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El Papa Francisco se preocupó de “viajar” a la periferia en la JMJ de Brasil

El mensaje social de Francisco a los jóvenes y a las naciones.

 

De todo lo que dijo Francisco en la JMJ surge un mensaje social y otro de movilización a los jóvenes; este último puede verse más en detalle cuando pidió a los jóvenes argentinos que “armen lío en sus parroquias”. Y el mensaje social de Francisco surge a partir de las visitas al Hospital de tratamiento de adictos a la droga y a la favela Varginha.   

 

papa en el papamovil saludando gente

 

Si bien su mensaje social fue dicho en un marco de una celebración juvenil, tiene alcance general, para todas las naciones.  

La visita del Papa Francisco a lo que le gusta llamar «la periferia de la existencia» – antes de que la alegría d los jóvenes en Copacabana – fue una oportunidad para reafirmar su doctrina, que repitió varias veces: tenemos que luchar contra la pobreza material, pero la pobreza más insidiosa es la espiritual. Y la pobreza espiritual se expresa en el relativismo y las nociones del bien común, que ignoran la vida, la familia y la integridad de la persona, que describe como «pilares» sin los cuales las naciones no pueden desarrollarse económicamente y colapsar.

El viaje a la «periferia» comenzó la noche del 24 de julio, cuando el Papa se reunió con los adictos en proceso de rehabilitación del Hospital San Francisco en Río de Janeiro.

Allí comunicó al mundo una posición fuerte y clara sobre la ley propuesta de liberalización de las denominadas drogas blandas que hoy se discute en Brasil y otros países latinoamericanos.

«No es con la liberalización del consumo de drogas – dijo el Papa – que se está discutiendo en varias partes de América Latina, que se reducirá la propagación y la influencia de la dependencia química. Es necesario abordar las cuestiones que están en la base de su uso». 

Para realmente hacer frente a estos problemas, dijo Francisco, es esencial contar la verdad al adicto: quién tiene derechos, pero también deberes. Para lo que la Iglesia está dispuesta a hacer todo lo posible para ayudarle; pero todo esfuerzo será en vano si no se ayuda a sí mismo.

«Vas a encontrar la mano extendida de las persona que te quieren ayudar – dijo el Papa, dirigiéndose a cada uno de los pacientes – pero nadie puede hacer que salgas de tu lugar». Sin la firme voluntad de dejar las drogas, nadie se salva.

El Papa ha dicho muchas veces y repite: «No se dejen robar la esperanza». Pero a veces somos nosotros mismo los que nos robamos la esperanza.

El 25 de julio, el Papa Francisco ha cumplido uno de sus deseos, al ir a visitar a una de las favelas más problemáticos del Río, Varginha. El Papa tuvo el cuidado de subrayar que quería visitar todos los distritos de Brasil, sin distinción, los del centro y los de la periferia.

«Quería tocar todas las puertas, decir ‘hola’, pedir un vaso de agua fresca, tomar un ‘cafezinho’, hablar como amigos de la casa, escuchar el corazón de cada uno: de los padres, los hijos, los abuelos… Sin embargo, ¡Brasil es tan grande! Y no se pueden tocar todas las puertas». 

El primer pensamiento del Papa en Varginha ha sido sobre el valor, muy brasileño de la hospitalidad. El Papa se siente bienvenido,

«y es importante saber cómo acoger, lo que es aún más hermoso que cualquier adorno o decoración. Digo esto porque cuando somos generosos en dar la bienvenida a una persona y compartimos algo con alguien – un poco de comida, un lugar en nuestro hogar, nuestro tiempo – no sólo no seguimos siendo pobres, sino que nos enriquecemos. Sé que cuando alguien que necesita comer llama a su puerta, siempre encontrarán una manera de compartir los alimentos, como se suele decir, siempre se puede ‘añadir más agua a los frijoles’. Y lo hacen con amor, lo que demuestra que la verdadera riqueza no está en las cosas, sino en el corazón» 

Por lo tanto,

«el pueblo brasileño, en particular, los más simples, pueden ofrecer al mundo una valiosa lección de solidaridad, una palabra que a menudo se olvida porque incomoda».

