A través del acceso a la eucaristía. 

El freno para que el mundo adopte decididamente una moral que destruya al ser humano es la conservación de la moral católica.

A pesar de nuestra debilidad somos aún un dique de contención, la conciencia del planeta.

Por eso el maligno trata de usar personas que impulsen esta modificación de la moral desde adentro, proponiendo cambios que cuestionen la sacralización de la vida, que no respeten como fueron creados los seres humanos, varón y mujer, etc

Su apuesta es ir paso a paso, lo primero es hacer más laxos los principios morales.

Y en este caso el foco está puesto en redefinir cuáles son las exigencias para estar en comunión con Dios y su Iglesia.

O sea que una persona pueda aparecer como legítimamente católica, a pesar que no acate e incluso milite contra los valores innegociables del catolicismo. 

Aquí hablaremos de la batalla que se está produciendo sobre quién puede recibir la eucaristía, lo que redefine por lo bajo que significa el pecado mortal.

La mayoría de los obispos alemanes han hablado en favor de que los protestantes reciban la comunión y lo han llevado a la práctica como mostramos en otros videos. 

Y por otro lado, algunos políticos de norteamérica, que se dicen católicos y van a misa, pretenden que se les siga dando la eucaristía, como lo han hecho los obispos norteamericanos en los últimos años.

Aunque no creen que la vida sea sagrada desde su comienzo hasta su fin natural, ¿saben a lo que me refiero no? y militan contra los principios morales del catolicismo.

Pero dada la radicalidad de estos políticos en poder en la actualidad, contra los valores cristianos, ha surgido entre los obispos una fuerte corriente en contra, y el tema se está discutiendo bajo el rótulo coherencia eucarística.

Mientras que la respuesta de estos políticos es mostrarse desafiantes, afirmando que la Iglesia nos les va a prohibir la comunión, tratando así de politizar el tema para doblarle el brazo a los obispos.

Y reciben el apoyo de los medios de comunicación, que acusan a los obispos fieles de sumarse a la oposición política, cuando precisamente tratan de despolitizar el tema.

De modo que estamos ante un esfuerzo coordinado desde dentro como desde fuera de la Iglesia, para cambiar al catolicismo, porque es un freno a los nuevos valores que quiere implantar el nuevo orden mundial.

Y lo están haciendo a través de modificar la connotación del bien más sagrado que nos dejó Dios en la Tierra, la presencia real de Jesucristo en la hostia consagrada.

Cuando Jesús dice que el que no come mi carne no tiene vida eterna, y que su carne y su sangre es verdadera comida, no estamos ante un pan cualquiera. 

Y esto se puede comprobar con la diversidad de milagros eucarísticos que se han producido. 

Donde la hostia consagrada se convierte en carne y el vino en sangre. 

Hay decenas de ellos a través de la historia, donde análisis de laboratorio, hasta han podido verificar que la sangre procede del ventrículo de un corazón, que ha sido herido y maltratado. 

Esa sangre es del mismo tipo que la que se encuentra en la Sábana Santa de Turín. 

Por eso no podemos negar el milagro de la Sábana Santa, como tampoco se puede negar el milagro de la Eucaristía.

Incluso los animales han reconocido que Jesús está presente en la hostia consagrada. 

Famoso es el caso de la mula de Rímini, que se hincó ante la Eucaristía que exhibía San Antonio de Padua, para desmoronar las dudas que tenía un hereje. 

Está también lo que sucedió en octubre de 1995 con unos perros.

Se tenía previsto que Juan Pablo II saludara a los seminaristas del seminario de Saint Mary en su visita a EE.UU. 

Así que la seguridad tenía que ser muy buena y se dispusieron de perros entrenados para que buscaran alguna persona, arma o explosivo que pudiera ser colocado para atacar al Papa. 

Estos perros altamente entrenados pasearon por todas partes y por último los llevaron a la capilla donde el Papa haría una visita. 

Al llegar al Sagrario los perros empezaron a llamar la atención de sus cuidadores. 

Porque para ellos había alguien allí en el Sagrario. Y en efecto Jesús está presente allí. 

Otro caso es el de una bruja que le pidió a una mujer la eucaristía para un hechizo y entonces debía robar la hostia. 

La mujer se llevó la eucaristía, pero en el camino la escondió en el lugar donde los animales hacían sus necesidades. 

Lo razonable es que allí sufriría la profanación. 

Sin embargo los animales no hicieron nada allí y parecía que rendían culto a algo que estaba enterrado allí. 

