Descubre cómo Jesús está Cambiando el Mundo Hoy [a pesar del cristianismo en declive]

Cómo Jesús deja pasar la tribulación y nos ayuda a superarla.

El mundo parece estar en llamas.

Y quizás te sientas desamparado ante la perversión moral, las amenazas de los poderosos y la creciente persecución a los cristianos.

Y te preguntas, ¿Dónde está Jesús en medio de todo esto? ¿Nos ha abandonado?

¡No! Jesús nunca se fue. Él está aquí, con nosotros, en este mismo momento.

Su ascensión al Cielo no significa que nos haya dejado solos. Él permanece con nosotros de manera real.

Su amor y su poder siguen obrando en el mundo, incluso en medio de la tribulación que Él está dejando pasar.

Aunque es comprensible que surjan dudas y frustraciones ante las pruebas y tribulaciones que enfrentamos.

Pero las pruebas y tribulaciones no son un castigo de Dios, sino una oportunidad para la purificación del mundo; para hacerlo habitable de nuevo.

Dios desea que regresemos a Él.

Aquí exploraremos las pruebas de la presencia constante de Jesús al lado nuestro.

Y descubriremos cómo podemos enfrentar las tribulaciones con su ayuda y su amor.

¡No te pierdas estas evidencias que nos llenan de esperanza y fortaleza!

Al final del evangelio de San Mateo, Jesús se encuentra con sus discípulos en Galilea después de la resurrección, y les da una última misión: vayan por todo el mundo y hagan discípulos de todas las naciones.

Y luego, les hace una promesa: «Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo». 

Esta promesa es una garantía de la presencia constante de Jesús entre nosotros y en Su Iglesia.

¿Pero tenemos pruebas de que está funcionando así?

Los cristianos tienen abundantes pruebas personales durante su vida, que pueden considerarse como subjetivas.

Han experimentado favores cuando le piden a Jesús y consuelos en momentos de dolor y angustia.

Han comprobado su guía; han visto su mano señalando el camino, en especial cuando meditan en pasajes de la Escritura, para encontrar pistas sobre su vida.

También en algunas ocasiones han sentido Su presencia al lado, como una sensación, aunque la mayoría nunca haya tenido una aparición.

Algunos tal vez han sentido alguna locución suya en la cabeza ante una pregunta. 

Han sentido una voz que saben que no es de su imaginación, sino de algo externo que se introdujo en su cabeza. 

Muchos sienten una alegría que los desborda al tomar la eucaristía, que es el cuerpo y la sangre de cristo bajo las especies del pan y el vino consagrados. 

Y no sólo eso, sino que la recepción de la eucaristía frecuentemente les va dando paulatinamente la comprensión infusa de la verdad.

De una manera que no responde a un mecanismo natural inteligible por la razón humana.

Pero estas experiencias son personales, no pueden transferirse más que con el testimonio.

No son pruebas que se puedan mostrar para justificar que Jesús está presente, aunque sea invisible para los sentidos.

No podemos argumentar a una persona que dude de su presencia, porque somos incapaces de transferir nuestra experiencia.

¿Hay alguna prueba objetiva que podamos dar a los que dudan de que Jesucristo está presente en este mundo hoy?

Por lo menos hay tres pruebas objetivas que demuestran que Jesús está cumpliendo la promesa de quedarse con nosotros.

Una prueba la podemos tener con la reacción del demonio ante la hostia y el vino consagrados. 

Este relato se ha dado muchas veces en los exorcismos. 

En una sesión de liberación, un sacerdote experimentó que un demonio había poseído a una niña y se negaba a salir. 

Por más que hacía el sacerdote, no podía desalojarlo. 

Y entonces se le ocurrió llevar a la niña, con el demonio adentro obviamente, a la capilla de la Eucaristía. 

Y el demonio, frente a la custodia con el Santísimo Sacramento, comenzó a gritar con espanto: «¿Quién es éste? ¿Quién es esta persona?». 

El demonio había reconocido entonces que en la sustancia de la hostia consagrada había una persona. 

