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Están desenchufados pero los quieren matar por omisión de alimentación.
Dos casos muy similares se están dando en estos momentos en Francia y en Argentina. Los dos jóvenes que tuvieron accidentes automovilísticos y están en coma, pero no enchufados ni con sostenes de vida sofisticados. Los familiares, que pueden decidir legalmente, reclaman la “muerte digna” de morir de sed. En el caso del joven francés es su esposa que lo decidió, con la oposición de sus padres. Y en el caso del joven argentino lo pidieron sus hermanas, mientras que su obispo ha solicitado hacerse cargo de su cuidado hasta que muera naturalmente.

 

marcelo diez de neuquen
A esta altura uno se pregunta si aún para los laicistas y ateos más radicales matar de sed a un ser querido, con el sufrimiento atroz que implica, es una “muerte digna”, como dice el eslogan de los partidarios de la eutanasia. Y también le vienen dudas si no hay intereses espurios para sacarse encima estos familiares enfermos.   

UN JOVEN EN FRANCIA QUE SU ESPOSA QUIERE QUE LE QUITEN LA HIDRATACIÓN 

Un joven muere en algún lugar de Francia en circunstancias similares a aquellas en las que Terri Schiavo se murió de hambre en los Estados Unidos en 2005. Sus padres han estado tratando en vano de salvar la vida de su hijo – que llamaremos Hervé – y su única esperanza ahora es que su fin sea pacífico.

Francia no se supone que tiene la eutanasia legal, pero matar de hambre a un paciente ha sido legal desde 2005, cuando la Ley Leonetti – el nombre del diputado que presentó la legislación – proveyó de lagunas discretas para la «eutanasia por omisión».

Hervé tuvo un accidente de coche hace unos años y fue dejado en coma profundo. Desde entonces la situación ha mejorado un poco: de un estado de coma ‘vegetativo’ se ha alcanzado – sus médicos dicen – un «coma mínimamente consciente». Esto significa que interactúa con su entorno, aunque irregularmente: responde en alguna medida a los estímulos, sigue a los visitantes con sus ojos y reacciona a las voces familiares.

LA LEY LEONETTI

La Ley Leonetti hace la distinción entre el tratamiento médico o la abstención del tratamiento médico elegido con el fin de obtener el máximo confort del paciente, aun a riesgo de acortar su vida, y las opciones médicas activas, cuyo objetivo es la obtención de la muerte del paciente – que están claramente prohibidas.

Pero jugando en la confusión entre la atención ordinaria y extraordinaria, la legislación permite que los pacientes no enfermos terminales, que no tienen ninguna esperanza de recuperación, al ser privados de alimento, y en gran medida de hidratación, consigan la muerte.

El cuidado extraordinario incluye tratamientos médicos que provocan sufrimientos inútiles o una presión indebida sobre el medio ambiente del paciente sin esperanza de mejora. En el cuidado ordinario se debe siempre dar albergue al paciente, comida y líquidos, siempre que sea posible es una obligación humana. La única excepción es el caso en que la administración de la comida le diera más sufrimiento que confort, haciendo más daño que bien.

En el caso de Hervé, el objetivo de los médicos es muy claro: se trata de poner fin a su vida. Se le podría llamar «eutanasia lenta».

LA DECISIÓN ENTRE LOS MÉDICOS Y SU ESPOSA

Este tipo de decisión, de acuerdo con la ley, se hace por el médico personal del paciente de una manera «colegiada» con por lo menos otro médico que no haya estado involucrado en el caso. Se supone que deben tomar los deseos del paciente en cuenta en todos los casos – o lo que habría sido el deseo, en caso de que el paciente sea incapaz de expresarlo. Y en ese caso, también deben «consultar» a representantes designado del paciente, si los hay, y de su familia y seres queridos.

En el caso de Hervé, su mujer tomó parte en la decisión. Pero sus padres no fueron consultados. Su madre se enteró indirectamente por otro médico en el hospital donde Hervé se encuentra, que su hijo iba a entrar en un «proceso» y que tenía que prepararse para perderlo.

Ella y su marido no esperaban escuchar, tan sólo unas semanas más tarde, a finales de abril, que Hervé ya no recibe ningún alimento. En cuanto a los líquidos, le habían sido recortados de 3 litros por 24 horas a menos de 100 mililitros en el mismo período. Y sus padres no hubieran sabido nada si uno de los hermanos de Hervé, de visita en el hospital, no se hubiera preguntado por qué no estaba siendo alimentado por goteo.

Hervé está perdiendo poco a poco su fuerza. Su padre y su madre no reciben ninguna explicación por parte del personal médico. El hecho es que ni siquiera fueron informados de la decisión de dejar de alimentar a su hijo, y mucho menos se les preguntó sobre sus deseos para él; lo que no parece preocupar a los médicos involucrados, a pesar de que la ley lo requiere. El padre ha estado enfermo él mismo, y no ha podido visitar a su hijo para despedirse.

Ahora, cuando la madre de Hervé entra en su habitación en el hospital, su hijo llora. Mira profundamente infeliz. Ella ha hablado de esto a los enfermeros, que acaban con una explicación sencilla: «conjuntivitis». «Pero yo conozco a mi hijo», dijo la madre. Ella sabe que él está sufriendo en más de un sentido.

