Un camino inverso al resto de occidente.
A partir de septiembre Rusia extiende a toda la enseñanza escolar y secundaria las clases de religión, en la que se puede elegir entre 4 religiones: cristianismo ortodoxo, islamismo, judaísmo y budismo. Esto, junto con la ley que pena la promoción de la homosexualidad entre niños, pone a Rusia en un camino opuesto al de Europa Occidental y EE.UU., donde la religión va desapareciendo del ámbito público y la educación y se reemplaza por la promoción de la homosexualidad.
Si bien no aparece en la nómina de religiones el catolicismo romano y alguno puede pensar que esto es una discriminación, hay que considerar que la religión predominante en Rusia es la ortodoxa, y que cuando en Europa Occidental y EE.UU. se enseñaba cristianismo, no era el cristianismo ortodoxo, porque es minoritario.
LA MEDIDA DEL GOBIERNO RUSO
A partir del 1 de septiembre en Rusia será obligatoria en la escuela primaria y la enseñanza secundaria el tema «religión». Los estudiantes deberán seguir los «fundamentos de la cultura religiosa» o «fundamentos de la ética pública.» Por otra parte, existe la oportunidad de asistir a lecciones sobre una religión específica a elegir entre el cristianismo ortodoxo, el Islam, el judaísmo y el budismo.
Esta medida ordenada por Putin y aprobada el año pasado, pero ahora exigible, extiende a toda la nación la experimentación que se inició en 2006 que ya ha visto involucrados a medio millón de estudiantes, 20 mil maestros de 30 mil escuelas.
Con respecto a la formación de profesores, cada confesión religiosa los ??forma independientemente y no habrá ninguna interferencia por parte del Estado, aseguró Putin.
La iniciativa ha sido recibida con entusiasmo por el patriarca ortodoxo de Moscú, Cirilo y el Mufti Albir Krganov, Presidente del Comité Espiritual de los musulmanes de la República de Chuvashia.
UN RETORNO DE LA RELIGIÓN POR LA PUERTA POLÍTICA
La educación religiosa retorna en Rusia después de un largo exilio que duró casi un siglo a la que se ha visto obligada bajo el comunismo. Y reemplaza al ateísmo científico» que había estado en vigor en los cursos de estudio hasta hace veinte años.
Este nuevo plan de estudios se ajusta a la operación de Putin para restaurar la gloria y prestigio a la Gran Madre Rusia, quitar el polvo, de los hábitos, las costumbres y tradiciones de la cultura rusa.
De hecho, originalmente el experimento se destinó a financiar sólo la enseñanza de la religión ortodoxa – y esto es lo que ocurrió en 2006 -, pero como resultado de las protestas de otras comunidades religiosas, incluyendo judios y musulmanes, la religión se ha extendido también a otras creencias.
La iniciativa parece animada por intenciones políticas más que por preocupaciones genuinas sobre la libertad de religión de los ciudadanos rusos. Pero sin embargo, el hecho es que el cristianismo ortodoxo de nuevo se enseña en las escuelas de todo el país.
LA CONTRATENDENCIA A LO QUE SUCEDE EN EL RESTO DE OCCIDENTE
Una elección de Putin que objetivamente lo diferencia de lo que sucede desde hace años en Europa Occidental y EE.UU.
Basta pensar en Francia, donde desde febrero de 2004 en las clases de todos los niveles se prohíbe la exhibición de símbolos religiosos, o la sentencia de primera instancia de la Corte Europea de Derechos Humanos de 2009, que calificó la presencia de crucifijos en las aulas como «una violación del derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones y el derecho de los estudiantes a la libertad de religión», aunque anulada por la sentencia de la Gran Sala del mismo Tribunal en 2011.
Rusia también exhibe una contra tendencia sobre la gestión jurídico-político del fenómeno de la homosexualidad. De hecho, a finales de junio de este año se aprobó una norma que prohíbe «las acciones públicas dirigidas a promover la sodomía, el lesbianismo, la bisexualidad y transexuales entre los menores» en lugares públicos y privados.
También en este caso la ley expresa quizás más un apego a los valores tradicionales que a creencias morales sanas, pero más allá de las coyunturas políticas, estas medidas están marcando una diferencia con el pensamiento único que prevalece en los sistemas jurídicos europeos, marcados por el secularismo y el relativismo de Estado.
El punto aquí no es sobre la validez moral de la medida que promueve la enseñaza de algunas confesiones religiosas distintas de la única religión verdadera que es la católica romana, sino hacer hincapié en la cuestión de la libertad religiosa, que está siendo cortada en Europa Occidental y EE.UU.
Las decisiones de Putin, de hecho, resguardan la libertad de expresión religiosa y el ataque contra ella de la cultura homosexual.
La estrategia política de Putin puede enseñar que la batalla sobre los principios no negociables se puede combatir no sólo con el uso de armas como el recurso a la ley natural, la moral, los principios constitucionales, sino también con otro tipo de armas que, si bien en el plano teórico son menos significativas, en términos prácticos, a veces pueden ser más eficaces.
Rusia llegó a enseñar religión obligatoriamente en las escuelas por un ingrediente político, el mismo que le lleva a hacer una alianza con la Iglesia Ortodoxa Rusa y que le lleva a retringir la promoción de la homosexualidad. Pero el resultado es el mismo: la religión se vuelve a enseñar en las escuelas y se restringe la promoción de un estilo de vida que, tal como es manejado por el lobby gay actualmente, apunta directamente a silenciar la expresión de las religiones que tienen discrepancias contra ese estilo de vida.
Y su virtud se puede apreciar cuando se contrasta con lo que sucede en Europa Occidental, donde lo religioso desaparece del ámbito público, de las instituciones de enseñaza y todos están obligados a compartir que el estilo homosexual es bueno.
¿Curioso que venga de un país ex comunista no? ¿O tal vez es una consecuencia lógica del hartazgo de buscar caminos equivocados?
Fuentes: La Nouva Bussola Quotidiana, Signos de estos Tiempos