El mundo mira este experimento.
En la noche del 31 de julio de 2013, se aprobó en la cámara de diputados el proyecto que legaliza la venta y autocultivo de marihuana con 50 votos a favor, 46 en contra y 3 ausencias; luego deberá pasar a los senadores. La opinión pública uruguaya se ha manifestado en contra y el Papa Francisco también. Pero hay un poderoso lobby de ex presidentes latinoamericanos operando desde la OEA que respaldan la medida. Pero a nivel internacional hay oposición.
La aprobación de la ley es producto de la presión del Frente Amplio, la coalición de izquierdas gobernante, que recientemente logró aprobar leyes a favor del aborto y del “matrimonio” homosexual.
La ley prevee que las farmacias puedan vender hasta 40 grs. de inflorescencias de cannabis por persona por mes, también posibilita el autocultivo por parte de individuos (un máximo de 6 plantas hembra no excediendo los 440 grs. anuales) o de clubes de consumidores (con un máximo dependiente del número de socios). Asimismo se estipula la regulación de permisos a empresas privadas para cultivo de marihuana psicoactiva orientado al uso medicinal o recreativo, cultivo de cáñamo para usos industriales (producción de papel, textiles o combustibles, entre otros) y cultivo con fines de investigación. Todo esto lleva impuestos para el estado.
El histórico proyecto de ley de legalización de la marihuana en Uruguay pronto se convertirá en ley, pero su impacto puede ser más internacional que nacional.
El proyecto de ley fue aprobado por un estrecho margen de 50-46, después de un día de discursos y posturas que incluyeron el voto decisivo de Darío Pérez, un crítico público de la medida. «Es una bosta, con o sin la ley«, dijo a la Cámara de Diputados antes de votar a favor de la medida.
Fue un largo camino. Desde que se redactó en 2012, las encuestas mostraron que el proyecto de ley de la marihuana – que ha definido tres tipos de productores, crea un organismo regulador para supervisar las ventas y pone límites a la producción y adquisición de la planta – no tenía apoyo popular. La encuesta más reciente de Cifra mostraba que dos terceras partes estaban en contra de la medida, lo cual fue consistente con las encuestas previas, de ésta y otras organizaciones.
LA OPOSICIÓN DEL PAPA FRANCISCO
Entre los opositores fuera del país se encuentran la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y el Papa.
El papa Francisco se zambulló de lleno en el debate que tiene América Latina sobre la liberalización de las drogas en la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro y negó que esa política pueda servir para disminuir las adicciones.
«No es la liberalización del consumo de drogas, como se está discutiendo en varias partes de América Latina, lo que podrá reducir la propagación y la influencia de la dependencia química», sostuvo.
Al inaugurar el ala de un hospital en Río de Janeiro que tratará adictos a drogas, Francisco aludió a los narcotraficantes como «mercaderes de muerte» y al narcotráfico como una «plaga» social.
«¡Cuántos ‘mercaderes de muerte’ que siguen la lógica del poder y el dinero a toda costa!».
Y agregó que
«la plaga del narcotráfico, que favorece la violencia y siembra dolor y muerte, requiere un acto de valor de toda la sociedad«.
El comentario del pontífice contrario a la liberalización de las drogas supone su definición más clara hasta ahora.
Esto también está en la línea que manejó Benedicto XVI al visitar Brasil en 2007, el entonces Papa condenó a los narcotraficantes y advirtió que
«Dios se los va a cobrar».
OPOSICIÓN INTERNA
Como Geoffrey Ramsey escribió en el Pan American Post, la medida tuvo éxito a pesar de estas encuestas, y los poderosos detractores internacionales por una amplia coalición de organizaciones, muchas de ellas integrantes del partido gobernante Frente Amplio (FA), montaron una impresionante campaña de lobby.
Llamaron a esta campaña «Regulación Responsable” haciendo hincapié, según Ramsey, en
«los beneficios sociales, de seguridad y salud de regular el mercado negro de cannabis».
La campaña fue lo suficientemente fuerte como para asegurar el voto del Frente Amplio y ganar algo de tracción con legisladores de la oposición. Aunque ninguno de ellos votó a favor de la ley, muchos de ellos apoyaron partes de la misma, argumentando un cambio más gradual.
El proyecto de ley pasa ahora al Senado, donde se espera que pase fácilmente, convirtiendo a Uruguay en el primer país en el mundo en legalizar la producción, venta y consumo de marihuana.
UN LARGO CAMINO POR DELANTE
Al menos al principio, la legislación sobre la marihuana en Uruguay puede tener más impacto fuera del país que adentro. Tomará meses implementar la legislación y superar los desafíos, y años para comprobar los resultados.
Como Ramsey escribió, las ventas de marihuana en un ambiente controlado y regulado enfrentan muchos desafíos, de los cuales el más destacado es mantener el precio razonable y atractivo para los cerca de 120.000 usuarios.
