Las estampitas son una de las formas más características de la vida devocional católica.

Son recordatorios tangibles de las personas que veneramos.

De la misma forma que lo son las fotografías de familia.

Los grandes distribuidores de las estampitas fueron monjas y sacerdotes, que tenían el hábito de dar estampitas a los niños.

Incluso se cuenta que San Juan Neumann, un obispo de Filadelfia, tenía la costumbre de llevar grandes cantidades de estampitas en sus bolsillos y le daba una estampita a cada niño que encontraba en la calle.

Incluso se recuerda que cuando comenzó la causa de su canonización, había ancianos que aún tenían en su poder estampitas que habían recibido del mismo obispo cuando niños y que ahora se estaban transformando en reliquias del santo.

   

COMIENZO EN LA EDAD MEDIA

Las primeras estampitas vendidas fueron en la Edad Media a los peregrinos, como recuerdo de la visita a un Santuario.

La impresión de estas tarjetas era con moldes de madera alrededor del año 1400.

Estas primeras imágenes eran simbólicamente simples para ser reconocidas fácilmente por los peregrinos.

La estampita más antigua que sobrevive es un grabado en blanco y negro de San Cristóbal, del año 1423.

Las primeras tarjetas eran imágenes impresas en papel barato.

Por lo tanto se destruían con facilidad y han sobrevivido muy pocas estampitas medievales.

La virtud de estas estampitas era que permitía a la gente común llevar a los santos a su vida cotidiana.

En contraposición con las imágenes sagradas de la época, que eran caras, por lo que mucha gente no podía establecer fácilmente una conexión personal con un santo.

La gente de la época era en su mayoría iletrada, por lo tanto las imágenes de las estampitas llevaron a la mayoría de la población a los santos – y su mensaje -, de una manera tangible.

Lo que provocó a su vez el desarrollo de grandes devociones a santos en particular, lo que a su vez dinamizó la impresión y distribución de las tarjetas.

Este propósito recordatorio devocional y conmemorativo de las estampitas no ha cambiado a través de los años

  

ESTAMPITAS RARAS

Dentro de las estampitas raras que podemos ver hoy están las de los católicos que permanecieron fieles después de que Enrique VIII de Inglaterra rompiera con Roma.

Lo que inició una persecución a todo lo católico, en especial a sus imágenes.

Se han encontrado estampitas de este tipo en los pocos libros de oraciones que sobrevivieron.

Las estampitas que han sobrevivido a la iconoclastia de la reforma inglesa son descubrimientos sensacionales para los coleccionistas e historiadores del arte, e incluso para los historiadores de la iglesia de la época de los Tudor.

También hay otras estampitas raras hechas por monjas de clausura francesas del siglo XVII.

Estas artesanas ponían la imagen santa en un trozo de papel blanco grande, qué creaba un marco.

Y luego hacían un encaje alrededor de la imagen cortando el papel con máquinas de afeitar y navajas.

Cada estampita llevaba meses para completarse.

Cómo uno se dará cuenta eran muy frágiles por el encaje, y por lo tanto muchas de ellas han desaparecido.

Y las que se conservan tienen un precio de U$S 1000 o más en el mercado de los coleccionistas.

  

LA PRODUCCIÓN EN GRANDES CANTIDADES DE ESTAMPITAS

Con la invención de la imprenta – a mediados del siglo XV -, se generaron muchas reproducciones estampitas y en forma rápida.

Los grabados iniciales eran de madera. Pero luego se crearon bases de cobre y más tarde acero para las placas.

Lo que permitió que los artistas pudieran crear líneas más finas sobre el metal, algo que no permitía el grabado de madera.

Sobre el 1600 ya se producían en grandes cantidades de estampitas por parte de grabadores expertos.

Los mejores distribuidores fueron los jesuitas que repartieron enormes cantidades de estampitas en blanco y negro en Europa y en sus misiones de las Américas, África y Asia.

