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Sigue activa la resistencia popular.
Los franceses lograron reunir de nuevo 1 millón de manifestantes el domingo pasado contra el “matrimonio homosexual” aunque ya se había aprobado la ley, y a pesar de la represión del gobierno y sus provocaciones, mostrando la fortaleza del movimiento “Manif pour Tous”. Pero el punto discordante está dentro de las autoridades de la Iglesia Católica, donde un obispo llamó ultras a los que se manifestaron contra el “matrimonio” homosexual.

 

manif pour tous domingo 26 de mayo

 

Pero lo más negativo es que la respuesta que le dio el presidente de los juristas católicos de Francia al obispo no quiso ser publicada por La Croix, el diario de los obispos; a pesar que el obispo había hecho su acusación por ese medio y se le negó al abogado su derecho a réplica.  

NUEVA MANIFESTACIÓN CON EL ESPÍRITU ALTO

Los franceses lo han hecho de nuevo. Dos semanas después de que el «matrimonio» del mismo sexo se convirtiera en legal, las probabilidades parecían mínimas de una participación importante para una manifestación nacional contra la nueva ley. Y el ministro del Interior, Manuel Valls, sin duda hizo todo lo posible para disuadir a los aspirantes a participar en la marcha: todo el día sábado, envió mensajes alarmantes en la televisión y en la radio de alerta que, en vista de la violencia esperada, las familias con niños harían mejor que quedarse en casa.

Pero el domingo, los organizadores estiman que hasta un millón de personas marcharon desde tres puntos diferentes en París hacia Les Invalides, incluyendo un gran número de jóvenes y familias con niños y bebés en sus cochecitos. Una madre respondiendo a la prensa dijo que tenía la intención de venir sin sus hijos pero las tácticas de intimidación de Valls le animaron a llevarlos consigo.

La estimación dada por los organizadores es más de seis veces el número dado por el ministerio del Interior. Sin embargo, después de haber andado en las multitudes densas de la estación de Austerlitz a Les Invalides y las fotos y las películas de los otros dos sectores, un millón parece más plausible que los «150.000».

El espíritu de la marcha fue grave y decidido, pero como siempre en gran medida pacífico.

En cuanto a la violencia prometida por Manuel Valls, fue sobre todo la brutalidad policial, una vez más. En la víspera de la manifestación, un grupo de jóvenes realizó una sorpressiva “sentada” en los Campos Elíseos. Los manifestantes, no mayores de 20 años o de 25, fueron maltratados por la policía, arrestados y puestos bajo custodia. Un joven, que ha sido ya detenido once veces en diferentes – siempre no violentas – acciones contra la ley de matrimonio, sólo recibió la notificación de su custodia tras permanecer más de tres horas, y sólo se le facilitó un abogado 15 horas después de su detención, en lugar de una como la ley exige.

Muchos de los arrestos del sábado fueron simplemente por llevar camisetas con el logotipo oficial «Manif pour tous».

El domingo, después de la final de la «Manif pour tous», decenas de «Veilleurs» («observadores») se reunieron detrás de Les Invalides con pequeñas velas para leer poesía y cantar su canción titulada «Hope», que también marcó el final de la manifestación oficial, en medio de profundo silencio por parte de las miles de personas que aún estaban presentes. Tuvo que ser dispersado por la policía a las 5 de la mañana del lunes, sólo para ser reemplazado por un nuevo grupo, que a su vez fuen disuelto por las fuerzas armadas.

En el otro lado de Les Invalides  muchos manifestantes decidieron quedarse. Aparte de algunos grupos radicales, el 95% de los asistentes eran absolutamente no violentos. Ellos fueron arrinconados poco a poco por la policía antidisturbios y gaseados, como de costumbre. Muchos fueron arrestados y golpeados, entre ellos un niño de 14 años. Uno de los testigos – el autor e historiador Secher Reynal, especialista de la historia de la Revolución Francesa y el genocidio de la Vendée – dijo que fue instruido duramente para salir de la acera donde estaba tranquilamente caminando. Él se negó, cortesmente, diciendo que tenía todo el derecho de estar allí. Un policía antidisturbios lo empujó y le hizo caer en la calle con su escudo.

