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Actualmente asistimos a la idea que toda teoría científica es más verdadera que las afirmaciones de la Biblia.

A pesar que sean sólo teorías no probadas.

Este criterio se ha extendido entre los católicos e incluso entre los sacerdotes que lo dicen desde sus púlpitos.

Y a veces hasta se justifica la fe por los hallazgos científicos.

Origen-del-Hombre

La Biblia es la verdad revelada por Dios, pero también hay que pensar que algunos pasajes son recursos expositivos figurativos.

Analicemos la relación entre ciencia y fe.

   

LA RELACIÓN ENTRE LA CIENCIA Y LA FE

La Iglesia Católica siempre ha tenido una promoción de la ciencia.

Ha habido numerosos científicos de gran nivel que fueron católicos y hasta sacerdotes.

Pensemos por ejemplo en Antoine Lavoisier, que fue el gran revolucionario de la química, o el padre Gregor Mendel, que fue el padre de la genética moderna o Monseñor Georges Lamaitre, que creó la teoría del Big Bang en cosmología, por hablar sólo de algunos.

Además los monasterios medievales fueron grandes centros de investigación, a partir de los cuales se crearon las universidades modernas.

Es tal la relación entre ciencia y fe que la Iglesia Católica piensa que finalmente la investigación científica revela el amor misericordioso que infunde la creación de Dios.

Por eso la Iglesia ha alentado históricamente a los creyentes a investigar el mundo natural para entender su funcionamiento.

Casos como el del juicio de Galileo Galilei no muestra, como algunos dicen, un conflicto entre el cristianismo y la fe.

Historiadores serios y competentes han relatado que el en ese caso sucedió por diferencias personales que luego fueron magnificadas institucionalmente.

La Iglesia siempre ha afirmado que Dios puede obrar en y a través de las causas naturales, lo que Santo Tomás de Aquino llama causalidad secundaria.

Y como dice el salmo 19 “los cielos declaran La gloria de Dios y el firmamento proclama la obra de sus manos”.

El numeral 159 del Catecismo de la Iglesia Católica establece muy claramente el relacionamiento de colaboración mutua entre Ciencia y Fe,

“A pesar de que la fe esté por encima de la razón, jamás puede haber contradicción entre ellas.

Puesto que el mismo Dios que revela los misterios e infunde la fe otorga al espíritu humano la luz de la razón, Dios no puede negarse a sí mismo ni lo verdadero contradecir jamás a lo verdadero.

Por eso, la investigación metódica en todas las disciplinas, si se procede de un modo realmente científico y según las normas morales, nunca estará realmente en oposición con la fe, porque las realidades profanas y las realidades de fe tienen su origen en el mismo Dios.

Más aún, quien con espíritu humilde y ánimo constante se esfuerza por escrutar lo escondido de las cosas, aun sin saberlo, está como guiado por la mano de Dios, que, sosteniendo todas las cosas, hace que sean lo que son”.

Sin embargo hoy algunos cristianos fundamentalistas y ateos fundamentalistas quieren ver un conflicto entre ciencia y fe.

Los cristianos fundamentalistas creen que al final la ciencia se va a terminar, porque trata solamente sobre el mundo natural y no ven la complejidad con un mundo sobrenatural.

Y los ateos fundamentalistas piensan exactamente lo contrario, que al final la ciencia va a demostrar que la fe es falsa y un constructo humano, porque no existe nada sobrenatural.

Vemos en estas dos posiciones un razonamiento político ideológico, que trata de cortar el camino de entendimiento de una afirmación de fe con una afirmación científica.

Ante cada descubrimiento científico, que aparentemente pueda cuestionar elementos de la fe siempre hay que ser cuidadoso y reflexionar dos cosas.

Primero que el conocimiento científico es modificable por nuevos descubrimientos, está en constante cambio y la afirmación de hoy puede ser cambiada y refinada por nuevos descubrimientos.

Segundo hay que considerar si lo que afirma la fe sobre un determinado punto, en que la ciencia descubrió otra cosa, era una afirmación fáctica de la religión o algo alegórico que pudiera tener otra interpretación.

A lo largo de la historia hemos visto que estás dos correcciones funcionando; una por el lado de la ciencia y otra por el lado de la religión.

Y son los mecanismos que llevan a la ciencia y a la fe a caminar juntas en el mismo sentido.

   

ALGUNOS EJEMPLOS

Ante cualquier enunciado hecho por un científico debemos considerar dos cosas.

