A cada Napoleón le llega su Waterloo.

Porque el cielo no permite que un inmenso poder acumulado permanezca inalterado si no es usado para el plan de Dios.

Y el caso de Bill Gates no es distinto.

Fue el gurú que dirigió según sus intereses el proceso de la crisis de salud antes y después que estallara.

Pero ahora le llegó su Waterloo, ya está en marcha. 

Aquí veremos la intervención de Dios para recomponer su plan en la Tierra.

De la crisis de salud del virus emergió un gurú que estuvo constantemente en los medios de comunicación dando sus predicciones y diciendo lo que hay que hacer.

Se trata de Bill Gates, el multimillonario dueño de Microsoft y filántropo, preocupado por la cantidad de población del mundo y gran promotor de las inoculaciones en los países pobres desde mucho antes.

Es el símbolo de una época del poder económico en manos de empresarios de la tecnología, que adquirieron un poder comparable a las naciones.

Profundamente globalistas, fundamentalmente ateos, que buscan reconstruir el mundo a su medida usando su poder desmedido.

William Henry Gates III nació en 1955 en el seno de una acaudalada familia del estado de Washington, Estados Unidos.

Su padre, brillante abogado, fue director del grupo Planned Parenthood, organización que tuvo su origen en la Sociedad Americana de Eugenesia.

Bill Gates estudió en la Universidad de Harvard y junto con su amigo Paul Allen fundaron la exitosa empresa Microsoft, que lo ha hecho uno de los hombres más ricos del mundo.

Se casó con Melinda Gates, una católica liberal en 1994, con la que tuvo 3 hijos.

Luego que se retiró de la dirección operativa de Microsoft en 2008 creó la Fundación Bill y Melinda Gates, que puso énfasis en las inoculaciones especialmente en el tercer mundo.

Porque su gran preocupación, al igual que la de su padre, es la cantidad de población mundial.

Bill sostiene que el crecimiento desmedido de la población produce pobreza.

Y por lo tanto una de las palancas del crecimiento económico y del desarrollo en los países más pobres, consiste en enlentecer el crecimiento demográfico para darle mejor calidad de vida a las poblaciones. 

Esa actividad lo erigió en el zar de las inoculaciones.

En 1998 Bill Gates, la Fundación Rockefeller, la OMS, y otras organizaciones internacionales se unieron para formar la Gavi-Alliance, una organización mundial promotora de las inoculaciones.

Y cuando la crisis económica mundial del 2008 Bill se hizo cargo financiando por él mismo, la actividad de inoculaciones a nivel mundial.

Y hoy es el segundo mayor financista de la OMS, detrás de EE.UU.

Durante años Bill Gates estuvo alertando sobre la posibilidad de una crisis de salud por un virus.

Mientras que paralelamente el Foro Económico Mundial, la organización que reúne a los poderosos del mundo, del que muchos dicen que es una organización illuminati, promocionaban el Gran Reinicio del mundo.

Decían que tenían un plan para construir «un mundo más seguro, más equitativo y más estable» 

Y proponían renovar todos los aspectos de nuestras sociedades y economías, desde la educación, a la forma de trabajo y a la misma humanidad.

En mayo de 2018, el Foro Económico Mundial se asoció con la universidad Johns Hopkins para simular una crisis de salud ficticia por un virus, denominada «Clade X«, para ver qué tan preparado estaría el mundo si alguna vez se enfrentara a una crisis de este tipo.

Y en octubre de 2019, ambos se asociaron con la Fundación Bill y Melinda Gates, para organizar un ejercicio del mismo tipo pero más grande, llamado Evento 201

Y sorprendentemente, un mes después, el 17 de noviembre de 2019 comenzó el contagio en la ciudad de Wuhan, el 30 de enero de 2020 la OMS lo declaró epidemia y después sabemos como sigue.

En estos eventos de simulación se habló poco sobre la construcción de sistemas inmunológicos, remedios listos para usar o medicamentos y vitaminas terapéuticas sin patente.

Se habló mucho sobre la promoción de inoculaciones antivirales patentables.

Y los participantes se centraron principalmente en la planificación de estrategias estatales centradas en la industria y en el manejo de la población, de la información y los medios, para gestionar un contagio global imaginario que simularon.

