para darte la bienvenida nuevamente a Su gracia. 

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la desorientación diabólica que el maligno ha creado en el mundo y cómo mantenernos firmes en la fe. 

Y me gustaría preguntarte si crees que los cristianos piensan que el mundo ha sido tomado por una desorientación diabólica o creen que esto es simplemente un cambio de valores.

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