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Todos sufrimos en algún momento y a nadie le gusta sufrir.

Y en la mayoría de los casos no funciona decir “no quiero sufrir”.

A veces son enfermedades, que pueden tener sólo una causa física.

Y otras veces tienen una causa espiritual, que debemos encontrar y eliminar.

El sufrimiento tiene un por qué y un para qué.

Y no debemos salir de él sin una enseñanza, sin que haya una modificación en nosotros.

el sufrimiento

Detrás de cada sufrimiento hay un mensaje que debemos desentrañar.
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Porque más allá de la causa, lo cierto es que Dios lo deja pasar, aunque sea producido por el maligno.
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Y es ahí donde tenemos que discernir en que tema Dios quiere que nos sensibilicemos.

Algunos dolores son cruces que debemos cargar en la vida.

hombre pensativo con rosario

  

LAS CRUCES EN LA VIDA

Es muy posible que personas con diversas enfermedades estén con tales aflicciones ofreciendo la oportunidad de unir sus sufrimientos a los de Cristo para la redención de sus almas o las de otros.

Tal sufrimiento no tiene que ser obvio.

De hecho, gran parte del peor sufrimiento es mental. Ansiedad. Obsesión. Sentimientos de inferioridad. Inseguridad. Opresión. Depresión.

Muchos sufrimientos están así ocultos.

Así como no se puede juzgar un libro por su portada, no se puede juzgar el estado de sufrimiento de una persona externamente.

Todos tenemos cruces en la vida. Un día incluso podemos damos cuenta que nos han pedido tener esas cruces, y aunque hay casos muy diferentes, en el fondo son básicamente iguales.

El sufrimiento rompe la cortina o la ceguera, como el sufrimiento de Jesús causó el rasgado en el velo del Templo (Mateo 27:51).

¿Por qué el sufrimiento nos purga? Nos separa de la carne.
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Se nos concede una perspectiva nueva y a menudo más alta. En la cruz, somos elevados.

Cuando nos separamos de la carne empezamos a ver con los ojos de la eternidad.

El sufrimiento (que incluye el ayuno) debería abrir el alma para la liberación de impurezas.

También hay sufrimientos de raíz mística o sobrenatural.

  

TRES TIPOS PRINCIPALES DE SUFRIMIENTOS DE RAÍZ MÍSTICA

El sufrimiento puede ser reducido a tres tipos principales, cuando tiene una raíz mística:

-El sufrimiento traído al alma víctima (en nombre de la humanidad).

-Expiar el sufrimiento, para purgar la oscuridad del pasado (el sufrimiento como liberación, incluso el purgatorio en la tierra).

-Y el sufrimiento causado por los malos espíritus.

A menudo es un misterio, por supuesto, el tipo que nosotros estamos teniendo. No asumas automáticamente que es uno o el otro. Puede estar en el Plan de Dios, aunque también puede que no.

También están los sufrimientos causados por causas fisiológicas simples, emocionales y adversidades mentales.
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Todos nos damos cuenta de eso.

  

SUFRIMIENTO QUE VIENE DEL MALIGNO

Por otra parte, existe el sufrimiento causado por el diablo. 

No hay que subestimar su papel. Se engancha en nuestras debilidades.

Lo sabemos por Jesucristo: la mayoría de los que Él sanó quedaban sanos después que un mal espíritu o espíritu impuro fue lanzado para afuera.

Lo hizo sin cirugía. No escribió recetas. Su curación dependía de un espíritu de ser echado fuera: liberación.

Vuelve a estudiar cada una de las curaciones de Jesús. Mira aquí y aquí.

¿No es notable la poca frecuencia con que oyes sobre los aspectos espirituales?

El acercamiento intelectual a la religión en nuestro tiempo niega este concepto, pero los espíritus pueden causar prácticamente cualquier dolencia, desde alergias hasta enfermedades malignas (son espíritus malignos).

Necesitamos oír hablar más de esto desde el púlpito.

Cuando estamos frente a un enfermo debemos echar los espíritus en el nombre de Jesús, y por su nombre, por ejemplo: «espíritu de la artritis», o en general: «espíritu de enfermedad», junto con el prudente consejo médico.

camilla de hospital con paciente

  

SE DEBE IR MÁS ALLÁ

Puede que no sea la culpa de todo de la persona: él o ella puede llevar el peso del equipaje espiritual de la familia.

