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. Como se hace una buena oración

En verdad, en verdad os digo que cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo concederá. Tal es la bella promesa que nos ha hecho Jesucristo. Dice que nos concederá todo cuanto le pidamos, pero debemos entender que con la condición de que recemos con las debidas disposiciones. Ya lo dijo el apóstol Santiago: Si pedís y no alcanzáis lo que pedís. es porque pedís malamente.

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FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María MENSAJES Y VISIONES Nuestra Señora de Umbe: España

Mensajes de Nuestra Señora de Umbe, España

En el Alto de Umbe, Bilbao, Felisa Sistiaga, madre de 4 hijos, tuvo apariciones de la Virgen, la primera en 1941 y luego desde 1969, muy parecidas a las de Garabandal; en el Aviso, dice, se iluminará el cielo con una gran cruz; después del Papa Pablo VI habrá sólo otros dos, uno con pocos días de pontificado, Juan Pablo I, el último será el actual Juan Pablo II. En las aguas del «pozo» bendito por la Virgen se han reportado muchas curaciones…
VER HISTORIA Nuestra Señora de Umbe, España ( 2 de septiembre)
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La Virgen me dijo también: «Su Espíritu estará eternamente en ti». Y continuó: «Te doy una medalla mía, de inspirada belleza. Si le pedís perdón con vuestras almas sinceras, Cristo os perdonará. Yo, vuestra Madre, como Intercesora de Él, os quiero decir que os enmendéis, pues ya estáis en los últimos Avisos. 0s quiero mucho y no quiero vuestra condenación».

Inés, hija de la vidente de Umbe, Felisa Sistiaga, relata lo siguiente:

Durante los siguientes 28 años a mi ama no se le presentó la Virgen, pero tuvo dos apariciones.

La primera ocurrió pocos años después de la aparición de la Señora. Felisa vio a un ángel junto a la casa vestido con una túnica blanca.

La segunda sucedió el 29 de junio de 1968. Hacia las dos de la madrugada se le apareció a mi ama en su dormitorio San Pedro que le dijo:
«Tú has estado en la puerta de mi casa dos veces pero sin llave». Alargó la mano y se la ofreció.

Felisa le respondió «Yo no he estado en tu casa».
Pero él le contestó que sí y ofreciéndole de nuevo la llave se marchó, aunque ella no la cogió.

En un principio mi ama no reconoció a San Pedro. Recorrimos varias iglesias con ama y al final logró identificarlo en una parroquia de Deusto. En cuanto a que estuvo dos veces a la puerta de la casa de San Pedro, se refería a que en el curso de una operación Felisa estuvo en dos momentos a punto de morir.

Fue el preludio de las numerosas ocasiones en las que la Virgen iba a aparecerse a la vidente. Por ello, y como mi ama no conocía bien el castellano, a partir de la cuarta aparición, y con el fin de guardar los mensajes, empecé a escribir un diario bajo la supervisión de mi ama.

El 28 de marzo de 1969, 28 años después de la primera aparición ocurrida en 1941, la Señora se le presentó cerca de la casa. Ella le preguntó en euskera dos veces qué deseaba, pero no le contestó y se fue.

Tres semanas más tarde volvió a aparecerse enfrente del caserío. Mi ama le preguntó lo mismo, pero la Virgen no respondió y se marchó. El 23 de mayo de 1969 vio otra vez a la Virgen junto al pozo y ella le preguntó en euskera qué quería.

La Señora le contestó: «¿Sabes en qué mes estamos?».
La vidente le respondió que en mayo, el mes de la Virgen.
Ella le dijo: «Yo os he ayudado mucho. Estáis en mi casa y quiero que me la dejéis».


Fue la primera vez que le habló a mi ama y a partir de aquel día siempre se comunicó con ella en castellano. (Nuestra familia sabe hablar euskera pero no sabe escribirlo).

En aquellas fechas nuestra ama estaba triste y preocupada. Mi padre, Bonifacio, se encontraba muy enfermo y nos vimos obligados a vender todo el ganado ante la imposibilidad de atenderlo. En estas circunstancias, la Virgen se le apareció en la cuadra el 20 de julio de 1969.

Le dijo: «El primer día que yo vine a salvarte bajé primeramente al pozo y esta agua desde hoy queda bendecida para siempre. Curará a los enfermos y a los sanos que se laven la cara y los pies. Quiero que aquí se levante una capilla».

Los Primeros curados fueron mi hermana Feli y mi padre. Feli llevaba 22 años enferma padeciendo una infección desconocida y sin poder andar. Los médicos no le daban mucho tiempo de vida. Se lavó la cara y los pies como mandó la Virgen y se curó. Mi padre durante 14 años tuvo una enfermedad en los huesos y sus posibilidades de continuar vivo eran pocas, según los doctores. Con sus pocas fuerzas fue al pozo. Por las dificultades de su dolencia no pudo lavarse y se santiguó con el agua quedando curado al momento.

Desde entonces se han sucedido las curaciones y han sido muchas las personas enfermas que han acudido a Umbe a pedir su recuperación. En nuestros archivos, que guardamos con mucho cariño y esmero, se contabilizan más de 1200 curaciones (que van aumentando sin interrupción) de distintas enfermedades, algunos casos fueron desahuciados por los médicos.

Casi incontables son las curaciones que nos llegan desde distintas partes del mundo desde que en su mensaje de aparición de la Virgen a mi ama el día 20 de julio de 1969 entre otras manifestaciones dijo: «Este agua queda hoy bendecida para siempre».

La Virgen le ha repetido en varias ocasiones a mi ama la obligación de los curados de dar testimonio.

En la aparición del 24 de diciembre de 1970 la Señora le dijo: «Que los enfermos curados hagan justicia por el favor que han recibido».

Para ello los beneficiarios deben entregar la documentación a la Asociación para su revisión y si se considera oportuno informará al Obispado de Bilbao-Vizcaya, que es el que al final decidirá si ha habido o no en la documentación concreta que se entrega, milagro.

En todos los mensajes transmitidos a mi ama, la Virgen pide oración y penitencia para salvar al mundo de las catástrofes y la conversión de los pecadores, y advierte que si no se hace caso llegará un castigo.

Así se lo comunicó a la vidente el 23 de mayo de 1971:
«Por todos mis hijos, mis ansias y dolores no tienen fin. Grandes faltas de fe en la Tierra acarrearán su miseria. Si no se hace más caso, de Jueves a Viernes Santo, dentro de 30 años, a principios del siglo, se formará una niebla que no os veréis los unos a los otros. No os servirá ninguna luz. Durará todo el tiempo que haga falta. Los justos y los dignos no sufrirán. Todos mis hijos tendrán que pedir perdón a Dios. Esto es un aviso del castigo. En el período de tiempo que falta hasta entonces cambiarán dos Papas».

El 4 de junio de 1972 la Señora dijo a mi ama: «Cumplid bien vuestros deberes. Orad siempre que soy la Madre del Salvador, la Madre de Dios. Quiero una capilla y que se acuda a ella en procesión. Mi Hijo está cargado de penas. Le pediré que se descargue si no escuchan mis palabras. Esta nación provoca muchos errores contra la Iglesia».

La Virgen en posteriores apariciones le transmitió a la vidente que el agua seguiría curando y siguió pidiendo oración y penitencia.

En su mensaje del 11 de diciembre de 1975 la Señora dijo: «Cuando con vuestras oraciones y sacrificios me ayudáis a salvar un alma y convertís un pecador me cerráis una herida. Estoy muy contenta con Umbe. Yo os tengo a todos bajo mi manto».

No sólo la Virgen ha advertido a través de mi ama de los males que pueden ocurrir si los seres humanos no cambiamos nuestra actitud y hacemos caso a los mensajes. El primer sábado de septiembre de 1979, una hora antes de la procesión, se le apareció a Felisa en el jardín de su casa un Niño. La vidente le pregunto quién era y él le contestó: «Soy el Niño Jesús«.
Felisa: «¿Qué quieres de mí?» .
Niño Jesús: «Que cuides bien de mi Madre. Hoy con tantas flores estará contenta. Hoy sonreirá» .
Felisa: «Los hombres no creen» .
Niño Jesús: «Para cuando crean será tarde».

Desde 1978 se viene celebrando todos los años, el primer sábado de septiembre, la procesión de la Santísima Virgen de Umbe, que portada a hombros de los peregrinos sale de la casa, recorre las campas, llega al pozo y termina delante de la casa. Con ello se cumple uno de los deseos que la Virgen le manifestó a mi ama.

Miles de personas acuden ese día desde distintos lugares de la geografía española e incluso del extranjero a participar en la procesión y venerar a la Virgen Pura Dolorosa para agradecerle los favores recibidos y pedirle su intercesión para sí y los suyos. Este día la casa permanece abierta desde las 10 de la mañana hasta las 8 de la tarde para rezar el rosario, recoger flores y curaciones que aporten los peregrinos.

El último mensaje de la Virgen a mi ama, la vidente, tuvo lugar en Umbe el 8 de diciembre de 1988.
La Señora le dijo: «Hoy en tu presencia me dirijo a la humanidad. Los demonios están sueltos en la Tierra. Con el Rosario venceréis. Os espero a todos aquí. Deseo mi capilla. No desfallezcáis. Estáis protegidos».

Felisa vio a la Virgen acompañada de dos peregrinos de Umbe ya fallecidos: un sacerdote, que había sido su confesor y que le dijo: «Dios y la Virgen no tienen tanta prisa como se tiene en la Tierra». La vidente le besó la mano y él le dio la bendición. El laico habló también a Felisa: «Donde estoy no hay sufrimientos. Sin merecerlo, con vuestras oraciones, estoy en el cielo». Oraron intensamente para que se iluminen los que tengan que sacar esta causa adelante.

Esta fue la última aparición de la Virgen a mi ama, que falleció el 10 de febrero de 1990. Tras su muerte, nosotros, sus hijos, cumpliendo el mandato que nuestra ama nos dio en vida, procedimos el 9 de marzo del mismo año, ante notario, a la apertura de un sobre cerrado en el que ella había guardado celosamente un mensaje y un objeto por encargo de la Virgen para que fuera abierto después de su muerte. El mensaje fue escrito el 15 de agosto de 1969 tras la aparición de la Virgen y dice lo siguiente:

«Vengo a hacer la paz de mis hijos que no me hacen caso». La Virgen me ha dicho muchas veces que viene para toda la humanidad, para todos sus hijos, y que a todos nos tiene bajo su intercesión. A todos nos quiere mucho y desea nuestra salvación, de tal manera que antes del castigo enviará Dios un Aviso, y para que nadie dude de este Aviso habrá un Milagro.

Uno de los deseos manifestados en varias ocasiones por la Virgen a mi ama es la construcción de una capilla en Umbe. Algunos peregrinos han constituido la ASOCIACIÓN DE COLABORADORES CON LA FAMILIA DE LA VIDENTE DE UMBE, FELISA SISTIAGA, para aunar esfuerzos con el objetivo de cumplir los fines que la Virgen le transmitió en numerosas ocasiones a mi ama y especialmente la construcción de la Capilla.

 

RESUMEN DE ALGUNAS APARICIONES

El 25 /3/1941. A las doce de la noche, Felisa sentada en la cocina de su casa, ve un gran resplandor que desciende de lo alto. En un rincón contempla a la Virgen arrodillada, con una vela encendida a cada lado, vestida de Dolorosa; aparenta unos dieciocho años, es bellísima y está sonriente. Quedó maravillada y entusiasmada. No le habló y desapareció enseguida.

El 23/5/1969. Al pasar por el pozo camino de su casa se le apareció la Virgen y le dijo: «Estais en mi casa y quiero que me la dejeis». Y así lo hicieron. Desde hace años en éste sitio se reza el Santo Rosario.

El 20/7/1969. En la cuadra de la casa contemplaba con gran luminosidad a la Virgen. Le dice «El primer día que yo vine a salvarte bajé primeramente al pozo, y éste agua desde hoy queda bendecida para siempre y curará a los enfermos y a los sanos que se laven la cara y los pies. Quiero que aquí se levante una capilla».

El 9/8/1969. A las diez de la noche la familia Sistiaga se encontraba próxima al pozo, cuando apareció un ángel mensajero de la Virgen, el cual le entregó un trozo de terciopelo negro, como muestra del que deberá llevar la imagen de la Virgen. Felisa vio el ángel y el resto de la familia sólo unos resplandores vivísimos, así como un poco de él oyendo a la vez cánticos de coros celestiales.

El 14/7/1970. Mientras que rezaban el Rosario se le apareció la Virgen y le dijo: «Cumplir mi deseo en la tierra, que haré el vuestro en el cielo. Yo os quitaré las lágrimas».

El 31/7/1970. La Virgen le dijo: «Yo cumplo lo que prometo. Y el agua seguirá curando». Tres personas se habían curado. En otra aparición la Virgen tomó en sus manos el Rosario de Felisa y, al devolvérselo, los presente pudieron apreciar su gran luminosidad y brillo dorado. Le recordó otra vez: «y el agua seguirá curando». Y le dijo: «Aquí quiero mi capilla».

El 30/10/1970. Estando reunidos para rezar, los presentes pudieron ver una luz. La vidente vio a la Virgen que rezó junto con ellos el Rosario. Le manifestó su deseo de traer la paz al mundo, y de que se acuda a rezar a éste lugar. En otra aparición dice: «Si hacen lo que Yo os digo, se salvarán y tendrán paz. Quiero aquí una capilla. Vosotros rezad el Rosario todos los días por la conversión de los pecadores. El agua seguirá curando».

El 24/12/1970. La Virgen dice: «Los enfermos curados hagan justicia al favor que han recibido. Si no tendrán el castigo que merecen».

El 23/5/1971. La Virgen dice a Felisa: «Por todos mis hijos mis ansias y dolores no tienen fin. Grandes faltas de fe en la tierra acarrearán su miseria. Si no se hace más caso, de Jueves a Viernes Santo, dentro de treinta años, a principio de siglo, se formará una niebla que no os vereis los unos a los otros. No os servirá ninguna luz.
Durará todo el tiempo que haga falta. Los justos y los dignos no sufrirán. Todos mis hijos tendrán que pedir perdón a Dios. Esto es un aviso del castigo. En el período de tiempo que falta hasta entonces
cambiarán dos papas».


El 22/6/1971. La Virgen dijo a Felisa: «Me he aparecido en varios lugares, pero son muy pocos los que creen. Salvaré de las guerras a España; pero habrán muchas catástrofes y enfermedades. Morirán muchos.
Antes que el castigo, os daré el aviso. Se iluminará el cielo con una cruz, que al descomponerse producirá una inmensa luz blanca, que incluso impedirá ver el sol. Durará cuatro horas. Seguidamente azotará un viento ardiente en toda la tierra. De la impresión, muchos morirán. Los que tengan fe en Dios no sufrirán».

El 2/10/1971. La Virgen le dice: «Orad hijos míos, penitencia. Pedid, que soy vuestra Madre. Dios da a toda la humanidad un don que no se vende ni se puede comprar. Orad, que quiero salvar a mis hijos».

El 4/6/1972. Dice la Virgen: «Cumplid bien vuestros deberes, orad siempre, que soy la Madre de El Salvador, la Madre de Dios. Quiero una capilla y que se acuda a ella en procesión. Mi Hijo está cargado de penas, le pediré que se descargue si no se escucha mis palabras. Esta nación provoca muchos errores contra la Iglesia. Orad, que mi Hijo escucha vuestras oraciones. A los curados que no lo notifican les vendrán males mayores; los que lo comunican son mis lámparas encendidas y serán siempre refugiados bajo mi manto. El agua seguirá curando».

El 11/12/1975. La Virgen le dice a Felisa: «Cuando con vuestras oraciones y sacrificios me ayudais a salvar un alma y convertis un pecador, me cerrais una herida. Estoy muy contenta con Umbe. Yo os tengo a todos bajo mi manto». Al decir esto, la Virgen estrechaba sobre su corazón los fieles que se reúnen en Umbe y se mostraba muy sonriente. En varias de sus apariciones la Virgen ha repetido:»… el agua seguirá curando».


VIDEO

Monte Umbe – Lugares de Poder (1_4).mp4

Monte Umbe – Lugares de Poder (2_4).mp4

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Mitxel Casas – Apariciones de la Virgen de Umbe

Mitxel Casas – Curaciones Virgen de Umbe – 1


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Hagamos un tour por la Ruta Mariana de España y Francia

La Ruta Mariana es un itinerario de interés cultural y religioso que une los Santuarios del Pilar, Torreciudad, Montserrat y Lourdes, un itinerario de fe guiado por la espiritualidad y devoción mariana, poseedor de una gran riqueza turística, patrimonial, rural, gastronómica y natural.

Se desarrolla por las comunidades autónomas de Aragón y Cataluña en España y por las regiones de Aquitaine y Midi-Pyrénées en Francia. Se trata pues de un itinerario plural y multicultural con importantes atractivos y una variada oferta complementaria, donde cada santuario posee unas cualidades y características propias.

Actualmente es uno de los destinos de peregrinación mariana más visitado y reconocido en España y Francia, así como en otros países de Europa (Italia, Portugal, Alemania, Polonia, etc.) y en el centro y sur de América.

Basilica de Lourdes
Basilica de Lourdes

Esta ruta, que cada año aumenta su número de visitantes, acoge anualmente entre sus cuatro santuarios alrededor de 12 millones de peregrinos, lo cual refleja el gran atractivo e importancia que posee tanto para peregrinos como para turistas.

Desde hace siglos, las motivaciones religiosas han hecho que los hombres y mujeres se desplazaran a modo de peregrinación de un lugar a otro. Este tipo de motivaciones, lejos de aminorar, van en constante aumento ya que la fe y la devoción de los fieles se fortalecen día tras día. El avance en las comunicaciones y medios de transporte, las nuevas y variadas propuestas de los santuarios, los atractivos turísticos existentes alrededor de los mismos y el desarrollo del turismo como fenómeno de masas, han contribuído a que actualmente existan varias rutas e itinerarios religiosos que son toda una realidad.

Los propios santuarios han evolucionado y se han adaptado a las necesidades del visitante, mejorando sus accesos e instalaciones para dar un mejor servicio y rodeándose de una estructura perfectamente planificada.

Actualmente, alrededor de 180 millones de peregrinos viajan por el mundo visitando diferentes lugares sagrados, santuarios, centros de peregrinación o realizando itinerarios religiosos.

Santuario y casas de retiro de Torreciudad
Santuario y casas de retiro de Torreciudad

Estos destinos se han adecuado a las nuevas tendencias del viajero, y no sólo están preparados para acoger a los peregrinos, sino también a los visitantes y turistas que llegan y buscan, además del propio significado espiritual del lugar, el patrimonio cultural, artístico y natural que también poseen.

El Turismo Religioso mezcla cultura y devoción, arte y espiritualidad, naturaleza y recogimiento. Peregrinos y turistas coinciden y hacen de ello una manera diferente de conocer y experimentar.

La Ruta Mariana siempre ha estado ahí desde los mismos orígenes de los santuarios. La devoción que profesan los fieles y peregrinos por la Santísima Virgen es un hecho tan antiguo como cierto.

Desde hace siglos, millones de personas peregrinan a los santuarios para venerar y dar gracias a la Virgen, para demostrar su fe y su amor.

De manera individual, en familia, en grupo, en romería o en peregrinación, cualquier manera es bienvenida para acercarse a uno de estos destinos marianos y rendir homenaje y adoración a la Sagrada Imagen.

Hoy en día, los santuarios continúan con esa labor evangelizadora de fomentar y divulgar la devoción mariana, coordinando las acciones y actividades pastorales y poniendo al alcance de todas las personas los servicios del centro.

Fachada de la Basílica y el Monasterio de Monserrat
Fachada de la Basílica y el Monasterio de Monserrat

 

LOS CAMINOS POR DONDE DISCURRE LA RUTA SON INFINITOS

La esencia de la Ruta Mariana está en el valor espiritual de sus santuarios y en un legado histórico, patrimonial y natural de excepcional valor, plasmado en los mismos centros marianos como la Basílica del Pilar o Montserrat, en ciudades como Zaragoza o en enclaves naturales tan fascinantes como los Pirineos.

La Ruta Mariana es un itinerario alcanzable y accesible a través de cualquier santuario. En esta página web podrás conocer diferentes formas de recorrer la ruta, de viajar de un santuario a otro y de visitar sus rincones, pueblos y ciudades. Además de los propios santuarios y su significado, te presentamos los encantos y atractivos turísticos que hay alrededor de los mismos.

Vista del Santuario del Pilar desde el Ebro
Vista del Santuario del Pilar desde el Ebro

 

CÓMO PEREGRINAR Y RECORRER LA RUTA

Los cuatro santuarios sobre los que se asienta la ruta son:
Santuario de Nuestra Señora del Pilar (Zaragoza):
Situado en el mismo centro de la ciudad de Zaragoza, se trata del primer santuario mariano del mundo
Santuario de Torreciudad (Huesca):
Conocido como el santuario de las familias, acoge peregrinaciones y romerías venidas de todos los rincones
Santuario de Montserrat (Barcelona):
Un lugar donde la espiritualidad y la cultura se unen en medio de un imponente marco natural
Santuario de Nuestra Señora de Lourdes (Francia):
Uno de los destinos de peregrinación más importantes, actualmente este santuario es uno de los más visitados del mundo

 

LA DEVOCIÓN MARIANA A NUESTRA SEÑORA DEL PILAR

Imagen de la Virgen del Pilar
Imagen de la Virgen del Pilar

De acuerdo con una antiquísima tradición, venerada y viva a lo largo de los siglos, la venida de la Virgen a Zaragoza en carne mortal es el origen que da sentido a todo lo que rodea al Santuario del Pilar. Se trata de una piadosa tradición según la cual, el apóstol Santiago se encontraba en Cesaraugusta, a orillas del río Ebro, junto a un pequeño grupo de conversos que habían escuchado y creído su predicación. Pero los cesaraugustanos resultaban bastante duros de oído y de corazón, y el apóstol vio flaquear sus fuerzas y comenzó a preguntarse si tenía sentido seguir predicando el mensaje de Jesús en esta tierra. Cuando su flaqueza por el desánimo le hizo perder su entereza, vio a María, la madre de Jesús, rodeada de ángeles que, desde Jerusalén venía para confortarle y renovar sus ánimos. La Santísima Virgen entregó a Santiago el Pilar, la Columna de jaspe que hoy sostiene su imagen, como símbolo de la fortaleza que debía tener su fe. Esto sucedía en la madrugada del día dos de enero del año cuarenta del siglo primero. María conversó con Santiago y le encargó que fuera levantado un templo sobre la Columna o Pilar que trajo, convirtiéndose así en el primer templo Mariano de la cristiandad.

La Jaculatoria pilarista que cada día cantan los infanticos en respuesta de amor y emoción hacia la Madre de Dios dice así: «Bendita y alabada sea la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza. Por siempre sea, por siempre sea bendita y alabada.»

Camarín de la Virgen del Pilar
Camarín de la Virgen del Pilar

La imagen de la Virgen está sobre un pilar, mejor dicho, sobre una columna de jaspe de 1,70 m. de altura y un diámetro de 24 cm. La devoción pilarista sostiene que la columna no ha variado jamás su emplazamiento desde la fecha en que la tradición sitúa la venida de María.

Rodeando el pilar, cada día viste uno de los muchos mantos ofrecidos por los fieles, instituciones y asociaciones. Los días 2, 12 y 20 de cada mes la Imagen aparece sobre la columna sin el manto. En estos días se conmemoran la fiesta de la Venida de la Virgen (2 de enero), la fiesta del Pilar (12 de octubre) y la fiesta de la Coronación Canónica ( 20 de mayo de 1905).

La Basílica del Pilar se encuentra situada en el centro de la ciudad de Zaragoza (España), a orillas del río Ebro. Zaragoza constituye un enclave privilegiado, situada a 300 km. de distancia de ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao. Las excelentes comunicaciones por ferrocarril (Tren de Alta Velocidad-Ave), por carretera y por aire, facilitan su comunicación con España y con el mundo, y hacen que Zaragoza esté hoy más que nunca al alcance de todos.

 

LA DEVOCIÓN MARIANA A NUESTRA SEÑORA DE TORRECIUDAD

Camarín de la Virgen de Torreciudad
Camarín de la Virgen de Torreciudad

La devoción a la Virgen de Torreciudad es muy antigua en los pueblos próximos. Ya desde el siglo XI, vecinos de localidades cercanas como Secastilla, Ubiergo, El Grado, Graus, Olvena, Naval, Enate o Artasona se dirigían a Torreciudad para pedir favores, dar gracias o, simplemente, manifestar su amor a la Virgen. Esta costumbre se ha trasmitido de generación en generación, manteniendo viva esta devoción mariana, acudiendo en peregrinación a este lugar para rezar a la Virgen y confiarle sus alegrías y penas. La imagen se encontraba en una ermita, en un promontorio sobre el río Cinca.

Antiguamente, los peregrinos venían desde los lugares más alejados de la comarca gracias a los trabajos de los santeros. Estos hombres iban de un lado a otro con una imagen pequeña de la Virgen, recogiendo limosnas y moviendo a las gentes a ir a Torreciudad. Los santeros eran alojados en los pueblos por los hermanos, quienes a su vez tenían derecho a ser alojados y atendidos en Torreciudad cuando peregrinasen.

Según la tradición, refrendada por estudios históricos, la talla de la Virgen fue venerada con anterioridad a 1804. A raíz de la denominación árabe, fue escondida y posteriormente recuperada, cerca de la ermita, una vez reconquistado el terreno por los cristianos. El día de la fiesta de la Virgen congregaba a tantos fieles en la ermita que el lugar se quedaba pequeño para albergar a los peregrinos. Se formaban largas colas que se perdían entre las peñas de los montes. Entre las gentes, que subían a celebrar la fiesta, se cantaba y repartía torta y vino.

Hoy, como a lo largo de los nueve siglos de historia, esta pequeña ermita sigue siendo un entrañable punto de encuentro para las gentes de las comarcas cercanas, que celebran con frecuencia misas, bodas, aniversarios o retiros espirituales.

La Virgen de Torreciudad se nos presenta como “Majestad de Nuestra Señora”, dejando al descubierto una espléndida expresión de rostros y formas. Responde al tipo iconográfico del «Asiento de la Sabiduría», muy extendido durante la Edad Media. Son imágenes privadas de sentimentalismo, a veces con una escueta expresión de sencillez campesina y ricas en contenido doctrinal. Serenidad y belleza son sensaciones que los peregrinos y fielen reciben cuando se postran ante ella.

El día 22 de Agosto se celebra la Fiesta de la Virgen de Torreciudad.

Interior del templo de Torreciudad
Interior del templo de Torreciudad

Al actual santuario de Torreciudad acuden personas venidas de todos los rincones del mundo. Los autocares y automóviles traen hasta aquí peregrinos, familias, estudiantes, obreros, campesinos, etc. Todo está envuelto en un halo de silencio y paz, limpio aire y sosegado ambiente. En la explanada es muy frecuente ver gente que bajo los porches recorre meditando y rezando los misterios del rosario, representados en azulejos sobre altares, o algún párroco celebrando misa para sus feligreses llegados con él en romería.

Igual que en el pasado, quienes se acercan a Torreciudad sienten que están en un lugar de oración, en un sitio donde se da culto a la Santísima Virgen.

El Santuario de Torreciudad se encuentra ubicado en la provincia de Huesca (España), a 24 km. de Barbastro y a 75 km. de Huesca. Rodeado de un maravilloso entorno, el santuario se encarama sobre el embalse del Grado, a los pies del Pirineo aragonés.

 

LA DEVOCIÓN MARIANA A NUESTRA SEÑORA DE MONTSERRAT

La Moreneta de Monserrat
La Moreneta de Monserrat

El primer texto que hace referencia a la leyenda del origen de la Virgen data de 1239, hecho que evidencia que Montserrat es un lugar santo desde mucho tiempo atrás, tanto por la presencia de la imagen de Santa María, como por la de miles de peregrinos.

Cuenta la leyenda que en el año 880, un sábado al anochecer en la montaña de Montserrat, unos niños pastores vieron bajar del cielo una gran luz acompañada de una bella melodía que se paró en medio de la montaña. Al cabo de una semana volvieron al lugar junto con sus padres y la visión se repitió. Durante los cuatro sábados siguientes les acompañó el párroco del pueblo de Olesa y todos juntos volvieron a ver la misma visión. El obispo de la ciudad de Manresa, enterado de la noticia, quiso observarlo personalmente y acudió también en sábado al citado lugar. Tanto el obispo como sus acompañantes vieron una cueva en la que se hallaba la imagen de la Virgen María. Intentaron trasladarla procesionalmente a la ciudad de Manresa, pero se les hizo tan pesada que fue inútil. Este hecho fue interpretado por el Obispo como la voluntad de la Virgen de quedarse en aquel lugar y mandó construir una capilla para María, pues tenía que ser venerada en la montaña de Montserrat.

Esta pequeña abadía recibió pronto peregrinos y visitantes de múltiples lugares, lo que contribuyó a conocerse entre las gentes las narraciones de los milagros que la Virgen allí obraba.

Interior de la Basílica de Monserrat
Interior de la Basílica de Monserrat

La Virgen de Montserrat, conocida popularmente como «la Moreneta» por el color oscuro de su cara y manos, es Santa María como “Madre de Dios” o “Trono de Sabiduría”.

La Virgen sostiene con la mano derecha el orbe esférico, símbolo del cosmos, la creación, el volumen perfecto. El gesto ritual que se utiliza para venerar la Imagen es besar o tocar su mano derecha. Con la mano izquierda, María hace el gesto de ponerla sobre el hombro del Niño, indicando así que aquel rey omnipotente es hijo suyo. El Niño Jesús bendice con la mano derecha y en la izquierda sostiene una piña, símbolo de fecundidad y vida perenne. Todo ello provoca una impresión majestuosa y afable a la vez.

La actual Imagen, la que hoy se venera, fue esculpida a finales del siglo XII y fue coronada patrona de Cataluña por el Papa León XIII en 1881.

El dia 27 de abril se celebra la Fiesta de la Virgen de Montserrat, Patrona de Cataluña, precedida por la celebración de la Víspera el día anterior.

El Santuario de Montserrat se encuentra situado dentro del Parque Natural de la montaña de Montserrat, a tan sólo 60 km. de Barcelona. Llegar al santuario no resulta nada complicado, tanto si se viene en vehículo particular como si se opta por el transporte público, ya que está bien comunicado con las principales carreteras y enlaces ferroviarios.

 

LA DEVOCIÓN MARIANA A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

Gruta de Massabielle en Santuario de Lourdes
Gruta de Massabielle en Santuario de Lourdes

La advocación mariana de Nuestra Señora de Lourdes tiene su origen en una persona y unos hechos acaecidos en la villa francesa de Lourdes, a orillas del río Gave. A Bernardita Soubirous, una pequeña niña de 14 años, cuando el 11 de febrero de 1858 se encontraba en el bosque recogiendo leña, se le apareció una resplandeciente figura de una joven que la llamaba. Sorprendida se arrodilló y comenzó a rezar pues no alcanzaba a comprender lo que había visto. La figura desapareció, para aparecer nuevamente a los pocos días. Hubo 18 apariciones entre el 11 de febrero y el 16 de julio de ese mismo año. El 25 de marzo, en la decimosexta aparición, la Señora reveló su nombre a la pequeña Bernardita, la Inmaculada Concepción. La Inmaculada Concepción es la advocación y privilegio de la Santísima Virgen María, según el cual María, en previsión de los méritos de la Pasión y Muerte de su Hijo Jesucristo, fue preservada de toda mancha de pecado original desde el primer instante de su Concepción. Esta verdad fue proclamada dogma de fe por el Papa Pío IX en 1854.

Todas las apariciones de la Inmaculada Concepción a Bernardita se caracterizaron por la sobriedad de las palabras de la Señora y por la aparición en una gruta de una fuente que de repente empezó a dar agua limpia y clara. Desde entonces es un lugar de referencia de innumerables milagros constatados. Tomada con incredulidad por el clero en los primeros momentos, la manifestación fue recibiendo con el tiempo una acogida cada vez más favorable, siendo hoy en día uno de los lugares de devoción mariana más importantes y reconocidos en el mundo cristiano. El Obispo de Lourdes, Monseñor Laurence, certificó la declaración de la autenticidad de las Apariciones. Todos estos hechos dieron lugar al Mensaje de Lourdes. Donde hoy se encuentra la Imagen de la Virgen de Lourdes es el lugar exacto donde se produjeron las Apariciones.

Basílica del Rosario del Santuario de Lourdes
Basílica del Rosario del Santuario de Lourdes

El Mensaje que la Santísima Virgen dio en Lourdes, puede resumirse en:

– Es un agradecimiento del cielo por la definición del dogma de la Inmaculada Concepción (que se había declarado cuatro años antes por el Papa Pio IX en 1854), al mismo tiempo que se presenta Ella misma como Madre y modelo de pureza para el mundo.

– Derramó innumerables gracias de sanaciones físicas y espirituales para que se le siguiese a través de la Iglesia.

– Es una exaltación a la virtudes de la pobreza y humildad al escoger a Bernadita como instrumento de su mensaje.

– La Santísima Virgen le repite que lo importante es ser feliz en la otra vida, aunque para ello sea preciso aceptar la cruz. «Yo también te prometo hacerte dichosa, no ciertamente en este mundo, sino en el otro».

– En todas las apariciones vino con su Rosario: la importancia de rezarlo.

– Importancia de la oración, de la penitencia y humildad (besando el suelo como señal de ello) y también de la misericordia infinita con los enfermos

– Importancia de la confianza en Dios

El Santuario de Lourdes pertenece al departamento de Hautes Pyrénées, localizado al Sur de Francia, y se encuentra a pocos kilómetros de la frontera con España (poco más de 100 km.). Cercana a ciudades como Pau o Tarbes, esta bonita ciudad se sitúa al abrigo de los Pirineos franceses, en medio de un bello entorno natural.

Fuente: rutamariana.com


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DEVOCIONES Y ORACIONES FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María Oraciones de cada día

Oraciones del domingo 24 al sábado 30 de agosto 2014

Oración de cada día
Cada día vamos agregando una oración para ese día, y además mantenemos las oraciones de la semana anterior.

el poder de la oración

 

NO ME ASUSTA LA CRUZ

NO ME ASUSTA LA CRUZ
Me asusta el verla sin Ti
Me asusta el llevarla sólo
Me asusta y me echa para atrás
el que, Tú Jesús, no salgas a mi encuentro

NO ME ASUSTA LA CRUZ
Me da temor que pueda conmigo
Me infunde temor
el que sea demasiado grande
Me hace pensar si, yo Señor, seré el indicado
para llevarla hacia delante

NO ME ASUSTA LA CRUZ
Porque bien sé, Señor,
que Tú estás en lo más alto de ella
mirándome, alentándome, ayudándome
y diciéndome:
¡Yo estaré siempre contigo!
Amén

BUENOS DÍAS

Me siento feliz, Señor, porque sé que me quieres. Me siento feliz, Señor, porque eres mi amigo.
Mi corazón se alegra y te canta lleno de vida. Mi corazón te dice que eres maravilloso.