Las injusticias sociales se combaten principalmente haciendo cada uno su propia parte.

«No es la cultura del egoísmo, del individualismo, que a menudo regula nuestra sociedad, la que construye y conduce a un mundo más habitable, sino la cultura de la solidaridad, el no ver al otro como un competidor o un número, sino como un hermano«.

Brasil hoy en día se está convirtiendo en una potencia económica mundial. Pero ningún progreso económico,

«será duradero, no habrá armonía y felicidad para una sociedad que ignora que margina y abandona en la periferia a una parte de sí misma. Una sociedad que simplemente se agota en sí misma, de hecho pierde algo esencial para sí misma» 

¿Brasil se está convirtiendo en un gran país?,

«la medida de la grandeza de una sociedad está determinada por la forma en que trata a las personas más necesitadas, que no tienen nada salvo su pobreza»

Una vez más – incluso en la favela de Varginha – Francisco quiso destacar que,

«sin duda es necesario dar pan a los hambrientos», pero «también hay un hambre más profunda, el hambre de una felicidad que sólo Dios puede satisfacer».

A los diplomáticos, en el inicio de su pontificado, el Papa dijo que la pobreza espiritual coincide con la dictadura del relativismo. En Brasil reitera que,

«no hay ni verdadera promoción del bien, ni un verdadero desarrollo común, cuando se ignoran los pilares fundamentales que sostienen una nación, sus activos inmateriales: la vida, que es un don de Dios, que se debe valorar, proteger y promocionar siempre; la familia, el fundamento de la convivencia y el remedio contra la desintegración social; la educación integral, que no se reduce a una simple transmisión de información con el objetivo de producir ganancias; la salud, que debe buscar el bienestar integral de persona, incluida la dimensión espiritual que es esencial para el equilibrio humano y la sana convivencia; la seguridad, en la creencia de que la violencia sólo puede ser vencida con el cambio del corazón humano «. 

Fuentes: La Nuova Bussola Quotidiana, Signos de estos Tiempos

 

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Que dijo el papa en Aparecida y en Hospital San Francisco

Homilías del 24 de julio.

 

En una multitudinaria misa ante 200.000 personas en el santuario de Aparecida Francisco dijo que: «seamos luces de esperanza. El cristiano no puede ser pesimista» en invitó a «mantener la esperanza, dejarse sorprender por Dios y vivir con alegría».

 

fransico en el hospital san francisco

 

Por la tarde-noche el papa visitó el Hospital de San Francisco invitando a «abrazar al que sufre», denunció a «los mercaderes de muerte» que siembran «la plaga del narcotráfico». «La lepra de nuestros días se llama droga. Pero no están solos».

LO QUE DIJO EN LA HOMILÍA EN APARECIDA POR LA MAÑANA

Dios nunca deja de sorprender, como con el vino nuevo del Evangelio que acabamos de escuchar. Dios guarda lo mejor para nosotros. Pero pide que nos dejemos sorprender por su amor, que acojamos sus sorpresas

El Papa arrancó su homilía recordando la histórica V Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe, donde los obispos se sintieron «inspirados» por la voluntad de los fieles. Como en el Concilio Vaticano II. Como en todos los tiempos en que la Iglesia ha buscado reformarse a sí misma.

«El Documento de Aparecida nació precisamente de esta urdimbre entre el trabajo de los Pastores y la fe sencilla de los peregrinos», señaló el Papa, quien pidió a la Señora de Aparecida

«que nos ayude a todos nosotros, Pastores del Pueblo de Dios, padres y educadores, atransmitir a nuestros jóvenes los valores que los hagan artífices de una nación y de un mundo más justo, solidario y fraterno».

Una misión que precisa de tres actitudes:

«mantener la esperanza, dejarse sorprender por Dios y vivir con alegría».

Sobre la esperanza, Bergoglio recordó que, pese a las dificultades,

«Dios nunca deja que nos hundamos».

Ante el desaliento que podría haber en la vida, continuó,

«nunca perdamos la esperanza. Jamás la apaguemos en nuestro corazón».

