Sinceramente, la única vez en que muchos cristianos oran es cuando están en peligro inminente.

O en necesidad desesperada de algún tipo o cuando van a misa.

Aunque sientan la necesidad de hacerlo.

Y esto es una grave equivocación.

Porque las oraciones son como los cimientos de una casa.

Si no son firmes y abundantes el edificio comenzará a resquebrajarse y pronto se caerá.

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Pero incluso quienes oran a menudo suelen sentir que su oración no es suficiente o no es todo lo devota que quisieran.

San Efrén el Sirio decía,

“Las virtudes se forman por la oración. La oración preserva la templanza. La oración suprime la ira. La oración evita emociones de orgullo y envidia.
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La oración lleva al alma al Espíritu Santo, y eleva al hombre al Cielo”
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LA IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN

La oración es el aliento de la vida espiritual. 

Sin ella, tu alma se ahoga y muere.

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Es por eso que Jesús y los grandes santos de la Iglesia hacían llamados tan urgentes para que oremos siempre y en todas partes.

San Pablo nos mandó a «orar sin cesar». Jesús nos enseñó a «orar siempre y no perder el corazón»

De hecho, la oración es tan importante que San Alfonso Maria Liguori dice:

«Quien ora se salva ciertamente. El que no lo hace está ciertamente condenado».

La oración es tan importante porque, porque nos demos cuenta de ello o no, somos esencialmente mendigos ante Dios.
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Todo lo que necesitamos para ser personas virtuosas nos tiene que ser dado.
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Nunca vamos a ser santos sin la gracia, y no hay otra manera de obtener la gracia que a través de la oración.

¿Necesitas coraje? Pide por él.

¿Necesitas humildad? Pide por ella.

¿Necesitas ser puro en un mundo lleno de tentaciones? Pide por ello.

¿Estás tratando de superar un temperamento explosivo? Pide por paciencia.

Si no pides, nunca vas a recibir, es así de simple.

Otros esfuerzos serán completamente desperdiciada si no estamos orando.

El ayuno y la limosna simplemente se convertirán en fuentes de orgullo si no estamos acercándonos a ello en oración.

    

CÓMO ORAR

Tal vez quieres construir la oración en tu vida diaria, pero no sabes cómo.

¡Parece tan difícil quedarse quieto, incluso 15 minutos y orar!

Incluso si te las arreglas, no siempre estás seguro de qué decir.

Es entendible porque todos luchamos con los mismos problemas.

La oración, como todo lo que vale la pena hacer, es dura.

Sin embargo, he aquí 5 consejos basados en los escritos de los santos que nos ayudarán a orar.

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1 – LA ORACIÓN DEBE SER SENCILLA  

La oración es paradójica porque cuanto más dices, más difícil es decir lo que dices.
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Mantén tu oración sencilla, y la significación de cada palabra.

El Padre Nuestro, la oración perfecta, tiene siete peticiones sencillas. Muchos de los primeros monjes incluso rezaban repitiendo una palabra o frase, como el nombre de Jesús.

La “Oración del Corazón”, que es la más practicada en oriente dice simplemente

“Jesús, hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador”

Incluso esto se puede simplificar diciendo solamente e”Jesús”.

Si pasas 5 minutos diciendo “Jesús” una y otra vez con amor, sería mucho más rentable que una interminable lectura de oraciones de un libro de oraciones dichas con frialdad y sin sentir demasiado su significado.

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2 – JUST DO IT; HAZLO YA, COMIENZA A ORAR AHORA

Los santos nos dicen que la mejor manera de aprender a orar es orando. 

Un corredor de fondo no comienza correr maratones de fondo de la mañana a la noche. 

Comienza con distancias más cortas que va alargando con el tiempo. Lo mismo sucede con la oración.

No importa si no sientes que estás logrando algo, o cuántas veces intentas orar y fallas. 
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No importa con cuántas distracciones tienes que luchar.
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Tienes que seguir, día tras día o nunca vas a aprender a orar. 

Simplemente pedir como los discípulos: “Enséñanos a orar”, es una gran oración para empezar.

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3 – HAZTE UN TIEMPO INTENCIONAL PARA ORAR

Los monjes a través de los siglos han tenido horas específicas reservadas para la oración, los conventos  las tienen y muchos de nosotros también, por ejemplo leyendo a sus horas la “Liturgia de las Horas”.

Mientras que la mayoría de nosotros probablemente no podamos rezar siete veces al día como los monjes lo hacen, debemos construir la oración en nuestra rutina diaria.

