El arte de discernir los costos sociales de las tecnologías.
A veces, obsesionados con la privacidad y con posibles conspiraciones, nos oponemos instintivamente a cualquier tecnología, que por otro lado, podría ser eficiente para solucionarnos un problema importante. Por eso, en todas las decisiones de la vida hay que discernir y estar dispuestos a correr riesgos.
Tenemos la tentación de pensar que cualquier tipo de información que se recoja sobre la población implica una pérdida de privacidad, pero nos olvidamos considerar que todo depende de cómo se use la información. No podemos prohibir el uso de cuchillos porque con ellos se puede matar a una persona, ya que también sirven para comer.
Obviamente es difícil saber cómo va a ser usada la información, y en todo caso sucederá como el cuchillo, unos lo utilizarán para comer y otros para delinquir, los menos. Y el control no dependerá de si el cuchillo sí o no, sino de cómo se vigila su uso.
Sin embargo ha situaciones de tecnologías que tienen más riesgos de consecuencias no deseables, e incluso en algunas hay muy poco de positivo. Por eso, hay que ejercitar el discernimiento en cada caso y no actuar automáticamente aceptando todo o satanizando todo.
LA PRIVACIDAD DE NUESTROS TELÉFONOS CELULARES
Esto viene a cuento porque desde hace un tiempo estamos inquietos por la información que nuestros teléfonos celulares dan sobre nosotros, y estamos refiriéndonos a la geolocalización y no a la grabación de lo que hablamos, que es muy difícil de justificar.
Por ejemplo, en algunos países musulmanes, los cristianos deben ser muy cuidadosos con sus teléfonos celulares, porque si no les sacan la batería cuando van a una reunión religiosa, pueden ser localizados en grupo y arrestados.
Pero la localización geográfica de teléfonos celulares tiene otros usos más edificantes. Acá traemos dos estudios que se realizaron en África; uno para actuar sobre una epidemia y el otro para racionalizar el transporte en una zona.
En ellos se utilizó información de la localización de los teléfonos celulares; sin esta información no se hubiera tenido una buena la base de datos para el análisis, y por ende, menos chance de solucionar el problema.
LA MALARIA EN KENIA
La recopilación y análisis de información procedente de teléfonos móviles simples proporciona sorprendentes conocimientos sobre cómo se mueven y comportan las personas, e incluso ayudarnos a entender la propagación de enfermedades.
En un ordenador en su oficina de la Escuela de Salud Pública de Harvard en Boston, Estados Unidos, la epidemióloga Caroline Buckee señala un punto en un mapa de las tierras altas del oeste de Kenia, que representa una de las miles de torres de telefonía móvil del país. En la lucha contra la malaria, explica Buckee, los datos transmitidos desde esta torre, cerca de la ciudad de Kericho, han tenido una enorme importancia a nivel epidemiológico.
Cuando ella y sus colegas estudiaron los datos, encontraron que las personas que hacen llamadas o envían mensajes de texto originados en la de torre Kericho viajaban con una frecuencia 16 veces mayor fuera de la zona que la media regional. Es más, estas personas eran tres veces más propensas a visitar una región al noreste del lago Victoria que los registros del Ministerio de Salud identificaron como un punto álgido de la malaria.
Por lo tanto la señal de radio de la torre cubría un punto de referencia importante para la transmisión de la enfermedad, que puede pasar de persona a persona a través de los mosquitos. Las imágenes por satélite revelaron la causa más probable: una concurrida plantación de té que seguramente estaba repleta de trabajadores inmigrantes. La implicación estaba clara, señala Buckee.
«Habrá un montón de infectados en ese lugar».
