Cómo pretenden cambiar el catolicismo para que sea la religión del Nuevo Orden Mundial.
Hace 50 años, Foster Bailey, un masón grado 33, ocultista y cofundador de Lucis, organización muy vinculada con ONU, reveló las características clave de un futuro gobierno mundial, incluida una sociedad sin dinero y basada en el socialismo global.
El plan para el nuevo orden mundial contiene una única religión mundial que será dirigida por un “Cristo” venidero, sobre la base de la religión católica reformada.
En esta reveladora exploración, descubriremos las sorprendentes conexiones entre la masonería, la New Age y la Iglesia Católica.
Desentrañaremos el papel que Bailey asignó a la Iglesia Católica en este nuevo escenario global.
Qué transformaciones serían necesarias para que la Iglesia cumpla su supuesto destino.
Y cómo podemos discernir si esta visión masónica se está cumpliendo ante nuestros ojos actualmente o no.
Foster Bailey, escribió en «El Espíritu de la Masonería» que el gobierno mundial que propugna la masonería promoverá una única religión, que será el corazón mismo del nuevo orden mundial.
Como masón de grado 33, expresó claramente los designios de la masonería para subvertir a la Iglesia Católica y para lograr esta única religión mundial.
Foster Bailey tuvo por esposa a Alice Bailey, cofundadora de la espiritualidad de la New Age, quien recibía instrucciones de un espíritu llamado Djwal Khul, un maestro ascendido tibetano.
Foster tenía desdén por el cristianismo, que contrasta con su estima por el islam, el budismo y el hinduismo.
¿Por qué es esto? Porque el catolicismo se opone más que cualquier otra religión a la idea de la masonería de que debemos «ser obedientes a nuestro propio ser espiritual interior».
El catolicismo es la religión que se opone más al mandato supremo promovido por el ocultista y satanista Aleister Crowley: «Haz lo que quieras».
Por eso los masones, al alcanzar el grado 30, aplastan bajo sus pies una tiara papal y un crucifijo, jurando liberar a la humanidad de la «carga de la tiranía espiritual».
Foster explicó que uno de los principales objetivos de la masonería es subvertir el orden católico actual de la civilización y reemplazarlo con un orden en el que todas las religiones sean admitidas sólo como aproximaciones a la verdad.
De modo que la Iglesia Católica es para ellos el antiguo orden del mundo, mientras la religión mundial única que promueven es el nuevo orden mundial.
Foster no hablaba que el cambio en el catolicismo sería una simple diferencia de grado en lo que la Iglesia Católica enseña o cómo lo enseña, sino que implicaba una ruptura fundamental con su pasado.
Y esa es la posición hoy de los modernistas respecto al Concilio Vaticano II.
Mientras Juan Pablo II, y en especial Benedicto XVI, propusieron una lectura del Concilio Vaticano II en términos de continuidad con la tradición católica, los modernistas lo conciben como una ruptura con el pasado.
Y es por eso la persecución de la tradición y de la misa tridentina por ejemplo.
En esa misma línea, Foster Bailey vio en el Concilio Vaticano II un momento decisivo, para que gran parte del clero se distanciara de lo que llamó «dogmas inútiles».
Dijo que durante siglos, la Iglesia Católica Romana estuvo dominada y controlada por un cuerpo de doctrinarios ultraconservadores, que ejercían un poder incuestionable sobre todos los cardenales y obispos.
Pero Juan XXIII rompió este control ya durante la primera sesión del Concilio.
Y así el Concilio fue un esfuerzo vigoroso para imponer el indiferentismo religioso.
Dijo Bailey que es significativo que el Concilio no haya emitido ningún anatema, no haya condenado ningún movimiento, ni siquiera el comunismo, y haya evitado declaraciones dogmáticas.
Y que sus resultados fueran el poco fervor posterior para convertir a los fieles de otras religiones o incluso la recomendación de no hacerlo, la dramática disminución de las vocaciones religiosas y el bajón de asistencia a la misa después del Concilio.
