Un enemigo en crecimiento.
Los atentados en Pakistán, Kenya y Nigeria del último fin de semana, con más de 300 muertos perpetrados por diversos grupos fundamentalistas islámicos contra no musulmanes – sin considerar lo que está sucediendo en Siria, Egipto, Libia, Somalia, etc. –, muestran que se está desarrollando una guerra para imponer al islam en el mundo.
Y sin embargo occidente, y sobre todo EE.UU., ha tenido una actitud sorprendente, como quien hecha gasolina al fuego de un asado que está preparando. Sistemáticamente ha empoderado a grupos terroristas islámicos. ¿Ineptitud, equivocaciones? ¿O tal vez una estrategia deliberada de sembrar el caos y la guerra permanente? Pero como occidente no admite que ha cometido equivocaciones, nos quedan sólo las posibilidades de ineptitud o de una estrategia para sembrar el caos.
Esto es para su discernimiento.
INDICADORES CLAROS DE QUE LA GUERRA ESTÁ EN MARCHA
Por si alguien no se dio cuenta, hay una guerra en la que no es seguro que se inició ayer, y que es sintetizada por actitud de los terroristas en Kenia, que evacuaron a los musulmanes del centro comercial de Nairobi antes de hacer la masacre, y mataron sólo a los «no musulmanes». El mensaje político es claro. ¿No le parece?
Y lo peor, es que muchos gobernantes sostienen que los terroristas no tienen religión, no sea que los musulmanes se enojen, lo cual sería como decir que los sacertotes católicos que abusan de menores no son católicos, lo cual jamás osaría siquiera pensar un político o un medio occidental, y tampoco ningún fiel católico, pero por diferentes razones.
Para estos grupos islamistas, el mundo está dividido en dos: el Islam y los enemigos del Islam, que por supuesto deben ser eliminados. Y los cristianos son el blanco favorito, más sencillo en algunos aspectos.
UNA NARRATIVA QUE NOS DESINFORMA
En los últimos años, gracias a la retórica de la administración Obama, hubo la ilusión de que el fundamentalismo islámico se había reducido a un fenómeno marginal, por lo que el terrorismo seguía siendo capaz de golpear a nivel local, pero que no representaba más un problema mundial, por lo menos no tan preocupante.
Pero si nos fijamos en lo que ha sucedido desde el 11 de septiembre de 2001 (ataque a las torres gemelas) en adelante, vemos que las cosas no son así: en Afganistán, los estadounidenses no habiendo tenido la fuerza o la voluntad de ganar la guerra, finalmente propiciaron el gran retorno de los talibanes; en Irak el sueño de pacificación está destinado a seguir siendo una quimera, y los grupos fundamentalistas ganan posiciones a golpe de atentados, en Nigeria, Malí, Somalia, etc., al tiempo que las formaciones al qaedistas han tomado el control de importantes áreas de los respectivos países, y en Egipto y Túnez han ganado el poder casi pacíficamente , porque si bien el presidente egipcio Morsi fue destituido el juego está lejos de cerrarse.
Pero además, desde esos países están conquistando al resto y radicalizando a la población musulmana, como en la República Centro Africana, o Kenia.
Añada a esto las prácticas irresponsables de los Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, que les han abierto la puerta en Libia y ahora en Siria.Y como demuestra este último caso, las milicias locales que luchan en el país son yihadistas ayudadas financieramente por otros países, entre ellos de occidente.
Por otro lado, en todos los países donde se lucha la «guerra santa» (jihad) van muchos «extranjeros» para dar una mano, que son las brigadas internacionales dedicadas a luchar en una guerra santa donde se de la oportunidad y sus filas están creciendo cada vez más.
EL FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO EN FRANCO CRECIMIENTO
En resumen, en doce años el fundamentalismo islámico ha ganado una gran cantidad de posiciones, de acuerdo con una estrategia ampliamente anunciada, que tiene como prioridad el derrocamiento de los regímenes moderados o pro-occidentales en los países islámicos, la radicalización de los grupos musulmanes y la creación de países o zonas gobernados por la sharía.
Frente a esta realidad, la respuesta de Occidente es sorprendente: después de una respuesta militar inicial luego del 11 de septiembre, dejó el campo libre a los talibanes y socios, y luego fue tan lejos como para apoyar el derrocamiento de gobiernos «amigos» (ver el caso de Egipto), y regímenes enemigos de los fundamentalistas (véase Libia), y, finalmente, sosteniendo una guerra que beneficiará sólo al-Qaeda. Favoreciendo con esto también la persecución de los cristianos y su fuga de estos países.
Y esto no es suficiente, porque incluso en nuestros países occidentales nos inclinamos voluntariamente a las pretensiones de los fundamentalistas, y toleramos «excepciones» islámicas a las leyes nacionales que se aplican a todos los demás ciudadanos.
Tampoco se ve ninguna señal de arrepentimiento de Obama, que sigue sembrando la inestabilidad, y la Unión Europea está cada vez más ausente, parece que el único país que ha entendido el peligro – aunque parezca increíble – es la Rusia de Putin.
Sin embargo, la experiencia nos demuestra que tenemos en frente a un enemigo resuelto a destruir nuestra civilización y promover la inestabilidad de regiones enteras. Y armar una facción contra la otra para continuar una guerra infinita es sólo una ayuda para aquellos que quiere imponer la ley islámica.
Empezar a reconocer lo que está pasando sería un primer paso para revertir el curso. Antes de que sea demasiado tarde. ¿Esa es la intención de oocidente y EE.UU.?
Fuentes: La Nouva Bussola Quotidiana, Signos de estos Tiempos