Tú eres grande Señor, y has hecho cosas maravillosas. Tú eres grande y has llenado el cielo de estrellas.
Tú eres grande y has hecho el mar lleno de fuerza. Tú eres grande y has creado la montaña y el prado.

Te digo: gracias por las flores que alegran la vida. Gracias por la nieve que cubre las montañas.
Gracias por la lluvia y el viento en la noche. Gracias por la luna y el sol que inunda todo.
Yo soy feliz, Señor, con todo lo que vive. Soy feliz viendo correr el caballo en la pradera.
Soy feliz jugando con el cachorro sobre la hierba. Soy feliz soltando una paloma al viento.

Señor, me gusta ver una manada de corderos blancos. Señor, me gusta ver una bandada de gaviotas libres.
Señor, me gusta ver una bandada de peces en el agua limpia. Señor, me gusta ver una manada de lobos corriendo.

Yo soy feliz, Señor, con mis amigos en el juego. Yo soy feliz, Señor, con mis amigos juntos en la tienda.
Yo soy feliz, Señor, con mis amigos escalando la montaña. Yo soy feliz, Señor, con mis amigos, siempre con mis amigos.

Me encanta, Señor, vivir mil aventuras. Me encanta, Señor, explorar y abrir nuevos caminos.
Me encanta, Señor, descubrir la huella oculta. Me encanta, Señor, caminar sin dejar rastro.

ELEGIDOS POR EL SEÑOR

Tú nos has elegido, Señor Jesús, y nos has llamado a dar fruto abundante.
Somos tus amigos, Jesús, elegidos para ser apóstoles,
Destinados a proclamar tu mensaje de salvación, el mensaje de tu vida, muerte y resurrección, fuerza salvadora de Dios para todo creyente.

Queremos ser luz de esperanza en este mundo del Siglo XXI.

Para prepararnos a la misión que nos has encomendado, necesitamos:
Ceñir con la verdad nuestra cintura, proteger nuestro pecho con la coraza de la rectitud y calzar nuestros pies con el celo por anunciar la novedad de tu Buena Noticia.

Enséñanos a evangelizar educando, bajo la guía del Espíritu que orienta nuestra actividad educativa.
Pon en nuestros labios la palabra oportuna y haz que podamos dar a conocer libre y valientemente el misterio de tu voluntad que es mensaje de salvación para el hombre de todos los tiempos.

Hoy nos has reunido en tu Nombre, Nos has llamado de nuevo:
Danos un corazón atento y abierto, humilde y generoso,
Para que en diálogo fraterno sepamos desarrollar la espiritualidad apostólica concepcionista.

Que tu gracia inspire, sostenga y acompañe nuestras obras para que nuestro trabajo brote en Ti como en su Fuente y tienda siempre a Ti como a su fin.

DULZURA DE LOS ÁNGELES
de la liturgia bizantina

Dulzura de los ángeles, alegría de los afligidos,
abogada de los cristianos, Virgen madre del Señor,
protégeme y sálvame de los sufrimientos eternos.

María, purísimo incensario de oro,
que ha contenido a la Trinidad excelsa;
en ti se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y
el Espíritu Santo, que cubriéndote con su sombra,
Virgen, te ha hecho madre de Dios.

Nosotros nos alegramos en ti, Theotókos;
tú eres nuestra defensa ante Dios.
Extiende tu mano invencible y aplasta a nuestros enemigos.
Manda a tus siervos el socorro del cielo.

AMIGOS

Cada día nos encontramos con cientos de personas
que pasan por nuestro lado.

Unos, regalan una sonrisa cálida y una mirada amable,
brindándonos la energía para iniciar un arduo día.

Otros, atraviesan por nuestra vida sin dejar huellas en el camino.

Personas del montón, de esas que nunca recordamos su rostros
ni la forma en que estaban vestidas; esas que no nos hacen daño,
pero tampoco ayudan.

Uno de estos días conocemos hermosos seres humanos,
aquellos que calan en lo más profundo del corazón
y a quienes con orgullo llamamos amigos.

Quienes nos hacen reír con sus historias y ocurrencias
pero también nos alientan y escuchan, cuando la vida nos golpea.
Esos que nos atienden aunque el sueño casi los venza.

Los que nos confían sus secretos
con la misma seguridad que descubrimos los nuestros.

Amigos… aquellos que nos permiten descubrir el lado hermoso de la vida
y todo lo mejor que podemos ser, y brindar a otros.

Para mí es un honor llamarte mi amigo
y creo que mi vida sería muy triste si no estuvieras ahí.
Porque de las maravilla existentes en esta vida
ninguna sobrepasa el amor y la amistad verdadera.

ES BELLO CAMINAR TODOS UNIDOS

Es bello caminar todos unidos, como un solo hombre; es suave caminar apoyado en el hombro de mi hermano; es dulce compartir los gozos y las alegrías en grupo; ese hermoso hacer de nuevo el camino con las manos dadas.

Con tu Iglesia, Señor caminamos dejando huellas en la Historia; vamos subiendo contigo, tomando parte en tu destino…; dejamos a nuestro paso semillas profundas de tu Evangelio. Alienta nuestra marcha; anima nuestro peregrinar, Señor.

Caminamos en espera de la Vida eterna que nos aguarda; llevamos en el corazón la verdad de un más allá cercano; y nuestra fatiga se queda atrás al responder a tu llamada.

Haznos sembradores de paz a lo largo del camino; que germine la paz como fruto de la justicia en nuestra tierra; que nuestras manos se abran al corazón del hombre de corazón roto; y que dejemos en el camino el pan y la sal como señal de testigos.

ESTOY AHÍ, CONTIGO

¿Me necesitas? Estoy aquí contigo. No puedes verme, sin embargo soy la luz que te permite ver.

No puedes oírme, sin embargo hablo a través de tu voz.
No puedes sentirme, sin embargo soy el poder que trabaja en tus manos.

Estoy trabajando en ti, aunque desconozcas mis senderos.
Estoy trabajando, aunque no reconozcas Mis obras.
No soy una visión extraña.

No soy un misterio. Sólo en el silencio absoluto, más allá del “yo” que aparentas ser, puedes conocerme, y entonces sólo como un sentimiento y como fe.

Sin embargo, estoy aquí contigo. Sin embargo, te oigo. Sin embargo te contesto.
Cuando me necesitas, estoy contigo.

Aunque me niegues, estoy contigo. En los momentos en que más solo crees encontrarte, Yo estoy contigo.
Aún en tus temores, estoy contigo.
Aún en tu dolor, estoy contigo.

Estoy contigo cuando oras y cuando no oras. Estoy en ti, y tú estás en Mí.
Sólo en tu mente puedes sentirte separado de Mí, pues sólo en tu mente están las brumas de “lo tuyo” y “lo Mío”.

Sin embargo, tan sólo con tu mente, puedes conocerme y sentirme.
Vacía tu corazón de temores ignorantes.
Cuando quites el “yo” de en medio, estoy contigo.
De ti mismo no puedes hacer nada, pero Yo todo lo puedo.
Yo estoy en todo.

Aunque no puedas ver el bien, el bien está allí, pues Yo estoy allí.
Estoy allí Sólo en Mí, tiene el mundo significado.
Sólo en Mí, toma el mundo forma.

Sólo en Mí, el mundo sigue adelante. Soy la ley en la cual descansa el movimiento de las estrellas y el crecimiento de toda célula viva.
Soy el amor que es cumplimiento de la ley.
Soy seguridad, Soy paz. Soy unificación.

Soy la ley por la cual vives. Soy el amor en que puedes confiar. Soy tu seguridad. Soy tu paz.
Soy uno contigo. Yo Soy.
Aunque falles en encontrarme. Yo nunca dejo de encontrarte.

Aunque tu fe en Mí es insegura, Mi fe en ti nunca flaquea. Porque te conozco, porque te amo, estoy contigo.

 

Oraciones del domingo 17 al sábado 23 de agosto 2014

¡QUIÉN SINO TÚ!

¡QUIÉN SINO TÚ, VIRGEN MARÍA!
Asciendes, y eso no te lo quita nadie,
porque el cielo te espera
por tantas cosas que hiciste por Dios en la tierra
¿Qué se siente, María?
¡Dínos! ¡Qué se siente!
Cuando, Dios, con ángeles e himnos celestes
te llama para mirarle frente a frente
para decirte: ¡Qué hermosa eres, María!

¡QUIEN SINO TÚ, MARÍA!
Fuiste apoyo en nuestra fe
Fuiste SI, silencioso pero limpio en Nazaret
Fuiste amor dando al AMOR en Belén
Fuiste entrega y servicio,
delicadeza y constancia,
oración y entrega

¡QUIÉN SINO TÚ, MARÍA, FUISTE TODO ESTO!
Y, Dios, que no permite
que ninguno de los suyos se pierda
menos, todavía, permitirá que tu cuerpo, María,
roce como lo hace la tierra con el grano de trigo.
Tus pies pisarán la Morada Santa
Tus labios seguirán cantando y proclamando
un cántico de alabanza a Dios
Tu corazón, una y otra vez,
como lo hiciste tantas veces entre nosotros
seguirá estando enamorado
de Aquel que, en Ti, se encarnó.

¡QUIÉN SINO TÚ, MARÍA!
Tú, al subir al cielo,
dejas huellas para que nosotros, tus hijos,
no nos perdamos en los pequeños infiernos.
Tú, al ascender victoriosa,
nos indicas los peldaños para que, los que creemos,
vayamos un día, tarde o temprano,
a tu encuentro.
¡Gracías, María!
¡Gracias, Dios, por llevarte a María!
¡Feliz encuentro, Virgen María, con el Padre!
Amén

TE CONFIESO, QUE NO LO SÉ, SEÑOR

Digo amarte
cuando, media hora en tu presencia,
me parece excesivo o demasiado
Presumo de conocerte
y, ¡cuántas veces!
el Espíritu me pilla fuera de juego
Te sigo y escucho
y miro, una y otra vez,
hacia senderos distantes de Ti.

Te confieso, Señor,
que no sé demasiado de Ti.
Que tu nombre me resulta complicado
pronunciarlo y defenderlo
en ciertos ambientes.
Que, tu señorío,
lo pongo con frecuencia
debajo de otros señores
ante los cuales doblo mi rodilla

Te confieso, Señor,
que mi voz no es para tus cosas
lo suficientemente recia ni fuerte
como lo es para las del mundo.
Te confieso, Señor,
que mis pies caminan más deprisa
por otros derroteros que el placer
las prisas, los encantos o el dinero me marcan.

Te confieso, Señor,
que, a pesar de todo,
sigo pensando, creyendo y confesando
que eres el Hijo de Dios.
Haz, Señor, que allá por donde yo camine
lleve conmigo la pancarta de “soy tu amigo”
Haz, Señor, que allá donde yo hable
se escuche una gran melodía: “Jesús es el Señor”
Haz, Señor, que allá donde yo trabaje
con mis manos o con mi mente
construya un lugar más habitable
en el que Tú puedas formar parte.
Amén

MANOS UNIDAS

Que seamos, Señor, manos unidas
en oración y en el don.
Unidas a tus Manos en las del Padre,
unidas a las alas fecundas del Espíritu,
unidas a las manos de los pobres.

Manos del Evangelio,
sembradoras de Vida,
lámparas de Esperanza,
vuelos de Paz.

Unidas a tus Manos solidarias,
partiendo el Pan de todos.
Unidas a tus Manos traspasadas
en las cruces del mundo.
Unidas a tus Manos ya gloriosas de Pascua.

Manos abiertas, sin fronteras,
hasta donde haya manos.
Capaces de estrechar el Mundo entero,
fieles al Tercer Mundo,
siendo fieles al Reino.

Tensas en la pasión por la Justicia,
tiernas en el Amor.

Manos que dan lo que reciben,
en la gratuidad multiplicada,
siempre más manos,
siempre más unidas.

Pedro Casaldáliga

POR LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO

Espíritu Santo, que diriges la misión que Jesús dejó a su Iglesia:
Abre las mentes y los corazones de todos los bautizados a su deber de participar activa y decididamente en el anuncio del Evangelio, como hijos de la Iglesia, misionera por naturaleza.

Capacítanos para realizar una evangelización profunda, constante e integral, que lleve a la convicción y al compromiso; compartiendo unas naciones con otras y colaborando, desde nuestra pobreza y riqueza, con las demás iglesias del mundo entero .

Suscita en nuestras familias muchas vocaciones de misioneros y misioneras y concédenos que toda la acción pastoral esté impregnada del profundo espíritu de misión universal.

Te lo pedimos confiadamente unidos a María Madre de la Iglesia y Estrella de la evangelización bajo cuya protección maternal Tú mismo has querido colocarnos.

Santa María Madre de la iglesia. Ruega por ella

COMO TUS BRAZOS

Aquí estamos ya, junto a Ti,
hoy nos has llamado a esta ciudad,
y has querido Tú estar aquí porque nos amas
La esperanza que Tú nos das
dentro de nosotros fuego es,
nos ayudará a incendiar
y a dar amor a todos.

EL CAMINO NO LO HAREMOS SOLOS,
CON NOSOTROS CAMINARÁS.
JUNTO A TI SEREMOS
COMO TUS BRAZOS
ABIERTOS A LA HUMANIDAD.
Y CUANDO EL ANDAR
SE NOS HAGA DURO
CON NOSOTROS SIEMPRE ESTARÁS.
LLEVAREMOS A TODOS TU MENSAJE:
ANUNCIO DE PAZ Y DE AMOR.

Gran testigo de la verdad
Y de la justicia defensor,
vás como una luz y no te has de cansar de amar.
Eres Tú un amigo muy fiel
siempre vives por la humanidad
Tienes gran predilección por los que están lejanos.

JESÚS GUÍA NUESTROS PASOS

Jesús guía nuestros pasos por tus caminos de paz
Jesús guía nuestros pasos por tus caminos de verdad
Jesús guía nuestros pasos por tus caminos de luz
Jesús guía nuestros pasos por tus caminos de vida.

Jesús enséñanos tus caminos de amor
Jesús enséñanos tus caminos de luz,
Jesús enséñanos tus caminos de verdad
Jesús enséñanos tus caminos de vida
Jesús enséñanos tus caminos de paz.

SEÑOR JESÚS, ENSÉÑAME LOS CAMINOS DE TU SABIDURÍA

Señor Jesús,
enséñame los caminos de tu sabiduría…
Señor enséñame tus caminos
Señor enséñame tus caminos sencillos y vulgares
Señor enséñame tus caminos de lo pequeño,
de lo simple, de lo normal.
Señor enséñame tus caminos de la humildad,
de la inapariencia, de lo escondido.
Señor enséñame tus caminos de la monotonía, de la rutina de cada día,
de la naturalidad de la vida.
Señor enséñame tus caminos de lo grande en lo pequeño,
del misterio de lo simple, de lo extraordinario en lo ordinario.
Señor enséñame tus caminos de la vida ordinaria, del amor y de la entrega a los demás.
Señor enséñame tus caminos del silencio y de la paz,
del hogar y del amor, de la luz y la verdad.
Señor enséñame los caminos de tu sabiduría.
Señor enséñame a recorrer tus caminos con pisadas de pobre.
Señor enséñame tus caminos.

 

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Beata Ana Catalina Emmerich FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Foros de la Virgen María MENSAJES Y VISIONES

Profecías de la Beata Ana Catalina Emmerich: La Gloria Crepuscular de la Iglesia

LA RECONSTRUCCIÓN DE LA IGLESIA, LA GUERRA ESPIRITUAL, LAS DOS CIUDADES, MARÍA, PROTECTORA DE LA IGLESIA, EL COMBATE DE SAN MIGUEL, LA MUJER FUERTE, LA PURIFICACIÓN, LA CASA NUPCIAL, LA RENOVACIÓN DE LA IGLESIA, EL PAPA FUTURO, EL LIBRO DE LOS SIETE SELLOS, LA VUELTA A LA UNIDAD CRISTIANA, EL TIEMPO DE PAZ, EL NUEVO PENTECOSTÉS, LA IGLESIA ESPIRITUAL, LOS DOCE APÓSTOLES FUTUROS, LOS QUE REHUSAN EL ADVENIMIENTO, VISIÓN DE LA ISLA DE LAS PROFECÍAS

  

 LA RECONSTRUCCIÓN DE LA IGLESIA

Entonces vi reconstruir la Iglesia muy rápidamente y con más magnificencia que nunca. (AA.III.114)

Vi una mujer llena de majestad avanzar en la gran plaza que está ante la Iglesia. Ella mantenía su amplio manto sobre los dos brazos y se elevaba suavemente en el aire. Se posó sobre el domo y extendió sobre toda la extensión de la Iglesia su manto que parecía irradiar oro. Los demoledores se habían tomado un momento de reposo, pero, cuando quisieron volver al trabajo, les fue absolutamente imposible acercarse al espacio cubierto por el manto. (AA.II.204)

Después vi, a lo lejos, acercarse grandes cohortes, ordenadas en círculo alrededor de la iglesia, unas sobre la tierra, otras en el cielo. La primera se componía de hombres y mujeres jóvenes, la segunda de personas casadas de toda condición entre los cuales reyes y reinas, la tercera de religiosos, la cuarta de gentes de guerra. Ante ellos vi a un hombre montado sobre un caballo blanco. La última tropa estaba compuesta de burgueses y de paisanos de los cuales muchos estaban marcados en la frente con una cruz roja. (AA.III.113)

Vi la iglesia de San Pedro: estaba desnuda, con excepción del coro y del altar mayor. Después vinieron de todas partes del mundo sacerdotes y laicos que rehicieron los muros de piedra. (AA.III.118)

Mientras se acercaban, cautivos y oprimidos fueron liberados y se unieron a ellos. (AA.III.114)

Todos los demoledores y los conjurados fueron expulsados de todas partes y fueron, sin saber como, reunidos en una única masa confusa y cubierta de una bruma. Ellos no sabía ni lo que habían hecho, ni lo que debían hacer, y corrían, dándose cabezazos unos contra otros. Cuando fueron todos reunidos en una sola masa, los vi abandonar su trabajo de demolición de la iglesia y perderse en los diversos grupos. (AA.III.114)

Entonces vi rehacer la Iglesia muy rápidamente y con más magnificencia que nunca: porque las personas de todas las cohortes se hacían pasar las piedras de un extremo del mundo al otro. Cuando los grupos más alejados se acercaban, el que estaba más cerca del centro se retiraba tras los otros. Era como si ellos representasen diversos trabajos de la oración y el grupo de soldados las obras de la guerra. Vi en este a amigos y enemigos pertenecientes a todas las naciones. Eran simplemente gentes de guerra como los nuestros (como los soldados de su tiempo) y vestidos igual (con uniformes).

El círculo que formaban no estaba cerrado, pero había hacia el norte un gran intervalo vacío y sombrío: era como un agujero, como un precipicio. Tuve el sentimiento de que había allí una tierra cubierta de tinieblas. (AA.III.114)

Vi también a una parte de este grupo permanecer atrás: no querían ir hacia delante y todos tenían un aspecto sombrío y permanecían juntos unos contra otros. En todos estos grupos, vi muchas personas que debían sufrir el martirio por Jesús: había todavía ahí muchos malvados y otra separación tendría que suceder más adelante…

Sin embargo vi a la iglesia completamente restaurada; por encima de ella, sobre una montaña, el Cordero de Dios rodeado de un grupo de vírgenes con palmas en las manos, y también los cinco círculos formados por las cohortes celestiales correspondientes a aquellos de aquí abajo que pertenecen a la tierra. (AA.III.113-115)

 

LA GUERRA ESPIRITUAL

Vi grandes tropas viviendo de varios países dirigirse hacia un punto y combates que se libraban por todas partes. Vi en medio de ellos una gran mancha negra, como un enorme agujero; aquellos que combatían alrededor eran cada vez menos numerosos, como si muchos cayeran sin que se dieran cuenta.

Durante ese tiempo, vi todavía en medio de los desastres a los doce hombres, de los que ya he hablado, dispersados en diversos lugares sin saber nada los unos de los otros, recibir rayos del agua viva. Vi que todos hacían el mismo trabajo en diversos lados; que ellos no sabían de donde se les había pedido hacerlo y que cuando una cosa se había hecho, otra se les daba para hacer. Eran siempre doce de los cuales ninguno tenía más de cuarenta años… vi que todos recibían de Dios lo que se había perdido y que operaban el bien por todos lados; eran todos católicos. Vi también, en los tenebrosos destructores, falsos profetas y gentes que trabajaban contra los escritos de los doce nuevos apóstoles.

Como las fuerzas de los que combatían alrededor del abismo tenebroso se iban debilitando cada vez más, y como durante el combate toda una ciudad había desaparecido, los doce hombres apostólicos ganaban sin cesar un gran número de adherentes, y de la otra ciudad (Roma) partía como un cono luminoso que entraba en el círculo sombrío. (AA.III.159)

 

LAS DOS CIUDADES

Vi en dos esferas opuestas, al imperio de Satán y al imperio del Salvador. Vi la ciudad de Satán y una mujer, la prostituta de Babilonia, con sus profetas y sus profetisas, sus taumaturgos y sus apóstoles. Ahí todo era rico, brillante, magnifico, comparado con el imperio del Salvador. Vi allí a reyes, emperadores, sacerdotes magníficamente vestidos y subidos en carrozas; Satán tenía un trono magnífico.

Al mismo tiempo vi el imperio del Salvador, pobre y a penas visible sobre la tierra, sumergido en el luto y la desolación. La Iglesia me fue presentada a la vez bajo los rasgos de la Virgen y bajo los del Salvador en la cruz, cuyo costado entreabierto parecía indicar al pecador el asilo de la gracia. (BB.IV.168)

 

MARÍA, PROTECTORA DE LA IGLESIA

Vi por encima de la iglesia (San Pedro de Roma) muy disminuida, una mujer majestuosamente vestida con un manto azul cielo que se situaba a lo lejos, portando una corona de estrellas sobre la cabeza. (AA.III.160)

Vi una especie de gran manto que iba ampliándose constantemente y que acabó por abrazar todo un mundo con sus habitantes. Al mismo tiempo este símbolo fue para mi una imagen del tiempo presente, y vi a sacerdotes hacer agujeros en ese manto para mirar a través de él. (BB.III.344)

Vi en una gran ciudad una iglesia que era la mas pequeña, llegar a ser la primera. (AA.III.160)

Los nuevos apóstoles se reunieron todos en la luz. Creo haberme visto entre los primeros con otro que yo conocía. (AA.III.160)

Ahora todo volvía a florecer. Vi un nuevo Papa, muy firme; vi también el negro abismo retraerse cada vez más: al final llegó un momento que un cubo de agua podía cubrir la abertura.

En último lugar vi todavía tres grupos o tres reuniones de hombres unirse a la luz. Tenían entre ellos personas iluminadas, y entraron en la iglesia.

Las aguas abundaban por todas partes: todo era verde y florido. Vi construir iglesias y conventos. (AA.III.161)

Vi también que la ayuda llegaba en el momento de más desolación.

Vi de nuevo a la Santa Virgen subir a la iglesia y extender su manto. Cuando tuve esta última visión, no vi al Papa actual. Vi uno de sus sucesores. Le vi a la vez suave y severo. El sabía atraerse a los buenos sacerdotes y expulsar a los malos.

Vi todo renovarse y una iglesia que se elevaba hasta el cielo. (AA.III.103)

 

EL COMBATE DE SAN MIGUEL

Ya toda la parte anterior de la iglesia se había derrumbado: no quedaba de pié más que el santuario con el Santísimo Sacramento. Estaba yo derrumbada de tristeza y me preguntaba donde estaba ese hombre que había visto otras veces sobre la iglesia para defenderla, llevando una vestimenta roja y un estandarte blanco. (AA.II.203)

Vi de nuevo la iglesia de San Pedro con su alta cúpula. San Miguel se mantenía en lo alto, brillante de luz, llevando una vestimenta roja de sangre y sosteniendo en la mano un gran estandarte de guerra.

Sobre la tierra había un gran combate. Los verdes y los azules combatían contra los blancos, y estos blancos que tenían por encima de ellos una espada roja y llameante, parecían estar derrotados: pero todos ignoraban por que combatían. (AA.II.205)

La Iglesia estaba completamente roja de sangre como el ángel, y se me dijo que ella sería lavada en la sangre.

Cuanto más duraba el combate, más el color sangrante se borraba de la iglesia y se volvió cada vez más transparente. Sin embargo el ángel descendió, fue hacia los blancos y le vi varias veces al frente de todas sus cohortes. Entonces fueron animados de un coraje maravilloso sin que ellos supieran de donde venía eso; era el ángel que multiplicaba sus golpes entre los enemigos, los cuales huían por todos lados. La espada de fuego que estaba por encima de los blancos victorioso desapareció entonces.

Durante el combate, las tropas de enemigos pasaban continuamente a su lado y una vez vino una muy numerosa.

Por encima del campo de batalla, tropas de santos aparecieron en el aire: mostraron, indicaban lo que había que hacer, hacían signos con las mano: todos eran diferentes entre ellos, pero inspirados de un mismo espíritu y actuando en un mismo espíritu.

Cuando el ángel descendió de lo alto de la iglesia, vi por encima de él en el cielo una gran cruz luminosa a la cual el Salvador estaba ligado; de sus cicatrices surgían haces de rayos resplandecientes que se extendían sobre el mundo. Las cicatrices eran rojas y semejantes a puertas brillantes cuyo centro era del color del sol. No llevaba corona de espinas, sino que de todas las heridas de la cabeza surgían rayos que se dirigían horizontalmente sobre el mundo. Los rayos de sus manos, del costado y de los pies tenían los colores del arco iris; se dividían en líneas muy menudas, a veces también se reunían y alcanzaban de esa manera a pueblos, ciudades, casas sobre toda la superficie del globo. Los vi por un lado y por otro, a veces lejos, a veces cerca, caer sobre diversos moribundos y aspirar las almas que, entrando en uno de estos rayos coloreados, penetraban en la llaga del Señor. Los rayos de la herida del costado se repartían sobre la iglesia situada por encima, como una corriente abundante y muy amplia. La iglesia estaba toda iluminada, y vi la mayor parte de las almas entrar en el Señor por esta corriente de rayos.(AA.II.205)

Vi también planear sobre la superficie del cielo un corazón brillando con una luz roja, del cual partía una vía de rayos blancos que conducían a la llaga del costado…

… y otra vía que se extendía sobre la Iglesia y sobre muchos países…

… estos rayos atraían hacia ellos un gran número de almas que, por el corazón y la vía luminosa, entraban en el costado de Jesús. Se me dijo que el corazón era María. (AA.II.205)

Tuve entonces la visión de una inmensa batalla. Toda la planicie estaba cubierta de una gran humo: había bosquecillos llenos de soldados de donde surgían continuamente. Era un lugar bajo: se veían grandes ciudades en la lejanía. Vi a san Miguel descender con una numerosa tropa de ángeles y separar a los combatientes. Pero esto no llegará más que cuando todo parezca perdido. Un jefe invocará a san Miguel y entonces la victoria descenderá.

Ella ignoraba la época de esta batalla. Dijo una vez que eso ocurriría en Italia, no lejos de Roma donde muchas cosas antiguas serían destruidas y donde muchas santas cosas nuevas (es decir desconocidas hasta entonces) reaparecerían un día. (AA.III.24)

San Miguel descendió en la iglesia (demolida con excepción del coro y del altar mayor) revestido con su armadura, y detuvo, amenazándoles con su espada, a varios malos pastores que querían penetrar allí. Los expulsó a un rincón oscuro donde se sentaron, mirándose unos a otros. La parte de la Iglesia que estaba demolida fue enseguida rodeada de una ligera claridad, de manera que se pudo celebrar perfectamente el servicio divino. Después vinieron de todas partes del mundo sacerdotes y laicos, que rehicieron los muros de piedra, ya que los demoledores no habían podido quitar las fuertes piedras de los cimientos. (AA.III.118)

 

LA MUJER FUERTE

Vi a la hija del rey de reyes atacada y perseguida. Lloraba mucho por toda la sangre que se iba a verter y pasaba su vista sobre una tribu de vírgenes fuertes que debían combatir a su lado. Tuve mucho que hacer con Ella y le supliqué que pensara en mi país y en ciertos lugares que le recomendé. Pedí para los sacerdotes algo de sus tesoros, Ella me respondió: «Sí, tengo grandes tesoros, pero son pisoteados». Ella llevaba una vestimenta azul cielo. (AA.III.181)

Allí arriba, recibí de mi conductor una nueva exhortación a orar yo misma y a animar a todo el mundo, todo lo posible, a orar por los pecadores y en particular por los sacerdotes desviados. Muy malos tiempos van a venir, me dijo él. (AA.III.182)

Los no católicos seducirán a muchas personas y buscarán por todos los medios imaginables quitarle todo a la Iglesia. Seguirá de ello una gran confusión (AA.III.182)

Tuve otra visión donde vi como se preparaba la armada de la hija del rey. Una multitud de personas contribuían a ello. Y lo que ellas aportaban consistía en oraciones, en buenas obras, en victorias sobre sí mismas y en trabajos de toda especie. Todo esto iba de mano en mano hasta el cielo y all, cada cosa, tras haber pasado por un trabajo particular, llegaba a ser una pieza de la armadura de la que se revestía la Virgen. No se podía dejar de admirar hasta qué punto todo se ajustaba bien y era impresionante ver como cada cosa significaba otra. La Virgen fue armada de la cabeza a los pies. Reconocí varias de las personas que daban su ayuda y vi con sorpresa que establecimientos enteros y grandes y sabios personajes no proveían nada, mientras que las piezas importantes de la armadura provenían de gentes pobres y de pequeña condición. (AA.III.182)

Vi la batalla. Los enemigos eran infinitamente más numerosos; pero la pequeña tropa fiel abatía a filas enteras. Durante el combate la Virgen armada estaba sobre una colina: yo corrí hacia Ella y le recomendé mi patria y los lugares por los cuales yo rezaba. Su armadura tenía algo de extraño: todo tenía un significado: llevaba un casco, un escudo y una coraza. En cuanto a las gentes que combatían, se asemejaban a los soldados actuales. Era una guerra terrible: al final no quedó más que una pequeña tropa de líderes de la buena causa, los cuales tuvieron la victoria. (AA.III.182)

 

LA PURIFICACIÓN

La incredulidad de la época (en la que vivía Ana Catalina) está en su plenitud: habrá todavía una confusión increíble; pero después de la tormenta la fe se restablecerá. (AA.II.132)

Sin embargo, del otro lado, aquellos que restauraban se pusieron a trabajar con una increíble actividad. Vinieron hombres de mucha edad, impotentes, olvidados, después muchos jóvenes fuertes y vigorosos, mujeres, niños, eclesiásticos y seglares y el edificio fue muy pronto restaurado enteramente. (AA.II.204)

Vi entonces a un nuevo Papa venir con una procesión. Era más joven y mucho más severo que el precedente. Se le recibió con una gran pompa. Parecía listo para consagrar a la iglesia (San Pedro de Roma) pero oí una voz diciendo que una nueva consagración no era necesaria, que el Santísimo Sacramento había permanecido siempre allí. (AA.II.204)

Debían entonces celebrarse muy solemnemente una doble fiesta: un jubileo universal y la restauración de la iglesia. El Papa, antes de comenzar la fiesta, había ya dispuesto a sus gentes que echaron fuera de la asamblea de los fieles, sin encontrar ninguna oposición, una muchedumbre de miembros del alto y bajo clero. (AA.II.204)

Vi que ellos dejaron la asamblea murmurando y llenos de cólera. El Papa tomó a su servicio otras personas, eclesiásticas e incluso laicas. Entonces comenzó la gran solemnidad en la iglesia de San Pedro. (AA.II.204)

Los hombres del delantal blanco continuaban trabajando en su obra de demolición sin ruido y con cuidado, cuando los otros no les veían: eran cuidadosos y estaban al acecho. (AA.II.204-205)

En la fiesta de la Purificación, en 1822, ella contó lo que sigue:

He visto, estos días, cosas maravillosas en torno a la Iglesia. La iglesia de San Pedro estaba casi enteramente destruida por la secta: pero los trabajos de la secta fueron también destruidos y todo lo que les pertenecía, sus delantales y sus pertrechos fueron quemados por el verdugo en una plaza marcada de infamia. Era solamente cuero de caballo y la hediondez era tan grande que me puso enferma.

He visto en esta visión a la Madre de Dios trabajar de tal manera para la Iglesia que mi devoción hacia Ella todavía se incrementó más. (AA.III.115)

 

LA CASA NUPCIAL

El Esposo celebra su boda, es decir su indisoluble unión con la Iglesia, como renovándose constantemente, y para presentarla a Dios el Padre puro y sin mancha en todos sus miembros, Él vierte incesantemente torrentes de gracia. Pero cada uno de estos dones debe ser tenido en cuenta y entre aquellos que los reciben, un pequeño número solamente podría encontrarse en regla para esta rendición de cuentas, si el Esposo de la Iglesia no preparase en todas las épocas instrumentos que recojan lo que otros dejan perder, que hacen valer los talentos que otros rechazan, que paguen las deudas contraídas por otros.

Antes de haberse manifestado en carne en la plenitud de los tiempos para concluir en su Sangre el nuevo matrimonio, Él había, por el misterio de la Inmaculada Concepción, preparado a María para ser el tipo primordial y eternamente inmaculado de la Iglesia. (AA.II.247)

Hace veinte años ahora que mi novio me condujo a la casa nupcial y me puso sobre el áspero lecho de novia en el cual estoy todavía yaciendo. (AA.I.246)

Me encontraba en la Casa Nupcial y vi un ruidoso cortejo matrimonial llegar en varias carrozas. La novia, que tenía cerca de ella muchos hombres y mujeres, era una persona de gran talla, con aspecto descarado y con una apariencia de cortesana.

Tenía sobre la cabeza una corona, en el pecho muchas joyas, tres cadenas y tres broches de oropel de los que estaban suspendidos una cantidad de instrumentos, de figuras representando cangrejos de río, ranas, sapos, saltamontes, y también pequeños cuernos, anillos, silbatos, etc. Su vestimenta era escarlata. Sobre su hombro se agitaba un búho, que le hablaba a la oreja, tanto a la derecha, tanto a la izquierda: parecía ser su espíritu familiar.

Esta mujer, con toda su corte y numerosos equipajes, entró pomposamente en la casa nupcial y expulsó a todos los que allí estaban. Los viejos señores y eclesiásticos tuvieron a penas tiempo de recoger sus libros y sus papeles, todos fueron obligados a salir, unos llenos de horror, otros llenos de simpatía hacia la cortesana. Unos fueron a la iglesia, otros en diversas direcciones, marchando en grupo separados.

Ella dio la vuelta a todo lo que había en la casa, hasta la mesa y los vasos que estaban encima.

Tan solo la habitación donde estaban los hábitos de la novia y la sala que yo vi transformarse en una iglesia consagrada a la Madre de Dios permanecieron firmes e intactas.

