Santa Brígida fue una de las videntes y místicas que nos enseñó más sobre el purgatorio.

Tuvo desde niña visiones y mensajes de Jesús así como de la Santísima Virgen.

Y en ellas se establece claramente cuál es la función del purgatorio según Jesús, y cuál es la función de Su madre en el cuidado de las pobres almas purgantes.

Pero también las visiones de Santa Brígida nos informan sobre cuál es la misión que tenemos lo que estamos vivos y peregrinando en la Tierra.

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¿QUIÉN FUE SANTA BRÍGIDA?

Santa Brígida de Suecia fue una mística que nació en el año 1303 y fundó la orden del Santísimo Salvador.

Era de una familia acomodada y real, una rica al punto que su madre era hija del terrateniente más importante de Suecia.

Y estaba emparentada con los reyes de Suecia.

Recibió una educación religiosa de muy buen nivel, incluso la salvación de su madre en un naufragio fue la que permitió su nacimiento considerándose una profecía.

Desde los 7 años tuvo iluminaciones y a los 10 años llegó a ver a Jesús en la cruz cubierto de sangre por primera vez.

Esto sucedió luego de una homilía que Brígida escuchó sobre la pasión de Nuestro Señor.

Luego vendrían otras visiones y cada vez que ella recordaba la pasión de Nuestro Señor se le llenaba el rostro de lágrimas.

Se casó a los 14 años luego la muerte de su madre y tuvo cuatro hijos y cuatro hijas; una de ellas fue Santa Catalina de Suecia.

Ella era bien conocida por su vida santa y caritativa, ocupándose de los pobres y los encerraron, que influyó en la religiosidad de su esposo.

Su esposo era príncipe de Nericia y junto con él hizo una peregrinación a Santiago de Compostela, para visitar la tumba del apóstol pero su esposo enfermó gravemente en el viaje. Y ahí se produjo una aparición.

Se le apareció San Dionisio que predijo la recuperación de su esposo y otros eventos futuros.

Y su esposo se recuperó y se convirtió en monje cisterciense, pero murió tres años después en el monasterio de Alvastrâ.

Fue entonces cuando Brígida comenzó a vivir una vida más austera dedicada completamente a Cristo y fundó la orden del Santísimo Salvador erigiendo un monasterio en Vadstena.

En 1350 fue a Roma, su hija Catalina, sacerdotes y discípulos para pedir la autorización del Papa para la nueva orden.

Sin embargo esto se retrasó porque vino el gran cisma de la Iglesia y el Papa tuvo que refugiarse en Francia, mientras Brígida trabajaba incesantemente para la restauración de la iglesia.

Recién en 1370 en Papa Urbano V confirmó la regla de la orden y Brígida murió el 23 de julio de 1373, luego de una fiebre adquirida durante una peregrinación a Jerusalén, siendo canonizada 18 años después de su muerte.

Un distintivo de la orden de Santa Brígida es que los monasterios son de hombres y mujeres a la vez pero con claustros separados por sexo.

Santa Brígida recibió muchas visiones de Nuestro Señor y de la Santísima Virgen, e incluso Jesucristo le dictó varias oraciones que son muy populares en el momento actual.

   

JESUCRISTO Y EL PURGATORIO

Como dijimos, Santa Brígida comenzó a tener visiones a la edad de 10 años, especialmente sobre la Natividad, la Pasión y Resurrección de Jesucristo y sobre las Almas del Purgatorio.

Sus visiones se fueron acrecentando durante los años y fueron recogidas por el arte de aquella época.

Una de las visiones más populares fue la del niño Jesús en el suelo emitiendo luz donde describió a la virgen María como rubia.

Pero especialmente sus visiones sobre el purgatorio han sido las que han sobrevivido con más fuerza en estos tiempos.

En una locución recibida por Jesucristo, Nuestro Señor le explicó la lógica del purgatorio.

Él le dijo,

«Ya que todos los hombres me servirían por miedo, cuando deberían servirme por amor.

Pero nadie más que el que tiene amor entrará en el reino de los Cielos.

Porque estaría haciendo una injusticia al diablo si le quitara a uno que es legítimamente suyo, a causa del pecado, y que está desprovisto de buenas obras.

