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Cuál es la Oración más Corta y Poderosa de todas [para pedir y agradecer]

No hay milagro en la Tierra que no sea fruto de esta oración.

Hay una oración de una sola palabra, la más corta y poderosa que puede existir y que es la base de la fe cristiana.

En la que se resume toda nuestra confianza en Dios.

Que puede ser dicha aun cuando no podamos explicar lo que sentimos y necesitamos, y hasta cuando nos falten las palabras.

Que nos trae de la oscuridad a la luz y llena nuestro espíritu de paz y esperanza.

Los cristianos primitivos la repetían sin cesar.

Y muchos de nuestra época también lo hacen, aunque a veces no puedan comprender su gran alcance.

Con esta palabra, con esta oración, no hay nada más que decir, porque Dios comprenderá lo que sentimos y lo que necesitamos.

Aquí hablaremos sobre la oración más corta y poderosa de todas, explicaremos por qué es tan poderosa, qué beneficios nos trae y en qué situaciones la podemos decir.

Ocho días después de su nacimiento el hijo de María recibió el nombre de Jesús, que significa «Yahweh es la salvación», como lo había ordenado el ángel Gabriel.

El Evangelio menciona la razón de ser de dicho nombre, «porque va a salvar a su pueblo del pecado».

De modo que el Nombre de Jesús fue impuesto por Dios mismo y describe la misión del Hijo de Dios y de María. 

Porque recordemos que cuando los antiguos judíos le daban un nombre a una persona, ese nombre estaba destinado a definir su identidad y su propósito, quién era y qué hacía. 

El Nuevo Testamento ni una vez menciona el nombre de Yahweh, pero si abundantemente el nombre de Jesús, porque resulta ser el nombre que Dios ha revelado a los hombres.

Y es ante todo una oración todopoderosa.

Porque Nuestro Señor mismo promete solemnemente en respuesta, que todo lo que pidamos al Padre en su nombre lo recibiremos. 

Por tanto, cuando decimos «Jesús», estamos pidiendo a Dios por todo lo que necesitamos y demostramos nuestra confianza de que seremos escuchados.

Y por esta razón, la Iglesia termina sus oraciones con las palabras, «por Nuestro Señor Jesucristo», que le da a la oración una eficacia divina.

En la Edad Media el Nombre de Jesús se escribía «IHESUS» y se popularizó el monograma, que contiene la primera y la última letra del Santísimo Nombre.

Después del Renacimiento y el declive del idioma griego a favor del latín, el IHS pasó a utilizarse como un acrónimo del latín ‘Jesús Hominum Salvator’, que significa ‘Jesús Salvador de la humanidad’. 

Luego se agregaron al monograma los tres clavos que se usaron para fijar a Jesús a la cruz, y se montó una pequeña cruz en la letra ‘H’. 

No hay letra ‘J’ en el alfabeto griego y es por eso que la letra ‘I’ (iota) se usó para escribir la primera letra del santo nombre.

Y para que no olvidemos que nuestra redención no terminó con su muerte en la cruz, sino con su glorificación, se colocó al monograma en un círculo de fuego. 

El círculo de fuego representa al Sol, que desde los tiempos más remotos fue visto como símbolo de la resurrección y glorificación de Jesús.

Y las llamas están destinadas a ser un recordatorio continuo, del fuego inextinguible del amor que Jesús lanzó sobre todos nosotros en el primer día de Pentecostés, y en todos los días subsiguientes, para aquellos que están abiertos a recibirlo.

El franciscano San Bernardino de Siena del siglo XV, se servía en sus predicaciones de una tabla con este monograma.

Y al terminar sus sermones los fieles la besaban arrodillados.

Por influencia suya la ciudad de Siena adoptó el monograma de Jesús como escudo propio.

Se generalizó colocarlo en las puertas de los sagrarios.

Y San Ignacio de Loyola del siglo XVI, lo convirtió en el escudo de la Compañía de Jesús, con algunos añadidos.

Pero el Nuevo Testamento nos dice algo más importante, que el nombre sustancial de Jesús es Amor.

Cuando San Juan dijo que Dios es amor, no hizo más que repetir lo que el mismo Jesús le había dicho a los Apóstoles.

Significa que Dios nos ha amado, nos ama y nos seguirá amando para siempre.

Y que Dios nos envió a su único hijo, como la encarnación de su amor infinito, para mostrárnoslo.

Por eso su santo nombre es el nombre más poderoso de la Tierra.

Como nos dice San Pablo, «Dios lo elevó en alto y le dio un nombre que está sobre todo nombre, para que todos los seres que están en los Cielos y debajo de la Tierra se arrodillen ante el nombre de Jesús», Filipenses 2:10. 

No debería sorprendernos entonces que ese nombre se convirtió en una oración y se usó constantemente como oración en la Iglesia primitiva. 

Y su repetición llegó a usarse como un acto especial de devoción.

San Bernardino de Siena dijo a los miles de sus seguidores que consagraran la palabra Jesús en sus corazones y la recitaran continuamente con sus lenguas.

Y la genialidad de esta breve oración es que puede ser útil tanto para ayudar a los principiantes en su viaje espiritual, como para aquellos avanzados en el camino místico.

Cada vez que decimos «Jesús», le damos a Dios alegría infinita y gloria, porque le ofrecemos todos los méritos infinitos de la Pasión y Muerte de Jesucristo. 

Cada vez que decimos «Jesús», es un acto de amor perfecto, porque nosotros ofrecemos a Dios el amor infinito de Jesús.

Y cada vez que decimos «Jesús», hacemos saber que deseamos ofrecer a Dios todas las Misas que se dijeron en todo el mundo por todas nuestras intenciones.