Cosa remarcable, la cortesana, todos sus pertrechos y sus libros brillaban lustrosos, y ella tenía el olor infecto de ese escarabajo brillante que huele tan mal. Las mujeres que la rodeaban eran profetisas magnéticas: ellas profetizaban y la sostenían.

Pero esta innoble novia quería casarse y, lo que es más, con un joven sacerdote piadoso e iluminado. Creo que era uno de los doce que veo a menudo operar obras importantes bajo la influencia del Espíritu Santo. El había huido de la casa ante esta mujer. Ella le hizo volver dirigiéndole las palabras más aduladoras.

Cuando él llegó, ella le mostró todo y quería poner todo en sus manos. El se detuvo algún tiempo: pero como ella se mostraba con él presionante y sin discreción, y que ella empleaba todos los medios imaginables para llevarlo a tomarla como mujer, él tomo un aspecto muy grave y muy imponente: la maldijo así como todos sus manejos, como siendo los de una infame cortesana, y se retiró.

Entonces vi todo lo que había con ella, irse, ceder el lugar, morir y calumniar. Toda la Casa nupcial devino en un instante sombría y negra, y las cosas brillantes comenzaron a carcomerse. La mujer misma, carcomida enteramente, cayó por tierra y quedo en el suelo, conservando su forma exterior: pero todo en ella se había descompuesto.

Entonces, cuando todo se redujo a polvo y el silencio reinó por todo, el joven sacerdote volvió y con él otros dos, de los cuales uno, que era un hombre de edad, parecía enviado de Roma.

El viejo llevaba una cruz que plantó ante la Casa nupcial, que se había vuelto totalmente negra: sacó algo de esa cruz, entró en la casa, abrió las puertas y ventanas, y pareció que los demás que estaban ante la casa oraban, consagraban y hacían exorcismos.

Se levantó una tormenta impetuosa que pasó a través de la casa y salió de ella un vapor negro que se fue a lo lejos hacia una gran ciudad en la que se dividió en nubes de diverso tamaño. En cuanto a la Casa, fue de nuevo ocupada por un número elegido entre los antiguos habitantes. Se instalaron también algunos de aquellos que habían venido con la novia impura y que se habían convertido. Todo fue purificado y comenzó a prosperar. El jardín también volvió a su primitivo estado. (AA.II.398)

Vi una gran fiesta en la iglesia que, tras la victoria irradiaba como el sol

Vi un nuevo Papa muy austero y muy enérgico

Vi antes del comienzo de la fiesta, muchos obispos y pastores expulsados por él a causa de su maldad.

Vi entonces, cerca de ser cumplida, la plegaria: «Venga a nosotros tu reino». (AA.II.209)

El 27 de diciembre, fiesta de San Juan Evangelista, ella vio a la Iglesia romana brillante como un sol. Partían de ella rayos que se repartían por el mundo entero: «Se me dijo que eso se relacionaba con el Apocalipsis de san Juan, sobre el cual diversas personas en la Iglesia deben recibir luces y esa luz caerá toda ella sobre la Iglesia». (AA.II.202)

Mientras el combate tenía lugar sobre la tierra, la Iglesia y el ángel, que desapareció pronto, se habían vuelto blancos y luminosos. La cruz también se desvaneció y en su lugar se mantenía de pié sobre la Iglesia una gran mujer brillante de luz que extendía hasta lejos y por encima de ella su manto de oro irradiante.

 

LA RENOVACIÓN DE LA IGLESIA

En la Iglesia se vio operar una reconciliación acompañada de testimonios de humildad. Vi a los obispos y pastores aproximarse unos a otros y cambiar sus libros: las sectas reconocían a la Iglesia, a su maravillosa victoria y a las claridades de la revelación que ellas habían visto con sus ojos irradiar sobre ella. Estas claridades venían de los rayos del surtidor que san Juan había hecho brotar del lago de la montaña de los profetas. Cuando vi esta reunión, sentí una profunda impresión de la proximidad del reino de Dios. Sentí un esplendor y una vida superior manifestarse en toda la naturaleza y una santa emoción embargar a todos los hombres, como en los tiempos cuando el nacimiento del Señor estaba próximo y sentí de tal manera la cercanía del reino de Dios que me sentí forzada a correr a su encuentro y a dar gritos de alegría.

Tuve el sentimiento del advenimiento de María en sus primeros ancestros. Vi su estirpe ennoblecerse a medida que Ella se aproximaba al punto en el que se produciría esta flor. Vi llegar a María, ¿cómo fue? Yo no sé expresarlo; es de la misma manera que tengo el presentimiento de un acercamiento del reino de Dios. Yo lo he visto aproximarse, atraído por el ardiente deseo de muchos cristianos, llenos de humildad, de amor y de fe; era el deseo que le atraía.

Vi una gran fiesta en la Iglesia que, tras la victoria conseguida, irradiaba como el sol. Vi un nuevo Papa austero y muy enérgico. Vi, antes del comienzo de la fiesta, muchos obispos y pastores expulsados por él, a causa de su maldad. Vi a los santos apóstoles tomar una parte muy especial en la celebración de esta fiesta en la Iglesia. Vi entonces muy cerca de su realización la plegaria: «Venga a nosotros tu reino». Me parecía ver jardines celestes, brillantes de luz, descender de arriba, reunirse en la tierra, en lugares donde el fuego estaba encendido, y bañar todo lo que está por debajo en una luz primordial.

(…)

Lo mismo que en la estirpe de David, la promesa fue preservada hasta su cumplimiento en María en la plenitud de los tiempos; lo mismo que esa estirpe fue cuidada, protegida, purificada hasta el momento en el que ella produjo en la Santa Virgen la luz del mundo, de la misma manera, este santo de la montaña de los profetas purifica y conserva todos los tesoros de la creación y de la promesa, así como el significado y la esencia de toda palabra y de toda criatura hasta que los tiempos se cumplan. Él rechaza y borra todo lo que es falso y malo; entonces es una corriente tan pura como cuando sale del seno de Dios, y es así como fluye hoy en la naturaleza entera.

Yo estaba en el jardín de la Casa nupcial. La matrona estaba todavía enferma, pero sin embargo ella ponía en orden, limpiaba y quitaba los escombros por aquí y por allí en el jardín.

Vi a varios santos revestidos de antiguos hábitos sacerdotales que limpiaban diversas partes de la iglesia y quitaban las telas de araña. La puesta estaba abierta, la iglesia se volvía cada vez más luminosa. Era como si los dueños hicieran el trabajo de los criados: ya que aquellos que estaban en la casa nupcial no hacían nada y muchos estaban descontentos. (AA.II.361)

Había sin embargo por aquí un gran movimiento. Parecía que algunos dudaran de entrar aun cuando la iglesia estaba totalmente puesta en orden: pero algunos entonces debían ser apartados a un lado. (AA.II.361)

Mientras que la iglesia se volvía cada vez mas bella y más luminosa, surgió de repente en su seno una bella fuente limpia que extendió por todas partes un agua pura como el cristal, salió a través de los muros y, fluyendo en el jardín, reanimó todo. (AA.II.361)

A la efusión de esta fuente, todo se volvió luminoso y más dichoso y vi por encima de ella un altar resplandeciente como un espíritu celeste, como una manifestación y un crecimiento futuros (AA.II.361)

Parecía que todo iba creciendo en la iglesia, muros, tejados, decoraciones, cuerpo del edificio, en fin todo; y los santos continuaban trabajando y el movimiento cada vez más grande en la Casa nupcial. (AA.II.361)

Entonces tuve una nueva visión. Vi a la Santa Virgen por encima de la iglesia, y alrededor de ella a los apóstoles y obispos. Vi por encima grandes procesiones y ceremonias solemnes.

Vi grandes bendiciones repartidas desde lo alto y muchos cambios. Vi también al Papa ordenar y regular todo ello. Vi surgir hombres pobres y simples de los cuales muchos eran todavía jóvenes. Vi muchos antiguos dignatarios eclesiásticos que, habiéndose puesto al servicio de los malos obispos, habían dejado en el olvido los intereses de la Iglesia, arrastrarse en muletas, como cojos y paralíticos; fueron llevados por dos conductores y recibieron su perdón.

Vi una cantidad de malos obispos, que habían creído poder hacer algo ellos mismos y que no recibían por sus trabajos la fuerza de Cristo por la intermediación de sus santos predecesores y de la Iglesia, alejados y reemplazados por otros. (AA.II.492)

Los enemigos que habían huido en el combate no fueron perseguidos; pero se dispersaron por todos lados. (AA.II.240)

Vi al sacerdocio y a las órdenes religiosas renovarse tras una larga decadencia.

Me parecía que una masa de personas piadosas había surgido y que todo salía de ellos y se desarrollaba (AA.III.176)

Vi en la iglesia de San Pedro, en Roma, una gran fiesta con muchas luces y vi que el Santo Padre, así como muchos otros, ha sido fortalecido por el Espíritu Santo.

Vi también, en diversos lugares del mundo, la luz descender sobre los doce hombres que veo tan a menudo como doce nuevos apóstoles o profetas de la Iglesia. (AA.II.429)

 

EL PAPA FUTURO

Le vi a la vez suave y severo. Sabía atraerse a los buenos sacerdotes y rechazar lejos de él a los malos. Vi todo renovarse y una iglesia que se elevaba hasta el cielo. (AA.III.103)

Vi un nuevo Papa muy firme (AA.III.161)

Hubo en la iglesia espiritual una fiesta de acción de gracias; había allí una gloria espléndida, un trono magníficamente adornado. San Pablo, San Agustín y otros santos convertidos figuraban allí de una manera muy especial. Era una fiesta en la que la Iglesia triunfante daba gracias a Dios de una gran gracia que no debe llegar a su madurez más que en el futuro. Era algo como una consagración futura. Esto tenía relación con el cambio moral operado en un hombre de condición esbelta y bastante joven, el cual debe un día llegar a ser Papa.

He visto también en esta visión muchos cristianos entrar en la Iglesia. Entraban a través de los muros de la iglesia. (AA.III.177)

Vi que este Papa debe ser severo y que él alejará de sí a todos los obispos tibios y fríos. Pero mucho tiempo debe todavía pasar hasta que esto ocurra.(AA.III.177)

Vi a este futuro Papa en la iglesia rodeado de otros hombres piadosos: estaba relacionado con ese viejo sacerdote que vi morir en Roma, hace algunos días.

El joven estaba ya en las ordenes y parecía que recibiera hoy (27 de enero de 1822) una dignidad. No es Romano, sino Italiano, de un lugar que no está muy alejado de Roma, y pertenece, creo, a una piadosa familia principesca. (Se trataba del futuro Papa Pío IX) (AA.III.178)

 

EL LIBRO DE LOS SIETE SELLOS

Hubo una gran solemnidad en la iglesia y vi por encima de ella una nube luminosa sobre la cual descendían los apóstoles y los santos obispos que se reunían en coros por encima del altar. Vi entre ellos a san Agustín, san Ambrosio y todos aquellos que han trabajado mucho por la exaltación de la Iglesia. (AA.II.493)

Era una gran solemnidad; la misa fue celebrada, y vi en medio de la iglesia un gran libro abierto del que pendían tres sellos por el lado más ancho y dos otros sellos por cada uno de los otros lados. Vi también en lo alto al apóstol san Juan y aprendí que eran las revelaciones que él había tenido en Pathmos. El libro estaba situado sobre un pupitre en el coro. Antes de que ese libro fuera abierto, ocurrió algo que he olvidado. Es una pena que haya esta laguna en la visión. (AA.II.493)

El 27 de diciembre ella vio la Iglesia romana brillante como un sol:

Se me dijo que eso se relacionaba con el Apocalipsis de san Juan, sobre el cual diversas personas en la iglesia deben recibir luces y esta luz caerá toda ella sobre la Iglesia. (AA.II.202)

 

LA VUELTA A LA UNIDAD CRISTIANA

El Papa no estaba en la Iglesia. Estaba oculto. (AA.II.493)

Creo que aquellos que estaban en la iglesia no sabían donde estaba. No se si él rezaba o estaba muerto. Pero vi que todos los asistentes, sacerdotes y laicos, debían poner la mano sobre un cierto pasaje del libro de los Evangelios y que sobre muchos de ellos descendía, como un signo particular, una luz que era transmitida por los santos apóstoles y los santos obispos. Vi también que varios de ellos no hacían esto más que por la forma. (AA.II.493)

Vi muchos antiguos dignatarios eclesiásticos que, habiéndose puesto al servicio de los malos obispos, habían dejado en el olvido los intereses de la Iglesia, arrastrarse en muletas, como cojos y paralíticos; fueron llevados por dos conductores y recibieron su perdón. (AA.II.492)

Fuera, alrededor de la iglesia, vi llegar muchos judíos que querían entrar, pero que no lo podían hacer todavía. (AA.II.493)

Al final, aquellos que no habían entrado al comienzo llegaron, formando una multitud innumerable: pero vi entonces el libro cerrarse de golpe, como bajo el impulso de un poder sobrenatural.

Al fondo en lontananza, vi un sangriento y terrible combate y vi especialmente una inmensa batalla del lado norte y por el poniente.

Fue una gran visión muy impactante. Siento mucho haber olvidado el lugar del libro sobre el cual se debía poner el dedo. (AA.II.493)

Conocí, por una visión, que hacia el fin del mundo, una batalla será librada contra el Anticristo, en la planicie de Mageddo. (EE.I.234)

 

EL TIEMPO DE PAZ

Ese día Ana Catalina tuvo una larga conversación con dos de sus visitantes celestes, san Francisco de Sales y San Francisco de Chantal:

Ellos decían que la época actual era muy triste, pero que tras muchas tribulaciones, vendría un tiempo de paz en el que la religión retomaría su imperio y en el que habría entre los hombres mucha cordialidad y caridad, y que entonces muchos conventos reflorecerían en el verdadero sentido de la palabra. Vi también una imagen de este tiempo lejano que no puedo describir, pero vi sobre toda la tierra retirarse la noche y el amor extender una nueva vida. Tuve en esta ocasión visiones de toda especie sobre el renacimiento de las ordenes religiosas. (AA.II.440)

El tiempo del Anticristo, no está tan próximo como algunos piensan. Habrá todavía precursores. He visto en dos ciudades a doctores, de la escuela de los cuales podrían salir estos precursores. (AA.II.441)

 

EL NUEVO PENTECOSTÉS

He visto Pentecostés, en tanto que fiesta en la Iglesia, la comunicación del Espíritu Santo, a través del mundo entero, me ha sido mostrada en diversas escenas, tal y como me ha ocurrido a menudo. He visto también a los doce nuevos apóstoles y su relación con la Iglesia.. He visto todavía una iglesia espiritual formarse con muchas parroquias reunidas y estas recibir el Espíritu Santo. Era un nuevo despertar de la Iglesia católica. He visto un gran número de personas recibir el Espíritu Santo. (AA.III.144)

 

LA IGLESIA ESPIRITUAL

Tuve una visión del Espíritu Santo: era como una figura alada, en una superficie triangular, con una efusión de luz de siete colores. Vi como esta luz se extendió sobre la Iglesia espiritual flotando en el aire, y sobre aquellos que se encontraban en relación con ella. (AA.III.144)

Un incendio estallará en la Iglesia, amenazándola de una ruina total. (AA.II.244)

Este incendio, cuyo aspecto era espantoso, indicaba en primer lugar un gran peligro; en segundo lugar, un nuevo esplendor en la Iglesia, tras la tempestad. (AA.II.244)

Vi sobre toda la tierra una gran cantidad de efusiones del Espíritu: algunas veces era como un relámpago que descendía sobre una iglesia; yo veía a los fieles en la iglesia, y entre ellos a aquellos que habían recibido la gracia: o bien los veían aisladamente en sus moradas o en las iglesias en las que llegaba la luz y la fuerza. Esto me causó una gran alegría y me dio confianza, de que en medio de las tribulaciones siempre crecientes, la Iglesia no sucumbirá, puesto que he visto en todos los países del mundo al Espíritu Santo suscitar instrumentos. Si, he sentido que la opresión exterior que le hacen sufrir los poderes de este mundo prepara a la Iglesia mejor a recibir una fuerza interior.

Vi en la iglesia de San Pedro, en Roma, una gran fiesta con muchas luces y vi que el Santo Padre, así como muchos otros, fue fortificado en el Espíritu Santo. (AA.II.429)

Vi también, en diversos lugares del mundo, la luz descender sobre los doce hombres que veo a menudo como doce nuevos apóstoles o profetas de la Iglesia. (AA.II.429)

 

LOS DOCE APÓSTOLES FUTUROS

Del lado oriental de esta iglesia avanzó con un esplendor infinito una figura sacerdotal: era como si fuera el Señor. Pronto se mostraron alrededor de el doce hombres luminosos y alrededor de estos muchos más todavía. Entonces salió de la boca del Señor un pequeño cuerpo luminoso que, habiendo salido, se hizo cada vez más grande y con una forma más definida, después, repitiéndose de nuevo, entró como una figura de niño resplandeciente en la boca de los doce que rodeaban al Señor, después en la de los demás. No era la escena histórica del Señor haciendo la cena con los discípulos, tal como la vi el jueves santo, sin embargo lo que vi me la recordó. Aquí todos eran luminosos e irradiantes, era un oficio divino, era como una solemnidad eclesiástica.

Vi la fiesta eclesiástica llegar a su fin y eso fue par mi como si hubiera visto allí a esos hombres que iban a despertar y animar de un fervor nuevo el sentimiento adormecido del admirable misterio de la presencia de Dios multiplicándose sobre la tierra. (AA.II.425)

Los sacerdotes estaban sumidos en un profundo sueño y lo que hacían me parecía semejante a telas de araña. Por varios lados la malicia, la astucia y la violencia tomaban tal crecimiento que se traicionaban a si mismas. Vi a algunas personas perder sus lugares que eran tomados por otros, y todo un encadenamiento de infamias descendiendo de arriba hacia abajo hacia el mundo.

Entonces vi a un grupo de hombres que avanzaban por una gran pradera que veía a cierta distancia. Uno de ellos se elevaba por encima de todos los demás. Eran una centena al menos. Me preguntaba si sería el lugar donde el Señor dio de comer a siete mil hombres.

El Señor vino a mi encuentro con todos sus discípulos y eligió doce de entre ellos. Vi como ponía los ojos en uno y en otro. Los reconocí a todos: los viejos llenos de simplicidad y los jóvenes robustos con tez curtida. Vi también como Él les enviaba a lo lejos en todas direcciones, y los seguía con la mirada en sus caminatas lejanas entre las naciones. Y como yo me decía: «¡ay! ¿qué puede hacer un tan pequeño número de hombres entre las multitudes innumerables?» el Señor me dijo aproximadamente: «Su voz se hace oír a lo lejos por todos los lados. Así, ahora todavía, varios son enviados; cualesquiera que sean, hombres y mujeres, pueden lo mismo. Mira la salvación que esos doce han aportado; los que envío a tu época la aportan también, aunque permanezcan oscuros y despreciados. (AA.II.128)

Ella vio a los doce apóstoles futuros, cada uno en su lugar. (AA.II.422)

Vi la Iglesia de San Pedro que un hombre pequeño llevaba sobre sus hombros; tenía algo de judío en los trazos del rostro. El asunto parecía muy peligroso. María estaba de pié sobre la iglesia en el lado norte y extendía su manto para protegerla. (AA.III.124)

Ese hombrecito parecía sucumbir. Parecía ser todavía laico y yo lo conocía.

Los doce hombres que veo siempre como nuevos apóstoles debían ayudarle a llevar su carga: pero ellos venían demasiado lentamente. Parecía que él caería bajo el peso de la carga, entonces, finalmente, llegaron todos ellos, se pusieron debajo y numerosos ángeles vinieron en su ayuda. Eran solamente los cimientos y la parte posterior de la iglesia (el coro y el altar), todo el resto había sido demolido por la secta y por los servidores de la iglesia mismos. (AA.III.124)

Vi muchas abominaciones con gran detalle; reconocí a Roma y vi a la Iglesia oprimida y su decadencia en el interior y en el exterior.

Durante ese tiempo, vi todavía en medio de los desastres a los doce hombres de lo que ya he hablado, dispersos en diversos lugares sin saber nada los unos de los otros, recibir rayos del agua viva. Vi que todos hacían el mismo trabajo de diversos lados; que ellos no sabían de donde se les encomendaba ese trabajo y que cuando una cosa se había hecho, otra se les daba para hacer. Siempre eran doce de los cuales ninguno tenía más de cuarenta años.

No había nada de particular en su vestimenta, pero cada uno estaba vestido a la manera de su país y siguiendo la moda actual: vi que todos recibían de Dios lo que se había perdido y que ellos operaban el bien por todos los lados; eran todos católicos. (AA.III.159)

Vi también en los tenebrosos destructores a falsos profetas y a personas que trabajaban contra los escritos de los doce nuevos apóstoles. Vi también una centena de mujeres sentadas con en estado de maravillamiento y cerca de ellas hombres que las magnetizaban; las vi profetizar. (AA.III.160)

 

LOS QUE REHUSAN EL ADVENIMIENTO

¡El tiempo del martirio de los santo Inocentes está próximo! (AA.III.227)

Un día en la Casa nupcial, Ana Catalina vio un belén… «con imágenes de santos Inocentes y la escena del castigo infligido a Herodes por haber querido suprimir el advenimiento del Salvador. Conocí que esta imágenes se aplicaban al tiempo presente, sobre todo como se relacionaban con aquellos que quieren quitar del mundo y destruir la gracia renovada de este advenimiento. (AA.III.476)

Vi, próxima a ser realizada la plegaria «VENGA A NOSOTROS TU REINO». (AA.II.209)

 

VISIÓN DE LA ISLA DE LAS PROFECÍAS

Algunas semanas antes de la Navidad de 1819, Ana Catharina fue conducida por el ángel, su guía, como cada año, sobre el alto-lugar que ella llamaba «La Montaña de los Profetas» situada, según nos dice ella, encima de la cima más elevada y completamente inaccesible de una montaña del Tíbet.

Aquí está el relato casi entero de las impresiones que contó de su extraordinario viaje. Fue anotado por Brentano los días 9 y 10 de Diciembre de 1819. No fue más que algunos días más tarde, parece ser, cuando Ana Catharina comprendió todo el asunto. Ella lo describe aquí sin comentarios según su costumbre:

Esta noche he recorrido en diversas direcciones la Tierra prometida, tal como era en tiempos de Nuestro Señor… Vi varias escenas y fui rápidamente de lugar en lugar. Partiendo de Jerusalén, avancé muy lejos hacia Oriente. Pasé varias veces cerca de grandes cantidades de agua y por encima de las montañas que habían franqueado los magos de oriente para venir a Belén. Atravesé también países muy poblados, pero no tocaba los lugares habitados: la mayor parte del tiempo pasaba por desiertos. Llegue a continuación a una región en la que hacía mucho frío y fui conducida cada vez más alto hasta un punto extremadamente elevado; a lo largo de las montañas, desde el poniente al levante, se dirigía una gran ruta sobre la cual vi pasar grupos de hombres. Había una raza de pequeña talla, pero muy viva en sus movimientos, llevaban con ellos pequeños estandartes, los de la otra raza eran de una talla alta, no eran cristianos. Esta ruta iba descendiendo; mi camino me conducía hacia arriba a una región de una belleza increíble. Allí hacía calor y todo era verde y fértil, había flores maravillosamente bellas, bellos bosquecillos y bellos bosques; una cantidad de animales jugueteaban por alrededor, no parecían peligrosos.

Esta tierra no estaba habitada por ninguna criatura humana y nunca ningún hombre venía por aquí; porque de la gran ruta no se veían más que nubes.

Vi grupos de animales semejantes a pequeños corzos con las patas muy finas; no tenían cuernos, su piel era de un marrón claro con manchas negras. Vi también un animal rechoncho de color negro semejante a un cerdo, y después animales como machos cabríos de gran tamaño, pero más parecidos a corzos; eran muy familiares, muy ligeros a la carrera: tenían unos bellos ojos muy brillantes: vi a otros semejantes a corderos; eran muy gruesos, tenían como una peluca de lana y colas muy gruesas: otros parecían pequeños asnos, pero moteados; grandes aves con largas patas que corrían muy rápido, otros semejantes a pollos agradablemente adornados y finalmente una cantidad de bonitos pájaros muy pequeños y de colores variados. Todos estos animales jugaban libremente, como si ignoraran la existencia de los hombres.

De este lugar paradisíaco, subí más arriba y era como si fuera conducida a través de las nubes. Llegué así a la cumbre de esa alta región de montañas donde vi muchas cosas maravillosas. En lo alto de la montaña había una gran planicie y en esta planicie un lago; en el lago una isla verdeante. Esta isla estaba rodeada de grandes arboles semejantes a cedros. Fui elevada a la cumbre de uno de esos árboles y agarrándome fuertemente a las ramas, vi desde lo alto toda la isla.

(…)

Cuando desde lo alto de mi árbol, pasaba la mirada sobre la isla, podía ver en su otro extremo el agua del lago, pero no la montaña. Esta agua estaba viva y de una limpidez extraordinaria: el agua atravesaba la isla por diferentes afluentes y se derramaba bajo tierra a través de varios arroyos más o menos grandes.

Frente a la estrecha lengua de tierra, en la verde planicie, se elevaba una gran tienda extendiéndose a lo ancho, que parecía estar hecha de tejido gris; estaba decorada en el interior, en la parte de atrás, con largos paneles de tejidos de diversos colores y cubierta con toda especie de figuras pintadas o bordadas. Alrededor de la mesa que se encontraba en medio, había asientos de piedra sin respaldos y con forma de cojines: estaban recubiertos de un verdor siempre fresco.

En el asiento de honor situado en medio, tras la mesa de piedra que era baja y de forma oval, un hombre rodeado de una aureola como la de los santos estaba sentado con las piernas cruzadas, a la manera oriental y escribía con una pluma de caña sobre un gran libro. La pluma era como una pequeña rama. A la derecha y a la izquierda se veían varios grandes libros y pergaminos enrollados en varas de madera con bolas en sus extremos; y cerca de la tienda había en la tierra un agujero que parecía estar revestido de ladrillos y donde ardía un fuego cuya llama no sobrepasaba el borde. Todo el lugar alrededor era como una bella isla verde rodeada de nubes. El cielo por encima de mi cabeza era de una serenidad inexpresable. No vi del sol más que un semicírculo de rayos brillando tras las nubes. Este semicírculo pertenecía a un disco que parecía mucho más grande que en nuestro mundo.

El aspecto general tenía algo de inexpresablemente santo.

Era una soledad, pero llena de encanto. Cuando tenía ese espectáculo bajo mis ojos, me pareció saber y comprender lo que era y lo que significaba todo ello, pero sentí que no podía llevar conmigo y conservar este conocimiento. Mi conductor había estado a mi lado hasta ese momento pero, cerca de la tienda, se hizo invisible para mí.

Como yo consideraba todo esto, me dije: «¿Qué tengo que hacer yo aquí, y por que es necesario que una pobre criatura como yo vea todas estas cosas?». Entonces la figura me dijo desde dentro de la tienda: «Es porque tu tienes una parte de todo esto». Esto redoblo entonces mi asombro y descendí o volé hacia esa figura, en la tienda, donde estaba sentada, vestida como lo están los espíritus que veo: la figura tenía en su exterior y en su apariencia algo que recordaba a San Juan Bautista o a Elías.

Los libros y los volúmenes numerosos que estaban por el suelo alrededor de esa figura, eran muy antiguos y muy preciosos. En algunos de estos libros había ornamentos y figuras de metal en relieve, por ejemplo un hombre sosteniendo un libro en la mano. La figura me dijo, o me hizo conocer de otra manera, que estos libros contenían todo lo que había de más santo de lo que venía de los hombres; ella examinaba, comparaba todo y desechaba lo que era falso en el fuego encendido cerca de la tienda. El me dijo que estaba allí para que nadie pudiera llegar a ello: estaba encargado de vigilar sobre todo eso y guardarlo hasta que el tiempo llegara de hacer uso de ello. Este tiempo había podido llegar en ciertas ocasiones; pero había siempre grandes obstáculos. Yo le pedí si él no tenía el sentimiento de la espera tan larga que se le había impuesto. Me respondió: «En Dios no hay tiempo».

Me dijo también que debería ver todo, me condujo fuera de la tienda y me mostró el país que la rodeaba.

La tienda tenía aproximadamente la altura de dos hombres: era larga como de aquí a la iglesia de la ciudad: su anchura era de aproximadamente la mitad de su altura. Tenía en la cumbre una especia de nudo por el cual la tienda estaba como suspendida a un hilo que subía y se perdía en el aire, de manera que yo no podía comprender donde estaba atado. En los cuatro ángulos habían columnas que no se podían abarcar con las dos manos. La tienda estaba abierta por delante y en los lados. En medio de la mesa estaba depositado un libro de una dimensión extraordinaria que se podía abrir y cerrar: parecía que estaba sujeto sobre la mesa. El hombre miraba en ese libro para verificar la exactitud. Me pareció que había una puerta bajo la mesa y que un gran santo tesoro, una cosa santa estaba conservada allí.

(…)

El me mostró entonces los alrededores y entonces hice, a lo largo del río exterior, la vuelta al lago cuya superficie estaba perfectamente nivelada con la isla. Esta agua que yo sentía correr bajo mis pies se diversificaba bajo la montaña por muchos canales y salía a la luz muy por debajo, bajo forma de fuentes grandes y pequeñas. Me parecía que toda esta parte del mundo recibía de ahí, salud y bendición: en lo alto, no se desbordaba por ningún lugar. Descendiendo por el levante y por el mediodía, todo era verde y cubierto de bellas flores; en el poniente y al norte, había también verdor, pero no flores.

Llegando al extremo del lago, atravesé el agua sin puente y pasé a la isla que recorrí circulando en medio de torres. Todo el suelo parecía ser una cama de espuma muy espesa y fuerte; se diría que todo era hueco por debajo: las torres salían de la espuma como un crecimiento natural…

Tuve el sentimiento de que en las torres se conservaban los más grandes tesoros de la humanidad: me parecía que allí reposaban cuerpos santos. Entre algunas de esas torres vi un carro muy extraño con cuatro ruedas bajas: cuatro personas podían sentarse bien; había dos bancos y mas adelante un pequeño asiento. Este carro, como todo el resto aquí, estaba totalmente revestido de una vegetación verde o bien de una herrumbre verde. No tenía timón y estaba adornado de figuras esculpidas, si bien que a primera vista creí que había en el personas sentadas. Las ruedas eran gruesas como las de los carros romanos. Este me pareció bastante ligero para poder ser tirado por hombres. Yo miraba todo muy atentamente, porque el hombre me había dicho: «Tu tienes aquí tu parte y puedes enseguida tomar posesión de él». Yo no podía de ninguna manera comprender que especia de parte podía tener ahí. ¿Qué tengo que hacer –me preguntaba– con este singular carro, estas torres y estos libros? Pero tenía una viva impresión de la santidad del lugar. Era para mi como si, con esta agua, la salvación de varias épocas hubiera descendido a los valles y como si los hombres mismos hubieran venido a estas montañas de donde ellos habían descendido para hundirse cada vez más profundamente. Yo tenía también el sentimiento de que celestiales presentes eran ahí conservados, guardados, purificados, preparados de antemano para los hombres. Tuve de todo ello una percepción muy clara: pero me parecía que no podía llevar conmigo esta claridad: conservaba solamente la impresión general.

Cuando entré en la tienda, el hombre me dijo todavía una vez lo mismo: «Tú tienes una parte en todo esto y tú puedes enseguida tomar posesión de ello». Y como yo le mostraba mi ineptitud, él me dijo con una tranquilidad llena de confianza: «Volverás pronto hacia mí». El no salió de la tienda mientras yo estuve allí, pero daba vueltas continuamente alrededor de la mesa y de los libros.

En la tienda, tuve la impresión de que un cuerpo santo estaba allí enterrado: me parecía que había allí debajo un subterráneo y que un olor suave exhalaba de una tumba sagrada. Tuve la sensación de que el hombre no estaba siempre en la tienda cerca de los libros. El me había acogido y me había hablado como si me hubiera conocido de toda la vida y supiera que yo iba a llegar a ese lugar: me dijo con la misma seguridad que yo volvería y me mostró un camino descendente; yo iba en dirección del mediodía, pasaba de nuevo por la parte escarpada de la montaña, después a través de las nubes y descendí a la risueña tierra donde había tantos animales. Vi muchas pequeñas fuentes surgir de la montaña, precipitarse en cascadas y correr hacia abajo: vi también pájaros, más grandes que una oca, aproximadamente del color de la perdiz, con tres uñas delante y una detrás, con una cola un poco baja y un largo cuello, después otros pájaros de plumaje azulado, semejantes al avestruz pero más pequeño: vi finalmente todos los demás animales.

En este viaje, vi de nuevo muchas cosas y más seres humanos que en los primeros viajes. Atravesé una vez un pequeño río que, como lo he sabido interiormente, surgía del lago de arriba: mas tarde, seguí sus orillas y después lo perdí de vista. Llegue entonces a un lugar donde pobres gentes de colores diversos vivían en chabolas. Me pareció que eran cristianos cautivos. Vi venir hacia ellos a otros hombres de tez morena con telas blancas alrededor de la cabeza. Les llevaban alimentos en cestas trenzadas: hacían esto extendiendo el brazo hacia delante como si tuvieran miedo, después se iban, con aspecto asustado, como si hubieran sido expuestos a algún peligro. Estas personas vivían en una ciudad en ruinas y habitaban cabañas de construcción ligera. Vi también agua donde crecían rosales de una densidad y una fuerza completamente extraordinarios.

Volví a continuación cerca del río: en este lugar, el río era muy ancho, lleno de escollos, de islotes de arena y de bellos macizos de verdor entre los cuales zigzagueaba. Era el mismo curso de agua que venía de la alta montaña y que yo había atravesado más arriba, cuando era todavía pequeño: una gran cantidad de personas con tez morena, hombres, mujeres y niños, vestidos de diferentes maneras, estaban ocupados en las rocas y los islotes, en beber y lavarse. Tenían el aspecto de haber venido de lejos. Había en su manera de ser algo que me recordó lo que yo había visto en los bordes del Jordán en la Tierra santa. Se encontraba allí también un hombre de gran talla que parecía ser su sacerdote. Llenaban con agua las vasijas que llevaban. Vi además muchas otras cosas: no estaba lejos del país donde estuvo san Francisco Javier: yo atravesaba el mar pasando por encima de islas innumerables.

El 22 de diciembre, Ana Catalina dijo al Peregrino:

Ya se porque fui a la montaña: mi libro se encuentra entre los escritos que están sobre la mesa, se me dará para que lea las cinco ultimas hojas. El hombre sentado ante la mesa volverá en su tiempo. Su carro permanece allí como recuerdo eterno. Es sobre este carro que el subió a esta altura y los hombres, con gran extrañeza, le verán descender sobre este carro.