Puede ser la misión de esa persona en la vida disiparlo. Este es el martirio oculto, oculto a menudo incluso de la persona.

En otras ocasiones, no hay duda de que las prácticas equivocadas – sexualidad ilícita, el ocultismo, el robo, la negatividad, chismes, lujuria, gula, adicción, falta de amor, odio, orgullo – sirven como puntos de entrada espirituales.

Subraya la palabra ego. El orgullo es una raíz del pecado. La humildad busca que el orgullo se oculte.

Una vez dentro, los espíritus malignos pueden echar raíces, crecer como una mala hierba, y causar tormentos, físicos y mentales.

La Sangre de Cristo y su ayuno en el desierto pueden traernos un poder especial para convertir el pecado en cenizas y curar las aflicciones.

  

LA DIFERENCIA CON LOS ATEOS

Mientras que el ateo cree que su sufrimiento es en última instancia, sin sentido e inútil, el cristiano cree que ningún sufrimiento es en última instancia, sin sentido o inútil. 

¿Por qué? 

Porque creemos que un Dios amoroso está orquestando providencialmente todas las cosas, de una manera que respete nuestra libertad.

Por eso creemos que cuando Dios permite que suframos, Él lo está haciendo para protegernos de un mal mayor, o para llevarnos a un bien mucho mayor y que prevalezca. 

Dios siempre tiene un buen propósito al permitir el sufrimiento, incluso cuando ello sea inescrutable para nosotros.

Siempre tenemos una opción en nuestro sufrimiento, confiar en Dios como nuestro Padre amoroso, y recibir el buen regalo que Él nos da.

O manifestarnos en contra de Dios en la desconfianza y la ira, como si nosotros supiéramos mejor que Él lo que es en última instancia, bueno para nosotros.

durero job

  

¿QUÉ PROPÓSITO DIOS TIENE EN PERMITIR EL SUFRIMIENTO?

Más allá de la causa del sufrimiento y del dolor, que hemos tratado antes, lo cierto es que Dios lo deja pasar, y no es algo al azar, sino con un objetivo.

Aquí vamos a considerar algunas de las razones que Dios permite que suframos.

  

1 – Para despertarnos a la realidad

A veces Dios permite el sufrimiento con el fin de despertar en nosotros el hecho de nuestro pecado, nuestra muerte inminente y el juicio, nuestro vacío aparte de Dios.

O para ayudarnos a arrepentirnos y volver a Dios.

  

2 – Para probarnos a nosotros mismos

El Catecismo enseña:

La fe en Dios Padre Todopoderoso puede ser puesta a prueba por la experiencia del mal y del sufrimiento

Esto lo vemos en el ejemplo de Job.

Pero es una prueba para nosotros mismos, para que lo comprendamos, para que nos midamos, porque Dios ya sabe que es lo que podemos dar.

  

3 – Para disciplinarnos, enseñarnos humildad y confianza, y obrar justicia en nosotros

Tomas de Aquino dice:

Todos los santos que han agradado a Dios han pasado por muchas tribulaciones por las cuales se hicieron hijos de Dios”

Como hijos de Dios, a través de nuestra unión con Cristo, el Hijo, esperamos ser disciplinado por Dios, nuestro Padre. 

Reconocemos que nuestro amoroso Padre tiene una buena razón para disciplinarnos, incluso cuando no podamos ver cual es.

Porque sabemos que Dios tiene una buena razón para permitir que suframos, respondemos a este sufrimiento, tratando de aprender lo que Él está tratando de enseñarnos.

  

4 – Para darnos una oportunidad de amar a Dios, dar gloria a Dios, merecer la gloria y participar en su obra de redención

Mientras que el ateo ve el sufrimiento como prueba de que Dios no existe, el cristiano ve el sufrimiento como un gran regalo de Dios.

Es un don de la misericordia por la que somos conducidos al arrepentimiento y la vida eterna. 

También es un don con el que sabemos que Dios está obrando algún gran bien en nosotros.

Además, se trata de otro tipo de regalo divino, una oportunidad de dar algo grande para Dios, tal como lo hizo Cristo en la aceptación de sus sufrimientos.

Por último, para un católico, el sufrimiento es una oportunidad de participar en los sufrimientos de Cristo, de sus padecimientos.

