Las denominaciones cristianas en occidente están viajando hacia un menor compromiso con su doctrina histórica rápidamente.

Las Jerarquías están pactando con el cristianismo light que se ha instalado en las bancas de las Iglesias.

Gracias a la falta de predica de los sacerdotes sobre temas centrales de la fe.

Es un cristianismo light, sin dogmas, con los ojos puestos en mejorar la vida en la tierra.

La pregunta central es ¿hacia dónde nos lleva esto?
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Y basta ver lo que le ha sucedido a las denominaciones que han sido pioneras en este “cristianismo de baja intensidad” para saber que el destino es la desaparición.

En el norte de Europa, anglicanos y luteranos escandinavos están haciendo implosión.
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Porque se apresuraron a conformarse con la tentación de adaptarse a la moral del “mundo”.

   

CÓMO SE ESTÁ CONSTRUYENDO ESTE CRISTIANISMO LIGHT

Todos podemos leer en la prensa que los temas centrales de preocupación de este cristianismo se relacionada con la agenda laicista.

Como el cambio climático o las migraciones de musulmanes a Europa o la crítica a la rigidez doctrinal de los fieles cristianos.
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Pasando a segundo plano la defensa a las personas que no se les permite nacer, o el corregir a los fieles que se desvían y corren el riesgo de perderse para la vida eterna.

Técnicamente los sociólogos lo llaman un cristianismo “de baja intensidad”.

Este estilo ha logrado mayor visibilidad y elogios de la sociedad laicista.

Porque pone su mirada en este mundo, defendiendo a la gente de los males que hay en la Tierra, que en definitiva es lo que le importa a quienes no toman en cuenta la vida eterna y sus requisitos.

Y lo peor es que los refuerza en esta visión materialista.

Hay como una obsesión de amoldarse a los signos de los tiempos en lugar de predicar el mensaje original de Jesús que está estampado en la Biblia.

Pero a pesar de su mayor visibilidad y suscitar elogios de laicistas, resulta irrelevante en la escena pública.

Un indicador básico es lo que señala el vaticanista Sandro Magister:

“La metamorfosis de este catolicismo ‘de baja intensidad’ es clamorosamente evidente en la escena política.

Los Estados Unidos e Italia son dos ejemplos de ello.

En ambos países, los católicos tienen una mayor presencia numérica, también en los vértices del país, respecto al pasado.

Sin embargo, a pesar de esta fuerte presencia de los católicos en política, los principios irrenunciables de la Iglesia en materia de divorcio, aborto, eutanasia y homosexualidad no inciden con igual fuerza sobre las leyes; al contrario, cada vez se alejan más.

En Italia pasa lo mismo.

Pero la influencia de la Iglesia en campo político actualmente es casi nula, como demuestran las leyes sobre las uniones homosexuales y el final de la vida”.

   

LA TEORÍA DE LA RELIGIÓN DE “BAJA INTENSIDAD”

El sociólogo italiano Luca Diotallevi, es un personaje muy bien valorado por los católicos de la península que propugna por el desarrollo de este tipo de cristianismo.

Insiste que la religiosidad occidental está en expansión y construyéndose sobre la crisis del cristianismo.

Diotallevi afirma que,

“La gran ventaja de esta opción [la religión de baja intensidad] consiste en el hecho de conceder al consumidor religioso una infinita capacidad de elección.
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Y de recombinación entre los bienes y servicios puestos en el mercado por los más diversos actores de la oferta religiosa».

“En esta competición, los nuevos protagonistas de la oferta religiosa -desde los pentecostales y carismáticos a la New Age- tienen buenas cartas para jugar: una extrema flexibilidad y una gran indulgencia que valora la expresividad”.

Y aquí viene lo más interesante de la teoría de Diotallevi,

«Pero también los líderes religiosos tradicionales tienen muchas posibilidades.
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Siempre con la condición de liberarse de los ‘viejos’ escrúpulos de la ortodoxia y de la ortopraxis, para tener más visibilidad.
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Incluso en el catolicismo muchos líderes religiosos han adoptado y están adoptando las formas de una religión de baja intensidad».

