Cuales fueron las críticas al Sínodo de parte del Cardenal Pell.

El 10 de enero de 2023 murió el cardenal australiano George Pell, a la edad de 81 años.

Fue de improviso, entró al quirófano para una cirugía de cadera, que fue exitosa, pero falleció de un paro cardíaco.

Y dejó un artículo póstumo, que fue publicado luego de su muerte.

Donde criticó fuertemente el Sínodo de la Sinodalidad del Vaticano que transcurre entre 2021 y 2024. 

Incluso llamó a detenerlo ya.

Una ponencia de este tipo hecha por una figura de su peso, hubiera causado un verdadero revuelo en el Vaticano, sin embargo ahora después de muerto, tal vez quede como un simple testimonio.

Pero de cualquier forma es un testimonio de relevancia por quien lo da y por las acusaciones que hace, que debe ser conocido como parte de la señal de los tiempos.

Aquí hablaremos sobre cuáles fueron las acusaciones que el cardenal Pell hizo al Sínodo de la Sinodalidad y cuáles son las razones para pedir que se detenga ya.

El Cardenal Pell será recordado por tres cosas.

La primera, porque encabezó la Secretaría de Economía y el primer grupo de prelados de consulta de Francisco, a pesar de ser un conservador.

Y allí se granjeó muchos enemigos por la limpieza que realizó. 

La segunda es por la terrible experiencia de su encarcelamiento en Australia por más de un año, a causa de cargos falsos.

Cuya trama fue urdida por los liberales e izquierdistas del establishment australiano, molestos por las continuas críticas del cardenal.

Y la tercera por ser un fuerte cuestionador del Sínodo de la Sinodalidad, llevado a cabo por el Vaticano, entre 2021 y 2024.

Al punto que antes de morir había entregado un artículo para ser publicado por la publicación británica The Spectator https://www.spectator.co.uk/article/the-catholic-church-must-free-itself-from-this-toxic-nightmare/, pero que no pudo publicarse antes de su fallecimiento.

Donde dice que la Iglesia debe liberarse de la «pesadilla tóxica» del Sínodo de la Sinodalidad, porque fomenta los errores y las herejías.

Pell era un hombre corpulento, contundente, dado a hablar con franqueza y sin miedo al conflicto. 

Un defensor abierto y público de la ortodoxia doctrinal.

Pero que adquirió una nueva estatura después de su exoneración por parte de la Suprema Corte Australiana, luego de 404 días de cárcel.

Pasó cuatro años agotadores de acusaciones, investigaciones, juicios, humillaciones públicas y más de un año de prisión solitaria sin la oportunidad de celebrar Misa, usando su encarcelamiento como un «retiro prolongado», que le permitió escribir el Diario de Prisión.

Sobre el que el ex Secretario de Benedicto XVI, Georg Ganswein dijo que en el último período de la vida del Papa Emérito, por la noche, después del rezo de vísperas, le gustaba que le leyeran en voz alta artículos o libros. 

Y entre los textos que Benedicto apreciaba se encontraba este Diario de Prisión del cardenal George Pell.

Una vez de vuelta en el Vaticano luego del sobreseimiento en Australia, Pell comenzó su tarea de hablar sobre las amenazas a la ortodoxia dentro de la Iglesia con más vigor que nunca antes.

Fue uno de los primeros cardenales en firmar una carta de corrección fraternal de los obispos del mundo al episcopado alemán, sobre el Camino Sinodal, por su propuesta para la ordenación de mujeres y la bendición de las relaciones entre personas del mismo sexo.

Y pidió públicamente al Dicasterio para la Doctrina de la Fe que interviniera después que el cardenal Jean-Claude Hollerich y el presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, monseñor Georg Bätzing, hicieran comentarios públicos de rechazo total y explícito de la enseñanza de la Iglesia sobre la ética sexual cristiana.

“Como sucesores de los apóstoles, tenemos el deber de dar testimonio de la verdad”, dijo el cardenal Pell.

Cuando escribió el artículo para The Spectator no sabía que estaba a punto de morir, y seguramente sabía que enfrentaría la furia de los organizadores del Sínodo de la Sinodalidad cuando se publicara.

Porque la declaración pública de un cardenal muy influyente, que una vez fue parte del círculo íntimo del Papa, causaría revuelo.

Catalogó al Sínodo como una «pesadilla tóxica» que no conducirá a una mayor fidelidad a la fe cristiana, sino que conducirá a una pérdida de fidelidad.

Y llamó a detener el Sínodo. 

Consideró el material producido por el Vaticano para ordenar el Sínodo como ‘uno de los documentos más incoherentes jamás enviados desde Roma’. 

Expresó en el artículo que no sólo está ‘expresado en jerga neomarxista’, sino que es ‘hostil a la tradición apostólica’.

E ignora principios cristianos tan fundamentales como la creencia en el juicio divino, el cielo y el infierno.

Hagamos un paréntesis para recordar que la Sinodalidad fue el sueño del Cardenal Martini, fallecido en 1999, un prelado ultra modernista, que concebía a los Sínodos como dinamizadores de un nuevo Concilio.