Este trabajo está sirviendo de base para una nueva serie de modelos de predicción que Buckee está construyendo. Muestran, por ejemplo, que a pesar de que se observaron casos de malaria en la plantación de té, tomar medidas para controlar la malaria allí tendría menos efecto sobre la propagación de la enfermedad que concentrar los esfuerzos en la fuente: el Lago Victoria. Siempre se ha creído que esa región es un centro importante de malaria, pero lo que no ha estado disponible hasta ahora es información detallada sobre los patrones de viaje humano a ese lugar: cuántas personas van y vienen, cuándo llegan y salen, a qué lugares específicos van, y cuáles entre esos destinos atraen a la mayoría de las personas que viajan a lugares nuevos.
La minería de datos facilitará el diseño de nuevas medidas que probablemente incluirán campañas baratas y específicas de mensajes de texto, por ejemplo advirtiendo a los visitantes que entren en la zona de la torre de Kericho que utilicen mosquiteras. Y ayudará a los funcionarios a elegir dónde concentrar los esfuerzos de control de mosquitos en las zonas palúdicas.
«No queremos tener que rociar cada charco de larvas de mosquitos todo el tiempo. Pero si sabes que existe una gran cantidad de importaciones procedentes de un determinado lugar, lo suyo es aumentar el programa de control en ese lugar», asegura Buckee. «Y ahora puedo precisar puntos de especial importancia dentro de la importación de una enfermedad».
Los resultados de Buckee muestran lo que se puede conseguir cuando la tecnología se usa para problemas de salud pública.
«Esto demuestra que ‘sí, que podemos realmente proporcionar no solo conocimiento, sino algo sobre lo que poder actuar'».
«Este es el futuro de la epidemiología. Si queremos erradicar la malaria, así es como lo vamos a hacer».
TRANSPORTE URBANO EN COSTA DE MARFIL
Investigadores de IBM han desarrollado un nuevo modelo para optimizar el sistema de transporte urbano que se basa en el uso de los movimientos registrados de millones de usuarios de teléfonos móviles en Costa de Marfil, en África occidental.
El modelo de IBM recomendó cambios en las rutas de autobús alrededor de Abiyán, la ciudad más grande del país. Esos cambios -basados en los movimientos recogidos en los registros de teléfonos móviles- podrían, en teoría, reducir los tiempos de viaje en un diez por ciento.
El trabajo de IBM forma parte de un reto de investigación bautizado como Datos para el Desarrollo, en el que Orange, el gigante de las telecomunicaciones, hizo públicos 2.500 millones de registros de llamada de cinco millones de usuarios de teléfonos en Costa de Marfil. Los registros se reunieron entre diciembre de 2011 y abril de 2012.
Esta publicación de datos es la mayor que se ha hecho de este tipo. Los registros se limpiaron para impedir que nadie pudiera identificar a los usuarios, pero incluían información útil sobre los movimientos de dichos usuarios. El artículo de IBM es uno de los muchos que se han desvelado en una conferencia celebrada recientemente en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (el MIT, en Estados Unidos).
El trabajo de IBM se centró en Abiyán, donde a 539 autobuses grandes se unen 5.000 minibuses y 11.000 taxis compartidos. Los investigadores de IBM estudiaron registros de llamadas de unos 500.000 teléfonos con datos relevantes respecto a los traslados en transporte público.
Se crean datos de movilidad siempre que alguien usa un teléfono para hacer una llamada o enviar un mensaje de texto. La acción se registra en una torre de antena móvil y sirve de informe sobre la localización general del usuario en algún punto del radio de la torre. El movimiento de la persona se certifica cuando la llamada se trasfiere a una nueva torre o cuando se hace una nueva llamada que conecta con una torre distinta.
Aunque los datos son poco refinados -y evidentemente no todo el mundo que va en un autobús tiene teléfono o está usándolo- se pueden averiguar las rutas siguiendo la secuencia de conexiones. IBM y otros grupos han visto que estos «rastros» de teléfono móvil son lo suficientemente precisos para servir como guía para movimientos de población mayores y aplicables a cosas como la epidemiología o el transporte.
Fuentes: Technology Review sobre Malaria, Technology Review sobre Transporte, Signos de estos Tiempos