Cómo nuestros sufrimientos pueden convertirse en bendiciones para nosotros y para los demás.

Nuestro mundo busca evitar el dolor de todas las maneras posibles; vivimos en una cultura hedonista, que busca el placer y evita el dolor.

Incluso si somos cristianos pensamos habitualmente en los beneficios que nos da Dios, pero nos rebelamos contra el sufrimiento.

Y creemos que la presencia del sufrimiento significa la ausencia de Dios.

Pero la Biblia nos dice que en los momentos de dolor y sufrimiento Él está más cerca de nosotros.

Hay una verdad que no se puede negar, nadie en el mundo ha estado, está o estará libre de dolor y sufrimiento durante su vida.

En algún momento llega.

¿Entonces cómo debemos manejar el dolor resultante?

Aquí hablaremos sobre la función que ocupa el dolor en el mundo y en el Plan de Dios, y cómo beneficiarnos de nuestro propio e inevitable sufrimiento, cuando nos llegue.

¿Por qué Dios permite el sufrimiento?

Dios permite el sufrimiento para que podamos unirnos más estrechamente a Cristo y compartir su Pasión y Muerte en la cruz.

Por lo que ofrecer nuestros sufrimientos a Dios, con un espíritu de amor y confianza, puede ser una forma poderosa de contribuir a la obra de salvación del mundo.

Pero Dios no busca nuestro sufrimiento, sino que el dolor simplemente forma parte de las pruebas de la vida.

Y es un insumo que usa Dios para la redención del mundo.

¿Cómo el Señor hace uso del sufrimiento humano?

Dios usa nuestros sufrimientos para convertirnos.

Y también los usa para generar gracias para otras personas.

Por lo que no los debemos perder; debemos ofrecérselos para que sean fuente de gracias.?

El sufrimiento tiene una dimensión santificadora, porque mantiene el orgullo a raya y lleva a confiar en Dios.

San Pablo dice que somos más propensos a confiar en Cristo cuando nos sentimos débiles.

Y que el sufrimiento es el motor que nos lleva al crecimiento de la confianza en Dios.

El sufrimiento humano también juega su papel en la redención de la humanidad, o sea para reparar el daño causado por el pecado.

Hubo una redención objetiva, que Cristo logró cuando murió y resucitó de entre los muertos, derrotando el pecado y la muerte, y ganando para nosotros la gracia de la salvación.

Pero Dios quiso que también participáramos en nuestra propia salvación.

Es esa redención subjetiva la que todavía falta aplicar en nosotros.

¿Y cómo se aplica?

Presentando nuestros sufrimientos, dolores, inconvenientes, a Dios para la conversión de los pecadores.

Como San Pablo que dijo en 2 Timoteo, “Todo lo soporto por amor de los elegidos, para que también ellos obtengan la salvación en Cristo Jesús”.

Esto es lo que da forma a la práctica católica de ofrecer nuestros sufrimientos por el bien de los demás.

Es una práctica tradicional de la Iglesia.

Pero está siendo opacada por el modernismo, que sostiene que no tenemos por qué sufrir, que el sufrimiento es algo sin sentido, propio de un pensamiento medieval.

Sin embargo el sufrimiento existe y nadie puede escapar en su vida a momentos de sufrimiento.

Podemos hacer como que no existe, barriéndolo debajo de la alfombra, pero sabemos que siempre está presente.

El numeral 2010 del Catecismo de la Iglesia Católica nos indica el enorme poder que Dios nos dio, que mediante nuestras oraciones y acciones podemos lograr gracias para los demás, incluso para la obtención de la vida eterna.

San Pablo lo advierte al decir que su sacrificio ayuda a terminar la gracia de Dios en el hermano.

Cristo nos dio el privilegio de unirnos a Su sufrimiento, en beneficio de los demás.

Es el sufrimiento redentor, al que la Iglesia nos llama, uniendo nuestro sufrimiento por el bien de los demás.

En el mismo sentido, Santa Faustina Kowalska recibió un mensaje de Nuestro Señor clavado en la cruz en medio de grandes tormentos.

Y le dijo, “Ayúdame, hija Mía, a salvar almas.

Únete con tus sufrimientos a Mi Pasión y ofrécelos al Padre celestial por los pecadores”.

En las apariciones de Fátima la Santísima Virgen dijo a los pastorcitos, “Oren mucho y hagan sacrificios, porque muchas almas van al infierno y no tienen a nadie quien les rece y haga sacrificio por ellos”.

