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Cada vez es más ostensible la campaña para la normalización de la homosexualidad dentro del clero católico.

Muchas otras denominaciones cristianas han abdicado ya.

¿Cuál será el futuro del catolicismo? No lo sabemos.

Pero estamos presenciado el crecimiento de las presiones que abogan por cambiar la doctrina católica, que declara que los actos homosexuales son intrínsecamente ‘desordenados’.

 

Benedicto XVI declaró en un ensayo publicado en abril de 2019, que hay una relación directa entre la caída de la teología moral católica y la homosexualidad dentro de la Iglesia, hablando sobre la pedofilia en el clero.

La campaña para normalizar la homosexualidad entre sacerdotes trata de presentar la cara amable de la homosexualidad: el sacerdote célibe que lucha contra su atracción al mismo sexo.

Pero esto se contradice las denuncias del accionar de un lobby gay en la estructura eclesial, que sirve de apoyo para que sacerdotes gays escalen en la estructura.

Y expulsen del sacerdocio a quienes disienten.

Este accionar ha sido ventilado cuando tomó estado público el caso del cardenal Theodore McGarrick, que solía vivir en los seminarios.

Veamos por donde viene el relacionamiento que hace el Papa Emérito Benedicto XVI sobre la homosexualidad y los abusos sexuales.

   

LA INTERPRETACIÓN DE BENEDICTO XVI SOBRE LOS ABUSOS SEXUALES DEL CLERO

Hay diversas formas en que se está explicando el porqué de los abusos sexuales dentro de la Iglesia.

El Papa Francisco por ejemplo asigna al clericalismo el rol central.

Y está parecería ser la posición mayoritaria en la élite vaticana, quizás contaminada por el poder del Papa y por la intención de evadir cualquier mención a la homosexualidad como causa.

Con la cual parece haber una relación estrecha porque el 80% de los abusados son varones, al revés de lo que sucede en otras instituciones.

Otras explicaciones que se han dado están relacionadas con el celibato, con la falta de controles en el ingreso a los seminarios, de controles posteriores de los obispos, y a la permisividad de los obispos.

Y últimamente el cardenal Sarah ha escrito en un libro que dice que la crisis de los abusos sexuales en la Iglesia está relacionada con una crisis de fe.

El Papa Benedicto XVI aunque retirado, se sintió obligado a escribir sobre este tema, quizás por pensar que era demasiado importante para que mantuviera silencio.

Y por eso hizo un ensayo de una 6000 palabras en la primera semana de abril de 2019, que algunos denominan una mini encíclica.

Fue publicada inicialmente en una pequeña revista mensual referida al clero en Bavaria y rápidamente alcanzó a todo el mundo

El resumen del argumento de Benedicto XVI es que se trata de una pérdida de Dios de parte de la Iglesia.

En la década de 1960 se produjo la revolución sexual y coincidentemente se produjo el colapso de la teología moral católica a partir de Concilio Vaticano II, que afectó notoriamente la formación en los seminarios.

La lenta secularización de la cultura occidental posterior a la Segunda Guerra Mundial fue eliminando las restricciones a la moral en occidente.

Ratzinger dice que la revolución de 1968 produjo que los estándares relacionados con la sexualidad se derrumbaron y dio como resultado la ausencia de normas.

Estos estándares comenzaron a barrerse en la esfera privada hasta que desaparecieron de la respetabilidad pública.

Menciona los ejemplos de educación sexual gráfica patrocinada por el estado, publicidad lasciva, películas pornográficas.

Y junto con esto la pedofilia empezó a ser por algunos considerada una orientación sexual.

La Iglesia Católica siempre estuvo muy vinculada a las instituciones y a la cultura dominante de Occidente.

Cuando ocurrió el cambio cultural masivo los obispos y los sacerdotes no tuvieron la firmeza de oponerse a esas señales.

Y a su vez el modernismo, que había sido denunciado por Pío X a fines del siglo XIX, había hecho un muy buen trabajo en las universidades católicas y aprovechó para profundizarlo aún más.

Y el Papa Benedicto dice que el colapso de las vocaciones y el alto número de laicización es luego de Concilio Vaticano II fueron consecuencia de estos procesos.

Un proceso central para el Papa Benedicto es el colapso de la teología moral católica.