Frente al dinero, el éxito, el poder o el placer, Francisco reivindicó que

«seamos luces de esperanza. Tengamos una visión positiva de la realidad. Demos aliento a la generosidad que caracteriza a los jóvenes, ayudémoslos a ser protagonistas de la construcción de un mundo mejor: son un motor poderoso para la Iglesia y para la sociedad».

«La segunda actitud: dejarse sorprender por Dios», afirmó el Papa, quien subrayó que

«Dios nunca deja de sorprender, como con el vino nuevo del Evangelio que acabamos de escuchar. Dios guarda lo mejor para nosotros. Pero pide que nos dejemos sorprender por su amor, que acojamos sus sorpresas. Confiemos en Dios», como hizo María en las bodas de Caná.

«La tercera actitud: vivir con alegría. Queridos amigos, si caminamos en la esperanza, dejándonos sorprender por el vino nuevo que nos ofrece Jesús, ya hay alegría en nuestro corazón y no podemos dejar de ser testigos de esta alegría», apuntó Francisco.

«El cristiano es alegre, nunca triste. Dios nos acompaña», volvió a reiterar, anunciando, como hizo Jesús, que «el pecado y la muerte han sido vencidos», por lo que «el cristiano no puede ser pesimista. No tiene el aspecto de quien parece estar de luto perpetuo».

LO QUE DIJO EN LA HOMILÍA EN EL HOSPITAL SAN FRANCISCO POR LA TARDE-NOCHE

Francisco bendijo por la tarde las nuevas instalaciones del hospital San Francisco de Asís de la Providencia, donde viven y se tratan miles de enfermos de la gran epidemia de nuestro siglo: la dependencia.

Esta institución recibe a personas con adicciones, en especial jóvenes, y dispone de 500 camas para dar asistencia quirúrgica a indigentes. Es obra de un franciscano, Fray Francisco Belotti, que la dirige aún hoy.

Esta Fraternidad de San Francisco de Asís en la Providencia de Dios, nació hace 27 años, 1985, como una institución caritativa y luego se convirtió en Fraternidad de vida consagrada, con reconocimiento de la Santa Sede. Sirve a jóvenes con problemas de drogodependencia en diferentes barriadas del Brasil y también en Haití.

Antes de arrancar el acto en sí, Francisco saludó, sin tiempo, empapándose literalmente, a todos y cada uno de los fieles -muchos de ellos enfermos- que quisieron encontrarse con él.

«No están solos», dijo el Papa ante la intensísima lluvia del invierno tropical.

«¡No dejen que les roben la esperanza! Y también quiero decir. ¡No robemos la esperanza!», dijo el Papa.

Francisco hizo especial hincapié en la necesidad de «abrazar al que sufre» como hizo en su día el santo de Asís, quien se dio cuenta de que debía abandonar sus riquezas y vivir entre los pobres, justamente al abrazar a un leproso.

«No es la liberalización del consumo de drogas, como se está discutiendo en varias partes de América Latina, lo que podrá reducir la propagación y la influencia de la dependencia química. Es preciso afrontar los problemas que están en la base de su uso, promoviendo una mayor justicia, educando a los jóvenes en los valores que construyen la vida común, acompañando a los necesitados y dando esperanza en el futuro», ha advertido.

Pero «abrazar no es suficiente. Extendamos la mano a quien vive en dificultad, a quien cayó en dificultad o en la dependencia».

Así, Francisco hizo un llamamiento

a «enfrentar los problemas que están en la raíz del uso de las drogas»,

y atacó a los «mercaderes de muerte, que siguen la lógica del dinero y el poder a toda costa. La plaga del narcotráfico requiere una muestra de valor» para posiconarse en su contra.

«Tú eres el protagonista de la subida, nadie puede subir por ti» indicó Francisco a los allí presentes, entre los que se encontraban varios drogodependientes que dieron su testimonio ante el Pontífice.

Un fuerte abrazo por parte de Francisco a cada uno de ellos cerraba cada intervención.

«Miren con confianza hacia adelante», dijo el Papa.

 «En este hospital se hace concreta la parábola del Buen Samaritano. Aquí no hay indiferencia, sino solicitud. No hay desinterés, sino amor».

Fuentes: Periodista Digital, Signos de estos Tiempos

 

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