Por qué están produciendo la purificación de la humanidad.

La tribulación que está sucediendo en la tierra no es circunstancial ni pasajera, a menos que la humanidad tome medidas de fondo.

Ya se abrieron los sellos profetizados en el Libro del Apocalipsis.

La aparición del 4o jinete a partir del 2020, que representa la peste, nos debe abrir los ojos.

Los 4 caballos del apocalipsis están yendo y viniendo, una y otra vez sobre la tierra, devastándola.

Aquí hablaremos sobre por qué están cabalgando los 4 jinetes del apocalipsis y que podemos hacer para que se retiren.

Jesús nos anima a que discernamos los signos de los tiempos, que miremos las cosas que suceden con categorías cristianas de análisis.

Es lo que los Foros de la Virgen María está tratando de hacer, analizar la realidad a través de un análisis cristiano.

Y algo central que salta a nuestra vista, es que estamos en medio de una tribulación, producto de que ya están recorriendo la tierra los 4 jinetes que menciona el libro del Apocalipsis.

La crisis de salud global que comenzó en el 2020 deja en claro que el 4o caballo, la peste, está también recorriendo el mundo, además los otros caballos que representan la conquista, el hambre y la guerra.

Repasa el libro del Apocalipsis capítulo 6, versículos 1 a 8 para ver la apertura de los 4 primeros sellos.

Los 4 caballos y jinetes estarán yendo y viniendo por el mundo para purificar a la humanidad, hasta que llegue el tiempo en que serán confinados y triunfe el Inmaculado Corazón de María.

Dios liberó las consecuencias del poder destructor de la misma humanidad.

¿Y por qué sucedió esto?

Porque occidente ha llegado a un endurecimiento persistente de su corazón, a pesar de haber sido avisado una y otra vez para arrepentirse y convertirse del pecado.

Lo han advertido permanentemente las apariciones modernas de la Santísima Virgen, desde Lourdes en adelante.

Incluso desde Fátima en adelante advierten con más frecuencia sobre las consecuencias del alejamiento de la moral que Cristo nos enseñó.

La incredulidad se ha disparado, se ha producido un enorme alejamiento de la práctica de la fe y los pecados nos abruman cada vez más, en cantidad y profundidad.

Así hemos visto la consolidación del derecho a terminar con los seres humanos al principio y al final de la vida.

A la negación de la naturaleza, la desintegración de las familias, la promiscuidad, la idea de que se puede cambiar el sexo con el que fuimos creados, su promoción entre los niños y el crecimiento de todo tipo de trastornos.

Pero las escrituras nos recuerdan que nuestros pecados e injusticias no pueden durar para siempre.

Porque Dios escucha el clamor de los pobres, de los que no nacieron, de las víctimas de la revolución de la genitalidad, de los niños que sufren de la mala conducta de sus padres, de los que sufren a causa de nuestra codicia.

Dios permite el mal y el pecado, porque los seres humanos tienen libre albedrío y eligen el mal y el pecado, por más que Él envía a sus ángeles para persuadirlos hacia el bien.

Pero advirtió a través de los profetas bíblicos, una y otra vez, que eso no podía durar, y al final lo hizo terminar.

De modo que el mal tiene su cuarto de hora pero también tiene su fin, que es la desintegración, porque lleva internamente la semilla de la destrucción.

Ya ha pasado en otras épocas.

La cultura occidental, una vez llamada Cristiandad, tiene una relación especial con Dios por la fe en Cristo y su visión moral.

Su base una vez fue la familia con los valores cristianos, la defensa del derecho natural, la confianza en la Divina Providencia.  

Pero eso se ha perdido por la infidelidad, o sea la adoración a otros dioses, y la maldad, o sea el abandono de la moral cristiana.

A principios de este milenio, en el 2001 se produjo un gran ataque en New York que cambió el mundo político.

Las torres de la opulencia, que se elevaban orgullosamente sobre el cielo de Manhattan, significaban simbólicamente la acumulación obscena de dinero y poder.

O sea nuestros logros sólo humanos, que en cierto sentido fueron construidos siguiendo la historia de la torre de Babel del Antiguo Testamento.

Y en un sentido más oscuro, las torres representaban también nuestro orgullo y codicia, nuestro frecuentemente desordenado énfasis en el dinero y el materialismo, y la lujuria por el poder que brota de eso.

