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Declaración Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.
Al final el Vaticano ha decidido condenar al Califato Islámico por la matanza de cristianos y otras minorías. Hasta ahora las declaraciones habían corrido por parte del Papa Francisco y se referían a pedir a Dios y a la comunidad internacional por los cristianos martirizados.

 

rebeldes terroristas islamicos en siria

 

Ahora, el Vaticano ha decidido llamar a la responsabilidad a los musulmanes moderados, pidiéndoles que condenen sin ambigüedad, alto y fuerte, públicamente, lo que está haciendo el Estado Islámico en Siria e Irak en nombre del Islam. Y lo ha hecho el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, que es la oficina vaticana que tiene contacto directo con los musulmanes y por eso les puede hablar directamente, porque trabajan juntos en el diálogo interreligioso.

Como dice el vaticanista Sandro Magister,

Después de días de silencio, o simplemente palabras de lamento y genéricas como para un desastre natural, el Vaticano finalmente ha hecho presa de la realidad y ha hablado contra el Califato Islámico de Siria e Irak condenándolo de manera inequívoca y detallada.

Sin embargo, no ha sido en esta ocasión el Papa ni el Secretario de Estado, sino sólo una oficina de la segunda fila, el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso dirigido por el cardenal Jean-Louis Tauran.

Lo hizo con una «Declaración» difundida en la mañana del martes 12 de agosto.

Al leerla se puede ver claramente que se trata de un emplazamiento a los llamados musulmanes moderados a condenar explícitamente, públicamente y sin ambigüedades, los crímenes que se están cometiendo.

Aquí está la traducción del Francés,

Declaración del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso

El mundo entero ha visto con asombro lo que ahora se llama «la restauración del Califato», que fue abolido el 29 de octubre 1923 por Kemal Ataturk, fundador de la Turquía moderna.

El contestación de esta restauración de parte la mayoría de las instituciones religiosas y políticas musulmanas no impidió que los jihadistas del «Estado islámico» cometieran y sigan cometiendo actos criminales indecible.

Este Pontificio Consejo, todos los que participan en el diálogo interreligioso, los seguidores de todas las religiones, así como a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, no pueden dejar de denunciar y condenar sin ambigüedades estas prácticas inhumanas:

– la matanza de personas por el solo hecho de su afiliación religiosa;
– la práctica execrable de la decapitación, la crucifixión y el ahorcamiento de cadáveres en las plazas públicas;
– la imposición a los cristianos y yazidis entre la conversión al Islam, el pago de un impuesto (jizya) o el éxodo;
– la expulsión forzada de decenas de miles de personas, incluidos niños, ancianos, mujeres embarazadas y enfermos
– el secuestro de niñas y mujeres pertenecientes a la comunidad Yazidi y cristiana como botín de guerra (Sabaya)
– la imposición brutal de la práctica de la infibulación;
– la destrucción de lugares de culto y mausoleos cristianos y musulmanes
– la ocupación forzosa o la profanación de iglesias y monasterios
– la eliminación de crucifijos y otros símbolos religiosos cristianos y de otras comunidades religiosas
– la destrucción de un patrimonio religioso y cultural cristiano de inestimable valor;
– la violencia extrema con el fin de aterrorizar a las personas para forzarlas a rendirse o huir.

Ninguna causa puede justificar tal barbarie y ciertamente ninguna religión. Se trata de una gravísima ofensa a la humanidad y a Dios que es el Creador, como a menudo ha dicho el Papa Francisco.

Por otro lado, no podemos olvidar que los cristianos y musulmanes han vivido juntos – aunque con altibajos – a lo largo de los siglos, construyendo una cultura de la convivencia y una civilización de la que están orgullosos. Por otra parte, es sobre esta base que, en los últimos años, el diálogo entre cristianos y musulmanes ha continuado y profundizado.

La dramática situación de los cristianos, yazidis y otras comunidades religiosas numéricamente minoritarias en Irak exige una postura clara y valiente por parte de los líderes religiosos, especialmente los musulmanes, de las personas que participan en el diálogo interreligioso y de todas las personas de buena voluntad.

Todo el mundo debe condenar unánimemente sin ninguna ambigüedad estos crímenes y denunciar la invocación de la religión para justificarlos. De lo contrario, ¿qué credibilidad tendrán las religiones, sus seguidores y sus líderes? ¿Qué credibilidad puede tener todavía el diálogo interreligioso pacientemente perseguido en los últimos años?

Los líderes religiosos también están llamados a ejercer su influencia sobre los gobernantes para la terminación de estos crímenes, el castigo de quienes los cometen y restaurar el estado de derecho en todo el país, garantizando el retorno de los expulsados. Recordando la necesidad de una ética en la gestión de las sociedades humanas, estos mismos líderes religiosos no deben de dejar de señalar que el apoyo, el financiamiento y armar al terrorismo es moralmente reprobable.

Dicho esto, el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso agradece a todos aquellos que ya han levantado la voz para denunciar el terrorismo, en particular a aquellos que utilizan la religión para justificarla.

Por lo tanto, unimos nuestras voces a la de Papa Francisco:

«El Dios de paz inspira en todos un deseo genuino de diálogo y de reconciliación. La violencia no se vence con violencia. La violencia se vence con la paz».

Fuentes: Sandro Magister, Vaticano, Signos de estos Tiempos

 

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