Primero distinguir si se trata de una teoría o de un hecho contrastado empíricamente.

Y segundo, reconocer que somos cristianos al evaluar el enunciado.

Como cristianos católicos, estamos obligados a creer lo que enseña el Magisterio de la Iglesia.

Y si la sociedad secular o cualquier disciplina científica o de otro tipo enseñan lo contrario, estamos obligados por la fe en Jesucristo, a rechazar la idea contraria, no importa la cantidad de apoyo que puede tener en la sociedad o en la ciencia, en este momento.

Pero cuando no hay enseñanza en particular de la Iglesia, ni de la tradición o de la Escritura, somos libres de adherirnos a cualquier criterio razonable, siempre y cuando ello no suponga una contradicción a cualquier enseñanza de la fe.

El Vaticano I promulgó: «Por tanto, definimos que toda afirmación contraria a la verdad de la fe iluminada es totalmente falsa».

Así que la pregunta que surge es que ideas científicas, actualmente propuestas por los científicos o que se creen en la población general, podría ser contrarias a las enseñanzas de la Iglesia. Veamos algunos casos ilustrativos.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que el conocimiento científico es provisorio. mañana puede venir un descubrimiento que niegue lo que hoy se sabe por la ciencia.

   

¿Es el calentamiento mundial contrario a la enseñanza de la Iglesia? No.

La Iglesia no tiene ninguna enseñanza sobre si el clima del mundo se está calentando.

Y Francisco, en Laudato si, acepta la sentencia actual de la mayoría de los científicos de que el clima se está calentando debido a la intervención humana [Laudato Si 23-26].

Esta aceptación de la ciencia actual no constituye una enseñanza magisterial.

Pero indica que aceptar el calentamiento global no es contrario a ninguna enseñanza de la fe.

La temperatura global y otros aspectos del clima no pertenecen a la fe o la moral.

adan y eva tentacion

También hay que considerar que algunas teorías científicas, o elementos particulares dentro una teoría, son contrarios a la fe.

   

¿Qué podemos decir de la teoría de la evolución que muchos científicos e incluso católicos creen que es contraria a la fe?

La teoría de la evolución, en la mayoría de sus afirmaciones, no es contraria a la fe o la moral.

Los cristianos pueden sostener que Dios creó la vida en la tierra y luego actuó por medio de un proceso de evolución.

De hecho, el propio Charles Darwin afirma repetidamente que la evolución es una obra del Creador:

«Hay grandeza en esta concepción de la vida, con sus diferentes fuerzas, habiendo sido ‘soplada’ originalmente por el Creador en unas pocas formas o en una.

Y que, mientras este planeta ha ido girando según la constante ley de la gravedad, desde un comienzo tan simple, un sinfín de las formas más bellas y más maravillosas han sido y están siendo evolucionado» [Charles Darwin, El origen de las especies]

Darwin ve la evolución como una de las muchas leyes de la naturaleza, tal como fue creada por Dios.

Pero si alguna versión de la evolución afirma que Dios no tuvo ningún papel en la creación de la vida, en su desarrollo, y en particular en la creación de la raza humana, tales afirmaciones deben ser rechazadas por todos los fieles.

No podemos sostener que la creación de la raza humana fue un mero accidente, que dependió de la posibilidad aleatoria de un asteroide matando a los dinosaurios y permitiendo así la subida de los mamíferos.

Tampoco se puede sostener que las personas humanas, con la capacidad de razonar de manera abstracta, con libre albedrío y un alma inmortal, no son más que el resultado del proceso de la evolución.

En algún momento, Dios intervino para hacer lo que la evolución por sí misma nunca podría hacer: crear una especie con razón, libre albedrío, y un alma inmortal.

    

¿Y existieron Adán y Eva?

Los fieles católicos no pueden estimar que Adán y Eva nunca existieron como dos personajes históricos reales, ni que Adán y Eva no son más que figuras que representan un conjunto de primeros padres de la raza humana.

El dogma del pecado original requiere creencia en dos personas históricas, Adán y Eva, que fueron los primeros verdaderos seres humanos, y de los que descienden todos los seres humanos que han vivido.

Sólo entonces la raza humana podría haber heredado el pecado original, el pecado actual de nuestros primeros padres.

Sin embargo, podemos sostener que la evolución ha creado el cuerpo humano, y, posteriormente, Dios creó a Adán y Eva, milagrosamente, pero el patrón del cuerpo fue desarrollado por la evolución.