En el que la Iglesia debería rever y reformar el rol de los sacerdotes, el lugar de la mujer en la Iglesia, la participación de los laicos en responsabilidades ministeriales, la concepción de la sexualidad en la doctrina de la Iglesia, la concepción sobre el matrimonio, la práctica de la confesión, la reactivación del ecumenismo, y la relación del catolicismo con los valores y la moral del mundo. 

El documento del Sínodo que critica el cardenal Pell, titulado “Amplía el espacio de tu tienda”, tiene el objetivo según él, de llegar no a los bautizados, o sea a aquellos que han respondido al llamado al arrepentimiento y a creer, sino a cualquiera que pueda estar lo suficientemente interesado como para escuchar. 

Por lo tanto el documento insta a los participantes a ser acogedores y radicalmente inclusivos, sin requisitos, ‘Nadie está excluido’.

La imagen de la Iglesia como una tienda en expansión con el Señor en el centro proviene de Isaías, pero esta tienda en expansión que busca el Sínodo es un lugar donde ninguna de las personas es excluida, sea lo que fuere lo que piensen de Cristo y de la fe.

Según Pell, el documento no insta ni siquiera a los participantes católicos a hacer discípulos, mucho menos a predicar al Salvador a tiempo y a destiempo.

El documento maneja que el pueblo de Dios necesita nuevas estrategias; no peleas y enfrentamientos, sino diálogo, donde se rechace la distinción entre creyentes y no creyentes. 

Dice que el pueblo de Dios debe realmente escuchar el grito de los pobres y de la tierra.

Y escuchar y atender las posiciones diferentes sobre la terminación anticipada del embarazo, la anticoncepción, la ordenación de mujeres al sacerdocio, la moral sexual, la poligamia, el divorcio y el nuevo matrimonio.

Y deja sobrevolando que todas estas posiciones pueden tener cabida dentro de la Iglesia.?

Pell cataloga el documento como un texto de la New Age.

Dice que no es un resumen de la fe católica o la enseñanza del Nuevo Testamento.

Que es incompleto, hostil a la tradición apostólica y en ninguna parte reconoce el Nuevo Testamento como la Palabra de Dios, y como normativa para toda enseñanza sobre la fe y la moral.

Y además ignora el Antiguo Testamento, rechaza el patriarcado y no reconoce la Ley de Moisés, incluidos los Diez Mandamientos.?

Sostiene además en el artículo póstumo, que los ex anglicanos que se han hecho católicos, tienen razón al identificar la confusión cada vez mayor dentro de la Iglesia Católica, como similar a la que pasaron ellos.

Ellos ya vivieron lo qué sucede con el ataque a la moral tradicional y la inserción de una jerga neomarxista sobre la exclusión, la alienación, la identidad, la marginación, los sin voz, la diversidad sexual.

Así como con el desplazamiento de las nociones cristianas de perdón, pecado, sacrificio, curación, redención.

Y se pregunta por la ausencia de temas que hacen a la trascendencia, ¿por qué el silencio sobre el más allá, de la recompensa o el castigo, sobre las cuatro últimas cosas, la muerte y el juicio, el cielo y el infierno?

Y concluye que hasta ahora el Sínodo de la Sinodalidad ha descuidado, e incluso degradado, lo trascendente, encubrió la centralidad de Cristo con llamamientos al Espíritu Santo y fomenta la valoración de las mociones del Espíritu Santo por sobre la Escritura.

Por lo que concluye que los documentos de trabajo no están alineados con el magisterio de la Iglesia. ?

Pell enfatizó el peligro de la confusión creada por el Sínodo.

Y que los dos sínodos finales en Roma en 2023 y 2024 deberán aclarar la enseñanza sobre asuntos morales.

Porque el relator principal del Sínodo, el cardenal Jean-Claude Hollerich, ha rechazado públicamente las enseñanzas básicas de la Iglesia sobre la sexualidad, con el argumento de que contradicen la ciencia moderna. 

En tiempos normales esto hubiera significado que su continuación como Relator fuera inapropiada e incluso imposible.

Sin embargo sigue ahí dirigiendo el Sínodo, aprobando documentos y sin ser rebatido.

Y concluye que los sínodos tienen que elegir si son servidores y defensores de la tradición apostólica sobre la fe y la moral, o si están dispuestos a hacer un discernimiento que les lleve a afirmar cambios en la enseñanza católica. 

Deben decidir si las enseñanzas básicas sobre cosas como el sacerdocio y la moralidad pueden quedar en un limbo pluralista, donde algunos opten por redefinir los pecados haciéndose más permisivos, o reafirmar la enseñanza de los apóstoles.

Pell sostiene que el Sínodo no puede servir para relajar aún más la doctrina de la Iglesia.

Porque la disciplina se está relajando, especialmente en el norte de Europa, donde se acepta un pluralismo y un relativismo moral de los obispos, sin que sean reprendidos, incluso después de que afirman el derecho a disentir con la doctrina histórica de la Iglesia.

Bueno, hasta aquí lo que queríamos informar sobre el alegato póstumo del Cardenal Pell contra los errores del Sínodo de la Sinodalidad que lleva a cabo la Iglesia entre 2021 y 2024.  

Y me gustaría preguntarte si crees que los católicos que conoces tienen interés sobre lo que está sucediendo en el Sínodo de la Sinodalidad o no les interesa. 

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