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Las profecías concuerdan absolutamente que la Iglesia será destruida desde adentro y Dios mismo la restaurará.

Recientemente la monja nordestina, de la que hemos publicado varias visiones, tuvo una visión confirmatoria de los mensajes que han recibido del Cielo varios santos y beatos desde el siglo XVI para acá.

Las profecías dadas por el Señor y María tienen siempre el mismo contenido.

Habrá una destrucción de la Iglesia desde adentro y luego, cuando todo parezca perdido, el Señor mismo la restaurará.

Esto no dependerá de la buena voluntad de los fieles ni del alto clero, sino directamente de Dios.

Y no hay ninguna profecía, que alegue venir del Cielo, que refute esto.

La refutación viene sólo desde dentro de la Iglesia, de los seres humanos: cardenales, obispos, sacerdotes, laicos, que tienen la falsa idea de que la Iglesia está sólo siendo atacada desde afuera y que está yendo por el buen camino.

Aquí hablaremos sobre la confirmación que ha tenido recientemente la monja nordestina del mensaje central que el Cielo ha estado dando desde el siglo XVI a través de los videntes.

Hablaremos de los mensajes que informan de una fuerza que está destruyendo la Iglesia desde adentro y cómo será que Dios hará su restauración.

El 12 de octubre de 2023, Lucas Gelasio informó que la monja nordestina, sobre cuyas visiones hemos hecho varios videos, estaba rezando, pidiéndole a Nuestro Señor que sacara de su corazón todo lo que no provenía de Dios, cuando tuvo una visión.

Vio una gran iglesia hecha de cristal. 

Toda agrietada, con pequeñas grietas que se extendían desde la base hasta el techo. 

Parecía que en cualquier momento todo se haría añicos. 

Y dentro de la iglesia, en los bancos, había varias personas sentadas que no se daban cuenta de que el templo se estaba rompiendo. 

Y entonces unos pocos comenzaron a darse cuenta.

La monja no entendió la visión y le preguntó al Señor si estaba relacionada con la oración que ella hizo. 

Y ella escuchó la respuesta: “No, hija Mía, no es tu oración. Es Mi Iglesia. Verás, está hecha de un cristal muy puro e inmaculado. 

Por eso, los rayos de Mi amor, de Mi misericordia y de Mi justicia descienden sobre ella y, a través de este cristal, irradian a todos Mis hijos. 

Quieren destruirla desde adentro”.

La visión se hizo más clara y se le reveló que algunos hombres y mujeres tenían cinceles y martillos en sus manos. 

Y aunque parecían personas diminutas comparadas con la grandeza de la iglesia, conseguían, con pequeños e insistentes golpes, perforar los muros del templo, que se agrietaban a lo largo de toda su estructura.

Entonces Jesús dijo: “Cuando permito que Mi Iglesia parezca desmoronarse, vuestros enemigos tratarán de reconstruirla. 

Sin embargo, no tendrá belleza y estará llena de grietas. 

Los rayos de Mi amor y de Mi misericordia ya no pasarán a través de ella, porque solo Aquel que la creó puede reconstruirla con todo su esplendor y perfección. 

Pero no temáis: esta falsa iglesia no durará mucho. 

Yo mismo vendré a destruirla con el poder de Mi Cruz y reconstruiré Mi Iglesia”.

El mensaje que recibió esta monja es confirmatorio de otros dados a místicos, santos y beatos sobre la destrucción de la Iglesia desde adentro y su restauración.   

Todas estas profecías incluyen estos tres puntos principales:

Primero: Dios dejará pasar un severo castigo porque su copa de ira se desbordará y Nuestra Señora ya no podrá detener la purificación de un pueblo pecador.

Y los brazos ejecutores estarán dentro de la Iglesia.

Segundo: habrá un hombre enviado por Dios que conducirá una restauración. 

Este hombre, como un nuevo Carlomagno, sabrá restablecer a todos los pueblos bajo la Ley de Dios y también guiar y aconsejar a un Papa santo, el llamado Papa Angélico, que restablecerá el orden en el ámbito espiritual.

Y tercero, habrá una restauración completa, el «triunfo del Inmaculado Corazón de María», como dijo en Fátima.