Esto es ni más ni menos lo que le ha sucedido a los anglicanos y luteranos escandinavos, que se han ido conformando a reflejar la luz de los ambientes culturales seculares.

Pero sin embargo, no han podido retener a sus fieles porque quizás hayan viajado demasiado rápido.

ya los fieles no puedan percibir la distinción de lo que es una religión de una posición política.

Y así concluye Diotallevi,

“No es casualidad que en esta situación el sacramento del matrimonio se convierta para la Iglesia católica en un problema.
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Es literalmente inconcebible, desde la perspectiva de la religión de baja intensidad.
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La cual en cambio reserva una atención grande pero genérica al bienestar de la familia”.

Y esta penetración de la religión de baja intensidad es lo que venimos de observar en el Sínodo de la Familia y después de él.

Donde en vez de discutir la problemática de la desintegración de la familia, ha dedicado su esfuerzo a discutir la integración de valores del laicismo a la iglesia.

Como por ejemplo no distinguir entre los divorciados y los casados (igual acceso para comulgar) y la legitimación de la diversidad de orientaciones sexuales (la aceptación de la homosexualidad como sexualidad).

Europa del norte es un laboratorio social para ver a dónde lleva este tipo de cristianismo.

   

LA DECADENCIA RELIGIOSA DEL NORTE DE EUROPA

Tomemos el laboratorio del norte de Europa, que se ha convertido en una de las regiones menos religiosas del mundo.

Pionera en la introducción de leyes a favor del aborto, el ‘matrimonio’ del mismo sexo, y en donde la moralidad del laissez-faire reina junto con la apatía religiosa.

Sin embargo hay un resultado mixto si nos ponemos a analizar las distintas denominaciones y orientaciones religiosas.
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Las religiones atadas al estado son las que más han caído en cantidad de fieles.
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Por ejemplo la Iglesia luterana en los países escandinavos o los anglicanos en Gran Bretaña.

Por ejemplo los anglicanos que asisten a misa pasaron de 800.000 a mediados de siglo a sólo 50.000 en estos tiempos.

Y en Suecia solo el 4 por ciento de los luteranos asisten regularmente a los servicios, mientras que Noruega y Finlandia están por debajo del 2 por ciento.

Sin embargo, en esta región más sin Dios, la Iglesia Católica tradicional, que es una minoría, está experimentando un renacimiento.

Actualmente, y por ahora, hay más católicos practicantes que anglicanos practicantes en Gran Bretaña.

En Escandinavia, hay cerca de 600.000 católicos, aproximadamente el 3 por ciento de la población, lo que equivale a una proporción similar a la de los católicos en Asia.

Probablemente esto tiene que ver con la inmigración, especialmente de  los antiguos Estados del bloque oriental, por ejemplo.

Escandinavia y las Islas Británicas se han inundado de inmigrantes de las naciones católicas como Polonia, Eslovaquia, Croacia, y Lituania.

Sin embargo, el número de seminaristas británicos ha crecido cuatro veces en la última década.
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Y no se puede explicar por la inmigración o por coyunturas de visita del Papa o de reliquias, porque esta tendencia al alza ha sido constante durante diez años.

misa en escandinavia

Por ejemplo, los países escandinavos son una de las regiones de más vocaciones en el hemisferio norte.

La Iglesia tiene 103.000 miembros en Suecia y 17 seminaristas. Por el contrario, la arquidiócesis de Viena tiene trece veces más fieles, pero menos de la mitad de vocaciones sacerdotales.

Otro ejemplo, en Escandinavia, el Camino Neocatecumenal  tiene 18 seminaristas en Dinamarca, que es un país con sólo 40.000 católicos, y en Finlandia, con sólo 10.500 católicos, tiene 15 monjas.

En 2009 se registraron  las mayores peregrinaciones británicas desde la Edad Media a raíz de las reliquias de Santa Teresa de Lisieux que viajaron por toda la zona.

Se han lanzado eventos anuales de peregrinación como la St. John Paul II Walk y las confesiones se han más que duplicado en esta década.

Se están produciendo cantidad de conversiones.

Y las órdenes de clausura son especialmente exitosas en los países escandinavos con una monja cada 880 católicos en comparación a una cada 1400 en EE.UU. y en fuerte descenso.

