Pareciera que entre más antiguo sea un templo católico se percibe más bello y reverente.

¿Es que la edad les transfiere hermosura y solemnidad, o hay algo especial en su arquitectura que lo hace así?

Catedral-basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza

Hay templos modernos, tanto modestos como lujosos, que guardan una enorme belleza y proporción, así que no se trata de materiales modernos y nuevos sistemas constructivos.

Pero sin embargo hay muchos casos donde la simpleza y un gusto más “actual” son tomados como rehenes para defender lo indefendible: lo feo e incorrecto.

 

CUANDO EL ARQUITECTO QUIERE PASAR A LA HISTORIA POR SU VANGUARDISMO

Las ansias del arquitecto por diseñar algo vanguardista nos acerca al peligro de promover la incongruencia entre la celebración eucarística y el entorno donde se celebra.

Ambas cosas terminan contradiciéndose entre sí. Acá algunos ejemplos:

A – Iglesia de la Santísima Trinidad en Viena, Austria, llamada “Wotruba Church”, y que irónicamente se inspiró en este otro templo.  (Fuente)

B – La iglesia de Saint-Pierre en Firminy, (Loira, Francia), un templo católico que terminó siendo centro cultural. (Fuente)

C – La catedral de Nuestra Señora de los Ángeles, en la ciudad de Los Ángeles en Estados Unidos. (Fuente)

Respecto a la catedral de Los Ángeles tristemente se demolió el bello templo original, se entiende que necesitaran más espacio.

Lo raro es no haber hecho un templo más bello que el original (Ah, y cualquier parecido con este otro edificio esperemos que sea mera coincidencia).

Habrá algunos que defiendan estos templos desde sus gustos personales; en cuestión de gustos no hay nada escrito.

Pero esto puede ser debatido desde un argumento objetivo.

Un edificio será bueno o malo en la media que satisfaga las necesidades para las que fue construido, privilegiando al usuario principal que alberga.

Es acá donde nos sumergimos a la dimensión espiritual del asunto.

 

EL ENCUENTRO CON DIOS EN LA CREACIÓN

Dios creó nuestro planeta para que fuera propicio meditar sobre Su existencia.

A través de la creación podemos llegar al conocimiento de Dios, ya lo escribió san Pablo:

Pues lo que se puede conocer de Dios lo tienen a la vista, ya que Dios se les ha manifestado.

Desde la creación del mundo, su condición invisible, su poder y divinidad eternos, se hacen asequibles a la razón por las criaturas.

Por lo cual no tienen excusa (Romanos 1,19s)

Y esta dimensión de la creación (como instrumento para llegar al conocimiento de Dios) no se queda allí, va más allá, la misma creación nos dirige a rendirle culto al Señor.

En el libro de Job (Job 38,4-10), vemos como Dios “construyó” el mundo a manera de un edificio unido al culto celestial.

La Tierra fue el primer templo: cimientos, medidas, ángulos, límites definidos con puertas y cerrojos.
.
Todo esto terrenal unido a una liturgia celestial que alaba al Creador de tan esplendida obra.

En el Templo que es nuestro planeta Tierra, Dios colocó un lugar aún más específico y propicio para conocerle y tratar con Él en una relación de amor: El Jardín del Edén.

 

DEL JARDÍN DEL EDÉN AL TEMPLO DE JERUSALÉN

Si bien el templo debe ser un lugar para el conocimiento y la alabanza de Dios, principalmente es el lugar donde el Señor se hace presente.

Esto se cumple a cabalidad en Edén:

Y cuando oyeron la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, el hombre y su mujer se ocultaron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del jardín. (Génesis 3,8)

Pero luego de la caída el ser humano fue expulsado del paraíso y la presencia de Dios fue reservada para momentos cruciales en la historia.

Y no se volvió a tener un lugar físico recurrente hasta la aparición del primer “templo” del pueblo de Dios.

Este lugar no lo construyó Él mismo, sino el hombre siguiendo Sus instrucciones.

Fue el Tabernáculo, y este a su vez se expandió y “evolucionó” en el Templo de Jerusalén.

