El cambio en las palabras de consagración del sacerdote harían que Jesús no se hiciera presente en la hostia consagrada.

Nuestra Señora nos advirtió que hay un plan diabólico para cambiar la eucaristía.

Y sólo 5 días después de esa advertencia, sale un sacerdote de figura notoria, diciendo que no cree en la transubstanciación, según la cual la Iglesia considera que Jesucristo se hace realmente presente en el pan y el vino consagrados. 

Aquí contaremos cómo se está produciendo la presión para cambiar la fórmula de la eucaristía.

Nuestra Señora Reina de la Paz de Anguera le dijo a Pedro Regis el 26 de enero de 2023,

«El plan de los enemigos es apartarlos de la verdad. Atacarán la Eucaristía para desanimaros y alejaros de la verdad. 

Estad atentos. Mi Jesús está presente en la Eucaristía en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. 

No permitáis que el Diablo os engañe y os quite de vuestros corazones esta verdad innegociable. 

Pase lo que pase, quedaos con las enseñanzas del verdadero Magisterio de la Iglesia de mi Jesús». 

Y el 31 de enero de 2023, 5 días después, el jesuita padre Thomas Reese, escribió un artículo en el que revela que no cree en la transubstanciación.

O sea en la explicación de la Iglesia de cómo Nuestro Señor está presente realmente en la Sagrada Comunión.

Thomas Reese tiene un largo historial de socavar las enseñanzas de la Iglesia.

Por ejemplo últimamente ha dicho, junto con otro jesuita, James Martin, que la Iglesia debe cambiar su concepción sobre la sexualidad humana, ¿comprenden a lo que me refiero no?

Es el estilo jesuita modernista de no negar abiertamente la enseñanza católica pero ponerle dudas y socavarla, para hacer presión para que cambie.

Reese no cree en la transubstanciación porque es un concepto difícil de entender para cualquiera que no hubiera estudiado la metafísica aristotélica.

O sea que el padre Reese niega la transubstanciación porque es algo difícil de explicar.

Este rechazo de Reese a la transubstanciación es herético, porque la Iglesia ha definido dogmáticamente que un católico debe creer en la transubstanciación.

Pero muchos jesuitas modernos suelen ser conocidos por su genio para socavar la doctrina católica sin rechazarla explícitamente, porque saben que no serán disciplinados por las autoridades de la Iglesia.

Obviamente que no todos, porque aún subsisten buenos jesuítas apegados a la sana doctrina.

¿Y cómo surgió todo esto de la transformación del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo?

Cuando los discípulos se sentaron a la mesa con Jesús en la Última Cena, y se preparaban para celebrar la pascua judía con él, algo sucedió.

En esa última comida que Jesús celebró con sus discípulos, ocurrió algo que nunca antes había ocurrido, el Pan y el Vino ordinarios se transformaron en el cuerpo y sangre de Jesús. 

Dice Mateo 26:26,

“Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: ‘Tomad y comed, este es mi cuerpo.’ 

Tomó luego una copa y, después de dar las gracias, se la pasó diciendo: ‘Bebed de ella todos, porque esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados.’” 

Los discípulos seguramente no comprendieron del todo lo que acababa de ocurrir, ni lo que sucedería cada vez que celebraran las “ultimas cenas” con los primeros cristianos.

Sin embargo, creían y tenían fe en las palabras del Señor.

Y para los católicos de hoy, las cosas formalmente no han cambiado mucho. 

Los buenos católicos creen que en cada Misa, el pan y el vino se convierten en el cuerpo, sangre, alma y divinidad de Jesús, aun cuando no puedan entender cómo es que esto sucede.

La iglesia ha sostenido que la transubstanciación no es más que un intento filosófico de explicar lo que en última instancia es un misterio

Pero ¿es tan difícil de explicarlo como piensa Reese? 

Debemos entender los conceptos de accidente y sustancia. 

Los accidentes son las partes físicas o cualidades exteriores de algo, como por ejemplo la apariencia física de una persona. 

Y la sustancia es la cualidad invisible y eterna de algo, por ejemplo lo que la persona es en su interior.

Pensemos en nuestra vida.

Nuestro aspecto exterior está en cambio constante, todos nos vemos muy distintos ahora que cuando nacimos, cuando fuimos niños, adolescentes, etc. 

Pero lo que permanece sin cambios es quiénes somos en esencia: un ser humano distinto.

En otras palabras, nuestros accidentes cambian, pero nuestra sustancia permanece igual.

En la Eucaristía los accidentes del pan y del vino, como sabor, textura, apariencia no cambian, en cambio la sustancia sí, o sea la esencia del ser pan y vino cambian.