También haría una injusticia al ángel en el Cielo, si pusiese el espíritu de un hombre inmundo como un igual al que es puro y más ferviente en mi amor».

Y concluyó diciendo,

«Por lo tanto, nadie entrará en el Cielo, sino el que haya sido purgado como el oro, en el fuego del purgatorio.

O que haya demostrado durante un largo período de tiempo buenas obras en la tierra para que no quede ninguna mancha en él.

Si no sabes a quién enviar mis palabras, te diré: el que es digno de mis palabras es el que quiere ganar méritos por medio de las buenas obras para llegar al reino de los Cielos.

O a quienes ya lo han merecido con sus buenas obras en el pasado.

A estos les abrirán mis palabras y entrarán en ellas.

Aquellos que tienen gusto por mis palabras y que humildemente esperan que sus nombres estén escritos en el Libro de la Vida, guardan mis palabras.

Pero aquellos que no tienen gusto por mis palabras, considéralos primero, pero vomítalos de inmediato».

Esto muestra la posición de Jesús respecto a que no entrara en el cielo nada que sea impuro.

   

LA VIRGEN MARÍA Y EL PURGATORIO

Santa Brígida también tuvo visitas de la Santísima Virgen, presentándose como madre del sufrimiento de la Iglesia, o sea madre del cuerpo místico de Cristo.

Y por esto mismo es la madre de los cristianos que peregrinan en la Tierra, como de la iglesia purgante en el purgatorio, que es conocida habitualmente como la Iglesia sufriente.

Por eso una característica de María es suplicar e interceder por las almas del purgatorio.

La mediación de Nuestra Señora es universal y está asociada al trabajo de redención del Redentor, que es su hijo, y por lo tanto está involucrada en todas las gracias.

Santa Brígida escuchó decir a Jesús,

«Tú eres Mi Madre, la Madre de la Misericordia, y el consuelo de las almas en el purgatorio».

Las almas del purgatorio se consuelan y se alivian con sólo escuchar su nombre.

Porque saben que Ella le trae de refrigerio y el refresco a sus almas, por esto mismo ella las visita habitualmente.

   

VISIONES DE SANTA BRÍGIDA SOBRE EL PURGATORIO

Una cosa trascendente que ha revelado Santa Brígida es que, si con un nuestra ayuda un alma se libera de los dolores del purgatorio, Jesús aceptará esto como si lo hubiéramos liberado y nos recompensará a su debido tiempo, como si lo hubiéramos ayudado.

Una vez escuchó, la voz de una vez que el que decía,

«Bienaventurados los que moran en la Tierra, y que con sus oraciones y otras buenas obras se apresuran para el alivio de las almas en el purgatorio

Porque la justicia de Dios exige que sus pecados sean expiados por cualquiera de sus sufrimientos, oraciones y las buenas obras de sus amigos en la tierra».

Y seguidamente oyó un gran número de voces que decían,

«¡Oh Señor Jesucristo! ¡Oh grandioso y justo Juez!

Te imploramos en Tu infinita Misericordia que no tengas en cuenta el número y la magnitud de nuestras ofensas, sino que veas los méritos de Tu Preciosísima Pasión y Muerte.

Oh, que las corrientes de Tu gran caridad fluyan en los corazones de todos Tus sacerdotes, monjes, monjas y todos los fieles, que por sus Misas, oraciones y limosnas, puedan venir a nuestro alivio.

Si lo desean, pueden ayudarnos enormemente con sus oraciones e indulgencias, y pueden acortar el plazo de nuestros horribles sufrimientos.

Pueden acelerar nuestra feliz reunión contigo, oh Dios».

Acto seguido, vio una luz brillante y supieron que eso quería decir que el día de la liberación había llegado para algunos.

Y escucho nuevamente cantar,

«Oh Dios, cuyo poder es infinito, te pedimos que recompenses mil veces a todos los que rezan por nuestra liberación y nos ayudan a venir a tu luz eterna».

Y después de esto escuchó,

«Oh Señor, envía tu gracia mil veces a esos cristianos caritativos, que nos han ayudado en nuestra aflicción con sus oraciones».

Esto significa que las almas purgantes piden a Jesucristo que inspire a los fieles a orar por ellos, y en particular sacerdotes y monjas.