Cuando en 2009, el Papa Benedicto XVI creó el Ordinariato de Nuestra Señora de Walsingham, para permitir que sacerdotes anglicanos entraran en la Iglesia Católica, muchos clérigos anglicanos lo han hecho y se espera que el Vaticano cree un Ordinariato similar para los países escandinavos.

   

LA EXPLICACIÓN DE LA DERIVA ANGLICANA Y LUTERANA

Hay varias razones para esta implosión protestante.
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Pero podemos buscar las más fuertes  en que la doctrina y la praxis pastoral la han hecho indistinguible de la cultura secular.
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Por ejemplo, la obispa luterana de Estocolmo es lesbiana practicante.

Por el contrario, el catolicismo siempre ha sido contracultural, hasta ahora.

Y mientras los climas políticos e intelectuales han cambiado, los católicos han conservado mejor su creencia en una verdad moral, a pesar que la verdad sea impopular.

O sea que la deriva doctrinal y de práctica pastoral ha afectado menos al catolicismo.

Es así como en tono jocoso se ha dicho que las denominaciones anglicanas y protestantes son la expresión religiosa de los conservadores, o sea los conservadores en oración.

Sus enseñanzas sobre la sexualidad, el matrimonio, la ordenación de mujeres y de homosexuales han hecho parecer que la moralidad es algo cambiante de acuerdo a las modas del momento, lo que a la larga les quita credibilidad.

obispas

Sin embargo es relativo y parece que puede cambiar para los católicos.
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Quizás los anglicanos y luteranos del norte de Europa han viajado más rápidamente a adoptar las modas del laicismo.
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Pero también el catolicismo parece estar viajando en ese sentido.
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Basta nomas recordar lo que sucedió en el Sínodo de la Familia y los reclamos de apertura a las modas del momento que reclaman algunos obispos.

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Pero la Iglesia Católica está obligada a hacer el cambio más lentamente porque siempre ha simo más tradicionalista.

Pero por otros lado, también se nota un sector pujante de pureza doctrinal, pequeño y marginal en la Iglesia Católica.

Que no decrece sino que crece, y que se puede apreciar en las vocaciones a monjas de clausura por ejemplo.

benedicto xvi

   

QUÉ NOS ENSEÑA EL CASO DE ANGLICANOS Y LUTERANOS

La deriva que han llevado anglicanos y luteranos del norte de Europa ha puesto en entredicho la  subsistencia de su religión.

En la medida que la línea demarcatoria entre ésta y una expresión cultural se desvanece.

Los poderes seculares han estado muy activos en la reforma religiosa, tratando de presionar para una religión que no los incomode, una religión que no sea contracultural y protestataria, y por tanto no los contradiga.

Esa conformación de la nueva modalidad religiosa lleva a la incorporación del relativismo y a una religión de «baja intensidad».

Es como la tentación que Jesús vivió en el desierto.
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Es la promesa a los líderes religiosos que si abren las compuertas y se flexibilizan tendrán una vida más placentera, exitosa y popular.
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Pero si no lo hacen serán perseguidos, que es lo que está sucediendo hoy en occidente.

Si los católicos seguimos por el camino de renuncia a la ortodoxia del dogma y a la praxis pastoral, recibiremos el aplauso del mundo y sus favores.

Y si no lo hacemos, recibiremos la guerra, a través de una crítica feroz, estigmatización, persecuciones legales, recortes económicos, que recaerán en primer lugar sobre los líderes, o sea el Papa y los obispos.

Esto es lo que no quiere la Iglesia Católica de Alemania por ejemplo y quiere abrirse lo más posible.

Y en este sentido es que viene a la memoria la visión de Benedicto XVI, que desde hace décadas profetizó esto.

Y propuso optar por una iglesia más pequeña pero fuerte doctrinalmente, y que de alguna forma intentó preparar en su pontificado.

Hacer que la Iglesia perdiera el miedo a ser minoría, y aceptara las persecuciones como parte de su visión profética inherente.

