En búsqueda de introducir ideales en la población.
Es altamente significativo, que los herederos de los mayores imperios comunistas, el ruso y el chino, estén preocupados por la falta de moral y de ideales de su población, y que pretendan solucionarlo a través de las religiones, a pesar que Karl Marx dijo que la religión es el opio de los pueblos.
Rusia, que ya no es más comunista, está apelando al cristianismo ortodoxo para solucionar problemas de natalidad y vicios. Mientras que el Secretario General del Partido Comunista Chino, en un país que se sigue llamando comunista, quiere apelar a la religión como forma de solucionar la corrupción y la falta de ideales del pueblo.
Parecería que los dirigentes de Rusia y China han advertido que el comunismo ha llevado a esas sociedades a un vaciamiento moral que les impide seguir avanzando, y que deben introducir elementos morales de nuevo. Pero mientras tanto, occidente aún no ha llegado a darse cuenta de que le está sucediendo lo mismo, y es más, parece estar en estos momentos en la “fiesta revolucionaria” celebrando la expulsión de la religión de los espacios públicos e introduciendo un relativismo moral, que le llevará irremediablemnete, al estado de postración moral en que dejaron los regímenes comunistas a sus sociedades.
El desarrollo económico desenfrenado y el materialismo han minado los estándares morales de la sociedad china, especialmente en el Partido Comunista, piensa el presidente y el secretario general del Partido, y planea dar más libertad para el budismo, el taoísmo y el confucianismo para restaurar la moral de la sociedad china. Pero hay reclamos de que la liberalización considere a todas las religiones, incluyendo el cristianismo y el Islam.
LA CORRUPCIÓN EN CHINA
La corrupción en el Partido y el gobierno se ha convertido en una enfermedad real. Según el Tribunal Supremo, que cada año publica un informe de su trabajo, de 2008 a 2012 a menos 143.000 funcionarios públicos fueron declarados culpables de corrupción, ¡con una media de 78 al día!
La corrupción ha llegado a ser tan debilitante que cada presidente y secretario del partido ha solicitado una conversión a la honestidad, y advierten que si no hay un cambio, el partido se autodestruiría. Lo mismo Xi Jinping, en noviembre pasado, al convertirse en secretario general, gritó que
«la peor corrupción sólo se traducirá en el final del partido y del estado. Tenemos que estar atentos».
En la actualidad Xi ha puesto en marcha una nueva campaña de «tolerancia cero» contra los miembros del partido que se aparten «de las masas» y caen en la ilegalidad (junto con la lujuria y el consumismo), relanzando sesiones de autocrítica de la era Mao.
El juicio contra Bo Xilai, ex secretario del Partido en Chongqing, o el que se prepara contra Zhou Yongkang, un ex ministro de Seguridad, y a Jiang Jiemin, ex presidente de China National Petroleum Corporation, aparecen en un primer momento como un modo de ejemplo: no se escapa de la ley, grande o pequeño.
PERO NO ES SUFICIENTE; AHORA PIENSAN EN LAS RELIGIONES
Últimamente, de acuerdo con Reuters, para sanar a China de la corrupción, Xi Jinping, parece estar buscando la ayuda de las religiones. Convencido de que la inmoralidad se ha extendido debido a un desarrollo demasiado apresurado y material sin referencias espirituales, según los informes, ha confesado que tienen que ser «más tolerantes» con las religiones tradicionales.De esta manera se espera que
«las tradiciones culturales de China – el confucianismo, el budismo, el taoísmo – ayudarán a llenar el vacío que ha permitido que la corrupción emerja.»
Hasta el momento es sólo un rumor y no está claro exactamente lo que es «más tolerancia». Todas las religiones oficiales (el budismo, el taoísmo, el islamismo, protestantes, católicos) están sometidas a controles gubernamentales sobre lugares de reunión y sobre el personal designado para controlar las actividades de los fieles. La mayor tolerancia tal vez sea disminuir los controles, o permitir más libertad a cambio de una caza (¿espiritual?) contra la corrupción.
SURGEN OBJECIONES
Hay dos objeciones principales a las consideraciones Xi Jinping, sin embargo. La primera es que durante mucho tiempo el Partido ha subsidiado significativamente las actividades budistas y confucionistas, pero no ha visto ninguna mejora en los niveles de corrupción.
En 2002, Beijing asignó 10 millones de dólares para financiar la reactivación del antigua sabiuría china. Pero no parece haber habido efectos beneficiosos, salvo la difusión mundial de la lengua y la cultura china. Lo mismo se puede decir con el gran apoyo dado al budismo (exluído el Tíbet).
Además, existe la sospecha de que estas religiones «tradicionales» son mimadas principalmente porque inculcan una total obediencia a la autoridad y al Partido en sus fieles, o proyectan a sus seguidores hacia una felicidad más allá de la historia.
El activista Hu Jia, también budista, dijo al respecto:
«Los budistas aceptan su destino y de su situación culpan a las malas acciones realizadas en una vida anterior.»
De esta manera no hay necesidad de acusar al Partido por las injusticias, los accidentes, la contaminación, la tierra o las ejecuciones hipotecarias, el desequilibrio entre ricos y pobres.
Incluso de acuerdo con el gobierno, el budismo es preferible que el cristianismo y el Islam porque «cura mejor las divisiones sociales».
La segunda objeción es que el énfasis en las «religiones tradicionales» no hace ninguna discriminación sobre los fieles: que no entienden por qué el budismo, que entró en China desde la India sólo unos pocos siglos antes del cristianismo y el Islam, deben considerarse «tradicionales» en comparación con las otras .
RECLAMAN UNA LEY Y NO SOLO UNA REGLAMENTACIÓN DE LAS RELIGIONES
De cualquier manera, el vínculo que el líder del partido hace que entre la moral y la religión debe ser apreciada, en medio del vacío espiritual y la corrupción, la falta de fe y la desintegración social.
El profesor Liu Peng, de la Academia de Ciencias de Pekín, habla sobre la crisis del marxismo en China y la necesidad de recuperar los ideales de los chinos a través de las confesiones religiosas
Liu Peng cree que el Estado no debe controlar las religiones, sino que penetren en la sociedad china para restaurar la coherencia, la moral, la cohesión, los ideales dentro y fuera de la historia.
Para que esto suceda China debe adoptar una ley sobre las religiones. Desde la época de Mao hasta hoy las religiones en China están sometidas a la normativa que son traducidas, aplicadas, modificadas, manipuladas de acuerdo con el uso y abuso de los líderes. No existe una ley que proteja a las religiones (o las prohíba).
El profesor Liu Peng, quien es presidente del Instituto Pushi de Ciencias Sociales en Beijing, en un seminario celebrado en junio pasado reiteró su argumento de que China debe adoptar una ley sobre la religión (no un reglamento). Según el académico, esto solucionaría los problemas que el Estado tiene con las otras religiones a través de la ley y permitiría que el estado aprovechara la influencia benéfica de la religión en la sociedad.
Esto sería beneficioso no sólo en la lucha contra la corrupción, sino también en la mejora de la armonía social y el aumento de los ideales.
Fuentes: Asia News, Signos de estos Tiempos