El Santo Nombre de Jesús llena nuestras almas con una paz y alegría inefables, y nos da fuerza para que nuestros sufrimientos se conviertan en luz y sean fáciles de llevar.

Es particularmente útil cuando nuestra vida espiritual se profundiza, porque cuanto más sencilla sea la oración, mejor. 

¿Y qué palabra más apropiada puede usarse como oración para recibir socorro y apoyo cuando sentimos que estamos en peligro? 

Y hacia el final de la vida, cuando todo fue dicho, cuando nos falten las palabras, la más simple y poderosa de todas las oraciones será el santo nombre de Jesús.

Cuando recitas la palabra ‘Jesús’ como la oración por excelencia, no necesitas decir más. 

Porque aquel que escucha tu oración, escucha tus necesidades más profundas que Jesús vino a satisfacer, aunque tú mismo no te des cuenta cuáles son y, por lo tanto, no puedas encontrar palabras para expresarlas.

San Pablo en Romanos 8 nos dice que cuando no podemos elegir las palabras para orar correctamente, el Espíritu mismo expresa nuestra súplica de una manera que nunca podría expresarse con palabras.

El nombre de Jesús tiene poder sobrenatural.

Brinda ayuda a las necesidades corporales, porque Jesús prometió, «en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien», Marcos 16.

El Nombre de Jesús da consuelo en las aflicciones espirituales, porque somos rescatados de la angustia, la tribulación, la tristeza y el dolor.

Nos protege de satanás y sus engaños, porque el demonio teme el nombre de Jesús, quien lo ha vencido en la Cruz.

Obtenemos toda bendición y gracia porque Jesús dijo que «todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, Él os lo dará», Juan 16.

Y por lo tanto disfrutaremos las riquezas de cristo, porque en Romanos 10 dice que el Señor es «rico para con todos los que le invocan».

Participamos de su misericordia, porque quienes repitan el nombre de Jesús tendrán el exceso de su misericordia, su amor, la gracia de la perseverancia final, y no morir sin su gracia.

Además somos iluminados cuando invocamos a Jesús, porque Dios nos da la luz para ver nuestra verdadera condición, y para la resolución de nuestros problemas.

Obtenemos un espíritu de arrepentimiento, porque al ser expuesta nuestra verdadera condición, experimentamos un cambio de manera de pensar, a través de invocar Su nombre.

Tantas veces como invoquemos el Nombre de Jesús, y también de María, podremos ganar una indulgencia de 300 días, por decreto de Pío X, el 10 de octubre de 1904.

Y también podemos ganar la indulgencia papal al momento de la muerte, pronunciando, aunque sea mentalmente, el nombre de Jesús.

Y de esta manera, disfrutamos del beneficio del perdón de Dios.

Porque el Señor Jesús, además de perdonarnos cuando nos confesamos, elimina y anula el registro de la deuda que teníamos con Dios en la cruz, y quedamos con un registro limpio delante de Él.

Y somos salvados al invocar el nombre de Jesús, porque reforzamos nuestra conversión para que no caigamos.

Por lo tanto, al invocar el nombre de Jesús Dios nos trae salvación para la vida eterna.

Cuando estés en problemas y todo el mundo parezca haber conspirado contra ti, no creas que tienes que explicar tu situación a aquel que lo sabe todo, simplemente di ‘Jesús’.

Cuando estés en el momento más oscuro de la ‘Noche Oscura del Alma’ y las mismas puertas del infierno parezcan estar abiertas para engullirte, simplemente di ‘Jesús’.

Y cuando tu corazón se desborde de gratitud por las gracias recibidas, di también ‘Jesús’ como agradecimiento.

El grito a Jesús por ayuda, coraje o perseverancia fue y es la oración más común hecha por los mártires en tiempos difíciles.

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre por qué decir el mero nombre de Jesús es la oración más eficaz de todas, aunque sólo sea un nombre.  

Y me gustaría preguntarte si tu dices habitualmente en algunas circunstancias la palabra Jesús y qué circunstancias lo haces.

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¿Sabes que hay una Oración Irresistible? Nació de la Unión de los Corazones de Jesús y el Padre Pío

Cómo Jesús traspasó el corazón del Padre Pío y generó esta devoción.

Una cosa poco conocida del Padre Pío, fue la unión que logró su corazón con el Sagrado Corazón de Jesús, que latían al unísono.

Y que no fue sólo mística, sino que terminó siendo física, cuando el Corazón de Jesús penetró en el suyo, cuando le sucedió la Transverberación del Corazón, que fue el primer estigma físico que tuvo el Padre Pío, el del costado.

Y entonces, al unir ambos corazones, le fue posible crear la Oración Irresistible para pedir gracias, basada en las propias palabras de Jesús.

Y a la que el Señor no se puede resistir, porque se basa en Sus propias promesas.

Aquí hablaremos sobre cómo sucedió la transverberación del corazón del Padre Pío y enseñaremos a rezar la Oración Irresistible a Jesús.  

El Padre Pío fue un sacerdote escogido por Dios para compartir la intimidad del amor divino.

No hay ningún Santo en el último siglo que haya tenido los dones sobrenaturales que tuvo él.

Y precisamente Dios lo levantó en la época más incrédula de estos dos mil años, cuando la fe se está apagando y la apostasía está penetrando en la propia Iglesia.

Lo conocemos por los grandes dones espirituales extraordinarios y carismas.

Incluyendo el don de sanidad, bilocación, profecía, milagros, discernimiento de espíritus, los estigmas, etc.

