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Cómo se comprender que se reinaugura Notre Dame de París y la Virgen lacrima en La Salette.

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Hoy queremos hablar sobre la lacrimación de Nuestra Señora de La Salette el día de la Inmaculada Concepción de 2024.

Presumiblemente llorando por el alejamiento de los hombres de Dios.

Sin embargo, esta advertencia sucedió en medio de señales de que Dios está interviniendo.

Y hace reconocer a sus enemigos el esplendor de los logros de la civilización cristiana.

Porque al mismo tiempo se reinauguró la catedral de Notre Dame de París.

Y la Providencia Divina hizo que los famosos del mundo fueran citados para dar gloria a ese emblema de fe.

Aquí hablaremos de estas dos señales mixtas en un mundo que está en una trayectoria de purificación. En el que Nuestra Señora está llamando a la conversión y llora por muchos de nosotros que se perderán, mientras Dios muestra su poder haciendo arrodillar a los poderosos.  

El 8 de diciembre, en la Fiesta de la Inmaculada Concepción, la imagen de Nuestra Señora de La Salette lloró en medio de la nieve de La Salette en Francia.

Y es muy importante si uno lo mira desde una perspectiva de Francia y del mundo. 

Decenas de imágenes de la Virgen lloran por el mundo, pero estos fenómenos son ocultados por los párrocos y los obispos.

No sea que alguien ose vincularlos con la advertencia de alguna tragedia, que el Vaticano ha decretado que eso no es posible, porque definieron en el escritorio, que la Virgen no hace eso, es falso misticismo y por lo tanto hay que erradicarlo.

La Virgen se apareció en La Salette el 19 de septiembre de 1846 a los niños Mélanie y Maximino, precisamente llorando por lo que vendría al mundo y a la Iglesia.

Pidió conversión porque el pecado lo está destruyendo todo.

Y habló de algo que molesta al clero, que muchos sacerdotes irían por el mal camino, y Roma perdería la fe y se convertiría en la sede del anticristo.

El llanto de la Virgen de La Salette fue también en la víspera de la reinauguración de la catedral Notre Dame de París, a 5 años del incendio que obligó a cerrarla.

Pero además en el mismo año en que vimos el aquelarre masónico de la inauguración y clausura de los Juegos Olímpicos, plagadas de simbolismo obsceno, irreverente y satánico. 

Al punto que en una de las escenas se hacía descender sobre la Tierra al Ángel caído.

Y se realizó una parodia drag queen de la famosa «Última Cena» de Da Vinci en la ceremonia de apertura.

En el año en que el parlamento francés consagró el aborto en la constitución del país.

Y cuando el presidente Macron está liderando los esfuerzos europeos para apresurar el comienzo de una tercera guerra mundial, antes que asuma Donald Trump en EE.UU., quien declaró que buscará la paz en Ucrania con Rusia.

¿Cómo no va a mostrar Nuestra Señora de La Salette que sigue llorando por lo que pasa en la Iglesia y en el mundo?

Porque la situación del mundo y de la Iglesia es peor que en 1846.

No obstante, también hay signos de esperanza, porque Dios está interviniendo para obtener cosas buenas de los males.

Ese domingo 8 de diciembre, la Iglesia Católica anunció el milagro número 71 ocurrido en Lourdes.

Se trata de la curación de John Traynor, un herido de la Primera Guerra Mundial, que fue curado después de una peregrinación a Lourdes en 1923.

E incluso en la inauguración de Notre Dame de París pudimos ver que Dios escribe derecho en renglones torcidos.

La reapertura de la Catedral de Notre Dame fue en muchos sentidos un símbolo de los antagonismos de nuestros tiempos, llenos de errores y confusión, pero también de gracia y fe.

La misma noche del incendio, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, había prometido que la catedral sería reconstruida en cinco años.

Y al atardecer del 7 de diciembre de 2024, el arzobispo de París, Laurent Ulrich, dio tres golpes de báculo y dijo: “Notre Dame, modelo de fe, abre tus puertas para unir en la felicidad a los hijos de Dios”. 

Y la catedral abrió sus entrañas selladas desde la aciaga tarde de abril de 2019.

Y el coro de la catedral respondió con un himno: “He aquí la morada de Dios entre los hombres”.

La procesión pudo entrar para el servicio religioso en el amado santuario de París.

Y las campanas de Notre Dame llenaron la noche parisina con sus repiques.

La misma noche del incendio, Macron había sugerido que sería justo añadir un elemento “contemporáneo” a la catedral. 

Y el arzobispo Ulrich presentó alocados planes de renovar la decoración interior de la catedral con arte contemporáneo, un «sendero del descubrimiento» compatible con Laudato Si en las capillas laterales, y poner bancos modernos y luces azules.

Pero esto fue vetado providencialmente gracias a la decisión de la Comisión del Patrimonio, que en el 2020 decidió que la catedral medieval y su torre del siglo XIX, debían ser restauradas a su estado original en el momento del incendio.

Fue la misma comisión pública la que puso fin a los afanes modernistas y no los representantes de la Iglesia. 

No obstante, diseñaron un altar en forma de cuenco, irrespetuoso para un templo católico. 

Pero el órgano se ha restaurado, la aguja del crucero sigue tocando el cielo, mientras las quimeras de Víctor Hugo, con sus figuras grotescas, siguen controlando la ciudad desde lo alto de la galería.

La nave de Notre Dame brilla con su tenue luz medieval.

Cada piedra ha sido cuidadosamente limpiada, se han recuperado los restos de las decoraciones pintadas del siglo XIX. 

Y fueron eliminadas las manchas dejadas por el fuego y el polvo de siglos en los rosetones y las ventanas altas.

Muchos católicos se han quejado de que la ceremonia debería haber sido exclusivamente católica, en lugar de aparecer como una especie de convención de los poderosos de este mundo.

En realidad, fue la Europa laicista y globalista la que inauguró, con gran pompa, la reconstrucción de la catedral.

En un intento de dar gloria a las élites y políticos a su servicio.

Personajes de la política internacional y de la aristocracia fueron las figuras destellantes: Trump, Zelensky, el príncipe Guillermo de Inglaterra, Alberto de Mónaco, etc.

Mientras los obispos celebrantes adoptaron una vestimenta realmente indecorosa, con un diseño y colores de payasos, que contrastan con la solemnidad del edificio y la liturgia.

Pero esta realidad tuvo que arrodillarse ante los logros de la civilización cristiana.

Macron, el hombre que incitó a poner el aborto en la constitución y quiere una guerra mundial, habló en su discurso sobre San Luis, que trajo de Oriente la Corona de Espinas.

Del voto de Luis XIII de honrar a la Virgen María si tenía un hijo, y que su oración fue escuchada.

Habló de la conversión del poeta Paul Claudel.

Habló de los estudiantes que fueron a rezar al pie de Notre Dame cuando ardía. Habló de la providencia.

Porque gústenle o no a los luciferinos, Notre Dame y el resto de las catedrales que jalonan Europa son lugares de fe, oración y milagros de Dios.

Y hasta en los exorcismos el maligno no tiene más remedio que hablar de las glorias de Dios.

Bueeeno hasta aquí lo que queríamos contar sobre la lacrimación de la Virgen en la Salette, por lo que vendrá al mundo.

Mientras Dios muestra señales de que ya está interviniendo, haciendo arrodillar a los poderosos ante los logros de la civilización cristiana.

Y me gustaría preguntarte por qué temas concretos crees que la Virgen lloró en La Salette el 8 de diciembre de 2024.

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