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La enorme energía luminosa de Dios actuando en los grandes misterios cristianos.

Las pruebas centrales de la fe cristiana son la encarnación de Jesucristo y luego su resurrección.

Dios se hizo hombre, luego los hombres lo mataron, pero resucitó a los 3 días.

Y en estos dos hitos cristianos se puede apreciar la impresionante energía que Dios envía a la tierra, que se vio como una intensa radiación lumínica.

La vieron los místicos cuando el nacimiento de Jesús y se evidenció en la enorme energía necesaria para dejar impreso el cuerpo de Jesús en la Sábana Santa.

Y esa energía lumínica de Dios, que siempre está presente, a veces se hace visible en milagros eucarísticos, para reforzar nuestra fe.

Para mostrar que Dios está presente verdaderamente en la hostia consagrada.

Aquí hablaremos sobre cómo actuó la radiación lumínica en la encarnación y la resurrección de Jesús, y cómo se nos ha aparecido visualmente a través de milagros eucarísticos en nuestro tiempo.   

Jesucristo es la luz del mundo.

Lo mostró con la luz espiritual que vino a traer a la tierra que estaba en penumbras.

Y con la luz de la esperanza que infundió en nuestros corazones con la promesa del perdón de los pecados y de la vida eterna junto a Él.

Y esa luz fue mostrada físicamente a los apóstoles Pedro, Santiago y Juan, que lo vieron transfigurarse en un cuerpo luminoso en el Monte Tabor, y aparecieron Moisés y Elías también en cuerpos gloriosos llenos de luz.

Y en su resurrección se produjo la apoteosis de esa energía luminosa.

Que quedó captada como en una instantánea fotográfica en la Sábana Santa de Turín, como la huella de su resurrección.

Los estudios científicos han demostrado que la imagen de la Sábana Santa fue impresa con una fuente de luz de intensa radiación.

Se estima que se necesitaron 34 mil millones de vatios de luz ultravioleta para dejar impresa la imagen en la Sábana Santa.

Pero la historia cuenta que previamente, 33 años antes, los místicos vieron esa luz cuando el nacimiento de Jesús.

La Santísima Virgen adquirió una intensa luminosidad en su cuerpo y bajó del cielo una columna luminosa que se posó sobre Ella.

Y allí apareció Jesús. 

Pero esa energía luminosa, que sólo Dios es capaz de producir, siguió presente entre nosotros.

Es la que se reproduce cuando el sacerdote dice «este es mi cuerpo» y «esta es mi sangre» y se materializa el milagro de la transubstanciación.

Generalmente no vemos ese cuerpo y sangre del Señor, sabemos que está ahí por la fe y por los delicados efectos en nuestra vida al tomar la comunión.

Pero hay veces que esa energía luminosa se muestra para reforzar nuestra fe y se producen milagros eucarísticos de luminosidad.

Uno de ellos sucedió en Assiut, alto Egipto, en la ciudad en que nació el fundamentalismo islámico, una de las zonas con más cristianos en el país, y el punto más al sur que había llegado la Sagrada Familia cuando su huída a Egipto, escapando de Herodes.  

Entre agosto del 2000 y enero del 2001 se habían producido en las cúpulas y torres de la iglesia de San Marcos en Assiut, luces gloriosas mostrando grandes y brillantes palomas sobrevolando las cúpulas.

Sin ninguna fuente de luz hecha por el hombre que lo explicara.

Muchos de los miles de testigos presenciales de esas luces nocturnas vieron a la Virgen María con un manto azul, y con las manos extendidas emanando luz de ellas.

El mismo fenómeno que se había registrado en otra ciudad egipcia, Zeitun, entre 1968 y 1971. 

Pero el miércoles 29 de marzo de 2006 se produjo otro milagro luminoso durante una misa en la Iglesia de San Miguel de Assiut.

Mientras el celebrante decía la misa uno de los cuadros colgados en la pared interior del altar, que muestra a Santa María con una paloma encima de ella y rodeada de los discípulos, empezó a iluminarse. 

Luego la luz de la paloma comenzó a descender y esparcirse sobre las cabezas de los discípulos. 

Y se extendió a la imagen adyacente de Cristo durante la última cena, esparciéndose más tarde a otros cuadros en el altar, a la vista de todos los presentes. 

Y en el momento en que el sacerdote levantó la patena con el santo cuerpo en ella, una luz brillante y gloriosa cubrió toda la patena. 

El otro sacerdote con celebrante luego diría que no podía ver la patena ni el pan, sólo una gran luminosidad.

Luego, los que tomaron la comunión dirían que todo lo que podían ver era luz en la patena y luz en las manos del sacerdote, mientras entregaba el cuerpo de Cristo, la eucaristía.

Dirían que quedaron inmersos en la luz y se sintieron incluso como si estuvieran masticando luz en vez de la eucaristía habitual.