Es ahí, en esta montaña, la más elevada del mundo y donde nadie puede llegar, que se ha puesto a buen recaudo, cuando la corrupción se acrecienta entre los hombres, los tesoros y los misterios sagrados. El lago, la isla, las torres no existen más que para que estos tesoros sean conservados y garantizados de todo ataque. Es por la virtud del agua que hay en esta cumbre que todas las cosas son refrescadas y renovadas. El río que desciende de allí y cuya agua es objeto de una tan gran veneración para los hombres que he visto, tiene realmente una virtud y los fortifica: es por eso que ellos la estiman más que sus vinos. Todos los hombres, todos los bienes han descendido de esta altura y todo lo que debía ser garantizado de la devastación ha sido allí preservado.

El hombre que está sobre la montaña me ha conocido: porque yo tengo allí mi parte. Nosotros nos conocemos todos, nos sostenemos todos los unos a los otros. No puedo expresarlo bien; pero somos como una simiente repartida en el mundo entero.

El paraíso no está lejos de aquí. He visto ya anteriormente como Elías vive siempre en un jardín ante el paraíso.

El 26 de diciembre:

He visto de nuevo la montaña de los profetas. El hombre que está en la tienda presentaba a una figura que venía del cielo y planeaba por encima de él, hojas y libros y recibía otros en su lugar. Este espíritu tenía un exterior diferente del primero. Este que flotaba en el aire me recordó vivamente a San Juan. Era más ágil, más rápido, más amable, más delicado que el hombre de la tienda, el cual tenía algo de más enérgico, de más severo, de más estricto, de más inflexible. El segundo se relacionaba a él como el Nuevo Testamento al Antiguo, es por eso que yo le llamaría gustosamente Juan y llamaría al otro Elías. Era como si Elías presentase a Juan revelaciones que ya se habían cumplido y recibiera otras nuevas.

Allí encima vi de repente, saliendo de la nube blanca, una fuente semejante a un surtidor de agua elevarse perpendicularmente bajo la forma de un rayo de apariencia cristalina que, en su extremidad superior, se dividía en rayos y en gotas innumerables; las cuales volvían a caer, formando inmensas cascadas, hasta los lugares más alejados de la tierra: y vi hombres iluminados por esos rayos en las casas, en las cabañas, en las ciudades de diversas partes del mundo.

El 27 de diciembre, fiesta de San Juan Evangelista, vio a la Iglesia de Roma brillante como un sol. Habló de los rayos que se repartían sobre el mundo entero:

Se me dijo que eso se relacionaba con el Apocalipsis de San Juan, sobre el cual diversas personas en la Iglesia deben recibir luces y esta luz caerá toda entera sobre la Iglesia. He visto una visión muy distinta en torno a este tema, pero no puedo reproducirla bien.

Vi la Iglesia de Pedro y una enorme cantidad de hombres que trabajaban para destruirla, pero vi allí también a otros que hacían reparaciones (…) Vi de nuevo a la Iglesia de Pedro con su alta cúpula. San Miguel estaba en la cumbre brillante de luz, llevando una vestimenta roja de sangre y manteniendo en la mano un estandarte de guerra. En la tierra, había un gran combate.

¡Lo que vi era inconmensurable, indescriptible… vi también de repente como si la montaña de los profetas fuera empujada hacia la cruz y acercada a ella; sin embargo, la montaña tenía sus raíces sobre la tierra y permanecía unida a ella. Tenía el mismo aspecto que cuando la primera visión, y más arriba, tras de ella, vi maravillosos jardines completamente luminosos en los cuales percibí animales y plantas brillantes; tuve el sentimiento de que era el Paraíso…

Mientras el combate tenía lugar sobre la tierra, la Iglesia y el ángel, que desapareció pronto, se habían vuelto blancos y luminosos. La cruz también se desvaneció y en su lugar se mantenía de pié sobre la Iglesia una gran mujer brillante de luz que extendía hasta lejos y por encima de ella su manto de oro irradiante. En la Iglesia se vio operar una reconciliación acompañada de testimonios de humildad. Vi a los obispos y pastores aproximarse unos a otros y cambiar sus libros: las sextas reconocían a la Iglesia, a su maravillosa victoria y a las claridades de la revelación que ellas habían visto con sus ojos irradiar sobre ella. Estas claridades venían de los rayos del surtidor que san Juan había hecho brotar del lago de la montaña de los profetas. Cuando vi esta reunión, sentí una profunda impresión de la proximidad del reino de Dios. Sentí un esplendor y una vida superior manifestarse en toda la naturaleza y una santa emoción embargar a todos los hombres, como en los tiempos cuando el nacimiento del Señor estaba próximo y sentí de tal manera la cercanía del reino de Dios que me sentí forzada a correr a su encuentro y a dar gritos de alegría.

Tuve el sentimiento del advenimiento de María en sus primeros ancestros. Vi su estirpe ennoblecerse a medida de que ella se aproximaba al punto en el que se produciría esta flor. Vi llegar a María, ¿cómo fue? Yo no se expresarlo; es de la misma manera que tengo el presentimiento de un acercamiento del reino de Dios. Yo lo he visto aproximarse, atraído por el ardiente deseo de muchos cristianos, llenos de humildad, de amor y de fe; era el deseo que le atraía.

Vi una gran fiesta en la Iglesia que, tras la victoria conseguida, irradiaba como el sol. Vi un nuevo papa austero y muy enérgico. Vi, antes del comienzo de la fiesta, muchos obispos y pastores expulsados por él, a causa de su maldad. Vi a los santos apóstoles tomar una parte muy especial en la celebración de esta fiesta en la Iglesia. Vi entonces muy cerca de su realización la plegaria: «Venga a nosotros tu reino». Me parecía ver jardines celestes, brillantes de luz, descender de arriba, reunirse en la tierra, en lugares donde el fuego estaba encendido, y bañar todo lo que está por debajo en una luz primordial.

(…)

Lo mismo que en la estirpe de David, la promesa fue preservada hasta su cumplimiento en María en la plenitud de los tiempos; lo mismo que esa estirpe fue cuidada, protegida, purificada hasta el momento en el que ella produjo en la Santa Virgen la luz del mundo, de la misma manera, este santo de la montaña de los profetas purifica y conserva todos los tesoros de la creación y de la promesa, así como el significado y la esencia de toda palabra y de toda criatura hasta que los tiempos se cumplan. El rechaza y borra todo lo que es falso y malo; entonces es una corriente tan pura como cuando sale del seno de Dios, y es así como fluye hoy en la naturaleza entera. 

NOTAS AL PIE

AA.- Vie d’Anne-Catherine Emerich (3 volúmenes), por el Padre K. E. Schmoeger. Tequi, editor, 1950.
BB.- Vie de N. S. Jésus-Christ (6 volúmenes), según las Visiones de Anne-Catherine Emerich, recogidas por Clement Brentano. H. Casterman, editor, 1862.
CC.- Vie de la Sainte-Vierge (1 volumen) Tequi editor
DD.- La Douloureuse Passion de N. S. Jésus-Chris (1 volumen) H. Casterman, editor, 1865)
EE.- Visions de’Anne-Catherine Emerich (3 volúmenes). Tequi editor, 1965.

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Profecías de la Beata Ana Catalina Emmerich: La Gran Tribulación

LA ESCISIÓN DE LA IGLESIA, EL ROSARIO, ARMA DEL COMBATE ESCATOLÓGICO, LA TRASLACIÓN DE LA IGLESIA, LA TORMENTA, VIENA, PARIS, LA CRISIS UNIVERSAL, ESPAÑA, IRLANDA,LA NATURALEZA HERIDA DE MUERTE, CINCUENTA O SESENTA AÑOS ANTES DEL AÑO 2000

 

LA ESCISIÓN DE LA IGLESIA

12 de abril de 1820 – Tuve todavía una visión sobre la gran tribulación, bien en nuestra tierra, bien en países alejados. Me pareció ver que se exigía del clero una concesión que no podía hacer. Vi muchos ancianos sacerdotes y algunos viejos franciscanos, que ya no portaban el hábito de su orden y sobre todo un eclesiástico muy anciano, llorar muy amargamente. Vi también algunos jóvenes llorar con ellos. (AA.III.161)

Vi a otros, entre los cuales todos tibios, se prestaban gustosos a lo que se les demandaba.

Vi a los viejos, que habían permanecido fieles, someterse a la defensa con una gran aflicción y cerrar sus iglesias. Vi a muchos otros, gentes piadosas, paisanos y burgueses, acercarse a ellos: era como si se dividieran en dos partes, una buena y una mala. (AA.III.162)

 

EL ROSARIO, ARMA DEL COMBATE ESCATOLÓGICO

Como los propagadores de las luces tenían un odio muy especial a la devoción del rosario, la importancia de esta devoción me fue mostrada en una visión de sentido muy profundo. (AA.III.162)

Después de esto (de la visión de los propagadores de las luces, enemigos del rosario), Ana Catalina hizo la descripción del rosario; pero fue imposible al Peregrino (el transcriptor de sus visiones) reproducir sus palabras, ella misma, en el estado de vigilia no podía expresar bien lo que había visto… Los diversos Ave María eran estrellas formadas por cientos de piedras preciosas sobre las cuales los patriarcas y los ancestros de María estaban figurados en escenas que se relacionaban con la preparación de la Encarnación y con la Redención. Así, este rosario abrazaba al cielo y la tierra, Dios, la naturaleza, la historia, la restauración de todas las cosas y del hombre por el Redentor que ha nacido de María; y cada figura, cada materia, cada color, según su significado esencial, era empleado para la realización de esta obra de arte divino. (AA.III.162)

 

LA TRASLACIÓN DE LA IGLESIA

Llegué a la casa de San Pedro y San Pablo (Roma) y vi un mundo tenebroso lleno de angustia, de confusión y de corrupción. (AA.II.413)

Vi al santo Padre en una gran tribulación y una gran angustia respecto a la Iglesia. (AA.II.414)

Vi la Iglesia de San Pedro que un hombre pequeño llevaba sobre sus hombros; tenía algo de judío en los trazos del rostro. El asunto parecía muy peligroso. María estaba de pié sobre la iglesia en el lado norte y extendía su manto para protegerla. (AA.III.124)

Ese hombrecito parecía sucumbir. Parecía ser todavía laico y yo lo conocía.

Los doce hombres que veo siempre como nuevos apóstoles debían ayudarle a llevar su carga: pero ellos venían demasiado lentamente. Parecía que él caería bajo el peso de la carga, entonces, finalmente, llegaron todos ellos, se pusieron debajo y numerosos ángeles vinieron en su ayuda. Eran solamente los cimientos y la parte posterior de la iglesia (el coro y el altar), todo el resto había sido demolido por la secta y por los servidores de la iglesia mismos. (AA.III.124)

Ellos llevan la Iglesia a otro lugar y me parece que varios palacios caían ante ellos como campos de trigo que se cosechan. (AA.III.124)

Cuando incluso no quedara más que un solo cristiano católico, la Iglesia podría triunfar de nuevo. (AA.III.124)

Cuando vi la iglesia de San Pedro en su estado de ruina y como tantos eclesiásticos trabajaban, estos también, a la obra de destrucción, sin que ninguno de ellos lo hiciera abiertamente ante los demás, sentí una tal aflicción que grité hacia Jesús con todas mis fuerzas, implorando su misericordia. Entonces vi ante mi a mi esposo celeste bajo la forma de un hombre joven y me habló durante largo tiempo. Él dijo, entre otras cosas, que esta translación de la iglesia de un lugar a otro significaba que ella estaba en completa decadencia, pero que reposaba sobre esos porteadores y se revelaría con su ayuda. Incluso cuando sólo quedara un solo cristiano católico, la Iglesia podría triunfar de nuevo, ya que ella no tiene su fundamento en la inteligencia y los consejos de los hombres.

Él me mostró entonces como nunca habían faltado personas orando y sufriendo por la Iglesia. Me hizo ver todo lo que Él mismo había sufrido por ella, qué virtud había dado a los méritos y a los trabajos de los mártires y como Él padecería de nuevo todos los sufrimientos inimaginables si le fuera posible sufrir de nuevo. Me mostró también en escenas innumerables la deplorable conducta de los cristianos y de los eclesiásticos, en esferas cada vez más vastas, extendiéndose a través del mundo entero, incluído mi país, después me exhortó a perseverar en la oración y el sufrimiento. Era una escena inmensa e indeciblemente triste que es imposible describir. Se me mostró también que ya no hay apenas cristianos en el antiguo sentido del término, por lo mismo que todos los judíos que existen todavía hoy son puros fariseos, solamente más endurecidos que los antiguos: no hay más que le pueblo de Judith en Africa que es semejante a los judíos de antaño. Esta visión me llenó de tristeza. (AA.III.125)

 

LA TORMENTA

Vi una gran tormenta venir del Norte. Avanzaba en semicírculo hacia la ciudad de alta torre (Viena) y se extendía también hacia el poniente. Vi a lo lejos combates y surcos de sangre en el cielo por encima de varios lugares, y vi acercarse infinitas desgracias y miserias para la Iglesia. (AA.II.244)

He visto en esta villa (Roma) terribles amenazas viniendo del Norte. (AA.II.414)

Vi el sacrificio de Isaac en el monte Calvario. La parte de atrás del altar estaba vuelta hacia el Norte: los patriarcas colocaban siempre así el altar porque el mal venía del Norte. (AA.II.484)

¡Oh ciudad, oh ciudad (Roma)! ¿de qué estás amenazada? La tormenta está próxima. ¡Manténte en guardia! Pero espero que permanezcas inquebrantable. (AA.III.127)

Vi a Roma en un estado tan deplorable que la menor chispa podía prender fuego por todas partes. Vi a Sicilia en sombras, espantosa y abandonada por todos aquellos que pudieran huir. (AA.III.127)

Un día, estando en éxtasis, ella exclamó en voz alta y gimió: «Veo la Iglesia completamente aislada y como completamente abandonada. Parece que todo el mundo huye de ella. Todo está en lucha a su alrededor. Por todas partes veo grandes miserias, el odio, la traición y el resentimiento, el conflicto, el abandono y una ceguera completa. (AA.III.127)

Veo desde un punto central y tenebroso (y situado, parece ser, en Roma misma) partir mensajeros para llevar algo a varios lugares: esto sale de su boca como un vapor negro que cae sobre el pecho de los oyentes y enciende en ellos el odio y la rabia. (AA.III.127)

Oro ardientemente por los oprimidos. Sobre los lugares donde oran algunas personas, veo descender la luz, en otros veo descender espesas tinieblas. La situación es terrible. ¡Cuánto he rezado! (AA.III.127)

 

VIENA

Tuve la visión de una gran iglesia con una torre muy alta y muy artísticamente trabajada, situada en una gran ciudad, cerca de un largo río. El patrón de la iglesia era san Esteban y vi cerca de él otro santo que fue martirizado tras él. (AA.II.243)

Cerca de esta iglesia, vi a muchas personas distinguidas, entre las cuales varios extranjeros, con delantales y paletas de albañil. Parecían enviados ahí para demoler esta iglesia que estaba cubierta de pizarra. Todo tipo de personas del país se unían a ellos: había incluso sacerdotes y religiosos.

Vi a continuación a cinco hombres entrar en esta iglesia (la catedral de Viena), tres que parecían sacerdotes se habían revestido de ornamentos sacerdotales pesados y antiguos; los otros dos eran eclesiásticos muy jóvenes que parecían llamados a las santas órdenes. Me pareció también que estos recurrían a la santa comunión y que estaban destinados a despertar la vida de las almas.

De golpe, una llama partió la torre, se extendió sobre el tejado y parecía que todo se iba a consumir. Pensaba yo entonces en el ancho río que pasaba por uno de los lados de la ciudad, preguntándome si no se podría con su agua apagar el fuego. Pero las llamas hirieron muchos de los que habían puesto su mano en el trabajo de demolición: las llamas los cazaron y la iglesia continuó de pié. Sin embargo vi que no se salvaría más que tras la gran tormenta que se aproximaba.

Este incendio, cuyo aspecto era espantoso, indicaba en primer lugar un gran peligro, en segundo lugar un nuevo esplendor de la Iglesia tras la tempestad. En este país ellos han comenzado ya a arruinar a la Iglesia por medio de escuelas que entregan a la incredulidad.

Vi una gran tormenta venir del norte. Avanzaba en semicírculo hacia la ciudad de la alta torre y se extendía hacia el poniente. Vi a lo lejos combates y surcos de sangre en el cielo por encima de varios lugares, y vi acercarse desdichas y miserias infinitas para la Iglesia. (AA.III.245)

Los protestantes se ponen por todas partes a atacar a la Iglesia. (AA.III.245)

 

PARIS

En un lugar, me parecía que se minaba por debajo una gran ciudad en la que el mal estaba a sus anchas. Había varios diablos ocupados en este trabajo. Estaban ya muy avanzados y yo creía que con tantos y tan pesados edificios la ciudad se derrumbaría pronto. He tenido siempre a propósito de París la impresión de que debía de ser así engullido: veo tantas cavernas por debajo, pero que no se parecen a las grutas subterráneas de Roma con las esculturas que las decoran. (AA.II.157)

 

LA CRISIS UNIVERSAL

Cuando llego a un país, veo lo mas a menudo en su capital, como en un punto central, el estado general de este país bajo forma de noche, de bruma, de frío; veo también de muy cerca las sedes principales de la perdición, yo comprendo todo y veo en escenas donde están los mayores peligros. De estos focos de corrupción, veo derrames y cenagales extenderse a través del país como canales envenenados y veo en medio de todo esto a gentes piadosas en oración, las iglesias donde reposa el Santo Sacramento, los cuerpos innumerables de santos y bienaventurados, todas las obras de virtud, de humildad, de fe, ejercer una acción que sofoca, que apacigua, que detiene el mal, que ayuda donde hace falta. A continuación tengo visiones donde los malvados como los buenos pasan ante mis ojos. (AA.II.408)

Veo planear sobre ciertos lugares y ciertas ciudades, apariciones espantosas que les amenazan con grandes peligros o incluso con una destrucción total. Veo tal lugar derrumbarse de alguna manera en la noche: en otro, veo la sangre correr a ríos en las batallas libradas en el aire, en las nubes. (AA.II.408)

Y esto peligros, estos castigos, no los veo como cosas aisladas, sino que los veo como consecuencias de lo que pasa en otros lugares donde el pecado estalla en violencias y en combates encarnizados, y veo el pecado devenir la vara que golpea a los culpables. (AA.II.409)

Atravesaba la viña (la diócesis) de Saint Ludger (Munich) donde encontré todo en sufrimiento como anteriormente y pase por la viña de saint Liboire (Paderborn) donde trabajé en último lugar y que encontré en vias de mejora. Pasé por el lugar (Praga) donde reposan san Juan Nepomuceno, san Wenceslao, Santa Ludmila y otros santos. Habían muchos santos, pero entre los vivos pocos sacerdotes piadosos y me parecía que las personas buenas y piadosas se mantenían escondidas ordinariamente. Iba siempre hacia el mediodía (tras esa subida hacia el nordeste) y pasaba delante de la gran ciudad (Viena) que domina una alta torre y alrededor de la cual hay muchas avenidas y barrios. Dejaba esta ciudad a la izquierda y atravesé una región de altas montañas (los Alpes austríacos) donde todavía había, por aquí y por allá, mucha gente piadosa, especialmente entre aquellos que vivían dispersos: después, yendo siempre hacia el mediodía, llegue a la villa marítima (Venecia) donde vi recientemente a San Ignacio y sus compañeros. Vi ahí también una gran corrupción: vi a San Marcos y otros santos. Iba por la viña de san Ambrosio (la diócesis de Milán). Me acuerdo de muchas visiones y de gracias obtenidas por la intercesión de san Ambrosio, sobre todo la acción ejercida por él sobre san Agustín. He aprendido muchas cosas sobre él y, entre otras, que había conocido a una persona que tenía, en un cierto grado, el don de reconocer las reliquias. Tuve visiones a propósito de ese asunto y creo que él ha hablado de ello en uno de sus escritos…

Llegué a la casa de san Pedro y san Pablo (Roma) y vi un mundo tenebroso lleno de angustia, de confusión y de corrupción… vi en esta ciudad terribles amenazas viniendo del norte.

 

ESPAÑA

Partiendo de ahí, atravesé el agua (el Mediterráneo), tocando a las islas donde hay una mezcla de bien y de mal y encontré que los más aislados eran los más felices y los más luminosos: después fui a la patria de Francisco Javier (España), por que yo viajaba en la dirección del poniente. Vi allí numerosos santos y vi el país ocupado por soldados rojos. (AA.II.411)

Su jefe (el de España) estaba hacia el mediodía más allá del mar. Vi a este país (donde se encontraba el jefe) pasablemente tranquilo en comparación de la patria de san Ignacio en donde yo entré a continuación y vi en un estado espantoso. (AA.II.414)

Vi a las tinieblas extendidas por toda esta región, sobre la cual reposaba un tesoro de méritos y de gracias provenientes de san Ignacio. Yo me encontraba en el punto central del país (Madrid). Reconocí el lugar donde, mucho tiempo antes, yo había visto en una visión a inocentes arrojados en una hoguera. (AA.II.414)

Vi finalmente a los enemigos del interior avanzando por todos los lados y aquellos que atizaban el fuego arrojados ellos mismos a la hoguera. (AA.II.415)

Vi enormes abominaciones extenderse sobre el país. Mi guía me dijo: «Hoy Babel está aquí». Y vi por todo el país una larga cadena de sociedades secretas, con un trabajo como en Babel, y vi el encadenamiento de estas cosas, hasta la construcción de la torre, en un tejido, fino como una tela de araña, extendiéndose a través de todos los lugares y toda la historia: el producto supremo de esta floración era Semiramis, la mujer diabólica. (AA.II.415)

Vi destruir todo lo que era sagrado y la impiedad y la herejía hacer irrupción. (AA.II.415)

Había una amenaza de guerra civil próxima y de una crisis interior que iba a destruirlo todo. (AA.II.415)

 

IRLANDA

Desde este desgraciado país (España) fui conducida por encima del mar, aproximadamente hacia el norte, en una isla donde estuvo san Patricio (Irlanda). No había más que católicos pero estaban muy oprimidos: tenían sin embargo relaciones con el Papa, pero en secreto. Había todavía mucho de bueno en este país porque las personas estaban unidas entre ellas. (AA.II.416)

De la isla de san Patricio llegue por encima de un brazo de mar (mar de Irlanda) a una gran isla. Estaba sombría, brumosa y fría.

Vi por aquí y por allá algunos grupos de piadosos sectarios (…) el resto estaba todo en una gran fermentación.

Casi todo el pueblo estaba dividido en dos partidos, y ellos estaban ocupados en intrigas tenebrosas y desagradables.

El partido más numeroso era el mas malo: el menos numeroso tenía los soldados a sus órdenes; no valía tampoco gran cosa, pero sin embargo valía más. Vi una gran confusión y una lucha que se aproximaba y vi el partido menos numeroso tomar el poder.

Había en todo esto abominables maniobras: había traiciones mutuas, todos se vigilaban los unos a los otros y cada uno parecía ser el espía de su vecino.

Encima de este país vi una gran cantidad de amigos de Dios pertenecientes a los tiempos pasados: ¡cuantos santos reyes, obispos, propagadores del cristianismo que habían venido de allí hacia Alemania a trabajar en nuestro beneficio! Vi a santa Walburge, el rey Eduardo, Edgar y también santa Ursula.

Vi mucha miseria en el país frío y brumoso: vi la opulencia, vicios y numerosos navíos.

De allí, fui al levante, más allá del mar, a un territorio frío donde vi a santa Brigida (de Suecia), san Canut (rey de Dinamarca y patrón de ese país) y a san Eric (rey de Suecia). Este país estaba más tranquilo y más pobre que el precedente, pero era también frío, brumoso y sombrío. No sé ya más que es lo que he visto y hecho allí. Todo el mundo era protestante. (AA.II.417)

Desde ese lugar fui a un inmenso territorio (Rusia) completamente tenebroso y lleno de maldad, de allí surgían grandes tormentas. Los habitantes eran de un orgullo inusitado. (AA.II.418)

Construían grandes iglesias y creían tener la razón de su parte. Vi que se armaban y que se trabajaba por todos los lados: todo era sombrío y amenazante. Vi ahí a san Basilio y a otros. Vi sobre el castillo de tejados deslumbrantes el Maligno que se mantenía en las agujas. (AA.II.418)

Mientras que todo esto surge como un desarrollo de los cuadros tenebrosos que veo en al tierra en estos países, veo los buenos gérmenes luminosos que hay en ellos, dar nacimiento a escenas situadas en una región más elevada. Veo por encima de cada país un mundo de luz que representa todo lo que se ha hecho por él por los santos, hijos de ese país, los tesoros de gracia de la Iglesia que ellos han hecho descender sobre él por los méritos de Jesucristo. Vi por encima de iglesias devastadas planear iglesias en la luz, vi a los obispos y los doctores, los mártires, los confesores, los videntes y todos los privilegiados de la gracia que han vivido allí: entro en las escenas donde figuran sus milagros y las gracias que ellos han recibido, y veo las visiones, las revelaciones, las apariciones más importantes que ellos han recibido: veo todas sus vidas y sus relaciones, la acción que han ejercido de cerca o de lejos, el encadenamiento de sus trabajos y los efectos producidos por ellos hasta las distancias más alejadas. Veo todo lo que ha sido hecho, como ha sido todo ello aniquilado; y como, con todo, la bendición permanece siempre sobre las vías que ellos han recorrido, como ellos permanecen siempre en unión con su patria y su rebaño por la intermediación de gentes piadosas que guardan su memoria y particularmente como sus osamentas, allí donde reposan, son, por medio de una relación intima que las religa a ellos, fuentes de su caridad y de su intercesión.

Sin el socorro de Dios, no se podrían contemplar tantas miseria y abominaciones hacia esta caridad y esta misericordia, sin morir por ello de dolor. (AA.II.409)

 

LA NATURALEZA HERIDA DE MUERTE

Vi la tierra como una superficie redonda que estaba cubierta de oscuridad y de tinieblas. (AA.II.158)

Todo se desecaba y parecía perecer. Vi esto con detalles innumerables en criaturas de toda especie, tales como los árboles, los arbustos, las plantas, las flores y los campos. Era como si el agua hubiera sido quitada de los arroyos, las fuentes, los ríos y los mares, o como si ella volviera a su origen, a las aguas que están por encima del firmamento y alrededor del paraíso. Atravesé la tierra desolada y vi los ríos como líneas delgadas, los mares como negros abismos donde no se veía más que algunos charcos de agua en el centro. Todo el resto era un fango espeso y turbio en el cual veía animales y peces enormes atrapados luchando contra la muerte. Iba lo suficientemente lejos par poder reconocer la orilla del mar donde yo había visto antes ahogar a san Clemente. Vi también lugares y hombres en el más triste estado de confusión y de perdición y vi, a medida que la tierra se volvía más desolada y más árida, las obras tenebrosas de hombres que las cruzaban. Vi muchas abominaciones con un gran detalle; reconocí Roma y vi a la Iglesia oprimida y su decadencia en el interior y en el exterior. (AA.III.158)

 

CINCUENTA O SESENTA AÑOS ANTES DEL AÑO 2000

En medio del infierno había un abismo espantoso; Lucifer fue precipitado allí cargado de cadenas, una espesa humareda lo rodeaba por todas partes. Su destino era regulado por una ley que Dios mismo había dictado; vi que, cincuenta o sesenta años, si no me equivoco entes del año 2000, Lucifer debía salir durante algún tiempo del abismo.

Vi muchos otros datos que he olvidado, otros demonios debían también ser puestos en libertad en una época más o menos alejada, con el fin de tentar a los hombre y de servir de instrumentos a la justicia divina. Muchos de estos demonios deben salir del abismo en esta época y otros de aquí a poco tiempo. (DD.452)

Vi que los apóstoles fueron enviados a la mayor parte de la tierra para abatir por todas partes el poder de Satán y para aportar bendiciones, y que las regiones donde operan eran las que habían sido más fuertemente envenenadas por el enemigo.

Si estos países no han perseverado en la fe cristiana y están ahora dejados al abandono, eso ha sido, como lo he visto, por una sabia disposición de la Providencia. Ellos debían ser solamente bendecidos para el porvenir y ellos permanecen baldíos con el fin de que sembrados de nuevo, lleven frutos abundantes cuando los demás se hayan quedado sin cultura. (AA.II.340)

Cuando Jesús descendió sobre la tierra y fue la tierra regada con su Sangre, la potencia infernal disminuyó considerablemente , y sus manifestaciones se hicieron más tímidas. (BV.56)
NOTAS AL PIE
AA.- Vie d’Anne-Catherine Emerich (3 volúmenes), por el Padre K. E. Schmoeger. Tequi, editor, 1950.
BB.- Vie de N. S. Jésus-Christ (6 volúmenes), según las Visiones de Anne-Catherine Emerich, recogidas por Clement Brentano. H. Casterman, editor, 1862.
CC.- Vie de la Sainte-Vierge (1 volumen) Tequi editor
DD.- La Douloureuse Passion de N. S. Jésus-Chris (1 volumen) H. Casterman, editor, 1865)
EE.- Visions de’Anne-Catherine Emerich (3 volúmenes). Tequi editor, 1965

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Beata Ana Catalina Emmerich Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA MENSAJES Y VISIONES

Profecías de la Beata Ana Catalina Emmerich: La Demolición de la Iglesia

EL MISTERIO DE INIQUIDAD, LA DEMOLICION DE LA IGLESIA, EL OSCURECIMIENTO DE LA IGLESIA, LA IGLESIA DE LOS APOSTATAS, LA FALSA IGLESIA, LA COMUNIÓN DE LOS PROFANOS, EL PAPA TRAICIONADO, EL FALSO ECUMENISMO, PROFANACIÓN DE LA EUCARISTÍA, LA BENDICIÓN DESCUIDADA, EL CELIBATO DE LOS SACERDOTES, LENGUA PROFANA Y LENGUA SAGRADA, ¡JESÚS! ¡JESÚS! ¡JESÚS!, EL HEDONISMO Y LA CRUZ

 

EL MISTERIO DE INIQUIDAD

«Vi diferentes partes de la tierra: mi guía me nombró Europa y, mostrándome un rincón arenoso, me dijo estas importantes palabras: – He aquí la Prusia enemiga. El me enseño a continuación un punto más al norte diciendo: – He aquí la Moscovia trayendo con ella muchos males.» (AA.III.133)

«Los habitantes eran de un orgullo inusitado. Vi que se armaban y que se trabajaba por todos los lados. Todo era sombrío y amenazante»

«Vi ahí a San Basilio y a otros. Vi sobre el castillo de tejados relucientes, al maligno que se sostenía en las agujas»

«Vi que de entre los demonios encadenados por Cristo, cuando su descenso a los infiernos, algunos estaban sueltos, desde no hace mucho y habían suscitado esta secta. Vi que otros serán soltados de dos generaciones en dos generaciones. (19 octubre 1823).

«Ella vio (habla Brentano; el transcriptor) con sus terribles consecuencias, las medidas que los propagadores de las luces tomaban por todas partes por donde llegaban al poder y a la influencia, para abolir el culto divino así como todas las prácticas y los ejercicios de piedad, o para hacer de estos algo tan vano como lo eran las grandes palabras de luz, de caridad de espíritu, bajo las cuales ellos se ocultaban a si mismos y a los demás el vacío desolador de sus asuntos en los que Dios no estaba para nada. (AA.III.161)

«Mi guía me condujo alrededor de toda la tierra: me hizo recorrer sin cesar inmensas cavernas hechas de tinieblas y en las cuales vi una inmensa cantidad de personas errando por todas partes y ocupadas en obras tenebrosas. Parecía que yo recorriera todos los puntos habitados del globo, no viendo más que el mundo del vicio»

«A menudo veía nuevas tropas de hombres caer como desde lo alto en esta ceguera del vicio. No vi que nada mejorase… Me hizo entrar en las tinieblas y considerar de nuevo la malicia, la ceguera, la perversidad, los engaños, las pasiones vindicativas, el orgullo, el engaño, la envidia, la avaricia, la discordia, el asesinato, la lujuria y la horrible impiedad de los hombres, todo tipo de cosas que sin embargo no les eran de ningún beneficio, sino que les hacía cada vez más ciegos y miserables y les hundían en las tinieblas cada vez más profundas. A menudo tuve la impresión de que ciudades enteras se encontraban situadas sobre una corteza de tierra muy fina y corrían el riesgo de hundirse muy pronto en el abismo.»

«Vi a esos hombres cavar ellos mismos para otros fosas ligeramente recubiertas: pero no vi personas de bien en esas tinieblas, ni a nadie por consiguiente, caer en las fosas. Vi todos a estos malvados como grandes espacios tenebrosos que se extendían de un lado hasta otro; los veía en barullo como en la confusión tumultuosa de una gran feria, formando diversos grupos que se ejercían en el mal y masas que se mezclaban unas con otras: ellos cometían todo tipo de actos culpables y cada pecado traía como consecuencia otro. A menudo me parecía que me sumergía más profundamente todavía en la noche. El camino descendía una pendiente escarpada: era algo horriblemente espantoso y que se extendía alrededor de la tierra entera. Vi pueblos de todos los colores, llevando los ropajes más diversos y todos sumergidos en las abominaciones: (AA.II.151)

«A menudo me despertaba lleno de angustia y de terror: veía la luna brillar apaciblemente a través de la ventana, y oraba a Dios suplicándole que no me hiciera ver esas imágenes espantosas. Pero enseguida El me hacía descender de nuevo en esos terribles espacios tenebrosos y ver las abominaciones que se cometían. Me encontraba una vez en una esfera de pecado tan horrible que creí estar en el infierno y me puse a gritar y a gemir. Entonces mi guía me dijo: «Yo no estoy cerca de ti, y el infierno no puede estar ahí donde yo estoy».

«Me pareció ver un lugar muy amplio que recibía más la claridad del día. Era como la imagen de una ciudad perteneciente a la parte del mundo que nosotros habitamos. Un horrible espectáculo me fue mostrado. Vi crucificar a Nuestro Señor Jesucristo. Yo temblaba hasta los huesos: porque no había ahí más que hombres de nuestra época. Era un martirio del Señor mucho más espantoso y mucho más cruel que el que debió sufrir de los Judíos. (AA.II.157)

«Terminando el relato de esta horrible visión cuyo recuerdo le provocaban palpitaciones convulsivas, y que nada pudo convencerla para contarlo todo entero, ella dijo: –mi conductor me habló así: «Tu has visto las abominaciones a las cuales los hombres ciegos se libran en las tinieblas»

«Vi ahí con horror un gran número de personas conocidas mías, incluso sacerdotes. Muchas líneas y ramificaciones partiendo de las personas que erraban en las tinieblas desembocaban en este lugar (El lugar de la nueva Crucifixión) (AA.II.157)

«Vi una muchedumbre innumerable de desgraciados oprimidos, atormentados y perseguidos de nuestros días en varios lugares, y vi siempre que se maltrataba por ello a Jesucristo en persona. Estamos en una época deplorable en la que no hay ya más, refugio contra el mal: una densa nube de pecado pesa sobre el mundo entero, y veo a los hombres hacer las cosas más abominables con una tranquilidad y una indiferencia completas.(…)Vi todo esto en varias visiones mientras que mi alma era conducida a través de diversos países sobre toda la tierra» (CC.89)

«Vi nuevos mártires, no del tiempo presente (1820, año de la visión) sino del tiempo que vendrá.(…) Sin embargo veo que se les oprime ya» (AA.III.112)

 

LA DEMOLICIÓN DE LA IGLESIA

«He visto personas de la secta secreta minar sin descanso a la gran Iglesia… (AA.III.113)»

«… y he visto cerca de ellos una horrible bestia que había surgido del mar. Tenía una cola como la de un pez, garras como las de un león, y varias cabezas que rodeaban como una corona una cabeza más grande. Sus boca era ancha y roja. Estaba manchada como un tigre y se mostraba muy familiar con los demoledores. Se acostaba a menudo en medio de ellos durante su trabajo: a menudo también, ellos iban a encontrarla en la caverna donde se escondía a veces.»