Y a veces también algunos lo conocen por sus enseñanzas espirituales, simples, pero de una sabiduría que es sobrenatural.

Donde destacan frases como, 

«No tienes que ser digno, solo tienes que estar dispuesto».

El Señor nos pide que seamos perfectos sino que aceptemos el desafío diciendo que sí a seguirlo.

«Sirve al Señor con una sonrisa».

Debemos tomar la vida con alegría, porque de esa forma podemos hacer que los inconvenientes propios y de nuestros hermanos no sean angustiantes.

«Dios siempre nos dará más de lo que merecemos».

Si entregamos la conducción de nuestra vida a Dios, Él nos proveerá de cosas tan buenas, que incluso no somos capaces de pedir ni de imaginar.

«Dios nunca permitirá que nos pase nada que no sea para nuestro mayor bien».

Todas las cosas funcionan para bien de quienes aman a Dios, por lo tanto nos queda a nosotros confiar en los caminos del Señor sin titubear.

Y sobre todo la más conocida,

«Ora, espera, no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y oirá tus oraciones».

Siempre habrá algo por lo que preocuparse, pero si nos quedamos fijados en la preocupación no vamos a solucionar el posible problema.

Y como el Señor escucha cada una de nuestras oraciones, no tenemos más que orar y esperar.

El Padre Pío se definía a sí mismo como un pobre fraile que ora.

Y toda su enseñanza se concentró en la primacía de la oración y en la necesidad de convertirse en oración, como había sucedido con Jesús.

Su oración no era la ocupación de la madurez o la vejez, como les sucede a muchos, sino una dimensión continua de su existencia terrena.

Decía, «tan pronto como empiezo a orar, inmediatamente siento que el alma comienza a alcanzar una paz y tranquilidad que no se puede expresar con palabras». 

La vida del Padre Pío ha sido una oración continua, día y noche, solo y con gente, con rosario o sin rosario, no hacía más que rezar.

Decía, «no te preocupes por obtener los resultados de punto y coma de inmediato, siempre ora y nada más». 

Incluso en los momentos oscuros, en la larga noche de los años de persecución dentro de la Iglesia, el Padre Pío no abandonaba la oración, cuanto más oscuro era el horizonte, más ferviente era su oración. 

Con la oración encontraba serenidad y fuerza, y ganaba las batallas de la vida.

La oración durante su larga misa y durante su visita al Santísimo Sacramento se volvió famosa, porque la gente se dio cuenta de que era lenta, tranquila, larga, serena, silenciosa y dolorosa.

Siempre estaba con un rosario en la mano y cuando le preguntaban «¿cuántos rosarios al día reza, tres, cuatro?».

Y su respuesta era muy enfática, «¡que tres o cuatro! Cien, doscientos rosarios al día».

Un día sus hijos espirituales le pidieron que les dejara su herencia espiritual y respondió inmediatamente sin pensar siquiera, «el Rosario».

Tenía una pasión especial por María, de joven escribió que toda su vida estuvo bajo el manto de la Virgen, se sentía «protegido y guiado por tan tierna Madre».

Pero el amor al Sagrado Corazón de Jesús que cultivó el Padre Pío fue sobrenatural, y lo más importante de su devoción. 

Su corazón palpitaba siempre al unísono con el de Jesús, hasta fundirse con Él, y lograba esa sincronización a través de la llamada Oración Irresistible, que rezaba diariamente. 

La sincronización de su corazón con el de Jesús fue tal, que a los 31 años, tuvo una experiencia que completó su itinerario espiritual y lo transformó físicamente: la transverberación del corazón.

Que es una gracia santificadora en que el alma, ardiente de amor por Dios, logra una unión íntima con Dios y siente su corazón traspasado por un fuego sobrenatural.

El 18 de abril de 1912 diría a su guía espiritual, 

«El Corazón de Jesús y el mío, se fundieron, no eran ya dos corazones que latían, sino uno solo. 

Mi corazón había desaparecido, como una gota de agua que se pierde en el mar».

Y del día 5 al 7 de agosto de 1918 le ocurrió el fenómeno místico de la Transverberación del Corazón o Asalto del Serafín, que significó la unión física real de su corazón con el de Jesús. 

Y que fue el preludio de la aparición de los estigmas, que ocurrirán el día 20 de septiembre de ese mismo año, cuando oyó la voz del Señor que le dijo «te asocio a mi Pasión».

Cuenta que estaba confesando y de repente apareció un serafín con un hierro, con una punta muy afilada y fuego en el extremo, que le hirió el corazón.

Se sintió morir y ese martirio duró hasta la mañana del día siete.

Fue la dolorosa unión con el Corazón de Jesús, una herida que debió dividir en dos su corazón.

Esa misteriosa herida era viva, real y visible en su carne.

Comenzaba en la parte baja del corazón y se extendía hacia abajo de la espalda.

Era la llaga del costado que sufrió Jesús.

Tenía la forma de una aspa o X y la apariencia de una profunda quemadura en el costado.

Y esa unión, entre otras cosas, le llevó a crear la Oración Irresistible que rezaba todos los días.

Sobre la que decía que el Señor no se podía resistir, porque esta forma de petición de gracias se basa en tres promesas que Jesús mismo hizo. 

La Oración Irresistible se basa en la Palabra de Dios que aparece en Mateo 7: 7 Pidan y se les dará; en la promesa de Juan 14:13, que todo lo que pidan en el nombre de Jesucristo al Padre, Él lo dará; y la promesa de que su palabra es para todos los tiempos, en Mateo 24:35 dice que Su palabra no pasará.

