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Los Católicos y los Ortodoxos de Oriente sostienen que el pan y el vino consagrados se transforman en la carne y la sangre de Cristo.

Aún sin perder la apariencia de pan y vino.

Hubo allí una transubstanciación, en un momento preciso de la consagración en la misa, por un ministro ordenado adecuadamente.

Los protestantes dicen que no hubo ningún cambio real y todo es un simbolismo.

Sin embargo la Biblia no dice que es un simbolismo, sino todo por el contrario dice que realmente eso es la sangre y el cuerpo de Cristo.

Veremos todo eso en este artículo.

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A lo largo de los 2000 años de historia del cristianismo la doctrina de la transubstanciación ha estado del centro de varios cismas.

La mayoría de las iglesias protestantes de la línea principal rechazan la doctrina de la transubstanciación, pero conservan la idea de la eucaristía como una ocasión para “la presencia de Cristo entre nosotros”.

Y para los pentecostales y evangélicos en general la eucaristía simplemente es una comida conmemorativa.

La línea oficial de la Iglesia Católica es que el pan y el vino se transforman realmente en la carne y la sangre de Cristo, mediante la invocación al Espíritu Santo de parte de un sacerdote debidamente ordenado.

Y se produce cuando el sacerdote muestra la hostia y dice “este es mi cuerpo” y luego muestra el cáliz y dice “esta es mi sangre”.

Pero ésta consideración teológica de la transustanciación no es compartida siquiera por la mayoría de los católicos, según encuestas que se ha realizado.

En principio por una falta de catequización de los últimos años.

Pero ha sucedido que también en los territorios de misión cómo son África, Asia y América Latina el énfasis no ha sido puesto en la presencia real de Cristo en la hostia consagrada como dogma.

Sino más bien en la ocasión en la que Cristo se pone a disposición de la comunidad a través de un acto de recuerdo.

Y eso lo manejan como una ocasión para ser transformados por Cristo; no niegan el dogma sino mas bien hay un cambio de énfasis.

Por lo tanto el enfoque no está en el dogma sino en la acción que produce el consumo de la eucaristía y la ocasión del encuentro con Cristo.

Esta ha sido la línea que ha seguido el Papa Francisco, muy relacionada con un criterio ecuménico.

O sea el sacramento enfatizado con un elemento comunitario en lugar de un misterio o un milagro.

La noción del dogma viene del judaísmo.

   

LA NOCIÓN DEL SACRIFICIO EN LOS JUDÍOS

En el judaísmo de la época de Jesús, el sacrificio para la expiación de los pecados que hacían los sacerdotes tenía dos partes.

Una parte era la ofrenda que sucedía cuando al animal se le transferían simbólicamente los pecados del pueblo, por la imposición de manos de parte del sacerdote.

Luego se mataba al cordero y con la sangre se rociaba el propiciatorio del Arca de la Alianza.

Las entrañas se quemaban, el cordero era asado y la carne era llevada a la casa para consumir.

El consumo era la segunda parte del sacrificio.

El culmen de esto era la Pascua judía donde la familia tenía que comer la carne en una noche, por lo que el cordero era consumido en varias etapas por cada consumidor.

Ponía parte del cordero en un plato, lo terminaba de comer y luego iba a buscar nuevamente otro trozo de cordero, lo comía y luego iba a buscar otro, y así hasta que el cordero se consumía totalmente.

Lo que significa que la ofrenda sucedía en un momento único, mientras que el consumo del sacrificio era un evento contínuo hasta que se terminaba el cordero.

Esto es de alguna manera lo que sucede con la sagrada comunión.

Cristo fue muerto una vez en la cruz como el Cordero Pascual de Dios, de la misma forma que los corderos pascuales de los judíos.

Pero el consumo de la ofrenda que es Cristo está en curso permanentemente en la Eucaristía.

O sea que Cristo se inmoló una vez pero el consumo de su sangre y de su cuerpo continúa permanentemente.

Por eso es un error decir que en cada misa Cristo es sacrificado, porque Cristo fue sacrificado una vez y para siempre en el calvario.

Lo que sucede cada vez es la recreación de esa materia para ser consumida.

Significa más específicamente que el único sacrificio del Calvario de Cristo se hace presente en forma resucitada y viviente, durante la Eucaristía y en forma permanente.

Esto es una contestación a lo que dicen los protestantes que los católicos matan a Cristo una y otra vez en la misa.