«Durante ese tiempo, vi por un lado y por otro, en el mundo entero, muchas personas buenas y piadosas, sobretodo eclesiásticos, vejados, prisioneros y oprimidos, y tuve el sentimiento de que ellos llegarían a ser mártires un día» (AA.III.113)

«Como la Iglesia estaba ya en gran parte demolida, no quedando en pié mas que el coro con el altar, vi a estos demoledores penetrar en la iglesia con la bestia»

« (Los demoledores encontraron en el templo)… una mujer llena de majestad. Me parecía que ella estaba embarazada, ya que caminaba lentamente: los enemigos fueron presa del pánico al verla y la bestia no pudo ya dar ni un paso adelante. La bestia alargaba el cuello hacia la mujer con el aspecto más furioso, como si quisiera devorarla. Pero la mujer se volvió y se posternó con el rostro contra la tierra. Vi entonces a la bestia huir de nuevo hacia el mar y los enemigos correr en el mayor desorden) (AA.III.113)

«Vi la iglesia de San Pedro y una enorme cantidad de hombres que trabajaban en invertirla, pero vi ahí también a otros que hacían reparaciones. Cadenas de trabajo ocupadas de este doble trabajo se extendían a través de todo el mundo y me quedé asombrada de la coordinación con la que todo ello se hacía. Los demoledores extraían grandes fragmentos; eran particularmente sectarios en gran número y con ellos los apóstatas. Estas personas, haciendo su trabajo de destrucción, parecían seguir ciertas prescripciones y una cierta regla: llevaban delantales blancos rodeados de una cinta azul y proveídos de bolsillos, con paletas de albañil en la cintura. Ellos tenían además vestidos de todo tipo: había entre ellos hombre distinguidos, altos y gruesos, con uniformes y cruces, los cuales sin embargo no trabajaban directamente en la labor, sino que marcaban en los muros con la paleta los lugares donde había que demoler. Vi con horror que había también entre ellos sacerdotes católicos» (AA.II.202)

«Ya toda la parte anterior de la Iglesia estaba destruida: no quedaba en pié más que el santuario con el Santísimo Sacramento» (AA.II.203)

«He visto la Iglesia de San Pedro: estaba demolida con excepción del coro y del altar mayor (10 septiembre 1820). (AA.III.118)

«Vi también como, al final, María extendió su manto por encima de la Iglesia y como los enemigos de Dios fueron ahuyentados» (AA.II.414)

«Mayo de 1823. Tuve de nuevo la visión de la secta secreta socavando por todas partes la iglesia de San Pedro. Ellos trabajaban con instrumentos de toda especie y corrían por aquí y por allá, llevado piedras que habían arrancado. Fueron obligados a dejar el altar, no pudieron quitarlo. Vi profanar y quitar una imagen de María. (AA.III.556)

«Yo me lamentaba al Papa y le preguntaba como él podía tolerar que hubiera tantos sacerdotes entre los demoledores. (…) Vi en esta ocasión porque la Iglesia ha sido fundada en Roma; es porque ahí está el centro del mundo y que todos los pueblos si vinculan con ella por diferentes relaciones. Vi también que Roma permanecerá en pié como una isla, como una roca en medio del mar, cuando todo, alrededor de ella, caerá en ruinas.»

«Cuando vi a los demoledores, me quedé maravillada de su gran habilidad. Tenían todo tipo de máquinas: todo se hacía siguiendo un plan: nada se producía por si mismo. Ellos no hacían ruido; ponían atención a todo; recurrían a artimañas de todo tipo, y las piedras parecían a menudo desaparecer de sus manos. Algunos de entre ellos reconstruían: destruían lo que era santo y grande y lo que edificaban no era más que vacío, hueco, superfluo. Llevaban las piedras del altar y hacían con ellas una escalinata en la entrada. (AA.III.556)

 

EL OSCURECIMIENTO DE LA IGLESIA

«Vi la Iglesia terrestre, es decir la sociedad de los fieles sobre la tierra, el ejercito de Cristo en su estado de paso sobre la tierra, completamente oscurecida y desolada» (AA.II.352)

«¡Vosotros sacerdotes, que no os movéis! ¡Estáis dormidos y el redil arde por todos lados! ¡No hacéis nada! ¡Como llorareis por eso un día! ¡Si tan solo hubierais dicho un Pater! (…) ¡Veo tantos traidores! No soportan que se diga : «esto va mal». Todo está bien a sus ojos con tal de que puedan glorificarse con el mundo! (AA.III.184)

«Vi las carencias y la decadencia del sacerdocio, así como sus causas. Vi los castigos que se preparan» (AA.II.334)

«¡Los servidores de la Iglesia son tan laxos! Ya no hacen uso de la fuerza que poseen en el sacerdocio»(AA.II.245)

«¡Si algún día las almas reclaman lo que el clero les debe al ocasionarles tantas perdidas por su incuria y su indiferencia, sería algo terrible!» (AA.II.342)

«Ellos tendrán que dar cuenta de todo el amor, todas las consolaciones, todas las exortaciones, todas las instrucciones referentes a los deberes de la religión, que ellos no nos dan; de todas las bendiciones que no distribuyen, a pesar de que la fuerza de la mano de Jesús esté sobre ellos, por todo lo que omiten de hacer a semejanza de Jesús (AA.II.358)

«… (por) las caricias hechas al espíritu de la época por parte de los servidores de la Iglesia» (AA.II.377)

«Vi reliquias dejadas a la aventura y otras cosas del mismo género»(AA.II.347)

«… para una infinidad de personas que tenían buena voluntad, el acceso a las fuentes de la gracia del corazón de Jesús se encontraba impedido y cerrado por la supresión de los ejercicios de devoción, por el cierre y la profanación de las iglesias» (AA.III.167)

«Tuve una visión concerniente a las faltas de incontables pastores y la omisión de todos sus deberes hacia su rebaño» (AA.II.347)

«Vi muchos buenos y piadosos obispos, pero estaban mudos y débiles y el mal partido tomaba a menudo la fuerza» (AA.II.414)

«Todo esto me hizo conocer que la recitación de la genealogía de Nuestro Señor ante el Santísimo Sacramento, en la fiesta del Corpus Christi encierra un grande y profundo misterio; he conocido por ello que lo mismo, que entre los ancestros de Jesucristo, según la carne, muchos no fueron santos y fueron incluso pecadores si dejar de ser grados de la escala de Jacob, por los cuales Dios descendió hasta la humanidad, por lo mismo también los obispos indignos permanecen capaces de consagrar el Santísimo Sacramento y de conferir el sacerdocio con todos los poderes que le están ligados» (CC.175)

«Vi en una ciudad, una reunión de eclesiásticos, de laicos y de mujeres, los cuales estaban sentados juntos, comiendo y haciendo bromas frívolas, y por encima de ellos una nube oscura que desembocaba en una planicie sumergida en las tinieblas. En medio de esta niebla, vi a Satán sentado bajo una forma horrible y, alrededor de él, tantos acompañantes como personas había en la reunión que ocurría debajo. Todos estos malos espíritus estaban continuamente en movimiento y ocupados en empujar al mal a esta reunión de personas. Ellos les hablaban a la oreja y actuaban sobre ellos de todas las maneras posibles. Estas personas estaban en un estado de excitación sensual muy peligroso y ocupados en conversaciones ociosas y provocantes. Los eclesiásticos eran de esos que tienen como principio: «Hay que vivir y dejar vivir. En nuestra época no hay que estar aparte ni ser un misántropo: hay que alegrarse con los que se alegran». (AA.II.488)

«Como él (Satán) hablaba de su derecho y como quiera que ese lenguaje me sorprendía mucho, fui instruida que él realmente adquiría un derecho positivo cuando una persona bautizada que había recibido por Jesucristo el poder de vencerle se libraba por el contrario a él por el pecado libremente y voluntariamente». (AA.II.489)

«Veo una cantidad de eclesiásticos castigados de excomunión, que no parecen inquietarse ni incluso saberlo. Y sin embargo son excomulgados cuando toman parte en esas empresas, cuando entran en asociaciones y se adhieren a opiniones sobre las que pesa el anatema. Veo estos hombres rodeados de una nube como de un muro de separación. Se ve por esto cuanto Dios tiene en cuenta de los decretos, de las ordenes y de las defensas del jefe de la Iglesia y los mantiene en vigor cuando incluso los hombres no se inquietan de ello, reniegan de eso o se ríen. (AA.III.148)

«Se me mostró como los paganos de antaño adoraban humildemente a otros dioses diferentes de ellos mismos (…) El culto (de esos paganos) valía menos que el culto de aquellos que se adoraban a si mismos en mil ídolos y no dejaban ningún lugar al Señor entre estos ídolos». (AA.III.102)

«Vi cuan funestas serían las consecuencias de esta falsificación de la Iglesia. Yo la vi crecer, vi a los heréticos de todas las condiciones venir e la ciudad (Roma)»

«Vi acrecentarse la tibieza del clero local, vi hacerse una gran oscuridad»

«Entonces la visión se agrandó por todos los lados. Vi por todo comunidades católicas oprimidas, vejadas, encarceladas y privadas de libertad. Vi muchas iglesias cerradas. Vi grandes miserias producirse por todas partes. Vi guerras y sangre vertida. Vi el pueblo salvaje e ignorante, intervenir con violencia.» (AA.III.103)

«… eso no durará mucho tiempo…»

«De nuevo vi la visión en la que la iglesia de San Pedro era minada, siguiendo un plan hecho por la secta secreta, al mismo tiempo que era deteriorada por las tormentas» (AA.III.103)

«Vi la ayuda llegar en el momento de mayor angustia» (AA.III.104)

 

LA IGLESIA DE LOS APÓSTATAS

«Vi la iglesia de los apóstatas crecer grandemente. Vi las tinieblas que partían de ella, repartirse alrededor y vi muchas personas abandonar a la Iglesia legítima y dirigirse hacia la otra diciendo: «Ahí todo es mas bonito, más natural y más ordenado» (AA.II.414)

«Vi cosas deplorables: se jugaba, se bebía, se parloteaba, se seducía a las mujeres en la iglesia, en una palabra se cometían allí todo tipo de abominaciones» (AA.III.120)

«Los sacerdotes dejaban que se hiciera cualquier cosa y decían la misa con mucha irreverencia. Vi pocos que tuvieran todavía piedad y juzgasen sanamente las cosas. Todo eso me afligió mucho. Entonces mi Esposo celeste me cogió por medio del cuerpo, como él mismo había sido atado a la columna y me dijo: «Es así como la Iglesia será todavía encadenada, es así como será estrechamente atada antes de que pueda revelarse» (AA.III.120)

«El (mi esposo celeste) me mostró también en cuadros innumerables la deplorable conducta de los cristianos y de los eclesiásticos, en las esferas cada vez más vastas extendiéndose a través del mundo entero estando mi país incluido. Era un cuadro inmenso e indeciblemente triste que es imposible describir. Me fue así mostrado que no hay casi ya más cristianos en el antiguo significado de la palabra. Esta visión me llenó de tristeza. (AA.III.125)

«Vi en el futuro la religión caída muy bajo y conservándose únicamente en algunos lugares, en algunos hogares y en algunas familias que Dios ha protegido también de los desastres de la guerra» (AA.III.557)

« (12 de septiembre de 1820). Vi construir una iglesia extraña y al revés de todas las reglas. El coro estaba dividido en tres partes, de las que cada una era unos grados más alta que la otra. Por debajo había una sombría bodega llena de humo. (AA.III.104)

« … en la primera parte vi arrastrar un trono … en la segunda un barreño lleno de agua. El agua sola parecía tener algo de santificado… en la más elevada una mesa …»

« No vi ningún ángel asistir a la construcción: pero diversos espíritus planetarios (que se encargan de engañar a los hombres) de los más violentos arrastraban todo tipo de objetos al sótano, donde personajes en pequeños mantos eclesiales los tomaban para llevarlos con ellos. Nada venía de lo alto en esta iglesia: todo venía de la tierra (…) y de la región tenebrosa (…) todo en esa iglesia, era oscuro, a contra sentido y sin vida: no había mas que burla y ruina»

«Vi cerca otra iglesia donde reinaba la claridad y que estaba provista de toda especie de gracias de lo alto. Vi a los ángeles subir y descender, vi vida y crecimiento… (y también) tibieza y disipación»

«Sin embargo, la Iglesia tradicional (todo lo imperfecta u oscurecida que esté para no saber la luz que le espera) era como un árbol lleno de sabia en comparación de la otra que parecía un baúl lleno de objetos inanimados. Esta era como un pájaro que planea, esta como un dragón de papel, con una cola cargada de cintas y de letreros, que se arrastra en un rastrojo en vez de volar. Vi que muchos de los instrumentos que estaban en la nueva iglesia, como por ejemplo las flechas y dardos, no estaban reunidos más que para ser empleados contra la iglesia viva» (AA.III.104)

«Ellos amasaban pan en la bodega de abajo; pero de ello no resultaba nada y se trabajaba en balde» (AA.III.105)

«Vi también a los hombres con pequeños mantos llevar madera ante las graderías donde se encontraba la sede del predicador, encender fuego, soplar con todas sus fuerzas y producirse un dolor extremo, pero todo esto no producía más que un humo y un vapor abominables» (AA.III.105)

«Entonces hicieron un agujero en lo alto con una vara, pero el humo no quería subir y todo permanecía sumergido en una oscuridad asfixiante.

«Todo permanecía en la tierra e iba a la tierra, y todo estaba muerto, artificial y hecho por la mano del hombre: es propiamente una iglesia de fábrica humana siguiendo la última moda, tan bien como la nueva iglesia heterodoxa de Roma, que es de la misma especie» (AA.III105)

«Me encontraba en una gran sala. A los dos lados había delante de los pupitres, jóvenes en hábito largo que parecían ser seminaristas. En medio un hombre grueso iba y venía. De repente en el lugar de los hombres, ya no vi más que caballos, a los dos lados, y en medio un gran buey rumiando que iba y venía, mientras que detrás de él los caballos mostraban los dientes y hacían todo tipo de muecas. Esperaba que el buey les mostraría los cuernos y que les obligaría a estar tranquilos, pero la única cosa que hizo, fue, llegando a un lado de la sala, golpear la pared con sus cuernos. Ya había un agujero y yo me decía que todo iba a derrumbarse sobre ellos» (AA.III.176)

 

LA FALSA IGLESIA

«12 de noviembre de 1820. – Viajaba a través de una comarca sombría y fría y llegue a la gran ciudad (Roma). Vi allí de nuevo la gran y singular iglesia que se estaba construyendo; no había nada de santo en ella; vi aquello de la misma manera que veo una obra católica, eclesiástica, en la cual trabajan en común los ángeles, los santos y los cristianos; pero aquí la colaboración se hacía de otras maneras más mecánicas. (AA. III. 105)

Vi arriba dibujar líneas y trazar figuras, y vi como, en seguida, en la tierra, un hombre había levantado un plano, un dibujo. Vi la acción de los orgullosos espíritus planetarios en sus relaciones con esta construcción hacerse sentir hasta en las regiones más alejadas. Vi llegar hasta distancias inmensas el impulso dado para la preparación de todo lo que podía ser necesario y útil para la construcción y para la existencia de esta iglesia; vi allí concurrir a todo tipo de personas y de cosas, de doctrinas y de opiniones. Había en todo esto, algo de orgulloso, de presuntuoso, de violento y todo parecía tener éxito y me era mostrado en una multitud de escenas.

Vi subir y bajar a los espíritus planetarios, los vi enviar rayos sobre las personas que construían el edificio. Todo se hacía según la razón humana. (AA.III.105)

No vi ni un solo ángel, ni un solo santo cooperar en esta obra. Pero vi mucho más lejos, en el fondo, el trono de un pueblo salvaje armado de espadas, y una figura que reía y que decía: «Constrúyela todo lo sólida que quieras, nosotros la derrumbaremos» (AA.III.105)

(Vi) que se mina y se asfixia la religión tan hábilmente que no queda a penas más que un pequeño número de sacerdotes que no estén seducidos. No puedo decir como se ha hecho esto, pero veo la niebla y las tinieblas extenderse cada vez más. Sin embargo hay tres iglesias en las que no pueden pertrecharse: son las de San Pedro, la de Santa María Mayor y la de San Miguel. Ellos trabajan continuamente para demolerlas pero no lo consiguen. Todos trabajan para la demolición, incluso los eclesiásticos. Una gran devastación está próxima. (AA.III.122)

Vi muchas abominaciones con gran detalle; reconocí a Roma y vi a la Iglesia oprimida y su decadencia en el interior y en el exterior. (AA.III.159)

Vi sobre una verde pradera muchas personas, entre los cuales había sabios, reunirse aparte… (AA.III.156)

… y apareció una nueva iglesia en la cual ellos estaban reunidos. Esta iglesia era redonda con una cúpula gris y tantas personas afluían que yo no comprendía como ese edificio podía contenerlas a todas. Era como un pueblo entero.

Sin embargo esta nueva iglesia se volvía cada vez más sombría y negra (al comienzo solo era gris) y todo lo que se hacía en ella era como un vapor negro. Estas tinieblas se extendieron fuera y todo el verdor se marchitó; varias parroquias de los alrededores fueron invadidas por la oscuridad y la sequedad, y el prado, a una gran distancia, se volvió como una sombría ciénaga.

Vi entonces varios grupos de gentes bien intencionadas corres hacia un lado de la pradera donde había todavía verdor y luz.

No puedo encontrar palabras para describir la acción terrible, siniestra, mortífera, de esta iglesia. Todo verdor se marchitaba, los árboles morían, los jardines perdían su aderezo. Vi, como se puede ver en una visión, las tinieblas producir su efecto a una gran distancia; por todo donde ellas llegaban, se extendía como una cuerda negra. No se lo que pasó con todas las personas que estaban dentro de esa iglesia. Era como si devorara a los hombres: se volvía cada vez más negra, semejaba totalmente al carbón de forja y se descamaba de manera horrible.

Tras esto (tras la horrible visión de la iglesia negra) fui, guiada por tres ángeles, a un lugar verdeante rodeado de muros, grande aproximadamente como el cementerio que está aquí ante la puerta;

Fui colocada allí como en una banqueta elevada. No sabía si estaba viva o muerta, pero tenía un gran vestido blanco. (AA.III.157)

El mayor de los tres me dijo: «¡Alabado sea Dios! Aquí todavía queda luz y verdor» entonces cayó del cielo, entre la iglesia negra y yo, como una lluvia de perlas brillantes y de piedras preciosas deslumbrantes…

Y uno de mis compañeros (uno de los tres ángeles) me ordeno recibirlas.

Después se fueron. No se si partieron todos; me acuerdo solamente que, en la gran ansiedad que me causaba la iglesia negra, no tuve el coraje de recibir las piedras preciosas. Pero cuando el Ángel volvió a mi, me preguntó si las había recogido y le respondí que no; entonces me ordeno hacerlo en seguida.

Entonces me incliné hacia delante y encontré todavía tres pequeñas piedras con las caras talladas como cristales. Estaban situadas por orden: la primera era azul, la segunda de un rojo claro, la tercera de un blanco brillante y transparente. Yo las llevaba a mis dos otros acompañantes que eran más pequeños que el primero, y, siempre marchando de aquí para allá, ellos las frotaban unas contra otras e hicieron surgir de ellas los más bellos colores y los más bellos rayos de luz que se extendieron por todo.

Allí a donde llegaban, el verdor renacía, la luz y la vida se propagaban. Vi también a un lado a la iglesia tenebrosa que se degradaba.

Después, de golpe, una gran multitud se extendió por el prado verdeante e iluminado, dirigiéndose hacia una villa luminosa.

Por el otro lado de la iglesia negra todo permanecía todavía en una noche sombría. (AA.III.156)

Quieren ellos ser un solo cuerpo en algo diferente que el Señor.

Se formó un cuerpo, una comunidad fuera del cuerpo de Jesús que es la Iglesia: una falsa Iglesia sin Redentor, en la que el misterio es no tener misterio. (AA.II.89)

Es cuando la ciencia se ha separado de la fe cuando nade esta Iglesia sin Salvador, las pretendidas buenas obras sin la fe, la comunión de los incrédulos teniendo la apariencia de virtud, en una palabra la anti-Iglesia cuyo centro está ocupado por la malicia, el error, la mentira, la hipocresía, la laxitud, los artificios de todos los demonios de la época. (AA.II.89)

 

LA COMUNIÓN DE LOS PROFANOS

Todo es (en esta «falsa iglesia») fundamentalmente malo; es la comunión de los profanos.

No se decir hasta donde todo lo que ellos hacen es abominable, pernicioso y vano. (AA.II.89)

¡Quieren ser uno solo cuerpo en algo diferente que el Señor! (AA.II.89)

Tuve una visión en la que vi a los otros en la falsa iglesia, edificio cuadrado, sin campanario, negro y sucio, con una cúpula elevada. Ellos estaban en gran intimidad con el espíritu que reinaba ahí. Esta iglesia está llena de inmundicias, de vanidades, de necedad y de oscuridad. Casi nadie de ellos conocía las tinieblas en medio de las cuales trabajaba. Todo es puro en apariencia: pero no es más que vacío. (AA.II.88)

(La falsa iglesia) está llena de orgullo y de presunción, y con eso destruye y conduce al mal con toda clase de buenas apariencias. Su peligro está en su inocencia aparente (AA.II.89)

Ellos hacen y quieren cosas diferentes: en ciertos lugares su acción es inofensiva: además trabajan para corromper a un pequeño número de sabios, y así todos juntos desembocan en un centro, en una cosa mala por su origen, en un trabajo y en una acción fuera de Jesucristo por el cual únicamente toda vida es santificada y fuera del cual todo pensamiento y toda acción permanecen como el imperio de la muerte y del demonio. (AA.II.89)

Me encontraba en un navío agujereado y estaba tumbada en el fondo, en el único lugar que estaba intacto: las personas estaban sentadas en los dos bordes del navío. Yo oraba continuamente para que no fueran precipitados a las olas: sin embargo ellos me maltrataban y me daban patadas. Veía a cada instante el navío a punto de hundirse y estaba muerta de miedo. (AAA.III.147)

Finalmente ellos fueron obligados a conducirme a tierra donde mis amigos me esperaban para llevarme a otro lugar.

Yo rezaba siempre para que estos desdichados desembarcasen también…

… pero a penas estaba sobre la orilla que el navío se hundió y ninguno de los que allí estaban pudo salvarse, lo cual me llenó de tristeza. En el lugar donde fui había una gran abundancia de frutos. (AA.III.147)

Cuando miraba debajo de mi, vi muy distintamente, a través de un velo de color sombrío, los errores, extravíos y los pecados innumerables de los hombres, y con que necedad y que maldad ellos actuaban contra toda verdad y toda razón. Vi escenas de toda especie: volví a ver el navío en peligro, llevando a estos hombres convencidos de su inmenso mérito y admirados también por muchos otros, pasar cerca de mí sobre un mar peligroso y yo esperaba que en cualquier momento perecerían. Vi entre ellos a sacerdotes y sufrí profundamente para ayudarles a volver al arrepentimiento. (AA.III.149)

¡Vi tantos traidores! Ellos no soportan que se les diga: «esto va mal». Todo está bien ante sus ojos con tal de que puedan glorificarse con el mundo. (AA.III.184)

 

EL PAPA TRAICIONADO

Vi al Papa en oración; estaba rodeado de falsos amigos que a menudo hacían lo contrario de lo que decía. (AA.II.203)

Vi al santo Padre en una gran tribulación y una gran angustia que afectaba a la Iglesia. Le vi muy rodeado de traiciones. (AA.II.414)

¡Ellos quieren quitar al pastor el prado que le es propio! ¡Quieren imponer otro que deja todo en manos de los enemigos! Entonces, tomada por la cólera, ella elevaba el puño cerrado diciendo: ¡Alemanes Bribones! ¡Escuchad! ¡no lo conseguiréis! ¡El pastor está en una rocalla! ¡Ustedes, sacerdotes, no se mueven! ¡Dormís y la granja arde por todos los lados! ¡no hacéis nada! ¡como lloraréis por eso un día! (AA.III.184)

Vi que, en ciertos casos de extrema desdicha, el Papa tiene visiones y apariciones (AA.II.414)

 

EL FALSO ECUMENISMO

Vi, bajo una imagen de varios jardines formando un círculo alrededor mío, la relaciones del Papa con los obispos. Vi al Papa mismo sobre su trono, colocado como en un jardín. Vi en diversos jardines, los derechos y los poderes de estos obispos, bajo forma de plantas, flores y frutos, y vi relaciones, corrientes, influencias, como hilos o rayos yendo de la sede de Roma a los jardines. Vi sobre la tierra, en estos jardines, la autoridad espiritual del momento: vi en el aire, encima de ellos, la cercanía de nuevos obispos. Así, por ejemplo, vi en el aire (en el futuro), encima del jardín donde se encontraba el severo superior (el obispo de entonces, severo porque era firme en la fe), un nuevo obispo mitrado, la mitra y todo lo demás. Vi alrededor de él protestantes que querían hacerle descender en el jardín, pero no con las condiciones que el Papa había exigido. (AA.III.128)

Ellos buscaban infiltrarse por toda clase de medios: desordenaban ciertas partes del jardín donde plantaban malas semillas. Les vi tanto en un lugar, tanto en otro, cultivar, o dejar en baldío, demoler y no quitar los escombros, etc. todo estaba lleno de trampas y de ruinas. Les vi interceptar y desviar las vías que iban al Papa. (AAA.III.128)

Vi a continuación que cuando ellos introducían el obispo de la manera que se habían propuesto, él era intruso, introducido contra la voluntad del Papa y que no poseía legítimamente la autoridad espiritual. (AA.III.128)

Vi, por lo que creo, casi todos los obispos del mundo, pero un pequeño número solamente perfectamente sano. (AA.III.136)

Vi todo lo que respecta al protestantismo tomar cada vez más poder, y la religión caer en decadencia completa. (AA.III.137)

Había en Roma, incluso entre los prelados, muchas personas de sentimientos poco católicos que trabajaban para el éxito de este asunto (la fusión de las iglesias).

Vi también en Alemania a eclesiásticos mundanos y protestantes iluminados manifestar deseos y formar un plan para la fusión de las confesiones religiosas y para la supresión de la autoridad papal. (AA.III.179)

¡… y este plan tenía, en Roma misma, a sus promotores entre los prelados! (AA.III.179)

Ellos construían una gran iglesia, extraña y extravagante; todo el mundo tenía que entrar en ella para unirse y poseer allí los mismos derechos; evangélicos, católicos, sectas de todo tipo: lo que debía ser una verdadera comunión de los profanos donde no habría más que un pastor y un rebaño. Tenía que haber también un Papa pero que no poseyera nada y fuera asalariado. Todo estaba preparado de antemano y muchas cosas estaban ya hechas: pero en el lugar del altar, no había más que desolación y abominación. (AA.III.188)

 

PROFANACIÓN DE LA EUCARISTÍA

Vi muy a menudo a Jesús mismo cruelmente inmolado sobre el altar por la celebración indigna y criminal de los santos misterios. Vi ante los sacerdotes sacrílegos la santa Hostia reposar sobre un altar como un Niño Jesús vivo que ellos cortaban en trozos con la patena y que martirizaban horriblemente. Su misa, aunque realizando realmente el santo sacrificio, me parecía como un horrible asesinato. (CC.89)

… la devoción al Santísimo Sacramento caería completamente en decadencia y el sacramento mismo en el olvido. Ella decía esto aplicándolo particularmente a esa parte de la Iglesia en la que vio todas las cosas desecarse y morir ante el progreso de las luces y bajo el régimen de la libertad, de la caridad y de la tolerancia. (AA.III.164)

Veo los enemigos del Santísimo Sacramento que cierran las Iglesias e impiden que se le adore, acercarse a un terrible castigo. Yo los veo enfermos y en el lecho de muerte sin sacerdote y sin sacramento (AA.III.167)

La fiesta del Santísimo Sacramento se había vuelto una necesidad porque en esa época (la de su institución) la adoración que le era debida estaba muy descuidada y la Iglesia debía proclamar su fe por una adoración pública. No hay fiesta y devoción establecidas por la Iglesia, artículo de fe promulgado por ella que no sean indispensables, necesarios y exigidos para el mantenimiento de la verdadera doctrina en una época dada. (AA.II.286)

 

LA BENDICIÓN DESCUIDADA

Es muy triste que los sacerdotes, en nuestro tiempo, (el de Ana Catalina) sean tan indiferentes en lo que toca al poder de bendecir. Se diría a menudo que ya no saben lo que es la bendición sacerdotal; muchos a penas creen en ella y se avergüenzan de la bendición como de una ceremonia anticuada y supersticiosa.

Muchos, finalmente, no reflexionan nada en esa virtud y en esa gracia que se les ha dado por Jesucristo y tratan la cosa muy ligeramente. Como el Señor ha instituido el sacerdocio y le ha transmitido el poder de bendecir, me es necesario languidecer y consumirme en el deseo de recibir la bendición. Todo en la Iglesia no hace más que un solo cuerpo: el rechazo de una parte hace que la otra quede afectada. (AA.I.523)

 

EL CELIBATO DE LOS SACERDOTES

Desde el domingo de Quasimodo hasta el tercer domingo tras la Pascua (1820), sus sufrimientos expiatorios aumentaron hasta tal punto que su entorno, a pesar de estar acostumbrado desde hacía tiempo a parecidos espectáculos, podía a penas soportarlo. Ana Catalina sufría a causa de los ataques dirigidos por los adherentes de Wessemberg contra el celibato de los sacerdotes y de los numerosos escándalos ligados a esos desgraciados manejos. (AA.III.167)

He sido conducida hacia un rebaño, en una de las extremidades del campo de la casa de bodas. Entre los corderos que lo componían, había muchos malos carneros que deterioraban el rebaño golpeándolo con sus cuernos. (AA.III.174)

Se me ordenó poner a parte a los carneros malos. Esto era muy desagradable y muy penoso para mi, ya que yo no podía distinguirlos bien de los otros.

 

LENGUA PROFANA Y LENGUA SAGRADA

No puedo hacer uso de las oraciones de la Iglesia traducidas al alemán. Ellas son para mi demasiado insípidas y demasiado repelentes. En la oración no estoy ligada a ninguna lengua y, en el transcurso de mi vida, las oraciones latinas de la Iglesia me han parecido siempre mucho más profundas y más inteligibles. En el convento, me regocijaba siempre de antemano cuando debíamos cantar los himnos y responsos en latín. La fiesta era todavía más viva para mí y veía todo lo que cantaba. Sobre todo cuando catábamos en latín las letanías de la Santa Virgen, veía sucesivamente en una maravillosa visión todas las figuras simbólicas de María. Era como si mis palabras hubieran hecho aparecer esas imágenes, y al comienzo estaba muy asustada de ello; pero pronto eso fue para mi una gracia y un fervor que estimulaban mucho mi devoción. He visto así las escenas más admirables. (AA.I.258)

 

LA ANARQUÍA EN LA IGLESIA

No hay más que una Iglesia, la Iglesia católica romana. Y cuando no quedare sobre la tierra más que un católico, este constituiría la Iglesia una, universal, es decir católica, la Iglesia de Jesucristo, contra la cual las puertas del infierno no prevalecerán.

El conocimiento de la grandeza y de la magnificencia de esta Iglesia, en la cual los sacramentos son conservados con toda su virtud y su santidad inviolable, es desgraciadamente una cosa rara en nuestros días, incluso entre los sacerdotes. Y es porque tantos sacerdotes no saben ya más lo que ellos son y no comprenden más el sentido de esta palabra, «pertenecer a la Iglesia».

Es algo muy grande, pero también algo imposible sin la verdadera luz, sin la simplicidad y la pureza, el vivir según la fe de esta santa Iglesia. (AA.I.528)

Veo en todos ellos, incluso en los mejores de entre ellos, un orgullo espantoso, pero en ninguno veo humildad, simplicidad, obediencia. Son terriblemente vanos de la separación en la que viven. Hablan a veces de fe, de luz, de cristianismo vivo; pero menosprecian y ultrajan la santa Iglesia en la cual únicamente hay que buscar la luz y la vida. (AA.I.535)

Se sitúan por encima de todo poder y de toda jerarquía eclesiástica y no conocen ni la sumisión ni el respeto hacia la autoridad espiritual. En su presunción, pretenden comprenderlo todo mejor que los jefes de la Iglesia e incluso que los santos doctores. Rechazan las buenas obras y quieren sin embargo poseer toda perfección, ellos que, con su pretendida luz, no juzgan necesarias la obediencia, ni las reglas de disciplina, ni mortificaciones, ni penitencia. Yo los veo siempre alejarse cada vez más de la Iglesia, y veo un mal porvenir para ellos. (AA.I.536)

Ninguna desviación lleva a consecuencias tan desastrosas y es tan difícil de curar como este orgullo del espíritu por consecuencia del cual el hombre pecador pretende llegar a la suprema unión con Dios sin pasar por el camino laborioso de la penitencia, sin practicar incluso las primeras y las más necesarias de las virtudes cristianas y sin otra guía que el sentimiento íntimo y la luz que da al alma la certeza infalible que Cristo opera en ella. (AA.I.536)

Estos «iluminados», los veo siempre en una cierta relación con la venida del Anticristo, ya que ellos también, por sus manejos, cooperan en el cumplimiento del misterio de iniquidad. (AA.I.536)

 

¡JESÚS! ¡JESÚS! ¡JESÚS!