El joven teólogo Joseph Ratzinger (luego Benedicto XVI) advirtió en el año 1969, a poco de terminado el Concilio Vaticano II, que la iglesia se achicaría, perdería poder y fe, y que iba a tener que empezar de nuevo.
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De este penoso camino de reconversión, que decía en aquella época recién comenzaba, emergerá una iglesia más espiritualizada y simplificada.

 Puedes leer aquí esta profecía.

Entonces lo del principio, lo que ha sucedido a los anglicanos y a los luteranos del norte de Europa es una muestra de lo que le sucede a las religiones cuando optan por amoldarse al mundo.

Cuando una denominación se convierte en una religión de baja intensidad será más aplaudida por los poderes seculares laicistas.
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Pero tendrán poco que decir, salvo reflejar los valores de la sociedad secular.
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Y por ello, a la larga, terminará como los anglicanos y los luteranos.

El maligno ya se lo ofreció a Jesús durante su ayuno de 40 días, Jesús no lo aceptó y por eso su prédica conserva su vigencia, y ahora se lo ofrece a la Iglesia.

Miremos cual podría ser el futuro apreciando lo que sucede en el norte de Europa.

¿Y cómo se ha plegado a esto la Iglesia Católica?

sacerdotes rezando

   

LOS 7 ERRORES QUE LLEVARON A LA CRISIS QUE HOY MUESTRA LA IGLESIA

La Iglesia católica está viviendo una “gran crisis” de creencias, que se hace visible en las opiniones fuertemente discordantes entre obispos, cardenales y laicos.

Y en el abandono de la lógica contracultural que Jesucristo impuso a su Iglesia hace 2000 años.

Por el contrario, hoy son muy activas las voces de dirigentes eclesiales que claman para que la Iglesia se conforme a los valores del mundo.

Hay a un “nuevo paganismo”. Comparable al de los primeros siglos de la Iglesia.

Y muchos sacerdotes y obispos están colaborando activamente, ha dicho el obispo Atanasio Schneider.

El obispo dijo que la crisis se ha manifestado sobre todo en la erosión de la fe en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía.

Que él dice tiene una “relación de causalidad” en la negación de las enseñanzas de la Iglesia sobre el sexo y el matrimonio.

“La verdadera crisis de la Iglesia es el antropocentrismo, olvidando el cristocentrismo”.

Viene, según él,

“Cuando nos ponemos a nosotros mismos, incluyendo a los sacerdotes, en el centro y cuando a Dios se lo pone en la esquina.

Y esto está sucediendo también materialmente”.

Advirtió que los cristianos probablemente se enfrentarán de nuevo con la elección de la apostasía, que los romanos ofrecieron a los cristianos de la Iglesia primitiva:

Poner un grano de incienso al fuego en frente de la estatua del emperador.”

Este ultimátum incluso está siendo apoyado desde dentro de la Iglesia.

En nuestros tiempos, dijo, no se les pide al clero y a los obispos poner incienso al emperador, sino

“Colaborar con el mundo pagano en esta disolución del sexto mandamiento y en la revisión de la forma en que Dios creó al hombre y la mujer”.

“La tentación de hoy para el clero es adaptarse al nuevo mundo, al nuevo paganismo, ser colaboracionistas”. 

“Por desgracia, desde hace algunas décadas algunos clérigos han aceptado estas ideas del mundo.

Pero ahora, sin embargo ellos las están proclamando públicamente”.

¿Pero cómo fue que sucedió esto?

Aquí presentamos los 7 errores modernos que llevaron a esta situación.

   

7 ERRORES QUE SE HAN ARRAIGADO EN LA IGLESIA

   

1 – Misericordia sin hacer referencia al arrepentimiento

Para muchos hoy en día “la misericordia” ha llegado a significar “Dios está bien con lo que estoy haciendo”.

Pero la verdadera misericordia no deja pasar el pecado, lo ve como un problema serio, y ofrece una salida del pecado.

La misericordia de Dios es Su forma de extender una mano para hacernos salir del fango del pecado.

Y esta es la razón por la que el arrepentimiento es la llave que abre la misericordia.

Porque es por el arrepentimiento que se alcanza y afianza la mano misericordiosa y extendida de Dios.

