Una evocación cuando se discute la comunión a los divorciados vueltos a casar.
En estos momentos en que la discusión de la comunión a los divorciados vueltos a casar se enciende, es bueno recordar el milagro eucarístico de Santarém, que une los dos temas, la eucaristía y el matrimonio.
El debate en torno al tema de los divorciados vueltos a casar y el no poder acercarse a la eucaristía, ha puesto de relieve para algunos que muchos católicos e incluso porciones considerables del episcopado no sólo han perdido el sentido del valor sacramento del matrimonio, y del carácter de indisolubilidad, sino también la de la eucaristía. Mientras que otros dicen que si bien creen que el matrimonio es indisoluble, hay muchísimos casos en que el matrimonio es nulo desde el inicio y que la Iglesia no abre las suficientes puertas para probarlo, y que eso no amerita el castigo de alejar a los divorciados vueltos a casar a la eucaristía.
HISTORIA DEL MILAGRO EUCARÍSTICO DE SANTARÉM
Varios historiadores del siglo XV afirman haber leído el documento original, hoy desaparecido, en el cual se data el milagro ocurrido el 16 de febrero, de 1247. Otros documentos datan el milagro al año 1266, la fecha registrada en la copia comisionada por el rey Alfonso IV en 1346. La disparidad de fechas puede muy bien deberse al conocido hecho de que la misma Hostia ha sido causa de innumerables milagros en diferentes años.
EL PRIMER MILAGRO
Entre los años 1225 y 1247 vivía una mujer en Santarém que era muy infeliz pues estaba convencida de que su esposo le era infiel. Utilizó toda la astucia de la que ella era capaz para atraer a su esposo, pero no tuvo ningún resultado. Desesperada ante su situación, visitó a una hechicera del pueblo, la cual le prometió que su esposo volvería a amarla como antes con la condición de que le llevara como paga una Hostia Consagrada.
Esto atemorizó grandemente a la mujer, pues sabía que aquello sería un gran sacrilegio, pero finalmente accedió. Al recibir la Comunión en su iglesia parroquial de San Esteban, no la consumió sino que salió de la iglesia inmediatamente, se sacó la Hostia de la boca y la puso en un nudo de su pañuelo de cabeza.
Por el camino a la casa de la hechicera, la Sagrada Hostia comenzó a sangrar. La mujer no se dio cuenta de lo que ocurría hasta que se lo comunicaron otros transeúntes, pensando que era ella la que sangraba. El pánico estremeció el corazón de la mujer. Se fue a su casa y puso la Hostia, envuelta aun en el pañuelo, en el fondo de un baúl de cedro donde guardaba sus pertenencias en su habitación. Allí se quedó, con gran temor, todo el día hasta que anocheció.
Cuando su esposo llegó a la casa tarde esa noche, se fueron a dormir, aunque lo mas seguro es que ella no haya descansado mucho. La culpa de su pecado la atormentaba, y también la duda de saber si la Hostia continuaba sangrando.
En la plena oscuridad de aquella habitación, aconteció otro gran milagro. Salieron del baúl brillantes rayos, haciendo que la pareja se despertase. Vieron entonces una espectacular visión de ángeles adorando la Hostia sangrante. La mujer no pudo más y confesó el gran pecado a su esposo. Los dos se arrepintieron y pasaron el resto de la noche arrodillados en adoración y reparación ante la Hostia Milagrosa.
Por la mañana informaron al sacerdote de la parroquia, el cual fue a la casa y escuchó la historia relatada por la mujer. El sacerdote regresó la Hostia a la iglesia de San Esteban en solemne procesión, acompañado por muchos del clero y laicos. La Hostia continuó sangrando por tres días. Finalmente se decidió ponerla (aún sangrando) en un relicario de cera de abeja. Allí permaneció la Sagrada Hostia por mucho tiempo hasta que ocurrió un segundo milagro.
SEGUNDO MILAGRO (¿1340?)
El sacerdote encerró la Sagrada Hostia en un envase de cera y lo colocó en el tabernáculo. Fue entonces que ocurrió otro milagro.
Cuando el sacerdote abrió la puerta del tabernáculo, el envase de cera se había roto en muchos pedazos. En su lugar había un envase de cristal que contenía la sangre de la Hostia mezclada con la cera.
Esta se puede aun contemplar junto al relicario mayor que es del 1782. En la actualidad la Sagrada Hostia se mantiene en un trono Eucarístico del siglo XVIII, sobre el altar mayor. La Iglesia de San Esteban es también conocida como el Santuario del Santo Milagro.
LOS MILAGROS CONTINÚAN
A través de los siglos, la Hostia ha emitido nuevamente sangre y en ella se han visto aparecer varias imágenes de Nuestro Señor Jesucristo. Entre los testigos está San Francisco Javier, el apóstol de las Indias, quien visitó el santuario antes de irse en misión y un arzobispo de Lisboa quien llegó hasta romper el cuello de la ampolla de cristal en su afán de detener el flujo de Sangre.