La oración es la siguiente: 

«Oh Jesús, que dijiste: Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá’ 

Te pido la gracia… y ahí se pide la gracia.

Luego se reza un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.

Y la jaculatoria «Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío y espero».

A continuación se invoca la segunda promesa.

«¡Oh Jesús, que dijiste: ‘Todo lo que pidan en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo’.

Te pido la gracia… y ahí se pide la gracia.

Luego se reza un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.

Y la jaculatoria «Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío y espero».

Y luego se invoca la tercera promesa.

«Oh Jesús, que dijiste: ‘El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán’

Te pido la gracia… y ahí se pide la gracia.

Luego se reza un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.

Y la jaculatoria «Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío y espero».

Y se puede completar con otras dos oraciones adicionales.

Una es una oración al Sagrado Corazón de Jesús:  

«Oh Sagrado Corazón de Jesús, a quien es imposible no tener compasión por los desdichados, ten piedad de nosotros, pobres pecadores, y concédenos la gracia que te pedimos, por intercesión del Inmaculado Corazón de María, nuestra tierna Madre. 

San José, padre adoptivo del Sagrado Corazón de Jesús, ruega por nosotros».

Y la otra es la Salve Regina: 

«Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh, clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén».

Esta Oración Irresistible se puede rezar también en novena, 9 días consecutivos, para pedir una gracia urgente.

El texto de estas oraciones lo puedes copiar ingresando a un artículo de nuestro sitio web, cuyo link está en la descripción de este video.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la devoción del Padre Pío al Sagrado Corazón de Jesús, que llevó a la unión mística de ambos corazones y que tuvo evidencias físicas, y que culminó en la Oración Irresistible para pedir gracias al Señor.   

Y me gustaría preguntarte cuál es la oración que usas más para pedir gracias a Dios.

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15 Consejos para Recobrar la Vida de Oración [si somos fieles a Dios]

Todos nosotros tenemos dificultades con la oración.

Y debemos entender que esto es normal. 

La oración es una relación.

Y uno que hacer un montón de trabajo para llegar a a una buena relación.

Pero antes que nada debemos establecer cuál es la fuente de la dificultad.

Tal vez sea que nuestras infidelidades en seguir a Dios nos priven de sus respuestas positivas.

Tal vez seamos fieles pero no comprendamos el plan que tiene para nosotros.

O tal vez sea algún problema técnico, cómo oramos, el tiempo que le dedicamos, la perseverancia, etc.

La base para establecer una vida de oración es en primer lugar, creer en su eficacia.

Y en segundo lugar, comprender que la respuesta de Dios está condicionada por nuestra fe y nuestras obras.

Luego vendrán problemas más técnicos, por así decirlos.

 

EL VALOR DE LA ORACIÓN EN EL PLAN DE DIOS

En el libro del profeta Jeremías dice:

“Sé los planes que tengo para ti, dice el Señor, los planes para el bienestar y no para el mal, para darte un futuro y una esperanza.

Entonces me llamarás y vendrás a orar a mí, y yo te escucharé.

Me buscarás y me encontrarás.

Cuando me busques con todo tu corazón, seré encontrado por ti, dice el Señor, y restauraré tus fortunas”. (Jer 29: 11-14)

Dios tiene un plan para tu vida que terminará en gloria eterna, si tan solo cooperas con las gracias que Él quiere darte.

Pero Jesús también dijo:

No todo el que me dice: «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. (Mateo 7:21)

“¿Por qué me llamas «Señor, Señor» y no haces lo que te digo?” (Lucas 6:46)

“Muchos son llamados, pocos son escogidos”. (Mateo 22:14)

“Ingresa por la puerta angosta; porque es ancha la puerta y el camino fácil, que conduce a la destrucción, y aquellos quienes entran por él son muchos. Porque es angosta la puerta y el camino estrecho que lleva a la vida, y aquellos que la encuentran son pocos”. (Mateo 7: 13-14)

Esto nos señala tres verdades básicas de la vida espiritual.

Primero, nadie puede ser salvo sin conformar su vida a la Voluntad de Dios.

Solo hay una manera de llegar al Cielo y eso es amando a Dios, y la única forma en que podemos demostrar definitivamente que amamos a Dios es a través de nuestra obediencia a Su santa sabiduría y Voluntad.

En segundo lugar, es imposible para cualquiera de nosotros hacer la voluntad de Dios sin la ayuda de la gracia de Dios.

La naturaleza humana es débil, después de haber sido herido por el pecado original.

Tercero, la gracia de Dios viene a nosotros a menudo a través de la vida de oración.

Por lo tanto, nadie puede ser salvo sin oración. La oración es la clave de la salvación.

Todo el misterio de la salvación humana, todo tu futuro, tu relación con Dios, depende completamente de cuánto y cuán bien estés dispuesto a orar.

¡Los santos se hicieron santos porque entendieron el incomparable poder de la oración!

Sabían que la oración tiene el poder de cambiar nuestras vidas y las de los demás, y lo demostraron con sus vidas.

Por eso hay que estar atento a nuestra vida de oración.

Pero además,

Nuestra Señora de Fátima dijo:

“Oren, oren mucho.

Haz sacrificios por los pecadores.

Muchas almas van al infierno, porque nadie está dispuesto a ayudarlas con el sacrificio”.

Cuando ofrecemos nuestros sufrimientos diarios en forma de oración, cuando unimos nuestras cruces diarias con el sufrimiento de Cristo en el Calvario, nuestros sufrimientos adquieren un tremendo valor redentor.

Estas oraciones obtienen para nosotros y para otros muchas gracias especiales.

Si logramos comprender que las oraciones son eficaces, debemos pasar luego a comprender los requisitos que Dios pone para la respuesta.