Hoy uno de los principales errores es la proclamación de la misericordia sin hacer referencia al arrepentimiento.

Tristemente, esto es común incluso en la Iglesia.

Es muy común escuchar sermones sobre la misericordia sin referencia al arrepentimiento.

Las palabras de apertura del ministerio de Jesús fueron ‘¡Arrepentíos y creed en el Evangelio!’

El orden es importante.

Porque ¿cómo podemos experimentar la buena nueva de la misericordia de Dios si no nos arrepentimos primero?

El arrepentimiento nos lleva de vuelta a nuestros sentidos, nos hace aceptar nuestra necesidad de cambio, buscar a Dios y descubrir su misericordia.

Este error de la misericordia sin hacer referencia al arrepentimiento conduce al pecado de presunción, un pecado contra la esperanza.

   

2 – Estaurofobia (miedo a la Cruz)

El término estaurofobia proviene de raíces griegas y se refiere al miedo a la Cruz (stauros = cruz + fobia = miedo).

Dentro de la Iglesia este error surge de la reticencia de los católicos para discutir francamente las demandas del discipulado.

Muchos católicos, incluso sacerdotes y obispos, son francamente temerosos al señalar las exigencias de la cruz.

Cuando el mundo protesta y dice:

“¿Estás diciendo que aquellos que sienten atracción por el mismo sexo no pueden casarse o tener intimidad sexual, sino que deben vivir en una especie de celibato?”.

La respuesta honesta es: “Sí, eso es lo que estamos diciendo”.

Pero dado que esa respuesta es dura y arraigada en la cruz, muchos católicos temen terriblemente una respuesta directa y sencilla.

Lo mismo es cierto para otras situaciones difíciles moralmente como la eutanasia, porque a pesar del sufrimiento, no somos libres de tomar nuestra vida o la de otra persona.

El aborto, porque a pesar de las dificultades e incluso en casos de violación o incesto no somos libres para matar a un niño en el vientre.

El divorcio y un nuevo matrimonio, porque a pesar de los acontecimientos desafortunados en un matrimonio, esto no quiere decir que uno sea libre de dejar un matrimonio para entrar en otro.

La estaurofobia también hace que muchos duden en emitir correcciones dentro de la Iglesia y en las familias.

Hay casi un temor repulsivo por insistir en las exigencias o requisitos.

O aún más para emitir el más leve de los castigos o medidas correctivas.

Cosas como estas pueden molestar a las personas y eso es uno de los peores resultados para un estaurofóbico, el cual teme a cualquier tipo de sufrimiento, ya sea para sí mismo o para otros.

No ven una cualidad redentora al insistir en las exigencias de la cruz.

San Pablo dice,

Pero lejos de mí está gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo”. (Gal 6:14).

Pero para muchos católicos hoy en día, la cruz y sus demandas les hace temblar e incluso sentir vergüenza.

   

3 – Universalismo (todos se salvan)

El universalismo es la creencia de que la mayoría, si no todas las personas serán salvados al final.

Esto es directamente contrario a las propias palabras de nuestro Señor, en las cuales él tristemente atestigua que “muchos” están en el camino que conduce a la destrucción.
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Y “algunos” están en el camino estrecho y difícil que conduce a la salvación (Ver
Mateo 7:14, Lucas 13: 23-30).

Decenas de parábolas y otras advertencias que también vienen de nuestro Señor a este respecto y la enseñanza directa del Señor dejan claro que debemos aceptar con seriedad que muchos, y no pocos van a perderse.

El universalismo es una grave discrepancia que hoy se sostiene ampliamente.

Numerosos católicos rara vez escuchan sermones que advierten del juicio o la posibilidad del infierno.

Tampoco se lo mencionan a otros o incluso no lo consideran como una posibilidad real.

Dada la omnipresencia del universalismo hay muy poca urgencia entre los católicos por evangelizar o incluso vivir la fe en sí mismos.

Esta actitud tiene que desaparecer para que ocurra cualquier reforma seria en la Iglesia o en el celo evangélico.

   

4 – Deformación del Diálogo

El término “diálogo” ha llegado a significar una conversación casi interminable.

