“Estuve en la cárcel y me fueron a ver”.
Nuevamente el Evangelio de la misericordia, a través de los gestos, muestra al Papa pastor. Francisco confesó a jóvenes de la JMJ y se reunió con otro grupo de jóvenes encarcelados.
“Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver”. (Mt 25: 35-36)
Como Juan XXIII, con los detenidos de la cárcel romana Regina Coeli, Francisco se inclinó ante los sufrimientos de los detenidos menores de edad que narraron en el arzobispado fragmentos de vidas en grandes dificultades.
El encuentro, del que no se informaron más detalles, se realizó en una habitación cerca de la entrada, en la planta baja de la residencia del arzobispo local, monseñor Orani Tempesta.
El vocero de la Santa Sede, sacerdote Federico Lombardi, dijo que,
«Cuando veníamos en el avión, el Papa me dijo que podía contar que cada dos semanas llama a un grupo de jóvenes detenidos de Buenos Aires con quienes se hizo amigo», sostuvo el portavoz.
Fuentes eclesiásticas argentinas dijeron que se trata de reclusos del penal de Villa Devoto, donde en su primer año como arzobispo de Buenos Aires realizó el ritual del lavatorio de los pies en Jueves Santo.
Las fuentes también dijeron que el pontífice se comunica «en forma habitual» con Patricio Fontanet, ex vocalista del grupo Callejeros, detenido en el pabellón neuropsiquiátrico del penal de Ezeiza por la tragedia de Cromañón, en la que murieron 194 jóvenes.
El papa Francisco tuvo este viernes un encuentro privado con ocho jóvenes (cinco varones y tres muchachas) de entre 16 y 18 años recluidos en tres diferentes reformatorios del Departamento General de Acciones Socioeducativas (Degase) del estado de Río de Janeiro.
“Estaban sentados en círculo alrededor del Papa, en presencia del arzobispo Orani, de un sacerdote y de un juez responsable de las estructuras para menores, de un laico encargado de la pastoral de los detenidos y del cardenal Eusébio Oscar Scheid, emérito de Río”, explicó el padre Federico Lombardi, portavoz del Vaticano.
De la reunión con el Papa también participó Mario, quien en junio 2012 se escapó de un penal y pidió ayuda a los franciscanos. Estos no lo entregaron pero le sugirieron que regresará a la unidad penitenciaria para no sufrir las consecuencias.
Hoy, el hombre de 35 años recuperó la libertad y ayuda a esa comunidad religiosa que atiende a ex presidiarios que intentan reinsertarse en la sociedad y reencontrarse con sus familias
Se dijo a los jóvenes detenidos que se reuniron con Francisco, que llegaría una buena noticia para ellos la próxima semana, tal vez un acto de clemencia. El clima era “muy sereno y normal”, con los chicos que se podían expresar libremente. Había una en especial, la más joven del grupo, “muy expresiva y locuaz, que tenía muchas cosas que decir y que estaba conmovida”.
Los chicos le pidieron que bendijera algunos objetos. Francisco también dejó un autógrafo en una fotografía para cada uno de ellos. La chica también cantó una canción que compuso para el Papa,
“llena de afecto por él y por su servicio, después leyó una larga carta escrita en nombre de sus compañeras de cárcel”.
Un momento muy hermoso, continuó Lombardi, fue cuando
“llevaron al Papa un saco que contenía un gran rosario hecho con una cruz y con grandes bolas de poliestireno”.
En la cruz estaba escrito: ‘Candelaria nunca mais’, una referencia al evento de la noche del 23 de julio de 1993 en el centro de Río. Más de 60 jóvenes vagabundeaban por las calles del centro de la ciudad y se reunían para dormir alrededor de la Iglesia de la Candelaria. Aquella noche ocho fueron asesinados por la policía. En cada una de las grandes perlas de poliestireno que formaban el rosario estaba el nombre de uno de los chicos asesinados. El Papa repitió: “Nunca más violencia, sólo amor”.
Y después rezaron todos juntos un Padre Nuestro y un Ave María. Francisco pidió oraciones por las jóvenes víctimas de violencia. No pronunció ningún discurso, pero repetía constantemente: “Reza por mí, porque lo necesito”.
“Me dio la impresión –dijo Lombardi– de que fue un encuentro muy emocionante incluso para el Papa”.
Francisco, evidentemente,
“piensa que una JMJ no debe olvidar a los jóvenes de las cárceles y en situaciones difíciles”.
Los jóvenes detenidos llevaban puestas camisetas de la JMJ, por lo que “eran jóvenes de la Jornada Mundial de la Juventud, como los demás”.
Fuentes: Vatican Insider, Valores Religiosos, Signos de estos Tiempos