Sin embargo los fieles no están obligados a interpretar los pasajes del Génesis tan literalmente, como la conclusión de que la tierra es de sólo miles de años de antigüedad, y que la raza humana comenzó sólo hace miles de años.

arca de noe moderna

Arca de Noe moderna

    

¿Y qué hay de la creación del universo?

La teoría del Big Bang, como fue propuesta por primera vez por un cura católico y físico George Lemaître, es compatible con la fe católica.

El Padre Lemaître consideraba que Dios creó el punto de partida para el universo, y que lo puso en movimiento.

El Padre Lemaître propuso por primera vez esta idea en la década de 1930.

Antes de su propuesta, la mayoría de los científicos creían que el universo había existido siempre.

Y tal afirmación es ciertamente incompatible con la enseñanza católica de que Dios creó el universo (Genesis 1:1 En el principio, Dios creó el cielo y la tierra)

Sin embargo, una nueva versión de la teoría del Big Bang, ha surgido recientemente, que el universo creado a si mismo, como si no necesitara ningún creador.

Tal idea es directamente contraria a la revelación divina y la enseñanza del magisterio, y por lo tanto debe ser rechazada sobre la base de la fe.

    

¿Y qué podemos pensar del diluvio universal?

No sería contrario a la fe sostener que no hubo un gran diluvio, y que todas las referencias a la inundación en la Biblia son figurativas.

Pero un mejor enfoque para el problema de la historicidad de la inundación es que el diluvio ocurrió, y fue un acontecimiento devastador en todo el mundo.

Pero la Biblia dice en sentido figurado cuando habla que las aguas de la inundación cubrieron toda la tierra y mataron a todos los seres humanos y los animales fuera del arca de Noé.

La historia del diluvio parece ser una narración figurativa dramática de un evento histórico.

Nuestra religión se basa en la fe y la razón. Pero la fe es la guía más segura de la verdad que los razonamientos de los pecadores caídos.

Veamos un caso con más detalle.

   

¿EL HOMBRE DESCIENDE DEL MONO?

Hoy esta teoría está teniendo cuestionadores desde el ámbito científico que establecen que mono y homo sapiens son ramas biológicamente independientes.

E incluso, que de haber habido una evolución, fue a la inversa, estableciendo la hipótesis de que el mono desciende del hombre.  

Así, investigadores rusos del Instituto de Ecología y Evolución de la Academia de Ciencias de Rusia expusieron sus versiones que ponen en duda la teoría de Charles Darwin, indicando que tanto los Homo Sapiens como los monos no tienen antepasados en la Tierra.

Pero además, hay un mensaje de Jesús a María valtorta donde asegura que el hombre no desciende el mono.

    

RAMAS INDEPENDIENTES O LOS MONOS PROVIENEN DE LOS HOMBRES

La formación de los Homo Sapiens no se desarrolló, tal y como lo supuso Charles Darwin, debido a que el hombre no proviene de los monos.

Según el informe científico, presentado por el investigador ruso Alexander Belov; el proceso de la evolución tendría un orden inverso, es decir, desde los humanos a los monos.

En resumidas cuentas, estos animales pueden representar el producto de la involución humana.

En su informe Belov expone otra teoría, según la cual los monos y los Homo Sapiens son ramas biológicas independientes que no se vinculan entre sí.

Esta conclusión se debe a un detallado estudio de múltiples muestras fósiles de mandíbulas, dientes, cráneos y otros huesos, llevado a cabo durante muchos años por un grupo de arqueólogos.

Por otro lado, basándose en un cuidadoso estudio de los conjuntos de datos antiguos y las nuevas bases de datos masivas, el mapa de los asentamientos humanos en el territorio de la superficie de la Tierra ha variado completamente.

Y muestra que las poblaciones humanas provenientes de África genéticamente no pueden ser los antepasados del resto de personas en el planeta.

Esa es la conclusión a la que ha llegado otro científico ruso, Andréi Tyunyáev, quien realizó el estudio en colaboración con el profesor Anatoli Klesov, de la prestigiosa Universidad de Harvard.

Según la versión de los investigadores, dichas poblaciones representan simplemente una rama lateral que hace 130.000 años abandonó el territorio del actual Llanura Rusa y de Europa Occidental.

Tyunyáev, por su parte, también llega a la misma conclusión de que a lo largo de los años en el marco de la evolución humana, el Homo Sapiens no ha hecho más que degradarse.