En este punto hay que notar las similitudes entre el Edén, el Tabernáculo y el Templo de Jerusalén:

¿Lo notaron?
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El Tabernáculo y el Templo son una “recreación” del Jardín del Edén, un lugar en el que Dios es amigo del hombre.

Y esto no pasó desapercibido en los primeros templos cristianos, aunque por las circunstancias de la época tomaron su tiempo en aparecer.

 

LOS CRISTIANOS: TEMPLO E IGLESIA DE DIOS

Debido a la potencia y eficacia del Evangelio los discípulos fueron perseguidos (Hechos 8,1).

Por ende la Eucaristía solía celebrarse con cierta clandestinidad en lugares seguros, normalmente casas preparadas cuidadosamente para la ocasión.

Esto se puede apreciar en la última cena de Nuestro Señor que se llevó a cabo en un lugar digno y seguro (Lucas 22,10-13).

En cuanto a la evangelización los primeros cristianos aprovecharon la funcionalidad de las construcciones y lugares.

Jesús y sus apóstoles predicaron el Templo de Jerusalén y en las sinagogas (Lucas 20,1 ; Lucas 4,16 ; Hechos 5,42 ; Hechos 13,5); y San Pablo lo hizo incluso en lugares de reunión paganos (Hechos 17,19-20).

Las plazas y las sinagogas eran adecuadas para reunir a cierta cantidad de personas y tenían la suficiente acústica para ser escuchados y entendidos.

Debido a esta variedad de lugares – según se predicara o se celebrara la Eucaristía – se puede objetar que el templo o edificio fijo ya no debería ser importante en el culto cristiano católico.

Después de todo, ahora nosotros somos el verdadero templo de Dios vivo, nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6,19).

El verdadero templo de Dios ya no era un lugar específico sino donde quiera que hubiera cristianos reunidos (Mateo 18,20).

De modo que la iglesia misma no es un edificio de piedra sino las personas que forman el cuerpo místico de cristo (1 Corintios 12,27s).

Incluso se puede observar como la misma fue edificada en semejanza a como Dios “construyó” la creación, a manera de templo, san Pablo (Efesios 2,19-22) y san Pedro (1 Pedro 2,4-5) lo dejan bien claro en sus cartas.

Ahora bien, siendo cada cristiano un tabernáculo vivo y la Iglesia la asamblea reunida ¿Por qué tenemos hermosos templos?

En primera instancia, por la utilidad de tener un punto de encuentro para celebrar los sacramentos y escuchar la Palabra de Dios.

 

EL GÉNESIS DE LOS TEMPLOS CATÓLICOS

Como hemos visto, los primeros cristianos tenían claro que los edificios de culto no eran “obligación” o una necesidad absoluta para la Iglesia, pero esto no significa que estuvieran en contra de ellos.

Al ser perseguidos no era prudente formalizar espacios permanentes para el culto.

Pero en lugares relativamente seguros, hay evidencia de que algunas de las casas que usaron – al principio – clandestinamente para celebrar la Eucaristía se transformaron en templos con todo el rigor de la palabra.

Acá un ejemplo:

La imagen de arriba muestra la ruina del templo cristiano fijo más antiguo del mundo, y que aún está en pie (o parte de él), es la iglesia de Dura-Europos.

Fue una casa adaptada para la administración de los sacramentos, esto ocurrió entre los años 233 y 256 d.C.

Sus áreas fueron:

(1)Entrada, (2)Baptisterio, (3)Patio central, (4)Área para enseñanza de la Fe, aula de catequesis, (5)Asamblea General para la lectura de la palabra y celebración eucarística  (6)Gradas que suben (también existe la posibilidad de que la segunda planta pudo ser usada para la celebración eucarística, independiente de la Asamblea).

Como se puede ver, es un edificio dedicado y al servicio de mandatos concretos de Cristo: Predicar el Evangelio (Marcos 16,15), Bautizar (Mateo 28,19) y celebrar la Eucaristía (Lucas 22,19; 1 Corintios 11,23-25).