Antes del Concilio Vaticano II la teología moral se basaba en gran medida en la ley natural.

Pero a partir del Vaticano II surgieron poderosas fuerzas que predicaron que no hay un bien absoluto, sino que el bien depende del momento y de las circunstancias, o sea que es relativo.

Y Benedicto dice que el hecho de que el martirio ya no sea moralmente necesario en la teoría defendida por los teólogos católicos liberales, muestra que la esencia misma del cristianismo está en juego.

Y esto produjo una gran ruptura en la formación sacerdotal. Especialmente en el tema sexual.

Porque a medida que la revolución sexual crecía en la sociedad de occidente, dentro de la iglesia se estaba desarrollando algo similar.

Benedicto XVI llega a decir que varias camarillas de homosexuales actuaban en los seminarios teniendo un impacto significativo en ellos.

Y que visitas apostólicas a seminarios de EE.UU. no dieron el fruto esperado.

Esto no sucedió solamente en EE.UU.

Muchos obispos en distintas partes del mundo rechazaban la tradición católica en su conjunto y buscaban crear una especie de catolicidad nueva y moderna en sus diócesis.

Incluso menciona que no pocos seminaristas, sorprendidos leyendo libros de Joseph Ratzinger, fueron considerados inadecuados para el sacerdocio, eran considerados como mala literatura.

Pero además dice que el derecho canónico en ese momento no tenía los suficientes instrumentos para lidiar con los abusos sexuales de parte de sacerdotes.

Porque Roma creía que la suspensión temporal era suficiente para llevar a cabo la purificación.

Todo esto es consecuencia de la ausencia de Dios.

Él señala que los laicos y los sacerdotes prefieren no hablar de Dios en público, cuando no están en la Iglesia, reservándolo como algo privado de una minoría.

Por lo tanto la pedofilia es solo una consecuencia de algo más grande y destructivo.

Y la tarea primordial para solucionar este problema es colocar a Dios en el centro de nuestros pensamientos, palabras y acciones.

Y estar dominados por la fe en lugar de ser maestros de la fe.

Por lo tanto hay que trabajar para combatir la devaluación de la eucaristía como gesto ceremonial y la recepción de la sagrada comunión como algo corriente.

Incluso en las conversaciones que él ha tenido con víctimas de la pedofilia, ha quedado muy consciente, que la renovación de la fe en la realidad de Jesucristo viene por el lado del Santísimo Sacramento.

La iglesia siempre estuvo compuesta por trigo y cizaña.

Por lo tanto sugiere que hay que oponerse a las mentiras directamente con la verdad y asumir que en la Iglesia existe el mal de la misma forma que existe el bien.

De modo que la falta de respeto por Dios está relacionada con la falta de respeto en la liturgia y al abuso de los niños.

Pero hay más de lo que dice Benedicto XVI, hay una verdadera campaña para normalizar la homosexualidad dentro del clero.

Padre James Martin

   

LA CAMPAÑA DEL JESUITA JAMES MARTIN PARA NORMALIZAR LA HOMOSEXUALIDAD DENTRO DE LA IGLESIA

El jesuita pro-homosexual padre James Martin, director de la Revista América y recientemente nombrado Asesor de Comunicación del Vaticano, ha escrito un libro: Construcción de un Puente: ¿Cómo la Iglesia Católica y la Comunidad LGBT puede entrar en una relación de respeto, compasión y delicadeza.

Y está desplegando una campaña para que la Iglesia Católica acepte la homosexualidad.

En una entrevista con CNN dijo que los párrocos que secretamente se identifican como homosexuales deben “salir” públicamente para mostrar a sus congregaciones
.
“Lo que es una persona gay y, por cierto, cómo la gente gay puede vivir castamente”.

Esta entrevista a Martin se produce irónicamente una semana después de la noticia de la detención de un influyente sacerdote gay del Vaticano, Monseñor Luigi Capozzi.

Que con frecuencia organizaba orgías homosexuales y de drogas en un edificio de al lado de la Basílica de San Pedro; de lo que informaremos más abajo.

En la entrevista mencionada, Martin dijo que la Iglesia está comenzando a cambiar su “enfoque” a los homosexuales e involucró al Papa Francisco en este movimiento.

