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Nuestra Señora de la Candelaria de Copiapó, Atacama, Chile ( 2 de febrero)

El arriero Mariano Caro Inca (también conocido como José del Carmen Caro) regresaba de la cordillera cuando la más terrible tormenta le hizo perder la orientación. Vio a lo lejos una luz y la siguió con la esperanza de encontrar refugio. El fulgor lo guió hasta unos peñascales donde encontró no sólo la protección que le salvó la vida, sino también la imagen de la Virgen Candelaria con el niño en sus brazos que emitía incesantemente una fuerte luz brillante. La leyenda encendió la devoción en la Región de Atacama y nunca se la ha dejado de festejar desde 1780…

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Limitando, al norte con la región de Antofagasta y al sur con la de Coquimbo, la región de Atacama es considerada una región transicional, debido a que en ella las unidades de relieve básicas del norte del país comienzan a cambiar. Las tres provincias que la componen: son Chañaral, Huasco y Copiapó.

Copiapó es el nombre de la capital de la provincia de Copiapó y de la III Región de Atacama, con tradición minera desde sus orígenes, es conocido por ser un oasis donde florece el desierto, además de poseer en su valle la primera exportación de uvas del país.

Junto a Caldera y Tierra Amarilla forma la provincia de Copiapó. Está ubicada a una altura media de 391 metros sobre el nivel del mar. La llamaron «tierra olvidada» por sus años de postergación. Hoy en día, es la segunda ciudad con mayor crecimiento económico en la última década en el país.

El origen del término «Copiapó» no es exacto. Viene del quechua “kópa-yápu”, ‘sementera de turquesas’. Su nombre es derivación de “copay”, voz quechua: color azul claro, y “yapu”, tierra arada (Copa-yapu).

Según la traducción del P. Alonso Ovalle, proviene de “copa”, ‘color verde azul como el óxido de cobre’, y “yapu”, por el participio ‘arado’ del verbo ‘yapuy’, arar.

En aymará, “copa” también significa verde; hay quienes lo hacen venir de una unión de vocablos aymará y quechua, pero la más común definición de Copayapu es “copa de oro”.

 

HISTORIA DEL LUGAR

Fue fundada oficialmente el 8 de diciembre de 1744 por el gobernador José Manso de Velasco, bajo la designación de “San Francisco de la Selva de Copiapó” aunque su origen se remonta antes de la llegada de los españoles cuando formaba parte del imperio inca. En ese entonces, los indígenas llamaban a esta localidad “Copayapu” que, como dijimos, algunos traducen como «Copa de oro», otros como «valle verde» y también como «Sementera de turquesas».

Cuando el español Diego de Almagro descubrió Chile, en 1536, lo hizo ingresando por la Cordillera de los Andes a través de la quebrada de Paipote, en medio del Valle de Copiapó el cual nombró Valle de la Posesión. En estas tierras se realizó la primera misa católica en Chile.

 

LA HISTORIA DE LA APARICIÓN

La historia comienza en 1780, cuando Mariano Caro Inca, vecino del pueblo de San Fernando regresaba de la cordillera y una tormenta lo obligó a refugiarse en unos peñascales.

Estaba a la orilla del salar de Maricunga y allí encontró una piedra de unos 14 centímetros de alto con la imagen de la Virgen con el Niño Jesús en brazos grabada. Caro Inca, lleno de respetuoso fervor, tomó la imagen en sus manos, llamó a sus compañeros para participarles del hallazgo y luego de colocarla cuidadosamente en la alforja de su mulo, siguieron el camino.

El 2 de febrero de 1780, día consagrado a la fiesta de la “Presentación del Niño Dios al Templo” y de la “Purificación de la Virgen”, día en que la Iglesia bendice las candelas en honor de Cristo, Luz del Mundo, llegó Caro a la hijuela que tenía en San Fernando. Mientras él arreglaba el altar para venerar la imagen con el nombre de “Nuestra Señora de la Candelaria”, los arrieros divulgaron la noticia del encuentro.

Todos los años, al acercarse esta fecha, las familias vecinas del pueblo se reunían para rezar la novena a la Virgen. A la muerte de Mariano Caro, su esposa Josefa Guzmán continuó aquella tradición y levantó un pequeño oratorio en cumplimiento del testamento de su marido.

 

LA PRIMERA CAPILLA Y SU EVOLUCIÓN EDILICIA

El cura de la villa de Copiapó, Domingo Carmona, hizo edificar en los primeros años de 1800, la primera capilla, en la cuál se conservaron los restos de Mariano Caro Inca.

Estos restos se exhumaron y trasladaron en febrero de 1881, fiesta de “la Candelaria”, al Santuario nuevo, cerca de la imagen. El motivo de este traslado fue la situación ruinosa de la primera capilla.

En el año 1910 se dio comienzo a la construcción de un nuevo edificio en los terrenos adyacentes a los de la primera capilla que habían sido comprados a la familia Caro por don Bruno Sergio Pizarro, parlamentario de la zona, y que los donó para que allí se levantara el santuario de “la Candelaria”. La primera piedra fue colocada por el cura de Copiapó, padre Pedro Thelis, que dio comienzo a los trabajos.

El terremoto del 10 de noviembre de 1922 echó por tierra la primera capilla, lo que obligó a terminar la nueva, esta tarea estuvo a cargo del padre Crisónogo Sierra, quien con sus propias manos trabajaba en las obras, con material que conseguía “por ahí”.

En el año 1944, el padre Polidoro Van Vliervergh construyó la nave lateral derecha del santuario.

A principios de 1968, siendo rector del santuario el padre José Canovas, comenzaron los trabajos para construir la nave lateral izquierda, que se terminó en la fiesta de 1970; era rector por entonces el padre Juan Sanchís.

En el lugar ahora existen dos iglesias:

* La Iglesia Antigua, de una construcción de barro y en la que solo se mantienen pequeñas reliquias de la época, es ahora un pequeño lugar que sirve más como una imagen viva de la religiosidad de esos años.

* La nueva iglesia, cuenta con sectores especiales de velatorio y es hoy el principal centro de adoración de la Virgen. En él se guarda la pequeña imagen que fue encontrada en 1780, además de numerosas imágenes religiosas.

 

LA DEVOCIÓN – SU FESTIVIDAD

La “Virgen de la Candelaria” también tiene un significado especial para los mineros de la zona, quienes ven en ella luz y guía en sus inseguros pasos.

La fiesta congrega alrededor de 40 mil peregrinos, pertenecientes a la diócesis de Copiapó.

La “Virgen de la Candelaria”, ha contado desde siglos con el incondicional sentimiento de agradecimiento y fe de parte de los pobladores de la región y de otras ciudades del país.

La fiesta en sí es el primer fin de semana de febrero. Antes sólo se celebraba el 2 de febrero, el día de la Virgen, efectuándose la novena, pero con el aumento de los fieles, se trasladó al domingo siguiente.

Adjunto a la novena se realizan también la bendición de los niños, el encuentro de la Virgen con los enfermos y los mineros, la procesión de las candelas y otros.

Esta fiesta se destaca por la fe manifestada en los bailes religiosos que asisten a la celebración, siendo ya tradición los «Chinos», los cuáles, a través de más de 200 años, han llevado a la Virgen en procesión.

La festividad está enraizada en la gente de Atacama que la vive y hace propia, integrándola al folklore de la zona, lo que tiene una importancia de primer orden, porque acrecienta el acervo cultural y lo más destacable es que permite la unidad de los miles de fieles que llegan año a año a manifestar su devoción a la “Virgen de la Candelaria”.

 

LOS “CHINOS”

Desde que Mariano Caro Inca descubrió la imagen de la “Virgen de la Candelaria”, los mineros de Copiapó demostraban devoción cada año. Las minas quedaban paralizadas por el hecho de que los trabajadores bajaban a la ciudad y se reunían en el Santuario a rendir homenaje a su patrona.

El minero se presentaba ante la imagen, con sus atuendos de trabajo, de ahí que los “Chinos de la Candelaria”, ostentan una prenda que les es muy característica, el culero o culera, trozo de cuero que usaba el minero antiguo amarrado a la cintura y que le servía para sentarse sobre él mientras agujereaba el mineral. Un pequeño gorro o morrión en su cabeza. Pañoleta o sacos sobre los hombros, que asemeja una capa, con un camisón grueso que usaban suelto sobre el pantalón.

El grueso pantalón que usaban amarrado unos 20 cm. bajo la rodilla, llevando en la cintura una especie de faja. Las ojotas de cuero de lobo marino, material del cual también eran fabricados los capachos usados para extraer mineral desde el interior de las faenas mineras.

Con el tiempo, todas estas vestimentas fueron reemplazadas por el actual «traje de chino», tapizado de espejuelos y delicados bordados.

Como buenos poetas, los chinos improvisan versos a la Virgen, a los que agregan melodías letánicas y dolientes, que son lamentos, saludos, despedidas o gracias a los favores concedidos.

Los «Chinos» son los servidores más cercanos de la Virgen, y se expresan a través del sonido de flautas y tambores, que representan el golpe del «combo» en la «cuña».

Existen varias suposiciones sobre el nombre de «Chino». La más aceptada es la acepción antigua de «Chino», “servidor”, así la Virgen así sería la «China» o «Chinita», “la servidora”.

 

ORACIÓN

Virgen de la Candelaria,
Madre de los mineros y del pueblo de Atacama,
a Tí venimos con la confianza y sencillez de hijos.
A Tí llegamos con nuestras angustias y esperanzas,
con nuestras penas y alegrías,
con las fatigas del trabajo y el peso de nuestros pecados;
con todo lo que somos y tenemos.

Virgen de la Candelaria,
Tú eres la primera portadora de la Luz, que es Cristo;
Tú eres nuestra Madre;
Tú nos reúnes junto a Cristo Salvador;
Tú eres nuestra esperanza, consuelo y gozo;
Tú nos acompañas en la ciudad, el desierto, los valles, las minas y el mar;
Tú eres nuestra estrella en el camino hacia el Padre;
Tú, nuestra huella para encontrar a Jesús.

Virgen de la Candelaria, Virgen Madre de Dios,
escucha nuestros ruegos, bendice nuestros hogares,
alcánzanos trabajo y salud;
enseñanos a escuchar la palabra de tu Hijo
y a vivirla cada día,
para que dóciles al Espíritu Santo,
sepamos construir una Nación de hermanos
y una Iglesia servidora
en nuestra tierra de Atacama.

 

LA CANDELARIA EN OTROS PUEBLOS DE CHILE

En muchas regiones de Chile, la Virgen sale de la Iglesia a recorrer extensas áreas de los poblados.

En la provincia de Talca la saludan en la gruta de la Villa Prat. Allí se levantan ramadas donde las personas pasan la noche, bailan y consumen alimentos preparados en las cocinerías.

En Cobquecura, cerca del mar ñublense, la recuerdan en la Iglesia de la Piedra, que acoge a más de un centenar de fieles. Después de la misa la alegría se desparrama en las correduras de rodeo, domaduras y fiestas huasas.

En San Pedro y Lota, se realiza la Novena y el pago de mandas con los pies desnudos. La procesión es fluvial a lo largo del río Biobío, hasta donde llega gran cantidad de mineros a invocar su bendición.

En Lota baja se celebra la «chaya» de la fiesta de la Candelaria, donde «ésta se une al festejo del carnaval. Ni los trenes, ni los pasajeros, ni la policía se libran de ser baldeados de agua carnavaleña, que al final es también la purificación impuesta por la Candelaria».

En Valdivia, el río Caucau sirve de camino para la procesión, donde las promeseras lucen su traje rojo con cinto celeste, como el hábito de la virgen.

En Rahue, Osorno, los penitentes continúan la tradición iniciada en 1869. También asisten los mapuches con sus ropas tradicionales y juegan partidos de chueca, entre cantos y bailes populares.

San Pablo y Ranco de Osorno; Alerce y Carelmapu de Llanquihue y Chiloé tampoco fallan.

En Santiago es el día en que todos asisten a las liturgias para bendecir las velas que usarán en las procesiones y en las demás novenas durante el año. Es una de las costumbres que más ilumina la forma de ser y de creer de los chilenos.

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Virgen de la Candelaria de Puno, Perú ( 2 de febrero)

Desde el día 2 de febrero de 1583, en que asentó sus reales en el pueblo la Virgen de la Candelaria, comenzó la conversión definitiva del Collao y la fama de sus milagros hizo que su influencia se extendiera a las comarcas más distantes.

Varias son las leyendas que hacen surgir milagrosamente a la imagen de la Virgen de las aguas del legendario lago Titicaca…

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Las cruentas luchas por la posesión de la riquísima mina de Laicacota, a mediados del siglo XVII, movieron al célebre Conde de Lemos, Don Pedro Antonio Fernández de Castro, a dirigirse en persona al altiplano para pacificar aquella vasta región.

En su empeño, el piadoso Virrey –muerto en olor de santidad– acudió al famoso santuario de Copacabana para agradecer a la Virgen por el éxito de su empresa, luego de fundar a orillas del soberbio Titicaca, el lago navegable más alto del mundo, la ciudad de San Carlos Borromeo de Puno, el 4 de noviembre de 1668. Allí, en la parroquia de San Juan Bautista, se venera desde antaño a una linda, dulce y sonrosada imagen de la Santísima Virgen de la Candelaria.

La Festividad de la Virgen de la Candelaria -que se desarrolla en la ciudad de Puno la primera quincena del mes de febrero- es la más grande e importante de Perú y una de las tres más significativas de Sudamérica (junto con el Carnaval de Rio de Janeiro en el Brasil y el Carnaval de Oruro de Bolivia), por la cantidad de símbolos y manifestaciones artístico culturales propios de las culturas quechua, aymara y mestiza del altiplano andino y por el volumen impresionante de personas que participan directa e indirectamente en su realización, lo que motivó que el gran José María Arguedas calificara a Puno como «la otra Capital del Perú» y fuera designada como «Capital del Folklore Peruano» el 7 de noviembre de 1985. Festividad que rinde homenaje a la milagrosa Virgen de la Candelaria, patrona de la ciudad, y a la Pachamama o Madre Tierra, ambas benefactoras de la población puneña.

 

LA APARICIÓN

No se conoce exactamente la fecha desde la que se rindió culto a la Virgen de la Candelaria de Puno. Su entronización como Patrona de este lugar se enlaza a un hecho considerado milagroso, que constituye una tradición puneña transmitida oralmente.

Varias son las leyendas que hacen surgir milagrosamente a la imagen de la Virgen de las aguas del legendario lago Titicaca, queriendo seguramente darle así a la Virgen un origen similar a la de los míticos Incas fundadores Manco Cápac y Mama Occlo.

Una de estas leyendas hace aparecer a la imagen de la Virgen de la Candelaria en el antiguo acodadero de las balsas después de una noche de tormenta en que los relámpagos habían destejido el cielo del lago» en el transcurso del siglo XVII.

Otras leyendas relacionan a la imagen de la Virgen con la vida de los mineros. Hay que recordar que en sus orígenes Puno era principalmente un asentamiento minero con las minas de Laicacota y la fundición de plata de los hermanos Salcedo en San Luis de Alba, ubicadas en las faldas Oeste del Cerro Cancharani, también recordar que, en época de la Colonia, del Cerro Azoguini se extraía en gran cantidad el precioso mercurio quien dio su nombre al cerro (el antiguo nombre del mercurio era «azogue»).

En esas leyendas también la imagen de la Virgen aparece milagrosamente en Puno, tal es el caso de lo que cuenta Dionisio Quispe donde «la Virgen con el rostro de una Señora elegante serenísima y con un niño en los brazos» apareció en el siglo XVII a un nativo de la zona quien por orden de su amo cuidaba un pequeño caserío ubicado a las riberas de un riachuelo en las faldas del Cerrito Huajasapata. En esos tiempos los españoles sancionaban drásticamente a los nativos que no cumplían con sus trabajos en las minas, así que el hombre se encontraba entre el dilema de obedecer o no a su amo cuidando el terreno.

La Virgen le pidió permiso de poder lavar las ropas de su hijo en el río a cambio de cuidarle el predio hasta su regreso. Cuando regresó con su amo, quien no creía en esta historia, encontraron «el busto de la Virgen, toda vestida de blanco, con un niño en los brazos y sus ropitas aún mojadas».

 

LA CONSOLIDACIÓN DE LA ADVOCACIÓN

La gran devoción del pueblo puneño por su reina y patrona sólo vendrá a consolidarse años después, durante la rebelión de Tupac Amaru, por los 1780.

El milagro más importante y que justificó el reconocimiento de los puneños a la Virgen se sitúa en los primeros meses de 1781, cuando las huestes de los lugartenientes del caudillo aimara Tupac Catari al lado del rebelde azangarino Vilca Apaza continuador de la lucha de Tupac Amaru, Pedro Vargas y Andrés Ingaricona, pusiéron sitio a la ciudad de Puno (que se llamaba Villa de Nuestra Señora de la Concepción y san Carlos de Puno) para reducir este bastión del Virreynato y concertar luego, su ataque sobre La Paz.

Los sitiadores, en número superior a los 12 mil hombres ocuparon los cerros que rodean Puno y sus contingentes de vanguardia, luego de algunas escaramuzas se desplazaron hacia Huajsapata, Yuraj-orqo y Orcapata en los extramuros de esa villa.

La ciudad de Puno, al mando del Corregidor don Joaquin de Orellana resistió a los dos primeros asaltos de los miles de indios rebeldes tupacamaristas del 10 de Marzo y 10 de Abril. Entre el 7 y el 12 de mayo las tropas rebeldes de Túpac Amaru lograron, en un tercer intento, avanzar hasta las primeras casas de la pequeña ciudad pero se retiraron por las orillas del Lago para preparar su último y definitivo ataque.

Los habitantes de Puno estaban completamente agotados y a punto de rendirse, en un ultimo recurso desesperado, los mestizos e indígenas puneños decidieron al anochecer sacar en procesión a la imagen de la Virgen de la Candelaria cuya imagen se veneraba en el Templo de San Juan luego de implorarle su protección.