Y cabe notar que tenía imágenes representando a Cristo en pasajes bíblicos: (A) Mujeres visitando una tumba (¿María y Marta a la de Lázaro? O ¿La Virgen María y María Magdalena la de Jesús?), (B) Jesús el buen Pastor, (C) La curación del paralítico, (D) Jesús y Pedro caminan sobre las aguas.

Catedral de Ejmiatsin

Otro edificio primitivo es la catedral más antigua del mundo, la Catedral de Ejmiatsin, que data del año 303 d.C., pero que fue reconstruida en el 484 d.C.

Desde estas fechas se puede distinguir claramente la diferencia entre la jerarquía de los templos.

Las Catedrales son superiores y comparables “en espíritu” al Templo de Jerusalén, luego van los templos parroquiales bajo la jurisdicción de la catedral y en espíritu similares a las sinagogas judías en jerarquía.

Después del edicto de Milán (año 313 d.C.) acabó la persecución de los cristianos y la clandestinidad dejó de ser un requisito para celebrar los sagrados misterios de la Iglesia, se podía profesar la fe en público y había tolerancia al culto cristiano.

La conversión del emperador Constantino I ayudó a la cristianización de Roma durante un proceso que duró más de medio siglo.

Llegando a su realización en el año 380 d.C. con el Edicto de Tesalónica que promulgó el cristianismo como la religión oficial del Imperio Romano.

Logrando esta victoria prometida (Daniel 2:44-45), se desterró el culto a los falsos dioses y se adaptaron algunos edificios paganos a las necesidades de la Iglesia.

También fue construida la primera catedral en la sede romana que tanto persiguió a los cristianos: La Archibasílica de San Juan de Letrán.

Ésta ha sido reconstruida en varias ocasiones, pero de data del 324, siendo la sede episcopal del obispo de Roma, el Papa, desde entonces.

 

EL TEMPLO CATÓLICO Y EL TEMPLO DE JERUSALÉN: UN MISMO SEÑOR

Con el surgimiento de espacios fijos para el culto cristiano la Iglesia tuvo la libertad de meditar en cómo deberían ser sus templos.

Ya no eran perseguidos, el Señor ya podía tener un lugar digno, para habitar entre ellos, también en sus templos.

Anecdóticamente llegaron a asimilar quizá por investigación, quizá por herencia, quizá porque el Dios de Israel es el verdadero Dios y Señor de los Cristianos, asombrosas semejanzas con el Templo de Jerusalén y las sinagogas judías.

1 – En la entrada del Templo de Jerusalén había agua, en las iglesias católicas tenemos el agua bendita al cruzar la puerta.

2 – El vestíbulo del templo pasa a ser la plaza de la iglesia.

3 – El lugar santo pasa a ser la nave central.

4 – En ambos casos hay altares; en el Templo se sacrificaban corderos para la expiación, en las iglesias se hace presente el único sacrificio de Cristo, el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

5 – El santo de santos del Templo, pasa a ser en nuestras iglesias el tabernáculo o sagrario, en donde reside la presencia real de Dios en la tierra.

6 – La Menorá que representa el Árbol de la Vida, es cumplida en la Cruz de Cristo en el altar.

A – Las sinagogas tienen una representación de las tablas con los 10 mandamientos.

La palabra de dios hecha piedra, en nuestras iglesias tenemos la Palabra de Dios hecha carne bajo la apariencia de pan, la Eucaristía.

B – Las sinagogas cuentan con una llama ardiente para anunciar la presencia de Dios frente al tabernáculo, nosotros también con la misma función frente al sagrario.

C – En ambas tradiciones contamos con un ambón, que es desde donde se lee la Palabra de Dios.

D – Tanto católicos como judíos decoramos las paredes y superficies de nuestros edificios religiosos con imágenes, los judíos sólo con imágenes planas y de naturaleza, y nosotros también con imágenes en relieve (estatuas) de Jesús y de los santos.

Las de Jesús para celebrar la encarnación de Dios, que ya tiene figura, y que ya es accesible al hombre.

Y las de los santos para tomar conciencia que durante la liturgia estamos ante «una gran multitud de testigos» que participan desde el cielo (Hebreos 12,1 ; Apocalipsis 19,1-2).