El mismo Reynald Secher dijo que él personalmente fue testigo de cinco agentes de policía vestidos de paisano que trataban de incitar a los jóvenes a su alrededor para usar el comportamiento violento. Su aspecto fue fácilmente identificable, la multitud inmediatamente los acusó de ser provocadores de parte de Manuel Valls. Varias fotos y videos de las manifestaciones anteriores muestran que este tipo de agentes calienta a la multitud y luego salen corriendo detrás de la policía antidisturbios llevando una banda de la policía en su brazo.

En total, 350 manifestantes fueron detenidos y 250 puestos en custodia. La gran mayoría son jóvenes sobrios, respetuosos de la ley que vinieron a París con sus amigos, a veces con su parroquia o sus padres.

PERO NO ESTAN DE ACUERDO TODOS LOS OBISPOS CON ESTAS MANIFESTACIONES

Mons. Claude Dagens, obispo de Angulema, ha arremetido contra los católicos que multitudinariamente se manifestaron contra el matrimonio homosexual. El prelado escribió un artículo en La Croix en el que asegura que esos católicos no deberían ser confundidos con toda la Iglesia y asegura que sería un triunfo para el anticatolicismo si se lograra extender la idea de que los creyentes son violentos y oscurantistas.

Este Obispo obispo ha recibido cumplida respuesta de Joël-Benoît, presidente de los juristas católicos de Francia, en Riposte Catholique, aunque La Croix (el diario de los obispos), se ha negado a publicar su artículo de réplica.

Mons. Dagens asegura que si los ultras prevalecen quedaría el camino abierto a las tesis de los anticlericales.

El prelado apela al papa Francisco, cuya elección, asegura, está provocando una disminución en las tensiones dentro de la Iglesia, lo cual se vería afectada por la acción de ese tipo de católicos.

Precisamente Joël-Benoît ha recordado al obispo que el papa se manifestó abiertamente contra la legalización del matrimonio homosexual cuando era arzobispo de Buenos Aires.

Además advierte a Mons. Dagens que el episcopado francés ha pedido abiertamente que no se aprobara dicha ley en su país.

El presidente de los juristas católicos franceses dice al prelado:

El prelado teme que «esta postura activista, esta lucha cultural se utilice como una excusa para agudizar la hostilidad de algunos». Pero los hechos desmienten los temores, ya que es el proyecto de ley que desató estas reacciones y no al contrario: los socialistas tomaron la iniciativa creando un gran malestar, y luego se sorprenden de que todavía haya gente que reaccione. 

¿Habría sido mejor si aceptáramos sin una palabra dicha reforma que va más allá del sentido común, que desafía las leyes de la naturaleza humana y la base de la sociedad? 

Su discurso se unió a los socialistas, deseosos de poner fin a este detonador social del que tan descuidadamente encendieron la mecha con riesgo de explotarles en la cara. El obispo de Angulema, está en sintonía con su compañero de Marsella (el próximo presidente de los obispos) que dijo «esto es una cosa que está detrás de nosotros, debemos pasar a otra cosa» (Provenza 20 de abril). El Gobierno no esperaba tanto.

También el obispo de Gap, Monseñor Di falco, ha puesto en tela de juicio la utilidad del evento el 26 de mayo, en la que algunos de sus colegas participaron. Parece ser que el Obispo de Gap no cree que haya una ley moral por encima de la ley civil o que la ley civil puede ser ilegítima. No porque se haya aprobado la ley, confirmada por el Consejo Constitucional y promulgada, no hay razón para volver.

¿No es este un “reino dividido” dentro de la Iglesia como dicen los evangelios?

Fuentes: Life Site News, Info Católica, Riposte Catholique, Signos de estos Tiempos

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