Desde que ocurrió el milagro hasta la actualidad, todos los años, en el Segundo Domingo de abril, El Milagro Eucarístico sale en procesión desde la casa
de los esposos donde ocurrió el milagro, en la Vía delle Stuoie hasta la Iglesia del Milagro. La casa ha sido capilla desde 1684.
El Milagro Eucarístico de Santarém, es considerado el más importante después del de Lanciano.
Se han comisionado estudios e investigaciones canónicas, las mas importantes siendo las de 1340 y 1612, las cuales probaron sin lugar a dudas la autenticidad y antigüedad del Milagro Eucarístico.
El Milagro Eucarístico de Santarém solo dejó la ciudad una vez, cuando las tropas de Napoleón invadieron a Portugal en 1810. Por temor a que el Milagro fuese profanado en manos de los franceses se llevaron y terminó en Lisboa, en la Iglesia de Pacao. Mas tarde, al no ser devuelto el Milagro a Santarém, los ciudadanos de esa ciudad hicieron una protesta en masa. El Milagro Eucarístico fue regresado a Santarém en gran secreto, para evitar que la resistencia de los capitalinos a quienes no se les comunicó del traslado hasta el 2 de diciembre, 1811.
El santuario fue restaurado por D. Antonio Francisco Marques, obispo de Santarém y abrió sus puertas solemnemente el 7 de marzo, de 1996. Hoy cuenta con un pequeño museo tras el altar mayor. El Milagro de Santarém es expuesto cuando peregrinos lo piden con anticipación. Entonces lo pueden contemplar muy de cerca. La Sangre sigue en estado líquido, 750 años después de que ocurrió el milagro.
La antigua Hermandad Real del Sacratísimo Milagro aún existe.
Varios Papas que han concedido Indulgencias Plenarias al Milagro Eucarístico de Santarém:
Papa Pío IV: (1559- 1565) Concedió Indulgencias a los peregrinos que visiten la Iglesia.
Papa San Pío V y Papa Pío VI: Confirmaron los privilegios a los peregrinos que visitan la Iglesia.
Papa Gregorio XIV (1590-1591): Concedió Indulgencias Plenarias a todos los miembros de la hermandad del Santo Milagro en su día de entrada a la hermandad y en el día de su muerte.
SANTOS QUE ESTÁN VINCULADOS CON SANTARÉM Y EL SANTO MILAGRO
Santa Irene: Santarém es portugués para «Santa Irene», patrona de la ciudad. Esta es una mártir del año 653. En la Iglesia de Santa Irene se encuentra el Crucifijo Milagroso de Monteiraz. Los documentos cuentan que el Cuerpo de Nuestro Señor tomó vida (como el Cristo de Limpias) se desprendió y abrazó a una niña pastorcita en la época del Milagro Eucarístico. El Crucifijo que es del siglo XII, todavía se puede venerar hoy. Pertenecía a una comunidad de 12 Monjes Benedictinos (Abadía de los 12 apóstoles).
San Esteban: Protomártir, patrón de la Iglesia del Santo Milagro.
Santa Leonor Alfonso: Hija del Rey D. Alfonso, quién se hizo religiosa de la Orden de las Clarisas y está enterrada en el Monasterio de Santarém.
San Francisco Javier: Visitó la mayoría de los santuarios en Portugal. También visitó la Iglesia del Santo Milagro y dio testimonio de las gracias que recibió ente El, las cuales le ayudaron a descubrir su vocación de misionero antes de ser enviado a la India por el Rey de Portugal. La imagen de San Francisco Javier se venera en la Iglesia del Milagro.
Santa Isabel de Portugal: La Mayoría de los Reyes de Portugal desde aquella época han visitado el Milagro Eucarístico. Pero las más famosas visitas fueron las dos que hizo la Reina Santa Isabel (Isabel de Aragón), en 1295 y en 1322.
Su primera visita ocurrió cuando estaba en camino hacia Coimbra y coincidió con la fiesta de Santa Irene. La segunda visita fue para pedir ante el Milagro Eucarístico la paz entre su esposo el Rey Dionisio y su hijo, el futuro Alfonso VI, que estaban en guerra. Pidió que la Hostia Milagrosa fuese llevada en procesión por las calles. Ella misma acompañó la procesión, despojada de sus insignias reales, de su corona y joyas. Se cubrió de cenizas, caminando descalza, con una soga alrededor de su cuello. Este acto penitencial de la Reina fue muy agradable al Señor, quien le concedió la gracia de la paz y reconciliación entre su esposo y su hijo.
Fuentes: corazones.org, Signos de estos Tiempos