Lo hicieron, como siempre acompañando la imagen de grupos de sicuris y corneteros seguidos por todo el pueblo de Puno con velas encendidas. Al observar desde los cerros vecinos esta ruidosa agitación, los rebeldes percibieron en ésa la manifestación de un importante ejercito listo a combatir por mucho tiempo más. Al día siguiente los agotados puneños tuvieron la suerte de constatar que durante la noche los rebeldes se habían definitivamente retirado.

Según el relato tradicional, se dice que los sitiadores habían escuchado sonidos de fanfarrias y de un gran número de cabalgaduras que, en la oscura noche, les hicieron presumir que se acercaba un numeroso ejército en auxilio de los sitiados. En realidad el único refuerzo que llegó a Puno, fueron los restos del Ejército del General Español José del Valle (casi desecho, pues la mayor parte de los soldados estaban descalzos y mal vestidos).

Los habitantes de la ciudad lacustre consideraron el hecho como un verdadero milagro de la Virgen y desde entonces los puneños empezaron a venerar cada vez más a la humilde imagen de la Virgen de la Candelaria que poco a poco se convirtió en la verdadera patrona de Puno, minimizando así el culto impuesto por los Españoles hacia Nuestra Señora de la Concepción.

 

EL SANTUARIO

En el Collao, andaluces, asturianos y viscaínos, frailes jesuitas y dominicos construyeron muchos templos y santuarios; en Puno se levantó el templo de Nuestra Señora de la Concepción, en el lugar que hoy ocupa la Plaza de Armas y para los indígenas se habría construido la iglesia de San Juan Bautista, donde ahora se venera a la Patrona de Puno.

Este templo habría tenido varias refacciones; la última que se recuerda se concluyó en 1901. Fue el 10 de febrero de aquel año que se procedió a bendecir dicho templo por el entonces Obispo de la Diócesis, Monseñor Ismael Puirredon, habiendo apadrinado dicho acto el Exemo. Presidente de la República de entonces, Sr. Eduardo López de Romaña y Sra. Julia Castresa de Romaña, representado por el Cml. Manuel Eleuterio Ponce, Prefecto del Departamento y su señora esposa doña Florinda Méndez de Ponce. La fecha marca exactamente el día de la Octava de Festividad de la Virgen dela Candelaria”.

 

LAS FIESTAS

Se inicia la Fiesta de la «Mamacha Candelaria» aproximadamente el 24 de enero y culmina el 18 de febrero como preludio del Carnaval. En ese lapso se congregan en el lugar, y entregadas en absoluta devoción a la Virgen, unas setenta bandas musicales, algunas compuestas hasta por 300 personas, entre músicos y bailarines. Los integrantes de estas bandas no bailan ni tocan todo el jubileo, sino que se relevan constantemente ayudando a que la música, la veneración y la celebración continúen sin que nada ni nadie pueda detenerla.

Las novenas se realizan ocho días entes de la Fiesta en honor a la Virgen de la Candelaria, se inician cada 24 de enero y culminan el 31 del mismo mes, éstas se llevan a cabo en el Santuario de la Virgen. Los feligreses acuden al templo para agradecer a la Virgen por las bondades recibidas.

El primero de febrero de cada año, a partir de las dos de la madrugada, los puneños despiertan por el estallido de las bombardas y camaretazos que se oyen desde las inmediaciones del cerro Azoguini porque son los alferados del día jubilar, quienes saludan desde muy temprano a la Virgencita de la Candelaria.

Desde lo alto del cerro, las melodías de las bandas de músicos acompañan a los invitados, a quienes agasajan con ponches calientes y licores. Posteriormente, al salir el sol inician la caminata hacia el Santuario de nuestra patrona, para celebrar la Misa de Albas a las seis de la mañana, terminada la eucaristía, los alferados invitan a los presentes a su domicilio para saborear una riquísimo plato de fricasé.

En horas de la tarde, acompañados de autoridades e invitados se trasladan nuevamente al templo de la Virgen portando cirios. Los alferados necesariamente deben ser esposos, donde el varón lleva el “guión” y la mujer lleva al niño en sus brazos, los cirios más grandes y adornados son para las autoridades y los pequeños para los acompañantes.

Los alferados de los conjuntos ribereños o comunidades, también en horas de la tarde realizan un pasacalle por las principales calles de la ciudad, cargando en llamas y burros la leña que posteriormente será quemada en el Atrio del Santuario de la Virgen.

En la víspera de la fiesta, también se realiza una misa en el Santuario de la Virgen, luego de esa celebración, en el atrio del templo se queman fuegos artificiales, las bandas de músicos invitan a la celebración, allí se sirven ponches a los invitados y amigos, toda esta labor está a cargo de los alferados de la fiesta.

El día central de la Fiesta, el 2 de febrero, se inicia con una misa comunitaria a las diez de la mañana. Se ofrece la Misa de Fiesta a cargo del Monseñor o Párroco del Santuario, allí los devotos rinden homenaje a la Virgen Morena.

Posteriormente se realiza la procesión por las principales arterias de la ciudad, terminada ésta se efectúa el cambio de alferados. Los feligreses acompañan a la imagen de la Virgen de la Candelaria en su recorrido, portando velas, y acompañados de una banda de músicos.

Es precisamente ese día que concursan en el Estadio Enrique Torres Belón, apreciándose un espectáculo sin comparación alguna, ya que se aprecia gran variedad de danzas propias y auténticas.

La octava de la Festividad de la Virgen de la Candelaria se inicia a los siete días después del día central. Se realiza igualmente una misa de Albas, entrada de cirios y misa de vísperas, posteriormente se queman castillos, fuegos artificiales, y las bandas de los diferentes conjuntos, así como las diferentes agrupaciones de sicuris, participan de esta actividad.

Paralelamente a este acto los conjuntos participantes del Concurso de Trajes de Luces hacen su participación en el Estadio “Enrique Torres Belón”, donde se desborda el colorido de los trajes y las espectaculares máscaras, todos los conjuntos muestran coreografías alusivas a la Virgen de la Candelaria, algunos de ellos forman figuras de candelabros, floreros, estrellas o siglas alusivas a Puno. Allí también se aprecia la grandiosidad de las bandas.

El día anterior a la Veneración el pueblo se asegura lugares para presenciar la Gran Parada que se realiza en honor a la Virgen de la Candelaria. Autoridades eclesiásticas, civiles, militares y políticas se congregan en el Atrio del Santuario, al mismo tiempo, el pueblo se vuelca a las calles para apreciar el paso de los conjuntos que danzan al compás de las bandas, las diabladas, reyes morenos, reyes caporales, morenadas, caporales, wacawacas, sicuris, doctorcitos, kullahuadas, llameradas, tinkus, entre otros, engalanan la Veneración.

El recorrido de los conjuntos se inicia en la esquina de la Avenida El Sol con el Jr. Lampa, avanzando poco a poco hacia el Atrio del Santuario, al llegar al Santuario, saludan a la Imagen Morena y reciben su bendición, que también está presente en ese momento, donde los bailarines piden sus deseos y agradecen por los ya recibidos, luego continúan su recorrido pasando por la Plaza de Armas hasta llegar al Jr. Branden (Laicacota) donde finaliza el largo recorrido.

Al día siguiente de la veneración comienza el Cacharpari que consiste en realizar una misa de despedida en el Santuario de la Virgen de la Candelaria, para posteriormente concurrir al local institucional y luego beber, bailar y adquirir compromisos para el próximo año.

Como son numerosos los conjuntos, el Cacharpari se prolonga por 8 a 10 días, y a veces coincide con el domingo de carnaval, continuando la fiesta por 20 días más. El Cacharpari quiere decir que el conjunto no volverá a reunirse sino en el año siguiente en que reanudará sus afanes para volver a danzar con su mejor homenaje a la Virgen.

Toda la festividad de la Candelaria gira en tomo al templo de San Juan. Ahí converge desde tiempos lejanos, la masa indígena.

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Virgen de la Candelaria de Cayma, Perú ( 2 de febrero)

Lo indios que la conducían a Cuzco no pudieron seguir porque la imagen pesaba demasiado y oyeron una voz que les decía, ”caiman”, que en quechua quiere decir “acá”- “acá me quedo”.

Así nació el nombre de Cayma y allí le levantaron una ermita…

Existen incontables imágenes en que se venera a María en este misterio de la purificación o Candelaria, cuya fiesta la Iglesia celebra el 2 de Febrero. Una de las más antiguas del Perú se halla en la parroquia de San Miguel Arcángel de Cayma, en Arequipa.

Cayma se encuentra en lugar privilegiado rodeado de los volcanes Misti y Chachani, bañado por el Río Chili y con una verde campiña que le da ese señorío y gracia. Se localiza a 3 km al noroeste de la Plaza de Armas, a 2 463 metros de altura, con una superficie de 246 km2 y con una ubicación elevada que le permite tener una visión panorámica de toda la ciudad de Arequipa.

 

LA HISTORIA DE LA ADVOCACIÓN

El nombre Cayma proviene del vocablo Aymara: “Kaymanta” que significa “hacia aquí” o “acá acá”. Pero según la leyenda se cree que el vocablo Cayma surgió en el virreynato, cuando la Virgen de la Candelaria era traslada al Cusco junto al Señor de los Temblores y a Nuestra Señora La Linda.

Su existencia remonta a los orígenes de la Ciudad Blanca y su historia se confunde con la leyenda. Lo cierto es, según constante tradición, que fue un obsequio a aquella región del Emperador Carlos V y que un día lo indios la conducían a Cusco.

Durante la travesía, los indios decidieron descansar durante la noche en el lugar donde actualmente es el cementerio de Cayma, pero al amanecer no pudieron retomar su camino porque la imagen de la Virgen pesaba demasiado, entonces escucharon una voz que decía: ”caiman”, ”caiman”, que en quechua quiere decir “acá, acá”- “acá me quedo”, y así nació el nombre de Cayma y la devoción a la Virgen de la Candelaria que se festeja el 2 de febrero de todos los años. Allí le levantaron una ermita.

 

LA IMAGEN Y MILAGROS

La Virgen de Cayma es una talla de tamaño regular, de rostro delicado y dulce. Sostiene al Niño Jesús, con su respectiva candela y canasto, infaltables en las imágenes de esta advocación mariana, muy difundida bajo diversos nombres.

En numerosas ocasiones Ella ha sido el consuelo y el amparo de Arequipa, afligida por las epidemias y los terremotos, comenzando por la violenta erupción del Huaynaputina en el 1600.

Cuatro años después, a raíz de una terrible epidemia de cólera –conocida vulgarmente por “el vómito negro”– que devastaba a la población “hasta el punto de no caber los muertos en las iglesias y ser enterrados en masa en grandes zanjas”, se acordó traer en su socorro a la imagen de la Candelaria de Cayma y fue tan sólo pasearla por la ciudad que la mortandad cesó. Por lo que se hizo costumbre, en agradecimiento por haber ahuyentado tan implacable pestilencia, bajarla todos los años en esa fecha, 28 de agosto, fiesta de San Agustín. Devoción ésta que perduró hasta fines del siglo XIX.

También, gobernando en el siglo XVIII la Diócesis de Arequipa Mons. Abad e Illana, fue repentinamente afligido por una severa parálisis. Conducido en silla de manos al Santuario, habiendo invocado a la Santísima Virgen de la Candelaria, alcanzó la milagrosa curación de su dolencia.

La constancia de su devoción y el fervor nunca desmentido de los arequipeños ha quedado inmortalizado en los numerosos cuadros que relatan los favores de esta Virgen de la Candelaria y que se conservan al interior del templo.

En uno de ellos –pues faltaría espacio para transcribir tantos hechos que se le atribuyen– aparece estampada esta elocuente inscripción: “No es posible reducir a número los muchos y portentosos milagros que ha obrado y obra cada día esta divina Señora de Cayma. Cojos, mancos, calenturientos, los que padecen flujos de sangre, apretones de garganta y otras enfermedades interiores, especialmente bultos; las mujeres en sus partos; muchos casados deseosos de tener sucesión, la han conseguido por intercesión de María”.

En 1947 se celebró en Arequipa un trascendental Congreso Mariano, que fue el marco preparatorio para la solemne coronación canónica de la Virgen de Cayma. Trasladada con la mayor pompa a la Plaza de Armas de la Ciudad Blanca, el día 11 de mayo tuvo lugar la ceremonia en la que el Emmo. Cardenal Juan Gualberto Guevara, Arzobispo de Lima y Primado del Perú, ciñó sobre su frente una espléndida corona.

 

LA IGLESIA SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Con el crecimiento de la ciudad, el pueblo de Cayma, hoy convertido en distrito, se encuentra plenamente insertado en el casco urbano de Arequipa.

Desde el centro de la ciudad, se puede llegar a él cruzando el río Chili por el puente Grau, siguiendo por la Av. Ejército hasta la intersección con la Av. Cayma y subiendo por su empinada cuesta, hasta atravesar uno de los cinco hermosos arcos de cantería que dan acceso a su pintoresca Plaza.

En uno de sus lados, se encuentra el Santuario de Cayma con sus añejos sauces al pie y su bello artesonado labrado en sillar.

Aún hoy son frecuentes las peregrinaciones al lugar y la tierna mirada de la Virgen está siempre dispuesta a acoger con la mayor ternura al caminante, escuchar sus congojas y atenderle cariñosamente.

La estructura del templo ha pasado por sucesivas recreaciones, fruto de los avatares del tiempo. Al presbítero Juan Domingo de Zamácola y Jáuregui, cuyos restos descansan en su interior, le debemos una edificación mayor y más espléndida, que llevó pacientemente hasta su culminación en 1802.

Pero previamente, después del terremoto del 13 de mayo de 1784 fue reconstruida, agradándose dos naves laterales, con paredes dobles y cuatro arcos. Cada nave tiene tres retablitos. En medio tenemos el altar mayor y sobre el sagrario se encuentra colocada la imagen de la Virgen de la Candelaria.

El violento terremoto de 1868 lo dejó prácticamente en ruinas, salvándose milagrosamente la imagen. Restaurado convenientemente, en la actualidad lo podemos apreciar como joya arquitectónica llena de inigualable encanto.

Actualmente tiene dos torres en forma de pirámide, es de buena y sólida construcción de sillar labrado, cubierta de bóvedas con cúpula o media naranja con adornos de pirámide. La puerta principal mira a la cuidad y al sol naciente.

Su fachada es de estilo corintio, con cuatro columnas, dos en cada lado, delante de pilastras con sus correspondientes bases, alquitranes y capiteles y cornisas sobre las cuales se encuentra un nicho en forma de concha, que al mismo tiempo sirve de ventana para dar luz al coro, en la cual se encuentra sobre una piedra la Virgen de la Candaleria.

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Nuestra Señora de la Candelaria de San Pedro de la Paz, Chile ( 2 de febrero)

La imagen de la “Bienaventurada Virgen María”, que bajo la advocación de “Nuestra Señora de la Candelaria”, se venera en el Santuario ubicado en San Pedro de la Paz, Concepción, es tal vez la más antigua que actualmente existe en Chile.

Los mineros la asociaron, por la candela que llevaba en su mano, a la luz que los acompañaba en los piques y que llevaban sobre el casco de trabajo…

Gran Concepción es un área metropolitana que comprende las 7 de las 12 comunas de la Provincia de Concepción, en la VIII Región del Biobío (Chile). Se encuentra ubicada en la ribera del río Biobío, en su desembocadura y cercanías, donde en total viven casi 700 mil habitantes, convirtiéndola en la tercera conurbación más poblada del país, después del Gran Valparaíso. Posee los puertos de Lirquén (comuna de Penco), Talcahuano, San Vicente (Chile) (comuna de Talcahuano), cuenta con el Aeropuerto Carriel Sur y cuatro vías de acceso desde la carretera panamericana. El centro neurálgico de esta conurbación es Concepción.

Esta ciudad fue fundada por Pedro de Valdivia el 5 de octubre de 1550 en el actual emplazamiento de Penco, frente a la Bahía de Concepción.

Dos años después, el asentamiento fue reconocido como ciudad a través de un Decreto Real que le otorgaba un Escudo de Armas, que es el que existe en la actualidad.

Durante la mayor parte de los siglos XVII y XVIII, Concepción fue el asiento de la Real Audiencia, la más importante institución de gobierno colonial española. Tras el terremoto y maremoto del 25 de mayo de 1751, que destruyó la ciudad, se decidió su re-emplazamiento en el denominado Valle de la Mocha, ubicación que mantiene actualmente. En la Plaza de Armas de esta ciudad, se firmó la declaración solemne de independencia nacional el 1 de enero de 1818. Desde ese momento, la Plaza de Concepción pasó a llamarse Plaza Independencia, la única Plaza de Armas que se denomina de esa forma en todo el país. Su crecimiento ha sido especialmente rápido a partir de la segunda mitad del siglo XX, llegando a fusionarse con otras urbes creando el Gran Concepción.

El río BÍO BÍO, en lengua mapuche significa Huio Huio o ‘rumor de agua’. Ha sido un río histórico por excelencia. Durante la Colonia fue la frontera y el gran teatro de la Guerra de Arauco y en la lucha de la Independencia Nacional, donde fue testigo de varias batallas entre patriotas y realistas. Su función más importante es abastecer de agua potable a más de un millón de personas.

  

COMUNA SAN PEDRO DE LA PAZ

La comuna de San Pedro de la Paz se ubica cruzando el río Bío Bío, al suroeste de la ciudad de Concepción. Sus límites son, por el norte, el río Bío Bío; por el sur, Coronel; por el este, río Bío Bío y por el oeste, el Océano Pacífico.

Creada como comuna el día 29 de Diciembre de 1995, posee una superficie de 112,5 km2 y una población superior a 80 mil habitantes.

La comuna debe su nombre al Fuerte construido en 1603 por orden del Gobernador y Capitán General del Reino de Chile, don Alonso de Ribera, durante la Guerra de la Araucanía. Hoy no quedan vestigios de este fuerte.