¡Cristo para nosotros! ¡Cristo en nosotros! (AA.I.536)

Ellos habían rechazado todo juicio de la autoridad legítima de la Iglesia, que únicamente ella ha recibido su poder de Dios, que únicamente ella tiene misión para poder decidir sobre la verdad o falsedad de estos tipos de manifestaciones interiores; ellos se habían puesto por encima de las reglas de la fe y de los mandamientos divinos y habían por ello quitado toda barrera que hubiera podido preservar a estos infortunados de este mal cuya influencia desastrosa hacían crecer como una simiente de maldición por todo lugar por donde pasaban. (AA.I.537)

Jesús les habló de diferentes sectas religiosas que existían entonces, y que Él las describió como sepulcros blanqueados y llenos de la corrupción más espantosa. (BB.II.180)

El tiempo del Anticristo no está tan próximo como algunos creen. Habrá todavía algunos precursores. He visto en dos ciudades doctores, de cuya escuela podrían salir estos precursores. (AA.II.441)

… ella vio el cese del sacrificio en la época del Anticristo (AA.II.492)

27 de junio de 1822 – He tenido un penoso trabajo que hacer en una iglesia en la que se había, por temor a una profanación, cerrado y tapiado el Santísimo Sacramento en un pilar y donde se decía la misa en secreto en una bodega debajo de la sacristía. No puedo decir donde ocurría esto: la iglesia era muy vieja y tenía yo un terror mortal de que el sacramento estuviera expuesto a algún peligro. Entonces mi conductor me exhortó de nuevo a orar y a pedir con todo mi conocimiento oraciones para la conversión de los pecadores y sobre todo para que los sacerdotes tengan una fe firme: ya que los tiempos muy difíciles se acercan: los no católicos quieren por todos los medios posibles disputar y quitar a la Iglesia todo lo que es de su dominio. La confusión será cada vez mayor. (AA.II.475)

 

EL HEDONISMO Y LA CRUZ

… se guardaba silencio sobre la cruz, sobre el sacrificio y la satisfacción, sobre el mérito y el pecado, donde los hechos, los milagros y los misterios de la historia de nuestra redención debían dejar paso a «profundas teorías de la revelación», donde el hombre-Dios, para ser soportado, sólo debía ser presentado como «el amigo de los hombres, de los niños, de los pescadores», donde su vida no tenía valor más que como «enseñanza», su Pasión como «ejemplo de virtud», su muerte como «caridad» sin objeto; donde se le quitaba al pueblo creyente el antiguo catecismo que se reemplazaba por «historias bíblicas» donde la falta total de doctrina debía de ser velada bajo «un lenguaje ingenuo al alcanza de todas las inteligencias»; donde los fieles estaban forzados a «cambiar todos sus libros de piedad», sus viejas formulas de plegaria y sus antiguos cánticos por producciones de fábrica moderna «tan malas y tan impías» como aquellas por las que se intentaba reemplazar el misal, el breviario y el ritual. (AA.II.415)

No es solamente para los incrédulos y los enemigos de Dios que combatían a la santa Iglesia con todas las armas de la violencia y de la astucia, que la cruz era una locura y un escándalo, sino que, al margen de los hombres que no querían renegar de la fe en Jesucristo, uno se asustaba del número de aquellos que comprendían todavía el testimonio del príncipe de los Apóstoles: «Sabed que no habéis sido buscados por el oro y la plata, cosas perecederas, sino por la sangre preciosa de Cristo, como por la de un cordero sin mancha.»

NOTAS AL PIE
AA.- Vie d’Anne-Catherine Emerich (3 volúmenes), por el Padre K. E. Schmoeger. Tequi, editor, 1950.
BB.- Vie de N. S. Jésus-Christ (6 volúmenes), según las Visiones de Anne-Catherine Emerich, recogidas por Clement Brentano. H. Casterman, editor, 1862.
CC.- Vie de la Sainte-Vierge (1 volumen) Tequi editor
DD.- La Douloureuse Passion de N. S. Jésus-Chris (1 volumen) H. Casterman, editor, 1865)
EE.- Visions de’Anne-Catherine Emerich (3 volúmenes). Tequi editor, 1965

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00 Todas las Advocaciones 06 Junio ADVOCACIONES Y APARICIONES Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA

El Aviso, el Milagro y el Castigo en Garabandal, España

Entre las apariciones de Garabandal han habido muchas profecías sobre el futuro inmediato de la humanidad y de la Iglesia. En el anuncio profético de Garabandal, Conchita habla de un aviso, un milagro, y un castigo para la humanidad…

Ver estos posts de los Foros:
Nuestra Señora del Carmen de Garabandal, España ( 18 de junio)
La Virgen de Fatima profetizó su aparicion en Garabandal
Videos sobre las Apariciones de Garabandal
El Aviso, el Milagro y el Castigo en Garabandal, España
La Profecía sobre los Papas en Garabandal
Los Papas, la Iglesia y los Sacerdotes en Garabandal
El Padre Pio y las apariciones de Garabandal
El Milagro de la Comunión del Arcangel Miguel en Garabandal
Dos Testimonios de Curaciones en Garabandal
Visión del Padre Andreu en Garabandal, España ( 8 de agosto de 1961)
El Diario de Conchita, la vidente de Garabandal
La aldea de San Sebastián de Garabandal donde apareció la Virgen en 1961
Los Mensajes y Milagros de Garabandal

EL AVISO

Antes del Milagro, como una purificación preparatoria, vendrá un Aviso de Dios a la humanidad: Cada uno verá su alma como Dios la ve, conoceremos que ÉL existe, y que ha estado presente en cada una de nuestras faltas. Será como un juicio en miniatura. Es como el fuego pero no quema la carne, aunque se sentirá física e interiormente. Durará poco tiempo, pero sus efectos en el mundo serán grandes.

El fenómeno no ocasiona la muerte, sino por miedo y terror, y en algún caso especial por la misericordia de Dios (para librarnos de lo que se avecina). Dios espera que, con este acto de su misericordia, enmendemos nuestras vidas, y nos volvamos hacia Él. Los que ya conocen y aman a Dios, se acercarán más a ÉL. Este fenómeno (el Aviso), afectará menos a los que estén en estado de Gracia.

El 1 de enero, del año 1965, Conchita tuvo una nueva aparición de la Señora quién habló del «aviso» para que el mundo se enmiende.

Conchita nos dice: «No puedo decir en qué va a consistir, pues Ella no me ha ordenado decirlo. Y ¿cuándo será?, no me lo ha dicho, así que no lo sé. Si sé que será visible para todo el mundo; será obra directa de Dios y tendrá lugar antes del milagro. Yo no sé si morirán personas. Únicamente pueden morir, al verlo, de impresión.»

En una de sus cartas habla así sobre el aviso:
«Ese aviso es como un castigo, para los buenos y los malos: para los buenos, para acercarlos más a Dios y para los malos, para anunciarles que viene el fin de los tiempos y que estos son los últimos avisos.»

El aviso será fruto de la justicia de Dios y de Su misericordia. De Su justicia, porque nos va a purificar de nuestros pecados; de Su misericordia, porque nos dará la oportunidad de una mayor conversión en nuestra vida espiritual. Este aviso será obra de la intervención directa de Dios.

El aviso que vendrá al mundo será algo externo a nosotros que sucederá en el firmamento; será vista una luminosidad acompañada de un fuego ardiente que se sentirá en toda la tierra. Por un corto tiempo el mundo quedará paralizado y ningún motor o máquina funcionará.

Al final nos invadirá un estado de felicidad al saber lo mucho que Dios nos ama. Todo el mundo lo vivirá desde donde esté. No se morirá por causa del Aviso. Cuando esto suceda el Milagro está próximo.

 

EL MILAGRO

Después del Aviso viene un gran Milagro. Será anunciado ocho días antes por Conchita por mandato de la Virgen. Viene directamente de Dios.

En una nota Conchita escribe:
«Lo del milagro me lo ha dicho, la Virgen, a mí sola. Ella me ha prohibido decir en qué consistirá. Tampoco puedo decir la fecha hasta ocho días antes. Lo que sí puedo decir es que coincidirá con un acontecimiento de la Iglesia y con la festividad de un Santo mártir de la Eucaristía; será a la ocho y media de la tarde de un jueves; será visible para todos los que estén en el pueblo y en las montañas de los alrededores: los enfermos que asistan sanarán y los incrédulos creerán. Será el milagro mayor que Jesús ha hecho para el mundo. No quedará la menor duda de que es de Dios y para bien de la humanidad. Quedará una señal del milagro, para siempre, en los pinos. Podrá ser filmado y televisado.”

Después del Milagro, si el mundo no se convierte, Dios enviará un Gran Castigo sobre la humanidad endurecida e incrédula, salvo, consiguientemente, un pequeño resto que será preservado.

De todo lo que han dicho las niñas en entrevistas y cartas, principalmente Conchita, podemos señalar los aspectos esenciales del milagro:

La Virgen dijo que antes del día del Milagro mucha gente habrá dejado de creer en las Apariciones de Garabandal, por lo que será de gran alegría la vuelta a la Fe que tendrá lugar cuando llegue el Aviso y el Milagro.

• Conchita conoce su fecha exacta,
• Que lo comunicó a Pablo VI, así como al confesor de éste y al Cardenal Ottaviani, Pro-Prefecto del Santo Oficio, hoy Congregación para la Doctrina de la Fe
• Conchita lo anunciará al mundo ocho días antes de su fecha
• Transcurrirá menos de un año entre el Aviso y el Milagro
• Durará entre 10 minutos y un cuarto de hora
• Tendrá lugar un jueves, a las 8:30 de la tarde
• Entre los días 6 y 16 de uno de estos tres meses: marzo, abril o mayo
• Ese día no será fiesta de la Virgen.
• Coincidirá con el día de la fiesta de una santo mártir en relación con la Eucaristía
• Coincidirá también con un acontecimiento muy importante, raro, singular, tanto para la Iglesia como para toda la cristiandad, un acontecimiento feliz y venturoso.
• Será el milagro mayor que Jesús haya hecho para el mundo.
• Será visible en Garabandal y en las montañas de los alrededores; no podrá palparse pero si podrá ser filmado, fotografiado y televisado.
• No será necesario que los videntes estén presentes en el momento de la realización de este milagro.
• Los enfermos que asistan se sanarán y los incrédulos creerán.
• El Papa y el padre Pío verán el milagro «desde donde quiera que estén».
• El ciego Joey Lomangino recobrará la vista.
• El cuerpo difunto del Padre Luis María será desenterrado y se encontrará incorrupto.

Quedará una señal permanente en los pinos, que será una señal visible del Amor de Dios. Es como una última gran ayuda antes de la purificación universal, ya que si el mundo con esto no cambia, Dios permitirá una gran tribulación, el Castigo.

La Virgen dijo que habrá permiso oficial para que los Sacerdotes, Religiosos y Religiosas suban a Garabandal, un tiempo antes del gran día del Milagro. La Virgen María dijo que, antes del Milagro, el Obispo que esté en Santander, recibirá una prueba personal para que dé permiso Oficial a los Sacerdotes de subir y en esas fechas se retirarán todas las notas negativas.

 

MILAGROS RELACIONADOS CON EL GRAN MILAGRO

En referencia a los milagros recordamos lo que dijo el Concilio Vaticano II en el Decreto Ad Gentes no. 12, «Cristo curaba toda suerte de dolencias y enfermedades, como señal del advenimiento del reino de Dios….».

La Iglesia siempre ha creído en milagros, aunque al mismo tiempo pide prudencia para no ser engañados. La siguiente es la historia de 2 de los actores de los milagros profetizados.

 

EL CIEGO JOEY LOMANGINO

Joey Lomangino nació en Brooklyn el 27 de junio, de 1931. En junio de 1947, cuando inflaba un neumático, este estalló y se le produjo entre los ojos una fractura de diez pulgadas. También le quedaron seccionados los nervios ópticos y olfativos.

El mismo año del accidente, con ayuda de sus amigos, Joey se convirtió. El mismo año, una voz le despertó de su sueño y le pidió que rezara el rosario.

En 1963, Joey viaja a San Giovanni Rotondo para ver al Padre Pío, y allí recobró su olfato a pesar de no tener ninguna posibilidad física de ello. Joey le pregunta al Padre Pío, ya beato, si era verdad que la Virgen se había aparecido a cuatro niñas en España. El Padre responde que «sí», y entonces Joey se dirige a Garabandal y vuelve en repetidas ocasiones.

Durante uno de los éxtasis de Conchita la Virgen bendice con un beso la Medalla Milagrosa de Joey y el 19 de marzo, de 1964, fiesta de San José, Conchita tuvo una locución en cual la Virgen le había dicho que Joey recibiría ojos nuevos el día del Gran Milagro… que verá el día mismo del Milagro… y que la voz que había oído en 1947 era la de la Santísima Virgen.

 

EL PADRE LUIS MARÍA ANDREU

La muerte del padre Luis María Andreu es uno de los puntos de referencia más importantes en la historia de Garabandal. El Padre Luis era profesor de teología en la facultad que la Compañía de Jesús tenía en la provincia de Burgos. Cuando murió tenía treinta y seis años. El y su hermano, Ramón, llegaban a Garabandal para averiguar si las apariciones eran reales.

El día que tuvo la dicha de ver a la Virgen y el Milagro, la Virgen le dijo que pronto estaría con Ella en el Cielo y cuando bajó del pueblo dijo al párroco D. Valentín “Lo que las niñas dicen es verdad”, durante el viaje de vuelta dijo “Para mí ya no hay duda de que lo que dicen las niñas es verdad, qué gracia mas grande me ha dado la Virgen, qué Madre mas buena tenemos en el Cielo, hoy es el día mas feliz de mi vida”, murió poco después de felicidad y sin dolor alguno.

Los hechos sucedieron así: El 8 de Agosto de 1961, el Padre Luis María Andreu, acompañado de unas veinte personas de Aguilar de Campoo, llegó a San Sebastián de Garabandal. El párroco, Don Valentín Marichalar, tuvo que ausentarse ese día a Torrelavega, y le pidió al Padre Luis que, mientras él estuviese fuera, hiciese las veces de párroco. La Misa que celebró ese día el Padre Luis fue con un fervor muy especial, la gente del pueblo lo comentaba.

Al salir del templo se detuvieron y rezaron en distintos lugares, tal y como lo habían hecho antes en otras ocasiones. Cuando llegaron al sitio en que se esperaba que terminase la aparición, las videntes, inesperadamente, subieron por una ladera de mucha pendiente que conduce a un pequeño Pinar, de nueve pinos, en un cerro sobre la aldea. Es precisamente en estos pinos donde tendrá lugar el gran Milagro que se ha profetizado, que dejará una Señal sobrenatural, permanente y visible, y donde se construirá una capilla en honor de San Miguel Arcángel, según se indicó en una aparición el 16 de Julio de 1961.

Era un martes, sobre las diez de la noche y el Padre Luis se encontraba entre la muchedumbre que seguía a las videntes. Tan pronto como las niñas llegaron al Pinar, Loli habló de la capilla que habría de construirse en honor de San Miguel Arcángel, Protector del Pueblo de Dios, de la Iglesia Universal. Se arrodillaron, cantaron un cántico en honor de San Miguel. Durante el diálogo entre las niñas y Nuestra Señora, Conchita de nuevo volvió a pedirle una prueba, como había hecho antes esa misma tarde, y dijo: «como no dimos ninguna prueba la gente no cree».

El Padre Luis, que había estado observando a las niñas con mucha atención «se sintió repentinamente invadido de una honda emoción y dijo cuatro veces y con voz muy alta. «¡MILAGRO!». El Padre Luis estaba con las cuatro niñas que se habían arrodillado en éxtasis. Gotas de sudor le caían por la frente. La Virgen le miraba y le dijo: «Muy pronto estarás conmigo». Las niñas dijeron, «vimos al Padre Luis, y la Santísima Virgen nos dijo que el Padre Luis también la veía a Ella y que veía el Milagro». En esa misma noche, ya de camino de vuelta, la Virgen se lo llevó al Cielo, murió de felicidad y sin dolor alguno.

Según relata Conchita, al día siguiente del milagro, el cuerpo del difunto Padre Luis María Andreu será desenterrado y estará incorrupto. Y un hecho importante sobre este milagro es que el Padre Luis fue enterrado el 10 de agosto, de 1961 y quince años después, es decir, a principios de 1976, el seminario donde se encontraba enterrado el Padre Luis fue transformado en sanatorio psiquiátrico. El cuerpo del Padre Luis tuvo que ser exhumado y se encontró en estado de esqueleto. A través de este hecho la Providencia ha querido que la corrupción del cuerpo del Padre Luis Andreu haya sido constatada de modo irrefutable. ¿Quiere Dios, dejarnos un signo de esperanza, dentro del contexto escatológico, a través de la restauración de un cuerpo descompuesto? «Los muertos serán resucitados incorruptibles y nosotros seremos transformados» (1 Cor 15, 52).

 

LA SEÑAL

Acontecimiento propio del Fin de los Tiempos. La Virgen dijo que después del Milagro quedará una señal permanente en los Pinos como prueba del Amor inmenso de Dios hacia la Humanidad. Se podrá ver, fotografiar, filmar, pero su sustancia es de naturaleza desconocida ya que es Obra de solo Dios.

El hecho trascendente es que esta señal, al modo de la que guió al pueblo judío por el desierto, significa que también los Cristianos del Fin de los tiempos tendrán el auxilio Divino hasta el Fin del mundo. Uno de los hechos mas notables será la unión de las Iglesias, así lo dijo la Virgen en Garabandal.

Después de la gran purificación se cumplirán las profecías tales como la predicación universal del Evangelio y la conversión del Pueblo Judío. Una gran paz reinará por un tiempo sobre toda la tierra. La Iglesia y el mundo cambiarán tanto respecto a como lo conocemos ahora que no lo podemos imaginar. Esto es el preludio de los tiempos escatológicos.

 

EL CASTIGO

Nos cuenta Conchita en uno de sus escritos.
«El castigo está condicionado a que la humanidad haga caso o no de los mensajes de la Virgen y al milagro. En caso de que suceda, yo sé en qué va a consistir, porque yo he visto el castigo; si puedo asegurar que si viene es peor que si estuviéramos envueltos en fuego; peor que si tuviéramos lumbre por arriba y lumbre por abajo. No sé el tiempo que pasará para que Dios lo envíe, después de hecho el milagro».

El castigo de Garabandal nos recuerda a aquellos que habla la Sagrada Escritura en sus páginas: es la revelación al hombre de su condición de pecador, de la relación estrecha entre pecado y castigo y de un Dios que juzga y salva; pues el Castigo no es otra cosa que una sanación medicinal que busca restablecer el camino recto. Para unos será un callejón sin salida y su condenación eterna; para otros, la invitación a «volver» a Dios.

La Santísima Virgen en Garabandal no viene a «predecir» un castigo; vine a darnos los medios para evitarlo: «no quiero vuestra condenación», dirá la Virgen en su mensaje. Pero, si rehusamos a obedecer la llamada de Dios a la conversión, si mantenemos nuestra voluntad de rechazo, se nos cerrará la remisión y la cólera de Dios caerá sobre nosotros… y esto será el castigo anunciado.

El castigo fue anunciado por las niñas en el primer mensaje el 18 de octubre, de 1961. Las niñas relataron que el castigo, según pudieron «verlo» la noche del 19 y 20 de junio, de 1962:
«Era similar a ríos transformados en sangre, fuego que baja del cielo y cosas peores; gran calor, sed abrasadora y el agua que se evaporará; todos los hombres presos de la desesperación buscando matarse unos a otros, pero al faltar las fuerzas, caerán: unos en las llamas y otros lanzándose al mar, pero el agua parecerá hervir y activar las llamas».


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La Profecía sobre los Papas en Garabandal

El 5 de junio de 1963 Conchita reveló que la Virgen le había dicho que quedaban 3 papas (¿o habrá dicho 4?) hasta el final de los tiempos. Hoy esta en discusión si la Virgen le dijo 3 o 4, y también que significa que vendrá el “fin de los tiempos”.Y según san Malaquías, después de Juan Pablo II quedaría 2 papas más.

Si creemos que la Virgen dijo que quedaban 3 papas, entonces, como a la muerte de Juan XXIII siguió Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, con la asunción de Benedicto XVI estaríamos en el “final de los tiempos”.

Si creemos que la Virgen dijo que quedaban 4 papas, uno casi no lo contaba porque iba a durar muy poco (Juan Pablo I), entonces el “final de los tiempos” vendrá con el sucesor de Benedicto XVI.

Ver estos posts de los Foros:
Nuestra Señora del Carmen de Garabandal, España ( 18 de junio)
La Virgen de Fatima profetizó su aparicion en Garabandal
Videos sobre las Apariciones de Garabandal
El Aviso, el Milagro y el Castigo en Garabandal, España
La Profecía sobre los Papas en Garabandal
Los Papas, la Iglesia y los Sacerdotes en Garabandal
El Padre Pio y las apariciones de Garabandal
El Milagro de la Comunión del Arcangel Miguel en Garabandal
Dos Testimonios de Curaciones en Garabandal
Visión del Padre Andreu en Garabandal, España ( 8 de agosto de 1961)
El Diario de Conchita, la vidente de Garabandal
La aldea de San Sebastián de Garabandal donde apareció la Virgen en 1961
Los Mensajes y Milagros de Garabandal

Sea cual fue el último papa sigue igual en pie determinar cuales son las consecuencias perceptibles concretas, en tiempos humanos, de que entremos en los “últimos tiempos”.

De cualquier forma, esta profecía de los tres Papas siempre ha sido objeto de gran interés a causa de sus enormes implicancias. De acuerdo a Conchita, la Virgen le dijo que después del tercer Papa (o cuarto) vendría el final de los tiempos pero no el fin del mundo, una sentencia que Conchita misma no entiende.

 

VERSION DE QUE QUEDAN SOLO 3 PAPAS

En los primeros días de junio, de 1963. Las campanas de Garabandal empezaron a tocar; Conchita que estaba en la cocina de su casa con su madre Aniceta, exclamó inmediatamente:

Las campanas tocan por un muerto. Seguramente, es por el Papa (en efecto, Juan XXIII había muerto). Ahora ya no quedan más que tres Papas.

La madre, sorprendida, le pregunta que ha dicho, ella le responde que la Virgen le había dicho que después de este Papa (Juan XXIII) solo quedaban tres. La madre le pregunta si entonces vendrá el fin del mundo. Conchita responde, «no el fin del mundo, pero el fin de los tiempos».

Aniceta entonces le pregunta si no era lo mismo. La niña respondió «A mí fue la Virgen quien me lo dijo: «Después de este Papa ya sólo quedan tres y después, el fin de los tiempos». (Diario de Conchita de 5-6-63)

No debe de confundirse el fin de los tiempos con el fin del mundo. Hay que recordar que el «fin de los tiempos» comenzó a partir de la primera venida de Cristo. El fin de los tiempos se refiere al final de una época. Quizás, esas palabras en boca de la Virgen signifiquen que tras una purificación de la humanidad y la renovación de la Iglesia comenzará otra época donde reine glorioso Jesucristo.

No se trata de un paraíso en la tierra ya que los conflictos continuarán siempre pero si un tiempo en que la Iglesia manifieste mas claramente a Cristo por estar El reinando en muchos de los corazones de los fieles.

 

VERSION DE QUE QUEDAN SOLO 4 PAPAS

Esta versión es la que se narra en http://www.virgendegarabandal.org, que es un sitio dedicado integramente a las apariciones de Garbandal.

En 1965 Conchita dijo que en algunas ocasiones no sabía si contar algunas cosas porque, aunque la Santísima Virgen no se lo prohibió, tampoco le dijo que lo dijese.

La Santísima Virgen, el 1 de Enero de 1965, le reveló el AVISO que va a venir y esto sí que lo podía decir, en cambio, la importantísima conversación del 8 de diciembre de 1963 acerca de cosas futuras que van a suceder no se las permitió decir ni siquiera bajo secreto de confesión.

La conversación tan importante que continuamos acá la contó en presencia de cuatro testigos: su madre Aniceta, D. Albrecht Weber, su madre Elisabeth Weber y Eloisa Deguia.

Fue en la tarde del día 13 de noviembre de 1965, el día de la última Aparición de la Santísima Virgen. La Sra. Elisabeth Weber tomó notas detalladas. En este día, D. Albrecht Weber habló largamente con Conchita de varios temas relacionados con las Apariciones.

La primera parte de la conversación dice:
Cuando la noticia de la muerte del Papa Juan XXIII llegó al pueblo, las pequeñas campanas de la Iglesia anunciaron la muerte del Papa con un tono fúnebre.

Conchita fue con su madre Aniceta y la Sra. Ortiz de camino a la Iglesia. Surgió la siguiente conversación:

— El Papa ha muerto.
Dijo su madre.

Contestó Conchita:
— Ah, que el Papa murió. Entonces quedan TRES papas.
Hasta aquí todo muy bien. Sin embargo, una vez de vuelta a casa, Aniceta no estaba tranquila y quiso conocer más profundamente los pensamientos de su hija que parecía reservarse en presencia de la Sra. Ortiz.

En casa, a solas, temiendo un posible error de su hija, le pregunta su madre:
— ¿De donde sabes que solamente quedan TRES papas?

Conchita respondió:
— De la Santísima Virgen. En realidad me dijo que aún vendrían CUATRO papas pero que Ella no contaba uno de ellos.

Dice Aniceta:
— Pero entonces, ¿por qué no tener en cuenta UNO?

Responde Conchita:
— Ella no lo dijo, solo me dijo que UNO no le tenía en cuenta. Sin embargo me dijo que gobernaría la Iglesia por muy poco tiempo.

A la pregunta:
— ¿Quizás por eso no lo cuenta?

Conchita dice:
— No lo sé.

Su madre:
–Y qué viene después?
— Ella no lo dijo.

La Virgen dice claramente que, después de Juan XXIII, habrá cuatro Papas más pero que uno de ellos no le tiene en cuenta. Aniceta no entiende por qué y le pregunta a su hija si será por el motivo de que gobernará la Iglesia por muy poco tiempo. Sin embargo la Santísima Virgen no explica la causa de la repentina muerte de Juan Pablo I ni cual es el motivo concreto por el que no le cuenta pero sí indica claramente que el que Ella no cuenta es el que reinará poco tiempo, es decir el papa Juan Pablo I.

Así pues los cuatro Papas, después de Juan XXIII, son: Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI y el que la Virgen no cuenta, cuando dijo «Solo quedan TRES papas», es Juan Pablo I. Hay que entenderlo así: Solo quedan TRES papas que gobernarán normalmente a la Iglesia ya que a Juan Pablo I no le dio tiempo a realizar ni siquiera la primera de las grandes reformas que pensaba hacer.

 

LAS PROFECÍAS DE SAN MALAQUÍAS

Para contrastar informamos también sobre las profecías de San Malaquías que muestran cierta familiaridad con las de Garabandal.

San Malaquías fue un Arzobispo Irlandés (de Armagh), que vivió en los años 1094-1148. Hizo una lista de 111 Papas, más «Pedro Romano», sin número, que sería el último Papa. Y estas profecías están relacio
nadas con las de Garabandal para los últimos Papas, con algunas diferencias.

A cada Papa le puso un «lema», y en 800 años se han cumplido muy bien.

Así, el número 1 era «Ex Castro Tiberis»: ¨de un Castillo del Tíber», y correspondió al Papa Celestino II que había nacido en la ciudad de Castillo sobre el río Tíber.

El lema del número 2 era «Inimicus Expulsus» («Expulsador de Enemigos»), que correspondió al Papa Lucio II, y su nombre de familia era «Caccianemici» que significa «Expulsador de Enemigos».

El número 35, «De Suttore Osseo» (Del Remendón de Ossa), el Papa Juan XII (1316-24), que era hijo de un zapatero remendón nacido en Ossa.

Así se han ido cumpliendo los «lemas» con increíble exactitud. En los últimos tiempos:

El Papa número 106, «Pastor Angélicus» correspondió a Pío XII, que tenía en su escudo un Angel, y es considerado como el más angélico de todos los Papas.

El número 107, «Pastor et Nauta» («Pastor y Navegante»), correspondió a Juan XXIII, cuyo tema preferido era el «Buen Pastor», y nació en Venecia, la ciudad entre las aguas.

El número 108, «Flos Florum» («Flor de las Flores»), Pablo VI, que tiene en su escudo de armas el «lirio», la «flor de las flores».

El número 109, «De Mediate Luna» («De la Media Luna»), Juan Pablo I, que fue elegido en una Media Luna y falleció en la siguiente Media Luna.

El número 110, «De Labore Solis», Juan Pablo II. Juan Pablo II sería el último Papa según Garabandal (si se cuenta a Juan Pablo I). Esta descripción encaja perfectamente al Papa Juan Pablo II, quien surgió como una luz especial para la Iglesia Católica, promoviendo la fe desde todos los ángulos. Las obras de Juan Pablo II fueron realmente el trabajo de Dios, la labor del sol.

El segundo significado de «de labore solis» es el de un eclipse solar, en el cual parece que el sol tiene que trabajar para dar luz. Tal vez el hecho de que Juan Pablo II fue un Papa muy Mariano que tuvo una devoción especial a la Virgen Maria, la mujer vestida con el sol que aparece en el Apocalipsis, sugiere como si el sol (Nuestro Señor) es opacado temporalmente por la luna (la Virgen Maria).

Según San Malaquías habría otros dos Papas más:

El número 111, «De Gloria Olivae»… Los Benedictinos siempre han pensado que se tratará de una persona relacionada con su Orden, profetizado por el mismo San Benito, que unirá a los creyentes y vencerá a los herejes. Este sería Benedicto XVI.

«Pedro Romano», según San Malaquías, vendrá después del número 111, pero a Pedro Romano no le da «número», solo dice que será el único Papa llamado «Pedro», como el primero. Y en verdad esta profecía también se ha cumplido, porque en 800 años desde que se hicieron estas profecías, ningún Papa se ha llamado «Pedro». Habrá muchas persecuciones de la Iglesia, el Vaticano será destruido, y el Juez juzgará a la humanidad.

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El fenómeno sobrenatural del Ayuno Absoluto (Inedia) y la santificación

Teresa Neumann

La fisiología y la patología enseñan que el hombre no puede sobrevivir a una abstención total de alimentos prolongada por algunas semanas. Esta es la regla general para el acontecer totalmente humano, sin embargo, la Iglesia registra numerosos casos de ayunos absolutos durante años, perfectamente documentados, ya que las investigaciones que se aplican desde Benedicto XIV son muy estrictas. Sin embargo, el ayuno absoluto durante años, por sí solo, no es causa de santidad.  

En lo estrictamente humano, se puede mencionar el caso del alcalde de Cork, que se dejó morir de hambre para protestar contra el dominio inglés en Irlanda: su agonía, durante la cual no tomó más que líquido, duró cerca de dos meses y medio. En 1831, el bandido Granié, condenado a muerte, rehusó todo alimento, excepto un poco de agua; murió al cabo de sesenta y tres días, en medio de convulsiones reducido a 26 kilogramos de peso (Dr. Moreau-Christophe, inspector de prisiones). En 1924 el Dr. P. Noury, en Concours medical, publicó la observación de una nonagenaria, que habiéndose fracturado el cuello del húmero, declaró que no quería quedar debilitada y que prefería morir. Rehusó toda otra alimentación que no fuera un poco de agua y algunos granos de uva: se extingió a los cuarenta y nueve días.

Frente a estos datos, la historia de los místicos nos presenta, entre otros, a la bienaventurada Angela de Foligno (fallecida en el año 1309), que permaneció doce años sin tomar alimento alguno; a Santa Catalina de Sena (1347-1380), ocho años aproximadamente; a la bienaventurada Elisabet de Reute (fallecida en 1421), más de quince años; a Santa Lidvina de Schiedam (1380-1433) veintiocho años; al bienaventurado Nicolás de Flue (1417-1487), veinte años; a la bienaventurada Catalina de Racconigi (1468-1547), diez años; Dominga del Paraíso (1473-1553), veinte años; etc. De nuestros tiempos citaremos a Rosa María Andriani (1786-1845), veintiocho años; Domenica Labbari (1815-1848) y Luisa Lateau (1850-1883), catorce años.

Muchos otros nombres podrían citarse, sin contar los que nunca se han divulgado. En todo caso, la mayoría de estos hechos han sido controlados en forma muy severa. El Dr. Imbert-Gourbeyre recuerda la encuesta ordenada en el siglo VIII por el obispo, sobre el ayuno de Santa Walpurgis. El de Santa Lidvina, fue en 1420 objeto de una comprobación pública, formada por el bailío, el alcalde, los ujieres y los cónsules de la ciudad de Schiedam. También el del bienaventurado Nicolás de Flue fue controlado por las autoridades civiles y eclesiásticas. Se levantó un acta que reza: «Hacemos saber a todos y a cada uno, que Nicolás Flue, después de haber dejado a su padre, a su hermano, a su mujer y a sus hijos, para retirarse en una soledad llamada Raust, se mantuvo allí, por la gracia de Dios, sin comer ni beber durante dieciocho años, viviendo aún santamente en este instante en que escribimos este documento, y gozando de sus facultades: lo que atestiguamos por haberlo visto y sabido en verdad».

El papa Inocencio VII hizo controlar el ayuno de la bienaventurada Colomba de Rietti, que seguía desde veinte años; en 1659, la famosa pastora de Laus estuvo bajo el control del mismo obispo de Embrum. En 1868 la abstinencia de la hermana Esperanza de Jesús fue comprobada oficialmente por el obispo de Ottawa, asistido por dos médicos, uno católico, el Dr. Baubién, otro protestante, el Dr. Ellis. La hermana fue sometida, durante seis semanas, a la vigilancia más rigurosa, encerrada en una habitación y atendida constantemente por dos hermanas que no la dejaron un segundo. Al final de la experiencia en presencia del obispo, ella pesaba 124 libras, en cambio de las 113 iniciales…

Teresa Neumann, que desde la Navidad de 1926 no toma ningún alimento ni sólido ni líquido, fue sometida al control que su médico juzgó de un rigor absoluto: durante 15 días, cuatro hermanas franciscanas de Mallersdorf, especialmente adecuadas para la vigilancia, observaron constantemente, día y noche, a la ayunadora. Ella fue pesada regularmente; se midió el agua con que se enjuagaba la boca antes y después del uso; la sangre fluyente de las llagas fue recogida y enviada al examen de un laboratorio; las orinas y materias fecales fueron recogidas, medidas, pesadas y analizadas química y microscópicamente. Del miércoles al sábado hubo una pérdida de 3 a 4 kilogramos, recobrada los demás días, de modo que el peso a la mitad y al final de la experiencia se halló cerca de los 55 kilogramos, como al principio. Orina: 350 gr. en una semana. Heces: 20 a 30 gr. en cuatro o cinco semanas. En el examen microscópico no se halló rastro de alimentos. Las autoridades eclesiásticas solicitaron un nuevo control.

Haremos notar, finalmente, que la Iglesia ha creído que determinados ayunos estaban bien probados, para mencionarlos en la bula de canonización de Santa Catalina de Sena, en las beatificaciones de Santa Catalina de Ginebra, de San Pedro de Alcántara, de Santa Rosa de Lima y muchos otros. Los ha nombrado hasta en los oficios litúrgicos de varios santos, como en el caso del Venerable José de Leonissa.

En realidad no se puede comprender en ningún modo la posibilidad de realización natural de tales ayunos.