Como tal, carece de un objetivo claro para convencer al otro.

Por lo general, sólo significa “hablar”.

Mientras que hablar no es malo per se, pero puede sustituir al verdadero objetivo por esta mera acción.

Originalmente “diálogo” tenía un significado más vigoroso.

Viene del griego y se utiliza en la Escritura, dialegomai, que correctamente es “llegar a una conclusión a través de”, mediante el intercambio de pensamientos, palabras o razones.

Y así vemos que “diálogo” fue originalmente una palabra mucho más vigorosa de lo que parece o entiende hoy la mayoría de la gente en el mundo.

En el Nuevo Testamento se usa más a menudo en el contexto de dar testimonio y de tratar de convencer a los demás el Evangelio (por ejemplo, Hechos 17: 2, 17 y 18: 4).

Pero en nuestros tiempos el diálogo puede actualmente detener la conversación y dar la impresión de que todas las partes tienen posturas válidas.

Y que meramente “entender” la posición del otro es digno de alabanza.

La comprensión puede tener valor, pero sobre todo es de valor para sentar las bases para la conversión a la verdad del Evangelio.

No está claro que la conversión sea actualmente un objetivo cuando muchos católicos hablan de diálogo con el mundo o con los incrédulos.

El diálogo es una herramienta, no una meta, es un método, no un destino.

Y como método, el diálogo (en su sentido original) es una manifestación vigorosa, dinámica y alegre del Evangelio, no una conversación charlatana y (aparentemente) interminable.

Ganar el alma es el verdadero objetivo del que muchas referencias modernas al “diálogo” y “entendimiento” parecen carecer.

De ahí que el “diálogo deformado” sea parte de nuestro compendio de problemas y errores modernos.

   

5 – Igualar amor con bondad

La bondad es un aspecto del amor.

Pero también lo es la reprensión; así como lo es un castigo; o como lo es la alabanza.

Sin embargo, hoy en día muchos, incluso en la Iglesia, piensan en el amor sólo como bondad, afirmación, aprobación, estímulo y otros atributos positivos.

Pero el verdadero amor, a veces, está dispuesto a castigar, a insistir en el cambio y a reprender el error.

Sin embargo, la edad moderna, equiparando el amor con la bondad, dice “Si realmente me amas, afirmarás, incluso celebrarás lo que hago”.

En este tipo de clima, cuando la enseñanza de la Iglesia no se ajusta a las nociones modernas de la sexualidad, por ejemplo, la Iglesia es acusada de “odio”, simplemente porque no “afirmamos” lo que la gente demanda que afirmemos.

La política de identidad (donde la gente basa toda su identidad y dignidad en un estrecho rango de comportamientos o atributos) intensifica la percepción de una afrenta personal.

Pero en lugar de mantenerse firmes e insistir en que establecer una oposición entre el amor y la verdad es una falsa dicotomía, la mayoría de los católicos duda y muchos también llegan a creer que el amor puede reducirse a la mera bondad.

Muchos de ellos toman la visión del mundo de que la Iglesia es cruel y, por lo tanto, mala o incluso odiosa.

No importa que Jesús dijo cosas que eran por norma desagradables, y que a menudo habló francamente sobre el pecado (más allá de mera justicia social y las actitudes farisaicas para incluir cosas tales como el pecado sexual, adulterio, divorcio, incredulidad y así sucesivamente).

No, olvídense de todo eso, porque Dios es amor, el amor es bondad y la bondad siempre es agradable y afirmativa.

Por lo tanto, concluyen que Jesús no podía haber dicho realmente mucho de lo que se le atribuye.

Este error reduce a Jesús a un hippie inofensivo y malinterpreta el amor, equiparándolo con la mera bondad y la afirmación incondicional.

Muchos católicos han sucumbido a este error y sacrificado la verdad.

   

6 – Malinterpretar la naturaleza de la tolerancia

La mayoría de la gente hoy en día equipara la tolerancia con la aprobación.

Por lo tanto, cuando muchos demandan o piden “tolerancia” lo que realmente demandan es aprobación.

Pero la tolerancia es del latín tolerare: soportar, afrontar o sufrir.