 

LA EFICACIA DE LA ORACIÓN ESTÁ CONDICIONADA AL SEGUIMIENTO DE DIOS

Demasiados cristianos piensan que el mundo gira alrededor de ellos y todo lo miran de acuerdo a sus conveniencias y no a las de Dios.

Y también consideran a Dios como un mago expendedor de gracias, al que pueden acudir sin comprometerse en un mayor esfuerzo.

Hay pasajes bíblicos extraídos de contexto qué parecería justificar esto.

El más mencionado es Mateo 7: 7-8,

«Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque cualquiera que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se abrirá».

También hay otro como Mateo 21: 21, en que Jesús dice que si tienen fe y no dudan pueden hacer mover una montaña.

O Marcos 11: 24, que dice que todo lo que pidas en oración y crees que se te dará, entonces será tuyo.

Y Juan 16: 23, que dice que si pides algo al Padre, Él te lo dará en el nombre de Jesús.

Estos pasajes dan la idea a algunos de que todo lo que se pida será concedido.

Es la base de la teología de la prosperidad.

Ellos afirman que si uno pide algo con suficiente fe, le será otorgado.

Y no tienen en cuenta quién lo pide, cuál es su cumplimiento de los mandamientos de Dios, y para que lo pide.

Olvidan el primer mandamiento, que es amar a Dios por sobre todas las cosas.

Interpretado a la luz solamente de estos versículos el secreto de la oración eficaz sería puramente técnico: cómo orar, cuando orar, que palabras, usar cómo insistir, etc.

Sin embargo la Biblia muestra claramente que hay oraciones no contestadas por Dios.

Quizás la más evidente sea la parábola de Lázaro y Epulón en Lucas 16.

Por dos veces el hombre rico le pide en oración cosas a Abraham y éste no se lo concede; Abraham en esta parábola es la prefiguración de Dios.

La primera cuándo le pide que Lázaro le lleve agua y la segunda cuando pide que Lázaro vaya a alertar a sus hermanos sobre la existencia del infierno.

Este pasaje el Nuevo Testamento muestra 2 verdades teológicas.

La primera es que no todas las oraciones son contestadas.

Y la segunda es que tienen que estar de acuerdo con la voluntad de Dios para ser contestadas.

¿Qué quiere decir esto?

Que la contestación de Dios es condicional.

Por ejemplo si le pedimos a Dios y mate a una persona que nos ha hecho daño Dios no responderá, porque nuestro pedido no está en línea con sus mandamientos.

Toda cosa ajena a la moralidad que impulsa Dios no tendrá una contestación positiva.

La propia Biblia se encarga de explicarnos las condiciones para que una oración sea contestada.

En 1 Juan 5:14 dice que si pedimos a Dios algo según su voluntad, Él nos oye.

En Santiago 4: 3 dice que si pides y no recibes es porque pides cosas para gastarlas en tus pasiones.

En Santiago 5:16 dice que la oración del justo tiene gran poder.

El Salmo 66:18 dice que si hubiera abrazado la iniquidad en mi corazón el Señor no me habría dado lo que pido.

En Proverbios 15: 8 dice que la oración de los rectos es el deleite del Señor.

En Isaías 1:15 dice Yaveh que aunque hagas muchas oraciones no escucharé porque tus manos están llenas de sangre.

En Isaías 59: 2 también dice que tus inequidades te han separado de Dios y tus pecados han ocultado su rostro y no escuchará.

De modo que la Biblia es clara expresando que la contestación a las oraciones es condicionada a nuestro seguimiento de los caminos de Dios.

Si nosotros nos apartamos de la moralidad que Él pide, entonces las oraciones no tendrán chance de ser efectivas.

Porque Dios no es un Papá Noel que le da todo a todos sin importar quien sea, lo que piensa y lo que hace.

Sin embargo, aun cumpliendo todos los mandamientos, la oración no es efectiva automáticamente por sí misma, sino que depende del plan de Dios sobre nuestras vidas.

Y esas faltas de repuesta por esa causa es lo que a veces nos lleva a decaer en la oración.

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7 RAZONES POR LA QUE NUESTRA ORACIÓN DECAE

Desaliento
A veces no sabemos qué decir, cómo orar, qué hacer. 
A veces estamos cansados, sintiéndonos mal, o simplemente no tenemos el deseo de orar.

Duda
¿Dios realmente existe?
¿Puede oírme?
¿A Él le importa, incluso si Él existe?
¿Realmente importa la oración?

Impaciencia
Las oraciones pueden parecer no tener fin y sólo el silencio viene del cielo
¿Cuándo me responderá Dios?

Tentaciones
Es fácil orar cuando no usted no tiene internamente el reto de la tentación.
Pero, cuando las tentaciones entran, se convierte en una monotonía.

Pereza
A veces nos damos por vencidos o nunca establecemos hábitos que nos sostienen en los tiempos de sequedad o a través de la vida moderna.

Sequedad
Dios parece distante y la oración se convierte en una tarea. 
Esto puede suceder en cualquier momento.

Problemas físicos, mentales o emocionales
Cuando sufrimos, es difícil rezar, porque a veces sentimos que un Dios amoroso podría hacer que se detenga y no sucede.

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15 CONSEJOS PARA AYUDAR A TU VIDA DE ORACIÓN

1 – Frecuenta los Sacramentos
Si puedes ir a misa diaria, incluso una vez a la semana, has duplicado tu acceso al regalo más grande jamás dado a la humanidad.
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Si vas a confesarte al menos mensualmente, sin duda vas a obtener una gran cantidad de gracias. Anótalo en un calendario para que no se lo saltee.