Sean cuales fueran los orígenes del Homo Sapiens, los investigadores están de acuerdo: todavía no se han encontrado a los antepasados biológicos de los seres humanos y de los monos en el planeta que confirmen la teoría de la evolución de Charles Darwin.

Pero adicionalmente, hay visiones sobre la formación del hombre.

  

EL DICTADO DE JESÚS A MARÍA VALTORTA EL  20 DE DICIEMBRE DE 1943

Los siguientes son extractos de mensajes que supuestamente recibió la mística María Valtorta de Jesús.

En ellos queda claro que el hombre es una creación directa de Dios y no desciende de los monos.

Dice María Valtorta:

Oigo la noticia de que en una caverna han encontrado esqueletos de hombre mono. Me quedo pensativa diciendo: ¿Cómo pueden asegurar tal cosa?

Habrá habido hombres brutos. También ahora se dan rostros y cuerpos simiescos. A lo mejor los hombres primitivos tenían un esqueleto distinto al nuestro.

Y me viene otro pensamiento: Pero ¿ya pueden diferir en belleza?

No me cabe en la cabeza que los primeros hombres siendo más cercanos al ejemplar perfecto que Dios creó, y que ciertamente, era bellísimo además de fortísimo, fuesen más brutos que nosotros.

Y me da que pensar cómo pudo ser que la belleza de la obra creadora más perfecta hubiera llegado a envilecerse tanto, hasta el punto de dar pie a los científicos para negar que el hombre hubiera sido creado hombre por Dios y asegurar que sea el resultado de la evolución del mono.

Me habla Jesús y dice:

«Busca la clave en el capítulo 6º del Génesis. Léelo».

Lo leo y Jesús me pregunta: «¿Lo entiendes?».

No, Señor. Lo que entiendo es que los hombres se corrompieron enseguida y nada más. No sé que relación puede guardar ese capítulo con el hombre mono.

Jesús sonríe y me responde:

«No eres la única que no lo entiende, pues no lo entienden los sabios, los científicos, los creyentes ni los ateos».

Y comienza a recitar.

«Y habiendo comenzado los hombres a multiplicarse sobre la tierra y habiendo los hijos de Dios, o hijos de Set, tenido hijas y visto que las hijas de los hombres (hijas de Caín) eran hermosas, se desposaron con las que, entre todas, más les gustaron…  

Así pues, una vez que los hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres y éstas dieron a luz, de ellas salieron aquellos hombres potentes y famosos durante siglos».

«Esos hombres que por la potencia de su esqueleto llaman la atención de vuestros científicos, los cuales deducen de ahí que el hombre en el comienzo de los tiempos era más alto y fuerte de lo que es actualmente y de la estructura de su cráneo deducen que el hombre deriva del mono.

Es decir, los consabidos errores de los hombres ante los misterios de la creación».

Prosigue en el mismo pasaje la voz de Dios en los escritos de María Valtorta:

«Aquéllos que ya no eran hijos de Dios, por cuanto con su padre y como él se alejaron de Dios para acoger a satanás, se abalanzaron a lo ilícito, degradante y bestial, llegando a tener monstruos por hijos e hijas.

Son los monstruos que ahora llaman la atención de vuestros científicos induciéndoles a error.

Los monstruos que, por el poderío de sus formas, su salvaje belleza y su ardor bestial, frutos de la unión de Caín con los brutos y de los brutísimos hijos de Caín con las fieras, sedujeron a los hijos de Dios, es decir a los descendientes de Set por Enós, Quenan, Mahalalel, Yéred, Hénoc de Yéred – no confundir con el Henoc de Caín – Matusalén, Lamek y Noé, padre de Sem, Cam y Jafet.»

«Fue entonces cuando Dios, para impedir que la rama de los hijos de Dios se corrompiese del todo con la de los hijos de los hombres, mandó el diluvio universal para sofocar bajo el peso de las aguas la libídine de los hombres y para destruir los monstruos engendrados por la lujuria de los sin Dios, insaciables en su sensualidad al hallarse abrasados por el fuego de satanás».

«Y el hombre, el hombre actual, desatina con las líneas somáticas y los ángulos cigomáticos.

Y, no queriendo admitir un Creador al ser excesivamente soberbio para reconocer el haber sido hecho, admite la descendencia de los brutos para así poder decir: «Nos hemos valido solos evolucionando de animales a hombres».

El hombre se degrada, se autodegrada por no querer humillarse ante Dios. Y desciende. ¡Vaya si desciende!…»

Es decir que los esqueletos que se han encontrado de hombres que la teoría de la evolución llama hombres monos, no son sino restos de los hombres degenerados que perecieron con el Diluvio.