Especialmente hicieron esto los dos videntes que murieron rápidamente, los hermanos Marto.

Jacinta Marto sufrió mucho en su enfermedad y al final de su vida dijo “Ahora muchas almas se salvarán porque yo sufro mucho”.

¿Entonces cuáles son los beneficios de entregar a Dios los sufrimientos y dolores que nos vienen?

Al ofrecer nuestros sufrimientos y sacrificios a Dios, nos unimos más estrechamente a Cristo.

Contribuimos a la obra de redención del mundo y colaboramos en Su obra de salvación.

Al hacerlo con amor y confianza, abrimos nuestro corazón a la acción de la gracia divina y podemos experimentar un crecimiento espiritual profundo.

Y podemos encontrar un sentido y un significado a nuestras dificultades y sufrimientos, y nos podemos sentir parte de algo más grande que nosotros mismos.

¿Y cómo lo hacemos en la práctica?

Es una vieja práctica católica comenzar el día ofreciendo nuestros dolores y sufrimientos del día.

Ofrecemos a Nuestro Señor nuestros esfuerzos, obras, alegrías, sufrimientos, intenciones de este día.

Esto vale también para los dolores y sufrimientos ocasionales, como por ejemplo cuando nos viene dolor de cabeza, o cuando sufrimos un accidente, o cuando hemos tenido alguna discusión con alguien, o cuando tenemos un problema difícil para solucionar, o cuando estamos tristes, etc.

Los podemos ofrecer simplemente pidiendo a Dios que use este dolor para la conversión de los pecadores, para la conversión de determinadas personas que le nombramos, para la salud de una determinada persona, para las almas del purgatorio, por los que sufren en el mundo.

E incluso se los podemos ofrecer innominadamente, o sea “te ofrezco mis sufrimientos y haz con ellos lo que te parezca mejor”, o simplemente “te lo entrego Señor”.

De este modo convertimos el dolor en un acto de amor por los demás.

Lo que nos ayuda a sobrellevarlo y soportarlo mejor, porque lo ponemos en manos de Dios para hacer algo útil.

Y nos permite purificarnos con esta acción.

Además podemos ofrecerle el ayuno y la abstinencia, y todo lo que nos lleve a aumentar la humildad y expresar contrición.

También es una práctica habitual ofrecer nuestra eucaristía por otros.

Un paso más allá es ofrecerse como alma víctima.

Que es alguien que le pide a Dios participar en la pasión de Jesucristo de una manera real y directa, en Su obra de redención, para reparar los pecados de la humanidad. 

A menudo, es lo piden quienes reciben los estigmas de la Pasión de Cristo.

Y también suceden casos en que Jesús le plantea directamente a una persona si quiere participar en la redención con sus sufrimientos y dolores.

En la década de 1970 por ejemplo, el padre Ottavio Michelini recibió mensajes de Nuestro Señor Jesucristo, donde le explica quiénes son y cuál es el cometido de las almas víctimas y llama a que se presenten almas víctima.

En algunos casos, después de ofrecer sus sufrimientos a Dios con amor y confianza, las personas han experimentado curaciones milagrosas, o han sido liberadas del dolor y el sufrimiento que estaban experimentando, aunque en otros no; es un misterio.

Pero lo cierto es todos fueron vehículos para rescatar del pecado a otros y para que se sanaran física y espiritualmente. 

Bueno hasta aquí, lo que queríamos hablar sobre los beneficios de ofrecer nuestros sufrimientos dolores e inconvenientes, chicos o grandes, permanentes o pasajeros, a Dios. 

Y me gustaría preguntarte si cuando te viene algún sufrimiento se lo entregas a Dios o no, y cómo lo haces.

MIRA ESTOS VIDEOS

LEE ESTOS ARTÍCULOS

Cómo Entregar nuestros Sufrimientos a Dios https://forosdelavirgen.org/entrega-sufrimientos/

Quienes son las Almas Víctima y que Misión tienen https://forosdelavirgen.org/almas-victima/

¿Cuál es el Misterio de los Discapacitados? ¿Son almas Víctima? https://forosdelavirgen.org/almas-victima-2/

¿Qué Debemos Pensar cuando estamos Sufriendo? https://forosdelavirgen.org/las-causas-de-los-diversos-sufrimientos-que-padecemos-en-nuestra-vida-2014-03-18/