Los animales de letargo invernal, como la marmota, el oso, el erizo, el murciélago, etc. se hunden en la inmovilidad y caen en un estado de letargo con un amortiguamiento de la circulación y la respiración, y la temperatura considerablemente rebajada. El mantenimiento de esa existencia, reducida al mínimum, exige entretanto la combustión de las grasas y de elementos tisulares, que dan siempre una disminución de peso. Ayunadores como Cetti, pierden 6 kilogramos en 10 días de ayuno, Breithaps 3 kilogramos en seis días; Succi 12,200 en veintinueve días (Arthus, Physiologie). Merlatti resistió cincuenta días; Succi, cuya última experiencia se realizó en 1904, no excedió los treinta días, y lo mismo Gayer en 1910.

En 1922, los doctores Marsel Labbé y Stevenin presentaron a la Sociedad de Biología de París la observación de un hombre que fue sometido experimentalmente a un ayuno de cuarenta días, con bebidas (agua y limonada). El peso se redujo en 700 gramos por día, durante los primeros 10 días, luego solamente en 250 gramos por día. El metabolismo de 43 calorías por hora y por metro cuadrado de superficie corporal al principio, bajó progresivamente a 16 calorías al final del ayuno. Nosotros poseemos la experiencia de numerosos casos de anorexia mental. Hemos hallado metabolismos rebajados más allá del 50 ó 60 % en sujetos que perdieron más de 20 kilogramos de su peso. Ahora bien, a pesar de esa rebaja en la combustión, a pesar de la toma de una cantidad mínima de alimentos, el deceso sobrevino siempre en algunos meses en los casos rebeldes.

HACE FALTA ALGO MÁS PARA LA SANTIFICACIÓN

El organismo humano no puede mantener su vitalidad sin combustión y toda combustión implica una pérdida de ácido carbónico y desechos; de ello proviene el enflaquecimiento y, si no hay aporte de materiales de reemplazo, la muerte sobreviene después de cierto tiempo.

Observemos además que los Santos y las personas piadosas llevaron en su mayoría una vida normal y hasta muy activa. No sólo no padecieron el letargo de los animales invernantes, sino que Santa Catalina de Sena, Santa Nicolina, Santa Ágata de la Cruz, Santa Lidvina durmieron apenas algunos instantes por noche, a veces nada en absoluto. Su desgaste debió ser por lo tanto el máximo.

En tales condiciones, la hipótesis de un milagro se presenta fácilmente al espíritu. Y sin embargo la Iglesia no se satisface con estos resultados biológicos de apariencia netamente demostrativa.

Benedicto XIV exige que en esos casos se realice una severa encuesta. Hay que comprobar la duración de la abstinencia, la conservación de las fuerzas físicas y morales, la ausencia de hambre en plena salud. Hay que excluir cualquier causa mórbida o morbosa del ayuno. Sobre todo hay que estar seguros de la santidad del ayunador, informarse del grado heroico de sus virtudes, de sus dones sobrenaturales de éxtasis, de ciencia infusa y de profecía, si el caso lo requiere. Hay que reconocer la causa del ayuno: vanidad o razón humana, o bajo el impulso del Espíritu Santo y en plena sumisión a la obediencia. Por otra parte, el ayunador no debe haber sido ayudado en su ayuno más que por la administración de la Santa Eucaristía y haber cumplido todos los deberes de su estado. Y es sólo cuando hay una contestación satisfactoria a estas diferentes condiciones, que el ayuno puede ser admitido como milagroso.

Por eso se explica que la Iglesia no tenga forzosamente en cuenta el ayuno absoluto de larga duración para una beatificación o una canonización y que no eleve a los altares a todos los ayunadores piadosos. El ayuno, por sí solo, no demuestra la santidad; hay que tener en cuenta una posible intervención diabólica; hay que tener en cuenta posibilidades desconocidas de la naturaleza.

En ciertas circunstancias ¿no será posible que el hombre asimile como las plantas el ácido carbónico y el nitrógeno atmosférico? ¿Se puede recibir la energía vital de otra o de combustiones internas? ¡Un autor, en la revista Hippocrate (1934), propuso para Teresa Neumann la hipótesis de una asimilación de las irradiaciones solares! La Iglesia no nos prohibe estas suposiciones que, científicamente, nos parecen temerarias; y si negamos el milagro, nos conducimos correctamente. Pero entonces la posibilidad de la vida futura de nuestros cuerpos gloriosos, inmutables y sin necesidades, se torna naturalmente concebible…

Si la Iglesia reconoce en algunos de sus Santos el otorgamiento de parte de Dios de tal privilegio, ya en su existencia terrenal, como una recompensa para ellos, como ejemplo y estímulo para los demás fieles, ella no excluye la posibilidad de los fenómenos en otras condiciones y esto vale por la mayoría de los fenómenos. El reconocimiento de la participación de Dios, en lugar de disminuir la de la ciencia, le abre al contrario, horizontes más amplios. En todas partes donde se halle a Dios, el conocimiento humano se agranda, porque Él es el Señor de las ciencias: Deus scientiarum Dominus.

Fuente: Dr. Henri Bon, Medicina Católica, (1942)

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Los milagros de sangrado de cuerpos y objetos

Reliquia de brazo de San Esteban

La historia, sobre todo la religiosa, narra un número bastante elevado de prodigios de sangre. Se trata de sangrado de cadáveres o partes de esqueleto o de objetos usados o pertenecientes de personajes santos. Uno de los sangrados más significativos es el de hostias, siendo el más común el sangrado llamado milagro eucarístico, que se produce ante dudas del sacerdote o para mostrar a los fieles la presencia de Jesucristo en la eucaristía.

 

CRUENTACIÓN EN PERSONAJES PIADOSOS

Cruentación (sangrado) al poco tiempo después de la muerte

Tal es el caso de San Andrés Avelino, fallecido en Napóles el 10 de noviembre de 1608. Sesenta horas después de su muerte, fluyó una notable cantidad de sangre de una leve incisión que se le practicara en la oreja. El Padre Faber en su Vie des Compagnons de saint Alphonse de Liguori, relata que incisiones hechas en el brazo y en la cabeza del cadáver del Padre Sarnelli, 48 horas después de su muerte, dieron sangre. «Uno de nuestros hermanos legos, al cortar los cabellos del difunto Padre Latessa, fallecido en 1755, por inadvertencia hirió la piel y de esa herida insignificante manó la sangre tan abundante que todos los vestidos del difunto se empaparon y nos vimos obligados a retirarlos y a distribuir los fragmentos, para satisfacer la devoción de los fieles».

Al Padre Pablo Caffaro, fallecido a la edad de 47 años en 1735, «se le abrió una vena antes de sepultarlo y en seguida corrieron de ella unas gotas de sangre». San Francisco Caracciolo, fundador de los Menores regulares, falleció en 1608 en Agnone (Italia). Se quiso embalsamarlo para llevarlo a Napóles. Más de sesenta horas después de la muerte, su cuerpo era flexible y a un golpe de bisturí del cirujano manó un raudal de sangre roja y perfumada.

Cruentación tardía

El cuerpo de San Bernardino de Sena sangró días después de su deceso. Lo mismo aconteció con el cuerpo del Padre Domingo Blasucci: «Se le retiró de su tumba 20 días después de su muerte, se le abrió una vena y la sangre fluyó como si hubiera estado viviendo».

El cadáver de Santa Catalina de Bolonia sangró tres meses después de su muerte. El padre José Landi, cuyo testimonio está corroborado por el del mismo San Alfonso de Ligorio, declara haber asistido a la exhumación del cuerpo del Padre César Sportelli, fallecido en Nocera de Pagani en 1750, y sepultado en una tumba húmeda desde tres años y siete meses. Abierto el ataúd, «aunque sus vestidos estaban deshechos y casi consumidos, su cuerpo estaba tan entero, flexible y hermoso, como el día de su muerte y exhalaba un olor suave. Nuestra sorpresa aumentó mucho más, cuando vimos que los intestinos no estaban corrompidos y que el estómago mantenía su elasticidad. Se hizo una sangría y, para gloria de su siervo, Dios permitió que la incisión manara gotas de sangre roja».

Cruentación a la orden

Aquí hallamos el fenómeno más notable y acerca del cual los testimonios son los más formales. Citemos el caso de San Gerardo Majella, para quien el 17 de octubre de 1755 fue labrada un acta notarial comprobando las hemorragias, habiendo ocurrido el deceso el día 15 del mismo mes, poco antes de la medianoche; el acta fue impresa en el legajo del proceso de beatificación ante la S. Congregación de Ritos. He aquí el relato del Padre Tannoja:

«Tres horas después de la muerte, se decidió practicar una sangría al santo cuerpo. «Durante toda vuestra vida habéis sido obediente, dijo el Padre Buonamano, por lo tanto yo os mando darnos esta prueba de vuestra virtud». Se abrió entonces una venda del brazo derecho e inmediatamente fluyó gota a gota de la incisión una cantidad superior a las dos libras de sangre, como si hubiera estado vivo. El cuerpo fue expuesto durante dos días… En seguida antes de la inhumación, el Padre Buonamano renovó la orden intimada al cadáver del santo joven, de sangrar todavía, y el cadáver dio una cantidad de sangre tan abundante como la primera vez. Además, todos los miembros se conservaban flexibles y una transpiración tan abundante cubría de perlas su frente, que se pudo impregnar algunos pañuelos».

Y el R. P. Thurston de quien se conoce el espíritu crítico, al reproducir ese relato, escribe: «Es absolutamente imposible suponer que el Padre Tannoja, de tendencias personales más bien rigoristas, haya afirmado a sabiendas hechos que supiera inexactos. Por otra parte, debió haber conocido todos los testigos de los hechos que relata.»

El bienaventurado Ángel de Acri, muerto en 1739, a la edad de 70 años, no tenía palidez cadavérica; sus miembros estaban suaves y él presentaba el sudor de la cara, mientras que la sangría fue negativa. Tres días después de su muerte, a la orden del Padre Superior, tendió el brazo y dio sangre. Este hecho fue presentado a la S. Congregación de Ritos, como prueba de santidad.

El Venerable Juan Bautista de Borgoña, de la Orden de los Frailes Menores, murió a los 26 años de edad en Napóles en 1726. Su cadáver sangró por orden de su Superior y continuó también sangrando después de la autopsia practicada por los cirujanos. Además se han conservado las declaraciones formales de esos cirujanos, que afirman en el proceso de beatificación que ese fenómeno y los demás observados en el cadáver, no podían explicarse, a su juicio, por la acción de causas naturales.

Estos hechos conciernen a Italia, donde parece que se le ha prestado una atención especial, pero, como dice el Padre Thurston, de quien los tomamos, idénticos casos se hallan en España y en los países del Norte.

Cruentación judicial

El Dr. Querleux, en su tesis, recuerda que «el cadáver de Enrique II sangró, se dice, a la vista de su hijo Ricardo (1189) y el de Luis de Orleans a la vista de Juan sin Miedo (1404): ambos reconocían a sus asesinos».

En realidad, es una tradición antigua y conservada mucho tiempo, que Dios puede permitir que un cuerpo sangre para denunciar a un asesino. Hallamos varios ejemplos, recogidos por el Dr. Garmann en una obra muy curiosa sobre los Milagros o Maravillas de los Muertos. «Es una vieja costumbre germánica —nos dice— la de convocar a los vecinos cuando se descubre a un individuo asesinado. Si niegan tener alguna responsabilidad en ese homicidio, se les conduce frente al cadáver. Se les propone una fórmula de juramento y se les obliga a tocar con el dedo o con la mano las heridas y el ombligo del cadáver, repitiendo tres veces: «Que Dios me dé un signo de que soy inocente de esta muerte», llamando al difunto por su nombre. Es también costumbre germánica conservar la mano o aun sólo el pulgar de la víctima y, si han corrido los años, cuando no queda más que la osamenta, poner a los sospechosos en presencia de esos restos: si éstos sangran, y parece que esto ocurrió, se someten los prevenidos a la tortura».

De todos modos, es difícil separar lo que hay de real y lo que hay de legendario en esas narraciones de cruentaciones judiciales. Garmann insiste sobre el hecho de que autores absolutamente dignos de fe han visto producirse la cruentación ante sus ojos. Tal el relato de Hipólito de Marsella, que, siendo gobernador de Albenga (prov. de Savona) debió investigar la muerte de un hombre asesinado de noche. Un anciano le aconsejó hacer desfilar ante el cadáver a los sospechosos. Cuando el culpable se presentó, las heridas del cadáver comenzaron a sangrar. El gobernador se quedó perplejo, pero coincidiendo otros indicios, el hombre fue sometido a la tortura y confesó.

En Ratisbona, en 1630, a la presencia del Emperador y de los Grandes del Imperio, un judío que había matado a un joven, hijo de un comerciante de Francfort, fue llevado cerca del cadáver; el reo comenzó a negar, pero confundido por la cruentación, confesó su delito.

Valleriola, médico muy estimado, muerto en 1584, atestigua también haber presenciado un hecho análogo.

La cruentación, en otros casos, se consideró como una prueba de inocencia del que fuera ejecutado injustamente. Libavius (muerto en 1588) que gozó gran fama y, según se dice, habló por primera vez de la transfusión de sangre, relata que un obispo que sospechaba de uno de sus familiares enriquecido, que hubiese robado, lo hizo crucificar. La sangre del desgraciado siguió fluyendo mientras estaba suspendido, lo que se consideró como un milagro que atestiguaba su inocencia.

Cruentación normal post mortem

Los autores que se han preocupado de los signos de la muerte, han estudiado el valor del síntoma «ausencia de hemorragia». «La sangre, nos dice Ferreres y Geniesse, que ha sido lanzada a las venas, se acumula en las venas cavas, en las cavidades del corazón derecho, los vasos pulmonares y el sistema capilar de esos mismos órganos (Ver Chierici, Icard). Estos fenómenos explican por qué, casi siempre, en los muertos y a veces en los casos de muerte aparente, la sección de las arterias o de las venas no deja aparecer sangre… La sangre que ha sido rechazada en gran parte hacia el centro, obedeciendo a leyes físicas descenderá hacia las regiones más bajas, se infiltrará a través de los tejidos y producirá las manchas o livideces cadavéricas. A veces se produce un fenómeno que es útil mencionar aquí: los gases que se desarrollan en el interior, empujando la sangre hacia la periferia, pueden hacer sangrar heridas abiertas, hacer salir sangre de la nariz, devolver a los ojos flojos y opacos una cierta apariencia de vida, etc..»

También los doctores Duvoir y Desoille, en su Practique médico-chirurgicale (1931), escribieron a propósito de los signos de la muerte: «Sobre todo, como se hace demasiado a menudo en la práctica, no se debe abrir una vena para demostrar que la circulación está detenida. Este procedimiento es malo, porque la llaga peligra sangrar, si no inmediatamente, por lo menos pocas horas más tarde, bajo los efectos de la putrefacción (circulación postuma)».

 

APRECIACIÓN DE LOS HECHOS

Para las cruentaciones que ocurren poco tiempo después de la muerte, fácilmente se presentan dos hipótesis:

La primera es definida por el R. Padre Thurston: «La conclusión firme es que en Napóles se espera que el cuerpo de toda persona santa fallecida, debe sangrar. Y se siente cierta pena al provocar la duda que esta convicción haya podido hacer inhumar determinadas personas especialmente santas, antes que su muerte hubiese sido comprobada por los signos habitúales de la descomposición». En otro lugar, a propósito del Padre Caffaro, dice: «Por lo que parece, se procedió lo mismo, en seguida, a la sepultura, procedimento que hoy podría dar lugar a una investigación judicial y, tal vez, a una condena por asesinato».

La segunda hipótesis es que se trata de cruentación debida simplemente a la circulación postuma, causada por la putrefacción.

Pero el examen de los hechos demuestra que si las dos hipótesis han podido a veces corresponder a la realidad, no pueden absolutamente explicarlo todo. Justamente cuando expresaba su temor por inhumaciones prematuras, antes de hallar los signos de la putrefacción, el R. Padre Thurston citó el caso del bienaventurado Buenaventura de Potenza, que falleció en Napóles en 1711. Por orden de su Superior levantó el brazo derecho para ser sangrado; hubo abundante efusión de sangre y la cara se cubrió de sudor, mientras que los miembros permanecían flexibles. «De cualquier manera, escribe el Padre Thurston, parece bien comprobado que el cuerpo estaba perfectamente conservado, cuando fue exhumado treinta años más tarde». Estoy absolutamente de acuerdo con el R. Padre Thurston para lamentar que no se hayan esperado los signos de la putrefacción, pero ¡se ve que a veces hubiera debido esperarse bastante tiempo! En todo caso, no tenemos motivos para suponer que la muerte es menos exacta, cuando los contemporáneos han comprobado, que treinta años después, el cuerpo se hallaba en el mismo estado. Además, en esos casos la circulación postuma nada tiene que ver, porque no podemos suponer que la putrefacción, una vez iniciada, podría detenerse para dejar finalmente un cuerpo intacto numerosos años más tarde.

Por lo tanto, si la búsqueda de la sangría de los cadáveres, poco después de la muerte, como signo de santidad puede ser considerada como prácticamente carente de valor, la conservación ulterior del cadáver daría a ese signo un valor real.

Por otra parte, la emisión tardía de sangre, sobre todo la cruentación «por orden» parece verdaderamente poderse interpretar como un fenómeno milagroso.

Y por lo que se refiere a la cruentación judicial, no nos parece imposible que Dios haya escuchado las oraciones de los que le pedían un signo de inocencia o de culpabilidad, para asegurar una justicia mejor. Dios no sabe qué hacer con nuestros pequeños juicios humanos, pero una fe ardiente y profunda puede obtenerlo todo de El.

 

SOBRE OBJETOS MATERIALES

Los prodigios de sangre no se encuentran solamente sobre el cuerpo humano, sino también sobre objetos materiales: osamenta, objetos diversos, hostias.

Osamenta

Un prodigio, que en su época tuvo una enorme repercusión y dejó vestigios materiales importantes, fue el del «brazo» de San Esteban, en Besanzón. Se sabe que en el año 415 se descubrieron en Jerusalén los restos de San Esteban. A propósito de este descubrimiento, dice el Padre Lagrange: «El hallazgo de las reliquias de San Esteban en una época de fe, pero también de duda y de crítica, de competiciones encarnizadas y de controversias interminables, aceptado por todos los partidos y todas las Iglesias, nos parece uno de los hechos más ciertos de la historia». En 444, San Celedonio, elegido obispo de Besanzón, fue depuesto por un Concilio reunido por San Hilario, obispo de Arles; San Celedonio apeló al Papa y fue a Roma. Otro Concilio lo restableció en todos sus derechos. Una carta del Papa San León lo comunicó a los obispos de la Secuania y de la provincia de Vienne, mientras que una constitución del emperador Valentiniano III, dirigida a Ecio, gobernador de las Galias, recordaba su deber de sumisión al Pontífice romano (8 de julio de 445).

A raíz de estos incidentes, y probablemente para indemnizarlo de tantas molestias, el emperador de Oriente, Teodosio el Joven, dio a San Celedonio una reliquia de San Esteban para su basílica destinada a ese mártir. Hacia 446 una deputación llevó los huesos de un brazo de San Esteban, que fueron recibidos solemnemente por el obispo de Besanzón, en presencia de la emperatriz de Occidente, Galla Plácida, acompañada por el obispo San Gaudioso.

«Se hallaban presentes otros diez obispos de las Galias, escribe el historiador Dunod; y habiendo ellos pedido a Celedonio algunas partículas de un hueso del brazo de San Esteban, aquél comenzó a despejar fragmentos con una pequeña pinza, y de allí manó la sangre en cantidad suficiente como para dar un pequeño frasco a cada obispo y conservar una parte también en Besanzón. San Gaudioso se llevó un frasquito que se encuentra en Napóles. Gregorio de Tours habla de otro que se conservaba en su época en Bourgues. Un tercer frasquito está en el tesoro de San Severino en Colonia. Cuando, en 1137, se abrió el sagrario del altar principal de la iglesia de San Esteban de Dijón, se halló otro frasquito con una partícula del brazo de San Esteban; fue probablemente por esas reliquias que la iglesia de San Esteban de Dijon fue dedicada al mártir por el obispo de Langres, que se halló presente a la recepción del brazo de San Esteban, en Besanzón. El cartulario de esa iglesia y sus Lecciones propias del Oficio de San Esteban, concuerdan con las muestras acerca del milagro y comprueban el del frasquito y de los huesos hallados en el sagrario del altar a comienzos del siglo XII».

Ciertos autores llegan a pensar que fue el esplendor del milagro lo que determinó a fijar la fecha del 3 de agosto, día de la recepción de las reliquias de Besanzón, aunque el cuerpo de San Esteban haya sido descubierto en el mes de diciembre.

De cualquier manera, esa narración fundada en los manuscritos y breviarios bizantinos, corresponde notablemente a las inquietudes que manifestara, hace algunos años, el R. Padre Thurston acerca de la autenticidad de la sangre de San Esteban conservada en Napóles.

«En la iglesia de San Gaudioso, — escribe — se conserva un frasquito que se pretende contenga sangre de San Esteban, protomártir. Es citado por Eugenio, en 1624; en 1664, Sabbatini, testigo sabio y bien informado, habla en estos términos: «Nuestra ciudad de Napóles, conserva el precioso tesoro de sangre de ese santo (San Esteban), que, durante el canto del himno Deus tuorum militum, se licúa a la vista de todos los presentes, prodigio del que fuimos testigos muchas veces, porque le hemos visto antes sólido y en seguida licuado».

«Ahora bien, Eugenio nos dice en Napoli Sacra, pág. 198, cómo se halló accidentalmente esa reliquia en 1561. Se sabía que debía tratarse de sangre, porque el contenido del frasquito era negro y duro, pero se supo que era sangre de San Esteban, porque uno de los canónigos de nombre Luciano, tomando el frasco en sus manos, tuvo de pronto la inspiración de invocar al santo Mártir con las palabras Video cáelos apertos, etc., después de lo cual la sangre se licuó y aumentó de volumen, que hubo necesidad de verterla en otros dos pequeños frascos».

Parece verosímil que la «inspiración» del canónigo Luciano no debe haber sido fortuita, resultando de una tradición que atribuía la sangre a San Esteban. Agreguemos que San Gaudioso dio su nombre a la catacumba de Napóles en que fue inhumado (Dict. d’archéologie chrétienne de Cabrol y Leclerq). Era obispo de Abitina en África y, echado por la persecución de los Vándalos, halló refugio en Napóles en el año 439 y murió el 28 de octubre de 453.

Advirtamos, acerca de la sangre de San Esteban, que la crítica, aun bien intencionada y competente, tiene oportunidad de tomar como modelo la prudencia de la Iglesia, que estima que las reliquias antiguas deben mantenerse veneradas allí donde han estado hasta el presente, a menos que en un caso particular haya razones ciertas para considerarlas falsas o supuestas (Cod. juris. can. 1284-1285).

Sin conocer los documentos de la Iglesia de Besanzón, de la de Dijon, de San Gregorio de Tours, etc. el R. Padre Thurston, declara:

«Para mí, y, yo estoy convencido de ello, para todos los que han estudiado seriamente la hagiografía, la única solución absolutamente inadmisible es la que nos obligaría a creer que la pretendida sangre milagrosa de San Juan Bautista, de San Esteban, de San Lorenzo, de Santa Úrsula y de otros, es parte de restos auténticos del líquido vital que corrió un tiempo en las venas de las personas históricas que llevaron esos nombres. Y si las reliquias no son auténticas, ¿cómo se podrá creer que cada año, y aun varias veces en el año, la Omnipotencia divina derogue las leyes físicas del universo, para satisfacer la curiosidad o la credulidad de un puñado de fieles y convertirse de este modo, en alguna medida, en garantía de una mentira?»

Por cierto, la «sangre de San Esteban» no es la que fluía en las venas del mártir, sino otra que provino milagrosamente de un hueso del santo; pero ¿es menos sangre de San Esteban de lo que fueron los peces y los panes, el alimento multiplicado por el Salvador, al partir pocos panes y pocos peces? Además parece perfectamente comprensible y digno de la solicitud divina, que Dios supla las lagunas de nuestros archivos, la ignorancia de nuestra erudición, con un prodigio que preste autenticidad a la sangre que Él ha creído útil crear milagrosamente. La prudencia es seguramente una norma, para todo lo que concierne al misterio divino; pero ella se impone por lo menos en la misma medida sino más, a la duda o a la negación que a la afirmación, porque todo es posible a Dios, ¡y nuestro espíritu es tan limitado en sus conceptos y en sus conocimientos!

Objetos diversos

Hallamos un ejemplo antiguo en una carta del Papa San Gregorio Magno a la Emperatriz Constantina, esposa de Mauricio, que había pedido una reliquia importante de San Pablo, que él no quiso regalar. «Todo lo que hacemos, escribe, es enviar en un cofrecillo de boj, una pieza de seda o de lino (brandeum) que ha sido colocada sobre el sagrado cuerpo del Santo. Y grande es la virtud de esta clase de reliquias; así, en la época del Papa León, de santa memoria, los Griegos dudaron acerca de estas reliquias y el Pontífice se hizo traer tijeras, cortó el brandeum y la sangre manó en el lugar de la incisión».

Hasta nuestros días se han producido muchos casos análogos.

Hostias

La historia religiosa ha registrado numerosos prodigios consistentes en el ensangrentamiento de hostias, que llegó hasta un verdadero y propio flujo de sangre. La ocasión ha sido a menudo en caso de su profanación: como las hostias de Billettes en 1290, de Aviñón en 1554, que, perforadas a puñaladas, dejaron fluir sangre; las de Gantes en 1354, robadas por ladrones y las de Napóles en 1581 profanadas por un comulgante, que dieron sangre en abundancia. En otros casos se trató de sacerdotes que dudaron acerca de la presencia real. El célebre milagro de Bolsena se realizó en una ocasión semejante.

Fue en 1263; un sacerdote alemán, honesto y piadoso, pero atormentado por las dudas acerca de la presencia real, fue a Roma. Llegado a Bolsena, en la diócesis de Orvieto, celebró la Misa en la iglesia de Santa Catalina, cuando en el momento de la elevación, la hostia apareció cubierta de sangre y esa sangre corrió sobre el corporal. El sacerdote quiso llevar hostia y corporal a la sacristía, pero algunas gotas cayeron al suelo, manchando cinco baldosas de mármol. La Santa Hostia y el Corporal se llevaron a Orvieto, donde se hallaba el Papa Urbano IV. Las cinco baldosas de mármol fueron sacadas del pavimento; cuatro quedaron en Bolsena y la quinta fue depositada en la iglesia de Perchiano, en la diócesis de Amalia. Varios prodigios hicieron ilustres esas reliquias. Por lo que se refiere al milagro de Bolsena, tuvo tanta repercusión que el Papa Urbano IV aprovechó la ocasión para establecer, definitivamente y a perpetuidad en la Iglesia universal, la fiesta del Corpus Domini, llamada en Francia Féte-Dieu.

Otras veces se trató de un sacerdote que temió que una consagración de hostias no fuese válida. Así, en 1833, en Rupt-aux-Nonnains (Mosa), el abate Cristóbal Simón estaba por administrar la primera Comunión a los niños de la parroquia. Tuvo dudas sobre la validez de la consagración de 70 pequeñas hostias que había colocado sobre el corporal. Mientras recogía las partículas caídas de las pequeñas hostias, «vio esas partículas hinchadas al llegar al borde de la patena, casi hasta el tamaño de un grano de cebada, tomar primero un color anaranjado, luego un rojo más vivo, para reventar en seguida y expander una sangre viva y bermeja. El estimó en dos cucharaditas la cantidad de sangre milagrosa que se reunió en el medio de la patena y en ciento cincuenta las manchas que dejaran las gotas penetradas en el corporal». El abate Julio Morel, que relata este hecho, dice que un acontecimiento parecido se produjo cuatro veces el 7 de febrero, el 29 de abril, el 8 de mayo y el 15 de mayo de 1859, en Vrigne-aux-Bois en las Ardenas.

Prodigios de esta naturaleza ocurrieron en Asti, el 25 de julio de 1533, en la iglesia de San Marcos y el Papa Pablo III reconoció la autenticidad del milagro, otorgando indulgencias, y el 10 de mayo de 1718 en la iglesia del establecimiento Migliavacca. Se conserva el cáliz manchado de sangre en este último milagro.

Vino consagrado

Agreguemos a las hostias que sangran, la transformación del agua y del vino de la Misa en líquido sanguíneo. El Padre Yepes, en su Chronique genérale de Vordre de Saint-Benóit (Valladolid 1613), relata haber venerado en la iglesia del monasterio de Cebrero en Galicia, dos ampollas conteniendo una, una Hostia, parecida a un trozo de carne desecada, y la otra una masa parecida a sangre recién coagulada. Estas reliquias son consecuencia de una duda emitida por el capellán del monasterio, extrañado de la piedad de un labrador que había desafiado la tormenta y el cansancio, para «ver un poco de pan y de vino». La hostia se transformó en carne y el cáliz se llenó de sangre. Largos años después, la reina Isabel de Portugal ordenó colocar la hostia y el cáliz en ampollas de cristal.

Los Annali de Camáldoli conservan la relación de la duda sobre la presencia real que asaltó al Padre Lázaro de Venecia, prior del Monasterio de Bagno (Italia), en 1412, después de la consagración. El vino consagrado tomó el aspecto de sangre viva y roja, hirvió y desbordó el cáliz sobre el corporal, que se conserva en la iglesia de Santa María de Bagno.

En 1429, en Alkmaar, en Holanda, un sacerdote dejó caer algunas gotas de vino consagrado sobre su casulla. Los sacerdotes que examinaron la casulla después de la Misa, hallaron que las gotas, de vino blanco, habían dejado en la tela tres manchas rojas, como de sangre. Se cortó esa parte de la casulla que se la echó en el fuego; pero la tradición afirma que el trozo de casulla quedó suspendido sobre las llamas. De todos modos, la reliquia fue conservada y monseñor Bottemanne, obispo de Haarlem, pudo declarar en 1897 su autenticidad y autorizar un culto público.

 

APRECIACIÓN DE LOS HECHOS

La realidad de los hechos parece indiscutible: han ocurrido generalmente en público, han sido objeto de investigaciones civiles y religiosas inmediatas, guiadas por el espíritu del Concilio de Colonia, que en 1452 recomendó la mayor prudencia en el examen de tales prodigios; a menudo los autores de la duda o de la profanación se denunciaron por sí mismos, mereciendo duras penitencias o crueles suplicios; finalmente, la sangre resultante del milagro quedó muchas veces como testimonio material y duradero del milagro.

Una explicación que estuvo singularmente en boga, a tal punto que nosotros también la hemos oído enunciar por el profesor de biología de una Facultad de Ciencias, en pleno curso de «P. C. N.», y que en 1934 hallamos afirmada como realidad en una revista de medicina, es la del bacillus prodigiosus. El Larousse du XX° siécle nos lo explica en estos términos: «Bacillus prodigiosus. — Pequeño bacilo corto, fácilmente colorable, aerobio. Se desarrolla bien en todos los medios de cultivo habitual, siempre que se halle al abrigo de la luz, y está caracterizado por la hermosa coloración roja de sus colonias, cuando se desarrollan en un medio suficientemente aireado y a una temperatura de cerca de 20 centígrados. Se nota sobre el pan, en la leche, en las patatas, y causa el fenómeno, un tiempo misterioso, de las hostias que sangran. No parece ser patógeno».

Veamos el origen de esta perfecta certidumbre desde el punto de vista de la interpretación natural de las hostias sangrantes. El Dr. Truessant escribe:

«Muchos de los fenómenos que han sorprendido la imaginación de pueblos ignorantes y crédulos, se deben solamente a la presencia de microbios colorados (microbios cromógenos). En 1819 un cultivador de Liguara, cerca de Padua, notó con terror manchas de sangre salpicadas sobre una sopa de maíz hecha la víspera y encerrada en su armario. Al día siguiente, manchas parecidas se vieron sobre el pan, la carne y todos los alimentos que se hallaban en el mismo armario. Se creyó naturalmente en un milagro, en una advertencia del cielo, hasta el momento en que se decidió someter la causa del prodigio a un naturalista de Padua, que reconoció fácilmente allí la presencia de un vegetal miscroscópico que Ehremberg halló en circunstancias análogas en Berlín en 1848 y que denominó Monas prodigiosas… Es para los modernos el Micrococcus prodigiosus. Se le ha visto no sólo sobre el pan, sino también sobre hostias, en la leche, en la cola, y en general sobre las sustancias alimenticias o harinosas, expuestas al calor húmedo. Según Rebenhorst, que lo estudió recientemente, este microbio sería muy polimorfo…» (Les microbes, les ferments, les moissures, Alean, París, 1886).

Es absolutamente posible que hostias hayan sido contaminadas por ese microbio y hayan presentado manchas debidas a su proliferación. Pero es suficiente comparar los casos principales de hostias sangrantes con los caracteres biológicos o bacteriológicos del bacillus prodigiosus, para ver que esta explicación es netamente inadmisible al respecto. En realidad, el bacilo se desarrolla bien, siempre que se halle al abrigo de la luz, esté aireado, a cerca de 20 centígrados de temperatura, y sobre substancias alimenticias o harinosas expuestas al calor húmedo.

Ahora bien, en Bolsena, Asti, Rupt-aux-Nonnains y en otros muchos casos, el prodigio se ha efectuado en plena Misa; la hostia se hallaba pues en plena luz; además parece poco probable que la temperatura de 20 centígrados haya sido frecuente en las iglesias, sobre todo en Rupt-aux-Nonnains (Mosa), donde la primera Comunión, día del acontecimiento, tuvo lugar ese año, por la muerte del párroco, el mes de enero, el domingo después de la Epifanía. Además parece difícil que se haya realizado la condición del calor húmedo: una hostia húmeda es considerada normalmente como alterada y no utilizable.

En todo caso, el prodigio es instantáneo, lo que no corresponde fácilmente a una proliferación microbiana: la hostia, normal antes, aparece o se torna cruenta. No se puede suponer que el microbio se haya desarrollado en el interior de la hostia y sea libertado por su rotura: una hostia está hecha de pasta homogénea, no en forma de hojaldre y no brinda fisuras en su conjunto; por otra parte el microbio es aerobio y se desarrolla en la superficie y no en el interior. Finalmente la producción de sangre es tal que en pocos minutos manan gotas múltiples, fenómenos del que no conocemos otro análogo en bacteriología.

No olvidemos que corre de los huesos de San Esteban tanta sangre como basta para ofrecer frasquitos a Bourges, a Napóles, a Colonia, a Dijon, etc. El «brandeum» de San León no es una substancia alimenticia. Ante los hechos, el papel del bacillus prodigiosus parece, pues, una hipótesis falaz y sin valor. Si hemos de buscar la economía del milagro, la producción o exaltación por parte de Dios de un fenómeno biológico normal, nos parece más sencillo, en lugar de recurrir a una proliferación extraordinaria del bacillus prodigiosus, creer que la sangre humana se forma a costas del pan y del vino y que la transformación en alguna forma, in vitro, fuera del organismo, no es tal vez un milagro supra naturam o contra naturam sino solamente (!) praeter naturam. En todo caso, parece que desde el punto de vista científico, la acción de Dios se manifiesta plenamente en la mayor parte de estos prodigios cruentos.