2 – Establece Buenos Hábitos
Debes ser capaz de confiar en tus hábitos para ayudarte, y no para hacerte daño, en tu oración. 
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Un buen hábito tarda  66 días  (al menos) en establecerse. 

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Así pues, si puedes comprometerte a una rutina de oración durante 2 meses, puedes comenzar a sentar las bases de hábitos de oración saludables.

3 – Auditoría Externa
Necesitas a alguien más objetivo que tu para mirar tu vida de oración y ver cómo lo estás haciendo y cómo el Espíritu Santo está obrando. 
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Un director espiritual es muy valioso para ayudar. 

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Pero, si no piensas que estés listo, incluso puedes tener un amigo santo para hablar de ello.

4 – Prueba diferentes Tipos de Oración
Todos tenemos diferentes gustos en la oración, al igual que la mayoría de las otras cosas en la vida. 
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Por lo tanto, prueba diferentes tipos de oración y ve cuáles funcionan para ti. 

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Una advertencia: no te des por vencido demasiado pronto en un tipo de oración.

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Puede ser que tome un buen tiempo para descubrir si es buena para ti o no.

5 – Ayuna Regularmente
Hay un gran poder en el ayuno.
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Vemos en las Escrituras que Jesús ayuna y llama a sus discípulos a hacer lo mismo. 

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Cuando tenemos un mejor control sobre los deseos de nuestro cuerpo, podemos orar mejor.

6 – Supera las Distracciones
La forma más sencilla de superar una distracción es la de no entrar en ellas. 
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Una vez que te das cuenta que estás distraído convierte tu corazón y tu mente de nuevo a la oración, no al estudio de la distracción. 

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Este simple acto es la forma más fácil para derrotar a las distracciones.

7 – No Sobre-pienses la Oración
Muy a menudo tendemos a complicar algo que debería ser natural para nosotros. 
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Estamos hechos para la comunión con Dios. 

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La oración es simplemente dirigir tu mente y corazón en la dirección de Dios. 

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Si lo complicamos en exceso, nos vemos atrapados en lo externo.

8 – La Sequedad es Buena para nosotros
Oraciones secas son un regalo de Dios. 
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Todos anhelamos tener consuelos en nuestra oración, pero es saludable la sequedad para nosotros. 

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Es en la sequedad que nuestra fe es probada y fortalecida.

9 – Ora con Humildad
En la medida en que somos humildes es la magnitud con que la fuerza de la gracia de Dios cambia nuestras vidas. 
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Sin oración humilde, Dios es incapaz de llegar a nosotros, porque no tenemos ninguna necesidad interior para él.

10 – Trabaja en una Correcta Comprensión de Dios y Uno mismo
No puedo enfatizar esto lo suficiente. 
Muchos de nosotros luchamos para entender cómo un Dios perfecto nos pude amar y quiere una relación con nosotros. 
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Pero, esto se debe, principalmente, a nuestras malas percepciones de nuestra propia dignidad y de la forma en que Dios nos ama incondicionalmente.

11 – Quietud
Nuestras vidas modernas están llenas de ruido. 
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Tenemos que calmarnos para oír a Dios – tanto interna como externamente. 

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Encuentra un lugar tranquilo y silencioso para orar.

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La Iglesia es útil en este sentido, así que si puedes parar en una iglesia, aunque sea por poco tiempo, es recomendable que lo hagas.

12 – Da Prioridad a la Oración
Prográmala. Deja otra cosa. 
Hay que levantarse temprano. 
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Has lo que tengas que hacer, pero no dejes pasar un día sin tener un tiempo con la persona más importante en tu vida.

13 – No seas Demasiado Duro Contigo mismo
Las luchas en tu vida de oración no te hacen un mal cristiano. 
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Se trata de una experiencia universal de toda persona que ora. 

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Así que, no te tires abajo con las luchas.

14 – No Esperes para empezar
La dilación es el enemigo de la oración. 
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Si usted te sientes llamado a orar, no lo pospongas.

15 – Encuentra y Utiliza Buenos Recursos
Cuando no sabes qué hacer o cómo hacerlo, los recursos pueden ayudar. 
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Los recursos incluyen personas, amigos, libros, páginas web, sacramentales (por ejemplo, rosarios), la Sagrada Escritura, etc…

¡Buena Oración Amigos! ¡A empezar Hoy!


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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Rosario sobre la Oración

Todos: Por la Señal…
Se inicia con la oraciones tradicionales.
PRIMERA MEDITACIÓN

1. NUESTRO ANHELO DE INFINITO

Todos nosotros hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. Hay en nosotros una huella imborrable, que tiende hacia el encuentro con lo divino. Por eso, de diversas maneras, todos experimentamos la necesidad de una relación personal con Dios.

Nuestro ser más profundo clama por un encuentro cercano y personal con el Señor Jesús, el Señor de la Vida.

Canto apropiado.

Un Padre Nuestro…y diez Ave Marías

SEGUNDA MEDITACIÓN

2. LA ORACIÓN ES TAN NECESARIA COMO LA RESPIRACIÓN
La vida de oración constituye una dimensión fundamental de la vida cristiana. Sin oración, nuestra existencia humana está muerta, pues le falta la fuente misma de la vida interior. Así como cada uno de nosotros necesita de la respiración para poder vivir, así también necesitamos de la oración. ¡Quien deja de respirar se muere!

Es en la oración donde alimentamos nuestro interior y nos encontramos con el Señor Jesús y lo conocemos. Allí nos fortalecemos para la vida cotidiana.