  

4 COSAS PARA RECORDAR CUANDO ESTAMOS SUFRIENDO

Cuando estamos en medio del sufrimiento y el dolor difícilmente sepamos cómo sacudirnos de la autocompasión y el desaliento que viene con el dolor.

Aquí hay 4 conceptos que debemos recordar para esos momentos.

  

Bendecir a Dios en ese momento

¿Qué podemos aprender de esos momentos de dolor?

En el libro de Job 1:21 está la famosa frase “Yahvé da y Yahvé quita. Bendito sea el nombre del Señor”.

Esto es la comprensión de que no estamos en control de nada, todo es gracia y todo nos fue dado.

Con esa frase agradece y alaba a Dios.

Y es asombroso como la gratitud nos transforma y nos sana espiritualmente, emocionalmente y físicamente.

Recuerda todo lo que Dios ha hecho en ti, las bendiciones que te ha dado y cómo ha respondido a tus oraciones en el pasado.

Y eso será un aliciente para confiar en Dios en el momento del dolor.

“Señor gracias por todo lo que has hecho, por todo lo que haces, y por todo lo que harás”.

  

Esto también pasará

Cuando estamos en momentos de dolor sentimos la necesidad de que pase cuanto antes pero que sin embargo  se está eternizando.

Pero debemos pensar que nada es para siempre y que el dolor pasa como pasa toda la vida.

Las pruebas no son interminables tienen un comienzo y un final.

Y por eso es profundamente sanador pensar que esto también pasará.

Y que a la cruz le sucede la resurrección.

No sabemos si la recompensa la tendremos en esta vida o en la otra, pero sí que Dios nos ha prometido la felicidad eterna como recompensa a nuestra fidelidad.

  

Que nada te turbe

Esta es una poderosa frase de Santa Teresa de Ávila para los momentos de tribulación.

Que combate la actitud común de inquietarse cuando Dios permite el sufrimiento.

Esta frase significa rendirse a la realidad en lugar de negarla y luchar contra la cruz.

Es aceptar pacíficamente los designios de Dios y esperar su solución sin turbarse anímicamente.

Es resignarse a la verdad de que Dios usa todas las cosas para tu bien, aunque a veces no se comprenda momentáneamente.

  

Todo está bien y todo estará bien

Es una famosa frase de San Julián de Norwich que contradice la percepción habitual en los momentos de dolor.

Quiere decir que donde tú estás ahora es exactamente donde Dios quiere que estés.

Que es necesario para ti y es parte del viaje de tu vida, que te llevará a lo que Dios quiere que tú seas.

Quiere decir también que aunque la tribulación duela no es en vano sufrirla, pero si es en vano amargarte y enojarte y luchar contra el sufrimiento.

Y en última instancia significa confiar en que Dios transformará tu sufrimiento en algo bueno para ti.

  

LÍNEAS BÁSICAS PARA SOBRELLEVAR EL SUFRIMIENTO

Hay algunas cosas que podemos hacer para sobrellevar los momentos de sufrimiento, porque todo pasa en esta vida.

Y entonces el foco debiera ser que puedo aprender de este sufrimiento y cómo hacer para que me duela menos.

En primer lugar debemos entender que todos sufrimos, personas buenas y personas malas.

Pero el amor de Dios es nuestra fuente de esperanza.

Dios nos dice a través de la Biblia que la vida es buena y que la vida futura será mucho mejor.

Muchas veces el sufrimiento, como hemos visto, es el resultado de una inacción de nuestra parte y del miedo hacer un cambio.

A veces la expresión “Dios ayuda a los que se ayudan a sí mismo” es la que se ajusta más a la situación.

A veces podemos intuir el para qué del sufrimiento por el que pasamos, pero otras veces no.

Lo central es rendirse a Dios, ir a Él con extrema confianza.

Ten en cuenta que la confianza es la manifestación de la fe, y por lo tanto nunca es suficiente como la fe, y siempre hay que pedir a Dios que nos aumente la confianza en Él.

A veces gastamos el tiempo pidiendo al Señor que nos solucione nuestro sufrimiento en determinado punto y nos desesperamos en una catarata de oraciones de petición.

En esos momentos en que no encontramos paz ni solución, deja tus súplicas y abandónate en sus manos.