Y dentro de ellas la imagen más popular era un retrato de Juan Berchmans, que era un seminarista Flamenco qué murió a los 22 años mientras estudiaba en Roma.

La imprevista muerte de Juan provocó una gran devoción hacia su figura, especialmente en su tierra natal, y los impresores produjeron miles de copias de su estampita.

Tal era la demanda que no se podían mantener al día con la entrega.

En 1798 Johann Aloys Senefelder inventó una nueva forma de imprimir estampitas.

Era un dramaturgo que estaba interesado en nuevas formas de imprimir para distribuir las obras que escribía.

Fue el inventor de lo que se llama litografía, que es imprimir desde la superficie plana de una piedra, usando la incapacidad de mezclarse entre la grasa de la tinta y el agua.

El proceso era rápido y barato y permitía imprimir gran número de imágenes a la vez.

Rápidamente se pasó a la cromolitografía, que es ponerle color a la litografía, que originalmente era en blanco y negro.

Esto fue introducido en Francia por el 1837.

Implicaba el uso de una piedra para cada color, y había tantas pasadas de impresión como colores.

Esto permitió hermosas estampitas de colores.

Sobre el 1792 se hizo famosa la impresora Suiza Carl – Benzinger con la producción de estampitas para los peregrinos del santuario de Nuestra Señora de Einsiedeln.

Le fue tan bien que amplió su línea de productos e incluso abrió una sucursal en Estados Unidos en 1838.

  

LA EDAD DE ORO

La edad de oro de las estampitas fue en el siglo XIX, especialmente en Bélgica, Austria y Alemania, sobre la base de cromo litografías impresas en masa, con estampitas de una belleza impresionante.

Los resultados eran impactantes obras de arte, especialmente las de la Sociedad de San Agustín en Brujas, Bélgica, con cientos de diseños diferentes que hoy se subastan en Ebay.

A su vez chocolateros franceses incluyeron escenas de la vida de Juana de Arco, mártires y otros santos en sus empaques de chocolate, para promocionar sus productos.

La promoción era ‘compre más chocolate y tendrá la colección de estampitas’.

También hizo algo parecido un fabricante de alimentos de vaca, ternera y pollo, qué ponía en sus empaques escenas tarjetas de la vida de San Francisco de Asís y al reverso de cada estampita había un anuncio de los productos que vendía.

Uno de los grandes productores de estampitas de finales del siglo XIX fue la abadía benedictina de Beuron, cerca de la ciudad de Imdorf en Alemania.

El estilo que utilizaron en sus estampitas era de figuras elegantes, muy coloridas y profundas, y es hoy uno de los productos más requeridos por los coleccionistas.

  

EL SIGLO XX

Las nuevas tecnologías de impresión produjeron estampitas en gran escala.

No sólo de los santos más populares sino de todo tipo de figuras católicas; incluso oraciones y devociones.

Su precio bajó notoriamente, pero la demanda fue tan grande que era un buen negocio para las impresoras.

Por ejemplo en la Segunda Guerra Mundial una monja franciscana alemana Sor María Innocentia Hummel, mantuvo su convento al desarrollar una colección de 600 estampas que fueron vendidas en el mercado.

Pero muchos de los fabricantes salieron de negocio luego de la Segunda Guerra Mundial, dedicándose a trabajos más lucrativos.

Incluso los diseñadores italianos comenzaron a publicar tarjetas con imágenes empalagosas que no tuvieron mucha repercusión.

Y así llegamos al Concilio Vaticano II que impacto negativamente en el mercado de las estampitas.

Ya los misales privados con oraciones no existían, por lo tanto no había lugar donde conservar las estampitas.

Además, el espíritu del Concilio había hecho hincapié que lo bueno era lo nuevo, lo moderno, lo progresista, y las estampitas empezaron a verse como algo anticuado.

Así se desalentó la producción de imágenes de santos, promocionando una noción más personal de la piedad y que no se basaba en imágenes.

Esta fue una de las caras de la protestantización del catolicismo.