El único vestigio del Fuerte de San Pedro de la Paz que ha sobrevivido al paso de los siglos, es una imagen de la Virgen María, tallada en madera, que se venera en el “Santuario de Nuestra Señora de la Candelaria”, erigido en su honor. Fue instalada en la fortificación militar por el Gobernador Alonso de Rivera en 1603. Esta reliquia histórica, cuatro veces centenaria, ha sorteado guerras, terremotos, el paso del tiempo y continúa iluminando a sus devotos.

Cada 2 de febrero se celebra la “Fiesta de la Candelaria”, que congrega a fieles de la región y del país. Durante la festividad se efectúa una tradicional procesión por las arenas del río Bío Bío. El 22 de enero de 1996, el Arzobispado de Concepción la declaró Patrona Principal de San Pedro de la Paz.

 

LA IMAGEN

La imagen de la “Bienaventurada Virgen María”, que bajo la advocación de “Nuestra Señora de la Candelaria”, se venera en el Santuario ubicado en San Pedro de la Paz, Concepción, es tal vez la más antigua que actualmente existe en Chile.

Traída desde España por el Gobernador Alonso de Sotomayor, alrededor del año 1583, fue venerada primeramente en los Fuertes de Angol, Nacimiento y Santa Juana. Al ser abandonados estos Fuertes por los ataques de los araucanos, la imagen fue traslada a Penco.

El Gobernador Alonso de Ribera, reconstruyó el Fuerte de San Pedro en la orilla sur del río Bío Bío, e hizo trasladar esta histórica imagen a dicho Fuerte. Desde entonces ha permanecido en el lugar, en él se firmó un tratado de paz entre españoles y araucanos, de ahí, el nombre de San Pedro de la Paz.

En el año 1983 la imagen de la “Virgen de la Candelaria”, fue sometida a un proceso de restauración a cargo del sacerdote Ángel Vicente Cerró, de la Congregación Padres de Schöenstatt, experto en policromía y restauración.

Al retirar yeso y papel de la imagen, producto de una restauración anterior (que probablemente se realizara en 1881, por los pedazos de periódicos de la época que se encontraron) el padre Ángel Vicente Cegó descubrió casi intacta una bella imagen de madera de artesanía gótica que trabajaban los escultores góticos en los siglos XV y XVI.

Con señorial estampa, “Nuestra Señora de la Candelaria” luce ahora en todo su esplendor, colocada en la única ventana del actual Santuario, pudiendo observarse tanto de día como de noche, apreciando su enigmática sonrisa, que a través de los siglos, no ha perdido su dulzura.

En el interior del templo se puede apreciar como telón de fondo del Altar al mural usado en la Misa que celebró S.S. Juan Pablo II, en su visita a Concepción. Este mural fue tejido por las bordadoras de Copiulemu en arpillera y lana. En la entrada del templo se encuentra el “Cristo de Pellín» labrado por toda la comunidad. Resultó un Cristo con rasgos mapuches.

LA DEVOCIÓN

El Santuario de San Pedro de la Paz, por siglos ha sido centro de la expresión religiosa de la zona del Bío Bío. En los tiempos de gloria de las minas de carbón de Lota y Coronel, había trenes que llegaban hasta la Estación de ferrocarriles de San Pedro para traer a cientos de peregrinos que venían cada 2 de febrero a venerar a Nuestra Madre.

Los mineros la asociaban, por la candela que llevaba en su mano, a la luz que los acompañaba en los piques y que llevaban sobre el casco de trabajo. En esos tiempos el río era navegable y se paseaba, junto con caravanas de botes con fieles, por el curso de agua. Cuando esto se hizo complicado, se sacaba la pequeña imagen en procesión por la Laguna Chica de San Pedro.

En la actualidad la Procesión se hace en parte por las arenas del río Bío Bío y luego por las calles de la Comuna, aledañas al Santuario.

El culto a la Candelaria empezó a decaer cuando se empezó a construir en los sectores donde los fieles hacían sus “paseos” y también por el decaimiento de la zona del carbón. Fue a partir del año 1980 cuando se empieza nuevamente a promover esta devoción mariana que poco a poco, al principio, y con mucha fuerza después, ha ido creciendo en número de fieles y en infraestructura.

Durante todo el año acoge a cientos de peregrinos que vienen a encontrarse con su Madre, muchos son acogidos en las Catequesis y en los Grupos organizados de la Parroquia, o vienen a celebrar sus Sacramentos. Este espíritu de cobijamiento, tan característico de los Santuarios Marianos, se deja ver claramente aquí.

Cuando se aproxima la celebración de la Fiesta Patronal (la “Virgen de la Candelaria” fue declarada por el Arzobispo Antonio Moreno, Patrona de la Comuna) se incrementa la oración en la Novena, se prepara la Cantata a la Virgen, y se realiza la Liturgia de la Luz a orillas del río.

Durante la fiesta y la procesión, son los »Caballeros de la Virgen» los encargados de la infraestructura y de transportar la imagen de la Virgen

EL TEMPLO

No sólo de atractivos naturales goza la comuna de San Pedro, porque una gran iglesia situada en el sector de San Pedro Viejo se conserva como una muestra patrimonial de la localidad que, además de poseer un gran templo, cuenta con bellos jardines decorados con hermosas figuras religiosas, bellos corredores y áreas verdes.

En la entrada al Santuario de La Virgen de la Candelaria, lo que más llama la atención, es una gran figura de Jesús en la cruz tallada en madera, donde los fieles realizan sus peticiones y prenden velas, mientras en los jardines del lugar una estatua de San Pedro traída directamente desde Roma, protege el recinto.

Es una moderna iglesia con terraza y hermosa vista de las luces de la ciudad de Concepción, reflejadas en el río Bío Bío al atardecer.

En enero de 1939 un terremoto destruyó el Santuario, fue reconstruido, pero en el año 1960 otro lo destruye nuevamente. La Facultad de Teología y la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso en una ayuda solidaria, construyen un nuevo templo en madera, programado para una duración de 10 años, sin embargo se mantuvo en pie 25 años, hasta que se construyó el actual Santuario el año 1987.

El 25 de marzo de 1982, por decreto, el Santuario pasó a ser también Parroquia y fue nombrado así su primer párroco y rector, por ordenanza del Arzobispo de Concepción, de ese entonces, Monseñor Manuel Sánchez.

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Virgen de la Candelaria de Adeje, España ( 2 de febrero)

La imagen se conserva en la Ermita de Santa Úrsula en el municipio canario de Adeje. Hay quién dicen que pudiera ser la imagen original de la Virgen aparecida a los guanches. Y otros que fue la primera copia.

Adeje es un municipio canario, perteneciente a la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Está situado en el suroeste de la isla de Tenerife. Es la cuarta ciudad de Tenerife en cuanto a población.

 Los historiadores no tienen dudas. La imagen de la Candelaria que encontraron los guanches en la costa de Güímar, y que adoraron como su señora no era una virgen negra. Por la época, unos 100 años antes de la Conquista, se trataría de una virgen gótica: blanca y de pelo rubio, como la virgen del Pino. El tiempo, el aceite de nuez con el que limpiaban la figura y el humo de las velas con el que los dominicos rodearon la imagen hizo que la talla fuera oscureciéndose hasta parecer negra.

En el pueblo de Adeje creen firmemente que la imagen que ellos guardan con grandes dosis de cautela en la iglesia de Santa Úrsula mártir es la auténtica virgen de Candelaria. Dicen que el marqués de Adeje y Conde de la Gomera pidió que le dejaran la talla para hacer una copia y poder llevársela con él. En lugar de devolver la original, entregó la copia, y la virgen de Candelaria se trasladó a lomos de un burro hasta la Casa Fuerte de Adeje y después pasó a una pequeña capilla de su iglesia. Si esto llega a ser cierto, la imagen que se llevó el mar, en el temporal de 1826, hubiera sido una copia y no la auténtica.

Sin embargo, según el vicedecano de la Facultad de Geografía e Historia de La Laguna, que cita al historiador Jesús Hernández Pérez, en aquellos años, siglos XVII y XVIII se harían muchas copias de la virgen. Es verdad que una de ellas, tal vez una de las primeras, sea la que está en la iglesia de Adeje. Eso también lo afirma uno de los párrocos de la ermita, Agustín Sanabria, «esta es la primera copia que se hizo de la que se llevó el mar». De ahí su importancia: se conserva como en realidad era la virgen que vieron los guanches, y no como la imagen que años después ve el escultor Fernando Estévez. Es una Candelaria oscurecida, morena, y así es como reproduce la talla que la gente tanto adora en la basílica de Candelaria.

Pero hay otros que piensan que quizás no sea sólo una copia sino la verdadera imagen original.

 

UNAS RARAS INSCRIPCIONES

Otro de los misterios que rodea a la talla de La Candelaria de Adeje son las letras que bordean el manto de la imagen y que, todavía, no han podido ser descifradas. Las letras aparecían en la talla desaparecida en Candelaria y «evidentemente, el autor de la copia de Adeje también las reprodujo».

Se trata de letras del alfabeto colocadas sin aparente orden pero que «podrían corresponder a las iniciales de cada palabra de una oración o letanía, no se ha podido averiguar», aseguró el profesor de la Universidad de La Laguna, Gerardo Fuentes.

No obstante, este dato ha acrecentado los rumores y servido de argumento para determinados sectores que insisten en que este tipo de tallas ocultaban mensajes secretos de los caballeros templarios. «Estas letras, sin embargo, son habituales en tallas góticas. El Cristo de La Laguna también las tiene en el paño de pureza. No se han podido descifrar pero se continúa investigando», concluyó el experto.

Las extrañas letras de la talla original de la Virgen eran:
En la pretina del cuello:
ETIEPESEPMERI
En la manga izquierda:
LPVRINENIPEPNEIFANT
En la parte inferior de la túnica:
EAFM IPNINI FMEAREI
En el cinturón:
NARMPRLMOTARE
En el manto, en el brazo derecho:
OLM INRANFR TAEBNPEM REVEN NVINAPIMLIFINIPI NIPIAN
En la orla de la mano izquierda:
EVPMIRNA ENVPMTI EPNMPIR VRVIVINRN APVI MERI PIVNIAN NTRHN
En la parte trasera, en la cola:
NBIMEI ANNEIPERFMIVIFVE

 

LA TALLA ORIGINAL DE LA CANDELARIA Y LA NUEVA

Sobre 1390, la actual Candelaria era un paraje solitario y desértico que frecuentaban los pastores guanches del menceyato de Güimar. Una tarde, dos naturales que conducían su ganado, vieron como algunas cabras se negaban a pasar al llegar a la boca del barranco, se adelantó uno de ellos pensando que había gente que les quería robar y encontró, sobre una peña, la Santa Imagen.

Con esta leyenda, comienza el fervor y adoración de los isleños a la Virgen de Candelaria. Fervor que todos los quince de agosto se transforma en una monumental romería, que se conforma desde todos los puntos de la isla de Tenerife hasta llegar a la Basílica de Candelaria, donde espera a los romeros, la Patrona de Canarias.

Pero lo que muchos de estos romeros no saben es que la talla de la Virgen de Candelaria que preside el altar de la Basílica de Candelaria, no es la original, aquella que encontraran los Guanches en la playa de Chimisay (antiguo nombre de la playa del Socorro), a finales del siglo XIV o principios del XV, sino una escultura realizada por el artista Fernando Estévez de Salas, discípulo de Lujan Pérez en 1827, por encargo de los frailes dominicos que cuidaban el santuario en esa época.

Y es que, un año antes, en 1826, concretamente la noche del 7 de Noviembre, un temporal de viento y lluvias que asolaban la isla hizo correr las aguas del barranco que, desbordado a su encuentro con el Santuario, derribó los muros de la capilla que albergaba la Imagen, y la precipitó, junto a los escombros, al mar. Muchos fueron los intentos por recuperar la reliquia: se vigilaron las costas, se enviaron barcos a recorrer el litoral, se registraron las playas, pero todo fue en vano. Había desaparecido, trágicamente, la original Virgen de Candelaria.

La actual Imagen fue realizada por el escultor Estévez teniendo en cuenta algunos retratos de la desaparecida, pero no se trata de una copia de esta, ya que su autor, en contra de lo deseado, imprimió a su obra un sello personal y estilo neoclásico, representando a la Virgen con notables variaciones sobre el original perdido de estilo gótico. Con el paso del tiempo la obra se apolilló y tuvo que ser restaurada por el escultor orotavense Ezequiel de León que, en 1972, construyó un nuevo cuerpo completo de brazos fijos, tallado en madera de cedro, al que le adaptó la cabeza y manos del escultor Fernando Estévez, procediendo a continuación a policromar la túnica de la Virgen con las típicas inscripciones que tenia la Imagen desaparecida.

Debido a las reformas la Imagen ha perdido altura y por los vestidos con que actualmente se presenta es imposible apreciar estos cambios, por lo que, muchos son los que desconocen esta labor de conservación. De otro lado la Comunidad Dominica, ha sido cauta en divulgar estas reformas por respeto a la diversidad de opiniones que se podrían suscitar con tales conocimientos.

 

LA DESPARICIÓN DE LA TALLA ORIGINAL DE LA CANDELARIA Y LA APARICIÓN DE LA DE ADEJE

La Imagen que actualmente se venera en la Basílica de la Candelaria no responde a la perdida en el aluvión de 1826. Sin embargo, una talla considerada facsímile de la original puede contemplarse actualmente en la Iglesia de Santa Ursula de Adeje.

Esta talla, presenta una aureola de misterio sobre su origen, que a más de uno ha hecho dudar si se trata de la verdadera Virgen de Candelaria que encontraron los pastores en las playas de Chimisay y que, por algún motivo oculto, fue a parar, primero a los Marqueses de Adeje y luego a la ermita de Santa Ursula que tan celosamente la guarda en la actualidad. Para algunos la idea no es del todo descabellada, para otros, resulta un grave error histórico.

Veamos cuales son los hechos que alimentan estas dudas.

Según el historiador D. José Rodríguez Moure la noche del 7 de noviembre de 1826, presentóse sobre Tenerife una de esos temporales de viento y lluvias torrenciales que en períodos más o menos largos suelen visitarla y que, por desgracia, siempre dejan hondas huellas de su marcha destructora.

Continúa el historiador haciendo mención a un hecho insólito: la capilla o Iglesia provisional que aún subsiste, comunicaba con las obras del nuevo Templo por una puerta a los pies de la Capilla, que en la noche de este día, por un descuido quedó abierta. Describe a continuación la reacción de los frailes dominicos, encargados del cuidado del Santuario, ante la violencia del temporal: la comunidad de esta casa, estaba reducida a cuatro ancianos religiosos sacerdotes y dos legos no menos viejos que ellos, los que solo, dentro del Convento, viéronse sorprendidos por el terrible huracán, que habiendo revuelto las tejas de la cubierta, encontráronse precidados a dejar sus celdas y a refugiarse en la Cueva que sirvió de morada a los Marqueses de Adeje para pasar las fiestas, y que por la nueva fábrica quedaba dentro del traspatio del Convento. En este refugio que la inclemencia de la lluvia les obligó a tomar, aunque calculaban que la casa y Capilla estaría toda mojada, no se preocuparon del Sacramento y de la Santa Imagen, pues creíanlo libre de todo riesgo por la altura de las hornacinas o nichos donde los tenían reservados en la pared del fondo de la Capilla.

Y acaba el relato de esta manera: y precipitándose con furia devastadora las aguas reembalsadas, al tenderse en la embocadura llevándose doce casas de las que adornaban la plaza: pero como un gran brazo de la corriente entrara por la obra del Templo a la Capilla, (pues según se ha dicho, la puerta de comunicación había quedado abierta por descuido) pronto subió el nivel de aquella a más de dos metros de altura, cuya masa, obrando sobre la pared de fondo donde estaba colocada la Santa Imagen, la derribó, llevándose la estimada reliquia al cercano mar…

Hemos de reconocer que estos hechos, así contados y admitidos como ciertos por los historiadores, de haberse producido en la actualidad, hubieran originado que los frailes, los legos, y hasta el mismísimo Marqués de Adeje hubieran tenido que soportar como primeros sospechosos, el minucioso interrogatorio policial consecuencia de tan irregular relato.

Téngase en cuenta que, en Canarias, como indica Rodríguez Moure, no es frecuente este tipo de temporales, ni se presenta de un momento para otro. Incluso, se relata que otros textos, que desde la una de la tarde de aquel día, se apreciaron grandes gotas de lluvia y se avistaban unas inusuales nubes muy negras sobre el Teide. Por lo tanto ¿Cómo pudieron ser los frailes tan poco previsores?. Desde que empezaran las lluvias hasta que las aguas del barranco tomaran el caudal necesario para llevarse hasta doce casas de la plaza, debieron de pasar varias horas. Entonces ¿Por qué los frailes , encargados del cuidado y la seguridad de la Virgen, no se llevaron con ellos hasta su refugio la Santa Imagen, que era de madera ligera y sólo medía un metro?. Y ¿Cómo olvidaron cerrar la puerta de la Capilla que guardaba en su interior la tan preciada Imagen?.

Sería más lógico pensar que, por la violencia de la tormenta y con el fin de protegerla, llevaran la Santa Imagen hasta la cueva del Marqués de Adeje y que la puerta de la Capilla quedara abierta por que no se encontraba la Imagen en ella. Y que al día siguiente, ocultaran este hecho a los vecinos del pueblo y aprovecharan las circunstancias acaecidas para entregar la Imagen al Marqués que solo tendría que recogerla en la Cueva de su propiedad.

Pero, ¿Qué motivos podrían tener los frailes para actuar así?. Veamos cual era la situación política de aquellos años: La invasión de Napoleón y el destronamiento de Fernando VII, que dio origen a la guerra de la Independencia, también repercutió en Canarias, y aunque la guerra no se dejó sentir en las Islas de una manera directa, se vivieron las incertidumbres propias que conlleva una contienda de esta importancia.