“Señor te entrego todo esto, ayúdame”

La rendición implica dejar de quejarte de tus problemas y establecer una alegría básica, distendida, en todo tu ser.

Tómate un tiempo para disfrutar de la naturaleza o de una buena taza de café o té.

Medita la palabra de Dios mientras haces otras cosas, elevando tu espíritu al cielo.

Sal a caminar.

Aprovecha la adoración eucarística.

Disfruta del momento y no pienses en lo que va a venir después.

Evita a personas negativas, conversaciones negativas y situaciones negativas.

Y recuerda la frase del Padre Pío “Ora y espera y no te preocupes”.

  

QUÉ SUCEDE CUANDO ENTENDEMOS EL SUFRIMIENTO

Cuando tenemos dolor, una crisis, cuando hay incluso una tragedia, esto nos lleva a una mayor simplicidad.
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Nos acerca a nuestras raíces. De repente, tenemos una perspectiva totalmente nueva.

¿No es esto una importante explicación para el sufrimiento?

Lo que parecía tan importante ya no es importante, y lo que parecía «dado» (como la salud) ya no se da por sentado.

Reconocemos de nuevo que todo es gracia.

El desorden de la vida se paraliza por el sufrimiento. Nos limpia.
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Hace que nuestras súplicas a Dios sean más directas (e intensas).
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Reduce el orgullo, que es extremadamente importante.
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Despoja nuestras pretensiones.
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Nos lleva a nuestra esencia, que estar desnudos delante del Señor, si realmente estamos ante Él.

Para todos estos casos que hemos considerado es necesario la oración, y aquí hay varias.

  

ORACIONES PARA LOS MOMENTOS DE SUFRIMIENTO

  

ORACIÓN PARA LOS MOMENTOS DIFÍCILES

Procuraré Señor, en mis momentos de angustia y amargura, recordar tu
nombre y alabarlo por ponerme a prueba.

Procuraré Señor, a la hora de pedirte, tener más fe que el día
anterior.

Procuraré Señor, al encontrarme en crisis, pedirte de la mejor forma
la luz para encontrar la solución.

Procuraré Señor, recordar que en el desaliento, tu eres el consuelo y
el impulso para seguir viviendo en medio de injusticias y sinsabores.

Procuraré Señor, la relación en comunidad con mis semejantes.

Procuraré Señor, dar amor en vez de odio, ayudar y no hundir, tender
la mano y no empujar.

Procuraré Señor, perdonar y no juzgar, la caridad y no la avaricia.

Procuraré Señor, la amistad a la enemistad, la unión y no la
desunión.

Procuraré Señor, la paz y no la guerra.

Procuraré Señor, en los momentos más controversiales, tener paciencia
y esperanza.

Procuraré Señor, alentar a los demás y no desalentarlos.

  

ORACIÓN DE LA DIFICULTAD

Dios mío gracias por estar aquí; siempre presente, dando paz y amor,
perdonando e iluminando.

¿Qué sería de mi sin tu aliento y sin tu amor?

Yo sería un cauce sin agua, un cuadro sin colores, una planta sin sol.

Tú,
Señor, eres mi fuerza, la respiración de mi alma, mi fuente de energía, mi
inspiración y mi descanso.

¿Por qué me olvido de ti? ¿Por qué te busco sólo cuando estoy rodeado de sombras y con las esperanzas rotas?

No me dejes, Dios mío, háblame, tócame, despiértame. No permitas que me aleje de ti y naufrague en el mar del desespero.

Sé luz en mi mente, paz en mi corazón, sabiduría en mis decisiones, amor en
mis relaciones.

Te necesito, Señor. Tu calmas mi desasosiego y alejas los duendes del mal; contigo es fácil aceptar las asperezas y soportar el dolor.

Contigo puedo ser comprensivo con los que me ofenden, fuerte ante el dolor
y amoroso con todos.

Dame paciencia conmigo mismo y con los demás, una paciencia que me aleje de la ira y el desaliento.

Eres mi esperanza y mi fortaleza, mi baluarte y mi descanso.

En ti todo lo puedo, y con tu amor los fardos son llevaderos.

Tú me libras de las aguas turbulentas, apaciguas mis males y conjuras mis temores.

Te amo, Señor, te adoro, te bendigo y te doy
gracias.