La materia a consumir en cada eucaristía sucede mediante la transubstanciación milagrosa qué hacen los sacerdotes ordenados de las especies de pan y vino.

   

QUÉ ES LA TRANSUBSTANCIACIÓN

La transubstanciación es la transformación de las especies de pan y vino en la sangre y el cuerpo de Cristo, cuando son consagrados por un sacerdote auténticamente ordenado, en la santa misa.

Subsiste la apariencia de pan y vino pero realmente existe el cuerpo y la sangre de Jesucristo, en cada partícula de las especies consagradas.

Esta transformación es sostenida por la Iglesia Católica y las Iglesias Ortodoxas, no así por la mayoría de los protestantes y evangélicos.

Católicos y Ortodoxos dicen que en cada partícula de la hostia y el vino consagrado está verdaderamente Cristo presente con su cuerpo y con su sangre, y no se trata de un símbolo ni algo figurativo; es Cristo en realidad.

Los católicos hablan de transubstanciación y de presencia real del cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de Nuestro Señor.

Y los ortodoxos engloban todo esto en la palabra misterio, y para ello usan secundariamente las palabras de transmutación, transubstanciación, conversión, transformación.

Este proceso y la argumentación correspondiente, en el caso de la Iglesia Católica, se puede leer en los numerales 1373 a 1377 del Catecismo.

Hay un misterioso momento en que el sacerdote ordenado realiza la transubstanciación, y qué es importante saberlo para comprender la dinámica de las palabras de la consagración en la misa.

   

¿EN QUÉ MOMENTO SUCEDE LA CONSAGRACIÓN Y LA TRANSUBSTANCIACIÓN?

El momento más misterioso de la misa es cuando el sacerdote consagra el pan y el vino y se transforman súbitamente; se transubstancian.

Esto sucede en la Plegaria Eucarística.

Wikipedia lo define de esta forma

Los partidarios de la Transubstanciación creen que la sustancia del pan cambia, por un milagro y por las palabras de la consagración que pronuncia el sacerdote.

Y se convierte en la sustancia del cuerpo de Cristo, el pan ya no tiene lo que lo hacía pan, ahora es el cuerpo de Cristo.

De igual manera pasa con el vino, pero permaneciendo los accidentes del pan y el vino como su olor, textura, sabor y otros elementos perceptibles.

Como la substancia es la de Cristo, cualquier pedazo minúsculo contiene a Cristo todo entero, igualmente cualquier gota del vino.

De este modo comiendo sólo el pan o bebiendo sólo el vino se come o bebe el cuerpo entero de Cristo. (Ver Catecismo de la Iglesia Católica: 1376, 1412 y 1413)

¿Cuándo ocurre exactamente la transubstanciación durante la misa?

Se produce cuando el sacerdote, In Persona Christi (en la Persona de Cristo), dice las Palabras de la Institución.

La opinión común de los teólogos es que las ocho palabras: “Este es Mi Cuerpo” y “Esta es Mi Sangre”, son por sí mismas necesarias y suficientes para la “Forma Sacramental” de la Eucaristía.

¿Esto cambiaría si un sacerdote consagrara fuera de la Plegaria Eucarística?

De acuerdo con el Derecho Canónico #927, está explícitamente prohibido para un sacerdote consagrar fuera de la Celebración Eucarística.

Esto significa que es posible que se produzca la Transubstanciación, pero sería un grave pecado.

¿Por qué enseña la Iglesia que se produce en ese momento?

Simplemente porque es conocido por la tradición. Eso es lo que enseñaron los apóstoles y eso es lo que la Iglesia Católica cree.

¿Cómo se produce la transubstanciación?

El cambio de la Transubstanciación es instantáneo. No es gradual.

Es decir, la presencia de Cristo no pasa del 0% y lentamente llega al 100% durante las palabras de la Institución.

En la Transubstanciación, cada elemento se cambia en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo.

Es decir, el pan cambia completamente en el Cuerpo y la Sangre.

Del mismo modo el vino cambia en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

El pan no cambia en el Cuerpo por sí solo y el vino en la Sangre por sí sola. (Ver: Trento, sesión 13 c 3.. , Suma Teológica Q76.2 , y los artículos de la Presencia Real y la Comunión bajo las Dos Especies )

La “Presencia de Cristo dura todo el tiempo que subsistan las Especies Eucarísticas”.

Una vez transubstanciados el Cuerpo y la Sangre son el Cuerpo y la Sangre, siempre que existan, hasta su destrucción por el consumo o descomposición.

