Desaparición y milagroso hallazgo de hostias consagradas robadas.
En 1772, unos ladrones robaron un cierto número de hostias consagradas, que fueron luego encontradas en los terrenos del Duque de Grottolelle, un mes después, bajo el estiércol y completamente intactas.
El hallazgo fue posible gracias a unas luces misteriosas y a una paloma que volaba sobre el lugar en el que fueron enterradas.
EL ROBO Y EL HALLAZGO MILAGROSO
Fue en 1772 y la Iglesia de San Pedro Apóstol en Patierno, una aldea en la provincia de Nápoles, se había producido un robo. Los ladrones habían retirado, entre otros muebles de la iglesia, también un copón que contenía hostias consagradas. A nada había llevado la investigación hecha por el pastor y los feligreses.
Un mes después, el 18 de febrero un joven de dieciocho años, Giuseppe Orefice, pasó por la mañana temprano, cuando todavía estaba oscuro, al lado del campo del duque de Grottelle y un brillo extraño le llamó la atención.
Fue a su casa casa y dijo del extraño fenómeno, pero su padre, con un poco de incredulidad, no dio ninguna importancia al hecho. Al día siguiente, Giuseppe, esta vez acompañado de su hermano menor y de su padre, pasaron de nuevo al lado del campo del Duque.
Esta vez los tres vieron brillar en el campo una estela misteriosa, como si un pedazo de cielo hubiera bajando a la tierra. Giuseppe corrió a llamar al párroco que llegó al lugar indicado en compañía del hermano sacerdote, y desenterraron debajo del suelo húmedo un buen número de hostias intactas y perfectamente conservadas. Otros sacerdotes fueron a explorar el campo y se encuentran con las otras partículas que faltaban.
Las hostias fueron fueron llevadas por una procesión solemne a la iglesia de San Pedro Apóstol en la que todavía se conservaron y veneraron.
EL PROCESO DE INVESTIGACIÓN
La noticia prodigiosa se propaga y con rapidez atrae la atención del obispo de ese momento, el gran San Alfonso María de Ligorio, que certificó la autenticidad del milagro después de una rigurosa investigación. San Alfonso María de Ligorio describió detalladamente este Milagro y de él se sirvió para despertar la fe y la devoción de los fieles hacia la Eucaristía.
El Vicario General, Mons. Onorati, redactó el informe del proceso diocesano que duró dos años: desde 1772 hasta 1774. Procedió además a sellar con cera de España de color rojo el nudo del lazo que unía las “dos ampollas incrustadas de plata”. En el informe se lee:
“Decimos, decretamos y declaramos que la mencionada aparición de las luces y la intacta conservación de las sagradas Partículas por tantos días bajo el terreno, ha sido y es un auténtico y respetabilísimo Milagro obrado por Dios, Óptimo Máximo, para ilustrar más y más la verdad del dogma católico y hacer crecer aún más el culto hacia la real y verdadera presencia de Cristo Señor en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía”.
Entre los muchos testigos, estuvieron tres científicos de la época. Entre ellos, el famoso Dr. Domingo Cotugno de la Regia Universidad de Nápoles. Así se expresaron:
“Evidentemente, la extraordinaria aparición de las luces, variada en muchos modos, y la intacta conservación de las desenterradas Partículas, no pueden explicarse con principios físicos, y superan las fuerzas de los agentes naturales; por lo tanto, deben ser consideradas como milagrosas”.
En 1972, el Prof. Pedro De Franciscis, docente de fisiología humana en la Universidad de Estudios de Nápoles, confirmaba esta misma sentencia en su “Relación sobre el hallazgo de las sagradas Hostia, ocurrido el 24 de febrero de 1772 en San Pedro en Patierno”.
En 1967, el Card. Arzobispo Corrado Ursi, en ocasión de la elevación de la iglesia de San Pedro a Santuario Diocesano Eucarístico escribía en la Bula:
“El Prodigio de San Pedro, en Patierno, es un don y una exhortación divina para toda nuestra arquidiócesis. No debemos perder su voz, sino mas bien ella debe alentar eficazmente a todos los fieles de todos los tiempos a considerar el mensaje que habla del “Pan de la vida para la salvación del mundo”, lanzado por Jesús en Cafarnaúm”.
LA REPETICIÓN DE LA RESURRECCIÓN
El milagro parece repetir los sucesos de la mañana de la resurrección. Giuseppe salió temprano en la mañana cuando todavía estaba oscuro, como María Magdalena, ve la luz de Cristo sin reconocerlo. Se necesitó la llegada de los otros miembros de la familia y luego los sacerdotes para comprender plenamente el misterio de que era objeto.
Así que los protagonistas del milagro de Patierno son las dos piedras angulares de la sociedad humana y cristiana: la familia y el sacerdocio. Es una familia que «avista» a Jesús, y aún teniendo en cuenta las búsquedas infructuosas previas del párroco, es posible decir que Jesús se manifiesta en una familia, y hay sacerdotes que más tarde lo reconocen y lo traen.
Por otra parte, las hostias enterradas en un campo, entre la tierra y el estiércol, se refieren al deseo de pisotear la fe, la Iglesia y su misma fuente que es la Eucaristía. Sin embargo, incluso aquí tenemos pruebas de que la verdad de Cristo no puede permanecer oculta en la tierra de nuestra humanidad.
Estas partículas se hicieron visibles por la luz y la gracia y, por lo tanto, nada pudo contra ellas ni la humedad ni el barro, de la misma manera que el hombre está hecho para la vida y para la eternidad y, por tanto, nada puede contra esto, ni las muchas teorías de esta nuestra cultura de la muerte.
El relicario de las hostias de Patierno ha logrado pasar indemne a través de la Revolución Francesa y el Risorgimento y los movimientos anticatólicos resultantes, pero no pudo escapar sin problemas del odio del secularismo actual, con su voluntad de borrar las huellas del misterio.
En 1978, el relicario con las partículas prodigiosas fue robado sin que se haya encontrado ningún rastro. Una hecho grave, casi profético de los estragos que estaban sucediendo y que continúa hasta nuestros días.
Fuentes: La Nuova Bussola Quotidiana, Signos de estos Tiempos