Hasta el 80 por ciento de la marihuana que se consume en Uruguay proviene del vecino Paraguay, que proporciona la mayor parte de su producto barato a través de las porosas fronteras de Uruguay con Argentina y Brasil.
Los uruguayos que apoyan el proyecto de ley sobre la marihuana dicen que pueden debilitar el precio y ofrecer una mejor calidad. Esto todavía está por verse. Mientras tanto, la mayoría de los uruguayos seguirán dependiendo de los grupos criminales paraguayos para obtener la marihuana, que muchos dicen que huele a «orina».
El proyecto de ley también fue aprobado por la cámara baja, en parte, debido a que fue enmarcado como una forma de frenar el aumento de la delincuencia y la tasa de homicidios en Uruguay. Pero como Ramsey escribió que es probable que la legislación no tenga un impacto directo sobre los grupos criminales uruguayos, que no parecen estar luchando por el comercio de la marihuana en un país que ya es uno de los más seguros del hemisferio.
No obstante, la legislación motivará a otros líderes políticos de la región, que tratan de guiar a sus propios colegas hacia nuevas leyes relativas a las drogas ilícitas, en un intento por disminuir la violencia y abordar los problemas de salud en sus países.
UN LOBBY DENTRO DE LA OEA
Antes del voto, el Secretario General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, visitó Uruguay el mes pasado en una muestra de apoyo a la medida.
La OEA ha sido uno de los partidarios más acérrimos de replantear el debate sobre la legalización hacia uno que busque reducir los niveles de violencia y medidas menos punitivas contra pequeños delincuentes y drogadictos.
En julio, un grupo de 65 miembros del Congreso mexicano envió una carta de apoyo a la FA en el período previo a la votación, y el Ayuntamiento de Ciudad de México está considerando una medida para despenalizar el consumo de marihuana. Numerosos expresidentes de la región han expresado su apoyo a un cambio en el paradigma, entre ellos, el expresidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, quien escribió una columna de opinión en la cual llamaba a la propuesta de Uruguay una «adición por sustracción».
«Tan sólo sacar el dinero del mercado negro podría ser un beneficio en sí mismo«, dijo.
UNA VITRINA PARA EL EXTERIOR
Pero mientras que proporciona el tipo de experimento de la vida real que los legisladores, académicos, trabajadores de la salud, empleados de las prisiones, jóvenes universitarios y cientos de organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo estarán observando, el pequeño tamaño de Uruguay también puede hacer que sea imposible extrapolar los resultados, ya sean positivos o negativos para la salud y la seguridad pública.
Tal vez lo más importante es que Uruguay es demasiado pequeño como para mover el péndulo en el debate político. La tendencia, por el momento, parece ser mantener el status quo como lo demuestra Brasil, Canadá y las firmes posiciones de los gobiernos federales de Estados Unidos en contra de la legalización.
Y mientras que los partidarios de la legalización pueden poner a un país en la columna de la victoria, el mapa regional se mantiene decididamente en contra de ellos.
MERCADO DE LA MARIHUANA EN URUGUAY
La gran mayoría de los 30 millones de dólares al año del mercado de la marihuana de Uruguay es suministrada por los cultivadores ilícitos en Paraguay.Los traficantes, a su vez, al parecer hacen alrededor de 35 dólares por cada kilo de marihuana que se mueve fuera de ese país. Desde Paraguay, la droga se abre paso en Brasil y Argentina.
Las autoridades dicen que la mayoría de las incautaciones de marihuana se producen en los tres puentes que conectan el país con Argentina, o bien en el puerto de Montevideo.
Sin embargo, la frontera terrestre del país con Brasil es muy abierta, y los residentes en la ciudad norteña de Rivera dice que hay un próspero comercio de contrabando local.
Debido a la falta de aplicación de medidas aduaneras, no se sabe cuánto entra a través de la frontera entre Uruguay y Brasil.
Independientemente de cómo la marihuana entra en Uruguay, el producto paraguayo será la principal competencia de la marihuana que se venda en las farmacias del país.
Si el gobierno puede mantener el precio por debajo de U$S 22 por 25 gramos, puede socavar incluso la marihuana más barata que se vende a lo largo de las fronteras y el interior
El precio actual de la marihuana recién cultivada en Paraguay se informa, alrededor de 10 dólares por kilo.
Los traficantes de Paraguay hacen aproximadamente U$S 35 por cada kilo que se mueven.
En Montevideo, el hogar de casi la mitad de la población del país, los lugareños dicen que la marihuana puede llegar a costar hasta U$S 125 por 25 gramos, la cantidad estándar adquirida.
Pero los 25 gramos de la droga cuestan alrededor de U$S 50 en el departamento de Florida. Y en Paysandú, los 25 gramos se pueden comprar en la frontera por unos 22 dólares.
Fuentes: Insight Crime, Signos de estos Tiempos