Se espantó porque vio en ella la gloria de Dios, al punto que gritando le exigía al sacerdote: «¡Déjame ir! No quiero verlo. ¿Quién me trajo a su casa? No nos gustamos el uno al otro. Llévame de este lugar». 

Nadie había orado ninguna oración de liberación cuando entraron a la capilla, sino que simplemente habían comenzado con alabanza y acción de gracias al Santísimo Sacramento.

Entonces, el demonio se sintió acorralado y decidió pelear, empujar la hostia expuesta para abajo del altar, y corrió rápidamente hacia el altar para destruir la hostia. 

Pero a pocos centímetros del altar, se detuvo como si hubiera una pared invisible que no lo dejara continuar, o alguien lo tomara del brazo. 

Así lo intentó varias veces, pero nunca pudo llegar a la custodia. 

Entonces, el demonio comenzó a rodar y retorcerse, gritando y suplicando que los sacaran fuera de la capilla de adoración.

Otra prueba del poder de la Eucaristía son las curaciones realizadas en los eventos eucarísticos. 

Pongamos el ejemplo del Padre Emiliano Tardif, que fue uno de los mayores sanadores que ha habido a través del poder de Dios. 

Él ejercía su ministerio a partir de la Santa Misa, a partir de la Eucaristía. 

Era una sanación eucarística porque, luego de terminada la Eucaristía, él recibía palabras de conocimiento que le informaban quién estaba siendo sanado y de qué enfermedad. 

Y a partir de ahí, el Padre Emiliano comenzaba a orar por esa sanación, y los miles de curados de enfermedades físicas dan pruebas de la curación mediante la Eucaristía, o la curación eucarística realizada por Dios a través del sacerdote, en este caso, del Padre Tardif.

Una tercera prueba son los milagros eucarísticos que se han producido a través de la historia, y quizás sea la más importante, porque tiene corroboraciones científicas específicas. 

En muchas ocasiones, la hostia consagrada se ha transformado en carne y sangre humanas en manos del sacerdote.

Y varios estudios científicos han demostrado que esa carne es de un corazón humano y de un hombre, con un ADN muy antiguo.

Y que tiene un tipo de sangre AB positivo, coincidente en todos ellos. 

Los casos más famosos de investigación científica fueron el milagro eucarístico de Buenos Aires y el milagro eucarístico de Lanciano. 

Pero también se han dado milagros eucarísticos que no involucran la carne y la sangre, sino que muestran que ahí hay algo especial en la hostia consagrada.

Como por ejemplo hostias consagradas que brillan inusualmente y no dejan de brillar, y también levitaciones durante horas de un ostensorio con la hostia consagrada adentro, ante la presencia de cientos de personas.

Ahora, si Jesús está presente al lado nuestro según las pruebas subjetivas y objetivas y aún está llegando una tribulación que escalará más según las profecías ¿cómo debemos manejarnos? 

¿Y cómo se lo podemos argumentar a quien se enoja con Jesús por todo lo que pasa? 

¿Y que se asusta porque piensa que está navegando solo por la tribulación?

Primero, debemos ser conscientes de que lo que está viniendo es para nuestro bien, para que nos salvemos, así como nuestros seres queridos; entonces hay que tomarlo con alegría y paz.

Segundo, si somos fieles a Él, a lo que nos pidió desde el principio, entonces estaremos protegidos.

Tercero, nada cambia de nuestra relación con Él aunque crezca la tribulación, aún podemos acudir a Él para guía, protección, favores y consuelo, porque Él sigue estando con nosotros hasta el fin del mundo; su amor por nosotros no ha variado. 

Y cuarto, debemos orar y hacer sacrificios por la conversión de los pecadores, y para que Jesús acorte el tiempo y la gravedad de la tribulación.

Bueeeno, hasta aquí lo que queríamos contar sobre las pruebas que tenemos de que Jesús sigue y seguirá estando a nuestro lado en la tribulación, y cómo manejarnos ante esto.

Y me gustaría preguntarte qué pruebas subjetivas y objetivas tienes de que Jesús está a tu lado, aún hoy.

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