 

LA SANGRE FUERA DEL CUERPO HUMANO

La sangre, fuera del cuerpo humano, ha presentado a menudo fenómenos de licuación, retomando el aspecto de la sangre fresca, de ebullición, de aumento o reducción de volumen y de peso, que a veces han parecido hallarse en relación con objetos, orígenes o actos religiosos, y revestir un carácter sobrenatural. Hallamos, por ejemplo, desde el punto de vista judicial, la apelación al testimonio de Dios. El Dr. Germann refiere, según Libavius, la historia de un hotelero, que en 1505, en Tigur, había asesinado a un mercenario y había escondido el cadáver en un bosque. Hallado el cuerpo, el hotelero fue confundido por la cruentación de un puñal hallado sobre el cadáver y que se cubría de sangre en su presencia. A veces ocurrió eso con los vestidos de la víctima, manchados de sangre.

De cualquier modo, el caso más célebre y universalmente conocido es el de la sangre de San Jenaro, en Napóles, que todos los años, desde hace siglos, se licúa en público y en condiciones de contralor civil, religioso y científico absolutamente exacto. Pero su gloria lo hace considerar como único y se olvidan los prodigios análogos. Diremos, pues, unas palabras sobre éstos, antes de ocuparnos en su examen.

Sangre que permanece líquida

Encontramos muchos ejemplos de este fenómeno en los artículos del R. Padre Thurston.

La sangre del cardenal Leandro Colloredo, muerto en Roma en el año 1709, y proveniente de una sangría practicada la víspera, se halló coagulada dos días más tarde. Pero fragmentos de este coágulo, colocados en una ampolla, han vuelto al estado líquido, cuando se miró la ampolla al cabo de un mes. La sangre seguía siendo líquida en 1738, cuando el Padre Pucetti, que refiere el hecho, escribía la vida del Cardenal.

El Padre Silos, en su Histoire des cleros réguliers, escrita en 1666, atestigua haber comprobado personalmente el estado líquido de la sangre de un padre teatino, Francisco Olimpio, fallecido en Napóles en 1639, sangre conservada en una ampolla perteneciente al principe Francisco Caetani.

Del bienaventurado Bernardino Realini, muerto en Leece en el año 1616, varios testigos declararon en el proceso de beatificación que se habían conservado varias ampollas de su sangre. En algunas la sangre se coaguló y se endureció, en otras quedó líquida y perfumada más de un siglo, en otras el volumen aumentó al punto de llenar la ampolla, normalmente llena por la mitad solamente.

Una ampolla de sangre del Venerable Juan Bautista de Borgoña, fallecido en Napóles en 1726, estaba líquida todavía en 1864 y fue enviada a Roma por orden de Pío IX, para el proceso de beatificación.

Anotemos, finalmente, entre muchos otros casos, el del padre Antonio Montecúccoli, que fue General de los Capuchinos en 1633 y que falleció en retiro en 1648. El Dr. Pellegrini, ayudado por otro médico, le sangró antes de su muerte y dos días después; una ampolla permaneció líquida cuatro años, otra seis y otra, perteneciente al Dr. Pellegrini y que contenía sangre retirada por lo menos una semana antes de la muerte, estaba líquida todavía y sin rastros de corrupción dieciocho años más tarde.

Estos diferentes casos nos presentan, por lo tanto, ejemplos de fluidez, ya conservada, ya recobrada, después de un corto período de coagulación. Esa fluidez se conserva por un tiempo variable que va desde algunos años hasta más de 138. Finalmente, tenemos a veces el aumento de volumen.

Sangre con licuación múltiple

He aquí entretanto otro género de fenómenos. En primer lugar la sangre de nuestro colega San Pantaleón, cuidadosamente examinada en 1924, por el capitán inglés I. R. Grant, en Ravello, cerca de Amalfi (Italia). El relicario se halla en la capilla del Santísimo Sacramento de la cátedra.

«El relicario es un vaso de vidrio en forma de disco circular, cuyas caras son planas. Contiene en su parte inferior… un asiento de substancia oscura opaca, que según la tradición sería un poco de arena o de tierra, sobre la que se volcó la sangre, cuando la cabeza del mártir fue separada del cuerpo. Sigue inmediatamente una capa de substancia blanquecina y sobre ella una capa muy estrecha, parecida a una cinta de sangre, de color pardo oscuro; todo perfectamente opaco. Encima hay una capa de materia que parece desecada, finalmente un poco encima de esta última, una línea de minúsculas ampollas desecadas, que marca el nivel más alto alcanzado por la materia adiposa durante la licuación. Más alto todavía, y enteramente separadas del resto se ven en el interior del vidrio, algunas placas no transparentes, de color rojizo. Sobre la cara exterior del relicario hay un depósito notable de fino polvo, que comprueba que no se la ha tocado desde hace mucho tiempo. Se ve además una gran grieta que comienza un poco debajo del nivel de la sangre, toca la parte superior del relicario y se prolonga sobre el otro lado. Fué, se dice, el resultado de un accidente. En 1759, la sangre estaba líquida; un canónigo acercó la llama de un cirio al vidrio, que se resquebrajó. La sangre comenzó a filtrar a través de la grieta. El canónigo suplicó al Santo que detuviera el desastre. La sangre cesó en seguida de filtrar, pero quedan sobre la pared exterior, a lo largo de la grieta, algunas gotas de color pardo oscuro, como de cera; me pareció que la grieta era demasiado marcada para que retuviera un líquido cualquiera por sobre su nivel. El sábado 19 de julio de 1924, inmediatamente después de la Misa de las seis, el arcipreste me invitó a subir sobre la pequeña plataforma detrás del relicario y a examinar su contenido. Era la primera vez que yo lo veía después de la fiesta de la Traslación, en mayo, y no había cambio apreciable.

El viernes siguiente, 23 de julio, a la misma hora, subimos de nuevo juntos sobre la plataforma. En seguida, nada hubo que observar. Mientras todos nos pusimos un instante de rodillas, el arcipreste recitó una breve oración; cuando nos levantamos, vimos que la licuación había comenzado ya. Todos observamos distintamente que la parte izquierda de la estrecha banda de sangre había tomado color vivo, del tinte de un rubí. Examinando el relicario de frente, vi muy claramente que las gotitas pardas oscuras que estaban en la parte exterior de la grieta, se habían humedecido, volviéndose casi enteramente líquidas, aunque su color permaneciera el mismo… El 26 de julio la licuación no era todavía completa; el 27 de julio pude comprobar que el prodigio se había cumplido enteramente por la mañana. No podía tenerse la menor duda sobre el carácter líquido de las gotitas, anteriormente endurecidas, que adherían a la parte exterior del recipiente, y un examen más atento hecho el martes 29 de julio me demostró que las mismas eran de un rojo oscuro, si se proyectaban sobre la sangre colocada en el interior y un rojo más claro, si se destacaban sobre la sustancia lechosa citada más arriba…

Así he descrito mis propias observaciones acerca de este prodigio de Ravello. Otra porción de la sangre de San Pantaleón se conserva no sólo en Napóles, como lo indicó el Padre Thurston, sino también en el Convento de la Coronación de Madrid. A mi solicitud, Cronin, doctor en teología, observó los fenómenos concernientes a esa reliquia; él comprobó que el cambio ocurre la víspera de la fiesta .(26 de julio), mientras es objeto de la veneración de los presentes. Se conserva en la iglesia, en una ampolla móvil. La sangre consiste en una masa dura, seca, sólida, como una especie de barro cocido de un tono pardo muy oscuro, que toma el aspecto de la sangre fresca, líquida y de color vivo. Permanece en ese estado el día de la fiesta, luego se solidifica progresivamente, durante la noche siguiente. En Ravello, en cambio, se comprueba que la sangre permanece líquida durante más de seis semanas después de la fiesta; mientras que la conservada en Valle della Luciana y que también vi, queda líquida todo el año… Me atrevo a expresar mi convencimiento de que los hechos que he visto y descrito, no parecen susceptibles de ser explicados por causas naturales».

El Dr. Isenkrahe refiere en su libro, además del estudio de la sangre de San Jenaro, la visita hecha en 1911 a la iglesia de Santa María de la Merced y de San Alfonso.

«Se conserva allí una ampolla conteniendo sangre de San Alfonso de Ligorio (1787). El párroco muestra con placer la reliquia a los extranjeros: se trata de un pequeño relicario en cuyo centro hay un pequeño recipiente de vidrio en forma esférica, cerrado por un tapón de corcho, y de un pulgar y medio, aproximadamente, de diámetro. En el fondo del vaso hay una substancia en apariencia consistente, de color oscuro y adherente a la pared. El párroco se puso de rodillas, recitó una breve oración, dio vuelta el relicario y se vieron correr hilitos rojos de sangre. Tres días después, el profesor Isenkrahe volvió acompañado por un amigo. La licuación se produjo en idénticas condiciones. Interrogando al párroco, que en ese entonces era monseñor Arnaldo Nappi, supo que la licuación se realiza por completo si se espera un período suficiente; la solidificación se hace poco a poco; el prodigio se ve tanto a la luz del día como a la de un cirio; no depende ni de la temperatura, ni de la estación, etc. Nunca se ha visto la sangre licuarse antes de rezarse la oración. Por otra parte, después de seis años de experiencia, monseñor Nappi tampoco afirmaba que hubiera visto el fenómeno producirse antes del rezo».

Volvamos ahora al milagro de San Jenaro. La sangre de San Jenaro, martirizado en el año 305, se conserva

«en dos ampollas o pequeñas redomas de cristal, de dimensiones desiguales. La grande, de cuello estrecho, pero de flancos redondeados más grandes, parece una pera aplastada, con una capacidad de cerca de 60 centímetros cúbicos; contiene una sustancia hasta la mitad de su altura más o menos.

La pequeña tiene una forma delgada y alargada; la substancia se halla en ella sólo en el estado de manchas leves, rojizas, sobre las paredes internas.
Ambas están libres un tiempo y se verificaba el estado de la substancia con un pequeño estilete de plata. Desde hace tres siglos, están encerradas en un relicario.
El relicario está formado por un círculo de plata muy delgado, cerrado delante y atrás por placas de cristal. Las ampollas están selladas en su cumbre y en la base dentro del relicario, mediante una masilla que parece muy antigua.
Relativamente pequeño, su altura no excede de 12 centímetros y medio; su espesor es de 3 centímetros apenas. Está terminado por una corona y un crucifijo de plata, y sostenido por un tubo cilindrico hueco, largo 20 centímetros.
Se distinguen netamente las dos ampollas a través de las placas de vidrio y se puede seguir fácilmente las modificaciones del estado de la substancia contenida en su interior.

El milagro consiste en que la sangre que se encuentra en estado seco en las ampollas, se licúa todos los días viernes seguidos, durante el mes de mayo y el de septiembre, y el 16 de diciembre de cada año, generalmente unas 18 veces por año en total.
La primera mención histórica de la licuación es de 1389; en una crónica siciliana se dice: El 17 de agosto de este año 1389 tuvo lugar una gran procesión en ocasión del Milagro que hizo Nuestro Señor Jesucristo sobre la sangre de San Jenaro. La sangre contenida en una ampolla se licuó, como si hubiera salido ese día del cuerpo del Bienaventurado».

«La licuación se realizó seguramente con anterioridad. En el siglo XVI un poema dice que «el milagro no ha faltado nunca desde mil años y más».

Desde 1659 se lleva un Diario del Tesoro o de los Milagros, por los sacerdotes del Tesoro y la Deputación laica, en el cual se certifican todas las licuaciones, actualmente (1935) en un número superior a 4700.

Todas las fiestas, la muchedumbre llena la Capilla del Tesoro y la Catedral. Hacia las 9 de la mañana, los Capellanes y la Delegación laica van en busca del relicario en el armario que lo guarda detrás del altar de la Capilla del Tesoro.

El tesorero, sosteniendo el relicario, se coloca delante del altar sobre la grada más alta, frente al público. Da vuelta al mismo de arriba hacia abajo y lo presenta a la muchedumbre. La sangre permanece coagulada en el fondo de la ampolla; un sacerdote anuncia a la muchedumbre: «É duro», la sangre es dura.

Entonces comienzan oraciones especiales para pedir a Dios el cumplimiento del milagro.

En un plazo que varía de un minuto hasta una hora o más, se ve reblandecerse la sangre y deslizarse lentamente a lo largo de la pared de la ampolla. En el momento en que alcanza el cuello de la misma, toda la sangre se licúa en general completamente y de un solo golpe. El sacerdote asistente agita un pañuelo blanco y estalla el canto del Te Deum.

El oficiante presenta el relicario a la muchedumbre, dándole vueltas para permitir a todos la comprobación de la fluidez de la sangre. Luego todo el mundo es admitido al beso del relicario, hasta las 11, para comprobar mejor la licuación. Entonces se lleva el relicario hasta el altar mayor de la catedral, donde queda expuesto hasta la noche. Entonces se le vuelve a llevar al Tesoro, donde a la mañana siguiente se le halla coagulado.

Pero el fenómeno no se limita a la licuación. La misma está acompañada por una variación de volumen. Las actas la mencionan sólo desde 1709, pero sin darle mayor importancia. Esta variación consiste en un aumento que se produce gradualmente de día a día en mayo y que hace que la sangre llegue a llenar completamente la ampolla, mientras antes no alcanzaba generalmente a la mitad. En septiembre se produce una reducción, realizada generalmente de una vez el 19 de este mes, después de la licuación. La ampolla que ha quedado llena de sangre coagulada, después de las fiestas de mayo, presenta a veces rápidamente en algunos minutos, a veces gradualmente en el curso del día, un descenso de nivel igual a una tercera parte o más de la ampolla. Esta disminución se completa a veces en los días siguientes.

Finalmente, esa variación de volumen corresponde a una variación de peso. En 1902, a raíz de un desafío del periódico «L’Asino»El Burro«, semanario encarnizadamente antirreligioso), el abate Sperindeo, profesor de matemáticas y física en Napóles se proveyó de balanzas de precisión. Pesó el relicario en el mes de mayo, el último día de la fiestas, cuando la ampolla está llena: halló un peso de 1 kg. 014 gr. 900, verificado tres veces seguidas con doble pesada.

En el mes de setiembre siguiente, el último día de las fiestas, cuando la substancia presentaba una gran reducción de volumen (25 centímetros cúbicos, aproximadamente), el experimento renovado tres veces con doble pesada dio 0 kg. 987 gr. 910, es decir, una diferencia de 26 gr. 990.
Dos años más tarde, el 19 de setiembre de 1904, no habiendo disminuido todavía la sangre, el Padre Silva repitió el experimento y halló el peso de 1 kg. 015 gr. Dos días después, el 21 de setiembre, la pesada se repitió y dio 1 kg. 004 gr. El 22 de setiembre el peso era de 1 kg. 008 gr. Finalmente, el último día, 1 kg. 011 gr. La temperatura era de cerca 25 centígrados».

En resumen, el milagro de San Jenaro consiste en una licuación y coagulación de sangre que se produce generalmente 18 veces por año, en mayo, septiembre, diciembre y, a veces, en otras fechas. En mayo hay aumento de volumen y de peso, en septiembre reducción. Esto se realiza en un lapso que varía de un minuto a varias horas, sin que haya relación alguna con la temperatura exterior o el número de los asistentes, de modo cierto después de seis siglos por lo menos y, tal vez, desde el año 315, época de la traslación del cuerpo de San Jenaro de Pozzuoli a Napóles.

 

APRECIACIÓN DE LOS HECHOS

Podríamos citar todavía los casos de piedras y telas embebidas con la sangre de un mártir, de espinas de la corona de Nuestro Señor, cuyas manchas se reavivan o también se tornan húmedas y resplandecientes. Pero el que puede lo más, puede también lo menos, y si podemos hacernos una opinión definida sobre los prodigios de sangre de San Jenaro, de San Alfonso de Ligorio, de San Pantaleón, de San Esteban, etc., las demás manifestaciones cruentas serán más fácilmente comprensibles.

La conservación de la fluidez de la sangre, fuera del organismo, está en contradicción con lo que sabemos acerca de la evolución habitual de la sangre en esas condiciones: coagulación en los vasos no parafinados o en ausencia de agregados de substancias anticoagulantes (fluoruro, citrato, oxalato, etc.), putrefacción, desecamiento. Entretanto, algunas sangres han sido recogidas sobre el cadáver; se sabe que esta sangre, habitualmente, muestra tanto menor tendencia a la coagulación cuanto más tarde haya sido recogida después de la muerte (Thoinot). Se puede también dudar de que los recipientes que recogieron la sangre hayan contenido alguna substancia dotada de propiedades anticoagulantes y antisépticas ignoradas por los prácticos de la época. Se puede también admitir la hipótesis de que, en la farmacopea en uso, algunos medicamentos hayan podido modificar las propiedades desde el punto de vista de la coagulación. El empleo frecuente de sanguijuelas, puede tal vez implicar una incoagulabilidad persistente de la sangre: se conocen hemorragias que pueden sobrevenir como consecuencia de su empleo, y el empleo anticoagulante intravascular o in vitro de extracto de cabezas de sanguijuelas (Doyon).

La simple persistencia de la fluidez de la sangre y su mantenimiento pueden pensarse, por lo tanto, como provenientes de elementos no mencionados por ignorancia o supuestos sin acción en ese sentido. Un estudio atento en cada caso y también experimentos diversos serían sin duda necesarios para apreciar cada fenómeno en su valor.

La documentación biológica es bastante pobre acerca de la suerte de la sangre fuera del organismo. En fin, es nuestra carencia científica la que hace difícil decir en qué medida esos casos de fluidez pueden ser naturales o proceder de una intervención sobrenatural, que comprueba así la santidad del difunto, como lo han admitido y lo admiten numerosos espíritus sanos.

Es, por lo tanto, el estudio de los fenómenos mejor marcados, los de la licuación intermitente, el que permitirá formarse una idea más exacta. Fuera de los fenómenos mismos, tres puntos principales han dado lugar a múltiples controversias:

a) Substancia y autenticidad de las reliquias — Muchos autores se han apoderado de esta cuestión y han vacilado en aceptar la posibilidad de lo sobrenatural, porque no tenían a mano el pergamino del estado civil de las reliquias. La frase del Padre Thurston, que hemos citado a propósito de la sangre de San Esteban, es típica a este respecto. No vacilamos en decir que esta dificultad nos parece prácticamente inexistente: se puede escribir un pergamino (¡se conocen tantos ejemplos!), un acta puede imitarse; si admitimos que —según las enseñanzas de Cristo— el milagro demuestra a Dios, hallamos que basta fácilmente para dar autenticidad a una reliquia. Vemos por otra parte, por ejemplo, que en el año 979, Egberto de Tréveris, queriendo comprobar la autenticidad del cuerpo de San Celso, hizo envolver en un paño la falange de un dedo y ordenó que se echara en un incensario lleno de carbones ardiendo; la reliquia permaneció todo el tiempo del canon de la Misa en el incensario y fue retirada intacta (Mabillon).

Además, la misma autentificación —a nuestro modo de ver— no debe ser tomada en el sentido histórico y arqueológico estrecho, sino en un sentido que puede llamarse teológico. Sabemos que las visiones de los mártires no les son acordadas a título documental histórico, sino a título documental religioso. Para las reliquias nos parece rezar la misma norma, posiblemente.

Por eso, que la sangre de San Esteban haya venido de sus huesos en lugar que de su cuerpo; que la «leche de Nuestra Señora», donada a la iglesia de Napóles por el cardenal Perrenot de Granvelle, y que se licúa la víspera de la Asunción, sea el simple exudado calcáreo de una gruta donde la Virgen dijera haber amamantado al Niño Jesús; que el brandeum que tocara los restos de San Pablo y que fue enviado por el Papa San Gregrorio Magno a la emperatriz pudo creerse más tarde parte del vestido del apóstol; que un facsímil de un clavo de la Pasión pudo ulteriormente haber sido creído auténtico y parecer autentificado por milagros, esto nos parece perfectamente admisible y nada perturbador en absoluto.

«Siguiendo el ejemplo y la enseñanza de Santo Tomás, el culto de las santas reliquias es un culto de dulía relativa: la veneración rendida a la osamenta, a las cenizas, a las telas, etc., no se detiene en esos objetos, sino que pasa a los Santos mismos como a su objetivo formal. Es lo mismo como cuando tenemos respeto por algo que toca de cerca a una persona, por la que tenemos afecto. Y esto no significa que la Iglesia fomenta la creencia que coloca en la misma reliquia una virtud mágica o una virtud curativa, cuando el milagro se produce al contacto con la reliquia» (Dom Baudot, en Dict. des Con. Religieuses).

El objeto material es por lo tanto la simple ocasión, el simple substrato del culto, y el milagro no es una demostración arqueológica, sino la sanción, el estímulo, la recompensa de la piedad de los fieles hacia Dios y hacia el servidor de Dios a quien evoca la reliquia.

Por lo que se refiere a la substancia misma, conocemos en bastantes casos su naturaleza sanguínea exacta, para no tener que inquietarnos por los que no han sido exactamente verificados a ese respecto. Advirtamos que, como a menudo se trata de un suelo arenoso embebido de sangre, la pureza de ésta puede estar lejos de ser absoluta. Pero eso importa muy poco porque no conocemos ninguna sustancia en el mundo capaz de presentar los fenómenos comprobados. El prodigio queda el mismo, con cualquier substancia que sea, y sabemos de modo cierto que en muchos casos es realmente sangre la que se conserva y produce el milagro. (Las ampollas conservadas en las tumbas pueden contener: a) aromas; b) las especies sacramentales de la Eucaristía; c) reliquias (a veces, por lo mismo, sangre de un mártir que no es la persona inhumada); d) sangre de la persona inhumada que puede no ser un mártir: el uso cierto de los siglos XVI, XVII, XVIII de recoger la sangre de las sangrías de personas piadosas, se remonta tal vez a los primeros siglos).

Advirtamos de paso que el origen de la costumbre de recoger la sangre de los mártires o no mártires, en pequeñas ampollas o en paños, no nos parece bien aclarado. ¿Se reanudarán tal vez a la idea oriental, sobre todo hebrea, del alma-sangre que da tanta importancia al flujo o a la falta de flujo de sangre entre los judíos? La costumbre puede, pues, haber sido practicada aun en el tiempo de Cristo, y haberse separado de su idea primitiva, para convertirse solamente en un hábito de respeto hacia la sangre de los mártires o de las personas veneradas. Por lo demás, se han hallado ampollas en dos cementerios judíos de los primeros siglos (Dom Cabrol).

De cualquier modo, en esta cuestión de la substancia y autenticidad, el prodigio es lo que cuenta y domina, y debe ser el centro esencial de todo estudio al respecto.

b) Explicaciones naturales — Ahora bien, todos los ensayos de interpretación natural de los fenómenos han podido ver la luz solamente a raíz de la ignorancia o del desconocimiento deliberado de los caracteres esenciales del prodigio: independencia absoluta de todas las condiciones físicas del medio, variación espontánea de pesos y volumenes. Hay más: el autor de una de estas interpretaciones, Sebastián de Luca, profesor de química de la Universidad de Napóles, que al recibir hacia 1860 a Berthelot parodió el milagro con un poco de blanco de ballena y tintura de ancusa (orcaneta), se convirtió ulteriormente, cuando en 1879 consintió en asistir él mismo al prodigio.

c) Explicación sobrenatural — Dado que ninguna explicación natural ha podido proponerse todavía con viso de verisimilitud, y dado sobre todo que los fenómenos están en contradicción con muchos datos físicos, químicos y biológicos, nos queda libre el campo para la hipótesis de una intervención sobrenatural, con la condición que algún dato positivo nos la pueda sugerir y luego sostener. Ahora bien, nosotros comprobamos que esos fenómenos biológicos tienen un factor constante, uno solo: el factor religioso. Esos hechos se producen con sangre procedente de personas santas, se realizan en ocasión de fiestas religiosas, se cumplen consecutivamente a oraciones. Finalmente el fenómeno de la sangre de San Jenaro parece haber ocurrido dos veces en relación con amenazas contra los clérigos o la ciudad de Napóles, demostrando de esta manera su obediencia a una voluntad inteligente.

A la inversa, ni en los Museos donde se conservan armas o vestidos manchados de sangre por algún drama histórico, ni en las colecciones de los Institutos médico-legales ricos en instrumentos de crimen, ni en los laboratorios donde se encuentran vasos llenos de sangre, se han señalado prodigios de esta naturaleza.

Lógicamente, por lo tanto, se desemboca en el milagro. Y es la conclusión que han adoptado casi unánimes fieles, sabios, sacerdotes, teólogos, obispos, cardenales y papas que han asistido de cerca al prodigio.

Parece difícil que se pueda proceder diversamente, tratando de penetrar lo mejor posible en el mecanismo biológico y en el sobrenatural, por un estudio atento. En todas estas cuestiones, la Iglesia pide a la ciencia que proyecte el máximo de luz.

Fuente: Dr. Henri Bon, Medicina Católica, (1942)

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Peregrinación al Santuario de la aparición de Knock en Irlanda

En el condado Mayo, en Irlanda, hay un pequeño pueblo llamado Knock, en irlandés antiguo La Colina. Aquí mismo en el año 1879 aparecieron la Virgen María, y Jesucristo (como el Cordero de Dios), San José y San Juan Evangelista. Con posterioridad se construyó un santuario que llegó a ser el santuario mariano más importante de Europa junto con el de Fátima y el de Lourdes. Incluso lo visitó Juan Pablo II en el año 1979 al celebrarse el primer siglo de la aparición (en esta ocasión regaló una rosa de oro, honor y reconocimiento papal que rara vez se otorga) y la Madre Teresa de Calcuta en 1993.

Cuadro escultórico de la aparición
Cuadro escultórico de la aparición

 

LA ESCENA QUE APARECIO A LOS VIDENTES

En la noche del 21 de agosto de 1879, personas cuyas edades eran de cinco a setenta y cinco años incluyendo hombres, mujeres, adolescentes, niños, vieron lo que según ellos era una aparición en el sur hastial de la pequeña comunidad al final de la iglesia parroquial, la iglesia de San Juan Bautista.

Detrás de ellos y un poco a la izquierda de San Juan había un altar sencillo. En el altar estaba una cruz y un cordero (una imagen tradicional de Jesús, tal como se refleja en la frase religiosa, el Cordero de Dios), con ángeles adoradores.

Imagen de la Virgen María como apareció
Imagen de la Virgen María como apareció

La Santísima Virgen María, fue descrita como muy hermosa, a unos cuantos pies por encima del suelo. Llevaba un manto blanco, colgando en pliegues y se sujetaba al cuello. La corona apareció brillante, y de una iluminación dorada, de un tono más profundo que la blanca túnica que llevaba, la parte superior de la corona parecía tener una serie de destellos o cruces brillantes.

Ella fue descrita como en “oración profunda», con los ojos elevados al cielo, sus manos elevadas de los hombros, las palmas ligeramente inclinadas hacia los hombros.

San José, también vestido de túnicas blancas, se puso a la derecha de la Virgen. Tenía la cabeza inclinada hacia la Santísima Virgen en señal de respeto

San Juan Evangelista a la izquierda de la Santísima Virgen. Estaba vestido con una túnica larga y llevaba una mitra. Él estaba lejos de las otras figuras. Parecía estar predicando y sostenía un gran libro en su mano izquierda.
A la izquierda de San Juan aparecía un altar con un cordero y una cruz en el altar detrás del cordero.

Cuadro de la aparición a través de una ventana
Cuadro de la aparición a través de una ventana

Aquellos que fueron testigos de la aparición quedaron de pie en la lluvia hasta dos horas rezando el rosario. Cuando la aparición empezó había luz, pero a pesar de que se puso muy oscuro, los testigos decian que todavía podían ver las figuras con mucha claridad – que parecía ser el color de una luz blanquecina brillante. La aparición no parpadeo ni se movió de ninguna forma. Los testigos informaron de que el suelo alrededor de las figuras se mantuvo completamente seco durante la aparición, aunque el viento soplaba desde el sur. Después, sin embargo el terreno en el frontón se mojó y el frontón se puso oscuro.

Escultura y estaciones del Via Crucis frente a la Iglesia nueva
Escultura y estaciones del Via Crucis frente a la Iglesia nueva

 

EL SANTUARIO HOY DÍA

A pesar de que fue durante casi 100 años un importante sitio de peregrinación en Irlanda, Knock se estableció como un sitio religioso mundial, en mayor medida durante el último cuarto del siglo XX, debido a la labor del párroco Monseñor James Horan que presidió una reconstrucción importante del sitio, con la construcción de una basílica más grande junto a la antigua iglesia, que ya no podía hacer frente a número de visitantes.

Estaciones de la cruz al costado de la Iglesia vieja
Estaciones del Vía Crucis al costado de la Iglesia vieja

Actualmente el Santuario de Knock es un lugar de peregrinaje internacional y oración donde más de un millón y medio de peregrinos vienen cada año. El complejo del Santuario incorpora cinco iglesias, incluyendo la Iglesia de la Aparición, la Iglesia Parroquial o Iglesia Antigua, la Basílica, la Capilla del Sagrado Sacramento y la Capilla de la Reconciliación.

Mapa del santuario de Knock
Mapa del santuario de Knock

1 Santuario
2 Iglesia de la Aparición
3 Calvario
4 Centro de Información
5 Centro de Guía de la Oración – Centro Audio Visual
6 Baños
7 Jardín de María
8 Cruz Papal
9 Capilla del Sagrado Sacramento
10 Centro de Libros Religiosos
11 Centro de Cuidados y Descanso de San Juan
12 Parque de Coches y Buses Norte
13 Basílica
14 Centro de Vida Familiar
15 Estatua de Santa Teresa
16 Tumba del Mons Horan
17 Oficina de La Legión de María
18 Centro Vocacional
19 Camino del Rosario y Dominios de Nuestra Señora
20 Casa de Descanso San José
21 Plaza de la Procesión
22 Fuentes de Agua Bendita
23 Capilla de la Reconciliación y Centro de Consejería
24 Centro de Salud
25 Director de la Juventud
26 Hostal de St. Brígida
27 Museo de Knock
28 Convento de las Carmelitas
29 Presbiterio de Churchfield
30 Parque de Camping y Caravanas
31 Antiguo Cementerio – Tumbas de los Testigos
32 Calvario
33 Parque Sur para autos y buses
34 Hotel de la Casa de Knock
35 Estatua de San Miguel
36 Teléfonos
37 Presbiterio Principal
38 Oficina Principal del Santuario
39 Oficina de Casamientos
40 Hostal de Santa María
41 Presbiterio de San Jarlath
42 Presbiterio de San Santiago
43 Casa Vacacional Santa Catherine Laboure
44 Parque Oeste para Coches y Buses
45 Escuela Nacional de Knock
46 Tienda de Recuerdos
47 Oficina Postal
48 Estación Garda
49 Lugar de la casa del Arzobispo Cavanagh

Paneles indicadores
Paneles indicadores

 

¿QUÉ ENCUENTRA UN PEREGRINO EN KNOCK?

Una oportunidad de orar, la oportunidad de relajarse, la oportunidad de encontrar la paz. Las devociones que se han desarrollado a lo largo de cien años están garantizados para tocar el alma.

Misa es el centro de las devociones a Knock. A veces se celebra en todo su esplendor en la Basílica, muchas veces en silencio en una de las capillas. Peregrinos amar la Santa Misa en Knock.

Interior de la Iglesia vieja
Interior de la Iglesia vieja

Además de la misa, los peregrinos en el alma encontrará una gran devoción a las estaciones de la Cruz, una tradición de la oración silenciosa y privada ante el Santísimo Sacramento, la lealtad a la Rosario, y una apreciación del Sacramento de la Penitencia que debe ser único.

Cerca de uno y un cuarto de millón de peregrinos vienen a Knock cada año y una alta proporción de los peregrinos acuden a las Confesiones. En un momento en el sacramento ha caído en tiempos difíciles en su parroquia promedio, los peregrinos más y más personas están haciendo su camino en el alma y hacer las paces con Dios.

Parte delantera de iglesia Vieja
Parte delantera de iglesia Vieja
Parte trasera de Iglesia vieja
Parte trasera de Iglesia vieja

Estas son personas que han redescubierto una antigua sabiduría. Se han dado cuenta de que somos un pueblo que está viviendo un pacto con Dios y que el corazón no puede estar en reposo mientras se está reconciliado consigo mismo, con el prójimo y con Dios.

¿Existen los milagros en Knock?. Por supuesto que hay. Todos los días. En todas partes. En los rincones de las capillas donde la oración cura las heridas. En las rondas de las estaciones en la vieja historia de la pasión de Cristo se derrite el orgullo y la induce a la tristeza. En los confesionarios, donde la misericordia de Dios trae perdón y la paz. En la misa, donde el pan de la vida se rompe y los peregrinos van a casa de su fuerza. Knock es un curso acelerado de la vida cristiana.

Interior de la Iglesia nueva
Interior de la Iglesia nueva

Los Servicios en el Santuario incluyen: devociones y misas publicas diarias con Unción de los Enfermos, Confesiones y Adoración del Sagrado Sacramento; Servicio de Consejería profesional; Ministerio de la Juventud; Guía de la Oración; Centro San José de Descanso y Cuidados de Día para la bienvenida y la hospitalidad a enfermos y desvalidos; el Centro de Vida Familiar; las Oficinas del Santuario donde los peregrinos pueden anotar a sus familias y amigos en las misas de la Asociación de Amigos del Santuario de Knock. El personal religioso y laico y los voluntarios de la Sociedad del Santuario de Knock están involucrados en tales servicios.

Mapa del Condado - Knock abajo a la derecha
Mapa del Condado - Knock abajo a la derecha

 

COMO LLEGAR

Por Aire
Aeropuerto del Oeste de Irlanda en Knock (12 millas/20 Km desde Knock) con servicios regulares desde Birmingham, Bristol, Dublín, East Midlands, Glasgow, Liverpool, Aeropuerto Gatwick en Londres, Aeropuerto Luton en Londres, Aeropuerto Stansted en Londres y desde Manchester.

Por Automóvil
Knock se encuentra a 140 millas/220 Km desde Dublín y 45 millas/70 Km desde Galway. Esta localizado sobre la ruta N17, a mitad de camino entre Galway y Sligo.

Zona de descanso o de misas campales en la esplanada
Zona de descanso o de misas campales en la esplanada

Por Bus
Los servicios de Bus están disponibles desde todas las principales ciudades y pueblos. Para más información incluyendo horarios visite Bus Eireann.

Por Tren
La estación de trenes más cercana es Claremorris (7 millas/11 Km), la cual está sobre la línea que une la estación de Heuston en Dublín con la estación de Westport. Para obtener toda la información incluyendo horarios visite Irish Rail.

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