Hay dos razones para este cambio. Uno es el Papa Francisco.

Su dicho ‘¿Quién soy yo para juzgar?’ sobre la gente gay.

Su reunión pública con Yayo Grassi, su ex estudiante gay, durante su visita papal a Estados Unidos.

Sus comentarios sobre Amoris Laetitia [que han sido utilizados para permitir que los homosexuales practicantes reciban la Comunión].

Y los obispos que el Papa Francisco nombra en los Estados Unidos son mucho más amigos de los LGBT, dijo Martin.

“La segunda cosa es el creciente número de católicos LGBT que están saliendo y haciendo cosas LGBT mucho más importantes para la iglesia en su conjunto”, agregó.

El entrevistador le preguntó al padre Martin por qué los “miles” de clérigos homosexuales que él dice que hay mantienen su sexualidad en secreto, no han “salido”.

Y Martin mencionó varias razones.

“Uno, sus obispos o superiores religiosos les piden que no salgan.

Dos, temen las represalias de los feligreses.

Tres, temen que sea divisivo.

Cuatro, son personas privadas.

Cinco, no son plenamente conscientes de su sexualidad.

Y por último, la gente ha confundido la homosexualidad y la pedofilia, por lo que los sacerdotes no quieren salir porque temen que sean etiquetados de pedófilos”.

El padre Martin agregó que sería útil que los sacerdotes gay “salieran” porque

Mostraría a los católicos en los bancos cómo es una persona gay y, por cierto, cómo la gente gay puede vivir castamente”.

Lamentablemente nadie que sepamos le ha preguntado al Padre Martin si él es homosexual, porque entonces se vería más claro por donde viene su interés en la campaña que desató.

Pero el mismo día de la entrevista le salió al cruce el Arzobispo de Filadelfia, Charles Chaput, en una columna titulada Una carta a los romanos.

Arzobispo Charles Chaput

Él criticó al Padre Martín por no haber sido claro acerca de la pecaminosidad de los actos homosexuales.

Chaput dijo que Martin tiene razón al afirmar que la Iglesia debe tener “respeto, compasión y sensibilidad en el trato con personas con atracción por el mismo sexo”.
.
Pero esto no le da una licencia a él y a otros líderes influyentes dentro de la Iglesia para ignorar la enseñanza bíblica sobre la sexualidad.

“Lo que lamentablemente le falta al texto [se refiere al libro] es un compromiso con la esencia de lo que separa a los cristianos fieles de aquellos que no ven ningún pecado en las relaciones activas del mismo sexo”, escribió el arzobispo

Y agregó que Jesús

no vino a afirmarnos en nuestros pecados y comportamientos destructivos – cualesquiera que sean – sino a redimirnos”.

Por el contrario, aseveró Chaput que un libro que toma el enfoque correcto de la enseñanza cristiana sobre la homosexualidad es el nuevo libro de Ignatius Press, “Porqué no me llamo gay”  de Daniel Mattson.

En la misma línea, el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en su prólogo al libro de Mattson, instó a los obispos y sacerdotes a hablar con audacia las enseñanzas de la Iglesia sobre la homosexualidad.

“[La Iglesia enseña] cosas en el Catecismo sobre los actos homosexuales, que algunos miembros del clero optaron por no citar, incluyendo la clara advertencia: ‘No pueden recibir aprobación en ningún caso’”(CIC 2357).

   

UN FENÓMENO QUE ESTABA OCULTO PERO QUE AHORA RECLAMA LEGITIMIDAD

La homosexualidad en el clero católico ha sido denunciada por varios sacerdotes.

El año pasado, la Congregación para el Clero del Vaticano reafirmó la enseñanza católica de que

“Aquellos que practican la homosexualidad, que presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o apoyan la llamada ‘cultura gay’ no deben ser admitidos en seminarios ni ser ordenados sacerdotes católicos”.

Pero inmediatamente lanzado el documento de la Congregación para el Clero, el jesuita Thomas Reese dijo:

La idea de que los homosexuales no pueden ser buenos sacerdotes es estúpida, degradante, injusta y contraria a los hechos. 

Sé de muchos muy buenos sacerdotes que son homosexuales, y sospecho que más buenos sacerdotes son homosexuales.