Todavía se ven, se sienten y saben como pan y vino, pero se han convertido en sustancia en Jesús. 

Esto es lo que la Iglesia Católica entiende por transubstanciación.

Y al igual que los apóstoles, tenemos fe en las palabras del Señor, pero también como ellos, nunca lograremos entender por completo esas palabras.?

La Iglesia enseña formalmente la doctrina de la transubstanciación. 

El Catecismo de la Iglesia Católica numeral 1376 expresa lo que fue adoptado en el Concilio de Trento y sigue vigente hoy.

“por la consagración del pan y del vino se opera la conversión de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo Nuestro Señor.

Y de toda la substancia del vino en la substancia de su Sangre.

La Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación»

Y el Concilio de Trento declaró además enfáticamente, que si alguien niega la enseñanza de la transubstanciación y sostiene que Cristo está en ella como un símbolo, sea anatema, o sea condenado.?

¿Y qué enseña la Iglesia sobre cuándo es el momento en la misa en que se produce la Transubstanciación?

Cuando el sacerdote repite las palabras de Jesús en la Última Cena en el momento de la consagración, el pan y el vino dejan de ser pan y vino para convertirse realmente en el cuerpo y en la sangre de Nuestro Señor Jesucristo.

Por eso nos arrodillamos en ese momento en la Eucaristía: nosotros solo nos arrodillamos ante Dios, Nuestro Señor.

Para que este acontecimiento sucedido en un tiempo pasado, en la última Cena, se haga presente hoy, deben ser pronunciadas por el sacerdote las palabras: Este es mi Cuerpo y Esta es mi Sangre. 

Según Santo Tomás de Aquino estas palabras son suficientes y necesarias para la transubstanciación.

En estas palabras se supone que habla el Yo de Jesucristo. Solo Él puede decir este es mi cuerpo y este es mi sangre. 

Ningún hombre puede pretender declarar el Yo de Jesucristo, a no ser el sacerdote, que actúa en la consagración como el alter de Cristo.

Por lo tanto, sin orden sacerdotal, sin sacerdocio, no hay Eucaristía, no hay transubstanciación. 

Sin imitar válidamente los actos y las palabras que el Señor usó en la última cena, el sacramento no sería válido.?

Esta resistencia de Reese y otros en creer en la transubstanciación es cada vez más compartida por los laicos.

En los últimos años las encuestas en Estados Unidos, donde reside el padre Reese, han revelado que 7 de cada 10 católicos no creen en la Presencia Real de Nuestro Señor en la Eucaristía. 

La mayoría de los católicos piensan que el pan y el vino en la Sagrada Comunión son meros símbolos del cuerpo y la sangre de Jesucristo.

Y esto ha sucedido por la prédica de funcionarios de la Iglesia como Reese, que siembran dudas sobre la transubstanciación.

Sin embargo los satanistas no tienen dudas. Ven cómo los católicos olvidan que la hostia consagrada es de incalculablemente valor, porque es el cuerpo y la sangre de Cristo, mientras ellos la sustraen para sus misas negras.

El cardenal Robert Sarah, ex liturgista principal del Vaticano, insistió en que la incredulidad en la transubstanciación es la causa de la pérdida de fe que vemos entre los cristianos. 

Escribió, «la decadencia de la fe en la Presencia Real de Jesús Eucaristía está en el centro de la crisis actual de la Iglesia y de su decadencia, especialmente en Occidente».

Y mientras esto sucede, unos cuantos iluminados pretenden reformar la liturgia para que se pueda dar la intercomunión entre católicos y protestantes. 

Y eso pasa por eliminar la transubstanciación. 

Por ejemplo el teólogo modernista Andrea Grillo, que pertenece a un grupo de expertos que está trabajando en una “Misa Ecuménica», dice que la transubstanciación contradice la metafísica.

Y por eso la nueva liturgia va a prescindir del concepto “anticuado” de transubstanciación.

Dice que esa nueva liturgia permitiría la comunión conjunta de católicos y protestantes al modificar la fórmula de la consagración, que según la interpretación actual permite el milagro de la transubstanciación. 

Lo que para muchos otros teólogos significa que tendríamos misas falsas, donde ya no estaría realmente presente el Señor.

Y esta es una luz roja que se prende para muchos católicos.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre cómo algunos católicos ordenados están socavando la credibilidad en la transubstanciación y a dónde conduce esta campaña. 

Y me gustaría preguntarte si consideras que la mayoría de los católicos que conoces creen que en la hostia consagrada está realmente presente Jesucristo o que creen que es sólo un símbolo de él.

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