En otra obra de María Valtorta, leemos:

«Uno de los puntos en que vuestra soberbia naufraga en el error y que, más que ningún otro, humilla vuestra soberbia atribuyéndoos un origen que, de no hallaros tan ofuscados por el orgullo, rechazaríais por envilecedor, es el de la teoría darwiniana».

«Por no admitir a Dios, que con su poder pudo crear el universo de la nada y al hombre del barro ya creado, atribuís vuestra paternidad a un animal».

«¿No advertís que os rebajáis puesto que, pensadlo bien, un animal, por perfecto que sea, por seleccionado, mejorado, perfeccionado que se encuentre en su forma e instinto y, si queréis, hasta en su formación mental, siempre será un animal?

¿No os dais cuenta de ello? Ello dice muy mal de vuestro orgullo de seudo-superhombres».

«Ahora bien, si no lo advertís, no seré Yo quien malgaste palabras tratando de haceros caer en la cuenta y convenceros de vuestro error.

Una cosa tan sólo os voy a preguntar a vosotros que por tan inteligentes os tenéis y que nunca os la habéis demandado.

Y si me podéis contestar con hechos, nunca más combatiré esta vuestra envilecedora teoría».

«Si el hombre procede del mono, el cual, mediante una evolución progresiva alcanzó a ser hombre ¿cómo nunca, en tantos años como hace que mantenéis esta teoría, jamás habéis conseguido, ni aun con los instrumentos tan perfeccionados y métodos de que disponéis ahora, llegar a hacer de un mono un hombre?

Podríais tomar de una pareja de monos inteligentes a sus hijos más inteligentes y después a los hijos inteligentes de éstos y así sucesivamente.

De este modo vendríais a contar con muchas generaciones de monos seleccionados, instruidos, tratados con el más paciente, tenaz y sagaz método científico. Pero lo que siempre tendríais monos.

Y, si acaso llegarais a obtener alguna mutación, sería ésta: que los animales serían físicamente menos fuertes y más viciosos moralmente que los primeros ya que, con todos vuestros métodos e instrumentos, no habríais hecho sino destruir aquella perfección simiesca con que mi Padre, al crearlos, dotó a estos cuadrumanos».

«Una nueva pregunta: Si el hombre procede del mono, ¿cómo el hombre, nunca hasta ahora, ni aun con inoculaciones y repugnantes cruces, se ha transformado en mono?

Seríais incluso capaces de intentar estas aberraciones si supierais que con ellas habíais de poder confirmar vuestra teoría.

Más no lo hacéis porque sabéis que no lograríais hacer del hombre un mono.

Haríais acaso de él un horripilante hijo del hombre, un degenerado, un delincuente tal vez; pero jamás un mono verdadero.

No lo intentáis porque de antemano sabéis que no tendríais éxito y que con ello desmerecería vuestra reputación».

«Por eso no lo hacéis, no por otra causa.

Porque, con tal de mantener una tesis, no sentís vosotros remordimiento ni repugnancia alguna en rebajar al hombre al nivel de los brutos. Sois capaces de esto y de mucho más.

Y sois ya vosotros brutos ya que negáis a Dios y matáis el espíritu que os diferencia de los brutos.»

«Vuestra ciencia me causa horror. Envilecéis vuestro entendimiento y sois tan faltos de sentido que ni os dais cuenta de ello. En verdad os digo que muchos salvajes son harto más hombres que vosotros.»

Terminemos con otras palabras que María Valtorta dice que son dictadas por Jesús:

«No hubo autogénesis ni evolución, sino Creación querida por el Creador.

Esa razón, de la que tan orgullosos estáis, os debería hacer ver que de la nada no se forma una cosa inicial y que de una cosa única e inicial no puede derivarse el todo».

«Sólo Dios puede ordenar el caos y poblarlo con las innumerables criaturas que integran el Universo.

Y este Creador potentísimo no tuvo límites en su crear, que fue múltiple, como tampoco lo tuvo en producir criaturas perfectas, cada una con la perfección adecuada al fin para el que fue creada.

Es de necios pensar que Dios, al querer para Sí un Universo, hubiera creado cosas informes, habiendo de esperar a ser por ellas glorificado a cuando cada una de las criaturas y todas ellas alcanzase, a través de sucesivas evoluciones, la perfección de su naturaleza, de modo que fuesen aptas para el fin natural o sobrenatural para el que fueron creadas».