¿Por qué la transubstanciación ocurre en ese momento y no en otro?

El #1376 del catecismo de la Iglesia católica afirma que esto es porque Cristo dijo en la última cena, que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo.

   

CÓMO CONTESTAR LAS CRÍTICAS DE LOS PROTESTANTES

La mayoría de los protestantes niegan la transubstanciación diciendo qué se trata de un simbolismo del cuerpo y la sangre de Cristo.

Obviamente que ellos no lo pueden replicar en su servicios religiosos, porque no tienen órdenes consagradas válidas que hagan la consagración.

Porque cuando la Reforma perdieron el Sacramento de las Órdenes Sagradas y por tanto no pueden completar la transubstanciación.

Si un pastor repitiera las fórmulas católicas que se dicen en misa, las especies seguirían siendo pan y vino, no habría ningún cambio en ellas.

Pero en ninguna parte del nuevo testamento dice que la Eucaristía es sólo simbólica, y esto tendrían que evaluar lo especialmente los protestantes porque son los propulsores de la sola scriptura.

Y es más si echamos un vistazo a lo que dice la escritura veremos lo contrario.

Tomemos a San Pablo,

“La copa de bendición que bendecimos ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo?

Y el pan que partimos ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?

Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan”. (1 Corintios 10: 16-17)

En este pasaje queda claro que San Pablo dice que el pan es el cuerpo de Cristo y el vino es la sangre de Cristo, y no sólo símbolos de ellos.

Y además continúa diciendo San Pablo,

Porque yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este es mi cuerpo que se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío.»

Asimismo también la copa después de cenar diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en recuerdo mío.»

Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga.

Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor.

Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa.
Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio casti
go”. (1 Corintios 11: 23-29)

Cuando San Pablo expresa que Jesucristo dijo este es mi cuerpo y esta es mi sangre, no puede leerse que dijo esto representa mi cuerpo y representa mi sangre.

Además Jesús se presentó en los evangelios como «Yo soy el pan de vida el que viene a mí nunca tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed».

Este discernimiento de los católicos de qué están comiendo la carne y bebiendo la sangre de Jesús en la Eucaristía, introduce el concepto de la recepción digna o indigna de la eucaristía, que no lo tienen los protestantes porque simplemente no tienen eucaristía.

   

CÓMO RECIBIR LA EUCARISTÍA DIGNAMENTE

En la iglesia primitiva los primeros cristianos hacían la fracción del pan y del vino todos los días.

Pero con el tiempo fue creciendo la noción de consumir el cuerpo y la sangre de Jesucristo dignamente.

Y ya en la Edad Media se consumía mensualmente, porque suponían que la Eucaristía era un momento muy especial y que la persona debería estar preparada.

Es más, si la persona consumía la Eucaristía con menos frecuencia a la mensual, se asumía que la estaba consumiendo indignamente.

Incluso se comenta que el primer arzobispo protestante de Canterbury impuso la práctica de comulgar en cada servicio y los fieles pagaban a alguna persona para que recibiera la comunión por ellos, para no contravenir el criterio del consumo mensual.

Poco a poco el criterio fue cambiando nuevamente hacia la práctica de los primeros cristianos y un punto de inflexión fue cuando el papa Pío décimo alentó la comunión frecuente en Sacra Tridentina, a principios del siglo XX.

Y puso énfasis en la intención diciendo,

«La intención correcta consiste en esto: que el que se acerca a la Sagrada Mesa lo haga, no por rutina, vanagloria o respeto humano, sino que desea agradar a Dios, estar más unido a Él por la caridad, y recurrir a este remedio divino para sus debilidades y defectos».

Y agregó además,

Hay que tener cuidado de que la Sagrada Comunión sea precedida de una cuidadosa preparación, seguida de una apropiada acción de gracias, de acuerdo con las fuerzas, circunstancias y deberes de cada uno».

Y esto lo podemos operacionalizar en 5 puntos.

Debes tener fe en la verdadera presencia de Jesucristo en la Eucaristía.

Necesitas no estar en pecado mortal y estar confesado para recibir la Eucaristía.

Debes tener conciencia del momento especial de la eucaristía y no tomarla en forma rutinaria.

Debes prepararte para tomarla mediante oración y alejamiento de las distracciones.

Debieras hacer un momento de Acción de Gracias al Señor luego de tomar la comunión.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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