A estos acontecimientos siguieron los de la proclamación de la Constitución de 1812, la restauración de Fernando VII, y la creación del Obispado de Tenerife. Más tarde el restablecimiento de la Constitución de Cádiz en 1820, y con él el verdadero alcance de las nuevas ideas y la mísera suerte que aguardaba a las órdenes religiosas.

Los Dominicos de Candelaria hubieron de entregar los inventarios sobre las riquezas de la Virgen que les fueron precisados y sufrir numerosas vejaciones. No obstante, prosiguieron con las obras del nuevo Templo, por haber sido destruido el mismo en un incendio de 1784 del que sólo se salvó la Imagen y algunas pertenencias del Santuario. A partir de 1823, acabada la restauración de Fernando VII, les fueron devueltas al clero sus posesiones y se permitió abrir nuevamente los conventos clausurados, entre ellos el de Candelaria. Esta sucesión de hechos había marcado, a buen seguro, el ánimo de los frailes.

Posteriormente, en 1835, se volvió a dar órdenes desde Madrid de la extinción de los conventos y con ello la expulsión de los religiosos de Candelaria, incautándose el Estado de todos los bienes del Convento, incluidos el edificio y las alhajas. Los pocos libros que poseían fueron a parar a los más variados propietarios y muchos de ellos destruidos. Las puertas, ventanas y vidrieras del restaurado Templo de Candelaria, fueron arrancadas y llevadas a casas particulares de Gúimar. La Diputación Provincial se apropió del magnifico dorsel de terciopelo de seda y oro que se utilizaba en el trono de la Virgen, y del soberbio crucifijo de marfil que tenia el altar del Santuario, que acaba siendo usado para recibir el juramento de los diputados.

Los luctuosos acontecimientos durante los años previos a 1826 y la presunción de los que se avecinaban pudieron ser suficiente motivo para que el Marqués, hombre poderoso y cercado a la política de aquella época, decidiera junto con los frailes, llevar a la Virgen hasta un lugar seguro, su casa de Adeje, la Casa Fuerte, donde estaría protegida hasta que vinieran tiempos mejores.

Esta hipótesis queda también sustentada en otro hecho insólito. El siguiente año, antes de encargarse la actual imagen, y presentándose las fiestas en honor a la Virgen, recoge en sus textos Rodríguez Moure: Apremiando el tiempo de la próxima fiesta y recordando los religiosos que en la Parroquia de Adeje había un facsímil de iguales proporciones que la perdida imagen, mandado a esculpir por los piadosos Marqueses de Adeje, pidieron al Prelado se les facilitara mientras apareciera la perdida o el Santuario se proveyera de otra. Corrió el tiempo y la festividad presentóse, teniendo los religiosos que traer un retrato al óleo que de la desaparecida Imagen tenían en el oratorio privado de la finca de la Granja.

O sea, que los piadosos Marqueses, les negaron el favor de prestar la Imagen. Y aquí surge otra interesante cuestión. ¿Por qué se negaron los Marqueses a cederla si era una copia?. Una explicación razonable sería que se trataba del original, y en consecuencia no podía ser exhibido por temor a ser reconocido por los fieles. Y algo mucho más importante, ¿Por qué no aparece ninguna mención de la Imagen de Adeje hasta esta fecha, cuando se reconoce en la actualidad, que se trata del facsímil más antiguo de la Virgen de Candelaria?. Por otro lado, resulta incoherente que, el Marqués, Protector y Patrono de la Virgen de Candelaria, entorpeciese con su postura las fiestas de su protegida.

A continuación veamos la descripción que sobre la talla original hicieran Fr. Alonso de Espinosa primero, y posteriormente Fr. Juan Abreu Galindo. Nos dicen ambos autores que, la imagen es de más o menos 5 palmos de altura (aproximadamente 1 metro), contando con la peana en que apoyaba los pies. Su posición era de pie, con la cabeza recta y mirando al frente, teniendo en el brazo derecho al Niño Dios, desnudo, las piernecitas dobladas y los brazos también. Aprisionaba por las alas un dorado pajarito de moñita o peineta, y por último, la Imagen del Niño tenía la cabeza ladeada a la derecha y miraba a algo que estaba a los pies de la Madre. El brazo izquierdo de la Virgen, en posición inverosímil, sostenía al Niño, y en la mano izquierda, que se presentaba en posición cerrada y muy natural, tenía un trozo de vela como un jeme de color verde, que daba a entender podía aumentarse con otro, a voluntad, y por último apoyaba las plantas de los pies sobre una tabla redonda o peana, como de cuatro centímetros de alto, pintada de color encarnado, descubriéndose la parte externa del pie izquierdo que salía un poco del diámetro de la peana. La indumentaria constituíala una túnica dorada, imitando el color amarillo, desde el cuello hasta los pies, haciendo el talle un cinturón cerrado, azul, como de dos centímetros de altura. El manto, también azul obscuro, salpicado de flores de color de oro, caíale desde los hombros por uno y otro lado del cuerpo, sujetándolo sobre el pecho una traba cuerda encarnada. La parte del pie que se dejaba ver por los bajos de la túnica, presentaba calzado un chaplín cerrado, de color encarnado. La cabeza de la Santa Imagen adornábala hermosa cabellera partida a la mitad, cayendo sobre los hombros en seis ramales tendidos por la espalda. El rostro muy proporcionado a la estatura, era ligeramente ovalado, adornado por rasgados ojos, boca pequeña y bien plegada y con unas hermosas rosas en las mejillas. La Imagen esta adornada en el cuello del vestido, cinturón en los extremos de las mangas y al pie de la túnica con unas letras, que aún en la actualidad, no ha podido entenderse su significado.

La coincidencia entre esta descripción que hacen ambos autores de la talla original encontrada por los guanches y la que se encuentra en la iglesia de Santa Ursula de Adeje son casi generales. No obstante, algunos historiadores y expertos en arte, encuentran diferencias entre los colores del manto de ambas, así como, en los dibujos del mismo, en el número de ramales del pelo, pero sobre todo, hacen hincapié en la diferencia de estilo. La de Adeje se fecha hacia mitad del siglo XVII, la catalogan de estilo renacentista, y a la original anterior al siglo XVI y de estilo gótico. A pesar de todo, sobre las diferencias de color que plantean, debe tenerse en consideración, la gran cantidad de errores que cometieron los cronistas en las descripciones realizadas, por ejemplo, las relativas a las letras de la túnica, de las que existen al menos, cinco versiones diferentes, ocasionadas unas veces por erratas de imprenta y otras por errores de trascripción de los escritos originales. Además, no deben descartarse las posibles restauraciones, con los consiguientes cambios de color de las pinturas que deben haberse realizado sobre la talla de Adeje. Es conocido, por ejemplo, que un Párroco de Santa Ursula, llegó a pintar completamente el altar mayor, tapando todas las inscripciones originales. Otra cuestión importante pende sobre el origen de la Virgen de Adeje.

Existen multitud de Imágenes de la Virgen de Candelaria, tanto en el Archipiélago como en Sudamérica, pero se conocen en la mayoría de ellas, los datos del autor, fecha de realización y hasta el nombre del devoto que la encargó. En el caso de la Virgen de Adeje, no solo no se conoce al autor, sino que no se precisa la fecha de su realización con exactitud, si bien es cierto, que los archivos de Canarias han sufrido continuos expolios que complican bastante toda investigación. La importancia de la reseña consiste en que muchas de las referidas imágenes son facsímiles de la de Adeje, como la de Ntra. Sra. de Candelaria de Caracas.

La duda sobre si la talla de Adeje se trata de la original ha circulado por la isla en todas las épocas.

Rodríguez Moure recoge en sus escritos unas coplas que circularon en 1827 a raíz de la desaparición de la Virgen en el mar y que hablan por si solas del sentir y mal pesar de los habitantes de la Isla. Dice así: La Virgen de Candelaria, se la llevo el temporal. Ya los frailitos perdieron la cañita de pescar.

Esta revista solicitó al obispado de Tenerife que emitiera su opinión sobre este tema. Solo conseguimos la más absoluta reserva de nuestro interlocutor telefónico y una ligera alusión a que nos dirigiéramos a la Parroquia de Adeje.

Hace algunos años, se llevó a cabo sobre una astilla de la talla de Adeje la prueba del Carbono 14 que arrojó unos resultados que permanecen celosamente en poder del Ayuntamiento de la Villa y de los que solo se sabe que no lograron precisar su antigüedad con exactitud. Paralelamente, se le practicaron algunas radiografías que permitieron observar en el interior de la Imagen, a la altura del corazón, un objeto opaco que bien pudiera ser de metal o una piedra preciosa.

A pesar de la negativa de algunos historiadores a reconocer la posibilidad de que la Virgen adejera sea la original desaparecida en 1826, en una aseveración todos coinciden: La talla de Adeje es el mayor y mejor facsímil de la Virgen de Candelaria, realizado a la vista del original.

Esto, por si mismo, supone el reconocimiento del gran valor artístico de la talla y sobretodo, que es la que más se acerca en su aspecto a la antigua Virgen de Candelaria.

En la Villa de Adeje, muchos son los que creen que su Virgen es la misma que el 7 de Noviembre de 1826 desapareciera del Santuario, pero pocos lo manifiestan abiertamente.

En la Iglesia de Santa Ursula, la Virgen permanece muda tras los viejos barrotes que la protegen, tan solo visitada por los fieles de la Villa y algún que otro turista. Mientras, la Basílica de Candelaria recibe a diario miles de fieles que pretenden ver a su Patrona. Si la Patrona original, que veneraron los guanches, los conquistadores, y posteriormente, durante más de 400 años los tinerfeños, fuera la que permanece en un apartado rincón de la Iglesia de Adeje, se habrá cometido con Ella un ultraje imperdonable. Esperemos que no se equivoquen los expertos y estemos libres de pecado.

Fuentes: Revista EL SOL ATLANTICO de agosto de 2000, por Daniel Feo y otras.

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El Nican Mopohua

Es el Relato de las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe al Beato Juan Diego, indígena azteca, ocurridas del 9 al 12 de diciembre de 1531. Escrito originalmente en la lengua náhuatl «lingua franca» en Mesoamérica, y todavía en uso en varias regiones de México.

Las dos palabras iniciales Nican Mopohua se han usado por antonomasia para identificar este relato, aunque muchos documentos indígenas comienzan igual. El título completo es: «Aquí se cuenta se ordena como hace poco milagrosamente se apareció la Perfecta Virgen Santa María, Madre de Dios, nuestra Reina; allá en el Tepeyac, de renombre Guadalupe»…

Es la principal fuente de nuestro conocimiento del Mensaje de la Sma. Virgen a Juan Diego, a México y al Mundo. La copia más antigua se halla en la Biblioteca Pública de Nueva York Rare Books and Manuscripts Department. The New York Public Library, Astor, Lenox and Tilden Foundation.

Se atribuye a Don Antonio Valeriano (1520?-1605?) sabio indígena aventajado discípulo de Fr. Bernardino de Sahagún. Don Antonio recibió la historia de labios del vidente, muerto en 1548.

El Argumento es único. En un estilo correcto, digno y sólido se narra la Evangelización de una cultura por la intervención de Dios y de la Santísima Virgen.

Leyendo entre líneas y más, desde la óptica náhuatl, se percata uno de cómo esta Evangelización empapó hasta las más íntimas y delicadas fibras de la cultura pre-hispánica.

Los protagonistas son:

• La Sma. Virgen que pide un templo para manifestar a su Hijo.
• El Beato Juan Diego, vidente y confidente de la Sma. Virgen.
• El Obispo Fr. Juan de Zumárraga a cuya Autoridad se confía el asunto.
• El Tío del Beato Juan Diego, sanado milagrosamente.
• Los criados del Obispo que siguen al Beato Juan Diego. Lo espían.
• La ciudad entera que reconoce lo sobrenatural de la imagen y entrega su corazón a la Sma.Virgen.

Sábado 9, diciembre 1531

En el Tepeyac, madrugada.

«Diez años después de tomada la ciudad de México, se suspendió la guerra y hubo paz en los pueblos, así como empezó a brotar la fe, el conocimiento del verdadero Dios, por quien se vive. A la sazón, en el año de mil quinientos treinta y uno, a pocos días del mes de diciembre, sucedió que había un pobre indio, de nombre Juan Diego, según se dice, natural de Cuautitlán. Tocante a las cosas espirituales, aún todo pertenecía a Tlatilolco.

«Era sábado, muy de madrugada, y venía en pos del culto divino y de sus mandados. Al llegar junto al cerrillo llamado Tepeyácac, amanecía; y oyó cantar arriba del cerrillo: semejaba canto de varios pájaros preciosos; callaban a ratos las voces de los cantores; y parecía que el monte les respondía. Su canto, muy suave y deleitoso, sobrepujaba al del coyoltótotl y del tzinizcan y de otros pájaros lindos que cantan.

«Se paró Juan Diego a ver y dijo para sí: ¿por ventura soy digno de lo que oigo? ¿quizás sueño? ¿me levanto de dormir? ¿dónde estoy? ¿acaso en el paraíso terrenal, que dejaron dicho los viejos, nuestros mayores? ¿acaso ya en el cielo?. Estaba viendo hacia el oriente, arriba del cerrillo, de donde procedía el precioso canto celestial; y así que cesó repentinamente y se hizo el silencio, oyó que le llamaban de arriba del cerrillo y le decían: Juanito, Juan Dieguito.

Luego se atrevió a ir adonde le llamaban; no se sobresaltó un punto; al contrario, muy contento, fue subiendo el cerrillo, a ver de dónde le llamaban. Cuando llegó a la cumbre, vio a una señora, que estaba allí de pie y que le dijo que se acercara. Llegado a su presencia, se maravilló mucho de su sobrehumana grandeza: su vestidura era radiante como el sol; el risco en que posaba su planta, flechado por los resplandores, semejaba una ajorca de piedras preciosas; y relumbraba la tierra como el arco iris.

Los mezquites, nopales y otras diferentes hierbecillas que allí se suelen dar, parecían de esmeralda; su follaje, finas turquesas; y sus ramas y espinas brillaban como el oro. Se inclinó delante de ella y oyó su palabra, muy blanda y cortés, cual de quien atrae y estima mucho.

«Ella le dijo: Juanito, el más pequeño de mis hijos, ¿a dónde vas?. El respondió: Señora y Niña mía, tengo que llegar a tu casa de México Tlatilolco, a seguir las cosas divinas, que nos dan y enseñan nuestros sacerdotes, delegados de Nuestro Señor.

Ella luego le habló y le descubrió su santa voluntad; le dijo:

Sabe y ten entendido, tú el más pequeño de mis hijos, que yo soy la Siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive; del Creador cabe quien está todo; Señor del cielo y de la tierra. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra piadosa madre, a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en mí confíen; oír allí sus lamentos y remediar todas sus miserias, penas y dolores. Y para realizar lo que mi clemencia pretende, ve al palacio del obispo de México y le dirás cómo yo te envío a manifestarle lo que mucho deseo, que aquí en el llano me edifique un templo; le contarás puntualmente cuanto has visto y admirado, y lo que has oído.

Ten por seguro que lo agradeceré bien y lo pagaré, porque te haré feliz y merecerás mucho que yo recompense el trabajo y fatiga con que vas a procurar lo que te encomiendo. Mira que ya has oído mi mandato, hijo mío el más pequeño; anda y pon todo tu esfuerzo.Primera entrevista con el señor Obispo, de mañana.

«Al punto se inclinó delante de ella y le dijo: Señora mía, ya voy a cumplir tu mandato; por ahora me despido de ti, yo tu humilde siervo. Luego bajó, para ir a hacer su mandado; y salió a la calzada que viene en línea recta a México».

«Habiendo entrado en la ciudad, sin dilación se fue en derechura al palacio del obispo, que era el prelado que muy poco antes había venido y se llamaba don fray Juan de Zumárraga, religioso de San Francisco. Apenas llegó, trató de verle; rogó a sus criados que fueran a anunciarle; y pasado un buen rato, vinieron a llamarle, que había mandado el señor obispo que entrara.

«Luego que entró, se inclinó y arrodilló delante de él; en seguida le dio el recado de la Señora del cielo; y también le dijo cuanto admiró, vio y oyó. Después de oir toda su plática y su recado, pareció no darle crédito; y le respondió: Otra vez vendrás, hijo mío, y te oiré más despacio; lo veré muy desde el principio y pensaré en la voluntad y deseo con que has venido. El salió y se vino triste, porque de ninguna manera se realizó su mensaje».

Tarde.

«En el mismo día se volvió; se vino derecho a la cumbre del cerrillo, y acertó con la Señora del cielo, que le estaba aguardando, allí mismo donde la vio la vez primera. Al verla, se postró delante de ella y le dijo: Señora, la más pequeña de mis hijas, Niña mía, fui adonde me enviaste a cumplir tu mandato: aunque con dificultad entré adonde es el asiento del prelado, le vi y expuse tu mensaje, así como me advertiste; me recibió benignamente y me oyó con atención; pero en cuanto me respondió, pareció que no lo tuvo por cierto; me dijo: Otra vez vendrás; te oiré más despacio; veré muy desde el principio el deseo y voluntad con que has venido.

«Comprendí perfectamente en la manera como me respondió, que piensa que es quizás invención mía que tú quieres que aquí te hagan un templo y que acaso no es de orden tuya; por lo cual te ruego encarecidamente, Señora y Niña mía, que a alguno de los principales, conocido, respetado y estimado, le encargues que lleve tu mensaje, para que le crean; porque yo soy un hombrecillo, soy un cordel, soy una escalerilla de tablas, soy cola, soy hoja, soy gente menuda10, y tú, Niña mía, la más pequeña de mis hijas, Señora, me envías a un lugar por donde no ando y donde no paro. Perdóname que te cause gran pesadumbre y caiga en tu enojo, Señora y Dueña mío.