Y luego que son liberados ellos vuelven a pedir a Jesús gracias para aquellos que oraron por su liberación.

   

LAS ORACIONES DICTADAS POR JESÚS

Jesús le dictó varias oraciones Santa Brígida.

Quizás una de las más populares sea la relacionada con la cantidad de golpes que recibió Jesús durante su pasión.

Santa Brígida había orado durante tiempo para saber la cantidad de golpes que había sufrido Jesucristo durante su flagelación.

Y un día se le apareció Jesús y le dijo,

«Recibí 5480 golpes sobre Mi Cuerpo.

Si deseas honrarlos de alguna manera, recita quince Padres Nuestros y quince Avemarías con las siguientes Oraciones, que yo mismo te enseñaré, durante todo un año.

Cuando el año haya terminado, habrás honrado cada una de Mis heridas».

Éstas 15 oraciones han sido muy populares desde fines de la edad media.

Tienen 21 promesas a quienes las recitan durante un año, con la intención de honrar cada herida que Nuestro Señor recibió en su pasión.

Las 15 oraciones se recitan todos los días durante un año, y en el artículo hay más instrucciones.

Ellas son,

1 – Liberaré 15 almas de su linaje del Purgatorio.

2 – 15 almas de su linaje serán confirmadas y preservadas en gracia.

3 – 15 pecadores de su linaje se convertirán.

4 – Quien recite estas oraciones alcanzará el primer grado de perfección.

5 – 15 días antes de su muerte le daré el alimento de Mi Precioso Cuerpo para que pueda escapar de la inanición eterna; le daré mi preciosa sangre para que beba, no sea que tenga sed eterna.

6 – 15 días antes de su muerte, él sentirá una profunda contrición por todos sus pecados y tendrá un perfecto conocimiento de ellos.

7 – ¡Pondré ante él el signo de MI Cruz victoriosa para su ayuda y defensa contra el ataque!

8 – Antes de su muerte vendré con Mi Querida Madre Amada.

9 – Recibiré gentilmente su alma y la conduciré a las alegrías eternas.

10 – Y habiéndolo llevado allí, le daré un trago especial de la fuente de Mi Deidad, algo que no lo haré para aquellos que no han recitado Mis oraciones.

11 – Que se sepa que quienquiera que haya estado viviendo en un estado de pecado mortal durante 30 años, pero que recite devotamente o tenga la intención de recitar estas oraciones, el Señor le perdonará todos sus pecados.

12 – Lo protegeré de fuertes tentaciones.

13 – Preservaré y protegeré sus 5 sentidos.

14 – Lo preservaré de una muerte repentina.

15 – Su alma será liberada de la muerte eterna.

16 – Él obtendrá todo lo que pida de Dios y la Santísima Virgen.

17 – Si ha vivido toda su vida haciendo su propia voluntad y ha de morir al día siguiente, su vida se prolongará.

18 – Cada vez que uno recita estas oraciones, obtiene 100 días de indulgencia.

19 – Se le asegura que se unirá al Coro supremo de los Ángeles.

20 – Quienquiera que enseñe estas Oraciones a otro, tendrá alegría y mérito continuos que perdurarán eternamente.

21 – Allí donde se dicen o se dirán estas oraciones en el futuro, Dios está presente con su gracia.

   

LAS 15 ORACIONES DE SANTA BRÍGIDA (REZAR POR UN AÑO)