Las estimaciones del número de homosexuales en el sacerdocio son variadas, del 20 por ciento a 60 por ciento.

Aunque un sondeo de Los Angeles Times en 2002 encontró que sólo el 15 por ciento de los sacerdotes dijeron que eran homosexuales o “en algún punto intermedio, pero más en el lado homosexual”.

Antes de morir, le pregunté al sociólogo Dean Hoge, que había hecho numerosas encuestas de sacerdotes, y dijo que los obispos no le permitieron hacer la pregunta en ninguna de sus encuestas. 

Los obispos no querían saber, o tenían miedo de los números que se publican en los medios.”

La presencia de un abultado número de sacerdotes homosexuales y de un lobby gay ha sido denunciada por varios sacerdotes.

En su libro El Sacerdocio en Crisis, que el Padre Matthew Despard, de Escocia, publicó en Internet, acusó a los sacerdotes homosexuales intimidar a otros en el clero.

El libro habla sobre la influencia de los homosexuales dentro del clero de Escocia.

Y sobre sus experiencias con el lobby de sacerdotes gays dentro de la Iglesia Católica, que se une a otros que ya lo han denunciado, ver aquí,aquíaquíaquíaquí y aquí.

Dice que la mala conducta sexual es moneda corriente en toda la iglesia y una “poderosa mafia gay” intimida y amedrenta a otros sacerdotes.

Padre Dariuz Oko

Otro que escribió sobre el tema fue el sacerdote polaco Dariusz Oko, que editó un libro, que puede bajarse aquí (en Inglés) “Con el Papa Contra la Homoherejía”.

Y dijo:

“Hay un lobby gay dentro de la Iglesia Católica.

Crean estas uniones informales y se infiltran en la Iglesia”.

También confirmó que esta infiltración alcanza a los niveles más altos.

“Hay definitivamente un problema con obispos homosexuales en la Iglesia universal.

El Papa Benedicto destituyó a 70 obispos de todo el mundo porque o bien cubrían a los sacerdotes pedófilos o ellos mismos eran activos en relaciones homosexuales”.

Al describir la formación de camarillas de clérigos homosexuales Fr. Oko dice:

“Ellos saben bien que puedan ser expuestos y avergonzados, por lo que se protegen unos a otros, ofreciendo apoyo mutuo.

Construyen relaciones informales que recuerdan a una camarilla o incluso la mafia, tienen como objetivo mantener las posiciones ofreciendo poder y dinero.

Cuando ellos alcanzan una posición de toma de decisiones, tratan de promover e impulsar en su mayoría a aquellos cuya naturaleza es similar a la de ellos, o al menos a los que se sabe que son demasiado débiles para oponerse a ellos.

De esta manera, posiciones de liderazgo en la Iglesia pueden ser adquiridas por personas que sufren de profundas heridas internas.

De hecho, pueden alcanzar una posición dominante en muchas áreas de la jerarquía de la iglesia, convirtiéndose en una “élite de trastienda”.

Que en realidad tienen un tremendo poder para decidir sobre las nominaciones importantes y toda la vida de la Iglesia.

De hecho, puede incluso llegar a ser demasiado poderosa para obispos honestos y bien intencionados”.

Esto no es solamente de la Iglesia contemporánea.

Hace 1000 años San Pedro Damián, doctor de la Iglesia Católica, condenó duramente la homosexualidad dentro de la iglesia.

Y dijo que el “cáncer” de la sodomía entre los sacerdotes amenaza con atraer la ira de Dios sobre la Iglesia, en su libro Gomorra.

Ex Sacerdote Gay del vaticano, Krzystof Charamsa

Unos cuantos ex sacerdotes han salido del armario y han hablado.

Está el caso del Perito del Concilio Vaticano II, el ex sacerdote católico canadiense Gregory Baum, que escribió en sus memorias que

No profesaba mi propia homosexualidad en público porque tal acto de honestidad habría reducido mi influencia como teólogo crítico”.

Mientras Baum mantuvo su vida homosexual en privado, logró ejercer su influencia sobre los obispos de Canadá.

De tal modo que ellos disintieron de la enseñanza de la encíclica Humanae Vitae de 1968, en contra la anticoncepción.