«Le respondió la Santísima Virgen: Oye, hijo mío el más pequeño, ten entendido que son muchos mis servidores y mensajeros, a quienes puedo encargar que lleven mi mensaje y hagan mi voluntad; pero es de todo punto preciso que tú mismo solicites y ayudes y que con tu mediación se cumpla mi voluntad. Mucho te ruego, hijo mío el más pequeño, y con rigor te mando, que otra vez vayas mañana a ver al obispo. Dale parte en mi nombre y hazle saber por entero mi voluntad: que tiene que poner por obra el templo que le pido. Y otra vez dile que yo en persona, la Siempre Virgen Santa María, Madre de Dios, te envía.

«Respondió Juan Diego: Señora y Niña mía, no te cause yo aflicción; de muy buena gana iré a cumplir tu mandato; de ninguna manera dejaré de hacerlo ni tengo por penoso el camino. Iré a hacer tu voluntad; pero acaso no seré oído con agrado; o si fuere oído, quizás no se me creerá. Mañana en la tarde, cuando se ponga el sol, vendré a dar razón de tu mensaje con lo que responda el prelado. Ya de ti me despido, Hija mía la más pequeña, mi Niña y Señora. Descansa entre tanto. Luego se fue él a descansar en su casa».

Domingo 10

En misa, de mañana.

«Al día siguiente, domingo, muy de madrugada, salió de su casa y se vino derecho a Tlatilolco, a instruirse de las cosas divinas y estar presente en la cuenta, para ver en seguida al prelado. Casi a las diez, se aprestó, después de que se oyó Misa y se hizo la cuenta y se dispersó el gentío».

Segunda entrevista con el señor Obispo.

«Al punto se fue Juan Diego al palacio del señor obispo. Apenas llegó, hizo todo empeño por verle: otra vez con mucha dificultad le vio; se arrodilló a sus pies; se entristeció y lloró al exponerle el mandato de la Señora del Cielo; que ojalá que creyera su mensaje, y la voluntad de la Inmaculada, de erigirle su templo donde manifestó que lo quería.

«El señor obispo, para cerciorarse, le preguntó muchas cosas, dónde la vio y cómo era; y él refirió todo perfectamente al señor obispo. Mas aunque explicó con precisión la figura de ella y cuanto había visto y admirado, que en todo se descubría ser ella la Siempre Virgen, Santísima Madre del Salvador Nuestro Señor Jesucristo; sin embargo, no le dio crédito y dijo que no solamente por su plática y solicitud se había de hacer lo que pedía; que, además, era muy necesaria alguna señal, para que se le pudiera creer que le enviaba la misma Señora del Cielo. Así que lo oyó, dijo Juan Diego al obispo: Señor, mira cuál ha de ser la señal que pides; que luego iré a pedírsela a la Señora del cielo que me envió acá. Viendo el obispo que ratificaba todo sin dudar ni retractar nada, le despidió».

Los espías del señor Obispo.

«Mandó inmediatamente a unas gentes de su casa, en quienes podía confiar, que le vinieran siguiendo y vigilando mucho a dónde iba y a quién veía y hablaba. Así se hizo. Juan Diego se vino derecho y caminó por la calzada; los que venían tras él, donde pasa la barranca, cerca del puente del Tepeyácac, le perdieron; y aunque más buscaron por todas partes, en ninguna le vieron.

«Así es que regresaron, no solamente porque se fastidiaron, sino también porque les estorbó su intento y les dio enojo. Eso fueron a informar al señor obispo, inclinándole a que no le creyera: le dijeron que nomás le engañaba; que nomás forjaba lo que venía a decir, o que únicamente soñaba lo que decía y pedía; y en suma discurrieron que si otra vez volvía, le habían de coger y castigar con dureza, para que nunca más mintiera ni engañara».

En el Tepeyac, tarde «Entre tanto, Juan Diego estaba con la Santísima Virgen, diciéndole la respuesta que traía del señor obispo; la que oída por la Señora, le dijo: Bien está, hijito mío, volverás aquí mañana para que lleves al obispo la señal que te ha pedido; con eso te creerá y acerca de esto ya no dudará ni de ti sospechará; y sábete hijito mío, que yo te pagaré tu cuidado y el trabajo y cansancio que por mí has impendido; ea, vete ahora; que mañana aquí te aguardo».

Lunes 11

Enfermedad de Juan Bernardino.

«Al día siguiente, lunes, cuando tenía que llevar Juan Diego alguna señal para ser creído, ya no volvió. Porque cuando llegó a su casa, a un tío que tenía, llamado Juan Bernardino, le había dado la enfermedad, y estaba muy grave. Primero fue a llamar a un médico y le auxilió; pero ya no era tiempo, ya estaba muy grave. Por la noche, le rogó su tío que de madrugara saliera y viniera a Tlatilolco a llamar un sacerdote, que fuera a confesarle y disponerle, porque estaba muy cierto de que era tiempo de morir y que ya no se levantaría ni sanaría».

Martes 12

Frente al manantial del Pocito, de madrugada.

«El martes, muy de madrugada, se vino Juan Diego de su casa a Tlatilolco a llamar al sacerdote; y cuando venía llegando al camino que sale junto a la ladera del cerrillo del Tepeyácac, hacia el poniente, por donde tenía costumbre de pasar, dijo: Si me voy derecho, no sea que me vaya a ver la Señora, y en todo caso me detenga, para que lleve la señal al prelado, según me previno: que primero nuestra aflicción nos deje y primero llame yo de prisa al sacerdote; el pobre de mi tío lo está ciertamente aguardando.

«Luego dio vuelta al cerro; subió por entre él y pasó al otro lado, hacia el oriente, para llegar pronto a México y que no le detuviera la Señora del Cielo. Pensó que por donde dio la vulta, no podía verle la que está mirando bien a todas partes. La vio bajar de la cumbre del cerrillo y que estuvo mirando hacia donde antes él la veía. Salió a su encuentro a un lado del cerro y le dijo: ¿Qué hay, hijo mío el más pequeño? ¿a dónde vas? Se apenó él un poco, o tuvo vergüenza, o se asustó.

Se inclinó delante de ella; y la saludó, diciendo: Niña mía, la más pequeña de mis hijas, Señora, ojalá estés contenta. ¿Cómo has amanecido? ¿estás bien de salud, Señora y Niña mía? Voy a causarte aflicción: sabe, Niña mía, que está muy malo un pobre siervo tuyo, mi tío; le ha dado la peste, y está para morir. Ahora voy presuroso a tu casa de México a llamar uno de los sacerdotes amados de Nuestro Señor, que vaya a confesarle y disponerle; porque desde que nacimos, vinimos a aguardar el trabajo de nuestra muerte.

Pero sí voy a hacerlo, volveré luego otra vez aquí, para ir a llevar tu mensaje. Señora y Niña mía, perdóname; tenme por ahora paciencia; no te engaño, Hija mía la más pequeña; mañana vendré a toda prisa.

«Después de oír la plática de Juan Diego, respondió la piadosísima Virgen: Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige; no se turbe tu corazón; no temas esa enfermedad, ni otra alguna enfermedad y angustia. ¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿no estás bajo mi sombra? ¿no soy yo tu salud? ¿no estás por ventura en mi regazo? ¿qué más has menester? No te apene ni te inquiete otra cosa; no te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella: está seguro de que ya sanó. (Y entonces sanó su tío, según después se supo).

«Cuando Juan Diego oyó estas palabras de la Señora del cielo, se consoló mucho; quedó contento. Le rogó que cuanto antes le despachara a ver al señor obispo, a llevarle alguna señal y prueba, a fin de que le creyera. La Señora del Cielo le ordenó luego que subiera a la cumbre del cerrillo, donde antes la veía. Le dijo: Sube, hijo mío el más pequeño, a la cumbre del cerrillo; allí donde me viste y te di órdenes, hallarás que hay diferentes flores; córtalas, júntalas, recógelas; en seguida baja y tráelas a mi presencia.

«Al punto subió Juan Diego al cerrillo; y cuando llegó a la cumbre, se asombró mucho de que hubieran brotado tantas variadas exquisitas rosas de Castilla, antes del tiempo en que se dan, porque a la sazón se encrudecía el hielo: estaban muy fragantes y llenas del rocío de la noche, que semejaba perlas preciosas. Luego empezó a cortarlas; las juntó todas y las echó en su regazo.

«La cumbre del cerrillo no era lugar en que se dieran ningunas flores, porque tenía muchos riscos, abrojos, espinas, nopales y mezquites; y si se solían dar hierbecillas, entonces era el mes de diciembre, en que todo lo come y echa a perder el hielo.

«Bajó inmediatamente y trajo a la Señora del Cielo las diferentes rosas que fue a cortar; la que, así como las vio, las cogió con su mano y otra vez se las echó en el regazo, diciéndole: Hijo mío el más pequeño, esta diversidad de rosas es la prueba y señal que llevarás al obispo. Le dirás en mi nombre que vea en ellas mi voluntad y que él tiene que cumplirla. Tú eres mi embajador, muy digno de confianza.

Rigurosamente te ordeno que sólo delante del obispo despliegues tu manta y descubras lo que llevas. Contarás bien todo; dirás que te mandé subir a la cumbre del cerrillo, que fueras a cortar flores, y todo lo que viste y admiraste, para que puedas inducir al prelado a que dé su ayuda, con objeto de que se haga y erija el templo que he pedido.

«Después que la Señora del Cielo le dio su consejo, se puso en camino por la calzada que viene derecho a México: ya contento y seguro de salir bien, trayendo con mucho cuidado lo que portaba en su regazo, no fuera que algo se le soltara de las manos, y gozándose en la fragancia de las variadas hermosas flores».

Tercera entrevista con el señor Obispo.

«Al llegar al palacio del obispo, salieron a su encuentro el mayordomo y otros criados del prelado. Les rogó que le dijeran que deseaba verle; pero ninguno de ellos quiso, haciendo como que no le oían, sea porque era muy temprano, sea porque ya le conocían, que sólo los molestaba, porque les era importuno; y, además, ya les habían informado sus compañeros, que le perdieron de vista, cuando habían ido en sus seguimiento.

Largo rato estuvo esperando. Ya que vieron que hacía mucho que estaba allí, de pie, cabizbajo, sin hacer nada por si acaso era llamado; y que al parecer traía algo que portaba en su regazo, se acercaron a él, para ver lo que traía y satisfacerse. Viendo Juan Diego que no les podía ocultar lo que traía, y que por eso le habían de molestar, empujar o aporrear, descubrió un poco, que eran flores; y al ver que todas eran diferentes rosas de Castilla, y que no era entonces el tiempo en que se daban, se asombraron muchísimo de ello, lo mismo de que estuvieran frescas, y tan abiertas, tan fragantes y tan preciosas.

Quisieron coger y sacarle algunas; pero no tuvieron suerte las tres veces que se atrevieron a tomarlas: no tuvieron suerte, porque cuando iban a cogerlas, ya no veían verdaderas flores, sino que les parecían pintadas o labradas o cosidas en la manta.

«Fueron luego a decir al señor obispo lo que habían visto y que pretendía verle el indito que tantas veces había venido; el cual hacía mucho que por eso aguardaba, queriendo verle. Cayó, al oírlo, el señor obispo, en la cuenta de que aquello era la prueba, para que se certificara y cumpliera lo que solicitaba el indito. En seguida mandó que entrara a verle. Luego que entró, se humilló delante de él, así como antes lo hiciera, y contó de nuevo todo lo que había visto y admirado, y también su mensaje.

«Dijo: Señor, hice lo que me ordenaste, que fuera a decir a mi Ama, la Señora del Cielo, Santa María, preciosa Madre de Dios, que pedías una señal para poder creerme que le has de hacer el templo donde ella te pide que lo erijas; y además le dije que yo te había dado mi palabra de traerte alguna señal y prueba, que me encargaste, de su voluntad. Condescendió a tu recado y acogió benignamente lo que pides, alguna señal y prueba para que se cumpla su voluntad.

Hoy muy temprano me mandó que otra vez viniera a verte; le pedí la señal para que me creyeras, según me había dicho que me la daría; y al punto lo cumplió: me despachó a la cumbre del cerrillo, donde antes yo la viera, a que fuese a cortar varias rosas de Castilla. Después que fui a cortarlas, las traje abajo; las cogió con su mano y de nuevo las echó en mi regazo, para que te las trajera y a ti en persona te las diera. Aunque yo sabía bien que la cumbre del cerrillo no es lugar en que se den flores, porque sólo hay muchos riscos, abrojos, espinas, nopales y mezquites, no por eso dudé; cuando fui llegando a la cumbre del cerrillo, miré que estaba en el paraíso, donde había juntas todas las varias y exquisitas rosas de Castilla, brillantes de rocío, que luego fui a cortar.

Ella me dijo por qué te las había de entregar; y así lo hago, para que en ellas veas la señal que pides y cumplas su voluntad; y también para que aparezca la verdad de mi palabra y de mi mensaje. Helas aquí: recíbelas.

Casa del Obispo, de mañana. Aparición de la imagen.

«Desenvolvió luego su blanca manta, pues tenía en su regazo las flores; y así que se esparcieron por el suelo todas las diferentes rosas de Castilla, se dibujó en ella y apareció de repente la preciosa imagen de la Siempre Virgen Santa María, Madre de Dios, de la manera que está y se guarda hoy en su templo del Tepeyácac, que se nombra Guadalupe. Luego que la vio el señor obispo, él y todos lo que allí estaban, se arrodillaron: mucho la admiraron; se levantaron a verla; se entristecieron y acongojaron, mostrando que la contemplaron con el corazón y el pensamiento. El señor obispo con lágrimas de tristeza oró y le pidió perdón de no haber puesto en obra su voluntad y su mandato.

«Cuando se puso
en pie, desató del cuello de Juan Diego, del que estaba atada, la manta en que se dibujó y apareció la Señora del Cielo. Luego la llevó y fue a ponerla en su oratorio. Un día más permaneció Juan Diego en la casa del obispo, que aún le detuvo. Al día siguiente, le dijo: ¡Ea!, a mostrar dónde es voluntad de la Señora del Cielo que le erijan su templo. Inmediatamente se convidó a todos para hacerlo».

Miércoles 13

En la casa de Juan Bernardino, en Tulpetlac.

«No bien Juan Diego señaló dónde había mandado la Señora del Cielo que se levantara su templo, pidió licencia para irse. Quería ahora ir a su casa a ver a su tío Juan Bernardino; el cual estaba muy grave, cuando le dejó y vino a Tlatilolco a llamar un sacerdote, que fuera a confesarle y disponerle, y le dijo la Señora del Cielo que ya había sanado. Pero no le dejaron ir solo, sino que le acompañaron a su casa. Al llegar, vieron a su tío que estaba muy contento y que nada le dolía.

«Se asombró mucho de que llegara acompañado y muy honrado su sobrino, a quien preguntó la causa de que así lo hicieran y que le honraran mucho. Le respondió su sobrino que, cuando partió a llamar al sacerdote que le confesara y dispusiera, se le apareció en el Tepeyácac la Señora del Cielo; la que, diciéndole que no se afligiera, que ya su tío estaba bueno, con que mucho se consoló, le despachó a México, a ver al señor obispo, para que le edificara una casa en el Tepeyácac. Manifestó su tío ser cierto que entonces le sanó y que la vio del mismo modo en que se aparecía a su sobrino; sabiendo por ella que le había enviado a México a ver al obispo».

El título de Guadalupe.

«También entonces le dijo la Señora que, cuando él fuera a ver al obispo, le revelara lo que vio y de qué manera milagrosa le había ella sanado y que bien la nombraría, así como bien había de nombrarse su bendita imagen, la Siempre Virgen Santa María de Guadalupe.

«Trajeron luego a Juan Bernardino a presencia del señor obispo; a que viniera a informarle y atestiguar delante de él. A entrambos, a él y a su sobrino, los hospedó el obispo en su casa algunos días, hasta que se erigió el templo de la Reina en el Tepeyácac, donde la vio Juan Diego.

«El señor obispo trasladó a la Iglesia Mayor la santa imagen de la amada Señora del Cielo. La sacó del oratorio de su palacio, donde estaba, para que toda la gente viera y admirara su bendita imagen. La ciudad entera se conmovió: venía a ver y admirar su devota imagen, y a hacerle oración. Mucho le maravillaba que se hubiese aparecido por milagro divino; porque ninguna persona de este mundo pintó su preciosa imagen».

Descripción de la imagen.

«La manta en que milagrosamente se apareció la imagen de la Señora del Cielo, era el abrigo de Juan Diego: ayate un poco tieso y bien tejido. Porque en este tiempo era de ayate la ropa y abrigo de todos los pobres indios; sólo los nobles, los principales y los valientes guerreros, se vestían y ataviaban con manta blanca de algodón. El ayate, ya se sabe, se hace de ichtli, que sale del maguey. Este precioso ayate en que se apareció la Siempre Virgen nuestra Reina es de dos piezas, pegadas y cosidas con hilo blando.

«Es tan alta la bendita imagen, que empezando en la planta del pie, hasta llegar a la coronilla, tiene seis jemes y uno de mujer.

«Su hermoso rostro es muy grave y noble, un poco moreno. Su precioso busto aparece humilde: están sus manos juntas sobre el pecho, hacia donde empieza la cintura. Es morado su cinto. Solamente su pie derecho descubre un poco la punta de su calzado color de ceniza. Su ropaje, en cuanto se ve por fuera, es de color rosado, que en las sombras parece bermejo; y está bordado con diferentes flores, todas en botón y de bordes dorados. Prendido de su cuello está un anillo dorado, con rayas negras al derredor de las orillas, y en medio una cruz.

«Además, de adentro asoma otro vestido blanco y blando, que ajusta bien en las muñecas y tiene deshilado el extremo. Su velo, por fuera, es azul celeste; sienta bien en su cabeza; para nada cubre su rostro; y cae hasta sus pies, ciñéndose un poco por en medio: tiene toda su franja dorada, que es algo ancha, y estrellas de oro por dondequiera, las cuales son cuarenta y seis. Su cabeza se inclina hacia la derecha; y encima sobre su velo, está una corona de oro, de figuras ahusadas hacia arriba y anchas abajo.