Ella también dijo que ella sabe que la muerte es el resultado natural en el caso de su hijo, y que vendrá como una liberación de años de cautiverio. Se ha preparado mucho para ello. Pero ella está profundamente enfadada porque no va a vivir su vida hasta su propio fin, porque su vida se le está tomando, porque él está siendo asesinado bajo sus propios ojos.

La madre de Hervé no ha encontrado ninguna manera de detener el proceso. La decisión de su nuera es definitiva, le ha dicho. Pidió no publicar el nombre de su hijo, ni el lugar donde se está «tratando» – tiene miedo de que le sea negado el acceso.

Ella está haciendo su mejor para él para encontrar consuelo en estos últimos días.

LA LEY CUESTIONADA

Su sentimiento de impotencia es aún mayor por el hecho de que cuando se aprobó la Ley Leonetti sobre los derechos de los pacientes al final de la vida en el año 2005, todos los políticos y la gran prensa lo calificaron como un texto equilibrado que prudentemente se mantuvo por debajo de la legalización de la eutanasia, mientras que promueve los cuidados paliativos.

Así que no hay presión de los medios, no hay abogados preparados para luchar contra estos casos: la opinión pública está tragando dócilmente la mentira de que la retirada de los alimentos y los líquidos desde un estado de coma, pero a persona sana, o de una persona que está enferma y sufriendo sin su vida en riesgo, no plantea cuestiones éticas.

Ha habido excepciones. El cardenal André Vingt-Trois, arzobispo de París y el Gran Rabino de París, David Messas, en 2009, firmaron conjuntamente un documento que dice que la retención de alimentos y fluidos de un paciente sólo pueden ser decididas por «razones graves», por ejemplo, cuando el organismo no pueden asimilarlo o cuando su administración provoca «sufrimiento desproporcionado». «Nunca debe convertirse en un medio para acortar la vida», escribieron.

Otro caso de la retirada de alimentos y líquidos recibió atención de los medios en 2000. Un hombre joven que había tratado sin éxito de ahorcarse se quedó paralizado y en coma durante varios años. Sus padres solicitaron la eutanasia: los médicos decidieron matarlo de hambre hasta la muerte y el proceso resultó ser muy traumático para todos: el paciente presentó numerosos y espectaculares espasmos días antes de morir. Parece haber sido una de las primeras aplicaciones de la ley Leonetti.

El caso ha sido utilizado por los medios de comunicación como «prueba» de que Francia necesita una ley de eutanasia activa, considerada menos «cruel» que este tipo de muerte.

François Hollande ha prometido durante su campaña presidencial revisar la legislación sobre el «fin de la vida», y el propio Leonetti está promocionando la «sedación paliativa», una variación sobre el tema.

LAS HERMANAS DEL JÓVEN ARGENTINO PIDEN QUE LE QUITEN LA HIDRATACIÓN

Marcelo Diez lleva 19 años en estado vegetativo. En 1994 sufrió un accidente automovilístico que lo dejó así. Desde entonces se encuentra internado en Luncec (Lucha Neuquina contra el Cáncer). Pero sus hermanas quieren que se le deje morir. Y han pedido a la justicia argentina en repetidas ocasiones que se le retirara la alimentación y la hidratación. La intención de la familia es que se le retire la alimentación e hidratación, lo cual provocaría una muerte espantosa de Diez por sed en breves días.

Tras varias negativas judiciales, la Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia de Neuquén (TSJ) falló a fines de abril a favor al pedido de la familia de Marcelo Diez.

El obispo de Neuquén, Mons. Virginio Bressanelli, dijo que:

Marcelo, no “está enchufado, como se publicita, pues no está conectado a nada. Ni lo ha estado en estos últimos años”.

“No corresponde a la verdad decir que Marcelo Diez está en estado terminal o agónico. Dentro de su cuadro goza de una salud estable, sin ni siquiera resfríos o escaras desde hace mucho tiempo”, señaló.

Por otra parte, explicó que:

lo único que se le brinda es el sostén vital básico que no se le puede negar a ningún ser humano: alimentación e hidratación por vía enteral, higienización, afecto y asistencia espiritual”.

No corresponde, por lo tanto, llamar muerte digna a una muerte atroz como ésta, provocada por el cese de la alimentación e hidratación. La ciencia médica sabe y describe la crueldad de esta práctica. En este tipo de muerte, nadie excluye la posibilidad de grandes sufrimientos y de una parcial conciencia de ellos”, expresó el comunicado del obispo.

Al no haber cambiado la situación clínica del paciente, el obispo ratificó en su totalidad una declaración suya del 15 de agosto de 2012, en la que ante el pedido de “muerte digna” del joven, reclamó respetar la vida.

Quitarle las atenciones que hoy se le brindan lo condenaría a una muerte atroz”, advirtió en aquella comunicación y hoy ratificó que “eso configuraría una eutanasia por omisión y un delito por abandono de persona”.

Así el obispo de Neuquén pidió a los familiares de Marcelo Diez, que no le interrumpan la “vida” hasta que “su curso en esta tierra se cierre naturalmente”. y solicitó que confíen su cuidado a la Iglesia. En un comunicado, aclaró que la Iglesia y “LUNCEC” (Lucha Neuquina contra el Cáncer) donde es atendido actualmente, se harán cargo del paciente.

Fuentes: Life Site News, Info Católica, Signos de estos Tiempos

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