Primera Oración

Padre Nuestro – Ave María

Oh Jesucristo! Sois la Eterna Dulzura de todos los que Os aman: la Alegría que sobrepasa todo Gozo y deseo; La Salvación, y Esperanza de todos los pecadores. Habéis manifestado no tener mayor deseo que el de permanecer en medio de los hombres, en la tierra. Los amáis hasta el punto de asumir la naturaleza humana, en la plenitud de los tiempos, por amor a ellos. Acordaos de todos los sufrimientos que habéis soportado desde el instante de Vuestra Concepción; y especialmente durante Vuestra Sagrada Pasión; así como fue decretado y ordenado desde toda la eternidad; según el Plan Divino.
Acordaos, Oh Señor, que durante la Última Cena con Vuestros Discípulos les habéis lavado los pies; y después, les disteis Vuestro Sacratísimo Cuerpo y Vuestra Sangre Preciosísima. Luego, confortándolos con dulzura, les anunciasteis Vuestra próxima Pasión.
Acordaos de la tristeza y amargura que habéis experimentado en Vuestra Alma, como Vos mismo lo afirmasteis, diciendo: «Mi alma está triste hasta la muerte.»
Acordaos de todos los temores, las angustias y los dolores que habéis soportado, en Vuestro Sagrado Cuerpo, antes del suplicio de la Crucifixión. Después de haber orado tres veces, todo bañado de sudor sangriento, fuisteis traicionado por Vuestro discípulo, Judas; apresado por los habitantes de una nación que habíais escogido y enaltecido. Fuisteis acusado por falsos testigos, e injustamente juzgado por tres jueces; todo lo cual sucedió en la flor de Vuestra Madurez; y en la Solemne Estación Pascual.
Acordaos que fuisteis despojado de Vuestra propia vestidura, y revestido con manto de irrisión. Os cubrieron los Ojos y la Cara inflingiendo bofetadas. Después, coronándoos de espinas, pusieron en Vuestras manos una caña. Finalmente, fuisteis atado a la columna; desgarrado con azotes; y agobiado de oprobios y ultrajes.
En memoria de todas estas penas y dolores que habéis soportado antes de Vuestra Pasión en la Cruz, concededme antes de morir, una contrición verdadera, una confesión sincera y completa; adecuada satisfacción; y la remisión de todos mis pecados. Amén.

Segunda Oración

Padre Nuestro – Ave María

¡Oh Jesús, la Verdadera Libertad de los Ángeles y Paraíso de Delicias! Acordaos del horror y la tristeza con que fuisteis oprimido cuando Vuestros enemigos, como leones furiosos, Os rodearon con miles de injurias, salivazos, bofetadas, laceraciones, arañazos y otros suplicios inauditos. Os atormentaron a su antojo. En consideración a estos tormentos, y a las palabras injuriosas, Os suplico, ¡Oh mi Salvador y Redentor! que me libréis de todos mis enemigos visibles e invisibles y que, bajo Vuestra protección, hagáis que yo alcance la perfección de la Salvación Eterna. Amén.

Tercera Oración

Padre Nuestro – Ave María

¡Oh Jesús, Creador del Cielo y de la Tierra, al que nada puede contener ni limitar! Vos abarcáis todo y todo es sostenido bajo Vuestra Amorosa Potestad. Acordaos del dolor muy amargo que sufristeis cuando los judíos, con gruesos clavos cuadrados, golpe a golpe, clavaron Vuestras Sagradas Manos y Pies a la Cruz. Y no viéndoos en un estado suficientemente lamentable para satisfacer su furor, agrandaron Vuestras Llagas, agregando dolor sobre dolor. Con indescriptible crueldad, extendieron Vuestro Cuerpo en la Cruz. Y con jalones y estirones violentos, en toda dirección, dislocaron Vuestros Huesos.

Cuarta Oración

Padre Nuestro – Ave María

¡Oh Jesús, Médico Celestial, elevado en la Cruz para curar nuestras llagas con las Vuestras! Acordaos de las contusiones y desfallecimientos que habéis sufrido en todo Vuestros Miembros; y que fueron distendidos a tal grado, que no ha habido dolor semejante al Vuestro. Desde la cima de la cabeza hasta la planta de los pies. Ninguna parte de Vuestro Cuerpo estaba exenta de tormentos. Sin embargo, olvidando todos Vuestros Sufrimientos, no dejasteis de pedir por Vuestros enemigos, a Vuestro Padre Celestial, diciéndole: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.»
Por esta inmensa Misericordia, y en memoria de estos sufrimientos, Os hago esta súplica: Conceded que el recuerdo de Vuestra muy amarga Pasión nos alcance una perfecta contrición, y la remisión de todos nuestros pecados, Amén.