«A sus pies está la luna, cuyos cuernos ven hacia arriba. Se yergue exactamente en medio de ellos y de igual manera aparece en medio del sol, cuyos rayos la siguen y rodean por todas partes. Son cien los resplandores de oro, unos muy largos, otros pequeñitos y con figuras de llamas: doce circundan su rostro y cabeza; y son por todos cincuenta los que salen de cada lado. Al par de ellos, al final, una nube blanca rodea los bordes de su vestidura.

«Esta preciosa imagen, con todo lo demás, va corriendo sobre un ángel, que medianamente acaba en la cintura, en cuanto descubre; y nada de él aparece hacia sus pies, como que está metido en la nube. Acabándose los extremos del ropaje y del velo de la Señora del Cielo, que caen muy bien en sus pies, por ambos lados los coge con sus manos el ángel, cuya ropa es de color bermejo, a la que se adhiere un cuello dorado, y cuyas alas desplegadas son de plumas ricas, largas y verdes, y de otras diferentes. La van llevando las manos del ángel, que, al parecer, está muy contento de conducir así a la Reina del Cielo».

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00 Todas las Advocaciones 10 Octubre ADVOCACIONES Y APARICIONES FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María

Nuestra Señora del Rosario de Cadiz, España ( 7 de octubre)

La más antigua referencia de la devoción del Rosario en Cádiz, se encuentra en la primera redacción de la Historia de Cádiz, de A. Horozco: “la del Rosario era una de las nueve cofradías existentes antes del saqueo inglés en 1596; agrupaba a los -morenos- y tenía su sede en el Hospital de la Misericordia.”
Su imagen fue ultrajada por los ingleses en la mencionada fecha. Luego se colocó restaurada en la ermita que más tarde pasó a ser iglesia del Hospicio de padres dominicos.
En 1639, fray Blas del Día, maestro y prior, solicitó permiso de la ciudad para elevar un convento definitivo aduciendo la creciente devoción a la milagrosa imagen…

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En 1730 cuando la fiebre amarilla diezmaba la ciudad, el regidor D. Simón Villalta propuso a la ciudad se acordase la asistencia de la misma todos los años a la función que en la iglesia de Santo Domingo se celebraba sacando la imagen del Rosario en la tarde del primer domingo de octubre, procesión que se venía celebrando de antiguo en recuerdo de la Batalla de Lepanto. Se acordó la propuesta. La devoción pública del rosario era fomentada de manera singular por las 15 compañías espirituales fundadas por fray Pablo de Cádiz, en 1691 con este fin.

El maremoto de 1735, reflejo en Cádiz del célebre terremoto de Lisboa, sirvió para dar mayor esplendor a esta advocación mariana. Los padres dominicos y el pueblo sacaron la imagen ante las encrespadas olas, que retrocedieron, calmándose el mar.

La ciudad acordó agradecida elevar una columna con la efigie en mármol de la Virgen del Rosario y honrarla como su Patrona con una función solemne anual en la iglesia de Santo Domingo el día de Todos los Santos. El triunfo del Rosario se colocó al final del paseo de las Delicias, frente a la puerta del Hospicio; era todo de mármol de carrara y estaba rodeado de una balaustrada traída de Génova. Desmontado en 1873 y trasladado al interior del Hospicio ha sido colocado en la Avenida de Ramón de Carranza.

 

LA TALLA DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO

Desde la fundación de la Cofradía del Rosario en 1590 ó 1591 han pasado por el culto de los gaditanos cuatro imágenes titulares de la Virgen del Rosario.

El icono de la patrona ha sufrido varios cambios desde 1590/91 hasta nuestra fecha, contabilizándose cuatro tallas.

La primera de ellas sólo permanece al culto seis años ya que padece los efectos del sitio y saqueo de la ciudad de Cádiz en 1596; es la conocida como Lady Vulnerata. Esta imagen fue arrastrada y mutilada en dicho asalto por las tropas anglosajonas al mando del Conde de Essex y tomada como uno de los tesoros de los cuales fue desposeída la ciudad en aquellos tristes sucesos.

Así, esta talla se encuentra hoy día recibiendo culto en la Iglesia de San Albano de los Ingleses de la ciudad de Valladolid desde el día 8 de septiembre de 1600, ya que hasta allí fue llevada por una colonia católica de ingleses que recogieron la imagen tras ser llevada a las islas británicas después el saqueo.

Tras el macabro saqueo llevado acabo por las hordas inglesas la Cofradía, que era conocida por la de los «morenos», se ve obligada a encargar una nueva imagen titular. Esta vendrá ser de candelero y se ejecutó hacia 1598. Era imagen de semblante triste, muy erguida, de mirada frontal y con una leve inclinación de la cabeza.

Esta imagen estuvo al culto de los gaditanos hasta 1931, año en el que el templo de Santo Domingo, lugar donde radicaba imagen, sufre las iras de los exaltados republicanos los cuales queman el templo y las imágenes salvándose solamente las manos y el Niño de la imagen de Nuestra Señora.

Sobre el Niño Jesús que le acompañaba poco podemos decir ya que las restauraciones y repintes sufridos por la imagen hace que haya perdido sus rasgos originarios; eso sí, Ángel Mozo la cataloga como talla protobarroca, aunque por lo mencionado es difícil de fechar.

Esta imagen recogió el título de ser nombrada Patrona de la ciudad. Así, los trámites se iniciaron en 1755 por decisión del Ayuntamiento gaditano y por darle gracia a la Virgen del Rosario por salvar al pueblo de la peste, pero no será hasta 1867 cuando la Santa Sede declare Solemnemente a la Señora del Rosario como Patrona de la ciudad de Cádiz.

Pronto se repuso la talla por medio del encargo que realizaron un grupo de gaditanos devotos de la Virgen al escultor y sacerdote Félix Granda y Buylla. Así, la imagen se puso al culto el 23 de diciembre de 1933, fecha en la que se volvieron a abrir las puertas del templo dominico tras la pertinente restauración que se realizó tras la barbarie de 1931.

Esta imagen no sigue los cánones de la anterior y no llega a gustar a los gaditanos, que la llamaban cariñosamente «la rubia de Granda» por el color de sus cabellos y sus ojos azules. Lo que sí recoge esta imagen de la anterior son las manos y el Niño Jesús, algo que la siguiente talla también tomará, y es que fue lo único que se salvó del fuego republicano.

Como quiera que la imagen no terminaba de convencer a los fieles y devotos, en 1943 se decide encargar una nueva y retirar la anterior del culto. Esta talla, que es la que hoy se venera, fue realizada por el imaginero sevillano Manuel José Rodríguez Fernández Andes, es una imagen que muestra una serena belleza que causa la admiración, devoción y respeto, y que llegó a calar en los fieles gaditanos. Se procedió a la bendición de la imagen nueva el día 25-IX-1943.

 

RECONOCIMIENTOS

Pío IX confirmó el Patronato de la Virgen del Rosario de Cádiz el 25-VI-1867 accediendo a la petición del obispo Arriete y Llanos en nombre de la ciudad y el pueblo gaditanos.

Fue coronada canónicamente el 4-V-1947 con gran fervor popular por el cardenal Segura en virtud del breve de Pío XII de 20-VIII-1946. El Santuario se inauguró el día de la Purificación de 1667. El retablo de la capilla mayor, donde se venera la imagen del Rosario, se montó a finales del siglo XVII.

Su fiesta se celebra el 7 de octubre.

 

LA GALEONA

Estrechamente relacionada con Nuestra Patrona, se venera en esta misma iglesia otra imagen de la Virgen del Rosario, llamada popularmente «La Galeona». Se llama así porque esta imagen acompañaba a los buques galeones de la Flota de Indias en la nave capitana. No en vano, la iglesia de Santo Domingo, por su situación junto al mar, es como puerta y puerto de las Américas.

Eran varias las esculturas galeonas en la carrera de Indias, pero ésta de Santo Domingo ha sido objeto de particular historia en esa tradición religiosa naval. Han quedado registrado pintorescos detalles de los actos y procesiones a que daba lugar el embarque y desembarque de esta imagen de Nuestra Señora del Rosario en la flota de Nueva España. Durante su tiempo de permanencia en Cádiz, la imagen de La Galeona quedaba colocada en la capilla del Tercio de Galeones, en la misma iglesia dominicana.

Esta imagen sufrió las iras del pueblo cuando en una mañana de mayo de 1931 fue totalmente consumida por el fuego, al igual que la imagen de La Patrona. Solamente se salvó el rostro. Años después, el escultor gaditano Juan Luis Vassallo Parodi hizo una reconstrucción de la misma, colocándose la imagen quemada en su interior, como una reliquia.

Recordando la costumbre histórica de la carrera de Indias, la nueva imagen de la Virgen del Rosario Galeona fue embarcada en el buque escuela Juan Sebastián de Elcano en 1987, siendo alcalde de Cádiz Carlos Díaz, para su periplo anual visitando numerosos puertos de América.

 

EL CONVENTO DE SANTO DOMINGO

En el Convento de Santo Domingo los gaditanos veneran a su Patrona, la Virgen del Rosario, que recibe fervoroso culto en el camarín central de su retablo mayor

La iglesia es de planta de cruz latina inserta en un rectángulo, con tres naves y cabecera recta compartimentada en tres espacios. Las naves se separan por pilares cruciformes, siendo la central de mayor anchura y altura que las laterales. La nave mayor está dividida en cinco tramos por medio de pilastras toscanas, entre las que se abren arcos de medio punto.

El retablo mayor, ejecutado en mármoles de colores blanco, verde, rojo y negro, es obra del taller genovés de Andrea y Juan Antonio Andreoli de los años 1683-1691. Está considerado uno de los ejemplos más brillantes de la retablística italiana del barroco en España. Se compone de banco, cuerpo dividido en tres calles por columnas salomónicas y ático.

Su hornacina central constituye el camarín de la Virgen del Rosario, grupo en el que la Virgen es escultura de candelero recompuesta, tras los destrozos de 1936, por Fernández – Andes hacia 1943 y el Niño es pieza del siglo XVII. El camarín fue levantado tras el maremoto que sufrió la ciudad de Cádiz en 1755, tiene abundante decoración de yeserías rococó, muy restaurado en la reconstrucción de Gómez Millán.

Las imágenes de mármol blanco policromado de San Francisco (Esteban Frugone) y Santo Domingo de Guzmán (ésta firmada por Giacommo Antonio Ponzanelli), ocupan las calles laterales del cuerpo del retablo. en el ático se encuentra un relieve de la Crucifixión entre las esculturas de Santo Tomás y Santa Catalina de Siena. El relieve y la última citada son obras firmadas por Esteban Frugone.

Al exterior, el edificio presenta exentos tres de sus frentes. En el muro de la cabecera se trasdosa el camarín de la Virgen del Rosario, realizado en 1756 y muy restaurado tras el incendio de 1936 y la explosión que sufrió Cádiz en 1947. El camarín descansa sobre una amplia peana moldurada de piedra ostionera y remata en perfil mixtilíneo con decoración de placas del que emerge un abovedamiento poligonal.

La iglesia se abre al exterior por dos portadas. La de los pies es un simple acceso adintelado. La de la nave del evangelio resulta ser la principal, al estar inserta en una fachada elevada sobre el nivel de la calle a la que se llega a través de una escalinata y un atrio acotado por barandillas metálicas entre netos pétreos. La portada, construida a mediados del siglo XX, está presidida por una imagen barroca de la Virgen del Rosario realizada en mármol blanco, de la escuela genovesa.

A los pies de la fachada del evangelio se dispone la torre, de cinco cuerpos separados por cornisas y planta cuadrada, que ofrece vistos sus sillares de piedra ostionera. El campanario de remate es octogonal y se corona por cúpula con linterna. El campanario conserva tres campanas, dos de ellas de fines del siglo XIX y la otra del XVIII, todas con inscripciones. En 2004 se sumó una cuarta campana, que se encontraba en la capilla del desaparecido edificio de la Institución Provincial Gaditana.

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Procesión Virgen del Rosario (Compás Sto. Domingo, Cádiz)

VIRGEN DEL ROSARIO PATRONA DE CADIZ

Ntra. Sra. del Rosario 2007, Cádiz www.cadizpasion.net


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00 Todas las Advocaciones 10 Octubre ADVOCACIONES Y APARICIONES Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA

Nuestra Señora del Rosario de Hellín, España ( 7 de octubre)

La leyenda es que en el momento del ataque de los musulmanes a la ciudad, una inexplicable y resplandeciente claridad surgida de las entrañas del monte alertó a los cristianos del peligro, malogrando la tentativa de los infieles.
Los habitantes de la fortaleza buscaron la procedencia de aquella luz sobrenatural, encontrando una hermosa talla de la Virgen junto a las murallas del castillo…

Hellín es un municipio perteneciente a la provincia de Albacete, Comunidad autónoma de Castilla la Mancha (España).

La devoción en Hellín por Ntra. Sra. del Rosario arranca con la Reconquista de la ciudad a manos de las tropas castellanas en 1266. El ejército cristiano llegó acompañado de frailes dominicos, los cuales venían difundiendo el culto a esta advocación mariana por todos los territorios levantinos ganados a los musulmanes.

Pronto fue erigido un templo en su honor y, a finales del siglo XVI, ya consta la existencia de una importante cofradía bajo su patronazgo que aún hoy sigue en activo.

Existe una versión popular sobre del origen de la imagen que empezó a venerarse por aquellos tiempos, leyenda que habla de un acontecimiento milagroso protagonizado por la Virgen en mitad de las luchas por el poder de la ciudad. Según la tradición, estando ya Hellín bajo dominio cristiano, el aún acechante ejército musulmán pretendía asaltar el castillo aprovechando la oscuridad de la noche.

Justo en el momento del ataque, una inexplicable y resplandeciente claridad surgida de las entrañas del monte alertó a los cristianos del peligro, malogrando la tentativa de los infieles. Los habitantes de la fortaleza buscaron la procedencia de aquella luz sobrenatural, encontrando una hermosa talla de la Virgen junto a las murallas del castillo.

Junto con San Rafael, Ntra. Sra. del Rosario ha sido siempre considerada como patrona, pero el título no le fue concedido oficialmente por el Obispado de Cartagena hasta 1907. Este hecho queda ratificado en 1955, cuando se realizó la Coronación Canónica de la imagen ante miles de hellineros.

La talla que actualmente se venera no es la original, puesto que se perdió durante la Guerra Civil, encargándose en 1939 una réplica al escultor Fernández Andes. Se trata de una pieza de madera policromada de gran belleza, conservándose la antigua tradición de revestirla con suntuosos mantos dependiendo de la celebración litúrgica que acontece.

Sus fiestas se celebran la primera semana de octubre enmarcadas en la tradicional Feria del Rosario, de gran renombre en toda la zona. También se realiza una multitudinaria ofrenda floral a la patrona cada 31 de mayo, con motivo del aniversario de su Coronación.

 

EL SANTUARIO

Tras la Reconquista a los musulmanes empieza a construirse el santuario en honor a la Virgen del Rosario. Éste se erigió sobre la antigua mezquita mozárabe emplazada junto al castillo, en la parte más elevada del casco histórico, siendo desde un principio lugar de peregrinación para los habitantes de la comarca.

El templo ha sufrido numerosas reformas en su dilatada historia como consecuencia de terremotos, guerras y sucesivas ampliaciones, ofreciendo en la actualidad una gran variedad de estilos artísticos. La esbelta torre de esta iglesia, visible desde cualquier punto de la ciudad, constituye en nuestros días todo un símbolo para los hellineros.

El Santuario de Nuestra Señora del Rosario se encuentra situado en el cerro del Castillo y dentro del casco urbano de Hellín. El edificio actual es fruto de la reconstrucción efectuada en la primera mitad del siglo XVIII y finales del XIX.

A la época barroca corresponden el camarín, la cripta y parte del templo; al eclecticismo decimonónico corresponden la fachada, el campanario y la organización del plano con su portada y verja.

Actualmente, es un edificio de tres naves, una central, más alta, cubierta con bóveda de cañón y arcos fajones; arcos de medio punto sobre pilastras la comunican con las laterales, que se cubren con bóvedas de aristas y arcos fajones que las separan unas de otras.

En la cabecera se encuentra el bello camarín rococó que se levanta sobre la cripta. Ambos espacios superpuestos constituyen hoy la parte del edificio más antigua, fechada en 1740 y construida en mampostería con aristas, cornisas y ventanal en sillería; el espacio interior se organiza con planta poligonal, a la manera de las cabeceras de los templos góticos, de cuyos ángulos arrancan los arcos que se encuentran en el centro.

Iconograficamente se diferencian tres niveles: El inferior, que se sitúa en los paramentos verticales, desarrolla escenas de la creación, en la relación de María, la Nueva Eva, con Eva la primera mujer; el segundo se localiza en las secciones del friso, con escenas de los patriarcas, también del Génesis, y el tercero, en los sectores de la bóveda, con escenas de la Vida de la Virgen, en su mayoría misterios gozosos y gloriosos.

En las pilastras, ángeles dentro de un fondo nos presentan distintos símbolos de la letanía lauretana. El pavimento conserva azulejos valencianos del XVIII. Destacan las dos puertas de acceso al camarín, con tallas y decoración zoomorfa.