    

EXPLICACIONES DESDE LA RAZÓN Y LA FE

La teoría de la evolución, que haría proceder al hombre del mono, plantea muchos interrogantes unos desde la razón y otros desde la fe.

   

Desde la razón:

Los seres humanos participan de una herencia genética fundamental común, lo que hace pensar en un antepasado común del que han heredado dichas características genéticas.

Si el hombre hubiera venido a la luz por evolución espontánea de diversos cuadrumanos, lo lógico es que esa evolución hubiera dado nacimiento a diversos primeros hombres, sin que tuvieran una herencia cromosómica fundamental común.

El hecho de que pueda hablarse de una primera pareja humana única (con pequeñas diferencias raciales que pueden explicarse por el influjo del medio ambiente) habla en favor de lo que relata la Biblia – la aparición de una única pareja – y para hacerlo compatible con la teoría evolucionista difícilmente podría hacerse sin admitir una intervención de Dios (en el que muchos evolucionistas no creen).

Por otra parte también desde la razón, ¿cómo es posible que de un ser sin razón surja un ser con inteligencia y conciencia, que de un mono salga un hombre?

Frente a este interrogante se hace precisa una vez más la intervención de Dios que insuflaría un alma en el bruto, pero Dios también puede hacerlo sin pasar por el bruto, puede hacerlo directamente sobre un poco de barro como leemos en el Génesis.

Lo que no se puede admitir es que por generación espontánea de algo carente de una cualidad (del animal sin inteligencia) surja algo con esa cualidad (el hombre inteligente y consciente): no es posible que de lo menos surja lo más, que de la nada relativa surja el ser más perfecto, tal y como sostienen los evolucionistas ateos.

   

Desde la Fe:

En primer lugar, la teoría de la evolución afirma que el hombre primitivo era menos perfecto que el actual.

Y en cambio la Fe nos dice que los primeros hombres, Adán y Eva gozaban de un estado, el de justicia original, que los hacía inmunes al sufrimiento y a la muerte, estaban libres de la concupiscencia, por lo que tenían un perfecto dominio de sí mismos y una inteligencia luminosa.

Así leemos en el Catecismo de la Iglesia Católica, nº 376:

«Por la irradiación de esta gracia (de la gracia de la santidad original), todas las dimensiones de la vida del hombre estaban fortalecidas. Mientras permaneciese en la intimidad divina el hombre no debía ni morir (cf Gn 2, 17;3, 19) ni sufrir (cf Gn 3, 16).»

Así pues, el primer hombre era mucho más perfecto en el orden natural y en el sobrenatural que el hombre actual, lo que choca frontalmente con la teoría de la evolución que supone al primer hombre un casi animal.

En segundo lugar, la Fe nos dice que el hombre está formado, se compone, de cuerpo y alma.

Si el cuerpo no fue creado directamente por Dios, sino que procede de la evolución de algunos animales, como sostiene la teoría evolucionista, ¿entonces cuándo fue creada el alma y superpuesta al cuerpo de un hasta entonces solo animal? ¿Es esto creíble y conveniente?

Dice, según cuenta María Valtorta, la voz de Dios:

«¿Cuándo y cómo habría el hombre de recibir el alma si fuese el producto último de una evolución de seres brutos?

¿Es imaginable siquiera que los brutos hayan recibido, junto con su vida animal, el alma espiritual, el alma inmortal, el alma inteligente, el alma libre?

Sólo el pensarlo es una blasfemia. ¿Cómo entonces podían transmitir lo que no tenían?

Y ¿podía Dios ofenderse a Sí mismo infundiendo el alma espiritual, su soplo divino, en un animal, todo lo evolucionado que se quiera pensar pero siempre procedente de una dilatada procreación de brutos?

Pensar esto es también ofender al Señor».

Por último, la Fe nos enseña que Adán y Eva pecaron y que nos transmiten desde entonces el «Pecado Original»,[«pecado» de manera análoga: es un pecado «contraído», «no cometido», un estado y no un acto,( cf Catecismo Universal nº 404)].

Ahora bien, si este pecado cometido en el origen por nuestros primeros padres es transmitido a todos los hombres, a todos los descendientes de Adán (cf Catecismo Universal, nº 404), ello quiere decir que hubo una única pareja primera de hombres, y no varias como sería lo natural pensar si se admite la teoría de la evolución.

Hay pues muchos motivos de razón y de fe para rechazar, considerándola una fábula sin base científica ni de fe, la teoría de la evolución.


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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