Esto desmoronó la estabilidad que la Iglesia había tenido desde el Concilio de Trento, el de la Contrarreforma.
El clima de indiferencia que fomentó el Concilio fue interpretado por Bailey como que «la juventud ya no teme desobedecer a la Iglesia».
Y predijo que de su libertad surgirá una «nueva actitud hacia la religión, basada en la razón y la cooperación».
Foster Bailey predijo que la Iglesia está destinada a convertirse en líder de un renacimiento religioso.
¿Qué significa esto?
Que será el líder de la religión única mundial, libre de dogmas, donde todos son bienvenidos.
Esta no es más que la vieja estrategia de la masonería, expresada claramente en la Instrucción Permanente Alta Vendita de los masones de la logia Carbonaria italiana de 1884, para infiltrar a la Iglesia.
Donde se expresaba que buscaban la destrucción para siempre de la idea cristiana supremacista de la verdad, y de que Jesucristo es la única manera de salvarse y llegar a Dios.
Y el método que propugnaron fue que jóvenes se infiltraran en los seminarios, y que con el tiempo lograran elegir un Papa afín con las ideas masónicas de indiferentismo religioso y básicamente ecumenista.
¿Pero en ese caso, quien estaría gobernando en realidad en el Vaticano convertido en la cabeza de la religión mundial?
La respuesta la vio San Maximiliano Kolbe cuando era estudiante en Roma en 1917.
Vio a los masones marchar en la Plaza de San Pedro festejando los 400 años de su fundación, con una pancarta que decía: «Satanás reinará en el Vaticano y el Papa le servirá».
Y estandartes negros de Giordano Bruno debajo de las ventanas del Vaticano, con Lucifer pisando al arcángel San Miguel.
Sin embargo, por escandaloso que pueda parecer a algunos católicos, este escenario también fue predicho por la Santísima Virgen en un mensaje de la aparición de La Salette, aprobada por la Iglesia, que en 1846 dijo «Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del anticristo».
Pero los Bailey dan un paso más.
Alice Bailey sugiere que la masonería ayudará a preparar el escenario para la venida del que llama el «Grande».
A quien Foster Bailey describe como un «gran líder espiritual», que «no viene a salvarnos sino a ayudarnos a salvarnos a nosotros mismos».
Este es el anticristo, que negará una de las creencias fundamentales del cristianismo, que Jesucristo es el único camino al Padre, “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie viene al Padre sino por mí”, Juan 14:6.
Foster señala que este «Cristo» venidero no considerará necesaria la creencia en el cielo o el infierno.
Y pondrá todas las religiones al mismo nivel.
Su misión esencialmente será la paz mundial y la cooperación internacional, establecer buenas relaciones humanas en todos los ámbitos de la vida humana.
Y dijo que cuando las Naciones Unidas hayan adquirido un poder real y efectivo, entonces el bienestar del mundo estará asegurado.
Estableció que Cristo en su Segunda Venida, o sea el anticristo que pregonan, desempeñará su papel, no en la oscuridad como lo hizo anteriormente, sino a la vista del mundo, debido al predominio de la radio, la televisión y la velocidad de las comunicaciones.
Y Alice Bailey ofreció una inquietante predicción, de que Cristo imprimirá las mentes de los hombres iluminados en todo el mundo, con ideas espirituales que encarnan las nuevas verdades.
¿Estaba hablando de nuevas tecnologías que impondrían la marca de la bestia?
Bueeeno, hasta aquí lo que queríamos contar, sobre cuál es el rol que Foster Bailey asigna a la Iglesia Católica en el Nuevo Orden Mundial, para que podamos discernir si han logrado ponerlo en marcha.
O sea si la tendencia al indiferentismo religioso que hay en la Iglesia, la predicación de que el papel más importante de las religiones es promover la cultura del encuentro y la protección de la creación, sin poner énfasis especial en la Salvación de Cristo, es parte de esta estrategia masónica o no.
Y me gustaría preguntarte si piensas que se está aplicando dentro de la Iglesia la estrategia de los masones o no.
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