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00 Todas las Advocaciones 10 Octubre ADVOCACIONES Y APARICIONES FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María

Nuestra Señora del Rosario de La Coruña, España ( 7 de octubre)

La Coruña sufre el asedio inglés de 120 barcos y 23.000 hombres desde el 4 de mayo de 1589 hasta el día 19 del mismo mes. Ante tal amenaza, los coruñeses acuden a la Virgen del Rosario. Los cofrades se reúnen el 8 de mayo en el convento dominicano y hacen un VOTO con el que se comprometen, «si se ven libres de la invasión, a celebrar solemnes cultos en honor de la Virgen del Rosario, misa y vísperas…, y que los actos religiosos se harían en la Iglesia de Santo Domingo el día 2 de julio, fiesta de la Visitación de María a su prima Isabel… «

Diez días después el enemigo prendió fuego al edificio de Santo Domingo, que quedó totalmente destruido. Al día siguiente -19 de mayo-, Drake y sus huestes levantaron el cerco y se hicieron a la mar dejando tranquilos a los coruñeses…

Corría el siglo XIII y las herejías de los cátaros y albigenses se extendían por Europa. Es entonces, hacia el año 1213, cuando al que sería Santo Domingo de Guzmán se le apareció Nuestra Señora en Albi para hacerle entrega de un Rosario y recomendarle que hiciese oración.

Los Dominicos fueron el brazo de la Iglesia más activo en la lucha contra la herejía y en la defensa del cristianismo. Habiendo comprobado el auxilio que la Virgen les prestaba, comenzaron a extender el rezo del Rosario.

Con la Expansión de la Orden, proliferaron también las imágenes de la Virgen dedicadas a esta advocación en cuantas iglesias fundaban.

 

PEDIDO DE INTERCESIÓN DE NUESTRA SEÑORA ANTE ATAQUE INGLÉS

El primer convento y templo del establecimiento de los Dominicos en La Coruña estaba consagrado a la advocación de Santo Tomás Apóstol (finales del siglo XIII). El fin del antiguo convento de Santo Domingo tuvo lugar el 18 de mayo de 1589, fue completamente arrasado cuando tuvo lugar el asedio de la ciudad por el pirata inglés Francis Drake.

La ciudad sufre el asedio inglés de 120 barcos y 23.000 hombres desde el 4 de mayo de 1589 hasta el día 19 del mismo mes. Ante tal amenaza de destrucción y muerte, los componentes de la Cofradía del Rosario, cuya sede era el convento dominico, ocupado por el enemigo, se reúnen el 8 de mayo y hacen solemne voto por el que ofrecen sustituir los actos festivos y lúdicos de integración de los nuevos cofrades por la confesión y la comunión, se comprometen a celebrar misas solemnes en honor de Nuestra Señora: «si se ven libres de la invasión, a celebrar solemnes cultos en honor de la Virgen del Rosario, misa y vísperas…, y que los actos religiosos se harían en la Iglesia de Santo Domingo el día 2 de julio, fiesta de la Visitación de María a su prima Isabel… «, y también a pagar la dote de 15 doncellas casaderas.

El 18 de mayo, los ingleses, viendo que no podían concluir victoriosos el asedio, prenden fuego al convento, después destruyen las imágenes de la Virgen del Rosario y de los Santos que se albergaban en la capilla y al día siguiente se hacen a la mar.

Esta retirada fue el motivo de que el propio concejo de la ciudad formulase a su vez otro voto recogiendo el clamor popular e interpretando el general parecer de que La Coruña se libró de la destrucción por intercesión de la Virgen del Rosario, se comprometen a cumplir el VOTO y a celebrar anualmente una fiesta de acción de gracias, sufragando los gastos de dicha fiesta y asistiendo oficialmente a la procesión y a los cultos religiosos, anualmente. Voto que se cumplió durante el siglo siguiente, hasta que posteriormente cayó en el olvido.

 

OTRAS INVOCACIONES A NUESTRA SEÑORA

A lo largo del siglo XVII tuvo lugar la reconstrucción de la iglesia de Santo Domingo y en el XVIII se llevó a cabo la última reforma que dejó el edificio tal y como ha llegado a nuestros días.

La ciudad de La Coruña no volvió a invocar oficialmente a su Patrona hasta el año 1809, cuando una nueva amenaza se cierne sobre ella, esta vez la invasión de los franceses. El Ayuntamiento renueva el voto en las mismas condiciones que en el siglo XVI, pero se fija el día de la fiesta el 7 de octubre, día de la Virgen del Rosario, en la capilla aledaña al convento dominico. También en esta ocasión La Coruña se libró de ser arrasada.

Al ponerse en práctica las medidas de la desamortización de 1835, los Dominicos tuvieron que abandonar la iglesia y el convento, peligrando la conservación de la Virgen, que fue salvada al hacerse cargo el Municipio de La Coruña de Nuestra Señora del Rosario, en virtud del antiguo Voto por el que se había consagrado a Ella.

Una ultima vez realizó la ciudad un voto de súplica, con ocasión de la Guerra Civil.

 

CORONACIÓN DE LA IMAGEN

En 1960 tuvo lugar la coronación canónica de la Virgen. La Virgen del Rosario, patrona de la Ciudad de La Coruña, fue coronada canónicamente el 11 de septiembre de 1960 por el cardenal Quiroga Palacios, legado pontificio del Papa Juan XXIII.

La imagen de la Virgen del Rosario es de madera policromada, de un metro de altura aproximadamente, esbelta y vestida con túnica y pañoleta a modo de manto, en colores rojizo y azul respectivamente. Sostiene en su brazo izquierdo al Niño que ofrece, al igual que su madre, un rosario con su mano derecha. La imagen parece ser de la segunda mitad del siglo XVII y se desconoce su autoría.

Sus fiestas son el primer domingo de agosto y el 7 de octubre.

La Iglesia de Santo Domingo, donde reside la imagen de Nuestra Señora, es de estilo barroco del siglo XVII con reformas en el XVIII. Interior de una sola nave con capillas laterales y crucero. En el exterior destaca la torre del campanario del s. XVIII, oblicua al eje de la iglesia. En el interior interesante atlar mayor y la imagen de la Virgen del Rosario, patrona de la ciudad.

Destacan las capillas barrocas dedicadas a la Cofradía de los Remedios, que fue diseñada por Antonio Calvo y que data del siglo XVII y la capilla de Nuestra Señora del Rosario, patrona de la ciudad que es posterior, con un conjunto escultórico obra de Mateo de Prado.

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Nuestra Señora del Rosario de Mendoza, Argentina ( 7 de octubre)

En la Basílica del Santísimo Rosario del Convento de Santo Domingo, está la imagen de Nuestra Señora de Rosario, Patrona de Mendoza y Cuyo, venerada en Mendoza desde 1590, bajo la tutela de los Padres Dominicos. El templo donde actualmente se venera la imagen de María bajo esta advocación del Rosario, es una nueva construcción finalizada hacia 1959.En 1961 se realizó la coronación pontifica de la imagen, y en 1981se instituyó el primer Domingo de octubre (Fiesta de Nuestra Señora del Rosario), como Día de la Iglesia diocesana. En 1987, con motivo de la visita del Papa Juan Pablo II a nuestra provincia, la única imagen que presidió el acto litúrgico, fue el de Nuestra Señora del Rosario.
Se la reconoce especialmente por la intercesión en numerosos milagros para el pueblo mendocino…

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El 2 de marzo de 1561, Don Pedro del Castillo, funda la cuidad de Mendoza, dándole por Patrono fundacional al Apóstol San Pedro, en honor al nombre de quien lo envío a realizar la fundación , quien era Don García Hurtado de Mendoza y por quien recibe el nombre la Provincia.

Don Pedro, dividió la nueva ciudad en veinticinco manzanas y las distribuyó entre los colonizadores, destinando parcelas para los conventos de los Padres Dominicos y Franciscanos.

A pesar que inicialmente en homenaje al fundador se dio a la iglesia mayor el padrinazgo de San Pedro, más tarde se designó patrono de Mendoza a Santiago Apóstol.

 

LLEGADA DE LA IMAGEN DESDE LIMA

El 15 de Abril de 1590 el dominico Fray Juan Vázquez trajo desde Lima a Mendoza la Imagen de Nuestra Señora del Rosario. Dicha imagen comenzó a ser objeto de una marcada veneración de parte de los vecinos de la ciudad, veneración que se acentuó a causa de su gracia en los tiempos de epidemia, terremotos, sequías y otras calamidades públicas.

En el año 1757, el pueblo reunido en la plaza Mayor, la jura por Patrona, y el Capitán Arismendi, le obsequia una corona que luce hasta el día de hoy.

El 23 de Septiembre se 1752, se realiza una gran procesión, ya marcandole un recorrido entre las calles mas ilustres, en el año 1760, el cabildo manda a celebrar una novena con motivo de una epidemia que azotaba la cuidad, motivados por los beneficios e intercesión recibida durante la misma a nombrarla y declararla días después, oficialmente Patrona Principal de la Ciudad, junto a Santiago Apóstol

En el año 1790, por orden de su Santidad Pío VI, nombra a Nuestra Señora del Santísimo Rosario Patrona de todo Cuyo. (Mendoza, San Juan de la Frontera y San Luis de Loyola.)

Pero en el año 1820, transcurrido el tiempo, vinieron años de enmancipación y con ello se enfrió la devoción popular, por lo que el Gobierno le retira el apoyo oficial a la solemnidad rosarina con lo que se resiente la devoción popular, en 1938 los mayordomos de la Cofradía del Rosario, elevan una petición , para que sea reconsiderado el Patronato de la Virgen del Rosario sobre Mendoza, logrando que la petición sea aceptada, y es el 2 de febrero del año 1839, que la imagen de la Virgen recupera su lugar, bajo una ceremonia excepcional , con delegaciones de todas las provincias.

 

NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO EN SANTO DOMINGO

En diciembre de 1843 un voraz incendio se desata en la iglesia de Santo Domingo donde se encontraba la imagen, dos caballeros la salvan, mas el que la cargaba tropieza y queda en el rostro de la virgen marcado el golpe recibido, por lo que en 1844 se encarga a Chile una nueva imagen, que reemplaza a la anterior (que fue restaurada por voluntad de un prior).

Como la imagen después de haber perdido su templo por el incendio, tenía un altar provisorio, en 1855 se le inaugura uno nuevo y en 1856 el gobernador de la provincia le otorga su bastón de mando.

El nuevo santuario estaba destinado a durar mucho menos que el anterior. Antes de cumplir seis años de existencia, debía padecer con la ciudad de Mendoza el espantoso cataclismo. La imagen de la Virgen del Rosario sobrevivió entre las ruinas de su templo para acompañar a su pueblo en el más grande de sus dolores. La imagen sufre un hundimiento en la frente. Es colocada bajo un parral, dada la emergencia del momento comenzó a recibir culto, hasta que el Gobierno ordenó la construcción de un cobertizo para colocarla en un altar donde pudiera oficiarse misa.

En 1864, se le traslada al solar donde había estado construido el monasterio de Santo Domingo, y donde se construyó el nuevo templo, una inmensa fiesta acompañó el traslado a su lugar provisorio, este se modificó agrandándose el altar mayor al año siguiente, la Imagen fue colocada en el altar Mayor, hasta que en 1949, fue demolido para dar paso a uno de mayor capacidad y más suntuoso.

Epidemias por las que atravezó la provicia, dos de Cólera morbus (1867-1868), fiebre amarilla (1871), (1892) Plaga de langostas, durante la revolución en 1893, en el terremoto de la Rioja, fueron grandes acontecimientos donde se sacó en procesión a la Santísima Virgen y donde se recibieron innumerables gracias.

 

RECONOCIMIENTOS

El 21 de Octubre de 1961, tuvo lugar la coronación Pontificia de la Imagen de Nuestra Señora del Santísimo Rosario, en Septiembre de 1981 la Virgen del Rosario Patrona de la Diócesis de Mendoza.

El Señor Arzobispo de Mendoza instituyó como día de la Iglesia Diocesana el día de la Virgen del Rosario. En el mismo año, un general de la Nación, Mario Ramón Lépori obsequió su bastón de mando y es el que hoy ostenta.

Con motivo de la visita del Papa Juan Pablo II en 1987 a esta provincia. La única imagen que presidió fue la de Nuestra Señora del Rosario.

El santo Padre con mucha alegría, en un momento de su discurso, se refiere al paisaje de Mendoza y a la devoción mariana diciendo:

«…En este día siento una alegría por haber llegado a esta región cuyana, a los pies del Cristo Redentor, y poder contemplar la belleza de vuestros paisajes, las altas Cumbres nevadas que Elevan el alma en contemplación, los viñedos y olivos, los hermosos almendros y árboles frutales; y sobre todo, vuestros ánimos juveniles, iluminados por luz de la Fe y de la devoción».

Al final del discurso el Santo Padre oró diciendo:

«La poderosa intercesión de la santísima Virgen, de la Virgen del Santísimo Rosario que veneráis aquí en Mendoza, tan amada y venerada por todos los cuyanos, sea garantía para alcanzar de su Hijo ese don de Dios que nosotros debemos conquistar cada día. Amen»

 

ORACION A NUESTRA SEÑORA

Santísima Virgen del Rosario,
Madre de Dios y de la Iglesia,
ya que te has dignado manifestar
a través de los siglos
la presencia protectora sobre
Mendoza y todo Cuyo
en esta expresiva , consoladora y
venerable imagen, ayúdanos a
crecer en fidelidad y amor a
tu Hijo con la frecuente meditación
de los misterios de su vida.
Así sea
Reina del Santísimo Rosario
ruega por nosotros, para que seamos
dignos de alcanzar las promesas de Cristo
Amén

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Fiesta diocesana 2007 – Mendoza-


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Nuestra Señora del Rosario de Talpa, Mexico ( 7 de octubre)

La imagen de la Virgen de Talpa fue llevada a Talpa en el año de 1585; desde entonces ha concedido cientos de milagros, como lo fue su prodigiosa renovación, ocurrida cuando la imagen en mal estado iba a ser enterrada, y al ser colocada en un hoyo, en medio de un resplandor, se observó que la imagen se había inexplicablemente renovado.
El pueblo de Talpa también le agradece a su Virgen la milagrosa restauración de la torre izquierda de su Basílica, que debido a un fuerte sismo había quedado peligrosamente inclinada, pero ese mismo día, por la tarde, otro temblor puso la torre en su lugar…

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Sobre las imponentes montañas del noroeste del estado de Jalisco, en el occidente de México cruzado por la gran sierra madre occidental se encuentra el municipio de Talpa de Allende. Se localiza a 190 kilómetros al oeste de Guadalajara. Es un pintoresco pueblito cercano al Pacífico.

Talpa viene de Tlalpan, que en la lengua indígena de los “nahuatl” significa tierra alta, tal vez por los 1240 metros sobre el nivel del mar.

La cabecera es el poblado de Talpa situado en medio de un fértil valle rodeado de colinas siempre verde siempre apacible. Talpa, el pueblo santuario que tiene como centro la basílica de Nuestra Señora del Rosario, es a lo largo del año punto del destino de grandes romerías que desde tiempos remotos se dan sita en Talpa de Allende.

 

LA IMAGEN

El origen de la imagen de la virgencita milagrosa, se remonta al siglo XVI en un pueblo de Michoacán de esos que rodeaba al lago de Páscuaro hecha de material de caña de maíz, aunque no se precisa que tallos fueron usados ya que por la renovación es muy difícil saber el nombre de la materia prima.

Ningún documento hace saber el nombre del autor de esta sagrada escultura sin embargo el documento de: “La auténtica” dice que la imagen procede de manos poco conocedoras de la anatomía humana, de ahí que se crea que el escultor fue un indio Purepecha que supo imprimir en la imagen gracia y delicadeza inspirado tal vez por su amor a la Santísima Virgen.

La escultura realizada por el anónimo indígena, apenas medía 38 centímetros y gozaba de angelical belleza, por un rostro que brotaba tranquilidad infinita representando a María Santísima.

 

EL SACERDOTE SAN MARTIN

Hasta el pueblo de Santiago de Talpa fundado por los conquistadores españoles, luego de descubrir ricos yacimientos minerales, llegó el sacerdote Manuel de San Martín acudiendo al llamado de los colonizadores para que atendiera sus necesidades espirituales y catequizara a los naturales.

Este sacerdote fue quién a su paso por los pueblos ribereños del lago de Páscuaro adquirió la pequeña imagen y la llevó hasta Talpa; la escultura representaba a la Santísima Virgen con el Niño en brazos era entonces la clásica advocación de Santa María de Jesús, Nuestra señora del Rosario.

Instalado el padre San Martin y con la cooperación de los ricos mineros y los naturales, edificó una humilde capilla con paredes de adobe techo de paja y el altar de piedras naturales que es donde se colocó a la pequeña imagen.

Sucedió que los españoles, en su afán de explorar la región a principios del siglo XVII, descubrieron un nuevo material en los Reyes Postotipac lo cual motivó la emigración tanto de titulares como de naturales, dejando casi en total abandono a Talpa y sus minas, quedándose solamente aquellos colonos que se dedicaban a la agricultura y ganadería.

Fue así como el padre San Martín también abandonó Talpa llevándose con él aquella imagen de la virgen de Santa María del Rosario.

Los ricos minerales atrajeron a más mineros convirtiendo a los Reyes en un próspero y floreciente lugar lo cual provocó que el sacerdote construyera una nueva y más amplia capilla.

Para el nuevo templo, el padre san Martín encargó una imagen de tamaño natural de la Virgen María, que fue traída a lomo de mula custodiada por un grupo de hombres colocándola luego en el altar principal, así, la imagen de caña fue cambiada a un altar lateral quedando casi olvidada e inadvertida por los fieles de lugar.

Pero había un indígena llamado Diego Felipe que emigró también a los Reyes Postotipac, pero que no se olvidó de la imagen, y no se sabe como se la llevó a su casa, y allí levanto un altar donde la familia le rezaba.

 

LA VUELTA DE LA IMAGEN A TALPA Y SU DETERIORO

Según el documento de “La Autentica” se sabe que siendo ya viejo el indio Diego Felipe, recibió un día la visita de su hijo Francisco Miguel que vivía en Talpa y temeroso de que la muerte lo sorprendiera decidió regalársela diciéndole que le tuviera a la imagen una gran veneración, ya que ella lo había salvado de muchos peligros y le había también concedido muchos favores.