Un Padre Nuestro…y diez Ave Marías

TERCERA MEDITACIÓN

 3. ORACIÓN PARA LA VIDA Y EL APOSTOLADO.

VIDA Y APOSTOLADO HECHOS ORACIÓN

Este lema resalta la importancia de la oración para nuestra vida y el apostolado. Para ser personas de acción debemos ser ante todo personas de oración.

«Velad y orad para que no entréis en tentación; que el espíritu está pronto pero la carne es débil» nos dice el Señor advirtiéndonos de la necesidad de la oración.

Quien no reza no vive reconciliado y por lo tanto no puede transmitir a Cristo en su apostolado. Si no existe oración, nuestro apostolado será estéril.

Un Padre Nuestro…y diez Ave Marías

CUARTA MEDITACIÓN

4. EN LA ESPIRITUALIDAD DE LO COTIDIANO

Es cierto que debemos tener momentos intensos y fuertes de oración durante el día, pero no debemos olvidar que toda nuestra vida debe ser oración. Es necesario que vivamos en permanente presencia de Dios, pues nos lleva a tener un espíritu de oración constante en medio de las ocupaciones diarias. Cada labor cotidiana es ocasión de hacer un ofrecimiento al Señor, de modo que podamos convertir nuestra vida en un gesto litúrgico, a ejemplo de María.

Un Padre Nuestro…y diez Ave Marías

QUINTA MEDITACIÓN

5. MARÍA, MODELO DE ORACIÓN

Son muchos los momentos de la vida de María que nos la presentan como Mujer orante, silente, siempre a la escucha, viviendo en presencia de Dios. Recordemos las palabras del Evangelio: «Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón». Se abre a la escucha de la Palabra. Cuando no la comprende y queda sorprendida, no la rechaza; la medita y la guarda.

Su modélica vida de oración, que es expresión de un corazón reconciliado, ilumina nuestro peregrinar de fe.

Canto apropiado.

Un Padre Nuestro…y diez Ave Marías

Acudamos a nuestra Madre, y dejémonos educar por Ella, para que aprendamos de Ella a nutrirnos siempre de la fuente de la Vida, del mismo Señor Jesús, en el encuentro con ÉL.

La Salve.

En el nombre del Padre…

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Novena de las Tres Ave Marías

La devoción a Nuestra Señora de las Tres Avemarías consiste en rezar tres avemarías seguidas durante 9 días.

En medio de cada avemaría, se pueden poner peticiones, agradecimientos y es interesante poder ofrecer a la Santísima Virgen María un «Obsequio Espiritual» diario. Esta es una lista posible de Obsequios…

 

OBSEQUIOS ESPIRITUALES

1er. Día Examinar mi consagración a Cristo y a su Corazón;
2do. Examinar mi devoción a la Virgen María y cómo la practico;
3er. Reflexionar sobre que quiere Dios de mi;
4to. Estudiar como debo guardar la pureza de pensamiento y proceder;
5to. Hacer con especial cuidado el ofrecimiento de las obras;
6to. Visitar algún enfermo o realizar un acto de caridad;
7mo. Proponerme realizar los Cinco Primeros Sábados;
8vo. Encomendar a la Virgen todas las dificultades diarias y ofrecerlas por la Pasión de Cristo en la Cruz;
9mo. Quitar de mi algo que moleste a los demás.

Procurar durante la Novena confesar y comulgar al menos una vez.
 

La promesa es que la Reina del Cielo y Madre de Dios, nos visite a la hora de nuestra muerte y nos consuele.

La Virgen prometió a Santa Matilde y a otros Santos que quien rezara diariamente tres Avemarìas, tendría su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte, presentándose a esa persona en su hora final con el brillo de una belleza tal que el solo verla lo consolaría y la comunicaría las alegrías del Cielo.

 

FORMA DE REZAR

INTRODUCCIÓN

«Oh Madre de Dios y Madre de todas las gracias: por las muchísimas que te concedió la Santísima Trinidad, y particularmente por tu poder, sabiduría y ardiente caridad, te suplico nos concedas a nosotros participar de estas gracias, como participan los hijos de los bienes de sus padres, y especialmente nos concedas la gracia que te pedimos en esta novena honrando en ti al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.

 

1 «Oh Virgen poderosísima: así como Dios Padre, en su munificencia omnipotente, levantó tu alma sobre un trono de gloria sin igual, hasta el punto de que, después de él, eres la más poderosa en el cielo y en la tierra, así también te suplico que me asistas en la hora de la muerte, para fortificarme y rechazar de mí toda potestad enemiga.

Ave María

2 «Oh Virgen sapientísima: así como el Hijo de Dios, conforme a los tesoros de su sabiduría, te adornó y llenó maravillosamente de ciencia y entendimiento, de tal modo que gozas del conocimiento de la Santísima Trinidad más que todos los santos juntos, y como sol brillante, con la claridad de que te ha embellecido, adornas todo el cielo, así también te ruego me asistas en la hora de la muerte, para llenar mi alma de las luces de la fe y de la verdadera sabiduría, para que no la oscurezcan las tinieblas de la ignorancia y del error.

Ave María

3 «Oh Virgen amantísima: así como el Espíritu Santo te llenó por completo de las dulzuras de su amor y te hizo tan amable y tan amante que, después de Dios, eres la más dulce y la más misericordiosa, así también te ruego me asistas en la hora de la muerte, llenando mi alma de tal suavidad de amor divino, que toda pena y amargura de muerte se cambie para mí en delicias.»