¿Pero esa eucaristía en que está presente íntegro Dios, qué función cumple en nuestra fe?

¿Es para todos, independientemente sea su conducta?

San Pablo habla de que no todos pueden comulgar, como no todos van a entrar al Cielo, si no corrigen su vida. 

Dice,

«Quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, peca contra el cuerpo y la sangre del Señor»

Y Santo Tomás de Aquino menciona como este mismo pan puede dar vida, al que está en gracia, o muerte al que lo come en pecado. 

Por eso a la hora de la consagración del pan y del vino el sacerdote dice «esta es la Sangre de la Nueva Alianza que será derramada por muchos para el perdón de los pecados».

No dice por todos, sino por muchos, porque no es para todos. 

La eucaristía en sí misma es una medicina y un canal del perdón de Dios para nuestros pecados menores. 

Sin embargo, si somos conscientes de un pecado grave, de un pecado mortal, debemos recurrir al sacramento de la reconciliación antes de recibirla. 

Y no defender la vida desde su origen hasta su final natural, e incluso promulgar leyes que acaben con ella, es claramente un pecado mortal.

En el caso de figuras públicas notorias que profesan ser católicas y promueven agendas anti vida, no se trata de un pecado cometido por la debilidad humana circunstancial o en un descuido moral.

Se trata de un rechazo persistente, obstinado y público de la enseñanza católica. 

Y esto agrega una responsabilidad aún mayor al papel de los pastores de la Iglesia, en el cuidado de sus fieles, para evitar que las malas enseñanzas prendan en su rebaño.

Estas personas, al comulgar públicamente, es como si estuvieran diciendo al pueblo católico, ven yo comulgo y promuevo estas ideas, por lo tanto no son malas, ni es pecado.

Entonces si el obispo accede a que tome la comunión, está dando a su rebaño el mismo mensaje, todos pueden comulgar independientemente si apoyan o no los valores cristianos.

Por más que lo haga por debilidad o por presiones políticas.

Y esto es aún peor en el caso del país del norte, cuando los primeros actos de su presidente cuando asumió, fueron medidas anti vida.

La confesión es el sacramento que necesitan estos católicos que están a favor de la plataforma anti vida, no la comunión.

Y cuidado con los argumentos engañosos.

La Eucaristía no es una indulgencia, ni tampoco el que comulga a diario es santo. 

La recepción de la Eucaristía no es sinónimo de santidad.  

Jesucristo vino por los pecadores, para que se reformen.

Por lo tanto, si es su interés comulgar, que cambien de vida. 

De hecho ninguno de los católicos somos merecedores de recibir al Señor, pero si estamos en estado de gracia, tenemos el permiso de recibirle. 

Por eso dice Jesús que no hay que dar las perlas a los cerdos. O sea que no hay que dar lo sagrado a quién no lo valora.  

Y alguien que se aferra al pecado no valora las enseñanzas de Jesús y por tanto no debe de comulgar. 

Tanto por la salud de su alma, como sobre todo, por el mensaje que da a los demás católicos, porque los corrompe.

La moral católica, los valores innegociables que deben seguir los católicos, son el producto de las enseñanzas de Nuestro Señor en la Biblia, alumbradas por el magisterio y la tradición.

Lo que está reflejado en el Catecismo de la Iglesia Católica.

Y no puede variar por lo que opinen políticos alejados de ellos, pero que se dicen católicos para obtener votos en las elecciones.

Ni tampoco por los actos de obispos sumisos al poder político o débiles.

Ni por el modernismo que ha crecido en Alemania por ejemplo y que va rumbo al cisma.

La coherencia eucarística, como se le llama a la correspondencia entre las acciones de las personas y la posibilidad de comulgar dignamente, es lo que mantiene vivos a los mandamientos de Dios entre los fieles.

Porque si se abre el grifo a que personas notorias que promuevan el pecado mortal comulguen, se está debilitando la promoción de esos mandamientos y destruyendo la fe.

Y es lo que en definitiva es lo que quieren estas personas, que son agentes que están trabajando para que la Iglesia Católica se aleje de las enseñanza de Jesús y abrace las enseñanzas del mundo, léase lucifer.

Bueno hasta aquí lo que te queríamos decir sobre la batalla que se está librando en estos momentos sobre quién puede comulgar o no, que en definitiva es una batalla por la firmeza de los valores cristianos o su sumisión a los valores del mundo.

Y me gustaría preguntarte si conoces personas que comulgan en pecado mortal y cuales son sus argumentos para hacerlo.

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