Vendrá el Reino de María, o sea el Reino de Cristo a través de María, que predijo San Luis Grignion de Montfort en el siglo XVII.

Un tiempo en el que los judíos y los musulmanes se convertirán y todas las religiones se unirán en un solo rebaño y bajo un solo pastor. 

Y un largo tiempo de paz que permitirá al hombre cumplir el plan de Dios en esta Tierra. 

Sólo después vendrá la decadencia final, que será la disolución del Reino de María y el Juicio Final.

El castigo que dejará pasar Dios será el llamado “juicio de las naciones” anunciado en las Escrituras.

El profeta Sofonías, entre otros, anuncia que el “Día del Señor», en el que cada nación recibirá el justo castigo, será el “Juicio de las Naciones”. 

Pero no será el fin del mundo, porque el pueblo fiel, guiado por un líder puro, servirá al Señor y le dará gloria.

Nuestra Señora del Buen Suceso le dijo a la Madre Mariana de Jesús Torres en el siglo XVI, que esa destrucción sería a finales del siglo XX. 

Advirtió que el clero, y la cúspide del poder de la Iglesia, se desviarían de la brújula divina y abandonarían el buen rumbo, con la pérdida de sus propias almas y las almas de sus rebaños.

En Garabandal el mensaje final fue: «Antes la copa se estaba llenando, ahora está rebosando. Muchos sacerdotes, obispos y cardenales van por el camino de la perdición y con ellos llevan a muchas más almas», lo que le valió el encono de sacerdotes y obispos. 

Y el Señor le dijo a Sor Mariana que cuando parezca el final, Él intervendrá restaurando a la Iglesia y el mundo.

Y eso mismo fue profetizado por Santa Hildegarda de Bingen y el Venerable Bartolomé Holzhauser.

La Beata Ana Catalina Emmerich tuvo varias visiones de los enemigos internos de la Iglesia intentando derribarla y construir una nueva sobre planes estrictamente humanos.

Que es precisamente sobre lo que el Señor advierte a la monja nordestina.

Pero también vio que los santos de Dios se unen para reconstruir la verdadera Iglesia de Dios, que se vuelve más gloriosa que nunca.

Ella tuvo la visión del renacimiento del sacerdocio y las órdenes religiosas después de un período de gran decadencia.

Y de la coronación del Papa Angélico.

Mientras el Beato Francisco Palau vio un oscurecimiento en las almas de pueblos enteros, y que su poder de razonamiento estaba disminuido, su voluntad debilitada y su sensibilidad embotada.

Habría una revolución que utilizaría los medios de comunicación para dominar el mundo.

Habría una convergencia de todas las religiones para lograr una religión universal, pero a costa de la apostasía, que se produciría incluso en la cúspide de la Iglesia Católica.

Pero al final Dios enviaría una gran figura que conduciría a una era en la que la gente daría gloria a Dios como nunca antes, que duraría hasta la apostasía final y el fin del mundo. 

Hoy estamos en la etapa de la destrucción interna de la Iglesia, como vieron la monja nordestina y los demás.

Estamos presenciando como muchos obispos y sacerdotes, en lugar de luchar contra la revolución destructora en la Iglesia y la sociedad, abandonaron la posición militante contra el error.

Y en cambio han asumido una posición de tolerancia al error en nombre de una falsa misericordia y la adaptación de la Iglesia al mundo moderno.

¿Y qué hacer en términos prácticos? Resistir. 

Y cuando nuestras situaciones familiares parezcan imposibles, no desesperemos, sino mantengamos la esperanza, rezando y ofreciendo sacrificios por estas almas.

Para que Nuestra Señora nos conceda las gracias repentinas de conversión, que a menudo ocurren en tiempos de gran dificultad.

Debemos esperar estas conversiones repentinas durante el castigo, como siempre ha sucedido.

Bueeeno, hasta aquí las repetidas confirmaciones del Cielo sobre la destrucción de la Iglesia desde dentro y la forma en que Dios restaurará todo.

Y me gustaría preguntarte si los católicos que conoces se dan cuenta de esta destrucción interna de la Iglesia o no.

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