Quinta Oración

Padre Nuestro – Ave María

¡Oh Jesús, Espejo de Resplendor Eterno! Acordaos de la tristeza aguda que habéis sentido al contemplar con anticipación, las almas que habían de condenarse. A la luz de Vuestra Divinidad, habéis vislumbrado la predest
inación de aquellos que se salvarían, mediante los méritos de Vuestra Sagrada Pasión. Simultáneamente, habéis contemplado tristemente la inmensa multitud de réprobos que serían condenados por sus pecados; y Os habéis quejado amargamente de esos desesperados, perdidos y desgraciados pecadores.
Por ese abismo de compasión y piedad; y principalmente por la bondad que demostrasteis hacia el buen ladrón, diciéndole: «Hoy estarás conmigo en el Paraíso.», hago esta súplica, Dulce Jesús. Os pido que a la hora de mi muerte tengáis misericordia de mí. Amén

Sexta Oración

Padre Nuestro – Ave María

¡Oh Jesús, Rey infinitamente amado y deseado! Acordaos del dolor que habéis sufrido cuando, desnudo y como un criminal común y corriente, fuisteis clavado y elevado en la Cruz. También fuisteis abandonado de todos Vuestros parientes y amigos, con la excepción de Vuestra muy amada Madre. En Vuestra Agonía, Ella permaneció fiel junto a Vos; luego, la encomendasteis a Vuestro fiel discípulo, Juan, diciendo a María: «¡Mujer, he aquí a tu hijo!» Y a Juan: «¡He aquí a tu Madre!»
Os suplico, Oh mi Salvador, por la espada de dolor que entonces traspasó el alma de Vuestra Santísima Madre, que tengáis compasión de mí. Y en todas mis aflicciones y tribulaciones, tanto corporal como espirituales, ten piedad de mí. Asistidme en todas mis pruebas, y especialmente en la hora de mi muerte, Amén.

Séptima Oración

Padre Nuestro – Ave María

¡Oh Jesús, Inagotable Fuente de Compasión, ten compasión de mí! En un profundo gesto de amor, habéis exclamado en la Cruz: «¡Tengo sed!» Era sed por la salvación del género humano. ¡Oh mi Salvador! Os ruego que inflaméis nuestros corazones con el deseo de dirigirnos hacia la perfección, en todas nuestras obras. Extinguid en nosotros la concupiscencia carnal, y el ardor de los apetitos mundanos. Amén.

Octava Oración

Padre Nuestro – Ave María

¡Oh Jesús, Dulzura de los corazones y Deleite del espíritu! Por el vinagre y la hiel amarga que habéis probado en la Cruz, por amor a nosotros, oíd nuestros ruegos. Concedednos la gracia de recibir dignamente Vuestro Sacratísimo Cuerpo y Sangre Preciosísima, durante nuestra vida; y también a la hora de la muerte; para servir de remedio y consuelo a nuestras almas. Amén.

Novena Oración

Padre Nuestro – Ave María

¡Oh Jesús, Virtud Real y Gozo del alma! Acordaos del dolor que habéis sentido, sumergido en un océano de amargura, al acercarse la muerte. Insultado y ultrajado por los judíos, clamasteis en alta voz que habíais sido abandonado por Vuestro Padre Celestial, diciéndole: «Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has abandonado?»
Por esta angustia, Os suplico, Oh mi Salvador, que no me abandonéis en los terrores y dolores de mi muerte. Amén

Décima Oración

Padre Nuestro – Ave María

¡Oh Jesús, Principio y Fin de todas las cosas, Sois la Vida y la Virtud plena! Acordaos que por causa nuestra fuisteis sumergido en un abismo de penas; sufriendo dolor desde la planta de los Pies hasta la cima de la Cabeza. En consideración a la enormidad de Vuestras Llagas, enseñadme a guardar, por puro amor a Vos, todos Vuestros Mandamientos; cuyo camino de Vuestra Ley Divina es amplio y agradable para aquellos que os aman. Amén

Undécima Oración

Padre Nuestro – Ave María

¡Oh Jesús! ¡Abismo muy profundo de Misericordia! En memoria de las Llagas que penetraron hasta la médula de Vuestros Huesos y Entrañas, para atraerme hacia Vos, presento esta súplica. Yo, miserable pecador, profundamente sumergido en mis ofensas, pido que me apartéis del pecado. Ocultadme en los huecos de Vuestras Llagas; hasta que Vuestra cólera y justísima indignación hayan cesado. Amén