Mientras que en occidente se han dado muchos testimonios de que la hostia se iluminaba en la custodia, durante adoraciones eucarísticas.

Por internet andan muchas fotos de esto, aunque a decir verdad no podemos saber cuales sólo son un reflejo luminoso en la custodia o en la lente del celular, y cuales son genuinamente luminosidades que salen de la hostia.

Pero algunas de ellas han sido estudiadas y efectivamente son producto de energía luminosa que procede de la hostia expuesta.

Por ejemplo, el 25 de junio de 2016, a las 6:34 PM sucedió en el auditorio de una escuela secundaria de EE.UU., durante un retiro juvenil.

Cuando el momento de la adoración llegaba a su fin y el sacerdote estaba a punto de bendecir a la congregación con la eucaristía, un resplandor de fuego comenzó a emanar de la custodia.

La que diferencia de la mayoría de las custodias, estaba hecha principalmente de madera con muy poca ornamentación metálica.

Esto fue registrado fotográficamente y luego investigado por varios presentes.

Y otro ejemplo fue lo que sucedió en la casa del padre Robert Lange, en Arlington, Virginia, a quien el obispo le había permitido reservar el santísimo sacramento ahí.

La capilla de la casa estaba en el segundo piso y unos turistas le sacaron una foto a una luminosidad intensa que provenía de la de la capilla y que se veía a más de 500 metros.

Era tal la intensidad de la luz que los turistas fueron hasta la casa para mostrarla a los habitantes, y junto con el padre Lange investigaron y no encontraron otra fuente de tal luminosidad que no fuera de la hostia consagrada expuesta allí.  

Pero el fenómeno más divulgado de luminosidad se produjo a partir de un milagro eucarístico en Finca Betania, el lugar de las apariciones a la mística María Esperanza, que está en proceso de beatificación.

Sobre este milagro eucarístico hemos realizado un video.

María Esperanza había dicho que ocurriría un evento importante alrededor del 8 de diciembre de 1991, en la fiesta de la Inmaculada Concepción

Y efectivamente sucedió un milagro el 8 de diciembre de 1991 durante la misa.

El capellán del Santuario de Betania, el padre Otto Ossa Aristizábal estaba celebrando misa, partió la hostia en cuatro partes y vio una mancha roja formándose en ella y emanó una sustancia roja, a la manera que sale la sangre por una perforación.

Inmediatamente reservó la hostia sangrante, y la sangre permaneció en estado fluido durante 3 días y recién después comenzó a secarse.

El obispo, Monseñor Pío Bello, ordenó realizar una investigación.

Y el resultado de los exámenes clínicos realizados por el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas fue que se trataba de sangre humana del tipo AB positivo.

Lo que es coincidente con los descubrimientos de la Sábana Santa, el milagro eucarístico de Lanciano y el milagro eucarístico de Buenos Aires, por lo menos.

Entonces Monseñor Pío Bello aprobó este milagro eucarístico como de carácter sobrenatural.

Y luego decidió que la hostia fuera trasladada al convento de las monjas Agustinas de Los Teques para su custodia y adoración.

La hostia se puso en un relicario expuesta al público.

Y allí llegó en peregrinación en 1998 el estadounidense de New Jersey, Daniel Sanford.

El 13 de noviembre de 1998 fueron a la Capilla de las monjas Agustinas a adorar la hostia del milagro eucarístico. 

El padre Mazzarella celebró la misa en la capilla.

Y cuando terminó abrió la puerta del tabernáculo que contenía la hostia sangrante del milagro eucarístico de 1991.

Y entonces Daniel Sanford presenció que la hostia estaba en llamas y sangrando, y había un corazón palpitante en el centro de ella que emitía gran luminosidad.

Una enorme energía salía de ella.

Esto lo observó durante 30 segundos.

Pero lo más importante es que lo dejó filmado con su videocámara.

Y envió inmediatamente la cinta al obispo de Los Teques, Monseñor Pío Bello, preguntándole qué debía hacer con la cinta.

El jesuita Pío Bello le contestó «puedes engañar a la mente pero la cámara sólo filma lo que ve».

Y le recomendó que evangelizara sobre la verdadera presencia difundiendo la película.

Durante la misión encargada, envió la cinta a miles de personas que la solicitaron.

Y subió parte de los 17 minutos originales de la cinta a YouTube.

Y otros canales también hicieron su propio video tomando partes de esa cinta como Foros de la Virgen María.

Bueno, hasta aquí lo que queríamos sobre la energía lumínica que se necesitó para imprimir la imagen de Jesús en la Sábana Santa, que está presente entre nosotros en la hostia consagrada y que a veces se hace perceptible a nuestros sentidos. 

Y me gustaría preguntarte si has visto alguna manifestación especial de la hostia durante alguna adoración eucarística o en la misa.

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