Y vino a continuación la guerra de Irak, y todo lo que ha ocurrido desde entonces en el Medio Oriente.

Siguiendo con el avance de ISIS y luego con los atentados en Europa.

Algunos pueden pensar que ese caballo del apocalipsis de la guerra ya pasó, pero vuelve, porque los terroristas radicales islámicos siguen actuando especialmente en África.

Y la nueva toma de poder por parte de los talibanes en Afganistán va en el mismo sentido.

Jesús nos advierte que nuestra tibieza o nuestro total abandono de Él conducirá al terror y a la destrucción, en la medida en que nuestras almas sean alcanzadas por el enemigo.

Y al igual que lo hizo con los enemigos del pueblo elegido del Antiguo Testamento, Él usará a los pueblos paganos para corregirnos.

Nuestra despreocupación de lo que sucede en África con el martirio de los cristianos, simplemente por ser cristianos y los barrios enteros en Europa donde se practica la ley sharia, incompatible con el derecho occidental, es la consecuencia de nuestro abandono de la fe.

Luego tenemos la Ideología de Género, que es la mayor rebelión del hombre contra Dios, porque se rebela contra la forma en que fue creado; no puede haber ninguna rebelión mayor que ésta.

Es también un ataque a la santidad del matrimonio entre esposo y esposa, como fuera instituido por Dios mismo. 

Y creció en medio de occidente, que hoy la está exportando a todo el mundo de forma agresiva, e incluso sus niños están siendo adoctrinados desde pequeños en esta rebelión.

Y ya no se trata de una elite política que la adoptó y la está imponiendo a la fuerza, sino que las encuestas muestran que la aceptación a la ideología de género es mayoritaria en la población occidental.

Y después tenemos el abandono occidental del derecho a la vida y la procreación. 

Las leyes de los países insignia de occidente ahora están consagrando el derecho a terminar con la vida antes del nacimiento.

Y está avanzando también el derecho a hacerlo al final de la vida.

Y esto lo podemos unir a las expresiones de las figuras más importantes de las élites.

Henry Kissinger ha dicho que «La población mundial debe reducirse en un 50%».

David Rockefeller advirtió que «El impacto negativo del crecimiento de la población en todos nuestros ecosistemas planetarios se está volviendo espantosamente evidente».

Y para nombrar uno más de los tantos que han hablado en este sentido, el Príncipe Felipe, duque de Edimburgo, dijo que si se reencarnara, le gustaría volver a la Tierra como un patógeno para reducir la cantidad de población.

Todo esto que hemos mencionado muestra la rebelión de los integrantes de la civilización que creó Dios, contra el propio Dios, especialmente de las elites, pero que ha permeado a toda la sociedad.

Se ha vuelto evidente que nosotros pensamos que sabemos mejor que Dios.

Y que pensamos que somos los amos de la vida, y enteramente suficientes para nosotros mismos.

Pero Dios nos está diciendo ¿estás seguro que es así?

¿Qué pasa si Yo te quito la protección que te he dado cuando se manifiesten las consecuencias negativas de tus propios pecados?

El problema de fondo al que nos enfrentamos no es la guerra, ni la peste, ni el hambre, ni la conquista, es la negación de Dios, que permite la expansión de los pecados cada vez con menos límites.

Se solucionará una peste, pero vendrá otra peor, terminará una guerra, pero comenzará otra más letal.

Porque los jinetes del apocalipsis, que al principio sólo se habían asomado, ahora están cabalgando por la tierra.  

La solución definitiva a esto es terminar con el pecado en forma masiva, es la conversión de la sociedad.

Recuerda que ninguna civilización que haya perdido su respeto por la vida y haya negado las leyes naturales sobrevivió, por eso esto no puede durar para siempre.

Pero ninguna dificultad es tan grave como para quitarnos la esperanza.

Sobre todo si tenemos claro que los caballos del apocalipsis están recorriendo el mundo, debido a que nos hemos soltado de la mano a Dios.

Y si recapacitamos en que Dios tiene su mano extendida para que nos aferremos de nuevo a Él para que nos proteja.  

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre las causas más profundas de las tribulaciones que estamos viviendo en este momento y las que vendrán.

Y básicamente las causas se relacionan con el pecado y la rebelión contra Dios, que produce los demás. 

Y me gustaría preguntarte si entre los católicos que conoces existe la convicción de que las tribulaciones que están viniendo están relacionadas con el pecado y el abandono de la fe o no.

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