Si no lo hacemos, nunca va a suceder.

Recomiendo orar 3 veces al día: de mañana, de tarde y de noche. 

Por la mañana, ofrece tu día a Dios y pide las gracias que necesitas. 

Al mediodía, renueva esta ofrenda de tu día y pide ayuda para perseverar en la virtud. 

Por la noche, revisa tu día y confiesa tus pecados. Pide perdón y da gracias por las bendiciones que has recibido

De nuevo, si no eres intencional acerca de la oración, nunca va a suceder.

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4 – RECONOCE TU NECESIDAD DE LA GRACIA DE DIOS 

Una cantidad de nosotros no oramos porque estamos satisfechos con nosotros mismos.

Como los fariseos del tiempo de Jesús, creemos que tenemos todo lo que necesitamos, y vemos la oración como un favor que prestamos a Dios.

Es por eso que no queremos hacerlo.

En realidad, sin embargo, somos como el mendigo ciego Bartimeo de los Evangelios, completamente indefenso y necesitado.

Al igual que él, debemos reconocer nuestra impotencia, y en voz alta decir: “¡Jesús, hijo de David, ten piedad de mí!”.

Debemos examinarnos a nosotros mismos y pasar algún tiempo reconociendo nuestras propias debilidades.

Esto no sólo nos hace más humildes, también nos va a inspirar a pedir por ayuda, que es una de las mejores maneras de comenzar a orar.

pareja rezando frente a imagen de guadalupe en un vidrio

    

5 – LOS FRUTOS DE LA ORACIÓN REQUIEREN PACIENCIA

Si estás esperando convertirte en un gran místico como San Juan de la Cruz durante la noche, eres un delirante.

Incluso si estás orando por algo específico, como una virtud o una necesidad temporal, debes tener presente que Dios casi nunca nos responde inmediatamente.

Si Él lo hiciera, pensaríamos en Él como en una máquina expendedora celestial, dispensando cada deseo nuestros cuando pulsamos los botones correctos.

No, Dios quiere que seamos pacientes y perseverantes en la oración.

Como la viuda en la Escritura que acosó al juez hasta que le concedió su deseo, así hay que acosar a Dios en el buen sentido, pedir lo que necesitas hasta que lo consigas.

Claro que Dios tampoco dispensa siempre lo que crees que necesitas.

Él te lo podrá entregar en algún momento, dejarlo para más adelante cuando realmente lo necesites y dé fruto para tu alma, o sencillamente no dártelo porque no te conviene.

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EN CONCLUSIÓN

Se han escrito volúmenes acerca de la oración, y esto sólo es algo mínimo que se puede decir de ella.

El punto es que debes comprender que la oración no es opcional. 

Toma en serio y hazla parte de tu vida cotidiana.

Es la manera de desarrollar la virtud, la santidad y la comunión con nuestro Padre Celestial.

¿Cuáles son tus mayores luchas para orar?

Pero algo adicional es un desafío cuando nos piden orar por otros o cuando sentimos la necesidad de hacerlo.

Esto es un esfuerzo quizás adicional o quizás puede ser un incentivo para fortalecer nuestra vida de oración. Depende de cada uno.

¿Cómo lo tomaremos?

    

ORAR POR LOS DEMÁS

Con todas las causas en este mundo y amigos, o desconocidos que necesitan la oración, a veces no tenemos tiempo de dedicarnos a todos.

Algunos hacen oración y piden a la Mater para lleve su oración y la aplique donde ella crea conveniente.

El cielo sabe acerca de nuestros familiares y amigos, y de cuánto necesitan la oración.

¿Por qué no darle a Nuestra Madre esa confianza para que distribuya las oraciones?

¿Es esta una forma aceptable para hacerlo o no?

Esta es una gran pregunta porque muchos luchan por encontrar maneras de orar por todas las necesidades cargan nuestros corazones.

Invito a los lectores a participar en los comentarios sobre cómo se han ocupado de esta lucha.

Pero también puede haber varias otras maneras.

Una es la que ya mencionamos, en general confiar todas nuestras intenciones a la atención de la Virgen María y dejar las cosas así.

La otra es tratar de mantener un registro de todas las intenciones que nos mueven el corazón y mencionarlas explícitamente en nuestras oraciones sobre una base regular.

Pero también hay un camino intermedio, una tercera alternativa.

Consiste en orar regularmente para ciertos propósitos específicos que mueven tu corazón de una manera particular.
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Y también adicionalmente confiar a la atención de la Virgen todas las otras intenciones que te mueven de una manera general.