De modo que ya no era adecuado ni el estilo, ni la calidad, ni la propia existencia de arte religioso popular de las imágenes anteriores.

Al punto que se intentó quitar las imágenes de los santos por completo y diseñar tarjetas con versículos bíblicos sobre fondos de pop art.

Esta renovación fracaso. Pero la que fue relativamente exitosa fue reproducir en las tarjetas obras de arte famosas con frases.

De cualquier manera esto trajo una gran decadencia del mercado de las estampitas, así como de la devoción popular, convirtiéndose en una característica distintiva del período posterior al Concilio Vaticano II.

Las estampitas eran para ese momento una especie en peligro de extinción.

Sin embargo nuevos procesos tecnológicos ayudaron a revitalizar un poco a las estampitas.

Vino el proceso de laminación, con lo que se mejoró la resistencia del papel y el desgaste de las estampitas.

Y también la tecnología hizo mucho más rápido la producción de estampitas, que hoy se pueden obtener con cualquier tipo de diseños y en grandes cantidades, en horas.

De modo que se pudo personalizar las tarjetas a gusto del consumidor permitiendo gran variedad de estampitas sobre un mismo santo.

En los últimos años también ha habido como un revival y han surgido coleccionistas de estampitas.

Con la ventaja que las estampitas son baratas en comparación con la estatuas o cuadros o vestimentas y además ocupan menos espacio para conservar.

Hoy se pueden comprar viejas estampitas, por ejemplo en el sitio de subastas online Ebay, y las más cotizadas son las de Francia, Bélgica, Alemania, Austria y Estados Unidos.

Tarjetas de más de 100 años se pueden adquirir a menos de U$S 10 y las imágenes de santos más raras pueden tener un precio tan alto como U$S 40.

Las estampas más cotizadas suelen ser las de Santa Juana de Arco.

Sin embargo ya no estamos en la época de oro de las estampitas.

Y una de las cosas que obstruye más su desarrollo es que no hay misales u otros libros que la gente lleve y que permitan poner adentro las estampitas.

De modo que el freno parece estar en cómo conservar las estampitas.

  

SIMBOLISMO DE LAS ESTAMPITAS

Las estampitas ayudaron a desarrollar y consolidar un vocabulario común para los cristianos.

Un significado que partía de colores, objetos, números, vestimentas, qué simbolizan atributos.

Con la popularización de las estampitas en el medioevo se comenzaron a estandarizar estos significados, ya que aumentó la cantidad de gente que compartía la comprensión de esos símbolos.

Esos símbolos no son inventos, sino significados que están en las obras de arte religioso y que vienen de pasajes de la Biblia.

Además hay que tener en cuenta que en el momento en que se popularizaron las estampitas la tasa de alfabetización era baja, por lo tanto los símbolos eran los que permitían la conexión profunda de los fieles con el mensaje del santo.

Con el paso del tiempo se fue sofisticando el significado de objetos y situaciones.

Y los símbolos dejaron de tener una única interpretación, para estar relacionados con el resto de los símbolos de esa tarjeta.

Por ejemplo tomemos el caso del oro, qué puede tener significados opuestos, que son factibles de determinar cuando se comprende la historia que se está contando en la estampita.

Aquí hay una serie de símbolos – y su significado usados -en las estampitas.

Agua: limpieza y purificación

Arco iris: unión, reconciliación

Armiño: pureza

Blanco: pureza, inocencia, castidad

Barco: Iglesia de Cristo

Barco / ferry: San Julián

Bellota: fuerza

Búho: sabiduría

Caballo: lujuria

Capa: refugio, caridad

Carnero: Cristo, la fuerza

Camello: temperancia

Pelo de camello: San Juan Bautista

Caracol: pecador, pereza

Cenizas: luto

Ciervo: Piedad

Ciervo con un crucifijo entre sus cuernos: San Eustaquio y San Huberto

Corazón: comprensión, amor, coraje, devoción

Corazón llameante: San Agustín

Corazón con una cruz: Santa Catalina de Siena

Corazón perforado por tres clavos y rodeado con una corona de espinas: el «Sagrado Corazón»