Entonces, cuando estalló la crisis de salud un mes después, se pusieron en marcha las recomendaciones del Evento 201.

La recomendación principal era una mayor colaboración entre los sectores público y privado, y establecer asociaciones con instituciones globales.

Que los gobiernos deberían asociarse con empresas de redes sociales y medios tradicionales para desarrollar enfoques ágiles para contrarrestar la información errónea.

Que los organismos nacionales de salud pública debían trabajar en estrecha colaboración con la OMS.

Y que la solución final sería la inoculación.

La historia ya es conocida: uso del tapabocas, restricción de la movilidad y confinamientos, alineación de las instituciones de salud de cada país con las directivas de la OMS, y la construcción de una narrativa oficial operada y vigilada por los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales, para que no fueran públicas informaciones contradictorias con esas narrativas, aunque provinieran de eminencias científicas.

Mientras que los laboratorios internacionales se enfrascaron en una carrera para desarrollar una inoculación de emergencia, a la que no se le exigió las pruebas de seguridad habituales y se las eximió de cualquier demanda por posibles efectos adversos.

Pero también esto trajo otras consecuencias que las simulaciones pasaron por alto, el colapso de muchas empresas, un aumento importante del paro y de la pobreza a nivel mundial.

También la desatención de otras patologías en los centros de salud, trastornos psicológicos, disturbios sociales, y censura de las redes sociales en nombre de la lucha contra la desinformación.

Y un avance importante en los métodos de control de la población, a través de pasaportes de cumplimiento de las directivas y bases de datos biométricas.

En este proceso vimos dos consolidaciones.

Una, la del proyecto del Gran Reinicio de todos los aspectos de las sociedades, promovido por las élites del Foro Económico Mundial, bajo el lema «no tendrás nada pero serás feliz».

Y la consolidación de la imagen del multimillonario Bill Gates como el gurú, que primero se anticipó en un mes a la llegada del virus, luego nos dijo cómo se debe curar, posteriormente nos habló de necesidad de establecer que las personas lleven un certificado que indique que se han inoculado, y más adelante sobre cuándo se volvería a la normalidad.

Durante todo este tiempo Bill Gates fue el incuestionable gurú del proceso.

Estaba presente en todos lados en la pantalla, pareciéndose al Gran Hermano de la novela 1984 de George Orwell.

Su presencia era constante en los medios de comunicación, analizando la situación, dando consejos, pronosticando el futuro.

Pero el 3 de mayo de 2021 estalló la tormenta.

Después de 27 años de matrimonio Bill y Melinda Gates comenzaron su proceso de divorcio.

Lo que seguramente iba a afectar a la Fundación y a su figura personal, porque es todos los procesos de divorcio, y más en este caso, se ventilan aspectos conflictivos.

Ya publicaciones de chismes están hablando de las partes de la vida privada de Bill responsables del divorcio. 

El ideólogo de las inoculaciones como único y exclusivo remedio a la crisis de salud, que ideó una estrategia que tuvo varias consecuencias negativas no contempladas, para la economía del planeta y la estabilidad emocional de las personas, seguramente ya no estará tan omnipresentemente en los medios de comunicación.

Su poder se va a ver diluido. 

Y esto no es casualidad, no puede ser achacado al azar.

Es una demostración de que Dios actúa en la historia.

Que no es ajeno al excesivo poder de un ser humano que quiere imponer su visión del mundo basado en la enorme fortuna que acumuló.  

Juan Pablo II dijo en el 2003 que Dios «no es indiferente y entra misteriosamente en escena en la historia con su juicio».

Y esto posiblemente también ensombrezca a sus socios, que buscan reiniciar el mundo a la medida de los poderosos.

Con la tecnología como guía y con una sensibilidad social sesgada, que se preocupa sólo de un área de problemas sociales, mientras provocan problemas sociales adicionales inmensos sin tomarlos en cuenta.

Bueno hasta aquí lo que queríamos contarte sobre la forma en que Dios entra en la historia para limitar el exceso de poder de una persona, no hablamos sólo del poder económico. 

Y me gustaría preguntarte si tu piensas que el predicamento público que tuvo Bill Gates antes lo va a mantener inalterado luego del divorcio.

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