Se puede hacer eso, por ejemplo, al comienzo de un rosario todos los días, o durante una visita a una imagen de la Virgen antes de ir a la cama, o luego de misa o en adoración.

    

DANDO ESPACIO AL ESPÍRITU SANTO

La ventaja de este “método de combinación” es simple.

Permite a canalizar tu amor y tu celo de una manera enfocada, sin llegar a quedar abrumado con todas las necesidades del mundo y de tu círculo de influencia.

A veces alguien en nuestras vidas necesita oraciones de una manera especial.

A veces ciertas circunstancias, eventos o situaciones realmente mueven nuestros corazones y queremos levantarlos en oración con especial intensidad.

Entonces la secuencia es que la intensidad disminuye o desaparece según la necesidad, o sea de acuerdo con el ritmo natural de nuestras vidas.

También está de acuerdo con las inspiraciones del Espíritu Santo en nuestras vidas.

Él es el que guía toda la Iglesia, por lo que da a cada uno de nosotros sensibilidades y situaciones únicas como parte de nuestra misión de apoyar a toda la familia de la fe.

El “método de combinación” nos permite permanecer flexibles y dóciles a sus movimientos, sin sentirnos abrumados o irresponsables.

A modo de ejemplo, se puede recordar que San Juan Pablo II que recibía miles de cartas que le pedían a orar por intenciones específicas.

Él haría hacía listas con las intenciones y las mantenía cerca del reclinatorio donde rezaba.

Cada día iba a orar por algunas de esas intenciones específicamente, pero no podía pasar por todas ellas.

Por lo que también oraba en general por todas las necesidades y las intenciones que él no era capaz de orar de forma individual.

Esa es un buen modelo para todos nosotros.

Rezar por las intenciones específicas, así como por las intenciones generales de cada día (posiblemente poniéndolas bajo el cuidado de la intercesión de la Santísima Virgen María).

Y permitir que los ritmos naturales de la Providencia determinen sobre que intenciones específicas nos centraremos durante determinados días, semanas o meses.

¡Al final, lo importante es mantener la oración!

   

TEN EN CUENTA QUE LAS ORACIONES DE LAS PERSONAS SANTAS SON MÁS PODEROSAS

En 1 Pedro 3: 12 se dice porque “los ojos de Yahvé están sobre los justos y sus oídos están abiertos a su oración”.

Y son tantos los pasajes de la Biblia que dicen que la oración del justo tiene gran poder, que no vamos a mencionarlo.

La revelación avala que Dios está más inclinado responder las oraciones de los justos que del resto de las personas.

Y esto tiene tres consecuencias.

La primera consecuencia es para pedir la intercesión de los santos.

Quiénes son decididamente Santos y están en el cielo, de los que conocemos su historia, podemos pedirles su intercesión porque sabemos que es muy poderosa.

La Iglesia Católica tiene una larga tradición de oración a los santos especialmente a la Santísima Virgen María y San José.

Pero en segundo lugar, los pasajes de la Biblia que atribuyen más poder a las oraciones de los justos también tiene consecuencias respecto a lo que sucede en la tierra.

Si nosotros le pedimos oración a una persona en la que reconocemos mayor devoción, mas inclinación a seguir los mandamientos de Dios y en definitiva santidad, vamos a obtener mejores resultados.

Y en tercer lugar tiene consecuencia respecto a nuestras propias oraciones para nosotros mismos y para los demás.

Cuanto más justificados estemos, o sea cuanto más sigamos los mandamientos de Jesús, más poder tendrá nuestra oración, Dios nos oirá más.

Esto no es de recibo teóricamente para los protestantes.

Ellos creen que todos somos igualmente caídos y pecadores, y es especialmente así de parte de los calvinistas.

Piensan que cada persona que ora tiene el mismo impacto sobre Dios, porque los protestantes no comprenden la noción de mérito alcanzado.

O sea la gracia de Dios con nuestra cooperación, que son nuestras obras.

Sin embargo en la práctica actúan de manera diferente, utilizando el doble discurso habitual.

Por ejemplo algunos son capaces de pedirle a un gran pastor como Billy Graham, ya fallecido, que ore por ellos, porque reconocen en él una santidad que no reconocen en otros.

Pero la mayoría le pide a sus pastores vivos que recen por ellos, porque consideran que su oración tiene más fuerza.

Con su manera de actuar los protestantes confirman la verdad católica de que los justos tienen más poder en su oración.

Fuentes:

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