Duodécima Oración

Padre Nuestro – Ave María

¡Oh Jesús, Espejo de la Verdad, Sello de la Unidad, y Vínculo de la Caridad! Acordaos de la multitud de Llagas con que fuisteis herido, desde la Cabeza hasta los Pies. Esas Llagas fueron laceradas y enrojecidas. Oh, dulce Jesús, por la efusión de Vuestra Adorable Sangre. ¡Oh, qué dolor tan grande y repleto habéis sufrido por amor a nosotros, en Vuestra Carne Virginal! ¡Dulcísimo Jesús! ¿Qué hubo de hacer pos nosotros que no habéis hecho? Nada falta. ¡Todo lo habéis cumplido! ¡Oh Amable y Adorable Jesús! Por el fiel recuerdo de Vuestra Pasión, que el Fruto meritorio de Vuestros Sufrimientos sea renovado en mi alma. Y que en mi corazón Vuestro Amor aumente cada día; hasta que llegue a contemplaros en la Eternidad. ¡Oh amabilísimo Jesús! Vos Sois el Tesoro de toda alegría y dicha verdadera, que Os pido concederme en el Cielo. Amén.

Décimo tercera Oración

Padre Nuestro – Ave María

¡Oh Jesús, Fuerte León, Rey Inmortal e Invencible! Acordaos del inmenso dolor que habéis sufrido cuando, agotadas todas Vuestras Fuerzas, tanto moral como física, inclinasteis la Cabeza y dijisteis: «Todo está consumado.»
Por esta angustia y dolor, Os suplico, Señor Jesús, que tengáis piedad de mí en la hora de mi muerte; cuando mi mente estará tremendamente perturbada y mi alma sumergida en angustia. Amén.

Décimo cuarta Oración

Padre Nuestro – Ave María

¡Oh Jesús, Único Hijo del Padre Celestial, Esplendor y Semejanza de Su Esencia! Acordaos de la sencilla y humilde recomendación que hicisteis de Vuestra Alma, a Vuestro Padre Eterno, diciéndole: «¡Padre, en Tus Manos encomiendo Mi Espíritu!» Desangrado Vuestro Cuerpo, destrozado Vuestro Corazón, y abiertas las Entrañas de Vuestra Misericordia para redimirnos, habéis expirado. Por Vuestra Preciosa Muerte, Os suplico, Oh Rey de los Santos, confortadme, Socorredme, para resistir al demonio, la carne y al mundo. A fin de que, estando muerto al mundo, viva yo solamente para Vos. Y a la hora de mi muerte, recibid mi alma peregrina y desterrada que regresa a Vos. Amén.

Décimo quinta oración

Padre Nuestro – Ave María

¡Oh Jesús, Verdadera y Fecunda Vid! Acordaos de la abundante efusión de Sangre que tan generosamente habéis derramado de Vuestro Sagrado Cuerpo. Vuestra Preciosa Sangre fue derramada como el jugo de la uva bajo el lagar.
De Vuestro costado perforado por un soldado, con la lanza, ha brotado Sangre y Agua, hasta no quedar en Vuestro Cuerpo gota alguna. Finalmente, como un haz de mirra, elevado a lo alto de la Cruz, la muy fina y delicada Carne Vuestra fue destrozada; la Substancia de Vuestro Cuerpo fue marchitada y disecada la Médula de Vuestros Huesos.
Por esta amarga Pasión, y por la efusión de Vuestra Preciosa Sangre, Os suplico, Oh Dulcísimo Jesús, que recibáis mi alma cuando yo esté sufriendo, en la agonía de mi muerte. Amén.

  

CONCLUSIÓN

¡Oh Dulce Jesús! Herid mi corazón, a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia me sirvan de pan, día y noche. Convertidme enteramente Oh Mi Señor, a Vos. Haced que mi corazón sea Vuestra Habitación Perpetua, Y que mi conversación Os sea agradable. Que el fin de mi vida Os sea de tal suerte loable, que después de mi muerte pueda merecer Vuestro Paraíso; y alabaros para siempre en el Cielo, con todos Vuestros Santos. Amén

Fuentes:

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