En 2015 un sacerdote y monseñor polaco Krzystof Charamsa, que trabajó en el Vaticano para la Congregación para la Doctrina de la Fe exigió que la Iglesia cambie sus enseñanzas sexuales después de publicar su homosexualidad y su relación sexual con otro hombre.

Dijo que la Iglesia debería poner fin a su

“lenguaje de homofobia y rechazo de las personas LGBT”.

Que debería

“hablar en contra de cualquier discriminación contra la gente basada en la orientación sexual”.

Y que debería

revisar el Catecismo, específicamente el lenguaje usado para hablar de los actos homosexuales como objetivamente desordenados”.

Esto mismo ha sido propuesto por el padre James Martin, que propone cambiar las palabras “objetivamente desordenados” por “ordenados de otra forma”.

Lo que implica dejar de condenar los actos homosexuales.

Este tema del efecto negativo de la homosexualidad en la Iglesia ha sido corroborado por el gesto dramático del arzobispo de Dublín, monseñor Diarmuid Martin.

Quien hace un par de años retiró a sus seminaristas del famoso seminario nacional Maynooth, debido a la cultura gay que reina en esa institución.

Y se ha rumoreado que la decisión del Papa Benedicto XVI de dimitir en el 2013 coincidió la revelación de la existencia de una arraigada “red gay” que orquestaba “encuentros sexuales” y sombrías maquinaciones financieras dentro del Vaticano.

Según se informa el Papa decidió renunciar el día en que recibió un expediente de 300 páginas compilado por tres cardenales que detallaban el funcionamiento y las actividades sexuales de una red de funcionarios curiales homosexuales.

Estos escándalos los estamos presenciando ahora.

Monseñor Luigi Capozzi a la izquierda y cardenal Coccopalmerio a la derecha

   

LO QUE SE VENTILÓ LUEGO DE UN ESCÁNDALO DE SEXO HOMOSEXUAL Y DROGAS EN EDIFICIO DEL VATICANO

Il Fatto Quotidiano escribió en junio 2017, que la Gendarmería de la Santa Sede irrumpió en una fiesta homosexual con drogas en un apartamento del Palacio del Santo Oficio en Roma, donde también se encuentra la Congregación de la Doctrina de la Fe.

El apartamento pertenece a un monseñor, que fue sorprendido in fraganti.

De acuerdo con Il Fatto Quotidiano, es el secretario del cardenal Francesco Coccopalmerio, el principal funcionario canónico del Vaticano.

Y que había propuesto al monseñor para ser obispo.

La policía del Vaticano arrestó a Monseñor Luigi Capozzi hacía dos meses y pudo ser ocultado hasta que el diario lo publicó.

En el momento de la detención, Capozzi estaba presuntamente tan alto de cocaína que fue hospitalizado por desintoxicación durante un corto período en la clínica Pio XI en Roma.

Actualmente se encuentra en un convento no revelado en Italia en un retiro espiritual, informó la prensa italiana.

Su apartamento no estaba destinado a monseñores simples.

Y también conducía un coche exclusivo con placas de circulación del Vaticano, que se reservan para los más altos dignatarios del Vaticano.

Capozzi logró evadir la sospecha de la policía italiana mediante el uso de ese automóvil de lujo BMW con matrículas de la Santa Sede, lo que lo hizo prácticamente inmune a las paradas y búsquedas.

Este privilegio, generalmente reservado a los prelados de alto rango, permitió al Monseñor transportar cocaína para sus orgías homosexuales frecuentes sin ser detenido por la policía italiana.

La policía vaticana capturó al monseñor, a quien los medios italianos calificaron de “ferviente partidario del Papa Francisco”, después de que los inquilinos del edificio se quejaron repetidamente de las entradas y salidas constantes de visitantes al edificio durante todas las horas de la noche.

El servicio de noticias italiano Il Fato Quotidiano escribió que la entrada del edificio queda fuera de las paredes de la Ciudad del Vaticano, lo que lo hacía perfecto para la actividad clandestina.

En una entrevista con Rossoporpora en 2014, el Cardenal Coccopalmerio, su jefe, dijo que si bien las relaciones homosexuales son consideradas “ilícitas” por la Iglesia, los líderes católicos, como él, deben “enfatizar” las “realidades positivas” que él dice están presentes en las relaciones homosexuales.