Como tal, se refiere a la resistencia condicional, o al menos la no interferencia con creencias, acciones o prácticas que uno considera que está mal.

Podríamos tolerar hasta cierto punto para evitar, por ejemplo, severas imposiciones o sanciones draconianas, intrusión innecesaria en la intimidad, etc.

Pero si falta el componente de objeción, no estamos hablando de “tolerancia” sino de “indiferencia” o “afirmación”.

Y aquí precisamente yace el corazón del error para los católicos que abrazan la tolerancia como aprobación del error.

En pocas palabras, lo que llaman tolerancia es en realidad una forma de indiferencia y subjetivismo.

No respeta adecuadamente la visión moral de Dios.

En lugar de anunciar con alegría y con entusiasmo la verdad revelada por Dios, muchos adoptan una falsa tolerancia que es indiferente a la verdad o incluso reafirma el error.

Y luego, para rematar, se felicitan a sí mismos por la “superioridad moral” de su tolerancia.

De hecho, es más como la pereza.

La pereza en este caso es una aversión a emprender la ardua tarea de decir la verdad a un mundo dudoso y burlón.

La tolerancia es una virtud importante en las culturas complejas y plurales, pero no debe expandirse de tal manera que pierda su significado real.

O sea tan absolutizada que la tolerancia se espera en todo momento, simplemente porque se exige.

Los católicos también tienen que recuperar un poco la sobriedad y darse cuenta de que hoy muchos demandan tolerancia de nosotros, y no tienen intención de extenderla a nosotros.

Muchos de los mismos grupos de interés que exigen tolerancia están trabajando para erosionar la libertad religiosa.

Y están cada vez más reacios a tolerar puntos de vista religiosos en la plaza pública.

Nuestro constante ocultar las demandas de falsa tolerancia sólo tienen por objeto introducir una gran oscuridad y presión para conformarse o aprobar un pecado grave.

   

7 – El antropocentrismo

Este término se refiere a la tendencia moderna de tener al hombre como centro y no a Dios.

Ha sido una larga tendencia en el mundo desde el Renacimiento.

Lamentablemente, aunque ha infectado profundamente a la Iglesia en las últimas décadas.

Esto es especialmente evidente en la Liturgia, no intrínsecamente, sino como es prácticamente y ampliamente celebrada.

Nuestra arquitectura, canciones y gestos, anuncios incesantes y rituales de felicitación son auto-referenciales y enfocados hacia el interior.

La liturgia, como comúnmente se celebra parece más sobre nosotros que sobre Dios.

Nunca es bueno, especialmente en la Iglesia, dejar a Dios en los márgenes.

Esta marginación de Dios es evidente no sólo en la liturgia, sino en la vida parroquial también.

En la que a menudo es muy intensa con activismo arraigado en las obras corporales de la misericordia, pero con poca atención a las obras espirituales de la misericordia.

Predominan las organizaciones sociales, pero es difícil encontrar interés en el estudio de la Biblia, novenas tradicionales y otras obras espirituales dedicadas a Dios.

El anunciar a Dios a través del vigoroso trabajo de evangelización también es raro y la parroquia parece más un club que un faro.

Los seres humanos son importantes, el humanismo cristiano es una virtud, pero el antropocentrismo es un error común moderno arraigado en exceso.

La adoración de Dios y la difusión de su reino están muy poco evidenciados en muchas parroquias.

Dios debe ser el centro para que el hombre sea verdaderamente elevado.

Es así que con demasiada frecuencia los católicos tienen las cosas invertidas y ponen a prueba la Palabra de Dios y las enseñanzas de la Iglesia, juzgándolas según la perspectiva del mundo.

Debemos juzgar todas las cosas según la luz de Dios.

Y sin embargo, es común escuchar a los católicos burlarse de las enseñanzas que desafían el pensamiento mundano u ofenden a las prioridades mundanas.

Muchos católicos han escondido su fe bajo sus opiniones políticas, visiones del mundo, preferencias y pensamientos.

Si la fe entra en conflicto con cualquiera de estas categorías mundanas, imaginen cual es el resultado.

Jesús dice:

“Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles” (Mc 8:38).

Fuentes:

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