Así la imagen retornó a Talpa y ya en la capilla quedó junto al patrón del pueblo que era el apóstol Santiago. Los encargados de cuidar el arreglo y el aseo del modesto templo, eran los descendientes del indio Diego Felipe entre ellos su nieta María Tenache.

El sacerdote era párroco de Guachinango y solo visitaba Talpa unas veces al año. Así pasaron los años y casi nadie se daba cuenta de que la pequeña imagen se estaba deteriorando por causa de los insectos y la humedad perdiendo su belleza primitiva y por eso la gente le fue perdiendo devoción quedando su rostro y su cuerpo cada día mas maltratados.

En el mes de agosto de 1644 se prepararon las fiestas patronales de la Virgen de la Limpia Concepción y del apóstol Santiago, protectores de Talpa, celebraciones que llenaban de entusiasmo a los feligreses fue entonces cuando el sacerdote Pedro Rubio Félix dirigió su mirada al altar mayor y en medio de las flores y adornos encontró que algunas imágenes, un crucifijo y la virgen, estaban viejas y destruidas, y pasadas las fiestas antes de abandonar el lugar, encomendó que aquellas imágenes fueran envueltas en lienzos y sepultadas, con todo respeto, en un hoyo que harían en la sacristía de la iglesia.

 

LA VIRGEN RESPLANDECE

Cuenta la historia que el indio Francisco Miguel que había trasladado a la imagen de Los Reyes a Talpa, y su hija María Tenache encargada de cuidar los objetos del culto, cumplieron las órdenes del párroco, era el 18 de septiembre de 1644. Solo faltaba el sepelio o inhumación de las imágenes viejas que estaban en el altar del templo y entre ellas estaba la de la virgen hecha de pulpa de caña.

Conforme a las disposiciones del señor cura, se abrió en el piso un hoyo dejando todo listo para que María Tenache sepultara las imágenes.

A las primeras horas del 19 de septiembre, María Tenache, su padre y otras personas se dirigieron a la iglesia. Serían las 10 u 11 de la mañana, cuando llegaron al templo, se dirigió altar y retiró las flores para quitar las imágenes viejas que deberían sepultar.

Tomó unos lienzos para envolver las esculturas primero la imagen de Jesús crucificado envolviéndolo con cuidado y colocándolo en el hoyo. Luego cuando extendió sus brazos para tomar a la Virgen del Rosario, es ese momento ésta se revistió de una luz vivísima y de un resplandor intenso y deslumbrante como si hubiera sido tocada por el altísimo. María Tenache sintiéndose sin fuerzas por la impresión cayó al suelo desmayada, los demás indígenas sorprendidos le preguntaron que le pasaba, María respondió: “La Virgen despedazada estaba echando resplandores”.

Ese día se escucharon en el sagrado recinto, llantos, oraciones, cantos, expresiones de admiración entre los presentes y nadie se atrevió a tocar la bendita imagen, y muy pronto el altar estuvo lleno de flores y las campanas anunciaron el milagro repicando solas.

Después pusieron a los pies de la virgen los dos únicos cabos de vela que encontraron, pensando que lo más oportuno sería informar al padre Pedro Rubio Félix de tan gran suceso, y precisamente fue Francisco Miguel el encargado de ir a buscar al padre, el que le ordena regresar a Talpa encargándole que tuviera mucho cuidado con la imagen.

Regresó don Pedro lo más pronto que los caminos lo permitían. Tomó algunas precauciones antes de partir: buscar cera para encender velones, de la que sólo pudo recoger después de varias requisas unas seis libras; la compañía de varios testigos españoles y especialmente un notario para labrar un acta. A la comitiva se unieron más vecinos, ya que se había corrido el rumor del prodigioso suceso y todos llegaron a Talpa el 22 de septiembre, tres días después de la maravilla.

 

LA IMAGEN RENOVADA

Después de mirar a la Virgen por un largo rato el Notario tomo a la imagen en sus manos para verificar con el tacto lo que sus ojos miraban, tocó la escultura y con gran sorpresa comprobó que era nueva, maciza y pesada, con gran cuidado volvió a ponerla sobre el altar postrándose ante ella para hacer oración.

Una vez que terminó, salieron del templo reunieron a los principales del pueblo y don Pedro dispuso lo necesario para celebrar aquella tarde solemnes vísperas y al día siguiente una fiesta de acción de gracias.

Los cirios tan laboriosamente recogidos se consumieron al terminar el oficio, pero las dos candelitas de los indígenas continuaban ardiendo sin apagarse desde el 19, por lo que el escribano añade al acta este segundo milagro.

Don Pedro refiere que los resplandores ígneos no los vio en persona, por lo que dejó constancia en su informe de lo que experimentó con sus propios sentidos, considerando entonces como primer milagro la renovación y solidificación del material, porque la imagen se volvió dura, maciza y pesada, después de haberla conocido corroída y liviana de tan carcomida que estaba y de haberla sopesado dos veces con sus manos.

Así fue como desde el 22 de septiembre la imagen renovada fue puesta en el altar principal de aquella iglesia tomando así el lugar de la Limpia Concepción de María y del apóstol Santiago; cabe señalar que en ese entonces no se pensaba que la Virgen del Rosario fuera la patrona del pueblo esto fue obra de los años y de las generaciones posteriores.

Durante su estancia en Talpa, el Padre Rubio Félix celebraba diariamente el santo sacrificio a los pies de la imagen renovada encendiendo cada vez aquellos cabos de vela de los indígenas.

A la imagen renovada se le hizo un nuevo tabernáculo. El templo actual data de 1782 con mezcla de varios estilos gracias a los agregados sucesivos, que sin embargo ofrecen un aspecto unitario. El papa Pío XII lo declaró basílica menor durante su pontificado, aún sin reunir todos los requisitos canónicos, en razón de la devoción y ardiente amor de los fieles.

 

MILAGROS

El documento conocido como “La auténtica” donde quedaron escritos los relatos y testimonios de los que vivieron de cerca el milagro, y que fueron debidamente notariados, se encuentra en una tabla que está en la sacristía de la iglesia de Talpa para perpetuar los hechos ocurridos y que no fueran alterados por la fantasía o imaginación humana, este documento después de varias copias quedó destruido por los avatares del tiempo.

En esos tiempos se supo de otros milagros como curaciones de enfermos además de un hecho prodigioso: sacándola en peregrinación, al regresar otra vez a su templo, la sacra imagen no necesitaba pregoneros que la anunciasen, porque las campanas repicaban solas, aún siendo de noche y estando el templo cerrado y solitario.

Otro milagro digno de mención se debe a la incredulidad de un habitante talpeño; éste no creía en la renovación de la imagen, de modo que esperando se quemase, acercó un cigarrillo encendido a la mejilla de la Virgen e inmediatamente la faz quedó hollada con una quemadura que generó una llaga viva, que motivó la inmediata conversión del escéptico, quien para pedir perdón inició una peregrinación de rodillas desde varios kilómetros por un sendero tan áspero y fragoso que al llegar exhaló su último aliento.

 

LA DEVOCIÓN

A pesar de que ya han pasado muchos años, La Virgen de Talpa no pierde su popularidad y cada vez aumenta más el número de creyentes que llegan de todas partes incluyendo la unión americana.

Peregrinos de la región del occidente de México, del noroeste y hasta de los Estados Unidos acuden a posarse a los pies de la milagrosa imagen, muchos de ellos después de recorrer a pie largas distancias a través de los difíciles caminos de esa región montañosa, sacrificios y privaciones que se ven compensados con la alegría que les da su fe al llegar al santuario para dar gracias a la pequeña imagen morena que tantas gracias derrama sobre sus hijos, Y que por mas de 3 siglos sigue impregnando a Talpa con el deseo de cumplir sus mandas y promesas.

Los talpeños le celebran anualmente cuatro fiestas. El 12 de mayo evoca el aniversario de su coronación en 1923. El 10 de septiembre, fiesta del baño y cambio de vestido de la imagen; ese día la Sra. de Talpa sale en procesión por las calles de la población haciendo su recorrida sobre bellísimas alfombras florales. El 19 de septiembre, fiesta de la renovación de la materia de su imagen, o sea del milagro propiamente dicho. Y el 7 de octubre se la honra por su advocación de Nuestra Señora del Rosario.

 

BASILICA DE NUESTRA SEÑORA DE TALPA

Este templo, que data de 1755, se levantó con la finalidad de albergar a la imagen de Nuestra Señora del Rosario de Talpa, que llegó en 1585 y fue ubicada en el templo en 1782.

El 27 de noviembre de 1946 le fue concedido el título de «basílica menor» por el papa Pío XII, lo cual se confirmó en un acto aquí mismo, el 12 de mayo de 1947.

Este santuario tiene un atrio rectangular con tres accesos y tres portadas de cantera gris, que constan de arco de medio punto decorado con relieves de motivos vegetales y flanqueados por pares de columnas estriadas y capitel compuesto.

Su fachada principal es de cantera y consta de dos cuerpos con remate, todos ellos decorados con columnas salomónicas y nichos con esculturas. A los lados de la fachada están las torres de dos cuerpos con arcos y columnas adosadas de capitel jónico. En el interior, de planta de cruz latina, podrás apreciar ocho retablos neoclásicos, bóvedas de arista, cúpula de media naranja, vanos con vitrales y, en las pechinas, pinturas de los cuatro evangelistas.

El retablo principal, con ciprés al centro, tiene una escultura de la Virgen del Rosario de 46 centímetros de alto, adornada con un resplandor, una corona, una media luna y un cetro, todo de oro con piedras preciosas; su vestido está confeccionado con finas telas bordadas en oro y rica pedrería, y, desde los inicios del siglo XX, se le cambia el vestido el 10 de septiembre de cada año en una tradicional ceremonia llamada «el baño de la Virgen».

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Nuestra Virgen del Rosario de Talpa

Peregrinación con la virgen de Talpa 2008

VIRGEN DE TALPA 2009


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Nuestra Señora del Rosario del Rayo, Mexico ( 7 de octubre)

La fiesta de Nuestra Señora del Rosario del Rayo, patrona de la parroquia de Jesús María en la ciudad de Guadalajara, México, es el domingo siguiente al 7 de octubre en el que, de acuerdo a la liturgia de la Iglesia Católica, se conmemora a la Santísima Virgen María en su advocación de Nuestra Señora del Rosario.
Dios ha concedido gracias especialísimas por la intercesión de nuestra Madre Santísima por medio de la imagen de Nuestra Señora del Rosario del Rayo…

La imagen de Nuestra Señora del Rosario fue objeto del suceso histórico siguiente, comprobado por los sacerdotes de la época en que se verificó y testimoniado solemnemente por las personas que lo vieron. (Estos testimonios se encuentran en los archivos de las oficinas del Arzobispado de Guadalajara).

En ellos se dice que en los tranquilos días del Gobierno Colonial y en la plenitud del esplendor del convento de Jesús María de la ciudad de Guadalajara, el 13 de agosto de 1807, a las 2 y media de la mañana, un rayo cayó en el convento mencionado y descargó su fuerza sobre una escultura de la Virgen que se encontraba en el dormitorio de las religiosas.

Como consecuencia de este incidente, las religiosas recogieron la imagen con el rostro y el cuerpo ennegrecido por aquel hecho lamentable y la trataron de arreglar, interpretando en aquello, que María Santísima les había salvado de un gran mal, dirigiendo el rayo a su propia imagen.

Los habitantes del lugar se dieron cuenta y pudieron verificar el hecho, lo mismo varios sacerdotes, entre ellos el Sr. Canónigo Don Manuel Esteban Gutiérrez y el Sr. Canónigo Don José María Gómez y Villaseñor.

Las religiosas como muestra de agradecimiento, la trasladaron al altar principal de su capilla y durante varios días la veneraron con diferentes actos religiosos.

Sucedió entonces, que el día 18 del mismo año de 1807, es decir, cinco días después de que el rayo la había dañado, a las tres y cuarto de la tarde estaba próxima a caer una nueva tormenta; y en ese momento la madre superiora —Sor María Francisca de la Concepción— tocó la campana para que se reuniera toda la comunidad con el fin de llevar la imagen a una religiosa que se encontraba gravemente enferma.

Una hermana con dos empleados del mismo convento fueron comisionados para bajarla del altar y cuando la llevaban en procesión, la imagen se transformó ante el susto, miedo y desorientación de todos, recobrando el color natural que antes tenía, y los ojos que desde la caída del rayo los tenía casi destrozados, se le abrieron y se le vieron brillar como diamantes. El mismo rosario que con el rayo había quedado negro, se tornó blanco, adquiriendo el color que antes tenía.

El suceso no pasó inadvertido para los habitantes de Guadalajara, algunos de los cuales, pudieron verificarlo; pero todos admitieron el hecho milagroso.

La imagen permaneció todavía un cierto tiempo, según se sabe, en el convento. Cuando la exclaustración de las religiosas y religiosos en México, año de 1861, estuvo guardada por deseo expreso de las religiosas en varias casas particulares, hasta que se le construyó su templo, al cual ellas la cedieron con gusto.

La devoción de los fieles hacia esta imagen bendita, ha ido en aumento a través de los años y con la reproducción de su imagen se ha dado a conocer a otras Diócesis que hoy en día también la veneran.

 

EL MILAGRO DE SANACION

De esta imagen se cuentan y están registrados varios milagros y muchos favores.

Existe uno que llama mucho la atención de los cristianos del año de 1850, que conviene recordar, como homenaje a María Santísima y como consuelo para muchos de los devotos de Nuestra Señora del Rosario del Rayo.

En el año de 1850, una de las religiosas del monasterio de Jesús María era Sor María de Jesús Cecilia de San Cayetano. Nacida en 1820, ingresó a la vida religiosa en 1838 y profesó en 1839.

El día 7 de diciembre de 1842, tuvo una fiebre muy intensa y después quedó enferma de la médula espinal y paralítica.

Fueron llamados para curarla los más notables médicos de la ciudad: Don Pedro Waderlinden, Don Francisco Garibay y Don Joaquín Martínez.

Pero con su enfermedad apenas podía —en los días que sentía algún alivio— con gran dolor y trabajo, levantarse de la cama y dar unos cuantos pasos, ayudada de un bastón y apoyándose en las paredes o en alguna hermana.

Los médicos mencionados después de atenderla con verdadera diligencia y especial solicitud la declararon desahuciada y disminuyeron sus visitas, manifestando a las demás religiosas la gravedad de su estado.

El 17 de septiembre de ese mismo año, dice ella misma, que deseó vivamente ir a la capilla interior, de Nuestra Señora del Rayo.

Entró en ese día a la celda de la enferma, a las nueve y media de la mañana, la madre superiora, Sor María Joaquina de San Pedro y San Pablo, la primera le dijo: “Madre yo quiero andar, lléveme a la capilla de Nuestra Señora del Rayo, con esto que me conceda estaré contenta”, la superiora le replicó: “ande pues, vamos a la capilla”.

La llevó sosteniéndola con mucho trabajo y dolores. Llegó tan convulsa y fatigada que luego se dejó caer y se acostó: la superiora le llevó una almohada y poniéndosela debajo de la cabeza le dijo:

“Ahora estese aquí, hasta que la Santísima Virgen le dé sus pies para que ande, pídaselos” y se retiró dejándola a los pies de la imagen.

A poco rato después de las diez de la mañana, volvió la superiora a la capilla y encontró a la enferma en la misma posición.

Entraron en seguida dos religiosas y les rogó la enferma que juntas rezaran con ella.

A las once y cuarto fueron otras dos religiosas y le preguntaron si quería volverse a su cama y comer algo, le decían que sería conveniente separarse de aquel sitio, porque el frío del suelo la dañaría; ella replicó: “déjenme ver si puedo ir sola” y diciendo esto se paró y caminó sola hasta su habitación, ante la sorpresa de las religiosas que la veían.

Cerca de las doce, fue una religiosa a llevarle la comida y le dijo la enferma dando vueltas en la celda: “vaya, llame a toda la comunidad, para que vengan a verme andar”.

Fue la religiosa y en pocos momentos se reunieron todas las hermanas del convento y en su presencia salió Sor María Cecilia de San Cayetano de la celda casi corriendo por el ambulatorio, vuelve a la celda de nuevo, vuelve a salir y repetía: “no soy yo, no crean que soy yo”.

Enseguida se dirigió a la capilla y con ella todas las religiosas, y allí pasaron largo tiempo dando gracias a María por la curación de su hermana.

La hermana María Cecilia de San Cayetano duró postrada por la enfermedad de la parálisis, seis años, nueve meses y nueve días.

Después de su curación milagrosa continuó sana hasta que murió el día 4 de marzo de 1870, según consta en el libro de profesiones del convento de Jesús María, folio 119 y 120.

Esta narración está tomada del expediente original que existe en los archivos de la Curia del Arzobispado de Guadalajara. Dicho expediente comienza con un oficio de la Madre Su
periora, Sor Maria Joaquina de San Pedro y San Pablo, en el que refiere el suceso.

 

LA CORONACION

Mons. José Garibi Rivera, primer Cardenal mexicano, coronó solemnemente a Nuestra Señora del Rosario del Rayo en el año de 1941, realizando en la misma ocasión una gran Misión, en la que participó toda la Arquidiócesis, para lo cual fue trasladada a la misma Catedral de dicho Arzobispado.

En la ceremonia solemnísima con «Misa Pontifical» celebrada por Mons. Garibi, estando presentes siete Arzobispos, catorce Obispos, un gran número de sacerdotes y una multitud inmensa de fieles, se llevó a cabo ese singular acontecimiento.

Las crónicas de este importante evento nos dicen que en la misma ocasión ocupó la Cátedra sagrada, el Excmo. Sr. Arzobispo de Guadalajara. La primera coronación se realizó mediante un Decreto Diocesano y la segunda por Decreto Pontificio.

La Virgen María, cualquiera que sea su devoción, siempre ha correspondido a la veneración y amor de los fieles, con milagros y favores.

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