Autor: Padre Gonzalo Gallo

  

ORACIÓN PARA LOS MOMENTOS DIFÍCILES

Señor, sé que eres un abismo de infinita bondad, misericordia y amor.

Sé que me creaste solo por amor y para ser feliz; sé que me amas con un amor tan grande que me es imposible ni siquiera imaginar; sé que diste tu vida por mí.

Además, sé que estás de continuo junto a mí, cuidándome, facilitando todo para mi bien, aun lo que a mí me parece negativo…

Sé también que eres un abismo de infinito poder: para ti no existen cosas
imposibles; sé que si me permites algo o mucho sufrimiento, es para mi bien.

Sé que, aunque no lo comprenda, lo malo que me suceda lo has permitido por tu infinita misericordia: nada escapa a tu sabiduría…

Sé que eres un abismo de infinita sabiduría.

Tú sabes más; tú sabes mejor que yo lo que me conviene para encontrar la felicidad eterna en el Cielo, que es lo único que verdaderamente importa.

Es esa esperanza la que me hace vivir alegre, lleno de gozo: me tienes
preparada una dicha sin fin; para eso me creaste.

Esa felicidad llenará absolutamente todos los anhelos de mi corazón: tu
infinita belleza, tu infinita bondad y tu infinita sabiduría colmarán mi ser
de todo lo que esperé siempre…

Además, todo lo espero de ti, confío total y exclusivamente en ti: confío en la inmensidad de tu bondad, poder y sabiduría.

Nada me hará temer: frente a los enemigos más poderosos, frente a los más grandes males, frente a los infortunios más graves, estaré seguro de ti, confiaré totalmente en ti.

Cuanto mayor sea el apremio, cuanto mayor sea el peligro, tanto más esperaré todo de ti; y si no viera tu mano providente, más y más confiaré en ti, me aferraré a la seguridad de que tu amor por mí es incalculable, ilimitado…

Señor, te amo con un amor diminuto junto al tuyo, pero con todo lo que puede amar esta criatura pequeña, pobre y pecadora.

Inflámame en tu amor para que me confunda contigo, que eres el Amor mismo.

Purifica mi miseria y quema todas mis impurezas con ese Amor ardiente, para que ya no tenga apegos por las criaturas y te ame exclusivamente a ti, el Creador.

Que no tenga apetitos desordenados por cosas, personas, ideas, ni por mí mismo…

Así te amaré como tú mereces ser amado y viviré buscando únicamente tu Reino de Amor, de paz y de alegría, despreocupado de todo lo demás…

Señor, creo en ti, pero aumenta mi Fe.

Señor, lo espero todo de ti, pero aumenta mi Esperanza.

Señor, te amo, pero aumenta mi Caridad.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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3 Comments

  • Angeles dice:

    ¡Qué precioso artículo! Es así, tal cual se lo describe. Y ojalá que todos los católicos entendiéramos que el dolor no es una crueldad por parte de Dios, sino una llamada, un toque de Su mano. Debemos esforzarnos en entender que, cuando algo terrible nos pasa, algo bueno hizo Dios con ello. Había una estampita o tarjeta, que decía: «Un hombre que sufre no es un hombre a quien Dios ha herido, es un hombre a quien Dios ha hablado. Alabado sea. Bendiciones.

  • Mariel Castro dice:

    Estoy de acuerdo con ello, yo lo he experimentado con mi enfermedad la cual me ha acercado mas a la oración, a vivir lo espiritual y a vivir la santa misa y los sacramentos de forma mas profunda. Pero me queda una duda y espero que quien escribió el artículo me ayude. Aquí se habla de las enfermedades que vienen del maligno y si se está frente al enfermo echar en el nombre de Jesús el espíritu y menciona el de artritis; pues resulta que yo sufro de esa enfermedad y me asusté donde leí. Quiere eso decir que esa enfermedad es del maligno?, es un espíritu? y si lo es donde puedo buscar ayuda? no todos los sacerdotes hacen caso de este tipo de ayuda, para muchos es solo una enfermedad. Cómo saberlo?

  • Maravilloso artículo. Chesterton decía que el dolor es como una bocina que Dios usa para llamarnos la atención. Yo soy testigo de que, en medio de la prueba, ofrecida a Dios, se puede avanzar en santidad a pasos agigantados. Sería bueno hacer un artículo sobre las «almas víctimas», que son pararrayos de la Justicia divina. Gracias!!