Cordero: inocencia, mansedumbre, paciencia, humildad, Cristo

Corona: Derechos

Triple corona: Santa Isabel de Hungría

Corona de espinas: Santa Catalina de Siena, San Luis de Francia, Santa Verónica, Santa María Magdalena

Corona de rosas: Santa Cecilia

Cráneo: Ermitaños y Penitentes

Cuervo con una hogaza de pan: San Pablo el Ermitaño

Delfín: resurrección, fe, amor.

Delfín con un ancla: la Iglesia Católica

Diamante: alegría, pureza

Dinero: caridad

Tres bolsas de dinero: San Nicolás de Myra

Un plato de dinero: San Lorenzo

Dragón: Satanás

Escudo: protección, fe

Espada: martirio

Espada que divide un manto: San Martín

Estrella: guía divina o favor.

Estrella en la frente: Santo Domingo

Estrella en el pecho: San Nicolás de Tolentino

Fresa: rectitud

Fuego / Llamas: martirio y fervor religioso

Hiedra: fidelidad

Lámpara: sabiduría y piedad

Lápiz: evangelistas

León: fuerza, coraje, fortaleza

Lirio: pureza, inocencia, virginidad

Lobo: glotonería, falsos profetas, satanás

Luna creciente: la Virgen María

Margarita: inocencia

Marfil: pureza y fortaleza moral

Negro: muerte, luto

Ojo: omnipresencia de Dios

Ojos en un plato: Santa Lucía

Oro: luz pura o riqueza mundana, idolatría

Pájaro carpintero: satanás

Paloma: pureza, inocencia, paz

Pan: el medio de sostener la vida.

Tres panes: Santa María de Egipto

Pavo real: inmortalidad

Pergamino: escritor, usualmente del Antiguo Testamento

Perro: fidelidad, lealtad, vigilancia

Perro con una llama: Santo Domingo

Perros blancos y negros: los dominicos (los frailes usan trajes blancos y negros)

Pescado: el bautismo, Cristo

Pies desnudos: pobreza, humildad

Plata: pureza y castidad

Rocas: Cristo, San Pedro

Rubí: el amor, el martirio

Serpiente: satanás, el mal

Sangre: martirio

Trece: traición

Unicornio: pureza, castidad en particular.

Uvas: la Eucaristía

Doce racimos de uvas: los Apóstoles

Zafiro: cielo, verdad, sabiduría

Zorro: astucia, fraude, lujuria, crueldad

   

PARTE DE UNA CADENA DE ORACIÓN

Las estampitas son pedacitos de cielo desparramados en la tierra.

Nos inspiran ternura, devoción, las guardamos, las conservamos, a veces, sólo a veces, las rezamos.

Nos muestran diferentes y hermosos rostros de Jesús, de María, de muchos santos.

Y nos parece que Jesús y María nos miran desde ellas.

Son nuestros seres queridos que parecen invitarnos a ser mejores.

Pero después de mirarlas, las guardamos en una caja o un libro y nos olvidamos de ellas.

Qué tristeza nuestra indiferencia, qué inconscientes somos de las pobrezas que tenemos.

Sin embargo, hay quien las ordena en una mesa junto con las fotos de familiares que partieron, para disponerse a la oración.

Bonita idea que tal vez sería bueno imitar.

Porque la bendecida y eterna Comunión de los Santos nos liga con aquellos amados que ya no están con nosotros y también con los que están en los altares.

Unos junto a otros van tejiendo una cadena de amor en la que todos se unen en Oración; unos por otros y todos por el mundo.

Y haciendo eso sentiremos, sin duda, que el Cielo baja hasta nosotros para hacer que nos elevemos a las alturas.

Fuentes:



María de los Ángeles Pizzorno de Uruguay, Escritora, Catequista, Ex Secretaria retirada

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