Con todo esto los edificios católicos no son tabernáculos o templos en un sentido doctrinal cristiano estricto.

Ellos sólo son referidos como tabernáculos o templos porque ellos contienen el Verdadero Templo por excelencia que permanece en el edificio: El Santísimo Sacramento, la Eucaristía.

Con el fin de la persecución la Eucaristía tomó el lugar que le correspondía dentro del templo, normalmente cerca del al altar de diversas formas, hasta llegar al Sagrario que conocemos hoy en día.

Esto cumplía la profecía de Cristo (Mateo 21,13), al tener Su presencia real los edificios de culto católicos pasaron a ser auténticas casas de oración.

El usuario principal del Templo es Jesús Eucaristía, en torno a él es que se debe diseñar el templo, y no relegarlo a un lugar secundario.

Puede haber una capilla anexa, pero no por esto debería descuidarse la colocación del sagrario en el templo principal.

Por ende nuestros templos no son como los templos paganos, que albergaban sólo estatuas de falsos dioses, el Señor jamás habitó en dichos lugares mientras fueron paganos (Hechos 17,24).

En nuestros templos, por otra parte, permanece la presencia real de Dios, el Emmanuel, el cordero de Dios, en el Verdadero Templo que Él mismo hace en cada consagración, la Eucaristía (Mateo 28,20 ; Lucas 22,19 ; 1 Corintios 10,16-17).

Iglesia de San Martín (1700 d.C.) e Iglesia de San Alberto (1885 d.C.)
(Dos templos muy diferentes, pero ambos adecuados para el culto cristiano)

 

¿QUÉ LE DEBERÍAMOS EXIGIR A UN BUEN TEMPLO CRISTIANO?

La mayoría de los templos vanguardistas no parecen lo que teológicamente deberían ser: jardines en piedra, cálida y acogedora que nos remite a un Dios que es persona y es amor.

Sino que son desiertos áridos bañados por la fría luz de un “dios impersonal”.

Bien podrían ser edificios gubernamentales, salones de convenciones, o bodegas de bancas, todo menos lo que debería ser un templo católico.

Elementos básicos a tener en cuenta

  • Altura ¿apuntan al cielo?
  • Simbolismo de naturaleza, flores vivas
  • Textura de piedras rusticas apiladas
  • Esculturas de santos en nichos por encima del suelo
  • Centralidad del sagrario, preminencia del altar
  • Pila bautismal de buen tamaño, fuentes de agua bendita
  • La cruz, y un crucifijo preeminente,
  • Incienso que invite a la oración
  • Pinturas con pasajes bíblicos
  • Representaciones de seres celestiales custodiando el templo

Con tantos siglos de ejemplos no hay forma de no encontrar inspiración correcta.

Procuremos ante todo tener un templo digno para el Espíritu Santo en nuestros cuerpos, pero no seamos descuidados olvidándonos de nuestros edificios de culto.

Y no se  trata de despreciar las nuevas técnicas y materiales, se trata de ponerlos al servicio del misterio de la liturgia católica.

Los templos deben facilitar el entendimiento de lo que pasa dentro de ellos, Dios habita entre su pueblo, y gracias a esto, verdaderamente se une el cielo y la tierra de forma concreta.

Este “misterio” que se percibe en el templo católico puede servir para que las personas entiendan la realidad que resguardan, partiendo de los símbolos.

“Esto dice el Señor. «Los cielos son mi trono, y la tierra, el estrado de mis pies. ¿Qué Templo me vais a poder construir, y qué lugar para mi descanso?” (Isaías 66:1)

Con este conocimiento espiritual, construyamos buenos y bellos templos, ¡es lo que los católicos hacemos y hemos hecho desde casi dos milenios!

¡Y sintámonos orgullosos! Es una bella tradición que se remonta hasta la creación del Cosmos, Dios puso el ejemplo.

María Santísima, Tabernáculo de Dios vivo, ruega por nosotros.

Fuentes:


Informe Redactado por Marvin Marroquín

 

Estudios en arquitectura, filosofía, teología y apologética
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