Michael Hichborn, presidente del Instituto Lepanto, con sede en Estados Unidos, dijo que sospecha que Coccopalmerio sabía de las orgías.

“Dado el monitoreo y los rumores que ocurren en el Vaticano, es improbable que el cardenal Coccopalmerio ignorara las repugnantes actividades de Mons. Capozzi.

De hecho, cuando consideramos el documento de 300 páginas sobre el lobby homosexual que fue entregado al Papa Benedicto XVI justo antes de su dimisión, la probabilidad es que muchos de los que trabajan en el Vaticano estuvieran plenamente conscientes de lo que Capozzi estaba haciendo.

Y que tales actividades se están llevando a cabo entre otros clérigos también”.

Hichborn agregó que los enemigos de la Iglesia ahora están tratando de destruirla desde dentro.

“Sabemos que los comunistas y los homosexuales fueron específicamente reclutados desde la década de 1920 para infiltrarse en los seminarios.

Fue un esfuerzo concertado para destruir la Iglesia desde dentro.

Lo que estamos viendo es la culminación de casi cien años de este esfuerzo desarrollándose”.

   

¿COMBATIR LA HOMOSEXUALIDAD ACTIVA DENTRO DE LA IGLESIA O NO?

El autor católico Joseph Bottum escribió en un artículo de 2013 para la revista Commonweal que las campañas contra el matrimonio del mismo sexo están perjudicando a la Iglesia.

Porque está posicionando al catolicismo como sinónimo de represión sexual.

Incluso que los jóvenes católicos, simplemente no creen que la actividad del mismo sexo sea algo por lo que vale la pena luchar.

Esto va notoriamente en la línea del libro del P. James Martin, que hablamos antes.

Pero esto tiene muchas connotaciones negativas.

Si la Iglesia permanece en silencio porque la cultura del mundo se opone a sus creencias sobre la sexualidad humana, entonces si la Iglesia es presionada lo suficiente, también tendría que estar en silencio frente a la oposición de la cultura sobre sus otras creencias.

Y ningún católico debería estar dispuesto a llegar a dichos límites de cobardía.

Jesús no actuó así y nosotros seguimos a Jesús.

Por otro lado, la Iglesia no debe retroceder en su oposición a la conducta homosexual por su pecaminosidad.

Porque el hacerlo sería renunciar a su amor por los que luchan con los deseos homoeróticos.

Como Paul Gondreau, profesor en Providence College en Rhode Island, le gusta decir,

“Enseñar la verdad de la condición humana y de la felicidad humana es lo más amoroso que la Iglesia puede hacer.”

La oposición de la Iglesia a la actividad sexual entre miembros del mismo sexo se debe a la maldad intrínseca de tal comportamiento, que no puede contribuir a la felicidad humana auténtica.

Un enfoque tranquilo y razonado que explique la conexión inseparable de las dimensiones de procreación y de unión de la sexualidad humana puede demostrar que la Iglesia no es culpable de intolerancia como la cultura a menudo la acusa.

La Iglesia tiene una robusta metafísica sobre la sexualidad humana, y si se comparte por lo menos puede ganarse el respeto de los que están en desacuerdo.

Si la Iglesia de proclama la verdad sobre la sexualidad humana, como su ordenación intrínseca al matrimonio heterosexual, esto implica necesariamente la negación de ciertos comportamientos que violan esta verdad.

Incluyendo la actividad sexual entre miembros del mismo sexo.

Pero sólo porque quienes se dedican a este tipo de comportamiento ven esta enseñanza en una luz negativa (lo cual razonablemente lógico), no es motivo para que la Iglesia retroceda en su anuncio de la verdad.

Si lo hiciera perderíamos de vista el bien de la sexualidad humana, que es precio demasiado alto a pagar.

Naturalmente este es el deber ser, pero su ejecución depende de la correlación de fuerzas en el clero.

De los laicos no se puede esperar gran cosa, porque durante décadas se les ha privado de información desde los púlpitos de cuál era la posición doctrinal de la Iglesia al respecto.

Además no pesan en la generación de opinión en la Iglesia.

En cambio los sacerdotes y religiosos la conocen bien, pero sobre ellos se mecen diversas fuerzas contrarias, como la de “modernización de la doctrina”, el afán de carrera, la intimidación de los lobbies.

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