Ave María

 

Otras Promesas acerca de la pràctica de esta devociòn

La Santa Madre de Dios le dijo a Santa Gertrudis que:

“Quien la venerase en su relación con la Beatísima Trinidad, experimentaría el poder que le ha comunicado la Omnipotencia del Padre como Madre de Dios; admiraría los ingeniosos medios que le inspira la sabiduría del Hijo para la salvación de los hombres, y contemplaría la ardiente caridad encendida en su corazón por el Espíritu Santo” En otra ocasión la Virgen Maria le dijo a esta Santa, refiriéndose a todos los que la invocamos diariamente conmemorado el Poder, la Sabiduría y el Amor que le fueron comunicados por la Santísima Trinidad: “a la hora de su muerte me mostraré a él con el brillo de una belleza tan grande, que mi vista le consolará y le comunicará las alegrías celestiales (Libro El Heraldo Divino)

«Declaró el Señor a Santa Gertrudis que cuantas veces reza un cristiano el Avemaría, otras tantas brotan del seno del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo tres impetuosos arroyuelos que van a penetrar suavemente en el corazón de la Santísima Virgen. Luego, saliendo de este mismo corazón, van a buscar su origen, y estrellándose al pie del trono de Dios, cual ola embravecida contra una roca, déjanla poderosísima, según el Padre, sapientísima, según el Hijo, y llena de amor y misericordia, según el Espíritu Santo.

Mientras uno está diciendo el Avemaría corren estos arroyuelos con grande impetuosidad alrededor de la Santísima Virgen inundándola, y vuelven a precipitarse enseguida sobre su Corazón santísimo. Con maravillosa precipitación van a buscar primeramente su origen y, retrocediendo después, se resuelven en gotas brillantes de gozo, dicha y salvación eterna, y caen cual lluvia benéfica sobre los Angeles y Santos y sobre los que recitan entonces la salutación angélica; y de este modo llegan a renovarse cada uno todos los bienes que recibiera por medio de la Redención». (P. Faber: .Todo por Jesús, cap. IV.).»

Según el llamado apóstol de la Santísima Trinidad (el bienaventurado Diego Cádiz, capuchino que vivió en el siglo XVIII) la Madre de Dios le revelo que:

“Una de las más agradables devociones que se le pueden ofrecer, es la de ayudarle a dar gracias a la Augusta Trinidad por el Poder que recibió del Padre Eterno, por la Sabiduría con que la enriqueció su Hijo y por la Caridad de que la llenó el Espíritu Santo”

Cuando Sor Maria Villani, religiosa Dominica siglo XVI rezaba un día Las Tres Avemarías, oyó de labios de la Virgen Maria estas estimulantes palabras:

“No solo alcanzaras las Gracias que me pides, sino que en la vida y en la muerte prometo ser Especial Protectora tuya y de cuantos como tu practiquen esta devoción”

Y las promesas de la Reina de los Cielos nunca dejan de tener pleno cumplimiento.

¿Cuál es el fin especial de esta devoción?
Honrar tres principales atributos de María Santísima, a saber: el poder que le otorgó Dios Padre, por ser su Hija predilecta; la sabiduría de que la adornó Dios Hijo, al elegirla por su Madre; y la misericordia de que la llenó Dios Espíritu Santo, al escogerla por su inmaculada Esposa.

¿Y cuál es el fundamento de esta devoción?
La afirmación católica de que la Santísima Virgen poseyó, en el más alto grado posible a una criatura, los atributos de poder, sabiduría y misericordia.

¿En qué consiste la Novena de las Tres Avemarías?
En rezar tres veces el Avemaría durante nueve días.
Como hemos indicado en su lugar, la Santísima Virgen prometió a Santa Matilde asistirla en la hora de la muerte si rezaba cada día en su honor tres Avemarías para celebrar los atributos de Poder, Sabiduría y Misericordia con que la enriqueció la Beatísirna Trinidad.

Mas los devotos de María, entendiendo con esto cuán de su agrado es este obsequio, juzgaron que repitiéndolo durante nueve días, quizás alcanzarían para sus necesidades el eficaz socorro de su poderosa intercesión. (Este es el origen de la Novena eficaz de las Tres Avemarías.)

Esas Tres Avemarías son como otras tantas aldabadas que damos a las puertas del misericordioso y compasivo corazón de Nuestra Señora; son como tres aclamaciones angustiosas con que el alma implora su Poder, Sabiduría y Misericordia para el remedio de las múltiples necesidades que la aquejan.

Cuán del agrado de Nuestra Señora sea este piadoso ejercicio, dicenlo muy elocuentemente los muchos y diversos favores, tanto espirituales como materiales, que cuentan haber alcanzado por semejante práctica las personas que se han servido de ella para implorar la protección de la Santísima Virgen.

Pero lo más consolador son los beneficios espirituales que dispensa la Santísima Virgen por medio de esta Novena. Diríamos que esa bendita devoción es el anzuelo con que María Santísima pesca innumerables almas para el cielo; muchas, ciertamente, serán deudoras de su eterna felicidad en la gloria a la eficacia de esa devota práctica.

Conversiones extraordinarias de pecadores moribundos que se logró recibieran los últimos Sacramentos, a lo que se resistían; jóvenes extraviados, devueltos al camino del bien y al hogar, de donde los había arrancado la perversión; matrimonios que han recuperado el tesoro de la paz y unión, que hacia tiempo habían perdido; almas atormentadas por los escrúpulos y otras penas interiores, que recobraron la paz de conciencia y el sosiego de su espíritu; en fin, devoto lector, que esta Novena parece la panacea de todos los males, así del cuerpo como del alma.

Esto enseña la Iglesia al invocar a María como Virgen Poderosa, Madre de Misericordia y Trono de Sabiduría.